Chalet “El Mangangá”

Chalet “Mangangá” foto Andrés Rousseaux, año 1999

En el terreno ubicado al norte del galpón fiscal de Aduana, donde en la actualidad se encuentra el Chalet Mangangá, se hallaba edificada una vivienda con techos de tejas coloniales a dos aguas, en el mismo, funcionó a partir de año 1913 el bar, parrilla, cervecería denominada Chinesco o Chinesca o Rancho largo, en alusión a su extensión, propiedad del Sr. César Campopiano. El negocio fue adquirido en el año 1925 por el español José López, que continuó con el mismo ramo hasta su cierre en la década de 1930 para la construcción del Chalet.

En cuanto a la propiedad del terreno, el antecedente más antiguo que se ha podido obtener es anterior a 1850 cuando, todo ese sector de la ciudad pertenecía a la chacra Sagastume, propiedad de Ignacio Antonio Sagastume, dueño de la estancia La Amesqueta, que comenzaba en el norte de nuestra ciudad hasta casi la ciudad de Concordia, el nombre de la estancia era en homenaje a la Villa de Amesqueta, España, donde había nacido, contrayendo enlace ya en nuestra ciudad con María del Pilar López.

En el año 1914, la mitad indivisa del terreno propiedad del Sr. Norberto Pisano y Laura Pena de Vico, es vendida al Sr. Gregorio Urribarri quién, en el año 1915, vende su parte indivisa al Sr. Tiburcio Gutiérrez falleciendo y dejando como heredero a su hijo Manuel Simón Gutiérrez, y este a su vez a su abuela Sra. Sebastiana Laiseca de Novas. En el año 1924 la parte de la Sra. De Novas es vendida a Daniel Cotrina.

La otra parte del terreno en cuestión propiedad de la Sra. Laura Pena de Vico, es vendida en el año 1926 al Sr. Daniel Cotrina, quedando de esta manera en propiedad del Sr. Cotrina las 2 partes del terreno. Como se dijo, en el mismo sitio, funcionó el bar y parrilla “Chinesco”, también llamado, por las características de la construcción, “Rancho Largo”, que era frecuentado por los trabajadores del puerto y también por los jóvenes de la ciudad que realizaban allí despedidas de soltero y otras celebraciones.

Vista del puerto de C. del Uruguay hacia 1900, a la derecha de la imagen puede verse el “Rancho Largo”. Foto: Mario Morasán

En el año 1927, Cotrina, vende su propiedad a Mario Teófilo Puchulu, quien, en 1930 construye un Chalet, y a su vez se lo vende a Cesar Hugo Puchulu en 1933, con una superficie de 595 metros cuadrados. El 4 de febrero de 1930, la municipalidad aprueba los planos para la construcción del chalet, al cual Mario Puchulu dedicaría el verso “El Mangangá”, nombre con el cual se conocerá la casa de ahí en adelante.
En el año 1947, el chalet y terrenos son vendidos a Cipriano López, y en el año 1952 adquiridos por el Sr. José Fisher, para residencia familiar, instala la cervecería “Alemana”, (que funcionaba en calle Rocamora Nº 583, al lado del cine Rocamora, con su mismo nombre, hasta que Fischer, se lo modifica), nombre al cual le adiciona “del Puerto”. La especialidad de la casa era el chopp tirado acompañado de unos exquisitos sándwiches de pan negro.

Al fallecer Fischer, sus herederos venden la propiedad en el año 1958 a la Sra. Emma Delia Stieben, casada en primeras nupcias con Sobrerio del Río.

En el año 1962 el chalet es vendido al Sr. Eleodoro Rafael Jesús Chas, conocido mecánico de la ciudad, que había ganado la lotería de la Provincia, quedando el inmueble dentro de la sociedad conyugal

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: Andrés Rousseaux, “Concepción del Uruguay, Edificios con historia” Tomo III  

 

Personalidades paraguayas que estudiaron en nuestra Concepción del Uruguay

Colegio del Uruguay “Juste José de Urquiza”

Por el Prof. José Celomar Argachá

Existen destacados y muy poco conocidos ex alumnos del Colegio del Uruguay, uno fue presidente del Paraguay, Juan Bautista Luis Egusquiza Isasi y otro José Segundo Decoud, quien fue ministro en distintas carteras de varios presidentes de dicho país.

Además entre estos ex alumnos, pero en este caso de la Escuela Normal, se encuentran también las hermanas Adela y Celsa Speratti, egresadas de nuestra escuela e iniciadoras del normalismo paraguayo

General Juan Bautista Egusquiza Isasi

Juan Bautista Luis Egusquiza Isasi
Numerosos historiadores paraguayos mencionan al General Juan Bautista Luis Egusquiza Isasi como un progresista militar y político que ocupó la Presidencia de la República del Paraguay entre noviembre de 1894 y noviembre de 1898, es decir con anterioridad al General y Doctor Benigno Ferreyra (1906-1908), otro destacado Presidente del hermano país que también fuera alumno del Colegio del Uruguay.

Nació en Asunción del Paraguay el 25 de agosto de 1845 y murió en la misma ciudad el 24 de agosto de 1902, siendo Senador de la República. Sus padres fueron Camilo Egusquiza y Juana Isabel Isasi, ambos guipusqueanos del País Vasco español (Igoalde) y radicados en el hermano país.
Lo realmente curioso es que fue alumno del Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza” en la carrera anexa al Histórico, como fue el Aula Militar, siendo condiscípulo de Julio Argentino Roca y de otros notables militares argentinos. Su rector era el Dr. Alberto Larroque.

Ingresó Egusquiza en el Ejército Argentino llegando a ascender hasta Capitán, resolviendo años después, junto con otros paraguayos, entre ellos Benigno Ferreira, José Segundo Decoud y su hermano Juan, regresar a su país, donde ofreció aquel su espada, siendo reconocido su cargo militar, que luego de sucesivos ascensos llegó a detentar el grado de General de Brigada en el vecino país.

Fue fundador del Partido Nacional Republicano e inició así su carrera política, siendo posteriormente Ministro del Interior entre marzo y octubre de 1891 y Ministro de Guerra y Marina del 17 de enero al 17 de abril de 1894, para asumir luego la Presidencia de la República.
Fue un gobierno sumamente progresista, sobre todo en el campo de la educación, que se hallaba devastada en el vecino país por la larga, lamentable, desastrosa e injusta guerra contra la Triple Alianza, generada en gran medida por el dictador Solano López.

Conocedor de la presencia de las hermanas Speratti en la vecina ciudad de Corrientes, paraguayas formadas en Argentina, apoyó la idea de comunicarse con ellas para solicitarle su cooperación, a efectos de la recuperación de la educación púbica en su país.

Adela y Celsa Speratti

Debemos recordar que ambas fueron ex alumnas de la Escuela Normal de Concepción el Uruguay, teniendo como Directora a Clementina Comte de Alió y que una vez recibidas fueron designadas maestras del mismo establecimiento debido a sus magníficos dotes docentes.
Fueron ellas las que organizaron la primera Escuela Normal del Paraguay, siendo designada Adela Directora y su hermana Celsa como Vicedirectora. Es decir que el normalismo paraguayo es hijo y uno de los frutos más preciado de nuestra Escuela uruguayense.

Permitió el instituto normalista de Asunción el ingreso de la mujer al mundo del trabajo con una profesión digna, que no sólo sembró abecedarios en la República hermana sino que formó intelectual y culturalmente al sexo femenino, permitiendo no sólo su llegada a la Universidad sino que también fue originario de movimientos feministas en favor el voto de la mujer y de otras conquistas más, que no son motivo del presente trabajo.
Un egresado de la primera Escuela Normal Paraguaya fundó años después el primer Instituto de Profesorado Secundario del hermano país.

Es decir que lo importante es destacar que los cuatro: el General Juan Bautista Luis Egusquiza, José Segundo Decoud (varias veces Ministro Nacional de distintos Presidentes) y las hermanas Adela y Celsa Speratti se formaron en establecimientos de nuestra ciudad. Los dos primeros en el Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”, alcanzando distintos Ministerios y luego la Presidencia de la República paraguaya y las hermanas Speratti que se educaron en la Escuela Normal “Mariano Moreno”, bajo la conducción de Clementina Comte de Alió. Como dato anecdótico, agregaremos que la única hija de Clementina Comte (primera Directora de la Escuela Normal) con su esposo Agustín Mariano Alió (Rector el Colegio del Uruguay) fue su hija Ana Alió Comte, que contrajo enlace con un ex–alumno del Colegio del Uruguay. Nos referimos a Hortensio J. Quijano (Vicepresidente del General Juan Domingo Perón en ambas Presidencias), con el cual tuvo un solo hijo: Hortensio J. Quijano Alió.

José Segundo Decoud

Concepción del Uruguay fue un luminoso faro de la educación argentina, destacada por todos los historiadores paraguayos y por aquellos estudiosos del tema del vecino país, elogiando a sus directivos y su formación integral en el campo intelectual.
Todos los datos aportados en el presente trabajo son fruto de historiadores y articulistas paraguayos en donde resaltan elogiosamente la formación recibida en nuestra ciudad, destacando especialmente a Clementina Comte de Alió como una docente seria, una pedagoga de prestigio y con métodos realmente admirables.

Además de incluir a un Presidente más a la lista de egresados célebres de nuestro Colegio del Uruguay, que recordemos fueron los Presidentes Julio Argentino Roca (dos períodos 1880-1886 y 1898-1904), Victorino de la Plaza (1914-1916), Arturo Frondizi (1958-1962) y Benigno Ferreira (1906-1908), ahora agregamos a Juan Bautista Luis Egusquiza (1894-1898), otro paraguayo al igual que el anterior.
Y también quisimos homenajear a dos maestras de nuestra Escuela Normal, las hermanas Adela y Celsa Speratti, que gracias a su trabajo todo el normalismo paraguayo desciende de su excelente labor docente.

Asimismo poner de manifiesto a un extraordinario político de esa misma nacionalidad, como fue José Segundo Decoud, ex alumno de nuestro histórico Colegio y Ministro de varios presidentes de país hermano, pero estos dos últimos temas deben ser motivo de otros trabajos.

Edición web: Virginia Civetta y Carlos Ratto

Declaraciones en el juicio sobre el asesinato del general Urquiza

Patio del Honor, ahí se puede ver la habitación del general Urquiza

Después del asalto a la residencia del Gral. Urquiza y que terminara con su vida, la casa fue dejada en manos de los asaltantes quienes se llevaron todo el ganado y carruajes existente en el lugar. También paso lo mismo en casi todas las estancias pertenecientes a la familia.

Para octubre de 1870, solo se había apresado a un solo hombre de los ochos que entraran a Palacio San José el 11 de abril de 1870.

Mosqueira, el único entrerriano del grupo, fue el apresado. Se lo traslado a la cuidad de Paraná y luego a Buenos Aires. Se inicia un proceso en su contra, recién en agosto de 1871. Esto se debió a la lucha armada que vivía nuestra provincia.

El Juez interviniente fue Dr. Miguel M. Ruíz, dictando un “causa criminal de oficio por complicidad en la muerte de Don Justo José de Urquiza”.

Se toma declaración a “todas las personas que tuvieron conocimiento del hecho” y por supuesto al implicado José María Mosqueira.

La primera en declarar fue Doña Dolores Costa, quien cuenta que su esposo llego apresurado, le solicita un arma y al salir al patio comienza el tiroteo, cayendo este en brazos de su hija Dolores. La esposa del Gral., luego describe a Nicomedes Coronel y nombra a todas las personas que en ese momento estaban en la residencia. Eran alrededor de 35 personas, entre familiares, domésticos, empleados, sacerdote, jardineros, personal de guardia y de cocina, maestros de idiomas y de música, etc.

Dolores Costa, responsabiliza a López Jordán de la muerte de su esposo, de acuerdo a los “Vivas”, que gritaban al ingresar a la casa los asaltantes.

Entrada posterior del Palacio, por ese lugar ingresaron los asesinos del general. Foto: Omar Gallay

Dolariza Costa de Balestrin, cuñada de la víctima, declara que se encontraba en el segundo patio cuando pasa el tropel. Al escuchar los gritos de su hermana, acuden con su madre, encontrándose con la escena de la muerte y escucho algunos ejecutores que decían “sacar al tirano de por medio, que estaba vendido a los porteños”.

También declara que debían ultimar a Waldino, Teófilo y Justo Carmelo, Pascual Calvento y al Dr. Benjamín Victorica y luego encontrarse con López Jordán. Todo esto escuchado de los asesinos.

Doña Francisca Brizuela, tía política del Gral., cuenta que para ocultarse apago las velas que la iluminaban, de esta manera puede ver a los invasores y los nombra. También declara, que uno de ellos dice que López Jordán, los mandaba “ya estaban cansados del expresado Gral. Urquiza”. Pasado los primeros minutos va hacia el lugar de la tragedia pero no “registra las heridas”.

El profesor de música de las hijas de Urquiza, Carlos Leist, declara que se encontraba en la quinta, siente ruidos y escucha los disparos. Decide ingresar a la residencia, donde dos centinelas le interceptan el paso, hasta intentan matarlo, pero Mosqueira dispone que lo dejen incomunicado, en una de las habitaciones. Este mantiene un cruce de palabras con Mosqueira, quien le dice, que lo que estaba ocurriendo “era una muerte política”.

Unos días después declaran las hijas mayores de Urquiza.

Dolores cuenta, que junto a su hermana Justa, estaban ejecutando en el piano. Al sentir el tropel corre al encuentro de su padre, quien estaba preparando un arma. Se sienten los disparos. Nombra a los que entraron. Su padre fue herido en la cara y cae, donde fue ultimado a puñaladas.

Justa es quien dice que quien le diera las puñaladas fue Nicomedes Coronel y que su hermana Dolores, abrazaba a su padre.

Mosqueira, Luengo y Álvarez en ese momento decían: “con Uds., no es la guerra sino con el tirano y sus hijos varones”.

Las dos hijas declaran que escucharon: “…ya murió el tirano vendido a los porteños. Viva López Jordán!

Luego declaro Avice Marín, el jardinero de la residencia en los últimos diez años. Su declaración no fue muy importante pues dice haber oído pero no vio nada ya que estaba en la casa del herrero.

Más tarde declaran dos del personal doméstico, María Antonia Urquiza y Carmen Barceló. Ellas dan el dato que Pardo Luna es quien le acertó con el balazo y Nico Coronel las puñaladas. En cuanto a las depredaciones en la estancia, solo dicen que saben que fueron secuestradas todas las armas.

El 29 de agosto de 1871, el juez ordena llamar a los que considera culpables. Se los llama por edictos en los periódicos: López Jordán, Nicomedes Coronel, Simón Luengo, Robustiano Vera, N. Álvarez, Facundo Teco, Ambrosio Luna, Pedro Arambure y Juan Piran. Se ordena la detención, pero la mayoría se había refugiado en territorio brasileño y uruguayo, haciéndose difícil cumplir con la orden. 

Vista del Patio del Parral, desde ahí los invasores entraron al Patio de Honor. Foto: Luis Cerrudo

Declaración de José María Mosqueira

El 1 de setiembre de 1871, declara por primera vez José María Mosqueira, dice tener 38 años de edad y hace un pormenorizado relato de las órdenes de Ricardo López Jordán.

Cuenta que se presentó en la estancia de Arroyo Grande, propiedad de López Jordán. En ese lugar se habló del momento que vivía la provincia y del derrocamiento urgente del Gral. Urquiza.

Se presentó el 7 de abril, día en que recibiera directivas y el 9 de abril sale en dirección a Estancia San Pedro, donde debía ponerse a las órdenes de Simón Luengo.

“Debe tomarse al Gral. Urquiza, traerlo a mi presencia y respetarse los bienes y la familia”, fue la orden impartida por López Jordán, según sus dichos.

En San Pedro se traman los últimos arreglos y se da la orden de “buena compostura”. El día 11 de abril salen de la estancia a las dos de la tarde, con la orden de apresar al General

Cuenta que pasan el puente de Gualeguaychú y se detienen a unas 10 cuadras de la residencia. Aun había mucha luz solar, necesitaban de las sombras para llevar a cabo el cometido.

En este lugar se reparten las tareas: Robustiano Vera, con un grupo de hombres se encarga de la guardia que tenía la casa a mil quinientos metros, tomar la puerta posterior y “sostenerse allí hasta que ellos entrasen y salieran de San José”.

Luengo dio las instrucciones. Mosqueira toma la pequeña guardia que había a la entrada del patio del Parral. Recorre las habitaciones, también la capilla y tahona. Cuando está cumpliendo con su tarea, escucha los disparos y gritos de las mujeres. Acude al patio y en camino se cruza con Luengo, quien le ordena que refuerce a Vera. Pero antes, interroga sobre lo ocurrido y este le dice “es muerto”.

Cumple con la orden, el tomar la guardia fue fácil, esta se rindió y al regresar Luengo, se encontraba en la puerta de una habitación donde se habían escondido dos mujeres y en ese lugar había armas. Trata de apaciguar las cosas y deja en claro que no habló con las hijas del General, y que el crimen ocurrió por el miedo de verse atacados al escuchar las descargas provenientes de la lejana guardia.

Declara José Baltore:

Representación gráfica del asesinato del general Urquiza

José Baltore era ministro del General Urquiza, se encontraba el 11 de abril en el escritorio político, en la entrada principal de la residencia. Su declaración fue muy veraz. Cuenta entonces que desde el lugar donde se encontraba, ve pasar a Urquiza acompañado de Medrano, venían de la galería principal de la casa.

Cruzaban el patio del Honor, pero retroceden por los alaridos y disparos que escuchan, y se dirigen a su habitación intima.

Baltore, ingresa nuevamente al escritorio, donde, ya se encontraban algunos hombres que habrían entrado por el frente de la casa.

Simón Luengo le requiere le indique donde estaba Urquiza. Al conducirlo, ve salir a quienes habían cometido el hecho.

Menciona los presentes y nombra como autores a Pardo Luna, quien le da el balazo y Nico Coronel quien le dio las puñaladas.

Cuenta además, que al otro día en inmediaciones de Arroyo Molino, estaba López Jordán. Su presencia fue porque a él lo llevaban prisionero. Este dato también fue aportado por Mosqueira.

El 9 de setiembre, el Juez vuelve a emplazar la búsqueda de los asesinos y continúa con las indagatorias. Entre ellos al cocinero, José Corazini y al jardinero Andrés Rigoli, que solo escuchan tiros y gritos por estar lejos del escenario.

Mientras tanto en Concepción del Uruguay, capital de la provincia, se sucedían momentos de confusión. El presidente de la Legislatura, intentaba llegar a un arreglo. El día 13 de abril, asume como Gobernador Ricardo López Jordán, un párrafo de ese arreglo decía:

“…la persona que ocupa el cargo de gobernador debía aprobar todos los ascensos y empleos dados por la revolución y que el Gral. López Jordán, se le debía dar un cargo, tal como el de Comandante General de Armas, de manera que pudiera tener siempre tropas reunidas para garantías de su persona”.

Estas declaraciones que hemos leído del libro del profesor Macchi, hacen que nos hagamos una idea del desarrollo del asesinato del Gral. Justo José de Urquiza, y que el 11 de abril de 2020 se cumplieran 150 años.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Macchi, Manuel, “Urquiza, última etapa”, 1974

 

 

 

La Sociedad de Beneficencia de C. del Uruguay, más de 140 años entre nosotros

Hospital de Caridad de Concepción del Uruguay

La sociedad de Beneficencia surgió a fines del siglo pasado como como una  necesidad espiritual de un distinguido grupo de damas de la  sociedad uruguayense y fue progresivamente cumpliendo distintas actividades silenciosas y caritativas en pro de la atención de los pobres, enfermos sin amparo y todos aquellos casos más necesitados de la protección de quienes tenían más o estaban en condiciones de donar un óbolo generoso, una asistencia oportuna, una mediación capaz de solucionar una emergencia acuciante.

Recorriendo alguna documentación sobre la Sociedad de Beneficencia, vemos el “Acta de Fundación”, aportado por la señora Julieta Cotrina de Orbe

Este documento apareció publicado en el diario “Los Principios” de C. del Uruguay, el día 5 de mayo de 1941, en carta que le enviara el Dr. Teijeiro Martínez Soler al director del diario y que dice así: “En la ciudad de Concepción del Uruguay, Capital de la Provincia de Entre Ríos, a 27 días del mes de agosto del año mil ochocientos setenta y uno (1871), en el salón de la casa del señor Don Porfirio G. Tenreyro, con el objeto laudable de instalar en esta ciudad una Sociedad de Beneficencia, (…), designase la primera Comisión Directiva que instalada de manera permanente se nombre a la Comisión Titular, resultando electa para Presidente Carmen Y. de Míguez; Vicepresidente, Micaela Y. de Tenreyro; Vocales, Juana L. de Busquet, Martina M. de Díaz, Virginia C. de Mason, Hermenegilda T. de Lantelme, Elena C. de Cabral, Eufemia C. de Herrera, Etelvina T. de Deschamps y Francisca U. de Cordero; Secretaria: Rafaela C. de Mantero y Tesorera: Carolina O. de Benítez.

Asimismo, se procedió a nombrar una Comisión de Caballeros para encomendarles la confección de un proyecto de Estatutos y Reglamentos que rijan la Asociación y fue compuesta por los Sres. abogados Benjamín Basualdo; Juan A. Mantero; Benito G. Cook, y los Sres. José María Barreyro Bavio y Porfirio G. Tenreyro.

De esta primera Comisión no se conserva ninguna documentación en los archivos de la Sociedad, pero el viejo periódico “El Eco de Entre Ríos”, de fecha 1871 informa de las actividades de la novel agrupación tendientes a lograr fondos para socorrer a las víctimas de la epidemia reinante en la ciudad de Buenos Aires. Indudablemente la terrible epidemia de fiebre amarilla que ese año azotó en forma desoladora a la capital de la República.

Etelvina C. de González, primera presidenta de la Sociedad

Recién el 13 de mayo de 1877, es decir seis años más tarde, se realiza una asamblea general en el salón de la Escuela Normal, quedando constituida la siguiente comisión: presidenta, Doña Etelvina C. de González; vicepresidenta, Doña Corina R. de Solveyra; secretaria, Doña Benita P. de Villarroel; Tesorera, Doña Artemia A. de Pintos. Vocales: Doña Teodora L. de Salvatierra; Doña Rosario B. de Gumaraens; Doña Carmen Y. de Miguez. Suplentes: Doña Mana Tahier y Doña Ventura Barceló, oportunidad en que se comienza la testificación exacta de la labora de la Sociedad por medio de actas que se conservan aún.

Desde ese entonces la labor de la Sociedad de Beneficencia se sucede sin interrupción hasta nuestros días, creyendo ser de estricta justicia rendir nuestro reconocimiento a todas aquellas damas que se dedicaron a llevar adelante a esta Institución, a los médicos de la ciudad y a sus benefactores que apoyaron generosa y muchas veces anónimamente los esfuerzos de la Sociedad.

El recuerdo para los más destacados

Para no incurrir en olvido; sólo citaremos algunos nombres de los más destacados, pues en la tarea de servicio al prójimo, la Sociedad permitió la participación de mujeres y hombres a esta benemérita tarea. La figura de doña Adela Sobrero de Balbuena, su presidenta durante más de 14 años, que supo unir el amor al prójimo con el amor a nuestro terruño, debiéndosele a ella, en gran parte, la instalación en Concepción del Uruguay del antiguo; Policlínico Regional “Justo José de Urquiza”.

Constituida la Sociedad, la primera tarea fue hacerse cargo del Hospital de Caridad Municipal, que funcionaba dónde hoy se encuentra el Hogar de ancianos municipal” y la Asistencia Pública y durante mucho tiempo funcionó la Maternidad Municipal. La Sociedad tomó posesión del Hospital el 10 de junio del mismo año y lo inauguró oficialmente, el 29 de junio de 1877, actuando como padrino en la bendición el entonces gobernador de la provincia, Ramón Febre y se designó; en esa fecha, al Dr. Esteban del Castillo como médico del establecimiento; en esa fecha se adoptó el Reglamento confeccionado en el año 1875, es decir, el que redactó la primera comisión.

CD de la Sociedad en 1929. Ver referencias al pie de del artículo

La ciudad contaba con el Hospital de Caridad Municipal. Desde entonces la ‘tarea fue constante para la Sociedad de Beneficencia y no conforme con tal atención, instaló primero “El Hogar de Ancianos” y luego el “Lactarium Porfirio Tenreyro”, rindiéndole así homenaje al que fuera gran benefactor de la Sociedad.

El doctor Amadeo Barbará, fue su inolvidable primer director y según las estadísticas, en el primer año de funcionamiento, se atendieron a 1.800 enfermos entre internos y externos.

Últimamente, la Sociedad de Beneficencia sigue trabajando en dar apoyo a todos aquellos niños que necesiten ayuda, y en esa temática demuestra que la Sociedad no es indiferente a los casos que se le presentan. Té canasta, ferias de platos, colectas, esfuerzos particulares y las ya tradicionales “Ferias Navideñas”, sos actividades que se realizan para poder colaborar con las personas más necesitadas de la ciudad.

Referencia de la foto: Comisión año 1929 sentada, de izquierda a derecha: Avelina C. de Piñón, Laura L. de gadea, Genoveva L. de Hormaiztegui, Sara B. de Calvo. Paradas: Esther R. de Echenone, Elisa O. de Grieve, Francisca P. de Blanchet y Juana S. de Rodríguez

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: “Sociedad de Beneficencia, pilar de servicio y atención de los desamparados”, diario “La Calle”, 25 de junio de 1983

El Dr. Marcó, médico de niños de C. del Uruguay

El doctor Juan Alberto Marcó (Foto: gentileza del Dr. Leandro Marcó)
Juan Alberto Marcó nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 26 de junio de 1906. Sus padres fueron María Ignacia Gutiérrez y Cipriano Francisco Marcó.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio del Uruguay de dicha ciudad y luego se trasladó a Buenos Aires para estudiar Medicina en la Facultad respectiva de la Universidad de Buenos Aires. Realizó prácticas profesionales en el Hospital de niños Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires formándose como Pediatra, especialidad en la que se destacó en Concepción del Uruguay durante cerca de 50 años.
Concurrió con frecuencia a Congresos de actualización, siendo miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, que en mayo de 1976 le otorga Medalla y Diploma de Honor.
Fue el primer Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Urquiza de Concepción del Uruguay. Este Hospital, de importancia regional, fue proyectado y comenzada su construcción durante la Presidencia de Marcelo T. de Alvear. En 1928 al finalizar su mandato ya estaban construidos varios pabellones, pero recién se pone en marcha a fines de 1931, en momentos en que Juan Alberto ya había comenzado a ejercer la profesión en nuestra ciudad.
 
Su actuación como Pediatra se destacó por su solvencia científico-técnica y por su calidad humana, complemento de gran importancia en el ejercicio de la Medicina.
Un episodio anecdótico pero claramente representativo de esto ocurrió en 1944, Si bien el médico escocés Alexander Fleming había descubierto la penicilina y su actividad antimicrobiana a fines de 1928, recién durante la Segunda guerra mundial (1939-45) comienza a ser usada como antibiótico en el ser humano. Hasta ese tiempo, (década del 30) solo había comenzado un uso limitado de sulfamidas con efectos de control en algunas infecciones y muchas de ellas evolucionaban hacia la muerte.
La guerra estimuló el uso de la Penicilina, que demostraba un poder antibiótico mayor, pero absorbió también la limitada producción mundial para tratar a los heridos militares.
 
El diario uruguayense “La Juventud”, señalaba el 2 de noviembre de 1944: “Ayer, (1 de noviembre) por primera vez se aplicaron inyecciones de Penicilina en esta ciudad”. Una niña de 6 años en grave estado, operada de urgencia por una peritonitis, planteó la necesidad de utilizar este antibiótico. El Profesor Busiello describe así el cuadro:
 
Recorte del diario Crítica del año 1944, da noticia del tratamiento con penicilina en nuestra ciudad (gentileza del Dr. Leandro Marcó)

“El denodado esfuerzo de los facultativos uruguayenses por salvarla parecía estéril después de haber agotado todos los remedios habituales que contaba la medicina de entonces. Con el paso de las horas la situación se hizo desesperada y las posibilidades de vida comenzaron a escurrirse como agua entre los dedos. La angustiante situación se palpaba en el aire y podía leerse en los rostros de sus progenitores y familiares, pero también en el personal de la clínica, donde las enfermeras y los dos profesionales que vivían pendientes de la evolución de la niña luchaban denodadamente manteniendo una luz de esperanza”.

Juan Alberto, conocedor de que había en Buenos Aires una mínima disponibilidad del fármaco, gestionó su entrega. Un avión del Aeroclub local viajó especialmente a buscar las primeras dosis. Partió a las 9 y ya a las 15 horas estaba de regreso. Luego por tren llegaron nuevos frascos ampolla. A partir de la cuarta aplicación intramuscular se logró una gran mejoría y en pocos días la niña regresó a su casa.
En aquel momento era muy poco probable la supervivencia cuando la infección, invadiendo todo el organismo, provocaba la muerte en pocos días. A los 77 años de edad, María del Carmen nos relató detalles con lucidez y manifestó emocionada el agradecimiento a su pediatra. Guarda recortes de diarios locales y de Crítica de Buenos Aires que informaron sobre la “magnífica obra de la Penicilina”, utilizada por primera vez en nuestra región.
Como afirma el Profesor Busiello: “Si nos atenemos, a lo ocurrido en la provincia de San Juan en el mes de septiembre de ese mismo año, lograr que las autoridades de Salud Pública autorizaran la entrega no era tarea fácil. La Penicilina entraba al país en cuenta gotas y una comisión especial establecida en calle Belgrano 666 de la Capital Federal supervisaba el acto. Dicho esto, la máxima autoridad sanitaria de la localidad, en este caso de Concepción del Uruguay debía certificar el pedido y el médico de cabecera del paciente, declarar bajo juramento ante la Comisión Especial, que el mismo revestía suma gravedad y que se hablan aplicado todos los conocimientos terapéuticos para salvarlo”.
 
Sumó a esta actividad asistencial principal la de Médico Forense. Participó en la fundación del Círculo Médico de Concepción del Uruguay, entidad gremial profesional que presidió en un momento conflictivo de la misma, en que los grupos enfrentados coincidieron en que su personalidad amigable y su ecuanimidad sentaban las bases para la consolidación institucional en un marco de unidad. Así fue y su aporte facilitó el desarrollo posterior del Círculo.
 
Si bien no participó intensamente en la actividad política, adhirió a la Unión Cívica Radical, y en 1934 a los 29 años, ya recibido de médico e instalado en Concepción del Uruguay, participa como Delegado del Comité de la Juventud de las sesiones del Comité Central de la ciudad.
 
Un periódico regional, información agraria, publicó con motivo de su fallecimiento, una nota que expresa con claridad la opinión de muchos vecinos de Uruguay y su zona de influencia, por lo que vale reproducirla en este recuerdo: “Muerte del médico. Quizá su vida no haya trascendido más allá de la intimidad de muchísimos hogares que recibieron el alivio de quien fue más que un médico, un padre para los niños.
“Un padre que vivió 50 años haciendo de la medicina un sacerdocio. Cientos de niños, quizá miles habrán quedado registrados en sus historias clínicas. Fue el médico que supo contemporizar su filantropía y su modestia con una ininterrumpida actividad científica que lo mantuvo actualizado con los continuos adelantos de la ciencia médica en pediatría. Que supo tratar a sus pequeños pacientes con la sabiduría de los procedimientos simples, sin dejar de adecuar el tratamiento, cuando así lo requería, al más alto nivel científico.
“Profundo conocedor de la psicología humana supo tratar a los padres otorgándole la confianza y la fe apropiada a sus costumbres y nivel de vida, compartiendo sus preocupaciones y angustias.
“Poseía, fundamentalmente, la humildad de los que saben y su labor no pasó inadvertida en los centros científicos y fue galardonado con la designación de Miembro Honorario de la Sociedad Argentina de Pediatría con medalla de honor, un mes antes de su muerte…
“…Seguramente el Dr. Juan Alberto Marcó se ha marchado silenciosamente, como vivió, con su maletín cargado de frases de agradecimiento de muchos padres, con la letra menuda y temblorosa de muchos chicos y lo que es más con la satisfacción mayor a la que puede aspirar un ser humano; la del deber cumplido”.
 
Se casó con Guiomar Suárez Terra y tuvo una hija Guiomar Alicia, quien le dio cuatro nietos. El mayor de ellos, Enrique Alfredo Carvalho, vive en nuestra ciudad. Juan Alberto poseía un buen humor que se traslucía en forma constante, promoviendo juegos y diversiones, siendo muchas veces el centro de reuniones sociales y generando buenos momentos en su chacra en la que reunía parientes y amigos todos los domingos. Su gusto por los deportes lo llevaba a concurrir a los campeonatos de pelota a paleta en diferentes ciudades de la provincia, a jugar asiduamente al vóley y a seguir en el fútbol a Boca Junior. Fue el primer Presidente del Club Universitario.
Falleció a 25 días de cumplir los 70 años de edad en Concepción del Uruguay, el 1° de junio de 1976.
 
Texto: Leandro Marcó. Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto

Heladería Dany´s, la más tradicional de Concepión del Uruguay

Vista del primer local de la, en ese entonces, Confitería y heladería Dany’s, puede verse el mostrador de frente y los distintos productos de confitería en el exhibidor. Foto c. 1970

En nuestra ciudad son pocas las empresas o pequeñas empresas que hayan superado los cincuenta años de vida y que aún continúan con el impulso de sus primeros tiempos.

Hoy vamos a contar la historia de una de ellas, que aún perdura en la ciudad y estamos seguros que nos acompañara por muchos años más. La heladería Dany´s

Fue fundada en noviembre de 1968 por Daniel Ángel Claramunt, hijo de doña Juana Bulay y Teodoro Claramunt. Era una familia de trabajadores con cuatro hijos. Daniel, nació en Concepción del Uruguay y desde muy chico supo del trabajo. A los 12 años ya repartía leche para ayudar a su familia.

Con 14 años entra a trabajar en la Confitería Parra, ubicada en calles 3 de febrero y San Martin (dónde hoy se encuentra el restaurante “Danubio Azul”). Hacia todo tipo de trabajo inclusive mandados. En esta confitería aprendió además del armado de sándwiches, el arte de elaborar helados. Esto último fue lo que le intereso, y a lo que le veía mucho futuro, a pesar que a sus ocasionales patrones no lo veían redituable, y priorizaban otros productos del comercio, como los sándwiches de miga o la bombonería.

En el año 1962 se casa con Olga Lemos, con quien tiene dos hijos, Alejandro y Diego.

La Heladería y Confitería Dany’s

Vista del primer local de la, en ese entonces, Confitería y heladería Dany’s. Foto c. 1970

Es ella quien anima a Daniel Claramunt a independizarse y es cuando decide comprar el terreno ubicado entre Basílica de la Inmaculada Concepción y el edificio Guini. Este terreno formaba parte de la antigua residencia de la familia Piñón, al fallecer su dueño original, los herederos de la antigua casona de Juan Piñón, la ponen en venta, por intermedio del rematador local Valle y Squivo, siendo adquirida el 30 de Octubre de 1957 por los reconocidos comerciantes uruguayenses Moisés y Samuel Guillermo Guini, firmando la correspondiente escritura, en representación de los herederos, Mariana Francisca Piñón de Fernández, interviniendo en el acto notarial la Escribana M. Lema de Cortiñas. Luego en ese terreno se construiría el edificio Guini.

Por solicitud de la iglesia, los descendientes de Piñón, dejaron una franja de terreno, con una antigua construcción, entre el predio adquirido por los hermanos Guini y la basílica. Parte de ese predio, la iglesia lo destino al funcionamiento de la Santería “El Verbo” y el resto, fue alquilado primero y luego adquirido por Daniel Claramunt para instalar ahí su heladería y confitería.

Daniel Claramunt alquila el local en el año 1968, el que finalmente compra, ayudado por un crédito bancario, a fines del año 1971, y luego de acondicionar las instalaciones para este nuevo emprendimiento (anteriormente había funcionado en ese lugar una tienda llamada “El mirlo blanco”), abre finalmente sus puertas en noviembre de 1968.

Hasta el año 1974, la heladería y confitería Dany’s, funcionó en  la vieja construcción, y no solamente era heladería, como la conocemos hoy, sino que además, a la usanza de aquellos tiempos, era además confitería, es decir que se vendían caramelos, bombones, chocolates, todo suelto al peso, masas y sándwiches. El local de ventas era más chico, aproximadamente la mitad del actual salón de ventas. Vale recordar que en ese mismo lugar, años antes de la tienda funcionó la conocida y recordada Confitería y heladería “Ramírez”.

En primer momento el mostrador estaba ubicado de norte a sur del local de atención, tal como se puede ver en alguna de las antiguas fotos que acompañan esta publicación.

Muñeco alusivo al carnaval colocado en el frente de la heladería, en el año 1972

Eran pocas las heladerías que elaboraban sus propios helados para fines de la década de 1960, Daniel recuerda a las heladerías “Uruguay”, de la familia Sittoni, “La Pequeña”, de Ricardo Ratto y otra que ha quedado olvidada en el tiempo, la Heladería Albis, también de elaboración propia o artesanal, ubicada sobre San Martín y bulevar Aráoz.

Por aquellos tiempos, se usaba contar con “heladeros”, que subidos a bicicletas recorrían las calles de la ciudad durante el verano, haciendo sonar una campanita y dando su clásico llamado, que era una fiesta para los chicos de entonces: “Tacita, palito y bombón helado”, tal vez los más recordados sean los de Bonafide, que tenía su comercio en calle Galarza, frente al colegio, pero, durante muy breve tiempo, la Dany´s también tuvo heladeros que recorrían las siestas de Concepción del Uruguay.

También, en aquel entonces, llevó sus helados a Pronunciamiento, lo hacían en un Fiat 1500.

La aceptación de los helados y demás productos de la Dany’s, fue casi inmediato, tal es así que en el año 1971, obtiene el “Certificado de oro en popularidad” para el rubro heladerías, años 1971 y 1972, superando a la RYS, que se ubicó segunda y a la Dión, que ocupó el tercer lugar.

Nuevo edificio, nuevo local

Inauguración del nuevo local en 1974

En el año 1974, la vieja construcción es derrumbada y en el lugar es edificado un nuevo local, en un emprendimientos que iba, en principio, a consistir en un edificio de cinco pisos, reservándose la planta baja para el local comercial. Era un proyecto de gran envergadura, pero quiso el destino que esta pareja terminara separándose en el año 1975, quedando inconcluso esta construcción, alcanzándose a edificar solo la planta baja y el primer piso, tal como se lo puede ver en el día de hoy.

Con esta reforma, se amplió casi al doble el salón de ventas, se cambio la orientación del mostrador y se reubicó la fábrica, que funcionaba en el mismo lugar. Antiguos clientes, recuerdan de esa reforma la hermosa araña que colgaba sobre un voladizo entre el primer piso y el salón de ventas.

Al momento de realizar las excavaciones para la edificación de los cimientos del nuevo emprendimiento, en 1974, fueron encontrados restos de una construcción similar a un túnel, el mismo estaba ubicado al fondo del terreno, y, parecía salir de la iglesia. El mismo estaba tapado de tierra y escombros. Si estos restos pertenecían a un túnel que conectaba a la basílica con el Colegio nunca se sabrá, ya que quedo sepultado en los cimientos de la nueva construcción.

Al momento de su reinauguración, se generó una situación muy especial, ya que el bloque de concejales de la UCR, presentó en 1973, un proyecto de Ordenanza que tenía como fin expropiar el terreno dónde se construiría la nueva heladería, argumentando que ese nuevo edificio perjudicaría la visión de la Basílica, el objetivo de ese proyecto, que finalmente no prosperó, pretendía “preservar la estética y la perspectiva del conjunto arquitectónico”, que ya se hallaba comprometido por la construcción del edificio Guini, a mediados de la década de 1960.

Otra situación que trajo esta remodelación, es que desde ese momento, la Dany’s, dejo de ser confitería, para pasar a ser heladería solamente, como hasta nuestros días.

En el año 1983, Daniel, forma una nueva pareja con la Sra. Gloria Pinget, quien lo acompaña desde entonces, en la vida y fabricación de helados desde entonces.

Frente de la Dany’s ya con el local reformado, año 1985.

En los primeros años fabricaban una treintena de gustos de helados, siendo los más vendidos, los gustos de dulce de leche y chocolate en primer lugar y la vainilla y el limón en segundo término.

Hoy superan los sesenta gustos, una amplia variedad donde se elaboran helados a la crema, helados al agua, helados diet y en breve, helados para celiacos. Es de destacar que para los gustos tradicionales se siguen usando las mismas recetas con que se empezó a fabricar el helado, allá por 1968.

Con el tiempo, las clásicas máquinas elaboradoras de helado verticales, que necesitaban de mucho esfuerzo físico, Ya que había que manejar el helado con una gran pala de madera semejante a un remo, fueron reemplazadas por nuevas máquinas, de carga horizontal, originarias de Italia, las que permanentemente se actualizan de acuerdo a las exigencias del mercado y de las autoridades sanitarias. Esta nueva tecnología no impide que sus helados sigan siendo considerados “Artesanales”, ya que su elaboración es de pequeñas cantidades logrando así un producto de cualidades únicas. Esto también permite que siempre el helado que se ofrece sea fresco y recientemente elaborado.

En la actualidad, y como viene pasando desde hace ya varios años, Daniel no está solo, lo acompañan sus hijos, que le dan a la fábrica,  una impronta de actualidad, cuidando cada detalle y muy atentos al requerimiento de los clientes.

Anécdotas

Una de las épocas que podríamos llamar de oro fueron los años 1980, cuando fue el auge del turismo en nuestra ciudad. “Había momentos en que era tanta la cantidad de gente que circulaba en torno a heladería, la Basílica y la Delfina (Confitería, ubicada en San Martín y 3 de Febrero), que había noches que se cortaba el tránsito. Los escalones de la Basílica fue un lugar de encuentro, el lugar elegido por los jóvenes de muchas generaciones.

Otras épocas de gloria para la Dany’s fue cuando se llevaban a cabo los corsos en la plaza Ramírez, ya sea el tradicional de murgas, carrozas y cabezudos, en la década de 1970 y los modernos de comparsas, hasta mediados de la década de 1980, que es cuando esté comienza a decaer.

Una vieja foto muestra una ambientación realizada para estas fiestas, se trata de un gigantesco muñeco de alambre y tela que ornamentaba la entrada al local, construido por el artista local “Pajarilla” Ángel Sotelo, alguien que, según nos comenta, no tiene el suficiente reconocimiento de la ciudad por sus trabajos, sobre todos en carrozas y cabezudos del viejo carnaval. El “Negro Pajarilla” Sotelo era un amigo de la familia, quien aparte de armar las carrozas y trajes de muchos carnavales era quien vendía los clásicos copos de nieve, garrapiñada, globos y todo tipo de juguetitos en plaza Ramirez todos los fines de semana.

Por el local pasaron muchísimos famosos de nivel nacional. Entre los ya desaparecidos, Antonio Carrizo y Leonardo Simons en la época de Música en Libertad.

Frente de la Dany’s ya con el local reformado, año 1985.

Muchos de los entrañables personajes de la ciudad también han pasado y disfrutado de los helados de la Dany’s, entre ellos Pocho, quien iba en las siestas, cantaba y contaba las historias de su novia, la “Beba” y el recordado Luisito Bonato, gran vidrierista de la ciudad que trabajaba en la óptica Gargano y solía pasar por el local como seguramente por tantos otros, con una bolsa enorme de galletas que compraba para tomar mate con su mamá y que la repartía casi toda entre los conocidos comerciantes.

Otro personaje que solía concurrir a la heladería era Carlitos Schiavo, quien, recuerdan, que parándose junto al mostrador podía pasar un buen rato en silencio si no se le hacia su heladito. Hay otro personaje que nos visitaba siempre que una vez cansado de esperar su heladito, dio la vuelta al mostrador y se sirvió su helado. Solo lo observábamos y entre risas se fue muy tranquilo.

En 1990, se reforma el lugar, tomando la fisonomía actual, claro que con el paso de los años se van haciendo pequeños ajustes en la decoración, como por ejemplo la  colocación de fotos de la heladería en diferentes épocas, algo que atrae la atención de los clientes del lugar.

Esta familia de heladeros no inventó el helado, pero hoy, si pasan por el negocio, le recomendamos hacer una pausa y degustar de sus nuevos y clásicos helados “bien caseros”, algo cada vez menos común en nuestra ciudad.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Conversación con Daniel y Alejandro Claramunt

 

 

Desde el 1 de Junio vuelve “Concepción del Uruguay, historia y turismo”

A partir del lunes 1 de junio y todos los lunes del año 2020, de 21 a 22 horas por LT 11 Radio nacional Concepción del Uruguay. Conducción: Virginia Civetta y Carlos Ratto.

El programa con toda la historia de la ciudad, más reportajes, comentarios, concursos,
música y la participación de los oyentes y miembros del grupo de Facebook, y mucho más…!

Proyecto del Policlínico Regional del Litoral “Justo Jose De Urquiza”

Lámina completa del proyecto del Policlínico Regional que apareció en el libro de referencia

En el año 1925, en nuestro país, siendo presidente el Doctor Marcelo T. de Alvear, se hicieron varias obras de salud pública, entre ellas, se crearon dos policlínicos.

Uno en el norte de nuestro país, más precisamente en  la ciudad de Güemes, Salta, que serviría para estudio y profilaxis del tratamiento de paludismo, que proliferaba en esta zona argentina.

Y el otro policlínico, en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, destinado para todo tipo de dolencias comunes.

Hemos accedido al discurso que diera el Dr. Domingo Cabred, Presidente de la Comisión Nacional de Hospitales, al colocarse la piedra fundamental de nuestro policlínico, que hoy llamamos el “Hospital” Viejo, el día 4 de abril de 1925

Tapa del libro, como se puede ver es de tapa dura con letras en relieve y doradas

Este hospital, que por muchos años nos acompañó como tal, fue creado por el Gobierno Nacional por Ley nº 11049, donde se aprueba el lugar, su trazado y se aprueban los planos de lo que sería Policlínico Regional del Litoral “Justo José de Urquiza”.

La Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales, responsable de estos nuevos hospitales estaba conformada por el Dr. Cabred y lo acompañaban los  Doctores Alfredo Lanari y Benjamín González.

La piedra fundamental fue colocada el 4 de abril de 1925. Se designó al Sr. Presidente Dr. Marcelo T. de Alvear y a su esposa Sra. Regina Pacini, como padrinos de esta obra. Y no podía ser menos, ya que el entonces Presidente argentino era descendiente del Ministro de Relaciones Exteriores que tuviera el Gral. Justo José de Urquiza en su gobierno, Dr. Emilio de Alvear.

En el acto se encontraban presentes, representando al Sr. Presidente, los Señores Ingeniero Freycinet, el biólogo Dr. Paul Bert, Senador Nacional Dr. Martín Torino (autor de la Ley y Presupuesto del terreno donde se construiría el hospital y las partidas de dinero que llegarían para la obra).

En este discurso dado por el Dr. Cabred, se prometía la finalización de la obra en dos años, cosa que no sería así ya que el policlínico fue inaugurado el 29 de noviembre de 1931

El mismo estaría formado (tal como se ve en la ilustración que acompaña la publicación) por 14 amplios y hermosos pabellones, de techos de tejas rojas, ubicados en orden disperso y orientados a medio rumbo, de esta manera recibirían sol sobre todos los frentes durante el día.

Ilustración con las referencias de sus diferentes instalaciones: 1. Pabellón enfermedades internas hombres. 2. Pabellón enfermedades internas mujeres. 3. Pabellón enfermedades quirúrgicas. 4. Pabellón niñas y niños. 5. Pabellón Maternidad 6. Pabellón infecciosos. 7. Cocina, administración y farmacia. 8. Lavadero y desinfección. 9. Pabellón autopsias y Laboratorio. 10. Casa del Director. 11. casa para el personal de servicio. 12. Cochera. 13. casa existente. 14. Portería

Los planos fueron realizados por el Arquitecto Eugenio Balduino, dirigió la obra el Jefe de la sección de Construcciones de la Comisión Asesora Arq. Jacques Braguinsky.   

El complejo hospitalario se construiría en un terreno de 30 hectáreas ubicado al norte de la ciudad, limitado por el Arroyo Molino, cerca del río Uruguay a 2 kilómetros del puerto, con el que se comunica por la línea del ferrocarril N.E.A.

El sitio elegido es un lugar con excelente acceso y también histórico. Este lugar fue elegido por el Gral. Urquiza para formar lo que se llamó “Chacra de los Colegiales”, lugar donde fue un sitio de verano creado para los alumnos del Colegio del Uruguay.

Este hospital que hoy nos mira con nostalgia fue creado “para 350 enfermos de ambos sexos, de todas las edades y de distintas clases de dolencias. Cuenta con pabellones separados, para enfermedades internas, quirúrgicas, infecciosas, para maternidad, para niños, consultorios externos y laboratorios para Rayos X, etc., edificados con materiales de primera clase”.

Tenía agua fría y caliente, energía eléctrica, lavadero, desinfección y otros adelantos de la época.

El costo de la construcción  se estimó en $1.205.278,00, dinero que se recaudaría con los recursos de la Ley 4953.

El terreno fue donado por la Nación por Ley 11.049. En su discurso el Dr. Cabred afirmaba que sería un Policlínico “hermoso, completo y económico”, que prestara servicio no solo a nuestra ciudad, sino también a las ciudades de Concordia, Colon y otras ciudades vecinas.

Vista del Policlínico ya habilitado, puede verse como se ha respetado el proyecto original

El Dr. Cabred todo un visionario, adelantándose casi 100 años a la carrera de medicina de la UNER,  también sugería en su discurso: “Las generaciones del presente, como un imperativo del progreso, tienen el deber de continuar y completar la obra de Urquiza y para ello debe crearse en esta misma ciudad sobre la base de la Institución, que hoy se levante, una escuela de medicina y farmacia, en la que los egresados del Colegio del Uruguay, que deseen seguir la carrera de médico o de farmacéutico, tengan, por lo menos para el estudio de los primeros años, las facilidades deseables, sin necesidad de trasladarse a centros universitarios muy distantes de esta ciudad.

A este propósito se contaría, para el estudio de Anatomía normal y patológica con un pabellón especial de autopsias, para el de la histología, fisiología y bacteriología, con sus distintos laboratorios.

Se disponía de pabellones separados. Es decir con todos los elementos de una escuela practica”.

Leyendo este discurso, no dejamos de admirar el pensamiento de un adelantado como el Dr. Cabred, que ha visto en esta tierra y como él lo dijo, que los entrerrianos llevaríamos adelante la idea del Gral. Urquiza, quien quería combatir el curanderismo, legalizando la medicina, creando en 1848 un Tribunal de Medicina.

Dr. Domingo Felipe Cabred

Dr. Domingo Cabred

Nació en Paso de los Libres (Corrientes) el 20 de diciembre de 1859. Realizó sus estudios primarios en la ciudad de Buenos Aires y se recibió como Doctor en Medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1881, con una tesis titulada “Contribución al estudio de la locura refleja”, especializándose en psiquiatría, bajo la tutela de Lucio Meléndez.

Trayectoria profesional

Fue practicante durante tres años y, posteriormente, médico interno en el Hospicio de las Mercedes; el 16 de abril de 1886 ascendió a sub-director, cargo que ejerció hasta el 10 de octubre de 1892, fecha a partir de la cual fue director de la institución hasta su retiro, por razones de salud, que tuvo lugar el 23 de noviembre de 1916. Además, trabajó en la docencia universitaria a partir de 1887 como profesor suplente de Patología Mental, y luego profesor titular en 1893, sucediendo a Meléndez, en ese cargo y en la Dirección del Hospicio. Con el apoyo del diputado y médico Eliseo Cantón, logró, en 1897, que se aprobara la creación de una Colonia Nacional de Alienados de puertas abiertas.

En 1888, viajó a Europa y estudió el funcionamiento de los hospicios y de los institutos para sordomudos de Alemania, Italia, Austria y Francia. Un año más tarde, en 1889, fue el representante argentino y Presidente de Honor del Congreso Internacional de Medicina Mental, realizado en París.

En 1896 representó a la Argentina en el Congreso Nacional de Antropología Criminal realizado en Ginebra (Suiza). Fue allí donde propuso una moción, la cual fue aprobada, en la que sostenía que los alienados delincuentes no debían ser alojados en secciones especiales de las cárceles, sino que debían ser tratados en hospicios y en instituciones especializadas.

Creó un departamento con esas características en el Hospicio de las Mercedes, que sería el primero en su tipo en Sudamérica.

En el año 1900 creó el Instituto de Psiquiatría, que posteriormente fue anexado a la Facultad de Medicina. En 1903, fundó la Liga Argentina de Lucha contra el Alcoholismo.

En 1908, fundó la Colonia Nacional de Alienados, conocida con el nombre de Colonia Open Door; difundiendo, así, en el país y en el continente en los Congresos Médicos Latinoamericanos realizados en Río de Janeiro (1909) y Lima (1913) los criterios de tratamientos en psiquiatría más modernos para la época. Además, impulsó una gran obra de infraestructura hospitalaria desde su puesto como Presidente de la Comisión Nacional de Hospitales.

Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 27 de noviembre de 1929.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente “Asilos y hospitales regionales en la República Argentina”, Segunda serie, período 1922 a 1926. Agradecemos a Laura Bobett y Leandro Marcó, el habernos permitido consultar tan importante obra.

 

Edificios del Banco Entrerriano y del Centro Comercial

Vista del edificio del Banco Entrerriano/Centro Comercial. Detrás el teatro 1° de Mayo (Foto: Región Litoral)

En la distribución de los primeros 130 solares (en algunos documentos 133) de la Villa de Concepción del Uruguay, realizada al dejar organizada la planta urbana, por parte de Tomás de Rocamora y acorde el informe de fecha 25 de junio de 1783, fecha que se ha tomado como de fundación de la ciudad, elevado al Virrey Vértiz. se dejaron “reservados solares” con destino a los edificios públicos y otros sin ser asignados, quedaron a disposición del Cabildo, para futuros pobladores.

Cada manzana, en que fuera dividida la ciudad, estaba a su vez compuesta de “cuarto solares” de aproximadamente 40 x 40 varas (34.75 x 34.75 metros) aproximadamente.
La manzana donde en la actualidad se encuentra emplazado el “Edificio Torre Centro Comercial”, fue reservada para la comandancia y el correo, correspondiendo el solar “A” al edificio analizado, siendo su propietario original el Cabildo de la ciudad.

Sin poder precisar la fecha, -antes del año 1850- en dicha manzana, frente a la actual plaza General Ramirez, se construyo el edificio de la aduana (el primero de ellos) en terrenos en que posteriormente se edificaría el teatro “1° de Mayo” y al ser demolido este el anexo del “Hotel París”, hoy sede del rectorado de la UNER
(Universidad Nacional de Entre Ríos).

En oportunidad de la asignación de los nombres a las calles de la ciudad, por orden del comandante militar de la misma, Teniente Coronel Ricardo López Jordán (h), en el año 1850, a la actual calle Eva Perón. se le impone el de Federación Entrerriana, en toda su extensión, no cambiando el nombre en la calle
De la Representación o Representación, actual 9 de Julio, manteniéndose estos nombres en los planos del arquitecto Augusto Picont de 1853 y en el del proyecto de urbanización de la ciudad de Concepción del Uruguay, elaborado por el agrimensor Juan Leo en el año 1857.

En el plano de la defensa de Concepción del Uruguay, con motivo del ataque de las fuerzas de los generales Madariaga y Hornos, el 21 de noviembre de 1852, en dicho edificio se consigna, el cantón de la aduana en referencia al ubicado frente a la plaza General Ramirez, al mando del Capitán Pedro Busquets.

En la manzana comprendida por las calles 9 de Julio al sur, Supremo Entrerriano por el este, Eva Perón por el oeste y General Galarza por el norte, al
establecerse a partir del año 1860, la capital de la provincia de Entre Ríos en nuestra ciudad, pasa a ser propiedad del gobierno provincial.

Sociedad Anónima Promotora del Progreso del Municipio del Uruguay

Vista del edificio del Banco Entrerriano/Centro Comercial. a la derecha el teatro 1° de Mayo y detrás la Escuela Normal

El 18 de junio de 1867, los principales vecinos de la ciudad de Concepción del Uruguay, fundan la “Sociedad Anónima Promotora del Progreso del Municipio del Uruguay, estableciendo en el acta de fundación, en el artículo 10°, que una de las primeras obras a realizar, sería la construcción de un teatro y un muelle con calzada a tierra firme. Para la obra del teatro,  la asociación solicita al gobierno de la provincia la manzana en que estaba el Departamento Topográfico (ex aduana, en razón que esta última se había traslado a su nuevo edificio (se refiere al que está en el Puerto Viejo, actual UTN).

El 25 de junio de 1867, por decreto del gobierno de la provincia de Entre Ríos, refrendado por el Gobernador General Justo Jose de Urquiza “se cede a perpetuidad a la Asociación Promotora del Progreso del Municipio del Uruguay, la manzana ubicada al este de la plaza General Ramirez delimitada por las calles Federación Entrerriana (Eva Perón) al oeste; de La Representación (9 de Julio) al sur, de Las Ciencias (Galarza), al norte e Independencia (actual Supremo Entrerriano) al este.

De la manzana de terreno acordada (cuatro solares), la Asociación reserva para el edificio del teatro a ser construido el lote del centro, teniendo su frente hacia la plaza General Ramirez sobre la entonces calle Federación Entrerriana.

A los efectos de obtener fondos para la obra del teatro, la Asociación Promotora (como se la conocía), en una asamblea realizada al efecto, resuelve autorizar a la Comisión Directiva, a enajenar parte de los terrenos de la manzana de referencia.

 

El Banco Entrerriano

El 23 de abril de 1861. la legislatura entrerriana autoriza al Poder Ejecutivo provincial a promover en la provincia, el establecimiento de un banco de descuentos, depósitos e hipotecas con facultad de emitir billetes a la circulación pública para lo cual se debía solicitar la correspondiente autorización al Congreso de la Nación.

A principios del año 1863, Wenceslao Lopez, efectuó una presentación ante el gobierno de la provincia pidiendo autorización para la instalación de un banco, acorde lo determinado por la ley de 1861.

Previa autorización de la Cámara Legislativa, el gobernador de la provincia General Justo Jose de Urquiza, el 4 de mayo de 1863, expidió el siguiente decreto; “Queda autorizado D. Wenceslao López para establecer el banco que solicita, bajo la denominación de “Banco Entrerriano” previa autorización del Congreso Federal del que habla el artículo 108 de la Constitución Nacional”.

Obtenida las autorizaciones correspondientes y aprobados sus estatutos, el banco inicio sus actividades en marzo de 1864, constituyéndose en el primer antecedente del después “Banco de Entre Ríos”, en razón de su carácter mixto, al estar formado su capital, por aportes oficiales y privados.

 

Edificio propio del Banco Entrerriano

Publicidad del Centro Comercial en un álbum de 1929

Desde la creación del banco, uno de los principales objetivos de sus directivos, era la construcción de un edificio propio y adecuado a sus necesidades. Con tal propósito, el directorio, gestiona ante la comisión directiva de la Asociación Promotora del Progreso del Municipio del Uruguay, la compra del terreno de su propiedad, sito en la esquina de las calles Federación Entrerriana, esquina calle de Las Ciencias o Ciencias.

El 28 de agosto de 1869, la sociedad propietaria vende a la Asociación Banco Entrerriano, establecido en la capital de la provincia, [en esas circunstancias en Concepción del Uruguay una fracción de terreno que “integra la manzana del teatro 1° de Mayo, en la esquina de las calles Federación Entrerriana y Ciencias”.

El lote a continuación de este-sobre calle de las Ciencias había sido vendido por la Sociedad Promotora del Progreso al Dr. Nicasio Marín, que lo permuta, en octubre de 1867, por el predio de similares características, sobre calle De la Representación con la misma sociedad.

En la misma fecha, el ex lote del Dr. Marín, es vendido al Banco Entrerriano, conformando un solo lote, que es el predio que hoy ocupa el edificio de la “Torre Centro Comercial”.

El banco construye su edificio propio en los terrenos adquiridos, donde funciona hasta su cierre definitivo en el año 1876, quedando el edificio desocupado.

En el plano de la defensa de Concepción del Uruguay confeccionado por delineador municipal D. Victoriano Guzmán, el 25 de noviembre de 1873, por orden del jefe de las fuerzas nacionales, de guarnición en la ciudad Coronel Ignacio Garmendia, se consigna en la esquina de las calles Ciencias y Representación, el edificio del “Banco Entrerriano” donde estaba emplazado el cantón del mismo nombre y se consigna “Casa de una planta techos de tejas.

Por ordenanza de la municipalidad de Concepción del Uruguay, de fecha 9 de octubre de 1876, se dispone que la calle De la Representación o Representación, que cortaba a la ciudad de este a oeste, pase a llamarse “9 de Julio” y las calles que la cruzan de norte a sur, cambiaran de nombre en su intersección por tal medida la calle Federación Entrerriana, al sur, pasa a llamarse Londres y hacia el norte, se denomina “Colon”, quedando el edificio investigado en la esquina de las calles Colon y Ciencias.

El Centro Comercial y de Intereses Departamentales de Concepción del Uruguay

A la derecha el edificio del Centro Comercial

El 22 de junio de 1913, en base a una invitación realizada por la “Junta Popular de Fomento” de Concepción del Uruguay, se realiza en la sala del teatro 1° de Mayo una asamblea popular con el propósito de organizar un centro comercial y de intereses generales bajo el nombre de “Centro Comercial y de Intereses Departamentales”, cuyos propósitos primordiales consistían en ofrecer a sus socios, un local propio, con mesas de lectura con el mayor numero de diarios, revistas y periódicos del país y del extranjero, un servicio telegráfico y por correo de la bolsa de Comercio de Buenos Aires y del Mercado Central
de Frutos de la Capital Federal con la cotizaciones sobre títulos, acciones, hipotecas, cédulas etc., ofertas y pedidos de ventas, compras y arrendamientos de fincas urbanas y rurales de haciendas, de dinero etc., ofertas y pedidos de trabajo y brazos en combinación con la Dirección Nacional de Inmigración, publicación de cualquier decreto, disposición y licitación nacional, provincial y municipal.
Registraría, además el movimiento ferroviario de entrada y salidas de esta ciudad y estación, itinerarios con toda indicación o cambio de servicios etc. y todo asunto de positivo interés general.

Ante una moción del Dr. Salvador Sartorio, la propuesta fue aprobada por unanimidad quedando fundado desde esa fecha el “Centro Comercial y de Intereses Departamentales de Concepción del Uruguay”. Se eligió una comisión provisoria para la redacción, en el termino de quince días, de los estatutos definitivos.
El 6 de Julio del mismo ano. se aprueban los estatutos del Centro Comercial y en la reunión del día 13 del mismo mes se elige la primera comisión directiva integrada por: Presidente; Dr. Mariano E. López con 105 votos. Vicepresidente; Dr. Eduardo Tibiletti con 107 votos. Tesorero; D. Carlos F. Roll con 82 votos. Secretario; D. Antonio Canavessi con 48 votos. Vocales los señores Guillermo Jacobs, Francisco Tavella, Domingo Fagiano, Eduardo Peano, Martín Lecumberry, Antonio E. Baciadone, Andrés Colombo, Amalio Gravano. Pedro M. Zafrilla y Santiago Giacomotti.

La flamante Comisión Directiva toma posesión formal de sus funciones el 19 de julio de 1913. El 16 de noviembre del mismo año, se efectúa la presentación ante el Ministerio de Gobierno de la provincia de Entre Ríos, solicitando la correspondiente personería jurídica, que le es acordada con fecha 3 de diciembre.

Como objetivo prioritario de los directivos del Centro Comercial, era la obtención por compra, cesión o arrendamiento de un local donde pudiera desarrollar sus actividades, acorde los objetivos que se habían fijado en el acta de fundación, habiendo funcionado provisoriamente en los “altos del teatro 1° de Mayo”.

Encontrándose desocupado, el edificio que había pertenecido al ex Banco Entrerriano en la esquina de las calles Colon y Galarza y había pasado a ser propiedad del Gobierno de Entre Ríos, las autoridades del Centro Comercial gestionan su cesión definitiva, siéndole acordada la propiedad solicitada por ley de la provincia.

El 15 de mayo de 1922, por escritura pública dada en la ciudad de Parana, ante el escribano mayor de gobierno Benito Antola, el Gobernador de la Provincia de Entre Ríos Dr. Celestino Marco, asistido por el Ministro de Gobierno Profesor Ricardo Poitevin, en virtud de la Ley N° 2764/1922 que los autoriza al efecto, dio y cedió en favor del “Centro Comercial y de intereses Departamentales de la ciudad de Concepción del Uruguay”, representada en el acto por el Dr. Antonio Sagarna. un terreno ubicado en la ciudad de Concepción del Uruguay, ubicado en la esquina de las calles Galarza y Colon, con todo lo edificado, plantado, clavado y demás adherido al suelo con los siguientes linderos. Al norte; calle Galarza. Al sur; teatro 1° de Mayo Al este; terreno y edificio propiedad del Gobierno de Entre Ríos (ex edificio de la Escuela Normal de Preceptores). Al oeste; calle de por medio plaza General Francisco Ramirez.

La donación se efectúa con la condición que la propiedad debe estar permanentemente ocupada por la mencionada institución y ser de su exclusivo destino.
De esta manera el “Centro Comercial y de intereses Departamentales” de nuestra ciudad, pasa a ser propietario del antiguo solar y edificio que lo ocupa hasta su demolición en marzo del año 1965.

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: Andrés Rousseaux, “Edificios con historia” T. II

Escuela de derecho  en el Colegio del Uruguay

Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”

Creación de la escuela de Derecho. En febrero de 1881 comienza a funcionar la Escuela de Derecho en el Colegio del Uruguay. Las clases de Jurisprudencia se dictan con arreglo a los programas de las universidades nacionales su vida académica se desarrolló hasta el año 1883. Esta escuela fue la tercera en funcionar en el histórico Colegio, ya que la primera funcionó entre los años 1854 a 1858 (Rectorado de Alberto Larroque), la segunda comenzó a dictar clases el 1 de marzo de 1873 y se debió a una iniciativa de su rector, Agustín Alió. 

Asociamos Colegio del Uruguay, con el Gral. Justo José de Urquiza, pero no fue esta la única obra manifestando lo importante que fue para él, la educación.

Siendo miembro de la Legislatura entrerriana, presento un proyecto de la creación de escuelas lancasterianas en Paraná y en Concepción del Uruguay. Además creo escuelas primarias en cada pueblo de nuestra provincia.

Demostrando esto que el Gral. Urquiza se dio cuenta de la importancia de la educación para el futuro de nuestro país.

Es así que en 1849, se funda el histórico Colegio del Uruguay, que no solo enseño a sus alumnos a leer, escribir y contar sino que también se preparó al alumno para su vida después de pasar por sus aulas.

En 1853, nuestro país comenzaba como Republica y se hacía necesario profesionales para el poder judicial y los había muy pocos.

En aquellos tiempos solo en la Universidad de Córdoba se otorgaba el título de abogado. Buenos Aires, se había separado de la Confederación. Es así que aquellos idóneos en la materia eran aceptados como tales.

El Gral. Urquiza decide establecer un curso de Jurisprudencia en el Colegio del Uruguay y fue Lorenzo Larroque, el hombre elegido para hacerlo.

Esta primera escuela de derecho se inicia el 1 de marzo de 1854, la carrera duraba cuatro años. La enseñanza era personalizada, con controles de estudios semanales y evaluaciones trimestrales. En diciembre de 1857, se reciben los primeros abogados, entre ellos recordamos a José Baltore, Segundo Benavidez, Juan Haedo, Onésimo Leguizamón, Presbítero Vicente Martínez, Julián Medrano, Martin Ruiz Moreno, José Sagastume entre otros.

Todo era éxito en este tema y no hacía suponer que cuando se tratara el presupuesto para el año 1858 en el Congreso de la Confederación, no se tratara el de la escuela de Derecho. Fueron suspendidas estas clases por Ley nº 203/58. El motivo puede ser, que los cordobeses influyeron en el Ministro de Instrucción Pública Don Juan del Campillo, que era cordobés.  Por miedo a perder el prestigio que tenía la Universidad de Córdoba

Todos los alumnos del Colegio terminaron su carrera en la Universidad de Montevideo, haciendo un vacío a Córdoba.

En el año 1872 por gestión del Rector Alió, vuelve a tener el Colegio su Escuela de Derecho.

Con algunos problemas en la regularización de las clases, esta escuela dura siete años, cierra sus puertas en 1880. Su clausura la dispone el Presidente Julio A. Roca seguramente por las mismas razones que se cerró la primera – la presión de los cordobeses –

Aquellos años con tantas carreras tan importantes hacen muy famosa a esta casa de estudios, que albergo alumnos de casi todas las provincias y hasta de países limítrofes, cumpliendo desde su fundación el deseo del Gral. Urquiza “formar hombres de bien”.

Texto: Civetta, María Virginia  Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Argachá, Celomar, “Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”” y Giqueaux, Eduardo, “Historias de Medio Tiempo” (tomo I)