El Dr. Marcó, médico de niños de C. del Uruguay

El doctor Juan Alberto Marcó (Foto: gentileza del Dr. Leandro Marcó)
Juan Alberto Marcó nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 26 de junio de 1906. Sus padres fueron María Ignacia Gutiérrez y Cipriano Francisco Marcó.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio del Uruguay de dicha ciudad y luego se trasladó a Buenos Aires para estudiar Medicina en la Facultad respectiva de la Universidad de Buenos Aires. Realizó prácticas profesionales en el Hospital de niños Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires formándose como Pediatra, especialidad en la que se destacó en Concepción del Uruguay durante cerca de 50 años.
Concurrió con frecuencia a Congresos de actualización, siendo miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, que en mayo de 1976 le otorga Medalla y Diploma de Honor.
Fue el primer Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Urquiza de Concepción del Uruguay. Este Hospital, de importancia regional, fue proyectado y comenzada su construcción durante la Presidencia de Marcelo T. de Alvear. En 1928 al finalizar su mandato ya estaban construidos varios pabellones, pero recién se pone en marcha a fines de 1931, en momentos en que Juan Alberto ya había comenzado a ejercer la profesión en nuestra ciudad.
 
Su actuación como Pediatra se destacó por su solvencia científico-técnica y por su calidad humana, complemento de gran importancia en el ejercicio de la Medicina.
Un episodio anecdótico pero claramente representativo de esto ocurrió en 1944, Si bien el médico escocés Alexander Fleming había descubierto la penicilina y su actividad antimicrobiana a fines de 1928, recién durante la Segunda guerra mundial (1939-45) comienza a ser usada como antibiótico en el ser humano. Hasta ese tiempo, (década del 30) solo había comenzado un uso limitado de sulfamidas con efectos de control en algunas infecciones y muchas de ellas evolucionaban hacia la muerte.
La guerra estimuló el uso de la Penicilina, que demostraba un poder antibiótico mayor, pero absorbió también la limitada producción mundial para tratar a los heridos militares.
 
El diario uruguayense “La Juventud”, señalaba el 2 de noviembre de 1944: “Ayer, (1 de noviembre) por primera vez se aplicaron inyecciones de Penicilina en esta ciudad”. Una niña de 6 años en grave estado, operada de urgencia por una peritonitis, planteó la necesidad de utilizar este antibiótico. El Profesor Busiello describe así el cuadro:
 
Recorte del diario Crítica del año 1944, da noticia del tratamiento con penicilina en nuestra ciudad (gentileza del Dr. Leandro Marcó)

“El denodado esfuerzo de los facultativos uruguayenses por salvarla parecía estéril después de haber agotado todos los remedios habituales que contaba la medicina de entonces. Con el paso de las horas la situación se hizo desesperada y las posibilidades de vida comenzaron a escurrirse como agua entre los dedos. La angustiante situación se palpaba en el aire y podía leerse en los rostros de sus progenitores y familiares, pero también en el personal de la clínica, donde las enfermeras y los dos profesionales que vivían pendientes de la evolución de la niña luchaban denodadamente manteniendo una luz de esperanza”.

Juan Alberto, conocedor de que había en Buenos Aires una mínima disponibilidad del fármaco, gestionó su entrega. Un avión del Aeroclub local viajó especialmente a buscar las primeras dosis. Partió a las 9 y ya a las 15 horas estaba de regreso. Luego por tren llegaron nuevos frascos ampolla. A partir de la cuarta aplicación intramuscular se logró una gran mejoría y en pocos días la niña regresó a su casa.
En aquel momento era muy poco probable la supervivencia cuando la infección, invadiendo todo el organismo, provocaba la muerte en pocos días. A los 77 años de edad, María del Carmen nos relató detalles con lucidez y manifestó emocionada el agradecimiento a su pediatra. Guarda recortes de diarios locales y de Crítica de Buenos Aires que informaron sobre la “magnífica obra de la Penicilina”, utilizada por primera vez en nuestra región.
Como afirma el Profesor Busiello: “Si nos atenemos, a lo ocurrido en la provincia de San Juan en el mes de septiembre de ese mismo año, lograr que las autoridades de Salud Pública autorizaran la entrega no era tarea fácil. La Penicilina entraba al país en cuenta gotas y una comisión especial establecida en calle Belgrano 666 de la Capital Federal supervisaba el acto. Dicho esto, la máxima autoridad sanitaria de la localidad, en este caso de Concepción del Uruguay debía certificar el pedido y el médico de cabecera del paciente, declarar bajo juramento ante la Comisión Especial, que el mismo revestía suma gravedad y que se hablan aplicado todos los conocimientos terapéuticos para salvarlo”.
 
Sumó a esta actividad asistencial principal la de Médico Forense. Participó en la fundación del Círculo Médico de Concepción del Uruguay, entidad gremial profesional que presidió en un momento conflictivo de la misma, en que los grupos enfrentados coincidieron en que su personalidad amigable y su ecuanimidad sentaban las bases para la consolidación institucional en un marco de unidad. Así fue y su aporte facilitó el desarrollo posterior del Círculo.
 
Si bien no participó intensamente en la actividad política, adhirió a la Unión Cívica Radical, y en 1934 a los 29 años, ya recibido de médico e instalado en Concepción del Uruguay, participa como Delegado del Comité de la Juventud de las sesiones del Comité Central de la ciudad.
 
Un periódico regional, información agraria, publicó con motivo de su fallecimiento, una nota que expresa con claridad la opinión de muchos vecinos de Uruguay y su zona de influencia, por lo que vale reproducirla en este recuerdo: “Muerte del médico. Quizá su vida no haya trascendido más allá de la intimidad de muchísimos hogares que recibieron el alivio de quien fue más que un médico, un padre para los niños.
“Un padre que vivió 50 años haciendo de la medicina un sacerdocio. Cientos de niños, quizá miles habrán quedado registrados en sus historias clínicas. Fue el médico que supo contemporizar su filantropía y su modestia con una ininterrumpida actividad científica que lo mantuvo actualizado con los continuos adelantos de la ciencia médica en pediatría. Que supo tratar a sus pequeños pacientes con la sabiduría de los procedimientos simples, sin dejar de adecuar el tratamiento, cuando así lo requería, al más alto nivel científico.
“Profundo conocedor de la psicología humana supo tratar a los padres otorgándole la confianza y la fe apropiada a sus costumbres y nivel de vida, compartiendo sus preocupaciones y angustias.
“Poseía, fundamentalmente, la humildad de los que saben y su labor no pasó inadvertida en los centros científicos y fue galardonado con la designación de Miembro Honorario de la Sociedad Argentina de Pediatría con medalla de honor, un mes antes de su muerte…
“…Seguramente el Dr. Juan Alberto Marcó se ha marchado silenciosamente, como vivió, con su maletín cargado de frases de agradecimiento de muchos padres, con la letra menuda y temblorosa de muchos chicos y lo que es más con la satisfacción mayor a la que puede aspirar un ser humano; la del deber cumplido”.
 
Se casó con Guiomar Suárez Terra y tuvo una hija Guiomar Alicia, quien le dio cuatro nietos. El mayor de ellos, Enrique Alfredo Carvalho, vive en nuestra ciudad. Juan Alberto poseía un buen humor que se traslucía en forma constante, promoviendo juegos y diversiones, siendo muchas veces el centro de reuniones sociales y generando buenos momentos en su chacra en la que reunía parientes y amigos todos los domingos. Su gusto por los deportes lo llevaba a concurrir a los campeonatos de pelota a paleta en diferentes ciudades de la provincia, a jugar asiduamente al vóley y a seguir en el fútbol a Boca Junior. Fue el primer Presidente del Club Universitario.
Falleció a 25 días de cumplir los 70 años de edad en Concepción del Uruguay, el 1° de junio de 1976.
 
Texto: Leandro Marcó. Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto
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