Declaraciones en el juicio sobre el asesinato del general Urquiza

Patio del Honor, ahí se puede ver la habitación del general Urquiza

Después del asalto a la residencia del Gral. Urquiza y que terminara con su vida, la casa fue dejada en manos de los asaltantes quienes se llevaron todo el ganado y carruajes existente en el lugar. También paso lo mismo en casi todas las estancias pertenecientes a la familia.

Para octubre de 1870, solo se había apresado a un solo hombre de los ochos que entraran a Palacio San José el 11 de abril de 1870.

Mosqueira, el único entrerriano del grupo, fue el apresado. Se lo traslado a la cuidad de Paraná y luego a Buenos Aires. Se inicia un proceso en su contra, recién en agosto de 1871. Esto se debió a la lucha armada que vivía nuestra provincia.

El Juez interviniente fue Dr. Miguel M. Ruíz, dictando un “causa criminal de oficio por complicidad en la muerte de Don Justo José de Urquiza”.

Se toma declaración a “todas las personas que tuvieron conocimiento del hecho” y por supuesto al implicado José María Mosqueira.

La primera en declarar fue Doña Dolores Costa, quien cuenta que su esposo llego apresurado, le solicita un arma y al salir al patio comienza el tiroteo, cayendo este en brazos de su hija Dolores. La esposa del Gral., luego describe a Nicomedes Coronel y nombra a todas las personas que en ese momento estaban en la residencia. Eran alrededor de 35 personas, entre familiares, domésticos, empleados, sacerdote, jardineros, personal de guardia y de cocina, maestros de idiomas y de música, etc.

Dolores Costa, responsabiliza a López Jordán de la muerte de su esposo, de acuerdo a los “Vivas”, que gritaban al ingresar a la casa los asaltantes.

Entrada posterior del Palacio, por ese lugar ingresaron los asesinos del general. Foto: Omar Gallay

Dolariza Costa de Balestrin, cuñada de la víctima, declara que se encontraba en el segundo patio cuando pasa el tropel. Al escuchar los gritos de su hermana, acuden con su madre, encontrándose con la escena de la muerte y escucho algunos ejecutores que decían “sacar al tirano de por medio, que estaba vendido a los porteños”.

También declara que debían ultimar a Waldino, Teófilo y Justo Carmelo, Pascual Calvento y al Dr. Benjamín Victorica y luego encontrarse con López Jordán. Todo esto escuchado de los asesinos.

Doña Francisca Brizuela, tía política del Gral., cuenta que para ocultarse apago las velas que la iluminaban, de esta manera puede ver a los invasores y los nombra. También declara, que uno de ellos dice que López Jordán, los mandaba “ya estaban cansados del expresado Gral. Urquiza”. Pasado los primeros minutos va hacia el lugar de la tragedia pero no “registra las heridas”.

El profesor de música de las hijas de Urquiza, Carlos Leist, declara que se encontraba en la quinta, siente ruidos y escucha los disparos. Decide ingresar a la residencia, donde dos centinelas le interceptan el paso, hasta intentan matarlo, pero Mosqueira dispone que lo dejen incomunicado, en una de las habitaciones. Este mantiene un cruce de palabras con Mosqueira, quien le dice, que lo que estaba ocurriendo “era una muerte política”.

Unos días después declaran las hijas mayores de Urquiza.

Dolores cuenta, que junto a su hermana Justa, estaban ejecutando en el piano. Al sentir el tropel corre al encuentro de su padre, quien estaba preparando un arma. Se sienten los disparos. Nombra a los que entraron. Su padre fue herido en la cara y cae, donde fue ultimado a puñaladas.

Justa es quien dice que quien le diera las puñaladas fue Nicomedes Coronel y que su hermana Dolores, abrazaba a su padre.

Mosqueira, Luengo y Álvarez en ese momento decían: “con Uds., no es la guerra sino con el tirano y sus hijos varones”.

Las dos hijas declaran que escucharon: “…ya murió el tirano vendido a los porteños. Viva López Jordán!

Luego declaro Avice Marín, el jardinero de la residencia en los últimos diez años. Su declaración no fue muy importante pues dice haber oído pero no vio nada ya que estaba en la casa del herrero.

Más tarde declaran dos del personal doméstico, María Antonia Urquiza y Carmen Barceló. Ellas dan el dato que Pardo Luna es quien le acertó con el balazo y Nico Coronel las puñaladas. En cuanto a las depredaciones en la estancia, solo dicen que saben que fueron secuestradas todas las armas.

El 29 de agosto de 1871, el juez ordena llamar a los que considera culpables. Se los llama por edictos en los periódicos: López Jordán, Nicomedes Coronel, Simón Luengo, Robustiano Vera, N. Álvarez, Facundo Teco, Ambrosio Luna, Pedro Arambure y Juan Piran. Se ordena la detención, pero la mayoría se había refugiado en territorio brasileño y uruguayo, haciéndose difícil cumplir con la orden. 

Vista del Patio del Parral, desde ahí los invasores entraron al Patio de Honor. Foto: Luis Cerrudo

Declaración de José María Mosqueira

El 1 de setiembre de 1871, declara por primera vez José María Mosqueira, dice tener 38 años de edad y hace un pormenorizado relato de las órdenes de Ricardo López Jordán.

Cuenta que se presentó en la estancia de Arroyo Grande, propiedad de López Jordán. En ese lugar se habló del momento que vivía la provincia y del derrocamiento urgente del Gral. Urquiza.

Se presentó el 7 de abril, día en que recibiera directivas y el 9 de abril sale en dirección a Estancia San Pedro, donde debía ponerse a las órdenes de Simón Luengo.

“Debe tomarse al Gral. Urquiza, traerlo a mi presencia y respetarse los bienes y la familia”, fue la orden impartida por López Jordán, según sus dichos.

En San Pedro se traman los últimos arreglos y se da la orden de “buena compostura”. El día 11 de abril salen de la estancia a las dos de la tarde, con la orden de apresar al General

Cuenta que pasan el puente de Gualeguaychú y se detienen a unas 10 cuadras de la residencia. Aun había mucha luz solar, necesitaban de las sombras para llevar a cabo el cometido.

En este lugar se reparten las tareas: Robustiano Vera, con un grupo de hombres se encarga de la guardia que tenía la casa a mil quinientos metros, tomar la puerta posterior y “sostenerse allí hasta que ellos entrasen y salieran de San José”.

Luengo dio las instrucciones. Mosqueira toma la pequeña guardia que había a la entrada del patio del Parral. Recorre las habitaciones, también la capilla y tahona. Cuando está cumpliendo con su tarea, escucha los disparos y gritos de las mujeres. Acude al patio y en camino se cruza con Luengo, quien le ordena que refuerce a Vera. Pero antes, interroga sobre lo ocurrido y este le dice “es muerto”.

Cumple con la orden, el tomar la guardia fue fácil, esta se rindió y al regresar Luengo, se encontraba en la puerta de una habitación donde se habían escondido dos mujeres y en ese lugar había armas. Trata de apaciguar las cosas y deja en claro que no habló con las hijas del General, y que el crimen ocurrió por el miedo de verse atacados al escuchar las descargas provenientes de la lejana guardia.

Declara José Baltore:

Representación gráfica del asesinato del general Urquiza

José Baltore era ministro del General Urquiza, se encontraba el 11 de abril en el escritorio político, en la entrada principal de la residencia. Su declaración fue muy veraz. Cuenta entonces que desde el lugar donde se encontraba, ve pasar a Urquiza acompañado de Medrano, venían de la galería principal de la casa.

Cruzaban el patio del Honor, pero retroceden por los alaridos y disparos que escuchan, y se dirigen a su habitación intima.

Baltore, ingresa nuevamente al escritorio, donde, ya se encontraban algunos hombres que habrían entrado por el frente de la casa.

Simón Luengo le requiere le indique donde estaba Urquiza. Al conducirlo, ve salir a quienes habían cometido el hecho.

Menciona los presentes y nombra como autores a Pardo Luna, quien le da el balazo y Nico Coronel quien le dio las puñaladas.

Cuenta además, que al otro día en inmediaciones de Arroyo Molino, estaba López Jordán. Su presencia fue porque a él lo llevaban prisionero. Este dato también fue aportado por Mosqueira.

El 9 de setiembre, el Juez vuelve a emplazar la búsqueda de los asesinos y continúa con las indagatorias. Entre ellos al cocinero, José Corazini y al jardinero Andrés Rigoli, que solo escuchan tiros y gritos por estar lejos del escenario.

Mientras tanto en Concepción del Uruguay, capital de la provincia, se sucedían momentos de confusión. El presidente de la Legislatura, intentaba llegar a un arreglo. El día 13 de abril, asume como Gobernador Ricardo López Jordán, un párrafo de ese arreglo decía:

“…la persona que ocupa el cargo de gobernador debía aprobar todos los ascensos y empleos dados por la revolución y que el Gral. López Jordán, se le debía dar un cargo, tal como el de Comandante General de Armas, de manera que pudiera tener siempre tropas reunidas para garantías de su persona”.

Estas declaraciones que hemos leído del libro del profesor Macchi, hacen que nos hagamos una idea del desarrollo del asesinato del Gral. Justo José de Urquiza, y que el 11 de abril de 2020 se cumplieran 150 años.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Macchi, Manuel, “Urquiza, última etapa”, 1974

 

 

 

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