Foto de la primera Imagen de la Inmaculada Concepción (Foto: Jorge Duarte)
Esta imagen de la Purísima Concepción, fue donada por el Cabildo de Buenos Aires hacia 1781, presidio la vida de hombres y mujeres que dieron vida a la Villa del Arroyo de La China y, a partir de 1783, a la hoy ciudad de Concepción del Uruguay.
Ante esta imagen, Tomas de Rocamora dio nombre a la ciudad y ante ella fueron bautizados los dos máximos prohombres de Entre Ríos, en 1786, Francisco Ramírez y en 1801, Justo José de Urquiza.
Hasta 1851, la imagen de la Purísima había permanecido en diferentes templos locales que se sucedieron. A fines de ese año, desaparecen datos de la misma en los archivos parroquiales. Es posible que haya sido entregada por el Pbro. Céspedes a la familia Echaniz, para su custodia y guarda. En estas manos permanecerá la pequeña imagen hasta 1938, año en que Catalina Echaniz, por medio de su sobrino Fidel Adrián Zaballo la entrega a la Parroquia de Villaguay.
Por años esta Parroquia Basílica requirió la intervención del Obispo de Gualeguaychú y el Arzobispo de Paraná para que – contando con la conformidad de los descendientes de esa familia – la imagen retorne a esta ciudad.
Realizado nuevamente este pedido, y habiendo acordado ambos prelados, en el mes de octubre de 2013, el Párroco de la Iglesia de Santa Rosa de Lima de Villaguay, Hizo entrega al Párroco de la Iglesia de la Inmaculada Concepción Pbro. Jorge Almeida y a la Comisión de Archivo y Patrimonio Histórico en la figura del Prof. Adrián Bertolyotti de la imagen en cuestión.
Nuevamente la Histórica estatua de la Madre de Jesús está en la Parroquia y en la ciudad que vio nacer y a los cuales su nombre dio. (Copia del texto de la placa que acompaña a la imagen en Basílica de la Inmaculada Concepción)
Construido entre los años 1962 y 1964 por impulso de los señores Moisés y Samuel Guini (Por esa razón se lo llamó edificio Guini-Guini) fue proyectado y dirigida su construcción por Feliciano Fainstein. En una Laja ubicada en el hall del edificio se resalta el fuerte impulso dado a su construcción por el Presidente Municipal Juan E. Lacava (1958/62). De color celeste y azul formado por pequeños mosaicos, lo que le da un carácter especial. Fue el primer edificio en torre que tuvo Concepción del Uruguay. A pesar que durante un tiempo fue motivo de “orgullo” para parte de los uruguayenses, desde sus comienzos despertó polémica porque, con su tamaño, ocultaba y minimizaba a la basílica de la Inmaculada Concepción. Polémica que aunque atenuada aún persiste en la actualidad.
El Edificio Guini. Su historia
Edificio Guini en construcción.
El terreno sobre el cual fue levantada este edificio se encuentra en el ángulo suroeste de las calles 9 de Julio y 3 de febrero de la Ciudad de Concepción del Uruguay (Entre Ríos), dónde anteriormente estuvo ubicada la casona de la familia Piñón.
Los herederos de la antigua casona de Juan Piñón, la ponen en venta, por intermedio del rematador local Valle y Squivo, siendo adquirida el 30 de Octubre de 1957 por los reconocidos comerciantes uruguayenses Moisés y Samuel Guillermo Guini, firmando la correspondiente escritura, en representación de los herederos, Mariana Francisca Piñón de Fernández, interviniendo en el acto notarial la Escribana M. Lema de Cortiñas.
La iglesia se reservó un pequeño lote, adyacente en su lado norte (actual Heladería Dany’s).
Inmediatamente, nació la idea de los hermanos Guini, de construir en predio de la antigua casona que fuera de la familia de Juan Piñón el primer edificio en torre de Concepción del Uruguay, en base al régimen de ” propiedad horizontal”.
Iniciado los trámites pertinentes, diversos sectores se opusieron a la demolición de la casa dado que la consideraban “patrimonio histórico” de la ciudad, que le sacaba brillo al edificio de la iglesia Parroquial y otras argumentaciones, haciendo llegar su oposición, al propio Presidente de la Nación Dr. Arturo Frondizi y al Gobernador de la Provincia de Entre Ríos, Dr. Uranga. Este último, trató de influenciar en el intendente de la ciudad Dr. Juan Lacava, probado y reconocido vecino, que desde un primer momento apoyó a los hermanos Guini en su ambicioso proyecto, que transformaría a la ciudad.
Los propietarios del predio, confiaron la realización del proyecto y posterior dirección de la obra al Ingeniero Civil Feliciano Fainstein, quién desarrolla un edificio de ocho pisos y 24 amplios departamentos.
El 7 de mayo de 1961, domingo, el martillero local Tomassi y Cía efectúan el remate de la “demolición” de la antigua casona de la familia Piñón. Los trabajos se inician oficialmente el 5 de Julio de 1961 con la demolición del antiguo edificio donde los Hermanos Guini, junto a su padre, levantarán el primer edificio en torre de la ciudad.
Dr. Juan Egidio Lacava, intendente de la ciudad entre los años 1958 y 1962
Después de cuatro años de intensos trabajos y haber superado todos tipos de inconvenientes que como es lógico se presentan en una obra de esta magnitud el Edificio Guini como se lo conoce popularmente es inaugurado el domingo 22 de Noviembre de 1964, con la presencia del autoridades locales e invitados especiales, entre ellos el ex intendente Dr. Juan Lacava quién recibió el reconocimiento de los hermanos Guini al expresarle que, “sin su apoyo la obra no hubiera podido concretarse”.
En dicha oportunidad, en el hall de entrada del edificio, se descubre una placa con un epígrafe del escritor Santos Chocano que dice: “El pájaro canta confiado aunque la rama cruja, porque conoce lo que son sus alas… “
Este edificio, obra indiscutible del tesón de los hermanos Moisés (Luis) y Samuel Guillermo Guini, junto a su padre, fue el primero de los edificios en torre de Concepción del Uruguay, iniciando el camino para que posteriormente se construyeran varios más, entre ellos el del Centro Comercial en la esquina sur este de las calles Galarza y Eva Perón, donde estuviera el antiguo edificio del “Banco Entrerriano” y, posteriormente, la sede del Centro Comercial y de Intereses Departamentales.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto extraído de: Rousseaux, Andrés, “De la casona de la familia Piñón al edificio Guini” del libro “Concepción del Uruguay, edificios con historia”, Tomo III
Bañistas sobre el arroyo de la China, a principios del siglo XX
Nuestra ciudad, Concepción del Uruguay, fundada el 25 de junio de 1783, por Don Tomas de Rocamora, esta recostada al río Uruguay, y rodeada por los arroyos Itapé, El Molino, El Curro y de La China, por lo que desde sus inicios siempre tuvo que ver con el agua, hasta es lógico imaginar que se los uruguayenses se sumergieran en esas aguas en las tardes de calor de los veranos pasados. Es interesante destacar que para esa época todos los arroyos eran de aguas límpidas y cristalinas
¿Dónde estaban esos lugares? Algunos escritos dan cuenta que había varios lugares, como, por ejemplo: en el arroyo La China- arriba de los saladeros-, el Puerto Calvento, – actual La Salamanca-, y el Puerto de las Piedras.
Ya a mediados del siglo XIX, uno de los lugares preferidos era el Puerto de las Piedras, ubicado en la zona de la ribera, en el que en 1856 pereció ahogado, a los 26 años, el cura párroco de Concepción del Uruguay, Gregorio Céspedes y Calvento, primer sacerdote nativo de Concepción del Uruguay. También en los días de verano se aprovechaban otros lugares como el arroyo de La China: aguas arriba de los saladeros y la actual Salamanca, denominada entonces Puerto Calvento.
El Puerto Calvento era el más usado, pero también en ese lugar los carros juntaban agua para repartir en la ciudad. Eso llevo a que, en 1874, el intendente Luis Scappatura, prohibiera los baños en ese lugar, y hasta se le aplicaba una multa de dos pesos al que hiciera uso como balneario.
En 1883, el Intendente Francisco Ferreyra, dicto una ordenanza donde se estipulaba donde se sacaría agua para la ciudad, donde se lavaría la ropa y donde se podría usar para balneario, quedando liberado para ese uso el antiguo lugar de baños “Puerto Calvento”. Pero la población ya había encontrado otro lugar para recrear sus horas, era Puerto de Las Piedras, ubicada en las actuales calles Rocamora y 8 de junio.
Este lugar se equipó con “Un casino de Baños”, propuesta que contenía doce artículos donde hasta se disponía del traslado de la población hasta el lugar mencionado.
El casino de baños estaba compuesto de 24 camarotes. Había seguridad para las personas que no supieran nadar. El carruaje encargado del traslado de las personas, de propiedad del que explotaría el balneario, salía de la Plaza principal en los horarios de 5 y media a 8 horas de la mañana y de 4 a 7 horas por la tarde.
Muchos años han de pasar, para que se diera nacimiento a otro balneario en la ciudad. La navegación del riacho Itapé y la instalación del Ministerio de Obras Públicas, fueron desplazando el balneario agua abajo.
Con fecha 29 de agosto de 1917, por ordenanza N° 395, se construye un nuevo balneario, el que fue concretado por Ordenanza 781 del año 1930. Creándose así el Balneario Itapé. Que fue inaugurado el 30 de noviembre de 1930. Y conto con una primera comisión precedida por Doctor Pedro Canavesi.
De más esta decir que el lugar ya hacía mucho había sido elegido por la población como lugar de recreación. Habría que esperar más de 40 años para que la cuidad pudiera contar con otro balneario, el más importante de su historia: Banco Pelay, que fuera expropiado en el año 1974. Luego se irían incorporando otros sobre el río Uruguay: La Toma, Paso Vera, Camabacuá y otros sobre los arroyos Itapé: Parque Sur, el Molino, Patagonia, del Club Regatas y otros ya muy tradicionales como “La Tigrera”, sobre arroyo Molino y “El Viejo molino” sobre el arroyo Urquiza
(Bibliografía: Gregori, Miguel Ángel, “Los Primeros Balnearios” revista SER numero 21 y Urquiza Almandoz, Oscar, “Historia de Concepción del Uruguay”, Tomo III)
Vista de la capilla y del colegio “Sagrado Corazón de Jesús”
Este es el nombre oficial del colegio de enseñanza media fundado el 18 de marzo de 1957. Su primera rectora fue la Hna. Corina Donini. En un principio fueron cinco divisiones y entre religiosas y laicas había veintidós profesoras.
El complejo se encuentra ubicado sobre la calle Artigas, entre Suipacha y 25 de Agosto, frente a la plaza “Constitución” comunmente denominada “Plaza Columna”
Pero la aparición de religiosas en Concepción del Uruguay no es en 1957, sino que data de 1897. En este año, la Sociedad del “Apostolado de la Oración”, asociada con un grupo de “Hermanas de los Pobres”, deciden abrir un asilo para niños pobres, bajo la presidencia de la Sra. Tecla F. de Aramburu.
Al año siguiente las comisiones convocaron a la Congregación de religiosas “Hijas de la Inmaculada Concepción” para manejar el asilo, las que llegan a la ciudad gracias a tratativas en aquel entonces del Cura Párroco P. José Coll. En 1899, llega un grupo de religiosas italianas, (en total cuatro), entre las cuales figuraba una Superiora y una Hermana para el asilo. En actas del Apostolado, año 1899, se hablaba del Sagrado Corazón de Jesús, institución que fuera muy importante para la ciudad.
La primera Casa se situaba en la esquina de L. López y Moreno, funcionando como internado mixto. Luego se trasladó a la esquina opuesta, donde permaneció por 2 años. Por resultar necesaria una ampliación, se gestionó la adquisición de un terreno, así en el año 1900 se compro la manzana que ocupa hoy el Establecimiento. En el año 1902 se organizó la Casa con el nombre de “Asilo y Hogar del Sagrado Corazón”. Uno de los benefactores de entonces fue el Señor Fulgencio del Sel.
Al aumentar el número de niñas también se hizo necesaria la construcción de una capilla.
En 1910, se inauguró la escuela para niñas, llamada “Manuel Belgrano”. Ese mismo año se coloca la piedra fundamental, acto que fue presenciado por la población y autoridades de la iglesia como: el Excmo. Mr. Dr. Abel Bazán y Bustos y la Rvda. Madre Eufrasia. Los planos fueron preparados por el Arq. R. P. Ernesto Vespignani, Salesiano.
No fue fácil construirla, se tenía la ayuda del Gobierno Nacional obtenido por el Dr. Mariano López, pero al no ser suficiente, las Hermanas solicitaron a la población ayuda económica, pidiendo limosna puerta a puerta. Finalmente, los trabajos no empezaron hasta 1913. En febrero de 1916, la capilla, se terminó, pero el destino quiso que enfermaran y fallecieran las dos religiosas que tanto habían trabajado para su concreción. Es así que la consagración de la misma se realizó en forma privada, para habilitarla y celebrar los funerales de las fallecidas.
La bendición fue el 26 de agosto de 1916, a cargo del Rvdo. Cura Párroco Pbro. Andrés Zaninetti.
La torre se construyó en 1929 y estuvo a cargo de los Sres. Pedro Buiatti y Jose Liva. Las campanas se colocaron en 1931. Recién en el año 1957 fue reconocido con el nombre de instituto “Sagrado Corazón de Jesús”. En 1930 fue colocada la Cruz, en la torre campanario de la capilla. En el año 1975, un tornado la hiere, pero no cae. Recién en 1977, un fuerte tornado que azota la ciudad, hace que esta se vea con serios daños.
No paso mucho tiempo que vecinos y personal de la casa se reunieran y vieran la posibilidad de arreglarla. La reparación era costosa, se contaba con la aprobación del Cura Párroco Víctor Bonnin pero no alcanzaba. El entonces alcalde de la cárcel movilizo a los internos y estos comenzaron a arreglar la cruz dañada. El día 14 de marzo de 1978, fue colocada en su lugar, brillando el símbolo de Fe y las campanas anunciaron la “Buena Nueva”.
(Fuentes: Abescat, Francisco, “La Ciudad de Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”, Publicación entregada por las Hnas. Del Sagrado Corazón a los responsables del grupo y pagina web y “El Patrimonio Histórico Arquitectónico de la Provincia de Entre Ríos”, Gobierno de Entre Ríos, Consejo Federal de Inversiones y Colegio de Arquitectos de Entre Ríos)
Los restos del general Urquiza son depositados en el nuevo féretro.
El Prof. Oscar Urquiza Almandóz, narra en el Tomo III de su “Historia de Concepción del Uruguay”, los pormenores del traslado de los restos mortales del Gral. Urquiza, a la Basílica de la Inmaculada Concepción, el día 25 de agosto de 1871, luego de permanecer los mismo más de un año en el panteón familiar en el cementerio local.
Luego de los trámites realizados por Dolores Costa ante las autoridades eclesiásticas, policiales y civiles, se realiza el traslado de los restos y efectúa una ceremonia con la presencia de familiares y amigos. Los restos fueron depositados en una cripta que el mismo Urquiza había hecho construir para sus padres y hermanos.
La viuda hizo colocar una placa de mármol en la nave izquierda, sobre la que se suponía era la cripta, que dice:
“R.I.P.
AQUÍ YACEN LOS RESTOS MORTALES
DEL
EXMO. SR. CAP. GRAL.
DON JUSTO JOSÉ DE URQUIZA
1er PRESIDENTE CONSTITUCIONAL
DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DE ENTRE RIOS
QUE MURIÓ ASESINADO
EL 11 DE ABRIL DE 1870 A LA 7 1/2 DE LA NOCHE
EN SU PALACIO SAN JOSÉ
A LOS 69 AÑOS DE EDAD
SU AMANTE ESPOSA E HIJAS
LE CONSAGRAN ESTE TRISTE RECUERDO”
Durante muchos años se le rindió homenaje al prócer junto a esta placa, pero nadie sabía si el féretro estaba detrás o debajo de la misma, o en la base de alguna columna o debajo de algún altar. Había, por lo tanto, diferentes versiones sobre dónde estaban realmente los restos del general Urquiza.
En 1901, para el centenario del nacimiento del Gral. Urquiza, se realizaron investigaciones al respecto que estuvieron a cargo del entonces Presidente Municipal Don Wenceslao Gadea, quien no tuvo el apoyo de la iglesia y no se llegó a buen fin.
Años más tarde toma la posta el Director entonces del palacio San José, Don Antonio P. Castro, quien comprueba que el cuerpo de Urquiza no se encontraba detrás de la lápida, ni debajo, ni en la columna, ni debajo del altar. Solo quedaba la cripta subterránea. Lugar casi inaccesible físicamente y por no contar con el apoyo eclesiástico. Pero en aquellos tiempos, se pudo mirar el interior, sin bajar, y no se divisó nada, siguiendo con la gran incógnita.
En la mitad del Siglo XX, precisamente el día 6 de octubre de 1951, y con la presencia de familiares descendientes del Gral. Urquiza (Campos Urquiza y Sáenz Valiente), se reanuda la búsqueda. Se examina la bóveda, y se descubre que una de las paredes no era tal, sino un tabique. Se realiza una perforación donde se pueden ver ataúdes y restos semis destruidos por el tiempo y la humedad. Estos fueron rápidamente identificados por contar con placas de bronce. En esa oportunidad, no se toca nada.
Las personas que protagonizaron este hallazgo dan cuenta a la Comisión de Museos y Monumentos Históricos, solicitando la intervención ante la Iglesia de Concepción del Uruguay a efectos de verificar la existencia de los restos del Gral. Urquiza.
Esto se llevó a cabo el día 6 de octubre de 1951, donde se labra una extensa acta donde consta lo encontrado y su estado. Describen el ataúd que guarda los restos del Gral. Urquiza, cuyos restos fueron examinados por los doctores Gracia y Castro O´ Connor, quienes lo reconocen, mediante comparación de la foto y mascarilla existente. El Acta levantada en la oportunidad dice textualmente lo siguiente (A pesar de su extensión, se trascribe en su totalidad por lo interesante de los detalles que narra la misma): El Acta levantada
El 6 de octubre de 1951 se constituyó en la Iglesia Parroquial de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, la Comisión Especial designada por la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, juntamente con los señores, descendientes del general Urquiza, Fiscal General (R) doctor Luis María Campos Urquiza y don Francisco J osé Sáenz Valiente, Cura Párroco de la Iglesia, presbítero Zoilo Nicanor Bel, Juez Nacional de Primera Instancia, doctor Ventura Ramón Ojeda Fevre, doctores en medicina Ricardo Castro O’Connor y Oscar E. García, designado éste como legista por el señor Juez Nacional, Director del Palacio San J osé, don Manuel F. Macchi, Administrador del mismo, don Tomás Castagnino, Secretario del Colegio Nacional del Uruguay, don José Maria Nadal, don José A. S. Nadal Sagastume y don Enrique Federico Fuchs. La parte pertinente del Acta está concebida en estos términos: “. . . levantaron la losa de mármol exterior… que cubre la entrada de una cripta que resultó medir 4,50 por 2, 55 metros y 2,55 de alto, con paredes revocadas en cal, saturada de humedad. Descendiendo a la misma los señores arriba nombrados, se procedió a demoler el tabique descubierto por los señores Campos Urquiza y Sáenz Valiente (…) encontrándose dos ataúdes y varios restos humanos (huesos), así como restos de maderas y metales. Uno de los ataúdes está a nivel del suelo, en una elevación de 0, 20 cuya tapa de madera ha desaparecido por la acción de la humedad, y que se supone contener los restos de don Juan José de Urquiza, hermano del prócer, según se desprende del acta de exhumación de los restos de la familia labrada en Buenos Aires con fecha 2 de mayo de 1860, cuyo original se encuentra en la Iglesia Parroquial de esta ciudad, y de una placa con este nombre. También se hallaron entre los escombros de madera dos pequeñas chapas de metal con los nombres de “Cándida Garcia de Urquiza” y “José de Urquiza”, padres del prócer, lo que hace suponer que corresponden a los restos humanos arriba citados, cuyas urnas de madera han sido destruidas por la acción del tiempo y la humedad, a que también se refiere el acta de exhumación citada precedentemente. Asimismo se hallaron tres vasos votivos, de metal, con sus respectivas tapas y numerosos herrajes, cerraduras, manijas y otros adornos. Sobre dos barras de hierro cuadrangulares de tres centímetros de espesor, colocadas paralelamente detrás del tabique demolido y a un metro de altura del piso, se encontró asentado en ellas un ataúd cuya caja exterior de madera había desaparecido por la acción del tiempo y la humedad, por lo que se presentaba a la vista con una cobertura total de plomo. Se procedió a descenderlo. Enseguida se abrió la plancha de plomo que lo recubría, apareciendo una caja de madera de ocho centímetros de espesor. Levantada la tapa de ésta se encontró el ataúd, sobre cuya tapa de madera se hallaba una cruz de metal y una placa grande, también de metal, con la inscripción de “Gloria Deo”. Desclavada esta tapa de madera, apareció una caja de zinc, dentro de la cual se hallaba un cadáver cubierto con una mortaja, ésta última en excelente estado de conservación. Apartada ésta, se vio que el cadáver estaba reducido a estado esquelético, hallándose vestido con pantalón de brin, camisa, chaleco, saco, medias de lana y botines de color negro con elásticos en la parte superior, todo en bastante buen estado. Inmediatamente los doctores Castro O’Connor y Garcia efectuaron el examen médico legal de los restos, con el siguiente resultado: cadáver de sexo masculino, de una altura de 1,68 a 1,70 metros, según las tablas antropométricas de Rollet para esqueleto y concordante, aproximadamente, con la medida que se tomó desde los tales al hueso dejado por el cráneo en el cabezal de la mortaja. Cadáver de unos 80 a 100 años de antigüedad, a juzgar por la desaparición total de las terceras falanges de los dedos de las manos. Sobre el fondo de la mortaja se observa la presencia de grandes cúmulos de cabellos largos pertenecientes a las zonas occipital y parietal izquierda, de color castaño. El cráneo se hallaba inclinado hacia la derecha y el maxilar inferior desarticulado. Tomándose con las manos dicho cráneo, se observa que el maxilar superior izquierdo había desaparecido casi totalmente, (…) y unas pequeñas zonas de su articulación con el molar (…);el seno maxilar se hallaba totalmente abierto en su cara anterior y hacia la boca. Presentaba, además, una destrucción de la apófisis pterigoides izquierda del esfenoides. En el maxilar superior derecho se encuentra solamente el segundo molar en el maxilar inferior, portador de una prótesis de caucho rojo conteniendo dos incisivos centrales y el lateral izquierdo y que estaba sujetada por orificios en donde penetraban el canino, primer premolar y el segundo molar; en dicha mandíbula estaban in-situ: incisivo lateral derecho, primer molar derecho, segundo molar derecho y en el lado izquierdo sólo el primer premolar. Algunas piezas dentarias se desprendieron al levantar el cráneo. Resto del cráneo: normal. No se halló proyectil alguno, ni incrustado en los huesos craneanos ni en el interior del cráneo, pero en el fondo del cajón debajo del cráneo se halló una prótesis metálica superior portadora de los incisivos centrales , con su lado izquierdo deformado a al altura exacta de la perforación traumática del maxilar superior correspondiente. El examen del atlas, muestra a esta vértebra dividida en dos, pero por origen destructor del tiempo. En costillas no es dado observar impresión alguna de arma blanca. El resto del esqueleto no presenta particularidad alguna. El cadáver se hallaba vestido en su tronco, con el miembro superior derecho colocado en la manga correspondiente, y el izquierdo suelto, viéndose la manga de ese lado cortada en toda su extensión. Del examen del cadáver se desprende que pertenece a un hombre adulto que ha sufrido un traumatismo por herida de bala en el maxilar superior izquierdo, de trayectoria al parecer recta, que no ha penetrado en la cavidad craneana. Dicha lesión concuerda en un todo con la fotografía del cadáver que nos fueron exhibidas como del General Urquiza y con la mascarilla del mismo, existente en el Palacio San J osé y las prótesis dentarias guardadas en dicho Monumento Histórico, también concuerdan con las prótesis hallada en el cadáver y la falta de piezas dentarias en los maxilares. En conclusión, los presentes manifestamos: que los restos del cadáver examinado, pertenecen al Capital General don Justo José de Urquiza, en virtud de razones médicas, históricas y familiares, dejando así cumplida la misión que se nos recomendara (…) “y para mayor seguridad se clausuró la lápida con una faja debidamente rubricada (…)”.
Habían pasado ochenta años del traslado del cuerpo de Urquiza y el misterio quedaba develado.
Cuatro años más tarde el Gobierno adquiere un féretro nuevo para nuestro caudillo, el mismo fue comprado en Casa Mirás de Buenos Aires a un costo de $ 23.000. Al tratar de pasar los restos al nuevo cajón se encuentran con que los huesos estaban pegados a las telas que pertenecían la uniforme, tenía medias de lana y bota de cuero, se lavan los huesos y se arma el esqueleto.
Bibliografía: Urquiza Almandóz, Oscar, “Historia de Concepción Del Uruguay” (Tomo III) y Miloslavich de Álvarez, María del C. “Los Restos del Gral. Urquiza. Construcción del Mausoleo”
Placa en forma de urna funeraria dedicada por su tía Rafaela Calvento a la memoria del padre Gregorio Céspedes y Calvento. (Foto: Jorge Duarte)
Al fundar Don Tomas de Rocamora la ciudad de Concepción del Uruguay, delimito las manzanas en que se haría la Plaza Principal, y a su alrededor los edificios más importantes: La Comandancia, el Cabildo, el Colegio, la Iglesia, y otros edificios y dependencias, y junto a la Iglesia, el Cementerio. (Ver: https://concepcionhistoriayturismo.com/el-cementerio/)
Doña Tadea Jordán, madre de nuestro caudillo Pancho Ramírez, está enterrada en el actual solar que ocupa la Basílica de la Inmaculada Concepción. Así los expresa Oscar Urquiza Almandóz en su obra más importante “A su muerte, fue sepultada en la vieja Iglesia de la villa, como ha quedado testimoniado en la anotación del párroco Castañer: “En el día 7 de febrero de 1827, yo, el abajo firmado Cura y Vicario de esta Parroquia de la Concepción del Uruguay, sepulté dentro de la iglesia (por orden del gobierno) con oficio y misa de cuerpo presente todo solemne, cantado de 1a, clase, el cadáver de doña Tadea Jordán, viuda del finado don Lorenzo López; recibió todos los sacramentos de que doy fe. Dr. Castañer”.
Otras tumbas también se recuerdan como, por ejemplo: Justo Carmelo de Urquiza (hijo del Gral. Muerto en 1870), su madre Juana Zambrana, el padre Céspedes, entre otros. De este último no hay documentación de que sus restos estén en ese lugar, posiblemente fue enterrado en La Concepción, y su tía Rafaela Calvento le dedico un altar en el templo con una placa que aún se puede ver en forma de urna.
El padre Céspedes y Calvento fue la primera vocación religiosa de la ciudad y se desempeño como cura de la parroquia entre 1851 y 1856, en que falleció trágicamente. Fue, durante su curato, que la parroquia (en ese momento en ruinas luego del incendio de del 1 de noviembre de 1849), fue declara Filial de la basílica de San Juan de Letrán, el 23 de noviembre de 1851 y fue el primero que comenzó con las gestiones que finalmente culminarán con la erección del nuevo templo. Era hijo de José Mariano Céspedes de Florenciana Dolores Calvento. Gregorio Mariano Diocleciano nació en esta ciudad el 17 de noviembre de 1828 y falleció trágicamente el 14 de enero de 1856, tenía 27 años, cuando intentó salvar la vida de un joven en peligro en las aguas del riacho Itapé, en la zona conocida como “Puerto de las piedras” Que era usada en esa época como balneario de la ciudad. Si bien en un principio sus restos fueron sepultados en el cementerio nuevo de la ciudad, se cree que luego fue trasladado al interior del nuevo templo
Al construirse el actual templo, el Gral. Urquiza posiblemente haya solicitado a Fossati, haga una cripta para depositar a sus padres ya fallecidos en Buenos Aires, según un Acta de 1860, y que luego resguardaría sus propios restos. No se cuenta con documentación que así lo asegure, ya que el Arq. Fossati nunca menciona este trabajo.
La consagración del Templo se realiza el 25 de marzo de 1859 y el 8 de mayo de 1860 se efectuaron los traslados de José de Urquiza y Cándida García, y también Ana Urquiza de Montero y Juan José de Urquiza, padres y hermanos del Gral. Urquiza. Todos muertos en Buenos Aires. Y ese mismo día también se efectuó el traslado desde Nogoya de Cipriano de Urquiza. Se sabe de la ceremonia y de los diferentes altares donde fueron colocados los cuerpos haciendo dudar que la cripta que supuestamente Urquiza pidiera a Fosatti no existiera. Teniéndose conocimientos que algunos historiadores dicen fue posterior.
Al ocurrir los hechos en Palacio San José, el cuerpo de Urquiza fue depositado en el Cementerio Publico, el día 13 de abril de 1870 (libro cuarto pág. 269, Parroquia Inmaculada Concepción) y el día 25 de agosto de 1871 se trasladan los restos mortales a la Basílica Inmaculada Concepción, (libro quinto de muertos pág. 50). Traslado que se efectuó estando presentes familiares y amigos. En el acta que se hizo, firmada por el Cura Clemente R. Sota, consta que es depositado en Panteón construido al efecto en bóveda subterránea. Dejando entrever que se construyó en alguna fecha próxima a este traslado.
Aquí nos planteamos un interrogante, ¿De qué fecha data la cripta subterránea donde se guardaron ochenta años los restos mortales del Gral. Justo José de Urquiza?
(Fuentes: Nadal Sagastume, José, “Nuestra Parroquia”; Abescat, Francisco “La Ciudad de Nuestra Sra. de la Concepción del Uruguay” y Urquiza Almandoz, Oscar, “Historia de Concepción del Uruguay” Tomo II)
Vista del Altar Mayor de la Basílica. A la izquierda en una foto de mediados del siglo XX, a la derecha una vista actual. (Foto: Jorge Duarte)
Consta en los registros la no inclusión de los altares en el Presupuesto presentado por el Arq. Fossatti para la construcción del templo. Aunque existen cartas del Pbro. Ereño fechadas en 1859, que certifican la erección del altar mayor por estos años. Según dicen el Prof. Macchi y Don Nadal Sagastume, esta construcción fue costeada por el Gral. Justo José de Urquiza y levantado en memoria de sus padres José Urquiza y Cándida García.
Merece destacar, que a diferencia de la costumbre de la época este altar fue construido de material y no de madera. En la mencionada carta, dirigida a Urquiza, el sacerdote así lo describirá “… mármol artificial llamado estuco (…) este será eterno en duración bajo la bóveda y libre de polilla y demás insectos que generalmente invaden los retablos de madera”
Hacia 1889, (según puede leerse en la página 18 del Libro I de Inventarios), en tiempos del Pbro. José Bencivenga, se reforma el altar mayor, agregando un piso superior en madera. Reforma que fue sustentada en parte por al Apostolado de la Oración y por dinero de fábrica, de donde se usaron $ 500 “por la parte dorada” y $ 300 “para ayudar a pagar los demás gastos. El dorado de estos altares continúo hacia 1900, en tiempos del Pbro. Amancio Rodríguez, atendiendo a cartas referidas al tema, entre el sacerdote y el hacedor de esta trabajo.
Quién más detalles aporta sobre el estado definitivo de altar mayor es el Pbro. Zoilo Bel, quién fuera párroco hacia 1945. Este en la hoja 20 del Libro de I de Inventarios específica “El altar mayor bajo la el título de la Inmaculada Concepción. Hecho en mampostería hasta una altura de seis metros y luego en madera. Pintado a la cal y a la tiza y cola, con las molduras en dorado. La mesa del altar cubierta de dos chapas de mármol y dos graderías de mármol.”
Durante el curato del Monseñor Juan Ángel Fiorotto, – y seguramente con la intención de modernizar la imagen del templo – contemporáneamente a la modificación del presbiterio, se cambia el Sagrario del Altar Mayor, por uno de líneas más actuales hacia los años 1960, realizado en bronce y con una pequeña columnata de mármol. El existente hasta el momento, posiblemente el original, es ubicado en una capilla de reserva debajo del retablo principal del mencionado altar.
En el año 2011, el Pbro. Jorge Almeida, acompañado por el Pbro. M. Maio y el equipo que le acompaña en la puesta en valor del templo basílica, integrado por el Arq. Miguel Alegre y el Lic. Prof. Adrián Bertolyotti, resuelven reponer la pieza histórica a su lugar original. Este sagrario antiguo realizado en mármol de Carrara blanco, con las detalles en mármol rojo y de líneas clásicas repite en forma casi exacta la fachada original del edificio. (Texto: Lic. Adrián Bertolyotti )
Vista del bar en la actualidad (Foto: Mabel Gómez)
En el sector oeste de la ciudad, sobre la actual calle 9 de Julio, casi llegando al cementerio, sobre la vereda sur, se puede observar una veleta de chapa, pintada color verde en clara alusión al pájaro que conocemos como “Cotorra” y que diera el nombre a un conocido y reconocido comercio del ramo almacén y bar- y aún al barrio, el que parcialmente en la actualidad, corresponde al Barrio Sarmiento.
A principios del siglo XX- más específicamente alrededor del año 1904, arriban a nuestra ciudad, procedentes de su Italia natal, los hermanos Luís y Salvador Chiovetta, adquiriendo una parcela, donde levanta una construcción cuadrada de madera (casilla) donde instalan un almacén y despacho de bebidas (Bar) sobre la calle 7 del oeste (actual Benito Cook) a pocos metros de la calle 9 de Julio hacia el sur, estando la casilla pintada de color verde, colocando sobre el techo de la misma una silueta de chapa de una “Cotorra”, pintada del mismo color la que le dio el nombre al comercio y aún al incipiente barrio que lo rodeaba.
Los progresistas comerciantes, adquieren al poco tiempo el resto de la manzana comprendida por las calles 7 del oeste (Benito Cook) -9 de Julio, calle 6 del oeste (Enrique de Vedia) y San Martín, excepto el solar (1/4 de manzana) de la esquina de las actuales calles de Vedia y San Martín que se reservaba para la construcción de una “escuela pública” la que no llegó a concretarse por motivos que se ignoran.
Años después, los hermanos Chiovetta, trasladan el almacén y bar, a un edificio de material sobre la calle 9 de Julio (actual 9 de Julio Nº 1641) trasladándo le emblemática veleta de “Cotorra”, la que permanece hasta nuestros días.
En el año 1912 la conocida firma martillera R. Taborelli y Cia. remata el 28 de Julio de 1912, 58 magníficos lotes correspondientes a las manzanas aledañas, al este y oeste de los terrenos propiedad de los hermanos Chiovetta, con destino a la formación de un barrio de clase obrera, que recibe el nombre de “Barrio La Cotorra” con relación al comercio de los hermanos Chiovetta .
La “Cotorra”, se convirtió en fuente de información para la salida y entrada de los vehículos, punto de referencia para ubicar a personas, familias, comercios. Fue punto de reunión y esparcimiento de los vecinos del barrio y de la zona rural aledaña
En el año 1921, por disolución de la sociedad comercial de los hermanos Luís y Salvador Chiovetta, se pone en venta la acreditada casa comercial con todas sus instalaciones y casi una manzana de terreno.
La edificación comprende un local para negocio, sobre calle 9 de Julio, sótano, casa de material para familia con sus dependencias, y un galpón con capacidad de 1500 bolsas de cereales.
Cuenta con una numerosa clientela al contado. Atiende el abastecimiento del establecimiento “Santa Cándida” por un monto de $ 5000 a $ 6000 pesos mensuales. El negocio y los terrenos aledaños, son adquiridos en el año 1922 por uno de los socios de la ex sociedad, D. Vicente Chiovetta hombre emprendedor y dinámico, quién continuó con su explotación comercial ampliando la edificación sobre calle 9 de Julio.
Al fallecer éste, en el año 1943, el comercio y terrenos pasaron a propiedad de su esposa Doña Teresa Bernasconi de Chiovetta. Por sucesión estas propiedades y terrenos, pasaron a sus hijos Eva Evarista Chiovetta de Reibel y Adán Chiovetta.
La primera heredó la propiedad de calle 9 de Julio Nº 1637 y salones comerciales aledaños, (9 de Julio Nº 1925 a 1927) donde a partir del año 1957 se instalara la Estafeta de Correos y Telégrafos Nacionales Nº 3, la que recibiera por parte de la jerga popular el nombre de Estafeta “La Cotorra”, la que era atendida por la Sra. de Reibel.
El inmueble y almacén y bar “La Cotorra” (9 de Julio Nº 1641) paso a propiedad de Adán Chiovetta, siendo posteriormente arrendado el comercio al Sr. Kindernech a quién sucede su hijo Rubén Kindernech, los que mantienen el tradicional nombre de “La Cotorra” y la clásica silueta de chapa del emblemático pájaro que le diera el nombre.
(Texto: PG (RE) Andrés René Rousseaux, publicado originalmente en el diario “La Prensa Federal”. Agradecimientoa los descendientes de D. Vicente Chiovetta, Sra. Teresa Reibel de Marcó y René Vicente Reibel)
Vista panorámica del mástil de plaza Ramírez (Foto: Jorge Duarte)
Por iniciativa de la entonces Escuela N° 63, hoy Escuela N° 92, Tucumán, fue erigido el mástil que hoy está en nuestra plaza Francisco Ramírez.
El mismo fue donado por el Dr. Luis María Campos Urquiza y la primera bandera por el Director de la Escuela Sr. Isaías Torres y sus alumnos.
La ceremonia se llevó a cabo el 25 de mayo de 1935, y la bandera fue traída por los niños. Siendo esta la primera vez en izarse nuestro emblema en la Plaza Principal.
La base de este mástil es una columna de alumbrado de la ciudad de Buenos Aires, pudiéndose observar el ovalo de su escudo en cada una de sus caras. Como puede apreciarse en una de las imágenes que acompañan este artículo, esta base fue construida en los Talleres Rufino Varela Hijo de la ciudad de Buenos Aires.
(Fuentes: Abescat, Francisco, “La Ciudad de Nuestra Sra. de la Concepción del Uruguay” y Larenze, Héctor Luis, “Concepción del Uruguay, sus calles”)
Ante la fundación de la Colonia Caseros, por parte de Dolores Costa, que tenía el centro territorial en San Justo, se fueron creando diferentes dependencias necesarias para los colonos.
Tal es así, que en 1874 se reglamenta el reparto de las tierras. Se crea una panadería, una herrería y la comisaria.
En 1876, se levanta un granero, se establece un molino a vapor, se crea una escuela a la que asisten los hijos de los colonos.
Para esos entonces la viuda del Gral. Urquiza contaba con el asesoramiento de Alejo Peyret, que tenía 17 años de experiencia en la formación de la colonia San José.
En 1877, el Capellán De Fassi, encargado del oratorio en Palacio San José, recomienda a Dolores Costa, que debería tener en cuenta la parte civil y religiosa de la colonia. Es entonces que la Sra. Dolores Costa, reserva lugares para la iglesia, cementerio, casa municipal y demás dependencias.,
En 1880, por ley nace Villa San Justo, el 1 de mayo 1892 se comienza con la construcción del templo, a cargo de la empresa Luis Corbella y Compañía de la ciudad de Concepción del Uruguay quien finaliza la obra en sólo tres meses. Mediante una consulta popular el templo fue dedicado a nuestra Señora de los Dolores en reconocimiento a la fundadora de la villa, consagrándose el 1 de mayo de 1893 y en 1899 Dolores Costa solicita a la provincia que la villa pase a ser considerada como “pueblo”.
Dolores Costa mando hacer el retablo con Juan Pibernet. El conjunto esta hecho en madera. La imagen de Nuestra Señora de los Dolores se encuentra en la parte superior, acompañada de varias imágenes que se ubican entre columnas fustes y capiteles tallados, todo enchapado en oro. En los bordes exteriores se hace un remate en madera torneada y en la parte superior se encuentran las iniciales del nombre de la donante y el año de fundación. Los objetos litúrgicos fueron, algunos adquiridos en Buenos Aires y, otros, donados por la familia Urquiza. Hoy la capilla y el Museo de la Colonia son dos de los principales atractivos históricos de la villa.