Banco Agrícola Comercial e Inmobiliario del Uruguay S.A. (Actual sucursal del Banco Galicia y Bs. As.)

Foto del Banco Agrícola y, detrás, el palacio de Tribunales. Foto del 1293

El 3 de octubre de 1889 se funda en Concepción del Uruguay el “Banco Agricola-Comercial E Inmobiliario Del Uruguay SA” por iniciativa del Dr. Benito Pérez, siendo sus fundadores, entre otros: Francisco Quesada, Mariano Unzué, Juan Jorge, Eugenio Guridi, Eugenio Calvo, Francisco Pampliega, Avelino Gonzalez, José María Cordero (H), Eduardo Nadal, Teófilo De Urquiza, Augusto Simonpietri, Olegario Mabragaña, Luciano Quesada, Maury Hnos, Juan Coll, Manuel Naveira, Martín Reibel, Eugenio C. Díaz, Eduardo Busquets Y Alberto De La Boissiere. El primer presidente de su directorio fue designado el Dr. Benito Pérez.

Lamentablemente no se ha podido obtener el antecedente del edificio donde funcionó el banco en sus primeros. En el año 1904, el directorio del banco, presidido en Dr. Amado J. Tahier, decide adquirir un terreno en la radio céntrico de la ciudad para levantar la sede propia del banco (por este dato se infiere que ocupaba el banco un edificio no propio-alquilado o cedido en préstamo).

Se gestiona ante la Sra Teresa Urquiza de Sáenz Valiente la compra  de dos solares de terrenos (media manzana) de su propiedad, sobre la  calle Rioja (actual 8 de Junio) entre Mendoza (O. Leguizamón) y Coronel Pedro Melitón Gonzalez (Urquiza), que le pertenecía en la  división  de bienes de su extinto padre Gral.  Justo José de Urquiza acorde hijuela pasada ante el Escribano Jorge P. Castro con fecha 5 de septiembre de 1883.

La venta se efectuó con todo lo edificado, plantado y cercado en la suma de $ 2.000 pesos moneda nacional curso legal, con una superficie total de 2.485 mts, acorde escritura pública de fecha 18 de agosto de 1904 interviniendo el Escribano  Rafael Paradelo,

El banco, el 2 de octubre de 1908,vende la mitad del terreno de su propiedad (solar D) de la esquina de las calles M. Gonzalez (Urquiza)  Rioja(8 de Junio) al gobierno de la Provincia de Entre Ríos en la suma de $ 10.000 habían hecho un magnífico negocio lo habían comprado a 1000 pesos y en menos de cuatro años lo vendieron diez veces de su valor, para ser destinado a la construcción del “Palacio de los Tribunales” (hoy demolido, en su lugar se levanta el edificio del Centro de Bioquímicos)

El 24 de agosto de 1906 se llama a licitación para la construcción de un edificio de dos plantas en la esquina de las calles Mendoza (O. Leguizamón) y Rioja (8 de Junio), aceptándose la propuesta del Arquitecto Domingo Rocco de la ciudad de Concordia en la suma de $50.227 m/n y quién tenía como antecedente haber construido el edificio del Banco Popular de ésa ciudad.

El contrato se firma entre las autoridades del banco y el constructor Rocco el 11 de septiembre y los trabajos se iniciaron inmediatamente el lunes 17 de septiembre de 1906.  Para el 10 de octubre de ese año, quedan finalizados los cimientos del nuevo edificio del banco, dando una idea con la celeridad que se desarrolla la obra en la que trabajan 30 obreros especializados.

Para enero de 1907, se encontraba terminada la totalidad de la mampostería, faltando el revoque de su parte exterior e interior esperando finalizarlo para el mes de marzo de ése año. El 7 de abril, se finaliza su construcción y se inaugura con una ceremonia el día 24 del mismo mes, siendo ocupado por las oficinas  del banco.

En el año 1910, el banco Agrícola, Comercial e Inmobiliario del Uruguay, lanza la primera serie de alcancías para ahorro popular  de características especiales El banco funcionaba en la planta baja del edificio, mientras que en la planta alta se encontraban las oficinas del directorio y salón  de reuniones.

En la planta alta, en el año 1959 se instala la Excelentísima Cámara de Apelaciones en lo criminal y Comercial de Concepción del Uruguay, abriéndose una puerta de acceso directo al edificio de los tribunales, sobre calle Leguizamón, facilitando de esta manera el funcionamiento de los respectivos juzgados.

En una asamblea extraordinaria, realizada el 30 de octubre de 1968, por parte de los accionistas del Banco Agrícola Comercial e Inmobiliario del  Uruguay, se aprueba su fusión con el Banco   Popular de la ciudad de Concordia (ER) con el fin de crear un banco regional privado entrerriano.

En el mes de marzo de 1969, se celebra el correspondiente contrato  de fusión entre las dos entidades bancarias, quedando de esta manera constituido el ” Banco Unido del Litoral” con un capital inicial de cerca del $ 1.400.000.000.

El respectivo contrato se protocoliza ante el escribano Roberto Vallarino el 30 de septiembre de 1969, en cuya escritura pública el Banco Popular de Concordia absorbe el activo y pasivo del Banco Agrícola, con el nombre de “Banco Unido del Litoral”, el que comienza a operar el 1º de octubre de ese año. Posteriormente esta entidad bancaria, por fusión con otra, pasó a denominarse “Banco Comercial del Norte” hasta su venta. El 15 de julio de 1988, con al intervención del escribano Roberto Vallarino es vendido el edificio al “Banco de Galicia y Buenos Aires  SA”, institución que sigue funcionando en ese edificio.

Texto: Rousseaux, Andrés, “Edificios con historia”, Tomo II

Cuando Urquiza estuvo cerca de morir ahogado

Medalla de reconocimiento a Miguel Gerónimo González (Foto: Boletín del Centro Numismático e Histórico General Urquiza)

EN MEDIO DEL RIO (1839)
En el libro “Doce argentinos”, publicado en 1945, cuenta Octavio R. Amadeo que después de la batalla de Cagancha, que tuvo lugar el 29 de diciembre de 1839 con la derrota de las fuerzas entrerrianas, para cruzar el rio Uruguay de regreso a nuestra provincia Urquiza – que no sabía nadar- se arrojó a las aguas con su caballo por el paso de Paysandú pero las turbulencias del Uruguay hizo que perdiera su cabalgadura. Al ver esa situación, González va en su ayuda exclamando “Compañeros, salvar a nuestro general o perecer con él!”. El general fue metido por “su compadre Góngora”, alias de Miguel Gerónimo González, en una pelota de cuero, atada a una cuerda que mordía el nadador y así fue salvado.
Dice Amadeo que ya en el medio del río, Góngora – que seguramente se permitía algunas familiaridades que Urquiza no le toleraba a cualquiera – le dijo:
– Aura enójate, vos que sos tan malo…
Urquiza fue llevado por González hasta la isla Almirón y luego fue lleva a la costa entrerriana en una canoa de los isleños
Tiempo después, el gobierno de la provincia otorgo al ya capitán Miguel Gerónimo González una medalla de oro “recompensando su heroísmo al salvar la vida del Gral. Urquiza después de Cagancha” y una pensión vitalicia de seiscientos pesos anuales, de la que gozó hasta su muerte en 1869.

Texto extraído del libro de Schvartzman, Pablo “Entre Ríos en anécdotas”, tercera serie, 1997.

Pelota de cuero: elemento usado por los naturales para cruzar el rio. La fabricaban con un cuero de vaca, la que se tomaba por las cuatro puntas, y en el lugar que queda en medio se pone el recado de montar y luego la persona, sentado sobre sus pies. De una de las esquinas de la pelota prenden una cuerda, y un mozo se echa a nadar con suavidad, tirando de la embarcación mediante aquella cuerda que prendió con los dientes.

El cuadro: En la sala del villar del Palacio San José, se encuentra el retrato de Miguel Gerónimo González, que realizara Juan Manuel Blanes, después que fuera condecorado por la provincia de Entre Ríos.

¿Quién fue Miguel Gerónimo González? 
Fue uno de los vecinos del Arroyo de la Leche que entre julio y septiembre de 1857 condujo a los inmigrantes alpinos desembarcados en la calera Espiro, y los bártulos que trajeron de Europa hasta las concesiones trazadas por el ingeniero Carlos Sourigues en la Estancia Perucho Berna. Miguel G. González a quien todos llamaban Góngora nació en momentos de convulsión revolucionaria, en los días del inicio de la Patria, el 29 de septiembre de 1811, en el hogar formado en el Arroyo de la China por Gregorio González y Feliciana Martínez. 

Fue bautizado por el antiguo cura y resuelto patriota del Arroyo de la China, capellán del Oratorio San Josef del Arroyo Urquiza, Padre Josef Basilio López (cuñado de Agustín Urdinarrain e Ignacio Sagastume).

Se afincó hacia 1825 en la zona del Arroyo de la Leche. Formó su familia con Rufina Giménez con la tuvo dos hijos varones y cuatro mujeres. Eustaquio en 1827, soldado, Clotilde, en 1830, Petrona, en 1836, Victoria, en el año 1842 y Justa González en 1847 (seguramente en homenaje y reconocimiento a don Justo Urquiza), y en 1837, don Dalmiro. Este fue el hijo que la familia envió a la Escuela y por eso, ya adulto, veló por los intereses comunes cuando debieron defender la heredad del arroyo de la Leche, o hacer asentar el fallecimiento de la madre, viuda de Góngora, en el Registro Civil de Colón. 

Dalmiro concurrió a la llamada Escuela del Pelado, que desde la década de 1840 funcionó en el sur del actual departamento Colón bajo la dirección de distintos preceptores, entre los que se destacó el hermano del autor de El Temple Argentino, Marcos Sastre, el maestro don Mateo Sastre. Esa escuela, construida con maderas de las islas cercanas en 1848, con la fiscalización del Capitán Juan Ylario Benítez, comenzó a funcionar 15 años antes que cualquier otra de la Colonia y Colón, claro está. Y eso que no es la más antigua del actual departamento. 

Miguel Gerónimo González comenzó la carrera militar como Alférez en las campañas a la Banda Oriental, ascendió Teniente en los bañados correntinos y llegó a Capitán. Siempre en la División de la Caballería Entrerriana a las inmediatas órdenes del General Urquiza. 

La Estancia en la que vivía se extendía desde la zona de la Escuela Agrotécnica Capitán General Urquiza de Colón hasta el Arroyo de la Leche y con los años vino a ser propiedad de la Municipalidad de Colón. 

Eran los vecinos desde los 1830 por el norte el griego Jorge Espiro, por el Este el viejo Capitán Juan Ylario Benítez y el coronel Pedro Torres. Por el oeste Romualdo Alpuy y Máximo Molina. Por el Sur Máximo Molina y Victorio Fernández. En los censos “Góngora” era empadronado como labrador y propietario, contando con dos marcas de ganado. Contaba en la finca con ganado vacuno, yeguarizo, ovino, aves de corral, hortalizas y realizaba algunas siembras. 

En 1857 realizó noventa viajes a lo largo del mes de agosto con las dos carretas de su propiedad para instalar a los 530 que habían venido a trabajar la tierra al norte del arroyo de la Leche en la Estancia del General Urquiza, Perucho Berna, bajo la dirección del entonces Comandante Benicio González. El padre de don Lucilo González, que después en la rebelión jordanista, tres lustros más tarde llegó al grado de coronel, coordinó los trabajos de Góngora, Romualdo Alpuy y los otros propietarios criollos que trabajaron en esa tarea fundacional. Se abonaban cuatro reales por viaje. 

Miguel González falleció el 30 de noviembre de 1869 y la viuda lo sobrevivió en el campo del Arroyo de la Leche hasta el 30 de agosto de 1878, cuando contaba 70 años de edad, puesto que había nacido en 1808. 

Bibliografía: Schvartzman, Pablo, Entre Ríos en anécdotas; Macchi, Manuel, Guía del Palacio San José; www.elentrerios.com y www.cnba.org.ar

La mujer sin cabeza

Al frente, a la izquierda la Subprefectura, al fondo el puente tropezón, camino que siguieron Ignacio y Esteban después de ver a la “Mujer sin cabeza”

Había sucedido en una noche oscura y nebulosa de otoño. Don Esteban en compañía de otro marinero, se encaminaba a tomar la guardia en la Subprefectura; Caminaban por el terraplén de la vía que conduce al puerto y al pasar frente al último farol de kerosene del alumbrado público, sito en la esquina de las calles Córdoba (hoy Estrada) y Ugarteche; vieron debajo del mismo, en el estrechos círculo de sombra, a una mujer con ropas claras, en actitud de espera. Mozos aun, al fin y al cabo, resolvieron saber el motivo de la presencia de aquella mujer a hora intempestiva y vistiendo ropas claras.

-Vamos a ver quién es – le dijo a don Ignacio Suáres, su acompañante, cordobés por más señas.

-Puede ser alguna ánima o “la viuda” que ande apareciendo por este barrio. Mejor es que sigamos,  le contesto don Ignacio.

– Yo quiero saber si es cosa de este  o del otro mundo. 

Me encaminé al farol, seguido de mi compañero, para decirle algún requiebro. ¡Santo Dios! Más  vale no lo hubiera hecho. La mujer no tenia cabeza. Parecía que se la habían cortado de un hachazo y le alcance a ver patente el color rojo de la herida. Me quedé helado y se me pusieron los pelos de punta. Cuando di vuelta. Ya don Ignacio estaba como a veinte metros, y seguía alejándose a tranco largo.

-Espéreme, compañero, le grité.

-Confieso que me dejó pasmado la visión a mi también.

-¡Vio don Ignacio; es cosa de no creer!

-No le dije, compañero, que andan saliendo cosas malas por este lugar.

No habíamos caminado tres cuadras cuando la divisamos otra vez, delante de nosotros, al costado de la vía. Pasamos a paso largo y de reojo pude comprobar que era la misma mujer sin cabeza. Don Ignacio se llevó un susto muy grande. El hombre se impresionó muchísimo y eso que no es flojo… Al llegar a la Subprefectura le un soponcio que solía darle cuando era joven y tuvimos que animarlo con agua de azahar.

En boca de don Esteban este episodio adquiría singular interés, porque él sabía modular la voz, imitando la atiplada de don Ignacio y su acento cordobés, ejecutando toda la mímica necesaria. Cruzaba delante nuestro como lo había hecho ante la mujer decapitada y luego de mirar fijamente un punto durante un instante, daba un salto atrás, dándonos así, la cabal impresión de la inexplicable aparición.

También don Esteban solía  referirnos “El caso de la viuda”  que salía junto al aromo que entonces había entre las calles  Posadas y 8 de Junio, en la de Santa Fe.  Una noche que debía ir a visitar a un amigo que vivía por esas inmediaciones al pasar delante del árbol, se oyó un ruido extraño, como el crujido de la hojarasca reseca cuando se la pisa. Él, que le habían dicho de esa aparición, apretó el paso, pero el extraño ruido lo seguía de cerquita. Alivianado por el susto, echó a correr, pero el ruido se le acercaba más, hasta que sintió patente que le arañaban la espalda. Me di vuelta, decía y pude ver que una mujer vestida de negro, alta como un fantasma, me llevaba pisando los talones. Así, sin darme tregua, rasguñándome la espalda, me siguió como dos cuadras. Puedo asegurar que corrí como una gama y cuando me dejó en paz, no podía casi, respirar. ¡Dios libre y guarde!

-¿Porque no le hizo frente? Le preguntaba yo.

-No hay que hacer frente a las cosas misteriosas. Si hubiesen sido no digo una, sino dos o tres personas de este mundo, de esos que salen por las noches a asustar a asustar a los nocheriegos, mal la hubiesen pasado. Yo nunca fui flojo, bien se sabe.

Texto extraído de: Troncoso Roselli, Gregorio, “Evocaciones a la distancia (recuerdos de Concepción del Uruguay)”, 1957

Capilla “Nuestra Señora de Fátima”

Frente de la capilla de “Fátima” (Foto: Mabel Gómez)

Está ubicada en el “Puerto Viejo”, uno de los barrios más antiguos de nuestra ciudad. Todo pueblo creyente como es la mayoría del nuestro, tuvo una casita para la virgen y aquí no fue diferente.

En la década del 1950/60, llegan a nuestra ciudad los Salesianos, quienes trabajaron en el Puerto Viejo, barrio que fue dividido en sectores y fue recorrido por catequistas y voluntarios, censando, sobre todo, las necesidades espirituales.

Fueron acompañados por una imagen de Nuestra Señora de Fátima, donada por la familia Meriano (Imagen que aún se conserva). Se dio así la Evangelización de la zona con inolvidables catequistas: Ester Pepe, Elisa Melchiori, Estela Podestá, Amelia y Nélida Petroni.

Visitaron entonces 35 familias y en días se tenían 65 niños para impartir la doctrina cristiana. No tenían espacio físico para albergar los niños, pero se arreglaron bajo los sauces, o a orillas del río.

Guiados por entonces por el sacerdote Severino Mutti. Con el tiempo y ayuda de los vecinos y personas de la isla de enfrente se construyó una capilla. Un rancho de paja y barro, con algunos bancos de madera, un altar de madera de cajón, que sostenía la imagen de la virgen.

La señora Montiglia dono la cruz que tenía sobre el techo. Esta capilla estaba en Tibiletti e Ing. Pereyra al sur. Fue un lugar de encuentro, y uno de los momentos más alegres cuando los visitaba el Sr. Clement, y pasaba alguna película religiosa.

Todo esto se vio malogrado en 1959, cuando la creciente se llevó la capilla. La familia de “Cosita” Gallo, recupero la imagen. La cruz fue llevada por el agua y un tiempo después, fue encontrada sobre la copa de un árbol en la zona de Campichuelo.

Había que comenzar de nuevamente con la capilla, después del desastre climático. Es así, que se solicita al Intendente Ramon Bartet ayuda, que no prospero. Pero en 1960, Ester Pepe adquiere un terreno, al Sr. Arcelus y se construye la actual capilla. Se hicieron rifas, festivales, bonos, actividades sociales, para juntar el dinero, pues nunca se logró ayuda del gobierno.

La obra se inicia en 1962, bajo la dirección del sr. Bernardo Pontelli.

Nunca se dejaron de dar clases de catecismo, siempre se encontraba un lugar para las charlas que lo hacían los días sábados.

Fueron tiempos difíciles, donde no alcanzaba el dinero y el barrio colaboraba acarreando material, haciendo de peón de albañil. La puerta principal la hizo el Sr. Ramón Céspedes con sus alumnos de la Escuela Técnica N° 2 “Francisco Ramírez”.

La Sra. de Lacava donó los manteles y ornamentos que habían pertenecido a su hermano sacerdote.

¡Y llego el gran día!!! 15 de agosto de 1963, festividad de la Asunción de Maria. Se consagro la nueva capilla. La virgen llego en carruaje, conducido por el Sr. Zapata.

Hoy a 55 años rendimos homenaje a las familias del Barrio Puerto Viejo que hicieron posible la instalación de la capilla: Familias: Ester Pepe, Carmen Rotundo de Arcelus, Soledad T. de Lacava, Mosca, Bazzuri, Elvira Ruiz, Holt, Nélida de Elola. Las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y los sacerdotes Juan Fiorotto, Alfredo Frossard.

Fuente: Arcelus; Omar y Lucia, apuntes de Ester Pepe, “Nuestra Señora de Fátima”, 2013

 

 

Monumento al Dr. José B. Zubiaur

Vista del monumento desde el centro hacia el este (Foto: Mabel Gómez)

Fue inaugurado el 26 de noviembre de 1996 en un acto que se desarrollo en el lugar desde las 18,30 horas, se contó para ello con la presencia del Secretario de Turismo de la Nación Francisco Mayorga y de presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), coronel Antonio Rodriguez, mientras que el atleta local Andrés Charadía encendía la antorcha olímpica del monumento. Más allá de los méritos de Zubiaur bastaban para que la ciudad tuviera una demostración de este tipo, la edificación de este monumento se inscribió en una estrategia llevada a cabo por el gobierno y el COA para lograr que Buenos Aires sea elegida como sede de los Juegos Olímpico 2004, los que finalmente se desarrollaron en Atenas, entre el 13 y el 29 de agosto de 2004.

El Prof. Guillermo Nikodem por la Secretaría de Turismo y deportes de la Nación, la Arquitecta Liliana Solimano por el Colegio de Arquitectos de Entre Ríos, la escultora Gloria Priotti por el Museo de Bellas Artes de Entre Ríos, y los Arquitectos Roberto Giles y Eduardo Silva por la Municipalidad de C. del Uruguay y por los concursantes, respectivamente. El primer premio recayó sobre el proyecto presentado por la Arq. Carina amarillo y la Ing. Susana Demarchi.

Zubiaur, rector del Colegio del Uruguay entre 1892 y 1899, fue enviado a París en 1889 por los gobiernos de Entre Ríos y Corrientes, junto a Alejo Peyret, a la Exposición Universal de París (en la que se presentó la Torre Eiffel) para participar del Congreso Internacional para la Propagación de los Ejercicios Físicos en la Educación, el tema que lo apasionaba. El deporte en las escuelas maravilló tanto al barón Coubertin y a Zubiaur, ese fue el comienzo de una relación que culminaría con ambos integrante el primer Comité Olímpico Internacional. La reunión que dio origen al Comité Olímpico Internacional  se llevó a cabo en París, el 23 de junio de 1894 y el mismo se formó con 12 miembros, siendo Zubiaur el único latinoamericano

En Concepción del Uruguay existe un monumento en su homenaje y un monolito con su nombre, en la ciudad de Atenas, en Grecia, junto al de los otros integrantes del primer Comité Olímpico Internacional. Había nacido en Paraná el 31 de marzo de 1856 y falleció en Buenos Aires el 6 de septiembre de 1921

El día 9 de agosto, la ciudad recibió la antorcha olímpica con la llama de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Estos juegos tienen como sponsor a la empresa local: Rio Uruguay Seguros.

La antorcha se recibió en el Monumento al Gral. Urquiza y será trasladada a pie por atletas destacados hasta el Colegio hasta la Plaza Ramírez en homenaje a José B. Zubiaur.

 

Monumento para el Dr. Jose Benjamín Zubiaur (Descripción)

Se trata de un espacio recorrible, de esparcimiento y recreación. Esta última, la recreación es la instancia sobre la que partimos y que permite entender el monumento como nexo del hombre con su propia historia a través de la memoria Y la imaginación.

La plazoleta se puede dividir en dos sectores extremos unidos por un sector central.

Uno de los extremos es el sector de la fuente, el otro es el sector de la antorcha con una pequeña plaza de ceremonias y el sector central con los elementos escultóricos que forman una ventana visual.

En el primer sector, apelamos a la memoria a través del recurso del agua. La fuente, que puede asociarse con los orígenes. Todo este campo, como nuestro pasado, tiene que ver con aquello que poseemos y también con lo que podemos medir y tocar, por ello los muros avanzan metiéndose sobre el terreno para contenernos, para estar al alcance de la mano, y poder experimentar su textura rugosa, su color natural, como así también el agua que corre bajo nuestros pies y el verde que avanza sobre el muro.

Todos estos recursos táctiles y de experimentación sensorial están referidos al cuerpo.

En el sector opuesto, apelamos a la imaginación con el recurso del fuego: la antorcha, que puede asociarse con las ideas, lo ideal, lo abstracto e intangible y esto se relaciona con todo lo referido al alma.

Este campo, el de los ideales, es algo que podemos visualizar, pero no se encuentra a nuestro alcance inmediato y representa aquello a lo que podemos llegar en algún futuro.

El sector central se encuentra como nexo entre estas oposiciones: agua – fuego, cuerpo – alma, pasado – futuro, y todas las posibles asociaciaciones que puedan surgir. Y esta unión es posible mediante un juego visual que puede experimentar quien lo recorre. Para ello existen dos puntos de observación perfectamente diferenciados.

Al colocarse en dichos puntos, el observador se encuentra en un eje visual que pone los referentes extremos: agua – fuego, en la misma línea. Los elementos centrales se alinean de esta manera formando una ventana que permite tener en una visión instantánea los objetivos.

Para entender la totalidad, es necesario recorrerlo y percibir cada parte.

Esto representa nuestro presente, el transcurrir de la vida, que en ciertos momentos podemos visualizar claramente nuestras metas y luego en el camino a recorrer podemos confundirnos y desviarnos. Por ello en cada nuevo ciclo se vuelven a retomar los orígenes.

De esta manera se reconstruye un presente en constante proyección desde el pasado hacia el futuro y viceversa para poder hacer una visión retrospectiva que nos permita seguir avanzando.

Fuente: Arq. Carina Amarillo

El Carnaval de antes: El “Quelo”

Foto del “Quelo”

Hace algunos años, le pedí al popular QUELO, que seguramente lo recordaran que me escribiera la historia de su murga. Esa línea de hombres que salían a la tardecita a recorrer el barrio Puerto Viejo y la Concepción, acompañados por su familia y alegraban su pasar por las calles del barrio. Hoy encontré ese escrito que hace años hizo para mí. Y rendimos homenaje, a este gran personaje que alegro por muchos años esos carnavales en Plaza Ramírez.
– “Historia y reseña de la Agrupación Murguista más veterana de Concepción del Uruguay” 
“Este conjunto se fundó el 18 de febrero de 1960, por un pequeño grupo de muchachos decididos a seguir con la murga, que con el tiempo ha llegado a ser la más veterana y popular.
Se inició como todas las murgas, con poco y nada y luchando contra el tiempo. Solamente en ocho días estábamos en los corsos con “Los Negros Atrás de la Puerta”.
Sin ninguna ayuda oficial, pero si con la cooperación de la gente, que se prestaba para que los corsos resurgieran y por muchos años eso se logró. Y teníamos el mejor corso de la provincia, con ocho a diez murgas y la misma cantidad en el rubro carrozas. Como también la gran cantidad de disfraces como ser los famosos cabezones etc., etc., pero volviendo a lo nuestro en el 60, obtuvimos y festejamos un segundo premio, que nos sirvió de base para seguir con lo que tanto queremos, que es que la gente se divierta y lo pase lo mejor posible.
Como lo dice uno de nuestros versos “llevaremos alegría a los enfermos y reclusos de la cárcel local. Vamos a brindarle nuestro sincero mensaje en nombre del pueblo de Uruguay”.
Que bien nos sentíamos después de haber actuado, no solo lo hacíamos en la cárcel, sino en el Hospital de Ancianos municipal y en el Hogar San Vicente. O donde nos llamaran, allí estábamos con nuestro mensaje de alegría.
Quizás algún día podamos volver a tener, lo que se llamó LA FIESTA DEL PUEBLO, con las mismas ganas que ponían todos tanto los organizadores como los participantes. Todos eran uno, pero volviendo al tema murgas, ya que eran el numero principal debo recordarles también a viejos Directores como Sr. Pedro Rodríguez, El Negro Macamba, El Negro Tareco, Domingo Estremero, Toco Perejil López y muchos más que escapan a mi memoria.
Estos señores tenían grandes dotes de murgueros por eso nuestra trayectoria se hizo popular.
Ninguna murga hasta la fecha ha logrado superar nuestro récord que es de 26 primeros premios y 3 segundos, más uno en la ciudad de Gualeguay, doce corsos de barrios, dos en R.O.U., uno en Colon, uno en Gualeguaychú. Quiero destacar que nuestra Glosa de presentación desde nuestros inicios hasta la fecha fue siempre la misma y era nuestra cábala, mucha gente de la década del 60 o 70 hasta la fecha lo recordara, cuando decíamos:

“Señores es carnaval ya lo anuncia la matraca / estas caras que se tapan
Son caretas de verdad / la nuestra por lo general / mezcla de cal y cemento
Jamás le pusimos un cuento / por querer al disfrazar / ahora los voy a impresionar
Con esta cara que tengo / y con mis murgueros vengo / porque queremos alegrar
A este público les pido / y a todos en general / un fuerte abrazo, si estamos bien
Perdonen si estamos mal”

Lamentablemente este conjunto murguero no vuelva a estar, no quisiéramos retirarnos así, pero si no hay apoyo monetario no se puede. Formar un conjunto acorde al pedido de los últimos Organizadores. Si nos ayudan continuaremos, de lo contrario les dejamos un adiós al carnaval y por ultimo le preguntamos a la gente: ¿ no les gustaría probar de nuevo como eran los corsos de antes? Los verdaderos donde gozaba, reía y bailaba, toda la familia. La palabra la tienen quienes sean los próximos organizadores, pero para conseguirlo hay que empezar con tiempo, no ha último momento.”
De esta manera transcribiendo, el pensamiento del popular QUELO, del Barrio La Concepción, rendimos nuestro homenaje.

Fuente: Manuscrito de Quelo, entregado a Virginia Civetta.

Una curiosidad: Delio Panizza-Rogelio Ramírez

La tumba de Rogelio Ramírez en Aristóbulo del Valle (Misiones), foto diario “El Territorio”

La tumba de Don Delio Panizza (1893-1965), quien fue doctor en leyes, poeta, investigador, coleccionista, que amo y defendió el pasado de nuestra provincia, tiene una particularidad o curiosidad, podemos decir. En la lápida de su última morada, que se puede ver en el cementerio municipal, reza su deseo de que “quiero que me sepulten de pie, como he vivido”.
No es el único en nuestro país, que ha sido sepultado de pie. En la ciudad de Aristóbulo del Valle, Misiones, siendo presidente del Centro Cultural “Dr. Aristóbulo del Valle”, Don Rogelio Ramírez, manifestó lo mismo que el Dr. Panizza.
El mismo construyo su tumba, pidiendo a familiares y amigos que lo enterraran de pie.
En la lectura de su testamento decía: “En la década del 50 adquirí una chacra y, al conocerla elegí el lugar más alto de toda la zona, resolví en el acto algún día mi sepulcro. Ahora creo que ha llegado el momento de prepararme para tan hermoso viaje y para ello realicé una pequeña obra y una resolución irreversible EL PALENQUE. Construido llevo unos 6000 kg., de material y en el, una cavidad especial donde mis más queridos amigos depositaran una caja también especial donde deseo estar firme de pie, por lo menos mil años. La razón, tengo tres enemigos sobre la tierra: la mosca, la rata, y la cucaracha, por lo tanto, no quiero que esos inmundos bichos se sirvan de mis ojos, mi cerebro y mi corazón.
La cúpula con la cruz pesa 3000 kg., y van dedicadas al caballero más grande que ha pisado la tierra. Él se llamó, se llama, y se llamara eternamente, JESUCRISTO; la segunda parte va dedicada a todos los gauchos del mundo que deseen atar en él un chúcaro, no interesa la especie.
La tercera parte va dedicada a todas las personas que sintieron por mi algún aprecio. El campito se llama José Hernández y para no estar tan solo, ubique a uno de los grandes federales, el Gral. Jose Francisco Ramírez, cuyo busto y pedestal pesan 3000 Kg.
Gregorio, “Gaucho por autodefinición, comerciante de a ratos, militante radical siempre, maderero, burrero, tradicionalista, político empedernido cumplió roles además como comisionado municipal, concejal, intendente y hasta legislador provincial.
Nacido en Concepción del Uruguay el 18 de noviembre de 1914, vivió sus años jóvenes en General Artigas (Paraguay). Comercializó madera paraguaya y misionera en su provincia y a la vuelta traía tropas a Misiones. A comienzos de 1953 se radicó definitivamente en Aristóbulo del Valle, involucrándose en diversas actividades: un aserradero y una ferretería llamados El Carretel, la posta El Jagüel, y hasta un cine. Con poca suerte para los negocios, se metió de lleno en la política hasta ser intendente. Falleció el 1 de agosto de 2002”.

Fuente: Civetta, Virginia, “Breve Historia y guía del Cementerio de Concepción del Uruguay” y Diario La Calle, 05/02/2003, pág. 2 y “El Territorio” de Misiones

El Colegio del Uruguay visto desde los confines Argentinos (1854)

El Colegio del Uruguay, tal como pudo verlo Aráoz en 1854
 
11 de Abril de 1897 – Hoy se cumplen 40 años que me separé, por primera vez de mis padres para ir al Colegio del Uruguay.
(…)
El Rosario y el Colegio del Uruguay
Por aquellos años, 1854 a 1857, se comentaba con marcado interés, en los círculos comerciales de Tucumán, el rápido progreso de la ciudad de Rosario, y entre los padres de familia el comentario versaba con el deseo de conseguir una beca en el Colegio del Uruguay.
En cuanto al progreso del Rosario, era verdaderamente asombroso, pues surgía de la libre navegación de los ríos, decretada por el vencedor de Caseros y a causa de la separación de Buenos Aires, que vino a convertirlo en el puerto principal para el comercio del interior.
(…)
Por lo que respecta al Colegio del Uruguay, su fama se difundía cada día más, pues se trataba de un instituto de internado y educación, todo gratuito: casa, alimentos, asistencia médica, ropa a los que no podían proporcionársela, libros y demás útiles de enseñanza, bajo la dirección del Rector, de tipo ideal e incomparable, Dr. Alberto Larroque, secundado por varios profesores de los sabios franceses emigrados o expulsados con motivo del golpe de Estado de Napoleón III y con un cuidado a los alumnos verdaderamente paternal.
Los padres de familia no tenían que preocuparse sino de sufragar los gastos de viaje, y en cuanto a las becas, las solicitaban al fundador del colegio, general Justo José de Urquiza, que nunca las negaba.
Hacía ya 1 o 2 años que pasaban por Tucumán, en tránsito desde Salta y Jujuy, con destino al Colegio, algunos jóvenes, entre ellos Ventura y Rafael Ruiz de los Llanos, Martín Saravia, Ibarguren, Alvarado, Manuel Escobar y otros.
Cuando yo ingresé al Colegio, en junio de 1857, no había más que dos estudiantes tucumanos: Sandalio González y Julio Argentino Roca, que pertenecía como cadete a la oficialidad de los cuerpos de línea acampados en San José, y estaba cursando los estudios preparatorios y principalmente los de su carrera en la escuela militar adscripta al Colegio.
Este éxodo, esta afluencia de jóvenes hacia el Colegio del Uruguay procedía de todas las provincias, como que fuera de Córdoba ninguna tenía una casa de educación bien organizada para estudios secundarios. El Tucumán, que siempre ha sido de las más adelantadas, no tenía ni siquiera la escuela para la instrucción primaria completa.
Fuente: “Del Tiempo Viejo”, Memorias del Dr. Luis Felipe Aráoz, editado en Tucumán por su sobrina-nieta Carmen del Valle Aráoz de Ezcurra; noviembre 2003, pags. 17, 24, 25 y 26.
 
Agradecemos al Centro Cultural Urquiza, el la figura de su presidente Hugo Barreto, por ceder para su publicación este texto, elaborado por el Arq. Carlos Canavessi

Doña Anita (Ana Bugni de Maffei)

Ana Bugni de Maffey en el libro de los 75 años del Colegio del Uruguay

Esta mujer fue muy importante en la vida de los Fraternales y muy querida. Nació en Concepción del Uruguay, el 23 de noviembre de 1864 y falleció en su viejo almacén, frente al gimnasio de la Fraternidad, el 28 de febrero de 1953. Su nombre completo, Ana Bugni de Maffei.

La llamaban Doña Anita, quien recibió toda expresión de gratitud y en el libro Único del Colegio Nacional del Uruguay, de los 75 aniversario, figura una foto suya.

Ella ejerció una obra benefactora para los internos de la Fraternidad que fue desde 1896 hasta 1953. Ayudaba a los jóvenes a quienes les otorgaba crédito para comprar yerba y azúcar, por ejemplo, para unos mates.

Sabido es que la Fraternidad que fue, para hombres solamente dejo entrar a una mujer cuando el 14 de mayo de 1954, en el transcurso de un almuerzo se anuncia que en el patio de la institución se inauguraba un medallón de bronce con su efigie, sobre piedra de la zona donada por el Dr. Luis Zampedri. Recibió el Monumento el Presidente Dr. Abel López Salvatierra y el interno Juan J. Papetti, recito dos poemas dedicados a dona Anita, de Carlos Mastronardi.

El Monumento tiene una placa que dice:

“DOÑA ANITA” / Ana Bugni de Maffei

La amiga fraternal / De los fraternales

1864-1953

Fuente: Codina, E/Sauret, Héctor, “Asociación Educacionista “La Fraternidad””

Tríptico y los bustos del Colegio del Uruguay “J. J. de Urquiza”

Vista del “Tríptico” en un álbum de 1920, puede verse que no estaba construido el primer piso sobre calle Leguizamón.

El tríptico

El patio del Histórico se completó con una gran obra, que hoy es orgullo y motivo de admiración de los visitantes. Nos referimos al Monumento a los Fundadores que atrae por su belleza y sobriedad. Es una pirámide de forma triangular menos la base que será cuadrada, según dispone el contrato. Es obra del escultor Hugo Correa Morales, llamado “Tríptico” recuerda al fundador del Colegio, el General Justo José de Urquiza, a directivos de la Década de Oro: el ilustre Rector Dr. Alberto Larroque y al bondadoso administrador Dr. Jorge Clark.

Una placa del monumental tríptico reza: “La única nobleza que acepto y envidio es la nobleza de corazón”. Esto respondió Larroque al Emperador Napoleón III cuando éste le ofreció un título nobiliario familiar que le correspondía por herencia. Ello es demostración clara de las convicciones republicanas de este excepcional educador.

El impulsor y encargado de movilizar al personal, a los alumnos, a la comunidad y a las autoridades provinciales y nacionales para hacer realidad este proyecto fue José Benjamín Zubiaur, Rector del establecimiento hombre de excepcional capacidad de trabajo y de una enorme fuerza  y convencimiento.

Inauguración, puede verse que faltan los bustos y el águila superior. En la foto Zubiaur; Álvarez y Benigno Martínez.

La piedra fundamental fue colocada en el año 1894 e inaugurada el 6 de marzo de 1898 con el padrinazgo del Presidente de la República, el ex – alumno Julio Argentino Roca. El 11 de marzo de 1900, el Arsenal Principal de Guerra decide adherirse a los cincuenta años del Colegio con una gran placa que se colocó en el referido monumento, cuya inscripción dice: “República Argentina. El Arsenal Principal de Guerra al Capitán General Justo  josé de Urquiza. Fundador del Colegio del Uruguay. 1849”.

El 18 de octubre de 1901 se agregó como remate de la pirámide el águila que corona el monumento, donación del personal  del establecimiento, completándose con ello el bello tríptico.

 

 

 

 

 

Los bustos del Colegio

(Foto: Jorge Duarte)

Julio Argentino Roca

En la galería norte, junto a una de las entradas a la Biblioteca, se encuentra un busto del Teniente General Julio Argentino Roca, el mismo fue donado por la Asociación de Ex -alumnos Residentes en la Capital Federal. Y colocado durante el rectorado del Dr. Luis E. Grianta en el año 1944.

El atractivo monumento es hoy motivo de seducción por parte de alumnos y turistas por cuanto la tradición afirma que tocarle la nariz al busto de Roca trae buena suerte, teniendo la misma un brillante colorido amarillo que contrasta con el verde del bronce.

 

 

 

(Foto: Jorge Duarte)

José de San Martín

En la galería sur, junto a uno de los accesos del Salón de Actos, se encuentra el altar Sanmartiniano, con un busto del General José de San Martín donado por el ex -alumno Dr. Andrés Riva. La Dirección Nacional de Arquitectura, bajo la supervisión de la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos proyectó un basamento escalonado, realizado con el aporte del personal directivo y docente como así también de empleados y alumnos, siendo inaugurado en el año 1950.

 

 

(Foto: Jorge Duarte)

Alejo Peyret

La Comisión Nacional de Homenaje a Alejo Peyret encargó al escultor Lucio Correa Morales un busto del educador y pensador francés. El 14 de mayo de 1905, fecha de la fundación de la Asociación Educacionista “La Fraternidad”, fue inaugurado, presidiendo el Salón de Actos que lleva su nombre. La belleza de esta escultura es motivo de cotidiana admiración.

Manuel Belgrano

Profesores y directivos decidieron homenajear al General y Doctor Manuel Belgrano y encargaron la realización del busto del creador de la Bandera patria al escultor Luis Perlotti. Fue colocado en la sala de Profesores, descansando sobre un pedestal de madera.

 

(Foto: Jorge Duarte)

Honorio Leguizamón

La preocupación en favor de la pronta organización y puesta en funcionamiento del Museo de Ciencias Naturales, llevó a las autoridades a colocar años después, en el acceso al mismo, un busto del Rector Dr. Honorio Leguizamón, firmado por Charo. Un pedestal desproporcionado y rústico quita belleza al mismo.

 

 

 

 

(Foto: Jorge Duarte)

Olegario Víctor Andrade

En el año 1909 se constituyó en la Capital Federal una Comisión conformada por ex -alumnos del Colegio para tributar un homenaje al poeta Olegario Víctor Andrade, decidiendo la misma la realización de un busto, que fue entregado al Colegio del Uruguay con motivo del 75° aniversario en el año 1924.

Realizado el pedestal mediante suscripción fue inaugurado el 16 de octubre de 1933, siendo ubicado en la Plaza Ramírez, frente a la puerta principal del Colegio.

 

Texto extraído de: Argachá, José Celomar, “El Colegio del Uruguay”, 2006