11 de Abril de 1897 – Hoy se cumplen 40 años que me separé, por primera vez de mis padres para ir al Colegio del Uruguay.
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El Rosario y el Colegio del Uruguay
Por aquellos años, 1854 a 1857, se comentaba con marcado interés, en los círculos comerciales de Tucumán, el rápido progreso de la ciudad de Rosario, y entre los padres de familia el comentario versaba con el deseo de conseguir una beca en el Colegio del Uruguay.
En cuanto al progreso del Rosario, era verdaderamente asombroso, pues surgía de la libre navegación de los ríos, decretada por el vencedor de Caseros y a causa de la separación de Buenos Aires, que vino a convertirlo en el puerto principal para el comercio del interior.
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Por lo que respecta al Colegio del Uruguay, su fama se difundía cada día más, pues se trataba de un instituto de internado y educación, todo gratuito: casa, alimentos, asistencia médica, ropa a los que no podían proporcionársela, libros y demás útiles de enseñanza, bajo la dirección del Rector, de tipo ideal e incomparable, Dr. Alberto Larroque, secundado por varios profesores de los sabios franceses emigrados o expulsados con motivo del golpe de Estado de Napoleón III y con un cuidado a los alumnos verdaderamente paternal.
Los padres de familia no tenían que preocuparse sino de sufragar los gastos de viaje, y en cuanto a las becas, las solicitaban al fundador del colegio, general Justo José de Urquiza, que nunca las negaba.
Hacía ya 1 o 2 años que pasaban por Tucumán, en tránsito desde Salta y Jujuy, con destino al Colegio, algunos jóvenes, entre ellos Ventura y Rafael Ruiz de los Llanos, Martín Saravia, Ibarguren, Alvarado, Manuel Escobar y otros.
Cuando yo ingresé al Colegio, en junio de 1857, no había más que dos estudiantes tucumanos: Sandalio González y Julio Argentino Roca, que pertenecía como cadete a la oficialidad de los cuerpos de línea acampados en San José, y estaba cursando los estudios preparatorios y principalmente los de su carrera en la escuela militar adscripta al Colegio.
Este éxodo, esta afluencia de jóvenes hacia el Colegio del Uruguay procedía de todas las provincias, como que fuera de Córdoba ninguna tenía una casa de educación bien organizada para estudios secundarios. El Tucumán, que siempre ha sido de las más adelantadas, no tenía ni siquiera la escuela para la instrucción primaria completa.
Fuente: “Del Tiempo Viejo”, Memorias del Dr. Luis Felipe Aráoz, editado en Tucumán por su sobrina-nieta Carmen del Valle Aráoz de Ezcurra; noviembre 2003, pags. 17, 24, 25 y 26.
Agradecemos al Centro Cultural Urquiza, el la figura de su presidente Hugo Barreto, por ceder para su publicación este texto, elaborado por el Arq. Carlos Canavessi