Cuando Urquiza estuvo cerca de morir ahogado

Medalla de reconocimiento a Miguel Gerónimo González (Foto: Boletín del Centro Numismático e Histórico General Urquiza)

EN MEDIO DEL RIO (1839)
En el libro “Doce argentinos”, publicado en 1945, cuenta Octavio R. Amadeo que después de la batalla de Cagancha, que tuvo lugar el 29 de diciembre de 1839 con la derrota de las fuerzas entrerrianas, para cruzar el rio Uruguay de regreso a nuestra provincia Urquiza – que no sabía nadar- se arrojó a las aguas con su caballo por el paso de Paysandú pero las turbulencias del Uruguay hizo que perdiera su cabalgadura. Al ver esa situación, González va en su ayuda exclamando “Compañeros, salvar a nuestro general o perecer con él!”. El general fue metido por “su compadre Góngora”, alias de Miguel Gerónimo González, en una pelota de cuero, atada a una cuerda que mordía el nadador y así fue salvado.
Dice Amadeo que ya en el medio del río, Góngora – que seguramente se permitía algunas familiaridades que Urquiza no le toleraba a cualquiera – le dijo:
– Aura enójate, vos que sos tan malo…
Urquiza fue llevado por González hasta la isla Almirón y luego fue lleva a la costa entrerriana en una canoa de los isleños
Tiempo después, el gobierno de la provincia otorgo al ya capitán Miguel Gerónimo González una medalla de oro “recompensando su heroísmo al salvar la vida del Gral. Urquiza después de Cagancha” y una pensión vitalicia de seiscientos pesos anuales, de la que gozó hasta su muerte en 1869.

Texto extraído del libro de Schvartzman, Pablo “Entre Ríos en anécdotas”, tercera serie, 1997.

Pelota de cuero: elemento usado por los naturales para cruzar el rio. La fabricaban con un cuero de vaca, la que se tomaba por las cuatro puntas, y en el lugar que queda en medio se pone el recado de montar y luego la persona, sentado sobre sus pies. De una de las esquinas de la pelota prenden una cuerda, y un mozo se echa a nadar con suavidad, tirando de la embarcación mediante aquella cuerda que prendió con los dientes.

El cuadro: En la sala del villar del Palacio San José, se encuentra el retrato de Miguel Gerónimo González, que realizara Juan Manuel Blanes, después que fuera condecorado por la provincia de Entre Ríos.

¿Quién fue Miguel Gerónimo González? 
Fue uno de los vecinos del Arroyo de la Leche que entre julio y septiembre de 1857 condujo a los inmigrantes alpinos desembarcados en la calera Espiro, y los bártulos que trajeron de Europa hasta las concesiones trazadas por el ingeniero Carlos Sourigues en la Estancia Perucho Berna. Miguel G. González a quien todos llamaban Góngora nació en momentos de convulsión revolucionaria, en los días del inicio de la Patria, el 29 de septiembre de 1811, en el hogar formado en el Arroyo de la China por Gregorio González y Feliciana Martínez. 

Fue bautizado por el antiguo cura y resuelto patriota del Arroyo de la China, capellán del Oratorio San Josef del Arroyo Urquiza, Padre Josef Basilio López (cuñado de Agustín Urdinarrain e Ignacio Sagastume).

Se afincó hacia 1825 en la zona del Arroyo de la Leche. Formó su familia con Rufina Giménez con la tuvo dos hijos varones y cuatro mujeres. Eustaquio en 1827, soldado, Clotilde, en 1830, Petrona, en 1836, Victoria, en el año 1842 y Justa González en 1847 (seguramente en homenaje y reconocimiento a don Justo Urquiza), y en 1837, don Dalmiro. Este fue el hijo que la familia envió a la Escuela y por eso, ya adulto, veló por los intereses comunes cuando debieron defender la heredad del arroyo de la Leche, o hacer asentar el fallecimiento de la madre, viuda de Góngora, en el Registro Civil de Colón. 

Dalmiro concurrió a la llamada Escuela del Pelado, que desde la década de 1840 funcionó en el sur del actual departamento Colón bajo la dirección de distintos preceptores, entre los que se destacó el hermano del autor de El Temple Argentino, Marcos Sastre, el maestro don Mateo Sastre. Esa escuela, construida con maderas de las islas cercanas en 1848, con la fiscalización del Capitán Juan Ylario Benítez, comenzó a funcionar 15 años antes que cualquier otra de la Colonia y Colón, claro está. Y eso que no es la más antigua del actual departamento. 

Miguel Gerónimo González comenzó la carrera militar como Alférez en las campañas a la Banda Oriental, ascendió Teniente en los bañados correntinos y llegó a Capitán. Siempre en la División de la Caballería Entrerriana a las inmediatas órdenes del General Urquiza. 

La Estancia en la que vivía se extendía desde la zona de la Escuela Agrotécnica Capitán General Urquiza de Colón hasta el Arroyo de la Leche y con los años vino a ser propiedad de la Municipalidad de Colón. 

Eran los vecinos desde los 1830 por el norte el griego Jorge Espiro, por el Este el viejo Capitán Juan Ylario Benítez y el coronel Pedro Torres. Por el oeste Romualdo Alpuy y Máximo Molina. Por el Sur Máximo Molina y Victorio Fernández. En los censos “Góngora” era empadronado como labrador y propietario, contando con dos marcas de ganado. Contaba en la finca con ganado vacuno, yeguarizo, ovino, aves de corral, hortalizas y realizaba algunas siembras. 

En 1857 realizó noventa viajes a lo largo del mes de agosto con las dos carretas de su propiedad para instalar a los 530 que habían venido a trabajar la tierra al norte del arroyo de la Leche en la Estancia del General Urquiza, Perucho Berna, bajo la dirección del entonces Comandante Benicio González. El padre de don Lucilo González, que después en la rebelión jordanista, tres lustros más tarde llegó al grado de coronel, coordinó los trabajos de Góngora, Romualdo Alpuy y los otros propietarios criollos que trabajaron en esa tarea fundacional. Se abonaban cuatro reales por viaje. 

Miguel González falleció el 30 de noviembre de 1869 y la viuda lo sobrevivió en el campo del Arroyo de la Leche hasta el 30 de agosto de 1878, cuando contaba 70 años de edad, puesto que había nacido en 1808. 

Bibliografía: Schvartzman, Pablo, Entre Ríos en anécdotas; Macchi, Manuel, Guía del Palacio San José; www.elentrerios.com y www.cnba.org.ar

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