La mujer sin cabeza

Al frente, a la izquierda la Subprefectura, al fondo el puente tropezón, camino que siguieron Ignacio y Esteban después de ver a la “Mujer sin cabeza”

Había sucedido en una noche oscura y nebulosa de otoño. Don Esteban en compañía de otro marinero, se encaminaba a tomar la guardia en la Subprefectura; Caminaban por el terraplén de la vía que conduce al puerto y al pasar frente al último farol de kerosene del alumbrado público, sito en la esquina de las calles Córdoba (hoy Estrada) y Ugarteche; vieron debajo del mismo, en el estrechos círculo de sombra, a una mujer con ropas claras, en actitud de espera. Mozos aun, al fin y al cabo, resolvieron saber el motivo de la presencia de aquella mujer a hora intempestiva y vistiendo ropas claras.

-Vamos a ver quién es – le dijo a don Ignacio Suáres, su acompañante, cordobés por más señas.

-Puede ser alguna ánima o “la viuda” que ande apareciendo por este barrio. Mejor es que sigamos,  le contesto don Ignacio.

– Yo quiero saber si es cosa de este  o del otro mundo. 

Me encaminé al farol, seguido de mi compañero, para decirle algún requiebro. ¡Santo Dios! Más  vale no lo hubiera hecho. La mujer no tenia cabeza. Parecía que se la habían cortado de un hachazo y le alcance a ver patente el color rojo de la herida. Me quedé helado y se me pusieron los pelos de punta. Cuando di vuelta. Ya don Ignacio estaba como a veinte metros, y seguía alejándose a tranco largo.

-Espéreme, compañero, le grité.

-Confieso que me dejó pasmado la visión a mi también.

-¡Vio don Ignacio; es cosa de no creer!

-No le dije, compañero, que andan saliendo cosas malas por este lugar.

No habíamos caminado tres cuadras cuando la divisamos otra vez, delante de nosotros, al costado de la vía. Pasamos a paso largo y de reojo pude comprobar que era la misma mujer sin cabeza. Don Ignacio se llevó un susto muy grande. El hombre se impresionó muchísimo y eso que no es flojo… Al llegar a la Subprefectura le un soponcio que solía darle cuando era joven y tuvimos que animarlo con agua de azahar.

En boca de don Esteban este episodio adquiría singular interés, porque él sabía modular la voz, imitando la atiplada de don Ignacio y su acento cordobés, ejecutando toda la mímica necesaria. Cruzaba delante nuestro como lo había hecho ante la mujer decapitada y luego de mirar fijamente un punto durante un instante, daba un salto atrás, dándonos así, la cabal impresión de la inexplicable aparición.

También don Esteban solía  referirnos “El caso de la viuda”  que salía junto al aromo que entonces había entre las calles  Posadas y 8 de Junio, en la de Santa Fe.  Una noche que debía ir a visitar a un amigo que vivía por esas inmediaciones al pasar delante del árbol, se oyó un ruido extraño, como el crujido de la hojarasca reseca cuando se la pisa. Él, que le habían dicho de esa aparición, apretó el paso, pero el extraño ruido lo seguía de cerquita. Alivianado por el susto, echó a correr, pero el ruido se le acercaba más, hasta que sintió patente que le arañaban la espalda. Me di vuelta, decía y pude ver que una mujer vestida de negro, alta como un fantasma, me llevaba pisando los talones. Así, sin darme tregua, rasguñándome la espalda, me siguió como dos cuadras. Puedo asegurar que corrí como una gama y cuando me dejó en paz, no podía casi, respirar. ¡Dios libre y guarde!

-¿Porque no le hizo frente? Le preguntaba yo.

-No hay que hacer frente a las cosas misteriosas. Si hubiesen sido no digo una, sino dos o tres personas de este mundo, de esos que salen por las noches a asustar a asustar a los nocheriegos, mal la hubiesen pasado. Yo nunca fui flojo, bien se sabe.

Texto extraído de: Troncoso Roselli, Gregorio, “Evocaciones a la distancia (recuerdos de Concepción del Uruguay)”, 1957

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1 comentario en "La mujer sin cabeza"

  1. HERMOSO RELATO…….YO QUERÍA SABER SI ALGUIEN RECUERDA AL PERSONAJE QUE VIVÍA EN LA SALAMANCA..EN LAS BARRANCAS……HABRÁ SIDO REAL EN ESA ÉPOCA PARA LOS QUE VIERON LA MUJER SIN CABEZA…O SOLO IMAGINACIÓN……PERO QUE .EXISTEN…EXISTEN…….

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