La “Marcela” (SIBSAYA S.A.)

La “Marcela” hacia 1980

Sus orígenes

En el año 1880, Nicolás Miloslavich, funda una fábrica de licores con el nombre de “La Argentina”-en agradecimiento a la tierra que lo había acogido- en la esquina de las calles Galarza y América (hoy 14 de julio) local que en la actualidad es ocupado por “Radio Mecano”, produciendo diversas bebidas y aperitivos con hierbas de la región, industria que no le era desconocida, por provenir de una zona en que la industria licorera era muy importante

Nicolás Miloslavich en el año 1899 crea un aperitivo que primeramente denominará “Aperitivo Argentino” y a partir del 7 de mayo de 1907 pasa a denominarse “Gran Aperitivo Argentino” realizado en base a conocidas hierbas de la flora entrerriana, entre las que se encontraban la yerba del lucero o lusera (Pluchea Sauveolens) marcela, arazá, además angélica,  quina, miní, centaura etc, siendo aprobada su fórmula por la oficina de química de la provincia por certificado Nº 24.931 serie “A”, declarándolo apto para el consumo, puro, con soda o con agua según se desee .El aperitivo estimula el apetito y tonifica el estómago

El aperitivo se comercializó posteriormente con el nombre de “Paisano” pero como en su  composición, predominaba la hierba lusera, llevó a su creador a cambiarle de nombre por el de “Lucera” (sic) a partir del  13 de marzo de 1909, modificándose posteriormente  la grafía por ”Lusera” siendo registrada la marca bajo el Nº 21.952, en base al análisis químico realizado por el Dr. Luis Eugenio Grianta, residente en Buenos Aires en ése entonces, quién con el correr de los años perfeccionará la fórmula original, sin perder su esencia.

El aperitivo tuvo amplia aceptación, circulando primeramente entre un reducido grupo, pero al poco tiempo el círculo se fue ampliando, surgiendo la idea de encarar su producción en forma industrial.

En una asamblea popular, realizada el 12 de octubre de 1913, en los salones del Centro Comercial de Concepción del Uruguay, que en ésas circunstancias funcionaba en la planta alta del teatro 1º de Mayo, se constituye la empresa “Sociedad Anónima Lusera Compañía Limitada”  con un capital inicial de $ 250.000.

Al quedar constituida la sociedad, Nicolás Miloslavich cede a la misma, los derechos de propiedad que tenía sobre la fórmula del “Aperitivo Lusera”, pasando a ser uno de los principales accionistas y manteniendo a su cargo la dirección técnica de la fabricación del aperitivo.-

La Sociedad Anónima Lusera Compañía Limitada, fue reconocida como tal por el gobierno de la provincia de Entre  Ríos el 23 de diciembre de 1913.

La aceptación del “Aperitivo Lusera” por parte del público, llevan a el directorio, entre una de las primeras medidas que toman, a buscar un terreno adecuado para levantar el edificio de la fábrica dado que las antiguas instalaciones de “La Argentina” de la esquina de Galarza y América (14 de julio) habían quedado chicas y no había posibilidad de ampliaciones futuras.

Don Rodolfo Miloslavich

Al fallecer el 18 de Octubre de 1932, en Buenos Aires, asume la conducción de la empresa familiar su hijo Rodolfo (padre de la distinguida historiadora Uruguayense Doña María del Carmen Miloslavich de Álvarez) continuando la tradición licorera de su padre, de quién hereda la fórmula de un nuevo aperitivo el que perfecciona realizado en base a la yerba silvestre “marcela” el que es puesto en venta al público en febrero de 1936, bajo el nombre de “Aperitivo Argentino Marcela”.

Al año siguiente, la empresa incorpora a su línea de productos  la yerba mate  “Marcela”  la que para promover sus ventas en los avisos en los periódicos locales y radio CW-35 “Radio Paysandú (ROU)  anunciando “premios en efectivo” dentro de los paquetes, como órdenes por relojes, baterías de cocina, ceniceros, mates y bombillas etc.

Al tradicional aperitivo “Marcela”, con el correr del tiempo la empresa incorpora otros productos -dentro de la línea de licorería- como “Amargo Cambá”, diversos tipos de cañas como “Palanca” y el champaña popular  “Veranol”  etc. siendo la elaboración de estos productos en forma manual, lo que limitaba su producción a apenas 200 a 300 cajones por mes.

 Nace SIBSAYA  SA

Para el año 1946, las instalaciones de calle Galarza y 14 de Julio, fueron quedando “chicas” no existiendo posibilidades de ampliarlas,  lo que lleva a su propietario y director Rodolfo Miloslavich a buscar nuevas alternativas comerciales.

En el mes de  Enero del año siguiente, junto a un destacado grupo de convecinos entre los cuales se encontraban Daniel Tramontín, Efraín Ahumada, Ricardo Stilman, Arón Gamarnik, Salomón Liberman constituyen  la Sociedad Anónima SIBSAYA (Sociedad Industrial de Bebidas sin Alcohol, Alcohólicas  y Anexos) con un capital inicial superior a los $ 150.000 m/m

Su primer directorio estaba formado por: Presidente: Efraín Ahumada; Vice-Presidente: Daniel Tramontín; Secretario: Rodolfo Miloslavich; Vocales: Salomón Liberman, Malcon J.L. Smith, Ricardo Stilman y Arón Gamarnik; Directores Suplentes: Ernesto García Arroyo y Jorge Fabani; Síndico: Manuel Abramovich y Síndico Suplente: Juan P. Scatena

El objetivo de la nueva empresa uruguayense era ampliar la industria licorera del Rodolfo Miloslavich, principalmente en sus acreditados productos “Aperitivo Marcela” y “Veranol” (Champaña Popular).

Fábrica de caramelos “La Productora”

Para la instalación de la nueva planta licorera, la sociedad adquiere el antiguo edificio de la ex fábrica de caramelos “La Productora”, de D Antonio Cladera, construido alrededor del año 1915 ubicada sobre el Bulevar Yrigoyen Nº 1499, entre  las calles Isaías Torres, Ruíz Moreno y vías del ferrocarril.

Refaccionado el edificio, y adecuado para la planta de elaboración y embotellado de los productos de  “La Marcela”, como se la conocía a la empresa en la jerga popular, inicia sus actividades en franco crecimiento, pasando de producir de 300 cajones mensuales en su etapa inicial a 600 cajones diarios, en base a la incorporación de una moderna línea de embotellado y al esfuerzo tesonero y responsabilidad  de sus directivos, empleados y obreros, lo que le permitió ir imponiendo sus productos, no sólo el ámbito local sino que también en el provincial y nacional.

La apertura de nuevos mercados y necesidades propias de una empresa en expansión, dio lugar  a la diversificación de sus productos, incorporando una planta fraccionadora de alcohol medicinal, siendo en ésas circunstancias la única de la provincia de Entre Ríos.

En sus instalaciones, se fraccionó el conocido  vino “Peñaflor”, siendo además la empresa distribuidora exclusiva de la cervecería  “Bieckert”, e incorporó a partir del año 1959 el “Aperitivo Argentino Arazá”, lo que motivó  el incremento de la dotación de su personal llenando un importante aspecto socio-económico de la ciudad.

Este producto a partir del año 1961, pasó a ser producido y comercializado por la firma local de Norberto Aramberry y Butaro S.A bajo el nombre de “Aperitivo Entrerriano Arazá” teniendo además a su cargo la distribución exclusiva de “Naranjakola” y agua tónica “Indian Tonic Shangay”.

Esta empresa tuvo poco duración dado que fue primeramente vendida en el año 1963 y liquida judicialmente en el año 1967.

Nueva generación:

Vista de la Sibsaya hacia 1970

Los pioneros de SIBSAYA por ley de la vida dejaron este mundo, entre ellos Manuel Abramovich  que al fallecer  dejó  “la posta” a  la nueva generación, en la persona de su hijo Raúl Abramovich  quién condujo el timón de la empresa con manos firme.

La nueva dirección, llevó la sociedad a su  mayor desarrollo incorporando nuevas y modernas instalaciones, adquiriendo  terrenos lindantes -hacia el oeste- llegando a tener una superficie de alrededor de 6000 m2 cubiertos, donde se construyen nuevos depósitos del tipo “parabólicos”.

A sus conocidos productos aperitivo “Marcela”, “Caña Palanca” y ”Amargo Cambá”  se incorporan nuevos, como el aperitivo “Americano Marcela”, ”Caña Quemada Marcela” y jugos de frutas de bajas calorías  de pomelo-naranja y limón.

Se incorpora a la fábrica, una planta fraccionadora de conocidos vinos, entre ellos, “Cabo de Plata”, “Cabo de Marfil”, “Campo Daguampa” y “SIBSAYA”.

En el mes de Agosto del  año 1966, a su línea de sus  productos tradicionales, la fábrica en plena expansión incorpora el jugo de pomelo “Veranol”, licor “Rossolis”, grapa “Palanca” y una línea de vinos comunes y fines, entre ellos “Ciudad Real” en tinto, rosado y blanco

Estos productos obtuvieron importantes premios en las exposiciones nacionales e internacionales en que participaron, destacando su calidad, diversas publicaciones especializadas.

A la empresa SIBSAYA SA no escapa el constante apoyo a la comunidad en todos los aspectos sociales y culturales brindando su ayuda solidaria. En el año 1973, auspiciado por la empresa en un conocido local bailable de la época, actúa el reconocido cantor popular Roberto Goyeneche.

Para el aumento de la producción, de los distintos productos elaborados por la Empresa SIBSAYA SA, en el mes de Mayo de 1976 se incorpora una moderna máquina lavadora y embotelladora de botellas marca “Valmarco”, con un rendimiento de 9600 botellas por hora.

La antigua máquina lavadora y embotelladora, fue desmantelada y montada en la subsidiaria establecida en la Ciudad de Corrientes -Avenida Maipú Nº 337- para atender las necesidades del  litoral norte, fraccionando en la misma  la popular caña “Palanca”  y jugos de naranja y pomelo y además depósito de sus diversos productos de su elaboración, permitiendo con ello una mejor atención de los numerosos clientes de la zona.

En Diciembre de 1983, la empresa lanza al mercado, un nuevo producto, denominado “Americano Marcela”, el que rápidamente  fue aceptado por el público por sus cualidades, alcanzando su producción importantes guarismos, pasando a ser “la estrella de la empresa”  el que fuera presentado en diversos eventos licoreros internacionales, obteniendo importantes premios a sus cualidades.

El incremento de la demanda de los productos de SIBSAYA SA y la incorporación de nuevos, como el caso del “Americano”, llevó a la dirección a realizar importantes reformas edilicias y la construcción de nuevos depósitos, como también  la adquisición de una nueva máquina de lavado automático de botellas, que fuera adquirida en la ciudad de Resistencia (Chaco)  con un capacidad operativa de 20.000 botellas por hora, doblando la capacidad  de la que tenía en servicios con anterioridad la empresa la que es vendida a una empresa de una provincia vecina.

El incendio

En las primeras horas de la tarde del lunes 15 de Mayo de 1989 se originó un pavoroso incendio en el sector destinado a la elaboración de licores, contiguo a las oficinas administrativas,  siendo combatido por los Cuerpos de Bomberos de Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Colón, Villa Elisa y Rosario del Tala,

El incendio se habría producido, al tomar contacto gases desprendido de una cañería de alcohol que tomó contacto con un cortocircuito, propagándose rápidamente, ocasionando pérdidas millonarias

Recuperación y exportaciones

Vista de la “Marcela” en la actualidad

Como el ave fénix que resurgiera de las cenizas,  el siniestro no desalentó a los directivos de la firma SIBSAYA SA, que de inmediato encararon la reparación de los daños producidos, entrando nuevamente en producción a los pocos días.

Como reconocimiento a la alta calidad de los productos elaborados por SIBSAYA SA en el mes de Agosto de 1989 el Comité de Selección del XII Trofeo Internacional de alimentación y bebidas que concede la editorial OFICE, otorgaron a la empresa el máximo trofeo en éste rubro.

En el mes de Enero de 1991, SIBSAYA SA realiza la primera exportación de 1500 cajas de sus productos  “Amargo Cambá”, “Americano Marcela”, “Granadina Marcela”, “Amargo Serrano” y “Amargo Marcela” a la ciudad de Paysandú (República Oriental del Uruguay.

La “media hermana” de “Marcela”, nuestra querida y siempre recordada “Lusera” que había entrado en una situación económica crítica, en el mes de Febrero de 1992, es puesta en venta siendo subastada por un conocido martillero local siendo adquirida por la empresa SIBSAYA SA comprendiendo la compra, terrenos, edificios, máquinas y patentes de sus productos.

El ocaso

En la década de 1990, la industria licorera había entrado en una etapa comercial y económica difícil  que había arrastrado a “Lusera SA” absorbida por  SIBSAYA SA  que tampoco era ajena a los inconvenientes del mercado, pese a los esfuerzos de su Director-Gerente Raúl Abramovich de  sobrellevar la situación, capeando el temporal  por todos los medios, dado que se corría el riesgo de desaparecer del mercado, estos fueron  estériles.

Para fines del año 1994, la situación se hizo insostenible, debiendo ser  vendida a la Empresa Licorera SABA, productora del conocido vermut “Gancia”, con asiento en la provincia de San Juan, cerrando sus puertas definitivamente el  28 de Noviembre de ése año, quedando cesantes treinta y dos obreros, los que fueron previamente  indemnizados, sin contar los jornaleros, fleteros, viajantes etc.

La planta industrial, (máquinas, pipas de almacenamiento, etc.) fue desmantelada, utilizándose sus amplios galpones para “depósito” de la nueva firma propietaria.

Su antiguo edificio, hoy es propiedad de una conocida empresa comercial dedicada al ramo de materiales de la construcción.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto extraído de: Rousseaux, Andrés, “Gloria y ocaso de la “Marcela”” del libro “Concepción del Uruguay, edificios con historia”, Tomo III

 

Benito Casildo Cook

Hay vidas ejemplares, y sin duda una de esas vidas fue la existencia de un médico nacido en nuestra ciudad, al que “la heroica y pintoresca tierra entrerriana le dio resonancias telúricas…”, ese médico fue: el doctor Benito Casildo Cook (Benito C. Cook)

Desde niño se perfiló la rectitud de su carácter. El amor a sus semejantes, la generosidad y la grandeza de alma. Fue uno de los sobresalientes retoños del Histórico; no fue prócer ni descubridor, pero si sabio en sus disciplinas y en su filosofía.

Brillante alumno, amante hijo, así como lo fue esposo y padre, abnegado en su profesión de médico y catedrático, incursionó en la política, aunque en forma moderada, junto a don Wenceslao Gadea, otro ilustre ciudadano.

Buen ejecutante de música, sobresaliendo en bandolín, piano y guitarra, integró el conjunto estudiantil del Colegio Nacional y “La Fraternidad”, titulado “La Estudiantina del Plata”, célebre en su tiempo por sus serenatas.

También le tocó vivir la época de los “Ejercicios Doctrinales” del Colegio del Uruguay, y por su seriedad y derechura ocupó el cargo de celador en el histórico Instituto.

La misma línea de conducta lo acompaña en sus estudios universitarios, y por sus condiciones, ingresó como practicante interno en el Hospital Rawson de Buenos Aires. Presentó su Tesis de médico, apadrinado por el doctor Telémaco Susini, (Académico Honorario), y su titulo fue refrendado por el doctor Leopoldo Montes de Oca (Decano de la Facultad de Medicina), y el doctor Leopoldo Basavilbaso, Rector de la Universidad de Buenos Aires.

Obtenido su diploma de médico se radicó en esta su ciudad natal, e inmediatamente su nombre y su fama se hicieron populares. Era el médico de todos, no hacia distingos entre pudientes y pobres. En su aviso de facultativo rezaba: “a los pobres gratis”.

Así es como se cuentan infinidad de anécdotas de su labor profesional, todas relatadas por quienes recibieron sus beneficios, pues él jamás hacía referencia a su silenciosa labor humanitaria.

Era de baja estatura física pero de enorme grandeza moral. En una oportunidad, con su sola presencia, su ademán sereno y su palabra rectora, dominó una rebelión de los internos de “La Fraternidad”. Era el doctor Cook el que les pedía cordura…

Durante su existencia conoció el inmenso desgarramiento de perder a su hijita Eloísa de nueve anos de edad, ¡él que había salvado tantos niños! La población entera se asoció a su dolor en ese 24 de setiembre de 1912.

El pueblo no olvida a sus benefactores y así, en vida, le ofrecieron varias demostraciones de cariño, hasta que cumplido su ciclo de médico y docente, lo que no le impidió presidir por dos periodos el Banco Agrícola, y prestar sus servicios médicos gratuitos a diversas instituciones de bien.

Se trasladó a la Capital Federal con su familia. Allí su vida continuó siendo austera, su casa estuvo abierta para todos sus coterráneos que llegaban a recibir sus lecciones de bien, de patriarca.

Cuando se ausento definitivamente, aunque siempre volvía a pasar alguna temporada, todo el pueblo y localidades aledañas le rindieron una cálida y emotiva despedida, poniendo una nota de espiritualidad y arte. Celia Torrá, quien toco su violín desde la dársena del puerto local.

Su pueblo, que lo quiso tanto y al que él tanto quiso, en reconocimiento a sus dotes de ciudadano, le ha rendido su homenaje en el nombre de una calle, en un Cenotafio en el cementerio y el Colegio del Uruguay, su Colegio, ha impuesto su nombre al aula dónde él dictara su cátedra.

En la Capital Federal también fue objeto de agasajos juntamente con los doctores Bordato  y Sagarna, en el Circulo de la Prensa. Actualmente su retrato integra la galería de hijos ilustres de Entre Ríos, en la Asociación Entrerriana “General Urquiza”.

Esta síntesis, es, a grandes rasgos la vida proficua de un hombre que derramó a manos llenas el bien, que restañó heridas, que fue modesto, humilde en su grandeza, ejemplo para sus conciudadanos y para la juventud, por ese en su cenotafio dice: “Por digno, por noble, por bueno”.

Hoy, su nombre y su vida deben ser conocidos, valorados y recordados como paradigma de ciudadanía.

 

Edición: Civetta María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Lorenza Mallea, “Benito Casildo Cook”, Primer Congreso Nacional de Historia de Entre Ríos, Resúmenes de trabajos presentados, 1982

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Pronunciamiento en Concepción del Uruguay, según sus actores directos

Plaza “General Ramírez”

El Pronunciamiento fue la culminación pública de los trabajos secretos que se gestaron a través de varios años, el Gobernador Urquiza había pensado efectuar el acto de alzamiento contra la tiranía rosista el 25 de mayo de 1851, en homenaje a la fecha patria que unía a todos los argentinos; y como efemérides que iba a simbolizar simultáneamente el comienzo de la Independencia y el inicio de los trabajos constituyentes.

Pero razones circunstanciales -evitar que los preparativos, conocidos por Rosas, pudieran ser cruzados- modificaron los planes, adelantando en varios días la ceremonia. Sin ocuparme de los precedentes ideológicos y de los jalones que marcaron el proceso, voy a presentar de manera correlativa varios testimonios sobre el acto que tuvo lugar el 1° de mayo, uno de ellos inédito.

A fines del mes de abril de 1851, el joven secretario político del Gral. Urquiza, Dr. Juan F. Seguí -que como tantos otros hombres que rodeaban al mandatario impulsaban a éste a decidirse sin más dilaciones-, según propia declaración fue quien obtuvo el ansiado pronunciamiento público. Cuenta en sus “Memorias” que en aquellos días se vivía un ambiente festivo con motivo de unas carreras de caballos que habían congregado a varios jefes entrerrianos y correntinos, y dice:
“En una de esas noches invité al Gral. Urquiza a seguir la serenata, y dándome el brazo marchamos entre la ciudad a recorrer algunas calles del Uruguay. En cada bocacalle se detenía la música, y una mitad de tiradores hacía una descarga.

Aprovechando aquella oportunidad inicié algunos; vivas diferentes de los acostumbrados en reuniones análogas, y sin mueras, lo que principió a llamar la atención. Poco a poco mis vivas eran más significativos y la población que nos acompañaba se iba enardeciendo y el entusiasmo aumentaba por grados.

¡Mueran los enemigos de la organización nacional!, dije, y todos me rodearon para preguntarme qué había. -¡Muera el traidor al Pacto Federal de 1831, y ya no quedó duda de que el blanco era Rosas. El Gral. Urquiza me dijo en voz baja: –No me comprometa, mire que si Rosas me lo pide tendré que mandárselo.  Comprendí que el General estaba convencido, y para no dejar escapar la ocasión, de regreso ya en la plaza, esforcé mi voz y lancé la exclamación siguiente:
-¡Excomunión eterna a los tiranos! ¡Muera el tirano Juan Manuel de Rosas!
— ¡Sí, contestó el General, muera el tirano Juan Manuel de Rosas! Lo que
sucedió en ese momento no puede describirse. La multitud se lanzó hacia
el General, y levantándolo en peso, exhaló un grito uniforme, sonoro y prolongado: –¡Muera el tirano Rosas! Las lágrimas corrían de todos los ojos. El General, que también lloraba, fue llevado en triunfo hasta la Comandancia y luego a su casa.” (Juan Antonio Solari, “De la Tiranía a la Organización Nacional”, 1951).

Palacio San José, entrada posterior (Foto: Omar Gallay)

Así es como quedó todo dispuesto para que el día 19 de mayo tuviera lugar una solemne ceremonia. Un alumno del flamante Colegio Entrerriano, relató años más tarde: “La víspera del pronunciamiento se notaba en la residencia del Gral. Urquiza (estancia de San José) un movimiento extraordinario. Habían concurrido allí gran parte de los jefes del Ejército de Entre Ríos y muchos orientales y correntinos. A las cuatro de la mañana del 1° de mayo de 1851 se tocaban dianas en el campamento de San José, y momentos después los cuerpos se ponían en marcha con dirección a Concepción del Uruguay, marchando detrás, a pocas cuadras de ellos, el Gral. Urquiza con un numeroso Estado Mayor, compuesto de jefes entrerrianos, correntinos y orientales.

Juan Francisco Seguí

Al coronar una de las altas cuchillas, los rayos de un sol espléndido brillaban en las lanzas de los cuerpos en marcha, alumbrando el rostro de los que muy pronto debían ser vencedores de las tiranías que humillaban los pueblos del Río de la Plata. Era un día espléndido. La Naturaleza parecía
regocijada del acto solemne que iba a tener lugar, anunciando a los pueblos argentinos que pronto iban a romperse las cadenas de una sangrienta y larga tiranía. Poco después de las doce del día, los cuerpos que habían salido del campamento de San José, y un batallón de cívicos, componiendo una división de las tres armas, formaban en la plaza de Concepción del Uruguay. Algunos momentos después, en el centro de la extensa plaza, al pie de la pirámide erigida a la memoria del Gral. José Francisco Ramírez, tenía lugar la proclamación solemne del pronunciamiento contra Rosas, leyendo el Dr. Juan Francisco Seguí, el elocuente vocero de la libertad en aquella memorable cruzada, la declaración solemne del primer acto oficial de la gloriosa revolución.

Terminada la lectura de ese importante documento, se hizo una salva de artillería, a la vez que dos bandas de música tocaban el Himno Nacional. Inmediatamente después se distribuyó una proclama firmada por el Gral. Urquiza dirigida al pueblo y al Ejército. Esa proclama había sido redactada por el mismo Dr. Seguí. (Martín Ruiz Moreno, “La revolución contra la Tiranía y la Organización Nacional”, 1905).

Un error se deslizó en la versión precedente: el Dr. Seguí, de poca salud, si bien redactó el memorable decreto, no lo leyó personalmente, encargándose de esto un joven de distinguida familia, Pascual Calvento, seguramente de voz más potente. Fue este mismo quien en el año 1915, ya anciano, contó aquel momento histórico que le tocó vivir, a un grupo de estudiantes que como todos los años, iban a saludarlo el 1° de mayo, y que uno de ellos difundió después como sigue:

“Entré a la plaza General Ramirez escoltado por un batallón de artillería, a cuya cabeza iban tambores y clarines.

La noticia del pronunciamiento se había difundido por todo el pueblo, que estaba reunido en enorme número en el centro, ahí al lado de la columna. Cuando llegamos allí, frente al Colegio Nacional, los clarines hicieron un toque acompañado de un redoble de tambores. El silencio que precedió era tremendo. El abanderado levantó tan alto como pudo la bandera argentina, y entonces, en medio de un silencio impresionante, empecé a leer el bando. El momento que siguió, yo no lo puedo describir. Hombres y mujeres se abrazaban llorando, vivas atronadores a Urquiza y a su ejército y mueras al Tirano. ¡Qué sé yo!
Aquello parecía una cosa de Dios… ¡Dios mío, qué entusiasmo! El que vio eso ya se podía morir, porque nunca volvería a ver otra cosa parecida.

Era de tardecita y cuando la noche empezó a caer se organizó una serenata, que delirante de entusiasmo recorrió el pueblo, recogiendo las bendiciones de todos, que lloraban de agradecimiento. ¡Qué día aquel!” (Isaac E. Castro en “Caras y Caretas” del 13 de noviembre de 1920, transcripta en Comisión Nacional de Homenaje, Urquiza. El juicio de la posteridad, Buenos Aires, 1921).

Acto seguido de efectuada la ceremonia principal en la plaza, un pregonero muy jovencito se encargó de difundir por toda la villa la trascendental decisión, conforme al documento inédito que sigue a esta reseña.

En cuanto a lo ocurrido al caer la tarde de esa histórica jornada, veamos cómo la pluma de D. Carlos Terrade describió el cierre de los festejos desde el periódico La Regeneración del 4 de mayo: “El viernes a las siete de la noche súbitamente se armó una serenata, compuesta de la población en masa y precedida de las dos elegantes bandas militares de la guarnición.

Justo José de Urquiza

“La columna formada por el pueblo rompió su marcha en la plaza General Ramírez, llevando en su centro, simbolizando el gran corazón de un cuerpo inmenso, invencible, glorioso, predestinado a la obra providencial de la restauración de los principios sociales y cristianos de la República del Plata, al invicto Urquiza. Era de verse la falange tremenda que formaban a su lado los Virasoro, Velázquez, Palavecino, Urdinarrain, Basabilbaso, Almada, Arredondo, Paso, Berón, González. López (Jordán) y otros muchos bravos del Ejército Entrerriano y Correntino reunidos y fraternizando en torno del grande hombre cuya espada por doquier resplandece, y a todos los guerreros como el sol a los astros oscurece. La serenata recorrió las calles principales de la ciudad, parándose en diversos puntos y entonando estrofas del Himno Nacional y del entrerriano a las que se hacía coro con tremendas y simultáneas vivas que surgían del entusiasmo de la convicción de cada uno.

“Fueron momentos solemnes aquellos. (…) asomó al labio, resonó en los aires la inmensa maldición vibrada acumulada, pronunciada por el odio ya rencor de todo un pueblo de hombres libres contra la tiranía y el Tirano; contra el degüello y los degolladores; contra la expoliación y los que engordan con ella; contra el embrutecimiento y la barbarie, con todos sus efectos de prostitución, de degradación y esclavitud. ¡Oh! La tierra, la tierra argentina que pisábamos en esos momentos parecía estremecerse con supremo regocijo al escuchar los gritos de sus hijos, que victoriaban a los hombres y a las cosas proscriptas. (…) Todo eso y mucho más fue elocuentemente expresado en los vivas siguientes, que entre infinitos pronunciados en la serenata recordamos y transcribimos: ¡Viva la Confederación Argentina!, ¡Mueran los enemigos de la Alianza de los pueblos! ¡Viva Urquiza y Virasoro! ¡Abajo el enemigo del Pacto Federal! Una voz: ¡Los pueblos no pueden existir sin leyes, garantías y libertades! ¡Viva el invicto Urquiza que las sostiene, defiende y restaura!, ¡Muera el Tirano! ¡Viva la alianza federal de los pueblos argentinos! ¡Muera el traidor a su confianza! ¡Viva la restauración de los principios en ambas Repúblicas del Plata! ¡Abajo el tirano que los conculca, ataca y destruye!” (Leandro Ruiz Moreno, Centenarios del Pronunciamiento y de Monte Caseros, Paraná, 1952).

La carta que sigue demuestra que el Pronunciamiento no fue un impremeditado arranque de entusiasmo circunstancial, sino que se trató de un proyecto largamente madurado, tal como surge de una entrevista que Vázquez mantuvo con el Gral. Urquiza en 1849. En esta fecha el mandatario entrerriano mostró su ánimo ya predispuesto a la lucha contra la Tiranía.

El autor del testimonio, nacido en Montevideo, se radicó en Entre Ríos, donde con el tiempo ocupó los más altos cargos en la Administración de Justicia de la Provincia. La epístola dirigida al Dr. Ruiz Moreno cuando éste reunía datos para componer la obra citada más arriba –y en cuyo archivo se encuentra-, contiene ligeras variantes de los anteriores relatos, producidas como en esos casos por el transcurso de los años; pero de ella; y del conjunto de las versiones utilizadas, puede tenerse una idea bien completa acerca de lo que ocurrió en aquella fecha.

“Compañero y amigo: Acuso recibo a su apreciable 26 del corriente. Ud. me obliga a hacer gimnasia intelectual al recordar detalles de sucesos ocurridos hace más de medio siglo. He estado meditando por muchas noches sobre aquellos magnos sucesos para coordinar mis ideas, y después de torturar mi memoria apenas puedo ofrecerle los siguientes detalles.

Vista aérea de la ciudad a fines del S. XIX

“Lo grandioso del Pronunciamiento no está en la pobre localidad en que tuvo lugar, pues Ud. sabe lo que era esto hace medio siglo, ni en el aparato de que se le revistió, muy pobre en verdad, sino en la concepción de la idea y en su feliz ejecución; cuando Entre Ríos flanqueado, puede decirse, por Rosas y Oribe, pudo ser arrasado por estos dos malvados sin que los aliados, Montevideo y Brasil, hubieran podido hacer nada por esta tierra generosa. Pero Dios ciega a los que quiere perder, y Oribe no se movió del Cerrito, donde capituló, y Rosas de Caseros.

“El Pronunciamiento tuvo lugar de once a once y media de la mañana del día 1° de mayo: el vecindario se reunió en la Comandancia Militar, y de allí se dirigió a la habitación de D. Francisco de la Torre, esposo de la Sra. Da. Teresa de Urquiza, donde esperaba el Gral. Urquiza, Gobernador entonces de la Provincia. Incorporado el General, la columna popular se puso en marcha, haciendo alto en cada bocacalle, donde se leían los siguientes documentos: Una circular de Rosas a los Gobiernos de todas las Provincias, renunciando la dirección de las relaciones exteriores y los asuntos de paz y guerra para que había sido expresamente autorizado, alegando el mal estado de salud, el cúmulo de trabajo y responsabilidades, más que todo, su abatimiento por la pérdida de su amada Encarnación.
“La Resolución del Gobierno de Entre Ríos aceptando la renuncia de Rosas reasumiendo la arte de soberanía que había sido delegada; y una proclama explicando estos sucesos, incitando al pueblo a poner término a estos hechos vergonzosos, excitándolo a reconquistar por las armas sus libertades comprometidas.

“Después de la lectura de estos documentos se hacía un disparo de cañón con una pequeña pieza que acompañaba la columna popular. Este inolvidable día fue el primero en que en las calles de una ciudad entrerriana se oyeran mueras a Rosas y Oribe con los epítetos más vergonzosos. Al lector de los documentos, entonces un niño, Ud. lo conoce.

“Acompañaban al Gral. Urquiza muchos jefes y oficiales de la Provincia de Corrientes, aliada de Entre Ríos en la heroica empresa, el Gral. Gregorio Aráoz de Lamadrid, los coroneles Galarza, Almada, Palavecino, Basavilbaso, C. Arredondo, J. A. Reyes, M. Caraballo, Barragán, E. Castro, M. Pacheco, y oficiales como Panelo, Posadas, etc.

En esos tiempos publicábase en esta ciudad un periódico titulado “La Regeneración” redactado por D. Carlos Terrada, que fue puede decirse el portavoz de la revolución, donde Ud. encontrara los documentos más importantes de la época. Más tarde, yo reproduje en “El Uruguay”, periódico de nuestro amigo el Gral. Victorica, los principales documentos en forma como para ser cortados y encuadernarlos como libro. A esa ciudad mandábanse muchos ejemplares, pero era en tiempo del Gobierno de la Confederación.

“Este hecho culminante del Pronunciamiento no nació en un día: yo recuerdo que a fines de 1849, recién llegado de Montevideo, pasé por “San Jose” a saludar al General, y éste se interesó en saber los detalles más ínfimos de lo que pasaba en la heroica ciudad; referí todo lo que sabía con el interés del que defendía la causa de sus hermanos.

“El General se rió mucho y disculpó a mis juveniles años todas las inconveniencias que tal vez dije, Y concluyó muy formal diciéndome: -Mire, yo me habría pronunciado ya en defensa de Montevideo si no hubiera allí tantas legiones de extranjeros.

Síntesis del Pronunciamiento del 1° de mayo: Setenta y ocho días después, el día 18 de julio, las Divisiones entrerrianas al mando del Gral. Urquiza echaban dianas en Paysandú, y una División de 1.000 orientales al mando del Gral. Servando Gómez se presentaban dispuestos a acompañarlo, y el 8 de octubre, ochenta y dos días más, la paz se firmaba en el Peñarol sin haberse tirado un tiro.
Confórmese con lo dicho hasta aquí y complete sus datos en fuentes más autorizadas. Se repite affmo. Amigo. Juan Vázquez

Edición: Civetta María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Juan A. Vázquez, “El Pronunciamiento en Concepción del Uruguay”, Primer Congreso Nacional de Historia de Entre Ríos, Resúmenes de trabajos presentados, 1982

 

 

 

Don Cipriano José  de Urquiza

Posibles lugares de la casa de Cipriano de Urquiza

Al venir a Entre Ríos Don Josef de Urquiza, se instala en el establecimiento “La Centella”, que pertenecía al presbítero Dr. García de Zúñiga, donde, al nacer Cipriano José, era su padre administrador del establecimiento. Fue el primer hijo de Don Josef nacido en suelo entrerriano; se lo bautizó el 25 de septiembre de 1789 en la iglesia de Gualeguaychú por su cura, José Fortunato Gordillo, siendo madrina su hermana Doña Ventura  Gordillo. El conocimiento de las primeras letras las recibió de su madre y del Padre Gordillo. Más tarde, la familia Urquiza se traslada a una estancia ubicada en el Talar del Arroyo Largo, al norte de Concepción del Uruguay y la llama luego “San José”.

Allí se desarrolla la niñez y la juventud del pequeño Cipriano, en el ambiente libre y agreste de sus cuchillas, sus montes y sus ríos; quizá allí va aprendiendo lo que es Patria, porque ese suelo entrerriano le va plasmando su corazón y su alma.

Es posible que haya concurrido a la primera escuela que hubo en Uruguay, la de Juan Inciarte, llamada así por haberla construido y también dado alojamiento y pago al primer maestro; también pudo haber sido instruido en la religión por el Padre Redruello.

Llega al Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires, siendo un jovencito de diez y seis años; allí se

Cipriano de Urquiza

hace de varios amigos: Feliciano Mariano Chiclana, Pablo Sáenz Valiente, José Vicente Cossio, Juan Nepomuceno Terrero, etc. No fue mucho el tiempo que pudo permanecer en el Colegio; las invasiones inglesas interrumpieron sus estudios y su padre ya algo enfermo, con mucho trabajo en su establecimiento de campo y su cargo de Comandante General de Entre Ríos, decidió llevarlo a su Provincia. Para ese entonces ya Cipriano José contaba con diecisiete años y tomó bajo su responsabilidad todos los trabajos rurales, figurando también como porta-estandarte del primer escuadrón de caballería de Concepción del Uruguay.

En 1810, el Virrey Hidalgo de Cisneros lo promueve en mérito, dice, de su conocido valor, conducta y aplicación, al cargo de alférez de la primera compañía del citado escuadrón.

Vienen ya los sucesos de Mayo, momentos en que la población estaba dividida; los europeos eran todos realistas pero sus hijos criollos ya vislumbraban la emancipación de la Patria.

En 1811, Don Josef de Urquiza, emigra a la Banda Oriental y deja a sus hijos la libertad de abrazar la causa patriota.

José Cipriano, al frente de la estancia “San José”, tuvo que soportar saqueos y toda clase de depredaciones de parte de las fuerzas artiguistas.

 Pocos años se llevaban con el que sería más tarde el jefe Supremo de Entre Ríos, Don Francisco Ramírez, gran amistad los une desde temprana edad a estos dos personajes tan aproximados por sus ideales políticos, es de suponer con qué entusiasmo, propio de su edad, habrán abrazado la causa patriótica.

El 24 de noviembre de 1814, el Director Supremo Don Gervasio Antonio de Posadas nombra Gobernador Interino de Entre Ríos (recién creada la Provincia), al Coronel Don Juan José Viamonte, quién al llegar a Concepción del Uruguay (designada Capital), dispone la formación de un Cabildo, el que fuera integrado por las siguientes personas: Sebastián López, Hermenegildo Mexias, Francisco Ramírez, Cipriano de Urquiza, Santos Calvento y Antonio Sálvatela.

Francisco Ramirez y Cipriano de Urquiza, cada vez tienen una amistad más estrecha. Más tarde, los dos estaban empeñados en reunir fuerzas, organizarlas y uniformarlas para el ejército de Entre Ríos.

Existen cartas muy interesantes a este respecto en el Archivo General de la Nación, donde Cipriano encarga a su hermano Juan José, que reside en Buenos Aires, que le confeccionen ropa para los jefes y soldados del ejército de Ramírez.

En el año 1818, ocupa el cargo de Administrador General de la Provincia de Entre Ríos y en 1819 adquiere un terreno para edificar su casa en la que vivirán también sus padres y sus hermanos, compra que hace a Doña Francisca Redruello, hermana del Padre José Bonifacio Redruello. Damos a conocer la escritura: “Digo yo, Doña Francisca. S. Redruello, vecina de esta Villa, que doy en venta formal a Don Cipriano de Urquiza dos sitios de tierra linderos al norte con esta Parroquia, por el sur con uno mío y otro de Doña Florencia Suasnavar; por el este, con la plaza principal y por el oeste, con la finca del finado Bayolo, los cuales fueron en años pasados donados por este Cabildo a mi hermano el Dr. José Bonifacio Redruello, cuyas acciones represento y por cuanto el expresado comprador me ha entregado en dinero la cantidad de cincuenta pesos, desde luego me separo y a mi dicho hermano de todo derecho y acción a los enunciados sitios, sin que pueda persona  alguna hacer reclamos sobre esta venta en lo sucesivo. Y para su resguardo le doy este en la Villa de Concepción del Uruguay, 15 de octubre de 1819, Francisca Redruello.”

Este boleto no ha sido un documento suficiente y es necesario obtener de la autoridad competente el titulo definitivo. Cipriano de Urquiza se dirige al Comandante General Don Francisco Ramírez y le solicita:

“El ciudadano Cipriano José de Urquiza de este vecindario ante V.S. con el debido respeto digo: que siéndome de gran necesidad poblar los dos sitios del Cura Redruello que corren de este a oeste calle por medio con el costado sur de esta iglesia, con el objeto de acomodar, en ellos mi dilatada familia (se refiere a la familia de su padre; el recién se casa diez años después), y hallándose  estos baldíos, pido y suplico se sirva concedérmelos en consideración a los repetidos Bandos y Ordenes de V.S., que en ellos recibiré gracia justa. Cipriano de Urquiza”.

Al margen se halla la resolución siguiente: “Coronda, 15 de octubre de 1819.

“Por presentado y respecto a que los sitios que solicitan son pertenecientes al Estado se los conceden al suplicante para que como dueño y señor absoluto de ellos, los pueble, edifique con arreglo a mis repetidos Bandos y Ordenes, sirviendo este decreto se suficiente documento de propiedad”. Firma: Francisco Ramírez.

Aquí existen contradicciones: si los terrenos son, según se manifiesta en la escritura, los que estaban con los linderos que allí se mencionan, la casa debió estar en donde hoy existe la Casa Parroquial, si estaba como dice el petitorio de Cipriano de Urquiza, calle por medio con la Iglesia, la casa de Urquiza debió estar en la esquina de enfrente: esquina suroeste de las cales actuales: 3 de Febrero y San Martín. Tampoco puede tener la misma fecha del 15 de octubre de 1819 la compra de los terrenos y el permiso que concede en Coronda, Ramírez.

Don Eduardo de Urquiza en “Antecedentes biográficos de Cipriano de Urquiza”, describe la casa: “La construcción modesta y transitoria, por el apremio de su fábrica, era la corriente en la época de las Villas entrerrianas. Lo principal, edificado en mampostería formada por grandes ladrillos cocidos asentados en barro convenientemente revocados, con techo de paja y -las dependencias secundarias de estanteo de ñandubay, con sitio de cuarenta varas de frente y ochenta de fondo cercado de palo a pique, de ñandubay…con un pozo de balde dentro del sitio con su brocal correspondiente”.

Secundando fielmente a su amigo Francisco Ramírez, Urquiza atendió las cosas del Estado, mientras El Supremo podía dedicarse de lleno a su vocación militar.

Cuando se compra la imprenta de Carreras, se la trae directamente de Montevideo a Concepción del Uruguay; de allí sale el primer periódico llamado Gaceta Federal, cuyo redactor era Don Cipriano.

Panteón de Ruiz Moreno, allí se hallan los restos de Cipriano de Urquiza

Después de la muerte del General Ramírez, Cipriano de Urquiza, siendo perseguido por Mansilla, se exila en la Banda Oriental. Al volver a su Patria ocupa cargos públicos; es elegido Diputado Provincial, pero debe renunciar debido a que lo eligen como representante de la Provincia de Entre Ríos al Congreso Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata instalado en Buenos Aires, firmando la Constitución de 1826.

Urquiza, además de la dedicación que debía a la administración de sus bienes, se ocupaba también de los intereses de su padre, dado que sus hermanos residían en Buenos Aires, salvo Justo José, que ya venía actuando en política y a quién Cipriano le brindaría toda su ayuda.

Largo sería enumerar la azarosa vida de Don Cipriano entre los vaivenes de la política. Ocupando el cargo de Gobernador Delegado, se hallaba en Nogoya, por aquel entonces una población de unos dos mil habitantes, de casas de paredes de adobe o de estanteo, con techumbre pajiza y cercos de palo a pique. La casa que ocupaba el Gobernador Delegado, la formaban dos piezas, una era dormitorio, la otra, despacho con azotea y  algunos otros cuartos y dependencias de paja.

Allí, el 26 de enero de 1844 fue ultimado Cipriano de Urquiza por una banda de forajidos. ¿Quién ordenó esta muerte? ¿Ferré?, ¿Madariaga?, ¿Echague?. Cualquiera de ellos pudo mandar ejecutar aquella acción así en forma solapada, con manos bastante culposas de crímenes y fechorías.

De la “Sumaria Criminal” levantada a raíz del asesinato no se desprende culpabilidad fehaciente sobre ninguno de los nombrados, sólo leves sospechas recaen en Madariaga.

El gobernador Delegado recibió sepultura en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Carmen, al día siguiente de su muerte; más tarde, en 1860, por orden de su hermano justo José, sus restos fueron trasladados a la Iglesia de Concepción del Uruguay con gran pompa y honor.

Con motivo de los varios arreglos que efectuaron en la Iglesia, la urna desapareció; fue más tarde hallada en el campanario, vacía, localizándose más tarde, el cráneo.  Eduardo de Urquiza, nieto de Cipriano, efectuó una larga tramitación apoyado por la Comisión de Lugares y Monumentos Históricos de Entre Ríos ,Filial Concepción del Uruguay; Se consiguió su entrega dándosele cristiana sepultura el 2 de septiembre de 1963. Transportada en una cureña del ejército, cubierta por la bandera argentina, la cabeza de Cipriano de Urquiza fue colocada en el panteón de su yerno, Dr. Martín Ruiz Moreno, tumba que fuera declarada histórica por la Comisión de Lugares y Monumentos Históricos de Entre Ríos, por hallarse en ella los restos del distinguido historiador Ruiz Moreno.

Don Cipriano de Urquiza casó en primeras nupcias el 7 de febrero de 1829, con Doña

María Teresa de Jesús López Jordán en la Iglesia de la Inmaculada Concepción. Doña María Teresa era nacida en la Villa de Concepción del Uruguay, bautizada el 18 de octubre de 1802 dos días  después de su nacimiento  y fallecida en el mismo lugar el 15 de mayo de 1838. En su Acta de casamiento figuran como padrinos: Isidro Urquiza y Cruz López Jordán.

Teresa era hija de Lorenzo López y Doña Tadea Florentina  Jordán. Los hijos  del matrimonio Urquiza-López  Jordán fueron: Teresa de Urquiza, nacida el 29/01/1830. Cipriano Manuel de Urquiza, nacido el 01/01/1831 (en Paysandú) casado con Dolores Rodríguez. Sus hijos: Cipriano (soltero); Juan José Urquiza (soltero); Dolores Urquiza (soltera); Ricardo Urquiza, casado con sucesión.

Juan José de Urquiza, bautizado el 30/05/1832 (soltero); Teresa, bautizada el 18/05/1834, casó con Pedro Irigoyen, hijo de Juan José Irigoyen, casado sin sucesión; Cándida Tadea de Urquiza, 13/05/1838, casó con José Bernardo Palomares en 1860, con sucesión. Justo José de Urquiza, 13/07/1837 (fallecido a los seis días; la madre; Doña Teresa de Jesús López Jordán fallece de parto.

Don Cipriano de Urquiza, contrae segundas nupcias con Isidora Miró Sanabria, el día 23 de julio de 1839. Sus hijos fueron dos: José Antonio, que contrajo primeras nupcias con su prima Doña Cándida, con sucesión y Vicente Benito, casado, con sucesión.

Luego de varios años Don José Antonio contrae segundas nupcias con Doña Vicenta Tudury, nacida en Gualeguaychu (hija de Don Bautista Tudury y Doña María Vicenta González); la unión se llevó a cabo en la Iglesia San José de Gualeguaychú; Doña Vicenta Tudury falleció el 28 de noviembre de 1928, en Buenos Aires. Hijos de este matrimonio fueron: Elisa Micaela, casada sin sucesión; José Antonio, casado con sucesión y Eduardo, nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1893.

Don josé Antonio falleció el 12 de octubre de 1915 en Buenos Aires.

Eduardo de Urquiza casó con Elena Manuela de Estrada siendo sus hijos: Maria Elena de Urquiza (falleció soltera), Lucía Carmen de Urquiza, casó con Luis Santiago Sanz el 2 de marzo de 1946. Sus hijos fueron: Alejandro Marcelo Sanz Urquiza, casado con Beatriz Elena Rodríguez Elroa. Javier Augusto Sanz Urquiza, casado con Susana Saravia; sus hijos: María de los Milagros Sanz de Urquiza. Fernando Gustavo Sanz Urquiza, casado con María Cristina Grieve; son sus hijos: Florencia, Mariana, Cristina, y María Lucia Sanz de Urquiza. Victoria Eugenia Sanz de Urquiza, casó con Jorge Alberto Grimoldi; su hijo: Tomás Luis Grimoldi. Lucía Elena Antonio Sanz Urquiza, casó con Fernando Rizo Patrón  Loeguía. Su hijo: Lucia Carmen Rizo Patrón. Rosario Sanz de Urquiza.

De los hijos de José Antonio de Urquiza y Cándida de Urquiza, Cándida casa con Eduardo C. Fernández, con descendencia; Vicente casa con Laura Tudur  y  sus hijos son: Mario José, Georgina Cándida; Marta María Ángela; Justo José y Carlos.

Marta María Ángela casa con Marcos Victorica; sus hijos: Silvia Elena y Marcos.

Silvia Elena casa con el Cap. Enrique Baltasar Moreno (fallecido); sus hijos: Enrique Baltasar y Juan Agustín. Segundo matrimonio de Silvia Elena con Donald Smith, sin sucesión. Marcos, casado con Irene Filippini, sin sucesión. Segundo matrimonio con Ana Patricia Pinel: hijo: Marcos.

La otra hija de Cipriano de Urquiza y Doña María Isidora Miró, Doña María Isidora Petrona Urquiza Miró, contrajo matrimonio con el Dr. Martin Ruiz Moreno y Castro, el 15 de abril de 1857 en Concepción del Uruguay.

El Dr. Ruiz Moreno y Castro, era hijo del Mayor de Caballería José Ruiz Moreno y de Doña Dolores Castro y Borda.

Uno de los hijos del matrimonio Ruíz Moreno-Urquiza, Isidoro Ruiz Moreno y Urquiza, nació en Concepción del Uruguay el 29 de junio de 1876 y casó en Córdoba con María Ercilia Castellanos, el 12 de agosto de 1902; un hijo de este matrimonio, Isidoro Ruiz Moreno Castellanos, nació en Córdoba el 13 de agosto de 1905 y contrajo matrimonio en Buenos Aires con Amelia Baires y Bustos Morón el 14 de julio de 1933; el hijo varón de éstos Isidoro Ruiz Moreno Baires (jurisconsulto e historiador que prologa esta obra), nacido en Buenos Aires el 18 de abril de 1934, casó con Nora  Racedo el 4 de septiembre de 1962. Son sus hijos: Dolores, Ercilia, Marina, Martin y Lucrecia.

Hoy los restos de Cipriano, en realidad, sólo si calavera se hallan depositados en el panteón del Dr. Ruiz Moreno en el cementerio local

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Miloslavich de Álvarez, María del Carmen; “Hace un largo fondo de años, genealogía Uruguayense”,  1988.

 

Cosita, el último palanquero

“Cosita”

Todos aquellos concepcioneros, que hemos nacido en el principio de la segunda mitad del Siglo XX, recordamos a ese señor de contextura chica que caminaba temprano por las calles de nuestra ciudad, pregonando la venta de pescado.

Era don Luis María Gallo, alias “Cosita”. Apodo que algunos dicen, que así, lo llamaba su abuelo, por ser muy chiquito. Otros dicen que comenzó vendiendo mojarritas en el Mercado Municipal, y lo decía tan rápido que le entendían “cosita” y de ahí su sobrenombre.

Primeramente vivió en un rancho ubicado donde hoy está la puerta de entrada a la cancha de fútbol del Club Parque Sur (calle Artigas). Ahí permaneció hasta 1959, por la gran creciente, se trasladó a un lugar más alto. No era única su vivienda en esa zona, sino que era un gran barrio humilde, que ocupaba los terrenos del actual Club Parque Sur, el Parque Carlos Squiavo y la Defensa Sur. Vivía de la venta del producto que cosechaba día a día del riacho Itapé. Tenía una canoa, la que se llamaba “La Salvación”.

Tuvo dos hijos, Herminda y Hugo Antonio. El solo los crió, pues su compañera se fue muy temprano, dejándolo viudo con dos pequeños.

Muy temprano recorría el espinel y salía a recorrer las calles vendiendo los frutos que recolectaba en el Itape. En pocas horas vendía todo. Era muy conocido y también se sabía de la calidad de sus productos, siempre frescos. Tenía clientes fijos; como por ejemplo cuando tenía anguilas, se las llevaba a don Scelzi, quien fuera Intendente de nuestra ciudad.

Trasladaba el pescado en una palanca que había hecho de una rama de Mora, a la que pelo, dejo secar y lijo prolijamente. De ella colgaban los productos que el río le brindaba diariamente. La llevaba sobre su hombro y caminaba con pasos  cortos y cruzados, muy rapidito, gritando Piscaadoo…

Si deseabas comprar un pescado que llevaba en el final de la palanca, con suma habilidad, cambiaba ese palo de hombro y te presentaba la mercadería deseada de frente. Era un maestro con la palanca.

Cuenta su hijo, que cuando regresaba de su venta cerca del mediodía, ya venía con lo que cocinaría ese día.

Recorría la ciudad, pero también iba al Mercado Municipal, quienes entraban por calle Urquiza, recordaran que había piletas y ahí se vendía pescado en cercanías al puesto de empanadas, las inolvidables que vendían los hermanos Garnier.

Murga “Dejala que gire”

No solo fue pescador Cosita, también fue murguero. Estrella de nuestros corsos en Plaza General Francisco Ramírez, con su murga a la que llamo primeramente: “Scola Do Samba”, luego, “Pélala que está Madura”, “Sácale el hilo a la Chaucha”, “Déjala que Gire”. Era el Presidente de la agrupación y el Director, el inolvidable Quelo.

Este hombre que no tuvo vicios, más que tomar mates, que crió a sus hijos haciendo de padre y madre, dejo esta tierra el 18 de diciembre de 1992, a los 71 años de edad.

“Seguro que el río debe extrañar su canoa buscando el lugar apropiado para pescar. Y las mañanas de Concepción del Uruguay, están más silenciosas porque falta el particular grito PISCAADOO”.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”, 

 

 

 

Escuela Industrial de la Nación

Vista del edificio actual en 1940. Foto extraída de Buffa, Gabriel, “La Industrial 1936 -1956”

La escuela industrial, hoy Escuela de Educación Técnica N° 2 “Francisco Ramírez”,  fue fundada el 10 de junio de 1936, creada de acuerdo al Proyecto de los Diputados Nacionales Juan F. Morrogh Bernard, Juan Labayen y Pedro Radio.

Con fecha 13 de abril de 1937, el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la Nación designa interior interino al Ingeniero Juan Carlos Kunath, quien se desempeñó hasta el 10 de agosto.

Vista del primer taller. Foto extraída de Buffa, Gabriel, “La Industrial 1936 -1956”

El mismo Ministro designo Director Titular al Técnico Mecánico Nacional D. Carlos F. Loyarte, quien comienza el desarrollo de la Escuela.

El primer local de su funcionamiento fue en calle 9 de julio y Alem de los señores Juan Piñón e Hijos, siendo las aulas y oficinas instaladas en el local de calle San Martin 876 y los talleres en el de calle 9 de julio y 14 de julio.

En el mismo año fueron  designados cuatro  miembros del personal a saber: Director, Secretario, Encargado de Depósito y Ordenanza.

A principios del año 1938, se designan varios maestros (de taller de Dibujo, Ciencias, Letras, etc.) llamándose a la primera inscripción de alumnos.

Con fecha 16 de mayo de 1938 y con la asistencia de 30 alumnos,  se inician las clases, continuándose la inscripción por lo que en junio se aumenta su número a 35.

En el año 1940, el Instituto se traslada al local que hoy ocupa y funciona y se nota su marcha ascendente.

La Escuela contó primeramente con las tres Divisiones del Ciclo Básico, debiendo sus egresados cursar el Ciclo Superior en buenos Aires, Santa fe, etc.

Vista del patio en 1940. Foto extraída de Buffa, Gabriel, “La Industrial 1936 -1956”

Por gestiones realizadas posteriormente por el Director Don Martin C. Uzal, fueron creando especialidades hasta llegar a los primeros Técnicos Mecánicos Nacionales.

En el año 1951 se crea el Curso de Radio operadores Principales y en el año 1953 egresan los primeros Operadores Radiotelegrafistas.

También en 1953 se crea el Curso Complementario Humanístico, en el que pueden inscribirse los alumnos egresados de las Escuelas de Capacitación nº 30 y de la de Aprendices del Ministerio de Obras Públicas.

Un año de estudios en el Curso Humanístico habilita a los alumnos para su ingreso a 4to año, Ciclo Superior de la Especialidad cursadas en dichas Escuelas.

En 1955, queda en la Dirección, Faure, ante otro viaje a Buenos Aires de Uzal por razones profesionales y deja en la Jefatura de Taller de Regente Holzman.

Holzmann informa la designación de Carlos Rodríguez como Vice-Director y arriban al colegio los profesores como: Técnico Miguel Valori, Profesor de Educación Física Oscar Jesús Bouzenard, Juan José Miro profesor de Matemáticas y Física y Roberto Bonus Maestro Normal y Técnico Mecánico y Director histórico de la Escuela de Aprendices. Otros profesores los señores: Carlos Marroco, Juan Ghisi, Cándido Frade, Daniel Leturia y Daniel Ambrosini.

Para años siguiente se suman más profesores: Cora Britos, profesora  de inglés, Araceli Re Latorre, profesor Isidoro Zelayeta, Técnico Constructor Naval, Julio Simovich y  el alumno Robert  Argacha, como ayudante de trabajos prácticos. Virginio Barbieri, Eleazar Delersse, Elisa Civetta de Dupin, Lesto Peano, Antonio Pescio y Héctor Madoz que hicieron de la industrial una vidriera para mirar.

Hoy a 83 años de su fundación sigue siendo una pujante casa de Estudios preparando al alumnado en diferentes talleres.

Texto: Civetta, Virginia/Ratto, Carlos. Bibliografía: Abescat, Francisco, “La Ciudad de Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay” y Buffa, Gabriel, “La Industrial 1936 -1956”

Don Nicolás Mabragaña

En el centro, la casa de la familia Mabragaña

Nicolás Mabragaña (Nicholas Mavrayania, en griego), fue tripulante del Patacho “El Carmen”, que a las órdenes de Spiro intervino en el combate del Arroyo de la China en 1814; probablemente después del desastre de las fuerzas patriotas sus tripulantes quedaron en el “Arroyo de la China”. Fue compañero de armas y luego socio de otro compatriota, Juan Jorge; ambos quedaron en estas tierras donde hicieron fortuna. Casaron con dos hermanas: Olegaria del Carmen Del Rio, casó con Nicolás Mabragaña y Martina del Río casó con Juan Jorge.
El 21 de noviembre de 1852 teniendo ya Nicolás Mabragaña y Olegaria edad avanzada, interviene en la defensa de Concepción del Uruguay cuando se produce el ataque de Juan Madariaga a nuestra ciudad. El jefe de la defensa, Ricardo López Jordán, le había asignado a Mabragaña un puesto en el hospital que había organizado Carmen Uribe junto a su fiel sirvienta Irene Jurado en su casa de la calle Vicente H. Montero (Hoy casas del escribano Bernasconi y del Profesor Héctor Díaz Abal). Dicha casa comprendía media manzana, según escritura hecha en el año 1856 (Protocolo del escribano J. M. Castro). 
Al encomendarlo López Jordán a ese puesto, Nicolás Mabragaña se ofendió y le contestó que él era hombre de armas y que saldría al frente de las tropas y así lo hizo: se le vio entre los soldados montando su caballo blanco, defendiendo la ciudad.
Nicolas Mabragaña muere de muerte natural el mes de mayo de 1859 recibiendo los Santos Sacramentos.

Olegario Rufino Mabragaña Intendente de la ciudad 1926

Un hijo de este matrimonio, Juan Olegario de la Cruz Mabragaña del Río, nació el 24 de noviembre de 1842 y fue bautizado en la Iglesia de la Inmaculada Concepción el día 16 de diciembre del mismo año, siendo sus padrinos Don Anacleto Afofre y Doña Carmen Espino. Juan Olegario de la Cruz, casa el 20 de septiembre de 1867 en la misma Iglesia de la Inmaculada, con Mercedes Cook, hija de Don Benito Cook y de Doña Francisca Uribe. Testigos: Don Aurelio jorge y Doña Carolina Britos. De esta unión nace: Olegario Rufino Mabragaña Cook. 
Olegario Mabragaña Cook casa con Matilde Marta Büttner, hija de Enrique Büttner y de Carolina Cuyás y Sampere.
Matilde Marta Büttner y Olegario Rufino Mabragaña son padres de Juan Enrique de la Cruz Mabragaña, cuyos hijos son: Stella Maris (fallecida) y julio Enrique, que residen todos en la Capital Federal.
El señor juan Enrique Mabragaña Büttner es el donante de un cuadro de su bisabuela, la Señora Olegaria del Carmen del Río Mabragaña, al museo Panizza. Este cuadro carece de la firma del autor, pero suponemos que el autor pudo ser el pintor Don Bernardo Victorica, dado que un hijo de esta señora. Heráclito Mabragaña era casado con Victoria Victorica, hija del pintor.

Mercedes Cook de Mabragaña, Olegario Juan de la Cruz Mabragaña del Río y sus hijos, Olegario, Olegaria, Mercedes y Julia

El pintor Bernardo Victorica estaba casado con Doña Juana Urbano Victorica fue designado profesor del Colegio del Uruguay, cátedra que ejerció por varios años; su estada en ésta data del año 1850 y por ese tiempo realizó varias obras entre las que se encuentran el retrato del Presbítero Gregorio Céspedes Calvento, que se halla en el despacho Parroquial de la inmaculada Concepción; el cuadro del General Manuel Antonio Urdinarrain, que se halla en el Museo Histórico Nacional y el del Teniente Coronel Mariano Troncoso y de su hija Dolores que se hallan en el Museo “Andrés García” de la Ciudad de Concepción del Uruguay.
El matrimonio Mabragaña-Del Río, vivió en la casa que se hallaba en el terreno que ocupa hoy el Club Social, frente a la Plaza General Ramírez.
Transcribimos parte de una escritura donde figuran los distintos dueños: “Sea notorio por este instrumento como que yo Don juan Luis Vidal, vecino de Montevideo en el Estado Oriental, tercer albaceo de mi finado padre político Don José Pérez Moscato y apoderado general de los herederos de dicha testamentaria cuyo poder puse de manifiesto al Señor Alcalde Mayor de que certifica y da fe que vendo y doy en venta Real y enajenación perpetua a doña Olegaria Del Rio, una casa de material situada en la plaza de esta ciudad con frente al norte de 40 varas y 40 de fondo al sur lindando por este viento con Don Pedro Martinez, por el este con Doña Isidora Inciarte, por el oeste, calle por medio con Don Domingo Aguiar.”
En 1896, la hija de la Señora de Mabragaña, Doña Francisca Mabragaña de Cuynghan, vende esta casa al Doctor Mariano López. (Protocolo de José M. Castro, 1850).

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto extraído de Miloslavich de Álvarez, María del Carmen, “Hace un largo Fondo de Años”

Don Agustín Almada

Plaza Ramírez y la Iglesia hacia 1870

Fuerte hacendado, Agustín Almada, de origen paraguayo figura ya en el Censo de 1781 levantado por Julián Colman, con su mujer y dos hijos. Casado con Magdalena Jordán, hermana de Doña Tadea Jordán, descendía como ésta, de una hermana del Virrey Don Juan José Vértiz y Salcedo, y por lo tanto, los hijos de Don Agustín y Doña Magdalena Almada, eran primos del General Francisco Ramírez y del General Ricardo López Jordán.

En el año 1820 aparecen en el Censo los hijos de Agustín Almada poblando las estancias que fueran de su padre en el Partido del Tala, principiando desde las costas del Arroyo de la China.

El matrimonio Jordán-Almada, no contrajo matrimonio en Concepción del Uruguay; como todas las hijas de Don Antonio Jordán y María Elvira López vinieron casadas, presumiblemente de Buenos Aires, de donde ellas eran oriundas.

Tuvieron una numerosa descendencia: en el Libro 1° de bautismos figuran: León, en 1782; Juan Bautista, en 1784; José Feliciano, en 1786; Mariano José en 1787; Pedro Bautista, en 1789; Enrique Camilo, en 1793; Francisco Javier, en 1794; Gregoria, en 1796; Apolinario, en 1799; María Andrea, en 1800 y José Félix, en 1802.

Don Agustín fallece el 4 de agosto de 1811 y su partida de defunción es la siguiente: “En quatro (sic) de agosto de mil ochocientos once enterré con oficio mayor cantado al finado Don Agustín Almada, de unos sesenta años de edad, natural de Paraguay, casado con Doña Magdalena Jordán, recibió los Santos Sacramentos de que doy fe. José Basilio López”. Su esposa lo sobrevive falleciendo el 1 de diciembre de 1825.

Un hijo de Don Agustín Almada, llamado Apolinario, desde muy joven actuó en el ejército del General Don Francisco Ramírez y luego a las órdenes del General justo José de Urquiza. Apolinario había casado con Doña Máxima Funes, hija de Don Basilio Funes y de Doña Carmen Gutiérrez. Transcribimos la partida de casamiento del General Apolinario Almada y de Doña Máxima Funes o Gutiérrez.

Foto: “Hace un largo fondo de años, genealogía Uruguayense”

“En el día 8 de julio de mil ochocientos cuarenta y seis, yo el infrascripto, Cura y Vicario de esta Parroquia de la Concepción del Uruguay, después de practicar todas las diligencias curiales y proclamas en tres días festivos, a los contrayentes Don Apolinario Almada, hijo legítimo de Don Agustín Almada, del Paraguay y de Doña Magdalena Jordán de Buenos Aires, después de haber reconocido estar suficientemente instruido en la Doctrina Cristiana, autorice in facie eclesis el matrimonio de los referidos contrayentes, después de haber oído y quedado cerciorado de sus mutuos consentimientos por palabra de presente, siendo testigos Doña Dorotea González y don Benito Reborate. El nombre de la contrayente: Doña Máxima Gutiérrez. Se velaron según el rito de Nuestra Santa Madre la Iglesia. Dr. Mariano Guerra”.

Los hijos del General Apolinario Almada figuran en los Libros Parroquiales de la Iglesia Inmaculada Concepción de esta ciudad. En 1847, en el Libro Vl, se encuentra la partida de bautismo de Petrona Máxima; en el libro VI, de 1850 la de Teodora Teresa; en el Libro
VII, de 1856, la de Adriano del Carmen; en el Libro Vll, en 1857, la de los mellizos
Apolinario Gerardo y Pedro Gerardo; en el Libro Vil, año 1858, la de Dorotea del Carmen Benita.

Estando a las órdenes del General Urquiza y residiendo en el Palacio San José, fue bautizado su hijo menor, Alejo de los Santos, en 1865. El General Apolinario Almada fue un ferviente defensor de Urquiza por lo cual, al ser asesinado éste, tuvo que exiliarse en Paysandú donde falleció el 21 de mayo de 1871; después de varios años, apaciguados los ánimos, el 18 de agosto de 1875, su familia trajo sus restos a su ciudad natal, siendo depositados en el panteón familiar, que había sido mandado construir por su
esposa Doña Máxima Funes.

Este panteón se halla en el Cementerio de esta Ciudad de la Concepción del Uruguay, aún pertenece (1982) a los descendientes.

Un hijo del General Almada, llamado Pedro Gerardo, casa con María Molina; un hijo de este matrimonio, llamado Pedro José, casó con María Angélica Aldrich; de esta pareja nacen: Nilda, María Ennelia, Ruth, Lida Cristina y Raúl Héctor, casado con Cristina Maidana y cuyo hijo Marcelo Javier Raúl, es convencino nuestro (1982).

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Miloslavich de Álvarez, María del Carmen; “Hace un largo fondo de años, genealogía Uruguayense”,  1988.

 

Colegio del Uruguay “Justo Jose De Urquiza”. Biblioteca  e imprenta

Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”

Este año (2019) festejamos los 170 años de la fundación de una de las más brillantes joyas históricas de nuestra ciudad, el Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”.

No podemos imaginar esta casa de estudios sin una biblioteca y sin una imprenta en sus inicios. Y si, el Gral. Urquiza se preocupó por dar al Histórico una biblioteca y contrato al imprentero Jaime Hernández, para implementar una imprenta en nuestra ciudad.

Hoy la biblioteca “Dr. Alberto Larroque”, con muchos de miles de ejemplares, atesora libros de considerable importancia como: el Corpus Juris Civilis de Justiniano (1663), Recopilación de Leyes de Solórzano Pereyra (1739), Códigos Españoles, Historia de Belgrano de Bartolomé Mitre, Atlas de Dr. Martin de Mousy, Gramáticas antiguas, algunas impresas en la imprenta del Colegio, así como los libros únicos editados para la celebración de 45º, 58º y 75º aniversario respectivamente de la fundación.

Con respecto a la imprenta no se sabe bien donde se inició. En los primeros años del Colegio, este estaba en construcción, suponiendo que la imprenta se situó entre las calles 9 de julio y Galarza frente este, de la plaza Gral. Francisco Ramírez, nos decía, el Dr. Araoz en su descripción de la ciudad “la otra manzana con frente al oeste de sobre la plaza, no tenía más edificación que la de un gran cuarto de azotea, aislado, sin ningún cerco, ubicado en el mismo lugar que ocupa actualmente el “Teatro 1 de Mayo”

Parecía un gran cajón con una pequeña puerta sobre la vereda de la plaza. Allí funcionaba la “Imprenta del Colegio”, en la que se editaban algunos libros de estudios preparatorios. Las Gramáticas de francés y latín escritas por el profesor Mr. Ackermann, fueron impresas y encuadernadas en dicha imprenta con tapas de pergamino”. Estos libros se repartían a cada alumno.

Una de las máquinas de la vieja imprenta

El imprentero contratado por el Gral. Urquiza, viene a nuestra ciudad en 1851, llamando a la imprenta que instalo “Imprenta del Uruguay”.

Al tiempo debe regresar al Uruguay, por problemas personales. El Gral. Urquiza, compra la imprenta, cambiando el nombre: “Imprenta del Colegio”.

En el año 1981, se inaugura una nueva imprenta del Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza, adquirida por un subsidio otorgado por el ex ministro de Acción Social, Contraalmirante Jorge Fraga, contando con una máquina de escribir IBM, dos impresoras con capacidad operativa de 7.000 hojas impresas por hora, un procesador de matrices, un fusor de matrices, una abrochadora y una guillotina y refiladora.

Todos estos materiales permiten encarar una nueva serie de publicaciones, tan importantes como aquellas publicadas por Olegario Andrade, los Leguizamón, Martín Ruiz Moreno, José Álvarez, Luis Aráoz, Eduardo Wilde, José Zubiaur, Pérez Colman, Daniel Elías entre otros y mantener en alto el emblema de nuestro Colegio: “IN HOC SIGNO VINCES”.

Mas en nuestros tiempos no dejaremos de recordar los números impresos con el nombre “El Monitor Cultural”, revista anual “El Mirador”, en 2010 vio la luz “El Tren Zonal”, claro que algunos impresos en otras imprentas, pero sin olvidar que desde sus inicios fue muy importante contar con una imprenta que hoy también seria de suma necesidad.

Texto: Civetta, María Virginia/Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Giqueaux, Eduardo,  “Historias de Medio Tiempo”. Liberatori, Angélica, “Guía para visitar el Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza”

Plaza 12 de Octubre. Monumento a Cristóbal Colón

Plaza 12 de Octubre. Monumento a Cristobal Colón

A mediados del siglo XX, al N.O. de esta ciudad, había una serie de terrenos baldíos. En sesión del 26 de julio de 1950, el Honorable Concejo Deliberante de la Municipalidad de C. del Uruguay, sancionó la siguiente Ordenanza:
Art. 19- Créase la Plaza “San Clemente” en la manzana comprendida entre calles: Norte, calle Santa Teresita, Sud, calle Gualeguay, este: Santa Fe y oeste calle Chacabuco.
Esta Ordenanza, sería el origen de la actual plaza 12 de Octubre.

Barrio San Clemente
Esa zona de la ciudad que comprendía más o menos al actual barrio “Santa Teresita” se llamaba antes “San Clemente”, y según nos cuenta Lorenza Mallea en su obra “Las mallas del viaje” recibía ese nombre por un criollo de apellido Soto, muy vivo y emprendedor, que comenzó con un rancho de adobe, al que adosó una piecita de adobe también, para alquilar y ayudarse. Luego hizo lo mismo para el otro lado y así siguió. Cuando pasaron unos años, los ranchos, en hileras, unidos unos a otros, en cada hilera, se entiende, ocupaban varias manzanas y, ya no se hablaba del “rancho grande”, ni de ir “al rancho de Don Clemente”, sino simplemente del barrio San Clemente.

Barrio Santa Teresita
Para conocer el origen del barrio Santa Teresita, es necesario retrotraernos a 1931. El Párroco de la ciudad Rdo. Andrés Zaninetti, el Sr. Obispo Monseñor Julián Martínez, un grupo de jóvenes animadas por la Srta. Elvira Del Prado daban vida a la “Pía Unión de Santa Teresita del Niño Jesús. Se instalan en el norte de la ciudad, barrio humilde llamado entonces San Clemente. Lleva más de un año adquirir el terreno, pero gracias al Padre Jose Silva, la Sra. Cantalicia Echaniz de Allende dona una manzana de su propiedad en 1933.
Inmediatamente se da inicio a la construcción de una pequeña capilla de 8 x 16 metros. Esta capilla fue bendecida por el Obispo Auxiliar de Paraná, Monseñor Nicolás De Carlo, el 4 de noviembre de 1933, bajo la advocación de Santa Teresita. 
Finalmente, el 8 de mayo de 1960 (día de la Virgen de Lujan), se instalan los salesianos en nuestra ciudad, haciéndose cargo de la capilla.

La Plaza 12 de Octubre
Por una resolución similar, el H.C.D. en el mes de febrero de 1965, designó como Plaza 12 de Octubre a la antigua plaza “San Clemente”.
En el año 1967, el ex intendente Dr. Lucilo López Meyer inició las gestiones ante la propietaria del Palacio Santa Cándida, Sra. María Rabiola de Ditella, para que donara una hermosa estatua de Colón esculpida en mármol de Carrara que adornaba junto a otras varias, el jardín que daba frente al Arroyo de La China, cerca de su desembocadura en el Itapé. La gestión fue exitosa y la estatua hoy es figura central en la vieja Plaza San Clemente. 
Se la inauguró oficialmente el día 12 de octubre de 1967 en un acto público que contó con la actuación de la Banda de Música del Batallón local del que era jefe el Teniente Coronel Mario Alberto Bonvicini.
A partir de esta última fecha, a la plaza se la conoce indistintamente como Plaza 12 de Octubre o Plaza Colón.

Edición: Civetta María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Gregori, Miguel Ángel, “Breve historia de Concepción del Uruguay a través de sus monumentos”, 1999