José Castro “El chamarritero”, Ciudadano Ilustre

Florencio López, Anibal Sampayo y José Castro
José Castro

Juan Antonio Castro, nació en Concepción del Uruguay, el 16 de Abril de 1932. Hijo de Ramón Castro, músico popular que tocaba el acordeón y María Mercedes Romero, mujer dedicada a la costura, y peluquería entre otras cosas.
Debuto como cantante a los 16 años en una emisora del Uruguay.
Se inició en el canto y la guitarra en su adolescencia siguiendo los pasos de su padre, acordeonista aficionado y de su madre, cantora “de entrecasa”. Con el nombre artístico de “Omar Campo” realiza sus primeras presentaciones en el año 1948 en “Radio CW39” de Paysandú (ROU).
Con amigos de su barrio, forma una orquesta denominada “Santa Cecilia”, que ejecutaba variados ritmos, con la que recorre bailes en toda la provincia.
Con su música recorrió ciudades de nuestro país, Buenos Aires, Santa Fe, Misiones, San Luis, Córdoba entre otras.
¿Cual era esa música que llevaba como representante de nuestra provincia de Entre Ríos? ¡La chamarrita! Y es ella la que le dio el apodo del “Chamarritero”.
El mismo solía contar como lo apodan así: “a lo de “Chamarritero”, me lo puso un periodista del diario “El Territorio” de Misiones, Florencio López, quien fue un hombre que hizo conocer culturalmente a Entre Ríos en Cosquin, le hicieron una nota sobre la chamarrita y nosotros (la delegación entrerriana) presentamos el espectáculo con los bailarines, mientras yo cantaba una chamarrita.
Después del espectáculo el periodista título en el diario: se presentó el solista de Entre Ríos, con el tema “La Solapa, prendida en el ojal”, y allí fue que a partir de ese momento me empezaron a llamar “Chamarritero”.
Charlar con el Negro Castro, así como lo conocimos y lo llamamos cariñosamente, era todo un placer, compartimos con él, algunos años siendo empleados de la Municipalidad de Concepción del Uruguay. Y siempre tenía alguna narración con sus vivencias, de las que fuimos disfrutando, aprendiendo y hoy recordando de ese saber tan puro y sabio de un hombre que nació, vivió y murió disfrutando de la música.

Entrega de su diploma como Ciudadano Ilustre

En los finales de la década de 1940, forma su primer conjunto folclórico al que llamo “Los Arrieros de Tunuyan”.
Las actuaciones eran para festejar algunas fechas conmemorativas, se hacían en “El Monumental”, ubicado en el centro de la ciudad, donde fue la vieja terminal de ómnibus (Eva Perón y Rocamora).
Contaba que en El Monumental, se llegaban a reunir 32 orquestas de la región y miles de espectadores.
También formo parte de nuestra radio LT11, donde fue integrante del “Quinteto Argentino”, conjunto que integrara con Rubén Crosgnani, Guillermo Matturano, Alfredo Dessideri y Suarez.

El ser parte de la radio hizo que se relacionara con artistas de ese momento, por ejemplo Aníbal Sampayo, haciéndose conocido tanto en nuestra provincia, como en el país vecino, el Uruguay.
Alterno su pasión por la música, con su trabajo y su familia, a la que jamás dejo de recordarla y valorarla por acompañarlo en su amor a la Chamarrita. Si, por que solo cantaba chamarritas.
Un maestro, un patriarca del canto, que fue declarado “Ciudadano ilustre” de Concepción del Uruguay, por Ordenanza nº 9097 del día 19 de abril de 2012. Distinguido también con Mención de Honor en el Senado Nacional, quien lo declaro “Adulto Notable”

Falleció en nuestra ciudad el día 30 de enero de 2017, y seguramente, así como lo despidieron sus familiares y amigos, con música y cantando “Rio de los Pájaros”, debe estar interpretando su música en la Casa del Señor.
“Chua…Chua…Chua…ja…ja…ja…/No cantes más torcacita/Que llora sangre el ceibal”…

Texto: Civetta, María Virginia/Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Soy LT 11, Radio Francisco Ramírez, recopilación histórica 2013. El miércoles Digital, 12 de diciembre de 2012. Diario La Calle, 25 de Julio de 2013. Charla con su hija Cecilia Castro.
Fotos extraídas de: http://www.fundacionmemoriadelchamame.com

Escuela N° 92 “Tucumán”

Vista del edificio actual (Foto extraída del Facebook de la escuela)

La escuela nació el 25 de agosto de 1919, en el Arroyo Molino, como escuela rural. Fue una iniciativa de la señora Indalecia Sagastume, docente.
Ella fue la primera Directora, favoreciendo el acceso a la educación a niños de esa zona, solicitando a los organismos educativos el permiso correspondiente.

Primer edificio (Foto extraída del Facebook de la escuela)

No estaba sola en esta tarea, la acompañaba su esposo, que era el dueño del espacio físico en que se fundara la escuela (hoy Ruinas del Molino Barreiro)

Pasan algunos años y la escuela se traslada a la ciudad. Primeramente se ubicó en calles Millán y Belgrano, luego se traslada a Estrada y Dr. Reibel.

Siempre en el barrio, llamado Pisa Fuerte, de gente trabajadora y muy populoso.

En 1950, se construye el actual edificio.
Primeramente fue Escuela nº 63, pero luego cambia el nombre a Escuela nº 92 Tucumán. En el común de la ciudad es conocida por Escuela Torre, por su segundo Director Isaías Torres, quien dirigió los destinos de la institución durante 16 años.

Primer personal (Foto extraída del Facebook de la escuela)

Posee una muy buena biblioteca, llamada primeramente Domingo F. Sarmiento y en la actualidad lleva el nombre de Juan Bautista Alberdi, fundada en el año 1941. Hoy posee el mobiliario de aquella época.

En la época del ahorro postal, fue una materia de currículo. Y en estos primeros 100 años, la Escuela expondrá a sus alumnos algunas de las libretas que conserva con las estampillas.

Hoy la escuela tiene una hermana que funciona en su mismo terreno. Es la Escuela Secundaria nº 15 “Claudio Lepratti”. Completando así, la vida escolar de este popular barrio.

Otra función comunitaria de la institución, es el Comedor que funciona en ella, ayudando a familias de escasos recursos.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Pág. Web, La Ciudad, Punto de encuentro 22 de agosto de 2019

La fuga del general Ricardo López Jordán

Edificio de Aduana de Rosario, sede temporal de la Capitanía de Puerto de Rosario. (Foto: Andrés Rousseaux)

Después de sus fallidos movimientos revolucionarios contra el gobierno Nacional en los años 1870, 1873 y 1876, el general entrerriano Ricardo López Jordán, culminó su trayectoria militar y política, al ser detenido por las fuerzas nacionales como consecuencia de su derrota en “Alcaracito”, departamento La Paz, provincia de Entre Ríos. De esa forma fue trasladado a la ciudad de Paraná, iniciándose un litigio respecto a cuál era la autoridad judicial que debía entender en las causas que se le imputaban al caudillo entrerriano.

La Corte Suprema de Justicia, recusó la competencia del Juez Nacional de Sección (en la actualidad Juez Federal) de Paraná, disponiendo su traslado a la ciudad de Rosario, por lo que quedó a disposición del Juez Nacional de esta ciudad.

La orden de traslado, trajo aparejada la reacción del gobierno de Entre Ríos, argumentando que el motivo era en realidad cambiar de magistrado. Conocido el fallo de la justicia se remitió el expediente a Rosario, no así al preso que continuaba engrillado.

El responsable de su custodia, coronel Antello (jefe de Policía de Paraná) sostenía que para su traslado a Rosario, era necesario brindarle una adecuada escolta, en razón de que sus partidarios intentarían liberarlo en el trayecto, siendo necesario entonces movilizar para este fin a la Guardia Nacional de Entre Ríos, para lo cual (Antello) no tenía facultades.

El Juez Nacional de Sección de Rosario, solicitó la remisión del detenido, interviniendo nuevamente la Corte Suprema de Justicia, ante la cual reclamó insistentemente el cumplimiento de la orden de traslado de López Jordán a Rosario, medida que se cumplió el 5 de enero de 1878, en un buque de guerra de la Armada Nacional, que arribó a Rosario el día 6. Inmediatamente de ser desembarcado, fue puesto bajo custodia y responsabilidad del Capitán del Puerto de Rosario (en la actualidad Jefe de la Prefectura), José C. Gazzana.

Una vez que se hubo alojado al general López Jordán en la Capitanía -cuyo edificio estaba ubicado en la actual bajada Sargento Cabral y avenida Belgrano (ángulo Noroeste frente al edificio de la Aduana)- su jefe trató por todos los medios disponibles de brindar comodidad al detenido, dada las precarias condiciones del edificio.

Pero más importante aún era su seguridad, en razón de los numerosos adictos que existían en la ciudad y que lo habían acompañado en sus movimientos revolucionarios, y de quienes ahora se temía tuvieran intención de liberarlo.

Es por ello que el mismo día de su arribo el Capitán del Puerto José Gazzana, se dirigió por nota al Comisario de Ordenes del Departamento de Policía de Rosario, José Benito Pereira, solicitando …”le sean facilitados por unas cuantas horas un cabo y cinco soldados“… para custodiar al procesado Ricardo López Jordán.

Simultáneamente el Capitán de Puerto dirigió otra nota al Jefe Político del Departamento Rosario, Melitón Carbonell, informándole acerca de su requerimiento al mencionado Comisario de Ordenes,-que ya había sido satisfecho- agregando que la guardia se solicitaba por unas pocas horas, ofreciéndole a su vez reciprocidad.

Por otra parte, el Capitán de Puerto, el 15 de enero de 1878 requirió al Capitán General de Puertos Dr. Diego G. De la Fuente (su superior en Buenos Aires, en la actualidad equivalente al Prefecto Nacional Naval), apoyo para los servicios de la custodia especial que con marineros de la Capitanía estaba haciendo a López Jordán; informando que “…había dispuesto el racionamiento de los mismos por el proveedor nacional, puesto que de otra manera, sería casi imposible prestar el servicio, en virtud del escaso personal con que cuenta la Capitanía y de las dificultades consiguientes que traería su ausencia para comer…”

Ante la falta de marineros suficientes para cubrir adecuadamente ese servicio, el Capitán de Puerto, solicitó al Juez Nacional el aumento de la dotación de personal de la Capitanía y la suma de $ 157 para efectuar algunos arreglos y adecuaciones en el edificio, entre ellos la compra de un toldo para el patio donde se ubican las oficinas y el cuerpo de guardia, un farol grande para la guardia, compostura y refuerzo de las puertas y colocación de vidrios, aseo y arreglo de la oficina principal.

Los temores de una posible fuga de López Jordán, ayudado por adictos desde el exterior del edificio de la Capitanía, eran preocupación no sólo del responsable de su prisión, el Capitán del Puerto, sino también, del Juez Federal de Sección Dr. Fenelón Zuviría, quien ordenó  ponerse de acuerdo con el Jefe Político del Departamento, el ya citado Melitón Carbonell, en el sentido que la custodia de López Jordán debía hacerse con fuerzas de la provincia a órdenes del Capitán de Puerto, requiriendo para tal fin la designación de un piquete y la posibilidad de apostar un centinela de vista con el relevo diario o periódico que se estime necesario.

Esa solicitud por parte del Capitán de Puerto fue reforzada con una nota enviada por el Juez Federal -quien cumplía órdenes del Gobierno Nacional- al Jefe Político. No obstante esta orden del Juez, termina en la negativa de las autoridades locales de inmiscuirse en hechos que, según ellos, eran de exclusiva responsabilidad nacional.

En primera instancia el Jefe Político, acató la orden del Juez Federal subordinando efectivos al Capitán del Puerto, produciéndose posteriormente su retiro acorde expresas directivas del gobierno de Santa Fe, circunstancias que han quedado debidamente documentadas en el intercambio de notas que se produjo.

En tal sentido, por nota del 26 de enero de 1878, el nombrado Jefe Político informa al Capitán del Puerto que se dispuso de una guardia que consta de un cabo y cuatro soldados los que serían relevados diariamente al “toque de asamblea”.

En otra nota de la misma fecha, el Capitán del Puerto es informado que hasta nueva resolución del Gobierno de la provincia, es imposible dar guardia alguna para la custodia del procesado pidiendo asimismo se reincorporen a su destino habitual los guardias que había comisionado anteriormente.

El Capitán del Puerto por nota 57/878, solicita al Juez Dr. Fenelón Zuviría el incremento de la dotación en 20 hombres, más los oficiales correspondientes, lo cual .permitiría aumentar el número de plazas, mejorar el servicio de la repartición en general “…También observa el Capitán del Puerto en su nota la ventaja de adoptar ese temperamento, por cuanto el procesado no saldría de los límites del fuero nacional…”.

Los pedidos de aumentar los efectivos de la Capitanía para mejorar los servicios de guardia no son escuchados; por ello con fecha 24 de marzo de 1878, el Capitán del Puerto de Rosario decide elevar una nota al Ministro de Guerra y Marina, planteando sus inquietudes:

“…Al Excmo. Señor Ministro de Guerra y Marina: Tengo el honor de llevar a conocimiento de VE., que hallándose desde el día 6 de enero del corriente año a cargo de esta Repartición, por disposición del Señor Juez Federal de esta Sección Doctor Fenelón Zuviría, la custodia del procesado Don Ricardo López Jordán y desde el 13 de febrero la del procesado Don Benecio González…”

Este servicio, Excmo. Señor ha sido prestado hasta aquí por veinte marineros y dos guardianes (cabos), que constituyen la dotación actual de esta Capitanía, y que son los encargados de todo el servicio del objeto de su creación (…) Ahora pues, vista la prolongación de esta nueva incomunicación que a la verdad trastorna el orden natural de las atenciones que esta Repartición tiene a su cargo por una parte, y las continuas amenazas que de nuevos disturbios se propalan por esta ciudad, me pone en el deber de decir respetuosamente a VE que el infrascrito no puede garantizar la seguridad de dichos presos por uno u otro motivo…”

Como se podrán apreciar, eran muchas las preocupaciones del Capitán Gazzana a las cuales se le había sumado la custodia de Benicio González, que si bien no era de la importancia de López Jordán, sus fugas representarían un escándalo político de relevancia que afectaría al gobierno Nacional.

Debemos recordar que Benicio González fue traído prisionero a Rosario el 13 de febrero de 1879 desde Paraná. Acompañaba al General López Jordán como secretario y fue alojado también, en la Capitanía del Puerto de Rosario

Las gestiones para aumentar los efectivos de la Capitanía con la finalidad de ofrecer mayor seguridad a tan importantes presos, dieron su fruto, disponiendo el gobierno nacional (Ministerio de Guerra y Marina) con fecha 29 de marzo, incorporar a dos oficiales y veintidós hombres de tropa, circunstancia que el 2 de abril se informó al Juez Federal, que desde el día anterior, ya se encontraban prestando servicios dos oficiales y diez marineros. En la misma fecha -2 de abril- el Capitán de Puertos de Rosario, se dirigió al Comisario de Guerra y Marina D. Martín B. Campos, informándole acerca del aumento de la dotación y solicitando el envío del vestuario correspondiente.

Con la incorporación del personal de refuerzo a la Capitanía de Rosario, fueron dados de alta los oficiales, teniente Alejandro Bernaldez con un sueldo de $ 50, y el guardiamarina Hermenegildo Calismonte con $ 40 mensuales. Los guardianes (cabos) Eugenio Díaz y Benjamín Romano con $ 20, mensuales cada uno y veinte marineros a $ 12 cada uno.

Al producirse estos acontecimientos, la dotación estable de la Capitanía del Puerto de Rosario, estaba formada por el Capitán José C. Gazzana con un sueldo de $ 150, el Ayudante Io Emilio B. Moreno con $ 80, (la jerarquía de ayudante equivale a oficial actual) en este caso particular, por su jerarquía y antigüedad se desempeñaba como 2do. Jefe, reemplazando al Capitán), el ayudante 2do. Domingo Suárez, un escribiente, el médico del puerto Dr. Domingo Capdevilla y dieciséis marineros.

Para sumarse a las inquietudes, que como era lógico tendría el Capitán Gazzana, en mayo de 1878, se produjo una crecida extraordinaria del Río Paraná, la que inundó parte del edificio que ocupaba la Capitanía, deteriorando su ya envejecida estructura, dado que el río llegaba prácticamente al pie de la barranca (Avda. Belgrano).

La altura alcanzada por las aguas, no se ha podido determinar, en razón que en esa época no había escala hidrométrica en el puerto de Rosario, midiéndose la “suba” o la “baja” de las aguas en “varas”, en forma estimada, haciendo referencia a la medición anterior.

Estas circunstancias imprevistas, hacen que con fecha 16 de mayo de 1878, el Capitán del Puerto de Rosario, dirija una nota al Capitán General de Puertos Dr. Gregorio de la Fuente, poniendo en su conocimiento las circunstancias de la creciente, que terminó socavando el terraplén sobre el que se encontraba, tanto el edificio de material, ocupado por las oficinas como las casillas de madera que constituían las cuadras (alojamiento) de los marineros.

Tanto las oficinas, como los alojamientos del personal se encontraban sin sustento firme, anticipando un posible derrumbe total de edificio. La referencia anterior, hace parecer que nos hemos desviado del tema. Todo lo contrario, en razón que el estado calamitoso del edificio de la Capitanía que repercutía en la seguridad de López Jordán, motivaría su posterior traslado al edificio de la Aduana (se refiere al antiguo edificio conocido como “Aduana vieja” con torres almenadas cuya construcción se inició en 1872 y que fue demolido en 1913 para dar lugar al actual edificio de la Aduana Rosario, inaugurado en 1938).

He aquí un pasaje poco conocido de nuestra historia acerca de las causas por las que el general rebelde, estaba alojado en ese edificio y a quién correspondía su seguridad.

 Como veremos más adelante el destino y los hechos van tejiendo sus caminos hasta desembocar en su fuga, -para ello seguiremos la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario-, por la cual podemos hoy reconstruir, en parte, las circunstancias poco conocidas (Continuará mañana).

El 21 de mayo de 1878, el Capitán de Puerto Gazzana, cursó nota al Juez Zuviría, comunicando que en relación a la orden oportunamente impartida de trasladar a López Jordán a otra habitación que ofrezca seguridad, se había entrevistado con el Sr. Benjamín Ledesma, propietario de una casa en las inmediaciones, que se negaba a alquilarla por menos de 6 meses, exigiendo la suma de 100 pesos fuertes mensuales.

El 22 de mayo, nuevamente el Capitán del Puerto se dirigió al Dr. Fenelón Zuviría informando que habiendo podido conseguir las llaves de la Aduana, se había trasladado al procesado a su nuevo alojamiento.

La correspondencia precedente aclara el porqué dé la presencia del General López Jordán en la Aduana “vieja”, a la cual fue trasladado desde la Capitanía del Puerto de Rosario el 22 de mayo de 1878, sin que ello implicara la transferencia de la responsabilidad de su custodia.

El traslado del procesado, al edificio de la Aduana, ha dado lugar que la mayoría de los trabajos históricos, en el que hacen referencia a la fuga de López Jordán, indican que “se fugó de la Aduana” dando a entender que este edificio se ocupaba normalmente como prisión y que dicha autoridad (la Aduana) tenía a su cargo al procesado de referencia, por lo que estimo, la presente investigación aclarará debidamente este punto de nuestra historia.

Volviendo al relato, seguiremos desentrañando la inédita documentación que ha sido consultada.

Edificio de la Capitanía de Puerto de Rosario donde se alojo primeramente al Gral Ricardo López Jordán (Foto: Andrés Rousseaux)

El traslado del detenido a la Aduana, llevó también al responsable de su cautiverio a solicitar por nota del 22 de mayo de 1878 al Capitán General de Puertos, la autorización para trasladar las oficinas y cuartel de la Capitanía, hecho que se concretó el 28 de mayo por autorización del Ministro de Guerra y Marina, quien el 24 envió un telegrama en ese sentido.

El otro detenido que se encontraba, también en el edificio de la Aduana, compañero de infortunio del entrerriano, Benicio González, fue puesto en libertad el 23 de mayo de 1878 por orden del ya nombrado Juez Dr. Fenelón Zuviría.

El peligro potencial que representaba el procesado, alojado en la Capitanía del Puerto de Rosario, que como hemos visto funcionaba en “los altos de la Aduana”, motivó no sólo reforzar la dotación normal del personal que como hemos dicho se incorporó el 1°de abril de 1878, con la finalidad de brindar seguridad al prisionero, sino también, se requirió armamento moderno, recibiéndose el 3 de julio doce carabinas Remington y 1000 tiros de bala.

El resto del año transcurrió sin novedades de importancia, con las rutinas propias de un puerto y una ciudad que iba creciendo, día a día favorecida por su privilegiada ubicación sobre la ribera del caudaloso Paraná.

A principios de 1879, la disminución del presupuesto para la Capitanía de Rosario, motivó la reducción de su personal en un oficial, dos guardianes (cabos) y cuatro marineros, lo que provocó reiterados pedidos del Capitán de Puertos para dejar sin efecto esta medida, argumentando que la misma afectaría los servicios propios de la Capitanía y de la custodia de López Jordán.

Para tener una idea del movimiento portuario, en la Memoria Anual de la Capitanía del Puerto Rosario, correspondiente al año 1878, se consigna el movimiento de buques entrados: 14 vapores de ultramar, 12 veleros de ultramar, 874 vapores de cabotaje y 1482 veleros de cabotaje.

La fuga

El año 1879, transcurría sin mayores novedades. El 3 de junio fue detenido en el puerto de Rosario el vapor nacional “Galileo”, del que se sospechaba llevaba contrabando de armas con destino a un movimiento revolucionario en el Paraguay. La búsqueda resultó infructuosa, pero los hechos posteriores ocurridos en el puerto de Corrientes, confirmaron la existencia de las armas.

En la mañana del 12 de agosto, una noticia sacudió a la ciudad y el telégrafo llevó la novedad a las principales capitales del país. Había fugado del edificio de la Aduana, donde se hallaba detenido, el general Ricardo López Jordán.

Para reconstruir el hecho en particular y sus entretelones nos remitimos a la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario.

Ese mismo día, por nota 369/1879, el Capitán de Puerto amplió información anticipada verbalmente al Juez de Sección Dr. Fenelón Zuviría, en el sentido que Ricardo López Jordán se había fugado el día anterior sin que se hubiera conseguido su captura a pesar de las medidas y diligencias tomadas.

Simultáneamente por nota 370/1879 se requirió la correspondiente autorización al Juez, para efectuar allanamientos en los siguientes lugares: casa particular de la familia de López Jordán; panadería “Perfeccionada”; casa de familia y barraca del Sr. Justo Sánchez; sindicado como cómplice de la fuga; casa del Sr. Guillermo Perkins y su establecimiento de campo en Roldan (Santa Fe); casa de Antonio Hernández, amigo del detenido, quien no desconocería los detalles de la fuga; casa de planta alta de la calle San Lorenzo, frente a la casa de familia de López Jordán, donde se halla establecido un tambo; casa de la familia de E. Gómez, en la calle Córdoba al lado de la imprenta de “El Independiente”.

Ricardo López Jordán

Entre los principales sospechosos de haber colaborado con la fuga, se encontraba un sujeto de origen entrerriano, de pera larga y lacio cabello, conocido como Pedro Romero (a) “Indio Pedro”, quien había servido a las órdenes de López Jordán en sus campañas revolucionarias y se había establecido en Rosario siguiendo a su Jefe en la prisión. Este sujeto fue detenido el 16 de agosto a orillas del Paraná por marineros de la Capitanía, en cumplimiento de directivas emanadas del Juez Federal.

Entre otras medidas adoptadas, en el pedido de captura que se le hacía al Jefe Político del Departamento Rosario D. Servando Bayo -con la salvedad que en caso de ser aprehendido debía ser entregado de inmediato a la Capitanía del Puerto, a disposición del Juez Federal- se transcribe la filiación del prófugo: …”Hombre de cincuenta y cinco años, aunque demostraba mayor edad, casi calvo, frente arrugada que sufre contracciones al hablar, boca y dientes grandes, teniendo el defecto de pronunciar la letra “a” con acentuación muy marcada, si como uno de los dientes le impidiera pronunciarla suave. Debe no tener barba y de tenerla, la lleva abierta, aunque no muy larga, ojos muy grandes y vivos, nariz regular, orejas un poco chicas y muy puntiagudas en la extremidad superior, siendo bastante separadas del cráneo, estatura regular, hombros y cuerpo fornido, aunque hoy esté delgado. Al hablar tiene costumbre de echar el sombrero para atrás.”

Pero de todos los documentos existentes sobre la fuga de López Jordán, uno de los más importantes es el informe detallado de los hechos que eleva el Capitán del Puerto de Rosario, como responsable de la custodia del preso al ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino. Roca.

Con respecto a la fuga, dice el referido documento: “…De los datos, informes, pesquisas y sumario, resulta como comprobado el hecho que el prófugo se evadió de su prisión, mediante la cooperación de su misma esposa, a la que se le había concedido permiso para que lo acompañase y curase de ciertas dolencias de que se quejaba y éste, vistiendo el traje de la misma, aprovechó para fugarse, engañando de esta manera al centinela que estaba en la puerta de la prisión.”

“…También, arrojan vehementes sospechas que su fuga una vez en la calle, haya sido protegida por un individuo llamado Pedro Romero (a) “El Indio”, pues éste fue oficial del mismo López Jordán y desapareció de la localidad, casi al mismo tiempo que el preso.”

“…Por otra parte no existe ni la más remota sospecha contra ninguno de los individuos que formaban la guardia, de que ellos hayan podido proteger la fuga del preso, así lo ha constatado también, el Señor Juez Federal, ordenando fueran todos ellos puestos en libertad.”

No obstante lo expresado en el último párrafo del informe del Capitán Gazzana, en primera instancia, conocida la fuga del preso, el Juez ordenó procesar o instruir sumario a todo el personal integrante de la guardia en la noche del 11 al 12 de agosto, para determinar sus responsabilidades.

El Capitán del Puerto, debió viajar a la ciudad de Buenos Aires el 23 de agosto para informar personalmente de la fuga al Presidente de la Nación, al Ministro de Guerra y Marina y al Capitán General de Puertos, quedando a cargo de la Capitanía, el Ayudante Emilio B. Moreno, según surge de una nota de esa fecha.

La fuga del general López Jordán, sacudió la vida política del país ante la posibilidad que volvieran a alzarse en armas contra las autoridades nacionales, pero no fue así.

Lograda su fuga buscó asilo político en la República Oriental del Uruguay; de ahí las sospechas que se fugara utilizando alguna embarcación desde el puerto de Rosario, que lo llevó hasta la República Oriental del Uruguay, donde permaneció varios años  hasta que se acogió al indulto del presidente de la Nación Dr. Miguel Juárez Celman.

Regresó a la Argentina y fijó su domicilio en la ciudad de Buenos Aires, donde fue asesinado el 22 de junio de 1889, cuando paseaba por la calle Florida, por el joven Aurelio Casas, hijo del comandante Rufino Casas, a quien López Jordán había mandado degollar en oportunidad de la revolución del año 1873, colgando su cabeza de un árbol.

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Investigación y texto: Andrés Rousseaux, sobre documentación inédita del archivo de la ex Capitanía de Puerto de Rosario, hoy Prefectura Rosario.

 

Casona de don Pedro Busquets (Actual Sede de Río Uruguay Seguros)

A la derecha de la foto se puede ver parte de la casona de Pedro Busquets (Foto: Andrés Rousseaux)

Dentro del “casco histórico de Concepción del Uruguay”, comprendido entre las actuales calle 14 de julio por el oeste; Rocamora por el norte, 9 de Julio al sur y Congreso de Tucumán al este, se levantaba una antigua casona, de estilo italiano, de dos plantas, que fuera  hace unos años con destino a las oficinas de “Rio Uruguay Cooperativa de Seguros”, la que tiene una relevante importancia, desde el punto de vista histórico de nuestra ciudad, al haber nacido en ella, el segundo Uruguayense, después del Gral Justo José de Urquiza en alcanzar la primera magistratura de de la Nación, nos referimos al General Agustín Pedro Justo 

Los orígenes de este edificio, se remontan al siglo XIX. En el primer plano catastral y de nomenclatura de las calles de la Ciudad de Concepción del Uruguay, mandado a levantar por su comandante militar, el entonces Coronel Ricardo López Jordán en el año 1850, no se consigna edificación alguna en la esquina de las calles Paraná (hoy Congreso de Tucumán) y De la Representación ó Representación (actual 9 de Julio).

Sobre la calle Paraná, hacia la actual calle Galarza, en el solar contiguo al investigado-se encontraba una edificación propiedad de D. Pedro Busquets, que acorde el historiador local Oscar Fernando Urquiza Almandóz, fue cedido por su dueño al General Urquiza, para que funcione el Colegio del Uruguay, mientras se terminaba su edificio.

En el plano, levantado por el Señor Augusto Picont en el año 1853, tampoco se menciona edificación alguna.

Por pedido del Gral Justo José de Urquiza, el agrimensor D. Juan Leo, aproximadamente entre los años 1867/1868, levanta un plano de “Proyecto de Urbanización de la Ciudad Capital”, en el que se puede apreciar que el solar de la esquina de las calles De la Representación (9 de Julio) y Paraná (Congreso de Tucumán) se encuentra, todavía, “sin edificar”.

 

Propiedad de Don Pedro Busquets

Pedro Busquets fue un concepcionero por opción, catalán de nacimiento, que tuvo una destaca actuación militar y política en la historia de nuestra ciudad.

Al producirse la invasión de las fuerzas comandadas por los Generales Hornos y Madariaga, el 21 de noviembre de 1852, con el objetivo de hacer fracasar el Congreso Constituyente de Santa Fe, al Capitán de Milicias entrerrianas Pedro Busquets, se le encomendó la defensa del sector norte y este del perímetro defensivo levantado, tomando como centro a la Plaza General Ramirez.

Bajo sus órdenes directa, tuvo el “Cantón de la Antigua Aduana” (hoy sede del Rectorado de la UNER) y además los cantones de la casa de Francisco Latorre (hoy Hogar Remedios Escalada de San Martín) y el establecido en la casa de la familia Calvento (actual Museo Casa Delio Panizza)

La crónica del combate dice:.. “el enemigo logró llegar a sólo dos cuadras de la plaza Ramirez, pero los tres cantones a órdenes del Capitán Busquets sostuvieron las posiciones con bizarría imperturbable al violento ataque que por allí trajo el enemigo, rechazándolo con pérdidas considerables…”

El Capitán Busquets, participó activamente en distintas actividades de la vida de la ciudad y posteriormente en las revoluciones jordanistas de los años 1870, 1873 y 1876 manteniéndose leal a los principios del Gral Urquiza, combatiendo al lado de las fuerzas nacionales.

En fecha sin precisar, anterior al año 1873, Pedro Busquets que había contraído matrimonio con Doña Juana Llambi, adquiere el solar (1/4 de manzana de 40 x 40 varas de lado), contiguo al que ya poseía, en a esquina de las calles Paraná (Congreso de Tucumán) y Representación (9 de Julio) a Antonio Palomares antiguo residente.

En el mismo, entre los años 1868 y 1873, manda a construir una casa de alto, para su residencia particular, que constaba originalmente, de nueve habitaciones, salón de negocios en la esquina, dos cocinas y dos baños y depósito, construida de ladrillos, asentados en barro, cielorrasos de lienzo, etc.

El año de construcción se infiere, en razón que al levantarse el plano de la defensa de la ciudad, en noviembre de 1873 por orden del 2do jefe de las fuerzas nacionales acantonadas en la ciudad, Coronel José Garmendia, tarea que estuvo a cargo de “delineador municipal” Victorio Guzmán, se consigna en “el solar de los Busquets”- como se lo conocía en la jerga popular – el “cantón de defensa Nº 4” y se refiere “Casa de alto con techo de tejas” tal como era el edificio, antes de las reformas.

La familia Justo en concepción del Uruguay

Dr. Agustín Pedro Justo

El Dr. Agustín Pedro Justo, nació en la ciudad de Corrientes el 2 de septiembre de 1841,  donde cursos sus estudios, graduándose de abogado en Buenos Aires. Instalado en su provincia natal, tuvo una destacada vida pública y política, militando en el partido liberal y en la logia masónica “Primera Argentina”.

El 25 de diciembre de 187, asume como Gobernador de la provincia de Corrientes, reemplazando a Santiago Baibene, pero la lucha por el poder dentro del mismo partido liberal y el estado anárquico de la provincia, motiva que sea depuesto por un movimiento sedicioso encabezado por el Inspector General de Armas Coronel Desiderio Sosa, el 9 de enero de 1872, obligándolo, junto a su familia, a emigrar a la provincia de Entre Ríos, instalándose en su capital, en ése entonces, Concepción del Uruguay.

El Gobernador de la Provincia, Leónidas Echagüe, por decreto de fecha 14 de agosto de 1873 nombra al Dr. Justo Juez del Crimen de la primera circunscripción, cargo que desempeñó con honestidad y solvencia profesional por varios años.

La tradicional oral, antecedentes de destacados historiadores locales y circunstancias documentadas nos llevan a ubicar a la familia del Dr. Justo viviendo en la casona de la familia Busquets, de la esquina de las calles “De la Representación (9 de Julio) y “Paraná”(Congreso de Tucumán)

En ésas circunstancias, el 26 de febrero de 1876 nace el niño Agustín Pedro Justo recibiendo su bautismo en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de nuestra ciudad, el 1º de agosto del mismo año.

La familia reside varios años en nuestra ciudad, trasladándose en fecha sin precisar, a Buenos Aires y posteriormente a San Nicolás de los Arroyos (Prov de Bs As) donde el Dr. Justo es designado “Juez de Sección” (juez federal) donde fallece en el año 1896.

El General Agustín P. Justo, se postula para presidente en las elecciones de noviembre de 1931, por la “concordancia”, logrando obtener los votos necesarios para asumir la primera magistratura del país en un acto eleccionario signado por el fraude. De esta manera el Gral Agustín Pedro Justo (h) es el segundo “concepcionero” en ocupar la presidencia de la  Nación, luego del general Urquiza.

Justo, Fallece en Buenos Aires el 11 de enero de 1943 de un demarre cerebral.

 

El destino de la casona de la familia Busquets

Fallecido Pedro Busquets, la propiedad pasa a manos de su esposa Juana Llambi, viuda de Busquets y sus hijos representados por Ramón Bergará, en su condición de únicos y legítimos herederos.

Estos, la vende el 24 de noviembre de 1906 a Manuel Cepeda incluyendo “casa, terreno con todo lo plantado y anexos edificados”. El 30 de octubre de 1947, el Juez de 1º Instancia en lo Comercial y Civil de Concepción del Uruguay adjudica como única y universal heredera de la propiedad investigada a la Señora Paulina Cassarini de Cepeda. La Sra. Cassarini Viuda de Cepeda, el 18 de noviembre de 1947, ante el Escribano Ángel Dieci, vende la propiedad y terreno, de la esquina de las calles 9 de Julio y Congreso de Tucumán a la Sociedad Comercial Colectiva Cortiñas y Cía.

La Sociedad “Cortiñas Y Cía.” a su vez, la vende a uno de sus socios, Leoncio José Cortiñas el 20 de junio de 1952 interviniendo el mismo Escribano anteriormente referido. Con la intervención del Escribano Carlos Alberto Fraga, el Sr Cortiñas, vende la propiedad, el 5 de marzo de 1963,a la firma Dominutti Hnos. Sociedad Colectiva. Esta firma, la enajena el 23 de septiembre de 1965, a favor de la Sociedad Provet S.A.C.I.F.A con la intervención del Escribano Fraga.

 

Propiedad de “Rio Uruguay Cooperativa de Seguros Limitada”

El 27 de marzo de 1967, la antigua casona de la familia Busquets, es adquirida a la Sociedad Provet S.A.C.I.F.A por la pujante “Río Uruguay Cooperativa de Seguros Limitada” representa en el acto por su Escribano Lorenzo Gaggino, interviniendo en el acto notarial el Escribano Carlos Alberto Fraga.

Al edificio, se le efectúan importantes reparaciones y modificaciones para adaptarlo a las necesidades de la Cooperativa de Seguros, siendo inaugurado el 29 de septiembre de 1967, coincidente con la Asamblea General Ordinaria de socios, correspondiente a ése año.

En el año 1978, el edificio es sometido a nuevas modificaciones, acorde planos aprobados por la municipalidad local en el expediente Nº 339.844. A fines del año 2000, el ingreso al edificio, sobre calle Congreso de Tucumán, es remodelado, permitiendo un acceso independiente a la planta alta, sede de las autoridades de la cooperativa.

No obstante las refacciones efectuadas, la antigua casona sus paredes, han sido testigos de importantes hechos históricos de nuestra ciudad y aún del país.

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Artículo de Andrés René Rousseaux del libro “Edificios con historia” Tomo II.

 

 

 

Traslado de los restos de los padres del Gral. Urquiza a la Basílica

Foto de 1875. Asi se debió ver la Basílica cuando Urquiza repatrio los restos de sus padres y hermanos

En el año 1860, el Gral. Justo José de Urquiza, vivía momentos venturosos en su vida privada, ya que culminaba un momento político, cuya idea la había desarrollado por muchos años. Terminaba su periodo como Presidente de la Confederación Argentina y comenzaba otro periodo como Gobernador de la provincia de Entre Ríos.

A esto le sumamos la reconciliación de la capital con las provincias. Todo esto hace que llevara a cabo un gran deseo que tenía desde hacía mucho tiempo. El traslado de sus padres fallecidos en Buenos Aires y enterrados en el cementerio de la Recoleta, a nuestra ciudad. Así los tendría cerca y les rendiría culto, como hombre de fe que era.

Es así, que designa al canónigo Avelino Piñeiro, para preparar el traslado.

Una versión de los preparativos del acto lo da Manuel Taurel (encargado de los negocios del Gral. Urquiza en Buenos Aires) y decía que el Sr. Piñeiro no se fijaba en gastos, que ha repartido 33.000 pesos m/c en limosnas.

El acompañamiento estuvo formado por más de 150 carruajes, todo de gran duelo. Las cofradías y templos estarán de duelo.

Cuenta también que en la Bolsa de Comercio, en una mesa de duelo hizo colocar las cartas de invitación al acto. De 240 invitaciones, solo habían quedado 60 sin retirar, lo que hacía suponer que asistirían muchas personas al acto y destacaba lo importante que era Urquiza. Tal es así que el Dr. Vélez Sarsfield, al preguntarle si asistiría, comento que no había recibido invitación, pero que iría gustoso al acompañamiento de la familia Urquiza.

El 2 de mayo de 1860, se llevó a cabo la inhumación de los restos mortales de Josef de Urquiza, fallecido en 1829, de Cándida García, fallecida en 1844, y de dos hermanos Juan José, fallecido en 1855 y Ana, fallecida en el año 1827.

El acta fue firmada por varios testigos entre los que se encontraban sacerdotes, generales y el administrador del cementerio.

Ese mismo día  fueron trasladados los cuerpos, al puerto de Buenos Aires, siendo uno de los espectáculos más imponentes del Siglo XIX.

Cada urna, trabajada en madera por los tallistas españoles Crusellas y García, colocadas en coche fúnebre tirado por seis caballos, ataviados con los ornamentos fúnebres, en número de cuatro, cada uno para cada despojo. Lo acompañaban carruajes cubiertos de paño negro, otros descubiertos, con lacayos de etiqueta y más de cien coches de acompañamiento.

Al llegar al puerto, se usaron cuatro balleneras y otras seis de acompañamiento, enlutadas, para trasladar los restos al vapor “11 de noviembre”. El cual traería hasta nuestro puerto la familia Urquiza y a quienes los acompañaban.

Luego de la construcción del mausoleo, en 1967, dentro de la base que sostiene el ataúd de Urquiza se encuentran los restos de sus padres y hermanos (Foto: Jorge Duarte)

El 5 de mayo llegan al puerto de Concepción del Uruguay, que se encontraba en lo que hoy es el balneario Itapé, y son trasladados a la Basílica de la Inmaculada Concepción.

Paralelamente a este traslado, Urquiza había ordenado el traslado de los restos de Cipriano de Urquiza, hermano, asesinado en 1844, en la ciudad de Nogoyá, siendo gobernador delegado.

Es así, que el mismo Gral. Urquiza, recibe los restos mortales de su familia y expresa un sentido discurso hacia la personalidad de sus padres y valores que le inculcaron. Y lo mismo hizo al recordar a su hermano Cipriano, a quien admiró de muy joven y a quien guio en su ideario político.

Lo recibió diciendo: “El dolor de tu perdida no ha turbado jamás mis propósitos de fusión política. Rogad desde la diestra de Dios, donde están los mártires de la patria, porque no vuelvan sobre ella jamás los tiempos de calamidad y de sangre en que tú, como tantos pereciste”.

Luego del responso de Urquiza se rezó un funeral dando por terminado el acto.

Hoy los restos de sus padres y hermanos descansan en una urna ubicada dentro del pedestal que corona el ataúd del General Urquiza y su hermano Cipriano, se encuentra en el panteón del Dr. Ruiz Moreno en el cementerio local.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Macchi, Manuel “Urquiza y el Catolicismo”, 1969

 

La Sociedad Francesa de Socorros Mutuos de Concepción del Uruguay

La familia Maury hacia 1879

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, comenzaron a radicarse en Concepción Uruguay y en la Colonia San José, una considerable cantidad de inmigrantes de origen francés, la que se incrementa a partir de 1874 al crear la viuda del General Urquiza Doña Dolores Costa de Urquiza la Colonia “San Justo” en terrenos aledaños al Palacio “San José”.

La gran mayoría de ellos, se dedicaron a la agricultura, al comercio en diversos ramos como también los hubo profesionales como Alejo Peyret y el Dr. Martín Francisco Reibel.

Alejo Peyret, primer presidente de la Sociedad Francesa de C. del Uruguay

La colectividad francesa, recordando su terruño, tenía por costumbre reunirse los 14 de Julio de cada año a celebrar la Fiesta Nacional de Francia (La Toma de la Bastilla) realizando actos recordatorios que por lo general terminaban en una comida de camaradería, utilizando en algunas ocasiones las instalaciones de la chacra, cercana a la ciudad “El Refugio” propiedad del connacional Pedro Suilar.

Para el año 1880, la colonia francesa se había incrementado notablemente en la ciudad y el departamento. Es en ése año, que al celebrarse el “14 de Julio”, al término del banquete realizado, el Sr. Próspero Maury, propuso la creación de una “Sociedad de Socorros Mutuos” con el propósito de ayudarse mutuamente los franceses, sus familias y descendientes en el futuro.

La idea inmediatamente tomó cuerpo, y el 23 del mismo mes y año alrededor de cuarenta franceses se reunieron y discutieron los estatutos presentados por el Sr Alejo Peyret, a quién se le había encomendado su redacción y había sido designado presidente “ad-hoc”.

Para el 28 de agosto de 1880, se habían inscriptos veintitrés socios quienes  nombraron presidente a Alejo Peyret, vice-presidente A. Hiriart, tesorero a Próspero Maury y secretario a P Leduc, comisión que tenía por finalidad “organizar definitivamente la sociedad de socorros mutuos”.

El 17 de diciembre de 1882, se procede a nombrar la “Comisión Directiva Oficial y definitiva”: presidida por  Próspero Maury, vice-presidente A Hiriart, secretario P. Leduc, pro-secretario J. B. Etcheverry y tesorero L. Maury. Por unanimidad de votos es elegido “presidente honorario” Alejo Peyret.

La sociedad continúo creciendo hasta el año 1910, que llegara a tener alrededor de sesenta socios, comenzando a partir de ése año una franca declinación que la llevó prácticamente a su extinción para el año 1920, existiendo “solamente de nombre”.

Es justamente en el mes de agosto de 1920,  que un entusiasta grupo de franceses de la “vieja guardia” y sus descendientes, encabezados por Juan Leo y Pedro Suilar, inician una conscripción de nuevos socios y “reagrupar” a los que con anterioridad había estado ligado a la sociedad de una u otra forma.

Dr. Martin Reibel

El 15 de agosto de 1920, bajo la presidencia provisoria de Juan Leo (agente consultar de Francia) se procedió a reorganizar la sociedad.

En la asamblea realizada el 31 de octubre del mismo año, es nombrado “presidente honorario” a Juan Leo y presidente titular al ingeniero  Roberto Dubouq que trabajaba en el “Ministerio” (MOP).

Por gestiones de la comisión de la sociedad, ante la municipalidad local se obtiene la sanción de la Ordenanza Nº 595/1924 por la cual se cambia el nombre de la calle “América” desde 9 de Julio al norte, por el de “14 de Julio” en homenaje a la “Fiestas Nacional de Francia” lo que se concreta en una ceremonia realizada ése año.

A partir de allí la “Sociedad Francesa de Socorros Mutuos Del Uruguay” (por concepción del) a través de los años, hasta nuestros días se ha mantenido prestando importante ayuda social a sus socios para asistencia médica, farmacia y a partir del año 1934 la disponibilidad para sus socios, del hermoso “Panteón de la Sociedad Francesa” en el cementerio local.

Complementando la obra de la sociedad y por gestiones que hiciera el presidente de ésa circunstancias y agente consular de Francia desde el año 1938 en nuestra Ciudad,  Samuel Hassam, el 7 de abril de 1947 se inaugura la “Alianza Francesa filial Concepción Del Uruguay” con el fin de la difusión de la cultura francesa en todos sus aspectos y la enseñanza del idioma francés iniciándose las clases al día siguiente

La actividad de la Sociedad Francesa y de la Alianza Francesa, que si bien, ambas instituciones no tienen ningún tipo de vinculación orgánica, mantienen el mismo objetivo de mantener presente el “Espíritu de Francia” en nuestro medio.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Andrés Rousseaux

 

Ana Teresa Fabani

Monumento que recuerda a Ana Teresa Fabani en el Bulevar Yrigoyen
 
Este año, el pasado 21 de junio, se han cumplido 70 años de su paso a la inmortalidad.
 
Abocados a recordar la historia de nuestra ciudad y de los personajes que hicieron historia, nos llevó a visitar a la señora Escribana Pública Teresita Rivero, quien en una amena charla en general del tiempo vivido, llegamos a los años de Teresa Fabani.
 
Teresa Fabani (Foto: Gentileza Teresita Rivera)

Teresa Fabani, prima de nuestra anfitriona, nació en Concepción del Uruguay, el 6 de marzo de 1922. Hija de una tradicional familia uruguayense. Vivió con sus padres, frente a Plaza Francisco Ramírez (actual casa de familia Bovino).

 
Estudio en la Escuela Normal, “Mariano Moreno”, de la que egreso en 1939. En el año 1946, se estableció en Buenos Aires, relacionándose con numerosas personas dedicadas a la literatura y poesía. Sus trabajos fueron publicados en los diarios, La Calle, Clarín y La Nación.
 
Tiempo después, se trasladó a la provincia de Córdoba, Cerro de las Rosas, buscando una recuperación de su enfermedad que la acompañaba desde su adolescencia y que la llevo a su muerte, cuando contaba tan solo con 27 años. (21 de junio de 1949).
 
Decía de ella, la señora Domitila Rodríguez de Papetti, en un artículo de la revista Ser:
“Debo decir, que conocí a Ana Teresa Fabani, en los lejanos días de mi infancia. Tratarla, conocerla, a pesar de mis pocos años fue un deslumbramiento frente a la artista, que a esa edad nos parece inaccesible. La última vez que la vi fue en casa de sus padres, frente a la plaza de Concepción del Uruguay, la tierra natal, su primer ámbito y en donde seguramente nuestras pisadas se han confundido por las calles.
“La recuerdo sentada junto a la lámpara que iluminaba sus manos blanquecinas, extendidas a lo largo de su falda en un gesto de coquetería. El cuerpo espigado, tenía aire liviano, daba la impresión que no pesara.
“Lucia cierta sonrisa triste, paradójicamente aniñada. En ella estaba el otro y la lejanía, la rubia cabellera, la mirada clara de valkiria, empañada ya por los fulgores de la fiebre.”
 
Beba Galotto decía de ella: “la hermosa vecina que fue su ideal adolescente por su belleza y su exquisitez espiritual.
“Sus cabellos dorados y sus ojos verdes han sido perpetuados como así también el peso de su enfermedad, aunque esto nunca doblego su comportamiento social e intelectual, su porte y su distinción siguieron siendo fascinantes”.
 
Que más decir de ella, su obra, que ha perdurado hasta nuestros días se centró en la poesía donde dejaba entrever el dolor, la soledad, la angustia, la agonía y por supuesto la muerte. Seguramente porque sabía que su vida sería demasiado corta.
Publico un único libro poemario titulado “Nada Tiene Nombre” y una novela póstuma “Mi Hogar de niebla”, que está inspirada y refleja su vida en el sanatorio de la provincia de Córdoba, el que escribió y corrigió cuando su enfermedad se lo permitía Fue impresa un año después de su fallecimiento.
 
Panteón de la familia Alzamora-Rivera, dónde descansan los restos de Ana T. Fabani

Murió el 21 de junio de 1949, sus restos fueron trasladados a nuestra ciudad y depositados en el Cementerio Municipal. Hoy descansan en el panteón de la familia Alzamora-Rivero, sin que haya en ese sepulcro, nada que así lo indique.

 
Dicen que al llevarse el traslado de sus restos desde la provincia de Córdoba, la marcha del cortejo, se vio interrumpida a causa de la intensa neblina existente en el camino.
La señora Laura Ceretti de Erpen, le rinde homenaje con un poema que transcribimos
“Prefiero imaginarte sin niebla / Pensar que el sol la vence y la posterga / Que todo ya paso, que no has partido / Que una noche de luna con estrellas / Te abre los brazos para que te entregues / Y vivas el amor, con esperanza”.
 
En nuestra ciudad se le rinde homenaje con un monumento en Bulevar Hipólito Yrigoyen, en la plazoleta ubicada en la intersección con la calle Combatientes de Malvinas (frente a las canchas de tenis del club Rocamora) curiosamente, está emplazado en la plazoleta de enfrente a la que lleva su nombre, a la que le es impuesto ese nombre por medio del Dec. 6.444 del año 1979. El monumento es obra del escultor Juan Carlos Ferrero.
 
Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Vanzini, Regina Suárez de, “Evocaciones” (1975) y Diario La Prensa, 7 de marzo de 2019. Testimonios y fotos brindados por la señora Teresita Rivero

Aldo Ferrer, “El cantor de tangos”

El “Cantor” y el periodista Luis Puchulu

Otro de los personajes que pasaron por la vida de nuestra ciudad. Como todos tenía, algo en común, “vivir en libertad”. Si, libre, sin molestar a nadie, sin faltar el respeto, siempre en un mundo de recuerdos, que solo el conocía.

Se llamaba Aldo Ferrer. Nunca se supo bien de donde vino. Algunos decían que era de Azul, otros de Tandil. Seguramente era de la provincia de Buenos Aires.

La incógnita era: como llega a Concepción del Uruguay? – en un reportaje que le hace el recordado periodista Juan Puchulu, le cuenta que en la ciudad de Mar del Plata se había hecho un concurso de cantores de tango. Se habían presentado alrededor de cien artistas, los que iban siendo seleccionados. El que participo, había quedado entre los diez mejores.

En esos tiempos se relaciona con un representante artístico, quien le da una guitarra y salen a cantar por las provincias de nuestro país.

Un día llega a la ciudad de Rosario del Tala, donde después de la actuación y camino a un nuevo escenario, el auto que lo trasladaba sufre un vuelco.

Fallece uno de los integrantes y los demás son trasladados a nuestro hospital. Al irse recuperando fueron dándoles de alta y cada uno regreso a su lugar de origen.

Aldo, fue el último en dejar el hospital. Es ahí cuando le entregan junto con el alta, su ropa. Este pregunta donde es el centro. Le indican y es así que al llegar a Plaza Gral. Ramírez, se enamora del lugar y lo hace suyo.

Si por que decidió vivir en la plaza, naciendo un nuevo personaje de la ciudad, “El Cantor”.

Dormía en un banco de la plaza, comía de lo que le daban, pero nunca le faltaba la cajita de vino. Cantaba y cantaba tangos de ahí su apodo lugareño.

Tenía un recorrido habitual, Balneario Itape, Plaza Gral. Ramírez y Terminal de Ómnibus, el quiosco 24 Horas.

Cantaba para todos los que querían escucharlo, claro siempre a cambio de algo. Al principio vestía de traje y hasta tenia zapatos de charol.

Fue una muy buena persona, en el día que los periodistas locales hacían la Campaña del Juguete, el los acompañaba.

Ese hombre educado, caballero, que cantaba tangos, tenía recuerdos que solo su alma y su mente se lo recordaba. Es por eso que se acompañaba con el vino. Vino que lo llevo a la muerte.

Muchas veces fue internado en el Hospital Urquiza, para su recuperación y un 8 de julio de 2008, sintiéndose mejor se escapa del centro asistencial a la plaza, su lugar en el mundo y ahí muere.

Es difícil pasar por la plaza Gral. Ramírez y no recordar aquel señor, que seguramente fue un profesional de la música, de voz grave y sedosa, que expresaba hasta con gestos, el tango.

Seguramente muchos lo recordaran. Va nuestro reconocimiento a otros de los personajes que también hacen a la historia de Concepción del Uruguay.

Texto: Civetta, Virginia/Ratto, Carlos. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”

Ver documental completo: https://www.youtube.com/watch?v=5MHw6cBYXFY&t=25s

 

El Palacio Bengochea.

Palacio Bengochea en la actualidad (Foto: Carlos Ratto)

El Palacio Bengochea.

Leandro Além N° 70 y 76 (ex calles Parana-Florida) entre San Martín y Alberdi

Antecedentes
En la distribución de los primeros 130 solares, (en algunos documentos 133) de la Villa de Concepción Del Uruguay, realizada al dejar organizada la planta urbana por parte de Don Tomás de Rocamora, y acorde el informe de fecha 25 de junio de 1783, fecha que se ha tomado como de fundación de la ciudad, elevado al Virrey Vértiz, se dejaron reservados solares con destino a los edificios públicos y otros sin ser asignados, quedaron a disposición del Cabildo, para futuros pobladores.
Cada manzana, en que fuera divida la ciudad, estaba a su vez compuesta de cuarto solares de aproximadamente 40 x 40 varas (34,75 x 34,75 m.) es decir un “cuadrado de un cuarto de manzana”, como se lo denominaba.

En oportunidad, de la asignación de los nombres, a las calles de de la ciudad, por orden del Comandante Militar de la misma, Teniente Coronel Ricardo López Jordán, en 1856, a la actual calle Além, se le impone el de Paraná, en toda su extensión (no cambiaban el nombre en la calle de “La Representación”, hoy 9 de Julio). El 9 de Octubre de 1876 la calle principal de la ciudad de  “La Representación” o “Representación”, cambio su nombre por el de “9 de Julio” y se dispone que las calles, que corren de norte a sur, al llegar a ésta, cambien de nombre.

La calle Paraná, hacia el norte de 9 de Julio, mantiene su anterior y hacia el sur, pasa a llamarse Florida.

El primer antecedente, que se ha podido obtener hasta este momento, del solar, en que posteriormente se edificará el “Palacio Bengochea” es la venta con “pacto de retroventa” (hipoteca) celebrado el 21 de agosto de 1877 entre el propietario del predio y finca existente (de lo que se infiere que existía una construcción en el mismo) Domingo Aranguren que enajena a favor de Cristóbal Sarlot, su propiedad situada a dos cuadras al oeste de la plaza principal (se refiere a la Plaza Gral. Ramírez) y media cuadra hacia el sur, interviniendo el escribano local Eugenio Casanave, pudiendo disponer del inmueble, a los tres meses, a partir de esa fecha, en caso de no levantar la deuda contraída. La escritura es inscripta por el escribano Benito E. Pérez el 17 de diciembre de 1877.

Al vencimiento del plazo pactado, la propiedad pasó definitivamente a favor del Sr Aranguren.
El 23 de enero de 1905,se instala en Concepción del Uruguay el reconocido cirujano dentista Francisco Bengochea, con consultorio en calle España (actual) sin especificar el número.

Al fallecer Cristóbal Sarlot hereda la propiedad su Sra. Rosa Torrat de Sarlot, domiciliada en la ciudad de Fray Bentos (ROU) que le corresponde por ser única y universal heredera de su esposo acorde auto expedido eI11 de septiembre de 1906 por el juez en Io Civil y Comercial de nuestra ciudad Dr. Bartolomé García.
La Sra. Sarlot, el 9 de octubre del mismo año, vende la propiedad a Juan Puchulu. A los pocos días, el 26 de octubre de 1906, el Sr Puchulu vende la propiedad de la calle Florida (Além), entre San Martín y Entre Ríos (Alberdi), que mide 17,32 m. de frente por 34,74 m. de fondo (prácticamente 1/4 de solar) a José Scappatura.

El predio es transferido, en donación por José Scappatura, a su hermana Cecilia Scappatura el 28 de diciembre de 1906 ante el escribano Francisco Martoq.
La donación que hace el Sr. Scappatura a su hermana es debido y así lo expresa en la correspondiente escritura “por los innumerables servicios que su hermana le ha prestado al haber atendido con esmero y empeño en sus distintas enfermedades, proporciónale recursos de dinero, considerando que la donación equivale a los servicios que ha recibido…”

La Sra. Cecilia Scappatura de Bengochea aceptó la donación con la venta de su esposo Dr. Francisco R. Bengochea.”

El Palacio Bengochea

Palacio Bengochea en la actualidad (Foto: Carlos Ratto)

En el año 1908, el Dr. Bengochea toma la decisión de construir en el predio de referencia, una mansión para la familia y además instalar su consultorio.
El proyecto preveía un edificio de dos plantas, con todos los adelantos de la poca, incluido un ascensor, siendo el primer edificio de la ciudad que dispuso de este servicio.
La obra se la encomendó al reconocido ingeniero local Naeder. En su construcción se utilizaría en nuevo material conocido como «silice calcarie» producido por la fabrica local de los Srs. Naeder (el referido ingeniero) y Wistcher, de esta manera
se expondría al público la bondades de este material.

La municipalidad de Concepción del Uruguay por Ordenanza de fecha 6 de julio de 1908 se dispone el cambio de nombre de la calle Florida por Leandro Além que a la fecha mantiene.

Con el fin de ampliar, el edificio proyectado, el Dr. Bengochea adquiere el terreno ubicado al sur de su propiedad, sobre calle Além al Sr. Fernando Lupi.
El 19 de septiembre de 1908, se inician las obras del Palacio Bengochea bajo la dirección del Ingeniero Naeder abriéndose los cimientos y se procede al nivelado del terreno.

Los trabajos de construcción de la mansión llevaron varios años, por causas que
no se han podido establecer, presumiblemente de orden económico, dado que al terminarse el edificio su costo sobrepasó el presupuesto original.

En septiembre de 1915 se inaugura el edificio, hoy conocido como Palacio Bengochea en homenaje a quien fuera su mentor y donde fija su domicilio la familia Bengochea-Scappatura y la clínica dental de su propietario.

La mansión consta de tres plantas, 20 habitaciones principales, cuatro habitaciones auxiliares o de servicios, hall o vestíbulos en sus respectivas plantas, cuatro baños, dos cocinas (una en planta baja y otra en la planta alta), amplio sótano, garaje y servicio de ascensores.

A los pocos años, su propietario, el Dr. Francisco Bengochea, fallece y su esposa Cecilia Scappatura de Bengochea, vende el 25 de septiembre de 1924 el edificio a Don Leopoldo Cabral acorde escritura pública ante el escribano Bernardo Erpen.

El 8 de agosto De 1939 Leopoldo Cabral vende la propiedad al Dr.  Antonio Berrondo de acuerdo a los términos de la escritura pasada ante el escribano Wenceslao Gadea.

Palacio Bengochea en la actualidad (Foto: Carlos Ratto)

Es nuevamente vendido el 22 de junio de 1944, por el Dr. Berrondo Lucio José Macedo (que fuera vicerrector del Colegio Nacional Justo José de Urquiza y Rector de la Escuela Normal Mariano Moreno) y a su esposa Ángela Inés Frioni de Macedo, interviniendo el escribano Wenceslao Gadea.

Sus propietarios Macedo y Sra. el 9 de noviembre de 1964 someten al edificio al Régimen de Propiedad Horizontal Ley 13.512 bajo la denominación de Consorcio Propietarios Edificio Além N° 68-70 y 76 de la ciudad de C. del Uruguay,  interviniendo la escribana nacional de la ciudad de Paraná Judith Fruman de Kaufman.
De ésta manera el edificio original se divide en dos unidades habitacionales: Departamento A de 431.96 m² y departamento B de 139,22 m².

Los dos departamentos de la propiedad horizontal son destinados a viviendas y ejercicios de profesión, oficinas o trabajos de sus moradores. En septiembre 1969, fallece en Paraná, donde residía José Lucio Macedo, adjudicándose la propiedad en el juicio sucesorio a su esposa Angela Inés Francisca Frioni viuda de Macedo y a su hija María Inés Macedo de Borini cuya hijuela es inscripta el 7 de marzo de 1977. Posteriormente en la década de 1980 el Palacio Bengochea dividido en dos unidades, son vendidas por la familia Macedo.

El departamento A de mayor superficie a un grupo de profesionales de nuestra ciudad, donde establecen sus respectivos estudios. El departamento B es adquirido por el Sr. Alberto Carlos Stella para vivienda particular.

Hoy el Palacio Bengochea es un exponente de la “Belle Époque” de Concepción del Uruguay, en que se construyeron magníficos edificios públicos, como los de los Bancos Italia, y del Río De La Plata, de La Nación y el Agrícola, Comercial E Inmobiliario Del Uruguay, Palacio de Los Tribunales y señoriales residencias particulares, como las mansiones de las familias Jorge, Corbella y de la Sra. Sagastume de Chiloteguy entre otras.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto extraído de: Rousseaux, Andrés, “El Palacio Bengochea” del libro “Concepción del Uruguay, edificios con historia”, Tomo I

 

 

Monumento al General Francisco Ramírez

Vieja Escuela Normal ya reformada y con el monumento a Ramírez. (Foto: Mario Morasán)

El día 13 de marzo de 1955  fue emplazado el pedestal y busto del Gral. Ramírez en la esquina de las calles Gral. Galarza y Supremo Entrerriano.

El busto es de bronce, obra del escultor Antonio Sassone, y esta sobre un artístico pedestal construido en mampostería, perpetuando al heroico caudillo y su obra.

El acto de inauguración se inicia con una semblanza del prócer, dada por el secretario de la Comisión Municipal de Cultura, Señor Ismael Alí Brouchoud luego, un toque de queda, anunció el momento en que se procedía a descubrir el busto. Tarea que estuvo a cargo del Señor Intendente Municipal Don. Carlos María Scelzi y el Sr. Miguel Ángel Lara, en representación del Presidente del Instituto Entrerriano de Estudios Ramiriano, y del Ministro de Educación de la Provincia Señor José María Nadal.

Vista general del monumento en la actualidad (Foto: Carlos Ratto)

Finalizada esta ceremonia hizo uso de la palabra el Dr. Lara y seguidamente lo hizo el Presidente de la Comisión Municipal de Cultura Profesor Roque Galotto.

La obra fue recibida por la Municipalidad con palabras del  profesor Horacio B. Chichizola.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio Bibliografía: Gregori,  Miguel Ángel, “Breve Historia de Concepción del Uruguay a través de sus monumentos”.