Otros personajes de Concepción del Uruguay

Personajes de la ciudad: “Pablito”, “Kid Calefón”, “Pipa”, el “Rengo” y Don Dionisio (Foto extraída de: Quintana, Diego, “Una ciudad con historia y algo más…”)
 
Hoy, que parecen haberse extinguido de la fauna ciudadana, nos preguntamos ¿Qué condiciones hay que cumplir para ser personaje de la ciudad?
Ser diferente? Ser bohemio? Tomar coca cola o vino? Vivir en la calle? Hablar solo? Caminar por las calles de la ciudad y ver o no ver nada? Cantar? … NO! Hay una condición, amar a Concepción del Uruguay.
Ya hemos recordado a Pocho, Carlitos, Teteque, El Cantor, Matraca, Nicolita, José Castro, Padre Rolando y algunos otros.
Y nosotros, Carlos y Virginia nos nutrimos con la lectura, para comunicarnos con todos ustedes.
Silvia Bonus de Núñez, profesora, amante de la historia de nuestra ciudad, continuamente nos obsequia libros, recortes, fotos que vamos compartiendo con ustedes. Su último obsequio, el libro del Sr. Diego Quintana, “Una ciudad con Historia y algo más…”.
Este autor trata diferentes temas de Concepción del Uruguay y también recuerda a algunos personajes que hoy compartiremos:

“Mataco”
Andaba por los barrios de nuestra ciudad, vendiendo berros. Los llevaba en una carretilla. Era un hombre respetuoso, silencioso. Se anunciaba con el ladrar de los perros. De esa manera las señoras salían de sus casas para comprarle su mercadería.

 
El “Rengo” Juan Bergara
Fue un personaje popular y pintoresco. De chico había sufrido poliomielitis, enfermedad que le produjo una parálisis, con atrofio muscular que le había dejado inmóvil sus piernas. Tal es así, que para trasladarse usaba muletas.
Mucho tiempo vendió diarios en la tradicional esquina de calles Galarza y Urquiza.
Gustaba de comer empanadas en el Mercado Municipal, en lo de los Hermanos Garnier. Hincha fanático de Boca Junior.
Cuando su equipo ganaba, usaba la camiseta del club. Pero cuando Boca perdía, no se lo veía por varios días.
Una de las anécdotas que se recuerdan, nos cuenta que un día Juancito se durmió, recostado a una pared, sobre sus muletas y un conocido aprovecho para pintarle los vidrios de sus anteojos.
Cuando despertó, se asustó mucho y gritaba:
“¡Soy paralitico y ahora ciego, que será de mi vida!”

Pablito
Otro personaje. Trabajaba en la bicicletería de Marchetto, ubicada en Rocamora 780. Un morocho respetuoso, alegre, de un buen carácter. Le causo mucho dolor al quedar sin trabajo, al cerrar la bicicletería por un hecho muy conocido en la ciudad. Este hecho y el quedar sin su trabajo no le permiten a Pablito recuperarse. Ya de grande fue internado en el Hogar de Ancianos Municipal. Se lo veía por las tarde sentado sobre la pared de entrada del establecimiento saludando a todos los que pasaban.

 
 
 
 
 
 
“Pipa”
Personaje de los años 50 a 70. Vivía en inmediaciones de calles Eráusquin y Belgrano. Trabajaba en la fábrica de soda “La Popular” de don Carlos Salvarezza.
De pocas palabras, silencioso, muy amante del cine, nunca faltaba al matiné del Cine San Martín.
Fumaba toscanos, es más, siempre llevaba en su boca un pequeño trozo de tabaco.
Siendo chico sufrió una enfermedad cerebral, pero esto no le impidió trabajar. Solía acelerar el paso cuando se ponía inquieto por algo, y caminaba tan rápido que lo hacía casi en punta de pie.

 
 
 
La Eléctrica
Fue una mujer que vivía en el Barrio San Isidro. Era alta y muy delgada. Sufría trastornos asociados al cerebro, motivo por el cual le daban sacudidas involuntarias de los músculos de su cuerpo.
Haciendo esto que se moviera casi sin control. Y es esto lo que llevo a llamarla “La Eléctrica”.
Trabajaba en casa de familias y según cuentan duraba poco en el trabajo, por su problema que no le permitía llevar a cabo su trabajo como esperaban sus patrones.
Su familia la llevo a vivir en el sur de nuestro país. Si se encuentra con vida hoy tendría entre 80 a 85 años.

“Kid Calefón”
Boxeador, llamado José Álvarez. Nació en nuestra ciudad en el año 1933. Un deportista con mucha potencia más que técnica. Ponía su cuerpo y cabeza para soportar los golpes que recibía en el ring.
Se lo solía ver caminando por el Bulevar Yrigoyen, con destino a su casa, ubicada en los fondos del Club Lanús.
En sus últimos años se lo noto muy perdido, seguramente de tantos golpes recibidos.
“Kid Calefón” fue internado en el hospital Felipe Heras de la ciudad de Concordia, donde falleció el 19 de enero de 1984.

 
 
 
 
Don Dionisio
Un hombre de barba blanca que habitaba en las cuevas de La Salamanca.
Conocedor de la zona, del río. Vivía del alquiler de canoas. No era muy conocido, solo por aquellos que visitaban el paraje. Pero fue una buena persona que le dio su nombre a las cuevas naturales que había en el lugar. Su nombre: Dionisio Lamarque.

 
 
 
 
 
 
 
Ramón Peña
El Tío Peña, así se lo recuerda. Pescador y conocedor del río Uruguay. Vivía en un rancho en la zona de Paso Vera. Roberto Benetuce le compuso una chamarrita que dice:
“Ese es baqueano del viento, ese es patrón en el agua, ese se llama Ramón, pescador de Salamanca”

Texto. Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Quintana, Diego, “Una ciudad con historia y algo más…”, 2017. Fotos, excepto Don Dionisio, extraídas del mismo libro

Pedro Pablo Álvarez  “El Gaucho Matraca”

Pedro Álvarez, el “Gaucho Matraca”

Desde siempre lo llamaron así, pero nadie sabe a ciencia cierta el sabe por qué. Algunos dicen que de chico se vestía de gaucho y lo de matraca, tal vez por que repetía siempre lo mismo, otros dicen porque al caminar se hamacaba.

No le gustaba que lo llamaran Matraca, se enojaba. Fue un personaje muy querido, que se crió en el populoso barrio Cantera 25.

Planilla de la escuela N° 222, dónde aparece registrado

De chico trabajo junto a su madre de aguatero, tenían un barril y salían a vender agua. Su madre tiraba del caballo y en muchas oportunidades perdía su ayudante, Pedro se quedaba charlando con algún vecino. Fue a la escuela Provincial 222, en el barrio de “La Loba”, recuerdan sus compañeros que iba de alpargatas, no de botas, y claro, vestido de gaucho!

Matraca vestía de bombachas de campo, botas, poncho rojo y negro, sombrero negro y pañuelo colorado. Claro con su correspondiente cinto, corralera y talero (rebenque que se usaba para azotar a los caballos, formado por un mango corto y una tira de cuero grueso).

Como todos los personajes de nuestra ciudad, también tenía su historia fabulera que lo identificaba. A él, le gustaba decir que era domador, era tan buen domador que don Pancho Ramírez le traía sus baguales para que los domara.

Cuando pasaba por la Policía Montada, le prestaban un caballo y el, se paseaba por el barrio demostrando sus dotes de domador.

Su padre cuyo nombre fue Máximo, le dejo una casa y la pensión. Fue una persona muy querida y muy buena persona, que no dudo en ayudar a una vecina cuando una de las tantas crecientes del rio Uruguay le llevo el rancho, permitiendo que viva en su casa.

Cuenta Juan Puchulu, que todas las tardes pasaba por LT 11, y el, le hacía un reportaje, que  a veces duraba hasta una hora.

Le gustaba dormir la siesta, se acostaba junto a una botella de vino. Su mente habitada por duendes, hacía que viviera fantasías, como que era domador y hasta hablaba del Gral. Justo José de Urquiza, es más, decía ser su degollador.

En su barrio, Cantera 25 hay hoy un parque para chicos, que lo llaman “La Totora”, pues era un lugar pantanoso, lleno de cañas y totoras, que fue limpiado para ese fin. Pero había un pedestal donde se colocó una placa en homenaje a Matraca que decía:

Evocación a Pedro Álvarez

Placa descubierta en su barrio, la “Cantera 25”

Recordado con afecto y nostalgia por el barrio. En Agosto de 1996 se descubrió una placa en su homenaje por ser uno de los vecinos más antiguos del barrio.

Hoy ya no está entre nosotros, comparte su última morada con otro gran personaje de Concepción del Uruguay, Nicolita. Seguramente estarán charlando de historias de nuestra ciudad.

 

 

 

Texto: Civetta, Virginia/Ratto, Carlos. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”

Ver documental completo en: https://www.youtube.com/watch?v=MZDiHBOJ6gg  

Carlitos Schiavo “Un hermano”

Carlitos junto a una de sus pasiones, las motos

Juan Carlos Schiavo “Un hermano”. “Un Hermano”, que en la República del Puerto Viejo no se olvidará.

Conocido como Carlitos, un ángel que nació y  vivió en el barrio Puerto Viejo de Concepción del Uruguay y que un día de julio de 2009, nos dejó físicamente, porque espiritualmente y en nuestros recuerdos sigue habitándolo.

Junto a la Defensa Sur, hay una plaza que lleva su nombre, una plaza que jamás está sola, siempre hay muchos chicos acompañados por sus familias jugando  en los juegos y disfrutando de la vegetación.

Sabemos que Carlitos junto a su amigo imaginario “El Flaco”, están todos los días en su parque, seguramente discutiendo el valor del dólar, los problemas de gobierno y por qué no, viendo que paso, con la lluvia del 9 de setiembre de 2019, se inundara el maravilloso lugar que los vecinos hicieron con ayuda del Municipio para que el no muriera jamás.

A pesar de ser una persona diferente, tenía una inteligencia que lo destacaba.

Le encantaban las carreras de motos y autos. Los muchachos del barrio lo llevaban los domingos y para esos días tenía una campera igual a la que usaban los jefes de equipos.

En el taller de los Albizatti demostraba  su habilidad con los fierros.

Los amigos del taller le habían fabricado con tarros una especie de auriculares y se ponía en la esquina de calles Alejo Peyret y Tibiletti, a cantar y con ayuda del almacenero del barrio, quien le regalo algunas latas de dulces se había fabricado una batería. Y cuando lo llevaban a los bailes donde actuaba el Sapo Lacava con el grupo Los Cuatros Colores, este le permitía tocar el instrumento, momento en que Carlitos desplegaba su amor a la música y el baile.

También fue fanático del famoso  grupo Los Iracundos, de la República Oriental del Uruguay.

Decía ser el dueño de la tradicional Panadería Díaz, ahí le permitían trabajar en la cuadra.

Era hiperlimpio, es así, que para trabajar en la panadería usaba un delantal largo y cubría su cabeza, para que el polvillo no le molestara. Llevaba ropa para una vez terminada la jornada de trabajo, se bañaba y se cambiaba.

“Carlitos” Schiavo

También tenía su lugar de trabajo en el Ministerio de Obras Publicas y los obreros lo mandaban a las oficinas y el, como buen trabajador llevaba como ellos, anotadas las horas extras que hacía.

Le gustaba mucho la comida, es así que su visita al Ministerio le resultaba interesante pues lo dejaban subir a los barcos, donde podía comer.

En el barrio han quedado muchas anécdotas, una de ellas cuenta que tenía una guitarra de juguete y no falto que uno de los muchachos le propusiera cambiársela por un choripán. Y fue más fuerte la comida, que la música.

Comía tanto que cuando se sentía mal, iba a la casa del enfermero del barrio Señor Tálamo. Este le daba un Mejoralito, pero tenía que darle también una Coca, para que tomara la pastillita. Y se curaba así, su indigestión.

Y otra que aún se comenta a pesar de los años dice:

En oportunidad del casamiento del Señor Marcelo Galarraga, en momentos de este salir para la iglesia, llega Carlitos y deciden ir juntos a la ceremonia. Carlitos no necesitaba invitación, había llegado de traje y corbata, vestido para la ocasión.

Juan Carlos Schiavo, Carlitos, la Re publica del Puerto Viejo no te olvidara!

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”

 

 

 

Aldo Ferrer, “El cantor de tangos”

El “Cantor” y el periodista Luis Puchulu

Otro de los personajes que pasaron por la vida de nuestra ciudad. Como todos tenía, algo en común, “vivir en libertad”. Si, libre, sin molestar a nadie, sin faltar el respeto, siempre en un mundo de recuerdos, que solo el conocía.

Se llamaba Aldo Ferrer. Nunca se supo bien de donde vino. Algunos decían que era de Azul, otros de Tandil. Seguramente era de la provincia de Buenos Aires.

La incógnita era: como llega a Concepción del Uruguay? – en un reportaje que le hace el recordado periodista Juan Puchulu, le cuenta que en la ciudad de Mar del Plata se había hecho un concurso de cantores de tango. Se habían presentado alrededor de cien artistas, los que iban siendo seleccionados. El que participo, había quedado entre los diez mejores.

En esos tiempos se relaciona con un representante artístico, quien le da una guitarra y salen a cantar por las provincias de nuestro país.

Un día llega a la ciudad de Rosario del Tala, donde después de la actuación y camino a un nuevo escenario, el auto que lo trasladaba sufre un vuelco.

Fallece uno de los integrantes y los demás son trasladados a nuestro hospital. Al irse recuperando fueron dándoles de alta y cada uno regreso a su lugar de origen.

Aldo, fue el último en dejar el hospital. Es ahí cuando le entregan junto con el alta, su ropa. Este pregunta donde es el centro. Le indican y es así que al llegar a Plaza Gral. Ramírez, se enamora del lugar y lo hace suyo.

Si por que decidió vivir en la plaza, naciendo un nuevo personaje de la ciudad, “El Cantor”.

Dormía en un banco de la plaza, comía de lo que le daban, pero nunca le faltaba la cajita de vino. Cantaba y cantaba tangos de ahí su apodo lugareño.

Tenía un recorrido habitual, Balneario Itape, Plaza Gral. Ramírez y Terminal de Ómnibus, el quiosco 24 Horas.

Cantaba para todos los que querían escucharlo, claro siempre a cambio de algo. Al principio vestía de traje y hasta tenia zapatos de charol.

Fue una muy buena persona, en el día que los periodistas locales hacían la Campaña del Juguete, el los acompañaba.

Ese hombre educado, caballero, que cantaba tangos, tenía recuerdos que solo su alma y su mente se lo recordaba. Es por eso que se acompañaba con el vino. Vino que lo llevo a la muerte.

Muchas veces fue internado en el Hospital Urquiza, para su recuperación y un 8 de julio de 2008, sintiéndose mejor se escapa del centro asistencial a la plaza, su lugar en el mundo y ahí muere.

Es difícil pasar por la plaza Gral. Ramírez y no recordar aquel señor, que seguramente fue un profesional de la música, de voz grave y sedosa, que expresaba hasta con gestos, el tango.

Seguramente muchos lo recordaran. Va nuestro reconocimiento a otros de los personajes que también hacen a la historia de Concepción del Uruguay.

Texto: Civetta, Virginia/Ratto, Carlos. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”

Ver documental completo: https://www.youtube.com/watch?v=5MHw6cBYXFY&t=25s

 

Nicolita (Conrado Rodríguez)

Nicolita (Foto: Revista Juntos)

Creemos que no había mejor día para morir, que un 21 de setiembre, Día de la Primavera, para quien vivió libre como un pájaro.
Si, Nicolita, que recorrió las calles de Concepción del Uruguay, casi por cincuenta años y siempre con su andar lento, dicen porque no tenía apuro, ya que nadie lo esperaba.
Hijo de don Nicolás Rodríguez, (de ahí su apodo Nicolita) y Petrona Da Silva. Tuvo dos hermanos mellizos y una hermana llamada Irene. Era una familia uruguaya, el nació en Paysandú.
Su padre cuidaba los yates de Hufnagel Plotier y Cía., dueños de la Barraca Americana.
Nicolita, trabajaba en la Shell, muy buen trabajador y muy honesto. Su trabajo consistía en arreglar los surtidores y también manejaba el camión que repartía en combustible en el departamento Uruguay.

Nicolita (Foto: Revista Juntos)

Un día hubo un reajuste en la empresa y a Nicolita le ofrecen el traslado a otra ciudad o indemnización.
José Yessi, un vecino y amigo de Nicolita dijo: “Nicolita recibió un mal consejo de un compañero que se quería quedar con su puesto y acepto la indemnización. Con el tiempo se le termino la plata”.
El monto que recibió fue de $1000, para tener en cuenta cuanto valía ese dinero, dicen que un terreno costaba entre 200 a 300 pesos entonces, era mucho dinero.
Al quedarse sin dinero comienza su caminar por la ciudad. Nadie sabe porque, mucho se ha dicho, entre esos dichos con tradición, tenemos:
“Todo fue producto de un amor imposible, llamado Susana”
“Al verse sin trabajo y sin dinero se largó a caminar por vergüenza”
“Todo comenzó cuando murió su madre”
“No pudo superar el suicidio de su padre”
“Es vivo y así lo pasa bien”
“Una noche le pegaron una paliza y se golpeó la cabeza, así perdió la razón”
No sabremos que le paso realmente. Todas las tardes se acercaba al muelle que tiene Arenera Don Antonio. Por relato de un marinero que hacia guardia, conto una vez, que iba a ese lugar todos los días, tiraba al agua, ropa o comida que le daban y alguna vez una flor. Ese lugar fue el elegido por su padre para suicidarse y él decía: “Mi padre también se tiene que vestir y comer”.
¿Dónde dormía?, Donde lo agarraba la noche, en la plaza, en La Salamanca, en alguna cueva. Dormía en la policía y muchas veces fue llevado al hospital.
Fue un personaje inolvidable, pero también fue un hombre muy honesto en toda su vida. Cuando trabajaba en la Shell, dicen que le entregaban un viatico para recorrer el departamento, a su regreso devolvía lo que le sobraba. Decía: “uso lo que gasto lo otro no es mío”.
Cuando ya se había transformado en linyera, pasaba por la agencia de Fraga y Marco, quienes le daban una bolsa con yerba. El agradecía y solo llevaba para una o dos cebaduras. “Con este poquito me alcanza”.

Tumba de Nicolita en el cementerio municipal

En sus años de recorridas por la ciudad, solo cosecho cariño y afecto, y quién sabe, tal vez la envidia y admiración de más de uno que lo veía libre, pobre, pero feliz.
Es así que a los 78 años un 21 de setiembre de 1992, muere en Concepción del Uruguay. Su tumba se encuentra en el cementerio municipal de nuestra ciudad
Este personaje debe haber conocido seguramente lo que dijera Jean Paul Sartre: “Los Dioses compartimos un secreto, los hombres son libres y no lo saben”.

Texto: Civetta, Virginia y Ratto, Carlos. Fuente: Puchulu, Luis Juan, “Nicolita: mariposa gris de la ciudad”, Revista Juntos.

Teteque (Pirulo)

Teteque y su motoneta

Su nombre era  Germán José Navarro, de nuestra ciudad y había nacido el 8 de julio de 1933. Vivía en calle Suipacha, entre las calles España y 21 de noviembre. De profesión vendedor ambulante. Con sus ventas mantenía su familia e hizo estudiar a sus hijas.

Recorría varios barrios y en la década de 1970, anexo a su recorrido nuestro Balneario Camping Banco Pelay que comenzaba a tener su época de gloria.

También estuvo a cargo del bufete del  Colegio del Uruguay, Justo José de Urquiza y en los horarios de clases repartía su mercadería en Oficinas del centro y Bancos.

Le encantaba el fútbol, por un accidente que sufrió no fue jugador. Dicen que era muy bueno en este deporte.

Cuando salía a vender, primeramente tuvo una moto con un carrito, después una camioneta, un viejo Citröen. Su salida era toda una ceremonia, lo hacia los fines de semana. El día viernes, limpiaba a fondo su vehículo, para dejarlo listo para el sábado y domingo.

Vestía de sombrero, al que lo adornaba con flores plásticas. Primeramente lo llamaban Teteque, y después Pirulo, seguramente porque gritaba, para vender “Señora llego Pirulo”.

Teteque y su viejo Citröen

Entre las anécdotas que aun hacen que lo recordemos podemos contar:

* En su Citroën iba hasta paso de los libres para comprar mercadería para el kiosco en Brasil, en una oportunidad las autoridades del colegio le piden que traiga (por ser más barato) la tela del telón de boca del salón de actos, y así lo hizo, lo simpático es que al no entrar la tela más la mercadería en el Citroën, a la esposa que lo había acompañado la mandó de vuelta en ómnibus para cumplir con el pedido (Omar León).

* Le gustaban los niños, tal es así, que cuando recorría El Balneario Camping Banco Pelay, se hizo amigo de una familia. Cuando el matrimonio tenía que hacer algún mandado o salir, él se quedaba en la carpa cuidando los chicos.Era muy amiguero, cierto día se hizo amigo de un matrimonio que se había trasladado a nuestra ciudad, para vivir y él les vendía sus facturas todos los fines de semana. Un día fallece el hombre.

* Esa amistad iniciada, siguió con la señora, a quien invita a pasar Navidad con su familia, en su casa. Gran sorpresa se lleva la esposa de Teteque cuando lo ve llegar con una mujer, a la que no conocían. Aclarado el porqué, fue bienvenida en la mesa familiar, y muy amiga de toda la familia.

Era así Teteque, a quien recordaremos vociferando “Señora llego Pirulo, con las bolas calentitas”.

Omar León y Juan Izaguirre, le dedicaron una canción, que interpretan Los Concepcioneros y se llama “Señora llego Teteque”.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”, https://www.youtube.com/watch?v=fmCYDQh9vk0  

 

“Pocho” Carballo

“Pocho” Caraballo

Concepción del Uruguay ciudad de la virgen y el río, ciudad de caudillos y soldados, ciudad de historia, ciudad de turismo y ciudad de personajes.

Estos personajes han convivido en nuestra vida, sobre todo los que nacimos en la década de 1950. Pocho, Matraca, Nicolita, Teteque, Cosita, etc.

Y gracias a la Fundación Caminos de Esperanza y estudiantes de la Universidad Privada de Concepción del Uruguay (U.C.U.), de la Carrera de Locución, que han recopilado anécdotas de ellos,  y podemos recordarlos y pubicarlos en nuestro espacio en la Web, para todos nuestros seguidores.

Pocho

Quien no recuerda a Pocho. Su nombre era Rubén Carballo. Nació en  Concepción del Uruguay, el 4 de enero de 1934, fue criado en el campo por sus abuelos. Tenía un pequeño retraso mental, que hizo que en aquellos años, los padres, lo enviaron a la casa de los abuelos.

Cuando estos mueren, fue traído  a la ciudad, viviendo primeramente en calles  25 de mayo y Mitre y luego la familia se trasladan al barrio Puerto Viejo, junto al Bar El Estudiante.

Le encantaba dar vueltas en colectivo de línea. Viajaba tardes enteras, tomando mates con el chofer. Pero no dejaba de recorrer el centro de la ciudad, visitaba confitería RyS, el quiosco, le encantaban los dulces y también pasaba por lo de Potoco. Y para finalizar su recorrido, miraba televisión en Megatones y luego visitaba el Carrito del Penca, donde comía y no siendo más tarde de la 01 horas, regresaba a su casa.

En su recorrido hizo amigos y juntaba caramelos y cigarrillos.

Te cruzabas con él y te pedía un “caballo club” (Jockey Club), haciendo alusión a la marca de cigarrillos.

Su amada campera, (del tipo inflable), que usaba en todas las estaciones del año, estaba siempre llena de caramelos, si le pedías un caramelo de menta, por ejemplo, el sacaba del bolsillo el caramelo solicitado, convidándote.

No había maldad en él.

Su relación con el popular Potoco, llevo a que el día de su casamiento, lo vistió de traje, moño rojo, y lo llevo a la ceremonia y fiesta. Dicen q bailo toda la noche.

Otra anécdota en su vida, fue cuando en Megatones, los empleados le permitían entrar y mirar dibujos animados en los televisores. Un día, se olvidaron de Pocho y cerraron el negocio, dejándolo adentro. Claro, al moverse Pocho, comienza a sonar la alarma. Lo que hace que llegue la policía. A él, lo ensordeció, y por supuesto lo asusto mucho. La policía, le dijo en broma que lo llevarían preso, y el, les contesto – “No, yo soy cabo-sargento”. Y se fue…

Otra anécdota, cuando hablaba de su familia, la que en su imaginación disfrutaba.

Tenía  novia, “La Beba” o “La Marta”, tenía cinco hijos, dos mujeres  y un varón. Si le pedías una foto de la novia, sacaba de su bolsillo o de su billetera un almanaque con la figura de una mujer.

En el Carrito del Penca, conoce al Pato Viganoni, quien le escribió un tema musical “Pocho”, que lo perdurara en la memoria de todos los concepcioneros.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto y fotos extraídos de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”, Ver en: https://www.youtube.com/watch?v=NFWvD6sdAwE&t=311s