Después de sus fallidos movimientos revolucionarios contra el gobierno Nacional en los años 1870, 1873 y 1876, el general entrerriano Ricardo López Jordán, culminó su trayectoria militar y política, al ser detenido por las fuerzas nacionales como consecuencia de su derrota en “Alcaracito”, departamento La Paz, provincia de Entre Ríos. De esa forma fue trasladado a la ciudad de Paraná, iniciándose un litigio respecto a cuál era la autoridad judicial que debía entender en las causas que se le imputaban al caudillo entrerriano.
La Corte Suprema de Justicia, recusó la competencia del Juez Nacional de Sección (en la actualidad Juez Federal) de Paraná, disponiendo su traslado a la ciudad de Rosario, por lo que quedó a disposición del Juez Nacional de esta ciudad.
La orden de traslado, trajo aparejada la reacción del gobierno de Entre Ríos, argumentando que el motivo era en realidad cambiar de magistrado. Conocido el fallo de la justicia se remitió el expediente a Rosario, no así al preso que continuaba engrillado.
El responsable de su custodia, coronel Antello (jefe de Policía de Paraná) sostenía que para su traslado a Rosario, era necesario brindarle una adecuada escolta, en razón de que sus partidarios intentarían liberarlo en el trayecto, siendo necesario entonces movilizar para este fin a la Guardia Nacional de Entre Ríos, para lo cual (Antello) no tenía facultades.
El Juez Nacional de Sección de Rosario, solicitó la remisión del detenido, interviniendo nuevamente la Corte Suprema de Justicia, ante la cual reclamó insistentemente el cumplimiento de la orden de traslado de López Jordán a Rosario, medida que se cumplió el 5 de enero de 1878, en un buque de guerra de la Armada Nacional, que arribó a Rosario el día 6. Inmediatamente de ser desembarcado, fue puesto bajo custodia y responsabilidad del Capitán del Puerto de Rosario (en la actualidad Jefe de la Prefectura), José C. Gazzana.
Una vez que se hubo alojado al general López Jordán en la Capitanía -cuyo edificio estaba ubicado en la actual bajada Sargento Cabral y avenida Belgrano (ángulo Noroeste frente al edificio de la Aduana)- su jefe trató por todos los medios disponibles de brindar comodidad al detenido, dada las precarias condiciones del edificio.
Pero más importante aún era su seguridad, en razón de los numerosos adictos que existían en la ciudad y que lo habían acompañado en sus movimientos revolucionarios, y de quienes ahora se temía tuvieran intención de liberarlo.
Es por ello que el mismo día de su arribo el Capitán del Puerto José Gazzana, se dirigió por nota al Comisario de Ordenes del Departamento de Policía de Rosario, José Benito Pereira, solicitando …”le sean facilitados por unas cuantas horas un cabo y cinco soldados“… para custodiar al procesado Ricardo López Jordán.
Simultáneamente el Capitán de Puerto dirigió otra nota al Jefe Político del Departamento Rosario, Melitón Carbonell, informándole acerca de su requerimiento al mencionado Comisario de Ordenes,-que ya había sido satisfecho- agregando que la guardia se solicitaba por unas pocas horas, ofreciéndole a su vez reciprocidad.
Por otra parte, el Capitán de Puerto, el 15 de enero de 1878 requirió al Capitán General de Puertos Dr. Diego G. De la Fuente (su superior en Buenos Aires, en la actualidad equivalente al Prefecto Nacional Naval), apoyo para los servicios de la custodia especial que con marineros de la Capitanía estaba haciendo a López Jordán; informando que “…había dispuesto el racionamiento de los mismos por el proveedor nacional, puesto que de otra manera, sería casi imposible prestar el servicio, en virtud del escaso personal con que cuenta la Capitanía y de las dificultades consiguientes que traería su ausencia para comer…”
Ante la falta de marineros suficientes para cubrir adecuadamente ese servicio, el Capitán de Puerto, solicitó al Juez Nacional el aumento de la dotación de personal de la Capitanía y la suma de $ 157 para efectuar algunos arreglos y adecuaciones en el edificio, entre ellos la compra de un toldo para el patio donde se ubican las oficinas y el cuerpo de guardia, un farol grande para la guardia, compostura y refuerzo de las puertas y colocación de vidrios, aseo y arreglo de la oficina principal.
Los temores de una posible fuga de López Jordán, ayudado por adictos desde el exterior del edificio de la Capitanía, eran preocupación no sólo del responsable de su prisión, el Capitán del Puerto, sino también, del Juez Federal de Sección Dr. Fenelón Zuviría, quien ordenó ponerse de acuerdo con el Jefe Político del Departamento, el ya citado Melitón Carbonell, en el sentido que la custodia de López Jordán debía hacerse con fuerzas de la provincia a órdenes del Capitán de Puerto, requiriendo para tal fin la designación de un piquete y la posibilidad de apostar un centinela de vista con el relevo diario o periódico que se estime necesario.
Esa solicitud por parte del Capitán de Puerto fue reforzada con una nota enviada por el Juez Federal -quien cumplía órdenes del Gobierno Nacional- al Jefe Político. No obstante esta orden del Juez, termina en la negativa de las autoridades locales de inmiscuirse en hechos que, según ellos, eran de exclusiva responsabilidad nacional.
En primera instancia el Jefe Político, acató la orden del Juez Federal subordinando efectivos al Capitán del Puerto, produciéndose posteriormente su retiro acorde expresas directivas del gobierno de Santa Fe, circunstancias que han quedado debidamente documentadas en el intercambio de notas que se produjo.
En tal sentido, por nota del 26 de enero de 1878, el nombrado Jefe Político informa al Capitán del Puerto que se dispuso de una guardia que consta de un cabo y cuatro soldados los que serían relevados diariamente al “toque de asamblea”.
En otra nota de la misma fecha, el Capitán del Puerto es informado que hasta nueva resolución del Gobierno de la provincia, es imposible dar guardia alguna para la custodia del procesado pidiendo asimismo se reincorporen a su destino habitual los guardias que había comisionado anteriormente.
El Capitán del Puerto por nota 57/878, solicita al Juez Dr. Fenelón Zuviría el incremento de la dotación en 20 hombres, más los oficiales correspondientes, lo cual .permitiría aumentar el número de plazas, mejorar el servicio de la repartición en general “…También observa el Capitán del Puerto en su nota la ventaja de adoptar ese temperamento, por cuanto el procesado no saldría de los límites del fuero nacional…”.
Los pedidos de aumentar los efectivos de la Capitanía para mejorar los servicios de guardia no son escuchados; por ello con fecha 24 de marzo de 1878, el Capitán del Puerto de Rosario decide elevar una nota al Ministro de Guerra y Marina, planteando sus inquietudes:
“…Al Excmo. Señor Ministro de Guerra y Marina: Tengo el honor de llevar a conocimiento de VE., que hallándose desde el día 6 de enero del corriente año a cargo de esta Repartición, por disposición del Señor Juez Federal de esta Sección Doctor Fenelón Zuviría, la custodia del procesado Don Ricardo López Jordán y desde el 13 de febrero la del procesado Don Benecio González…”
“Este servicio, Excmo. Señor ha sido prestado hasta aquí por veinte marineros y dos guardianes (cabos), que constituyen la dotación actual de esta Capitanía, y que son los encargados de todo el servicio del objeto de su creación (…) Ahora pues, vista la prolongación de esta nueva incomunicación que a la verdad trastorna el orden natural de las atenciones que esta Repartición tiene a su cargo por una parte, y las continuas amenazas que de nuevos disturbios se propalan por esta ciudad, me pone en el deber de decir respetuosamente a VE que el infrascrito no puede garantizar la seguridad de dichos presos por uno u otro motivo…”
Como se podrán apreciar, eran muchas las preocupaciones del Capitán Gazzana a las cuales se le había sumado la custodia de Benicio González, que si bien no era de la importancia de López Jordán, sus fugas representarían un escándalo político de relevancia que afectaría al gobierno Nacional.
Debemos recordar que Benicio González fue traído prisionero a Rosario el 13 de febrero de 1879 desde Paraná. Acompañaba al General López Jordán como secretario y fue alojado también, en la Capitanía del Puerto de Rosario
Las gestiones para aumentar los efectivos de la Capitanía con la finalidad de ofrecer mayor seguridad a tan importantes presos, dieron su fruto, disponiendo el gobierno nacional (Ministerio de Guerra y Marina) con fecha 29 de marzo, incorporar a dos oficiales y veintidós hombres de tropa, circunstancia que el 2 de abril se informó al Juez Federal, que desde el día anterior, ya se encontraban prestando servicios dos oficiales y diez marineros. En la misma fecha -2 de abril- el Capitán de Puertos de Rosario, se dirigió al Comisario de Guerra y Marina D. Martín B. Campos, informándole acerca del aumento de la dotación y solicitando el envío del vestuario correspondiente.
Con la incorporación del personal de refuerzo a la Capitanía de Rosario, fueron dados de alta los oficiales, teniente Alejandro Bernaldez con un sueldo de $ 50, y el guardiamarina Hermenegildo Calismonte con $ 40 mensuales. Los guardianes (cabos) Eugenio Díaz y Benjamín Romano con $ 20, mensuales cada uno y veinte marineros a $ 12 cada uno.
Al producirse estos acontecimientos, la dotación estable de la Capitanía del Puerto de Rosario, estaba formada por el Capitán José C. Gazzana con un sueldo de $ 150, el Ayudante Io Emilio B. Moreno con $ 80, (la jerarquía de ayudante equivale a oficial actual) en este caso particular, por su jerarquía y antigüedad se desempeñaba como 2do. Jefe, reemplazando al Capitán), el ayudante 2do. Domingo Suárez, un escribiente, el médico del puerto Dr. Domingo Capdevilla y dieciséis marineros.
Para sumarse a las inquietudes, que como era lógico tendría el Capitán Gazzana, en mayo de 1878, se produjo una crecida extraordinaria del Río Paraná, la que inundó parte del edificio que ocupaba la Capitanía, deteriorando su ya envejecida estructura, dado que el río llegaba prácticamente al pie de la barranca (Avda. Belgrano).
La altura alcanzada por las aguas, no se ha podido determinar, en razón que en esa época no había escala hidrométrica en el puerto de Rosario, midiéndose la “suba” o la “baja” de las aguas en “varas”, en forma estimada, haciendo referencia a la medición anterior.
Estas circunstancias imprevistas, hacen que con fecha 16 de mayo de 1878, el Capitán del Puerto de Rosario, dirija una nota al Capitán General de Puertos Dr. Gregorio de la Fuente, poniendo en su conocimiento las circunstancias de la creciente, que terminó socavando el terraplén sobre el que se encontraba, tanto el edificio de material, ocupado por las oficinas como las casillas de madera que constituían las cuadras (alojamiento) de los marineros.
Tanto las oficinas, como los alojamientos del personal se encontraban sin sustento firme, anticipando un posible derrumbe total de edificio. La referencia anterior, hace parecer que nos hemos desviado del tema. Todo lo contrario, en razón que el estado calamitoso del edificio de la Capitanía que repercutía en la seguridad de López Jordán, motivaría su posterior traslado al edificio de la Aduana (se refiere al antiguo edificio conocido como “Aduana vieja” con torres almenadas cuya construcción se inició en 1872 y que fue demolido en 1913 para dar lugar al actual edificio de la Aduana Rosario, inaugurado en 1938).
He aquí un pasaje poco conocido de nuestra historia acerca de las causas por las que el general rebelde, estaba alojado en ese edificio y a quién correspondía su seguridad.
Como veremos más adelante el destino y los hechos van tejiendo sus caminos hasta desembocar en su fuga, -para ello seguiremos la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario-, por la cual podemos hoy reconstruir, en parte, las circunstancias poco conocidas (Continuará mañana).
El 21 de mayo de 1878, el Capitán de Puerto Gazzana, cursó nota al Juez Zuviría, comunicando que en relación a la orden oportunamente impartida de trasladar a López Jordán a otra habitación que ofrezca seguridad, se había entrevistado con el Sr. Benjamín Ledesma, propietario de una casa en las inmediaciones, que se negaba a alquilarla por menos de 6 meses, exigiendo la suma de 100 pesos fuertes mensuales.
El 22 de mayo, nuevamente el Capitán del Puerto se dirigió al Dr. Fenelón Zuviría informando que habiendo podido conseguir las llaves de la Aduana, se había trasladado al procesado a su nuevo alojamiento.
La correspondencia precedente aclara el porqué dé la presencia del General López Jordán en la Aduana “vieja”, a la cual fue trasladado desde la Capitanía del Puerto de Rosario el 22 de mayo de 1878, sin que ello implicara la transferencia de la responsabilidad de su custodia.
El traslado del procesado, al edificio de la Aduana, ha dado lugar que la mayoría de los trabajos históricos, en el que hacen referencia a la fuga de López Jordán, indican que “se fugó de la Aduana” dando a entender que este edificio se ocupaba normalmente como prisión y que dicha autoridad (la Aduana) tenía a su cargo al procesado de referencia, por lo que estimo, la presente investigación aclarará debidamente este punto de nuestra historia.
Volviendo al relato, seguiremos desentrañando la inédita documentación que ha sido consultada.
El traslado del detenido a la Aduana, llevó también al responsable de su cautiverio a solicitar por nota del 22 de mayo de 1878 al Capitán General de Puertos, la autorización para trasladar las oficinas y cuartel de la Capitanía, hecho que se concretó el 28 de mayo por autorización del Ministro de Guerra y Marina, quien el 24 envió un telegrama en ese sentido.
El otro detenido que se encontraba, también en el edificio de la Aduana, compañero de infortunio del entrerriano, Benicio González, fue puesto en libertad el 23 de mayo de 1878 por orden del ya nombrado Juez Dr. Fenelón Zuviría.
El peligro potencial que representaba el procesado, alojado en la Capitanía del Puerto de Rosario, que como hemos visto funcionaba en “los altos de la Aduana”, motivó no sólo reforzar la dotación normal del personal que como hemos dicho se incorporó el 1°de abril de 1878, con la finalidad de brindar seguridad al prisionero, sino también, se requirió armamento moderno, recibiéndose el 3 de julio doce carabinas Remington y 1000 tiros de bala.
El resto del año transcurrió sin novedades de importancia, con las rutinas propias de un puerto y una ciudad que iba creciendo, día a día favorecida por su privilegiada ubicación sobre la ribera del caudaloso Paraná.
A principios de 1879, la disminución del presupuesto para la Capitanía de Rosario, motivó la reducción de su personal en un oficial, dos guardianes (cabos) y cuatro marineros, lo que provocó reiterados pedidos del Capitán de Puertos para dejar sin efecto esta medida, argumentando que la misma afectaría los servicios propios de la Capitanía y de la custodia de López Jordán.
Para tener una idea del movimiento portuario, en la Memoria Anual de la Capitanía del Puerto Rosario, correspondiente al año 1878, se consigna el movimiento de buques entrados: 14 vapores de ultramar, 12 veleros de ultramar, 874 vapores de cabotaje y 1482 veleros de cabotaje.
La fuga
El año 1879, transcurría sin mayores novedades. El 3 de junio fue detenido en el puerto de Rosario el vapor nacional “Galileo”, del que se sospechaba llevaba contrabando de armas con destino a un movimiento revolucionario en el Paraguay. La búsqueda resultó infructuosa, pero los hechos posteriores ocurridos en el puerto de Corrientes, confirmaron la existencia de las armas.
En la mañana del 12 de agosto, una noticia sacudió a la ciudad y el telégrafo llevó la novedad a las principales capitales del país. Había fugado del edificio de la Aduana, donde se hallaba detenido, el general Ricardo López Jordán.
Para reconstruir el hecho en particular y sus entretelones nos remitimos a la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario.
Ese mismo día, por nota 369/1879, el Capitán de Puerto amplió información anticipada verbalmente al Juez de Sección Dr. Fenelón Zuviría, en el sentido que Ricardo López Jordán se había fugado el día anterior sin que se hubiera conseguido su captura a pesar de las medidas y diligencias tomadas.
Simultáneamente por nota 370/1879 se requirió la correspondiente autorización al Juez, para efectuar allanamientos en los siguientes lugares: casa particular de la familia de López Jordán; panadería “Perfeccionada”; casa de familia y barraca del Sr. Justo Sánchez; sindicado como cómplice de la fuga; casa del Sr. Guillermo Perkins y su establecimiento de campo en Roldan (Santa Fe); casa de Antonio Hernández, amigo del detenido, quien no desconocería los detalles de la fuga; casa de planta alta de la calle San Lorenzo, frente a la casa de familia de López Jordán, donde se halla establecido un tambo; casa de la familia de E. Gómez, en la calle Córdoba al lado de la imprenta de “El Independiente”.
Entre los principales sospechosos de haber colaborado con la fuga, se encontraba un sujeto de origen entrerriano, de pera larga y lacio cabello, conocido como Pedro Romero (a) “Indio Pedro”, quien había servido a las órdenes de López Jordán en sus campañas revolucionarias y se había establecido en Rosario siguiendo a su Jefe en la prisión. Este sujeto fue detenido el 16 de agosto a orillas del Paraná por marineros de la Capitanía, en cumplimiento de directivas emanadas del Juez Federal.
Entre otras medidas adoptadas, en el pedido de captura que se le hacía al Jefe Político del Departamento Rosario D. Servando Bayo -con la salvedad que en caso de ser aprehendido debía ser entregado de inmediato a la Capitanía del Puerto, a disposición del Juez Federal- se transcribe la filiación del prófugo: …”Hombre de cincuenta y cinco años, aunque demostraba mayor edad, casi calvo, frente arrugada que sufre contracciones al hablar, boca y dientes grandes, teniendo el defecto de pronunciar la letra “a” con acentuación muy marcada, si como uno de los dientes le impidiera pronunciarla suave. Debe no tener barba y de tenerla, la lleva abierta, aunque no muy larga, ojos muy grandes y vivos, nariz regular, orejas un poco chicas y muy puntiagudas en la extremidad superior, siendo bastante separadas del cráneo, estatura regular, hombros y cuerpo fornido, aunque hoy esté delgado. Al hablar tiene costumbre de echar el sombrero para atrás.”
Pero de todos los documentos existentes sobre la fuga de López Jordán, uno de los más importantes es el informe detallado de los hechos que eleva el Capitán del Puerto de Rosario, como responsable de la custodia del preso al ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino. Roca.
Con respecto a la fuga, dice el referido documento: “…De los datos, informes, pesquisas y sumario, resulta como comprobado el hecho que el prófugo se evadió de su prisión, mediante la cooperación de su misma esposa, a la que se le había concedido permiso para que lo acompañase y curase de ciertas dolencias de que se quejaba y éste, vistiendo el traje de la misma, aprovechó para fugarse, engañando de esta manera al centinela que estaba en la puerta de la prisión.”
“…También, arrojan vehementes sospechas que su fuga una vez en la calle, haya sido protegida por un individuo llamado Pedro Romero (a) “El Indio”, pues éste fue oficial del mismo López Jordán y desapareció de la localidad, casi al mismo tiempo que el preso.”
“…Por otra parte no existe ni la más remota sospecha contra ninguno de los individuos que formaban la guardia, de que ellos hayan podido proteger la fuga del preso, así lo ha constatado también, el Señor Juez Federal, ordenando fueran todos ellos puestos en libertad.”
No obstante lo expresado en el último párrafo del informe del Capitán Gazzana, en primera instancia, conocida la fuga del preso, el Juez ordenó procesar o instruir sumario a todo el personal integrante de la guardia en la noche del 11 al 12 de agosto, para determinar sus responsabilidades.
El Capitán del Puerto, debió viajar a la ciudad de Buenos Aires el 23 de agosto para informar personalmente de la fuga al Presidente de la Nación, al Ministro de Guerra y Marina y al Capitán General de Puertos, quedando a cargo de la Capitanía, el Ayudante Emilio B. Moreno, según surge de una nota de esa fecha.
La fuga del general López Jordán, sacudió la vida política del país ante la posibilidad que volvieran a alzarse en armas contra las autoridades nacionales, pero no fue así.
Lograda su fuga buscó asilo político en la República Oriental del Uruguay; de ahí las sospechas que se fugara utilizando alguna embarcación desde el puerto de Rosario, que lo llevó hasta la República Oriental del Uruguay, donde permaneció varios años hasta que se acogió al indulto del presidente de la Nación Dr. Miguel Juárez Celman.
Regresó a la Argentina y fijó su domicilio en la ciudad de Buenos Aires, donde fue asesinado el 22 de junio de 1889, cuando paseaba por la calle Florida, por el joven Aurelio Casas, hijo del comandante Rufino Casas, a quien López Jordán había mandado degollar en oportunidad de la revolución del año 1873, colgando su cabeza de un árbol.
Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Investigación y texto: Andrés Rousseaux, sobre documentación inédita del archivo de la ex Capitanía de Puerto de Rosario, hoy Prefectura Rosario.