La Sociedad de Beneficencia de C. del Uruguay, más de 140 años entre nosotros

Hospital de Caridad de Concepción del Uruguay

La sociedad de Beneficencia surgió a fines del siglo pasado como como una  necesidad espiritual de un distinguido grupo de damas de la  sociedad uruguayense y fue progresivamente cumpliendo distintas actividades silenciosas y caritativas en pro de la atención de los pobres, enfermos sin amparo y todos aquellos casos más necesitados de la protección de quienes tenían más o estaban en condiciones de donar un óbolo generoso, una asistencia oportuna, una mediación capaz de solucionar una emergencia acuciante.

Recorriendo alguna documentación sobre la Sociedad de Beneficencia, vemos el “Acta de Fundación”, aportado por la señora Julieta Cotrina de Orbe

Este documento apareció publicado en el diario “Los Principios” de C. del Uruguay, el día 5 de mayo de 1941, en carta que le enviara el Dr. Teijeiro Martínez Soler al director del diario y que dice así: “En la ciudad de Concepción del Uruguay, Capital de la Provincia de Entre Ríos, a 27 días del mes de agosto del año mil ochocientos setenta y uno (1871), en el salón de la casa del señor Don Porfirio G. Tenreyro, con el objeto laudable de instalar en esta ciudad una Sociedad de Beneficencia, (…), designase la primera Comisión Directiva que instalada de manera permanente se nombre a la Comisión Titular, resultando electa para Presidente Carmen Y. de Míguez; Vicepresidente, Micaela Y. de Tenreyro; Vocales, Juana L. de Busquet, Martina M. de Díaz, Virginia C. de Mason, Hermenegilda T. de Lantelme, Elena C. de Cabral, Eufemia C. de Herrera, Etelvina T. de Deschamps y Francisca U. de Cordero; Secretaria: Rafaela C. de Mantero y Tesorera: Carolina O. de Benítez.

Asimismo, se procedió a nombrar una Comisión de Caballeros para encomendarles la confección de un proyecto de Estatutos y Reglamentos que rijan la Asociación y fue compuesta por los Sres. abogados Benjamín Basualdo; Juan A. Mantero; Benito G. Cook, y los Sres. José María Barreyro Bavio y Porfirio G. Tenreyro.

De esta primera Comisión no se conserva ninguna documentación en los archivos de la Sociedad, pero el viejo periódico “El Eco de Entre Ríos”, de fecha 1871 informa de las actividades de la novel agrupación tendientes a lograr fondos para socorrer a las víctimas de la epidemia reinante en la ciudad de Buenos Aires. Indudablemente la terrible epidemia de fiebre amarilla que ese año azotó en forma desoladora a la capital de la República.

Etelvina C. de González, primera presidenta de la Sociedad

Recién el 13 de mayo de 1877, es decir seis años más tarde, se realiza una asamblea general en el salón de la Escuela Normal, quedando constituida la siguiente comisión: presidenta, Doña Etelvina C. de González; vicepresidenta, Doña Corina R. de Solveyra; secretaria, Doña Benita P. de Villarroel; Tesorera, Doña Artemia A. de Pintos. Vocales: Doña Teodora L. de Salvatierra; Doña Rosario B. de Gumaraens; Doña Carmen Y. de Miguez. Suplentes: Doña Mana Tahier y Doña Ventura Barceló, oportunidad en que se comienza la testificación exacta de la labora de la Sociedad por medio de actas que se conservan aún.

Desde ese entonces la labor de la Sociedad de Beneficencia se sucede sin interrupción hasta nuestros días, creyendo ser de estricta justicia rendir nuestro reconocimiento a todas aquellas damas que se dedicaron a llevar adelante a esta Institución, a los médicos de la ciudad y a sus benefactores que apoyaron generosa y muchas veces anónimamente los esfuerzos de la Sociedad.

El recuerdo para los más destacados

Para no incurrir en olvido; sólo citaremos algunos nombres de los más destacados, pues en la tarea de servicio al prójimo, la Sociedad permitió la participación de mujeres y hombres a esta benemérita tarea. La figura de doña Adela Sobrero de Balbuena, su presidenta durante más de 14 años, que supo unir el amor al prójimo con el amor a nuestro terruño, debiéndosele a ella, en gran parte, la instalación en Concepción del Uruguay del antiguo; Policlínico Regional “Justo José de Urquiza”.

Constituida la Sociedad, la primera tarea fue hacerse cargo del Hospital de Caridad Municipal, que funcionaba dónde hoy se encuentra el Hogar de ancianos municipal” y la Asistencia Pública y durante mucho tiempo funcionó la Maternidad Municipal. La Sociedad tomó posesión del Hospital el 10 de junio del mismo año y lo inauguró oficialmente, el 29 de junio de 1877, actuando como padrino en la bendición el entonces gobernador de la provincia, Ramón Febre y se designó; en esa fecha, al Dr. Esteban del Castillo como médico del establecimiento; en esa fecha se adoptó el Reglamento confeccionado en el año 1875, es decir, el que redactó la primera comisión.

CD de la Sociedad en 1929. Ver referencias al pie de del artículo

La ciudad contaba con el Hospital de Caridad Municipal. Desde entonces la ‘tarea fue constante para la Sociedad de Beneficencia y no conforme con tal atención, instaló primero “El Hogar de Ancianos” y luego el “Lactarium Porfirio Tenreyro”, rindiéndole así homenaje al que fuera gran benefactor de la Sociedad.

El doctor Amadeo Barbará, fue su inolvidable primer director y según las estadísticas, en el primer año de funcionamiento, se atendieron a 1.800 enfermos entre internos y externos.

Últimamente, la Sociedad de Beneficencia sigue trabajando en dar apoyo a todos aquellos niños que necesiten ayuda, y en esa temática demuestra que la Sociedad no es indiferente a los casos que se le presentan. Té canasta, ferias de platos, colectas, esfuerzos particulares y las ya tradicionales “Ferias Navideñas”, sos actividades que se realizan para poder colaborar con las personas más necesitadas de la ciudad.

Referencia de la foto: Comisión año 1929 sentada, de izquierda a derecha: Avelina C. de Piñón, Laura L. de gadea, Genoveva L. de Hormaiztegui, Sara B. de Calvo. Paradas: Esther R. de Echenone, Elisa O. de Grieve, Francisca P. de Blanchet y Juana S. de Rodríguez

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: “Sociedad de Beneficencia, pilar de servicio y atención de los desamparados”, diario “La Calle”, 25 de junio de 1983

El Dr. Marcó, médico de niños de C. del Uruguay

El doctor Juan Alberto Marcó (Foto: gentileza del Dr. Leandro Marcó)
Juan Alberto Marcó nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 26 de junio de 1906. Sus padres fueron María Ignacia Gutiérrez y Cipriano Francisco Marcó.
Cursó sus estudios secundarios en el Colegio del Uruguay de dicha ciudad y luego se trasladó a Buenos Aires para estudiar Medicina en la Facultad respectiva de la Universidad de Buenos Aires. Realizó prácticas profesionales en el Hospital de niños Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires formándose como Pediatra, especialidad en la que se destacó en Concepción del Uruguay durante cerca de 50 años.
Concurrió con frecuencia a Congresos de actualización, siendo miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, que en mayo de 1976 le otorga Medalla y Diploma de Honor.
Fue el primer Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Urquiza de Concepción del Uruguay. Este Hospital, de importancia regional, fue proyectado y comenzada su construcción durante la Presidencia de Marcelo T. de Alvear. En 1928 al finalizar su mandato ya estaban construidos varios pabellones, pero recién se pone en marcha a fines de 1931, en momentos en que Juan Alberto ya había comenzado a ejercer la profesión en nuestra ciudad.
 
Su actuación como Pediatra se destacó por su solvencia científico-técnica y por su calidad humana, complemento de gran importancia en el ejercicio de la Medicina.
Un episodio anecdótico pero claramente representativo de esto ocurrió en 1944, Si bien el médico escocés Alexander Fleming había descubierto la penicilina y su actividad antimicrobiana a fines de 1928, recién durante la Segunda guerra mundial (1939-45) comienza a ser usada como antibiótico en el ser humano. Hasta ese tiempo, (década del 30) solo había comenzado un uso limitado de sulfamidas con efectos de control en algunas infecciones y muchas de ellas evolucionaban hacia la muerte.
La guerra estimuló el uso de la Penicilina, que demostraba un poder antibiótico mayor, pero absorbió también la limitada producción mundial para tratar a los heridos militares.
 
El diario uruguayense “La Juventud”, señalaba el 2 de noviembre de 1944: “Ayer, (1 de noviembre) por primera vez se aplicaron inyecciones de Penicilina en esta ciudad”. Una niña de 6 años en grave estado, operada de urgencia por una peritonitis, planteó la necesidad de utilizar este antibiótico. El Profesor Busiello describe así el cuadro:
 
Recorte del diario Crítica del año 1944, da noticia del tratamiento con penicilina en nuestra ciudad (gentileza del Dr. Leandro Marcó)

“El denodado esfuerzo de los facultativos uruguayenses por salvarla parecía estéril después de haber agotado todos los remedios habituales que contaba la medicina de entonces. Con el paso de las horas la situación se hizo desesperada y las posibilidades de vida comenzaron a escurrirse como agua entre los dedos. La angustiante situación se palpaba en el aire y podía leerse en los rostros de sus progenitores y familiares, pero también en el personal de la clínica, donde las enfermeras y los dos profesionales que vivían pendientes de la evolución de la niña luchaban denodadamente manteniendo una luz de esperanza”.

Juan Alberto, conocedor de que había en Buenos Aires una mínima disponibilidad del fármaco, gestionó su entrega. Un avión del Aeroclub local viajó especialmente a buscar las primeras dosis. Partió a las 9 y ya a las 15 horas estaba de regreso. Luego por tren llegaron nuevos frascos ampolla. A partir de la cuarta aplicación intramuscular se logró una gran mejoría y en pocos días la niña regresó a su casa.
En aquel momento era muy poco probable la supervivencia cuando la infección, invadiendo todo el organismo, provocaba la muerte en pocos días. A los 77 años de edad, María del Carmen nos relató detalles con lucidez y manifestó emocionada el agradecimiento a su pediatra. Guarda recortes de diarios locales y de Crítica de Buenos Aires que informaron sobre la “magnífica obra de la Penicilina”, utilizada por primera vez en nuestra región.
Como afirma el Profesor Busiello: “Si nos atenemos, a lo ocurrido en la provincia de San Juan en el mes de septiembre de ese mismo año, lograr que las autoridades de Salud Pública autorizaran la entrega no era tarea fácil. La Penicilina entraba al país en cuenta gotas y una comisión especial establecida en calle Belgrano 666 de la Capital Federal supervisaba el acto. Dicho esto, la máxima autoridad sanitaria de la localidad, en este caso de Concepción del Uruguay debía certificar el pedido y el médico de cabecera del paciente, declarar bajo juramento ante la Comisión Especial, que el mismo revestía suma gravedad y que se hablan aplicado todos los conocimientos terapéuticos para salvarlo”.
 
Sumó a esta actividad asistencial principal la de Médico Forense. Participó en la fundación del Círculo Médico de Concepción del Uruguay, entidad gremial profesional que presidió en un momento conflictivo de la misma, en que los grupos enfrentados coincidieron en que su personalidad amigable y su ecuanimidad sentaban las bases para la consolidación institucional en un marco de unidad. Así fue y su aporte facilitó el desarrollo posterior del Círculo.
 
Si bien no participó intensamente en la actividad política, adhirió a la Unión Cívica Radical, y en 1934 a los 29 años, ya recibido de médico e instalado en Concepción del Uruguay, participa como Delegado del Comité de la Juventud de las sesiones del Comité Central de la ciudad.
 
Un periódico regional, información agraria, publicó con motivo de su fallecimiento, una nota que expresa con claridad la opinión de muchos vecinos de Uruguay y su zona de influencia, por lo que vale reproducirla en este recuerdo: “Muerte del médico. Quizá su vida no haya trascendido más allá de la intimidad de muchísimos hogares que recibieron el alivio de quien fue más que un médico, un padre para los niños.
“Un padre que vivió 50 años haciendo de la medicina un sacerdocio. Cientos de niños, quizá miles habrán quedado registrados en sus historias clínicas. Fue el médico que supo contemporizar su filantropía y su modestia con una ininterrumpida actividad científica que lo mantuvo actualizado con los continuos adelantos de la ciencia médica en pediatría. Que supo tratar a sus pequeños pacientes con la sabiduría de los procedimientos simples, sin dejar de adecuar el tratamiento, cuando así lo requería, al más alto nivel científico.
“Profundo conocedor de la psicología humana supo tratar a los padres otorgándole la confianza y la fe apropiada a sus costumbres y nivel de vida, compartiendo sus preocupaciones y angustias.
“Poseía, fundamentalmente, la humildad de los que saben y su labor no pasó inadvertida en los centros científicos y fue galardonado con la designación de Miembro Honorario de la Sociedad Argentina de Pediatría con medalla de honor, un mes antes de su muerte…
“…Seguramente el Dr. Juan Alberto Marcó se ha marchado silenciosamente, como vivió, con su maletín cargado de frases de agradecimiento de muchos padres, con la letra menuda y temblorosa de muchos chicos y lo que es más con la satisfacción mayor a la que puede aspirar un ser humano; la del deber cumplido”.
 
Se casó con Guiomar Suárez Terra y tuvo una hija Guiomar Alicia, quien le dio cuatro nietos. El mayor de ellos, Enrique Alfredo Carvalho, vive en nuestra ciudad. Juan Alberto poseía un buen humor que se traslucía en forma constante, promoviendo juegos y diversiones, siendo muchas veces el centro de reuniones sociales y generando buenos momentos en su chacra en la que reunía parientes y amigos todos los domingos. Su gusto por los deportes lo llevaba a concurrir a los campeonatos de pelota a paleta en diferentes ciudades de la provincia, a jugar asiduamente al vóley y a seguir en el fútbol a Boca Junior. Fue el primer Presidente del Club Universitario.
Falleció a 25 días de cumplir los 70 años de edad en Concepción del Uruguay, el 1° de junio de 1976.
 
Texto: Leandro Marcó. Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto

Proyecto del Policlínico Regional del Litoral “Justo Jose De Urquiza”

Lámina completa del proyecto del Policlínico Regional que apareció en el libro de referencia

En el año 1925, en nuestro país, siendo presidente el Doctor Marcelo T. de Alvear, se hicieron varias obras de salud pública, entre ellas, se crearon dos policlínicos.

Uno en el norte de nuestro país, más precisamente en  la ciudad de Güemes, Salta, que serviría para estudio y profilaxis del tratamiento de paludismo, que proliferaba en esta zona argentina.

Y el otro policlínico, en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, destinado para todo tipo de dolencias comunes.

Hemos accedido al discurso que diera el Dr. Domingo Cabred, Presidente de la Comisión Nacional de Hospitales, al colocarse la piedra fundamental de nuestro policlínico, que hoy llamamos el “Hospital” Viejo, el día 4 de abril de 1925

Tapa del libro, como se puede ver es de tapa dura con letras en relieve y doradas

Este hospital, que por muchos años nos acompañó como tal, fue creado por el Gobierno Nacional por Ley nº 11049, donde se aprueba el lugar, su trazado y se aprueban los planos de lo que sería Policlínico Regional del Litoral “Justo José de Urquiza”.

La Comisión Asesora de Asilos y Hospitales Regionales, responsable de estos nuevos hospitales estaba conformada por el Dr. Cabred y lo acompañaban los  Doctores Alfredo Lanari y Benjamín González.

La piedra fundamental fue colocada el 4 de abril de 1925. Se designó al Sr. Presidente Dr. Marcelo T. de Alvear y a su esposa Sra. Regina Pacini, como padrinos de esta obra. Y no podía ser menos, ya que el entonces Presidente argentino era descendiente del Ministro de Relaciones Exteriores que tuviera el Gral. Justo José de Urquiza en su gobierno, Dr. Emilio de Alvear.

En el acto se encontraban presentes, representando al Sr. Presidente, los Señores Ingeniero Freycinet, el biólogo Dr. Paul Bert, Senador Nacional Dr. Martín Torino (autor de la Ley y Presupuesto del terreno donde se construiría el hospital y las partidas de dinero que llegarían para la obra).

En este discurso dado por el Dr. Cabred, se prometía la finalización de la obra en dos años, cosa que no sería así ya que el policlínico fue inaugurado el 29 de noviembre de 1931

El mismo estaría formado (tal como se ve en la ilustración que acompaña la publicación) por 14 amplios y hermosos pabellones, de techos de tejas rojas, ubicados en orden disperso y orientados a medio rumbo, de esta manera recibirían sol sobre todos los frentes durante el día.

Ilustración con las referencias de sus diferentes instalaciones: 1. Pabellón enfermedades internas hombres. 2. Pabellón enfermedades internas mujeres. 3. Pabellón enfermedades quirúrgicas. 4. Pabellón niñas y niños. 5. Pabellón Maternidad 6. Pabellón infecciosos. 7. Cocina, administración y farmacia. 8. Lavadero y desinfección. 9. Pabellón autopsias y Laboratorio. 10. Casa del Director. 11. casa para el personal de servicio. 12. Cochera. 13. casa existente. 14. Portería

Los planos fueron realizados por el Arquitecto Eugenio Balduino, dirigió la obra el Jefe de la sección de Construcciones de la Comisión Asesora Arq. Jacques Braguinsky.   

El complejo hospitalario se construiría en un terreno de 30 hectáreas ubicado al norte de la ciudad, limitado por el Arroyo Molino, cerca del río Uruguay a 2 kilómetros del puerto, con el que se comunica por la línea del ferrocarril N.E.A.

El sitio elegido es un lugar con excelente acceso y también histórico. Este lugar fue elegido por el Gral. Urquiza para formar lo que se llamó “Chacra de los Colegiales”, lugar donde fue un sitio de verano creado para los alumnos del Colegio del Uruguay.

Este hospital que hoy nos mira con nostalgia fue creado “para 350 enfermos de ambos sexos, de todas las edades y de distintas clases de dolencias. Cuenta con pabellones separados, para enfermedades internas, quirúrgicas, infecciosas, para maternidad, para niños, consultorios externos y laboratorios para Rayos X, etc., edificados con materiales de primera clase”.

Tenía agua fría y caliente, energía eléctrica, lavadero, desinfección y otros adelantos de la época.

El costo de la construcción  se estimó en $1.205.278,00, dinero que se recaudaría con los recursos de la Ley 4953.

El terreno fue donado por la Nación por Ley 11.049. En su discurso el Dr. Cabred afirmaba que sería un Policlínico “hermoso, completo y económico”, que prestara servicio no solo a nuestra ciudad, sino también a las ciudades de Concordia, Colon y otras ciudades vecinas.

Vista del Policlínico ya habilitado, puede verse como se ha respetado el proyecto original

El Dr. Cabred todo un visionario, adelantándose casi 100 años a la carrera de medicina de la UNER,  también sugería en su discurso: “Las generaciones del presente, como un imperativo del progreso, tienen el deber de continuar y completar la obra de Urquiza y para ello debe crearse en esta misma ciudad sobre la base de la Institución, que hoy se levante, una escuela de medicina y farmacia, en la que los egresados del Colegio del Uruguay, que deseen seguir la carrera de médico o de farmacéutico, tengan, por lo menos para el estudio de los primeros años, las facilidades deseables, sin necesidad de trasladarse a centros universitarios muy distantes de esta ciudad.

A este propósito se contaría, para el estudio de Anatomía normal y patológica con un pabellón especial de autopsias, para el de la histología, fisiología y bacteriología, con sus distintos laboratorios.

Se disponía de pabellones separados. Es decir con todos los elementos de una escuela practica”.

Leyendo este discurso, no dejamos de admirar el pensamiento de un adelantado como el Dr. Cabred, que ha visto en esta tierra y como él lo dijo, que los entrerrianos llevaríamos adelante la idea del Gral. Urquiza, quien quería combatir el curanderismo, legalizando la medicina, creando en 1848 un Tribunal de Medicina.

Dr. Domingo Felipe Cabred

Dr. Domingo Cabred

Nació en Paso de los Libres (Corrientes) el 20 de diciembre de 1859. Realizó sus estudios primarios en la ciudad de Buenos Aires y se recibió como Doctor en Medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1881, con una tesis titulada “Contribución al estudio de la locura refleja”, especializándose en psiquiatría, bajo la tutela de Lucio Meléndez.

Trayectoria profesional

Fue practicante durante tres años y, posteriormente, médico interno en el Hospicio de las Mercedes; el 16 de abril de 1886 ascendió a sub-director, cargo que ejerció hasta el 10 de octubre de 1892, fecha a partir de la cual fue director de la institución hasta su retiro, por razones de salud, que tuvo lugar el 23 de noviembre de 1916. Además, trabajó en la docencia universitaria a partir de 1887 como profesor suplente de Patología Mental, y luego profesor titular en 1893, sucediendo a Meléndez, en ese cargo y en la Dirección del Hospicio. Con el apoyo del diputado y médico Eliseo Cantón, logró, en 1897, que se aprobara la creación de una Colonia Nacional de Alienados de puertas abiertas.

En 1888, viajó a Europa y estudió el funcionamiento de los hospicios y de los institutos para sordomudos de Alemania, Italia, Austria y Francia. Un año más tarde, en 1889, fue el representante argentino y Presidente de Honor del Congreso Internacional de Medicina Mental, realizado en París.

En 1896 representó a la Argentina en el Congreso Nacional de Antropología Criminal realizado en Ginebra (Suiza). Fue allí donde propuso una moción, la cual fue aprobada, en la que sostenía que los alienados delincuentes no debían ser alojados en secciones especiales de las cárceles, sino que debían ser tratados en hospicios y en instituciones especializadas.

Creó un departamento con esas características en el Hospicio de las Mercedes, que sería el primero en su tipo en Sudamérica.

En el año 1900 creó el Instituto de Psiquiatría, que posteriormente fue anexado a la Facultad de Medicina. En 1903, fundó la Liga Argentina de Lucha contra el Alcoholismo.

En 1908, fundó la Colonia Nacional de Alienados, conocida con el nombre de Colonia Open Door; difundiendo, así, en el país y en el continente en los Congresos Médicos Latinoamericanos realizados en Río de Janeiro (1909) y Lima (1913) los criterios de tratamientos en psiquiatría más modernos para la época. Además, impulsó una gran obra de infraestructura hospitalaria desde su puesto como Presidente de la Comisión Nacional de Hospitales.

Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 27 de noviembre de 1929.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente “Asilos y hospitales regionales en la República Argentina”, Segunda serie, período 1922 a 1926. Agradecemos a Laura Bobett y Leandro Marcó, el habernos permitido consultar tan importante obra.

 

Escuela de derecho  en el Colegio del Uruguay

Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”

Creación de la escuela de Derecho. En febrero de 1881 comienza a funcionar la Escuela de Derecho en el Colegio del Uruguay. Las clases de Jurisprudencia se dictan con arreglo a los programas de las universidades nacionales su vida académica se desarrolló hasta el año 1883. Esta escuela fue la tercera en funcionar en el histórico Colegio, ya que la primera funcionó entre los años 1854 a 1858 (Rectorado de Alberto Larroque), la segunda comenzó a dictar clases el 1 de marzo de 1873 y se debió a una iniciativa de su rector, Agustín Alió. 

Asociamos Colegio del Uruguay, con el Gral. Justo José de Urquiza, pero no fue esta la única obra manifestando lo importante que fue para él, la educación.

Siendo miembro de la Legislatura entrerriana, presento un proyecto de la creación de escuelas lancasterianas en Paraná y en Concepción del Uruguay. Además creo escuelas primarias en cada pueblo de nuestra provincia.

Demostrando esto que el Gral. Urquiza se dio cuenta de la importancia de la educación para el futuro de nuestro país.

Es así que en 1849, se funda el histórico Colegio del Uruguay, que no solo enseño a sus alumnos a leer, escribir y contar sino que también se preparó al alumno para su vida después de pasar por sus aulas.

En 1853, nuestro país comenzaba como Republica y se hacía necesario profesionales para el poder judicial y los había muy pocos.

En aquellos tiempos solo en la Universidad de Córdoba se otorgaba el título de abogado. Buenos Aires, se había separado de la Confederación. Es así que aquellos idóneos en la materia eran aceptados como tales.

El Gral. Urquiza decide establecer un curso de Jurisprudencia en el Colegio del Uruguay y fue Lorenzo Larroque, el hombre elegido para hacerlo.

Esta primera escuela de derecho se inicia el 1 de marzo de 1854, la carrera duraba cuatro años. La enseñanza era personalizada, con controles de estudios semanales y evaluaciones trimestrales. En diciembre de 1857, se reciben los primeros abogados, entre ellos recordamos a José Baltore, Segundo Benavidez, Juan Haedo, Onésimo Leguizamón, Presbítero Vicente Martínez, Julián Medrano, Martin Ruiz Moreno, José Sagastume entre otros.

Todo era éxito en este tema y no hacía suponer que cuando se tratara el presupuesto para el año 1858 en el Congreso de la Confederación, no se tratara el de la escuela de Derecho. Fueron suspendidas estas clases por Ley nº 203/58. El motivo puede ser, que los cordobeses influyeron en el Ministro de Instrucción Pública Don Juan del Campillo, que era cordobés.  Por miedo a perder el prestigio que tenía la Universidad de Córdoba

Todos los alumnos del Colegio terminaron su carrera en la Universidad de Montevideo, haciendo un vacío a Córdoba.

En el año 1872 por gestión del Rector Alió, vuelve a tener el Colegio su Escuela de Derecho.

Con algunos problemas en la regularización de las clases, esta escuela dura siete años, cierra sus puertas en 1880. Su clausura la dispone el Presidente Julio A. Roca seguramente por las mismas razones que se cerró la primera – la presión de los cordobeses –

Aquellos años con tantas carreras tan importantes hacen muy famosa a esta casa de estudios, que albergo alumnos de casi todas las provincias y hasta de países limítrofes, cumpliendo desde su fundación el deseo del Gral. Urquiza “formar hombres de bien”.

Texto: Civetta, María Virginia  Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Argachá, Celomar, “Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”” y Giqueaux, Eduardo, “Historias de Medio Tiempo” (tomo I)

Luigi Lombardi, su almacén y la fábrica de vinagre “Véspero”

Recomendación de la panadería “Del Callao” en la cual trabajo en Buenos aires, antes de venir a C. del Uruguay

Luigi Lombardi

La historia de Luigi, se encuadra dentro de las de, seguramente, miles de los inmigrantes que vinieron a nuestro país corridos por la condiciones de vida que imperaban el Europa a principios del S. XX

Luigi Lombardi había nacido el 13 de abril de 1901 en Borgo A. Mozzano,  provincia de Lucca, en Italia, era hijo de Giovanni Lombardi y de María Groppi, que tuvieron 13 hijos, entre ellos Luigi. En ese pequeño poblado se casa con Ester Grazziani, con la que tiene un hijo, Gino, siendo éste el único de sus tres hijos nacido en Italia.

Entre 1920 y 1921, Luigi realiza el servicio militar en el Regimiento de Artillería Pesante, según lo acredita la constancia emitida el 23 de febrero de 1921, y, luego de probar suerte, se decide a emprender el viaje hacia América. Siendo si hijo muy pequeño, de tan solo 9 meses y medio, Luigi que solo contaba con 24 años emprende el viaje en barco a nuestro país, en busca de un mejor pasar, para mantener a la familia que estaba formando.

Cédula de embarque

El 10 de julio de 1924, Luigi se embarca solo hacia nuestro país en el puerto de Génova y realiza el viaje a bordo del Princesa Mafalda, arribando al puerto de Buenos Aires, el 29 de Julio de ese mismo año. Su esposa, María Ester, había quedado en Italia con su pequeño hijo, Gino, esperando su vuelta.

Un tío, al que recordó toda su vida, le había prestado 500 liras para que iniciara una nueva etapa en su vida, seguramente con una perspectiva mejor a la que hubiera tenido en su país.

El 3 de agosto, a pocos días de su llegada a Buenos Aires y ya  encuentra trabajo en una quinta ubicada en la zona de Villa Devoto que abastecía con frutas y verduras; estos vegetales eran llevados al zoológico de Buenos Aires para alimentar a los animales. El traslado se realizaba en una carreta y antes de llegar al destino pasaban por una panadería y recogían pan, que completaba la dieta de los habitantes del zoológico.

Trabajaba a destajo, ya que debía ahorrar para devolver las liras que le había prestado su tío y también juntar dinero para traer a su esposa e hijo, que lo esperaban en la lejana Italia. Tal es así que cuando hacia el reparto de los productos de la granja, apartaba una manzana y un pan que le servían para desayunar.

Más tarde trabajo en una  aceitera y en una panadería por las noches, la panadería y pastelería “Del Callao, propiedad de un connacional, Francisco Malvino, ubicada en el barrio Palermo, en la calle Canning 3280. Es aquí, dónde en el tiempo que llevaba el leudado de la masa y la fabricación del pan, en ese tiempo “muerto” donde aprende a hablar bien nuestro idioma, a tomar mates amargos y jugar al truco. Para cumplir con esos trabajos, debe abandonar su primer empleo, en la quinta de Villa Devoto.

Cuatro largos años trabajando intensamente y ahorrando lo más que podía, por ejemplo, era normal que descansar en el tranvía, en el trayecto entre los dos trabajos, hacen que pueda viajar a Italia y traer a su esposa y su hijito. Ya reunida, la familia se traslada de nuevo a Argentina en el barco “Conte Verde”, que parte del puerto de Génova el 22 de julio de 1928.

Constancia de su primer viaje a Argentina (29/7  /1924

Su esposa, Ester no se adaptaba al Buenos Aires de entonces y deciden buscar un nuevo destino, en esa búsqueda, leen en un diario que en una estancia en Entre Ríos necesitaban un matrimonio con una hija. No reunían esa condición, ya que su hijo era varón, pero igual Luigi alienta a su esposa a que se presente.

Es así, que llegan a trabajar a la Estancia de Cipriano de Urquiza, ubicada en Bella Vista. Años después, debe trasladarse a la localidad de Herrera y luego, entra a trabajar en la estancia “Salgor” de Francisco Sáenz Valiente, nieto del general Urquiza, con quien construye una amistad que durará hasta el final de sus días. En esta estancia se desempeñará como “Una especia de encargado” hasta el año 1937. Según nos refiera su hija, el nombre de “Salgor” viene del sobrenombre que tenía Francisco Sáenz Valiente, “Salchicha” y de su esposa, apodada “Gorda”.

Su excelente foja de servicios se ve reflejada en sendas cartas de recomendación que sus ex empleadores le hacen llegar, y que se adjuntan a este artículo.

El almacén “El sol sale para todos”

En el año 1932, puede comprar un terreno sobre el bulevar Yrigoyen en Concepción del Uruguay, “…entre las entonces calles 1 y 2 del oeste. Para ese entonces ya había en el lugar otros almacenes -cuenta Luigi en una nota que le hiciera el diario “La Calle” en el año 1974, al cumplirse 50 años de su llegada a la Argentina-, entre ellos el de “Don Chonquele, Aguirre, que después fuera de Espil y el almacén de los Briozzo”. Es en ese lugar que construyó, con sus propias manos,  su almacén y casa familiar. No lo habitó inmediatamente, sino unos años después.

La zona estaba, para ese entonces bastante despoblada, “con decirte, comenta, que frente al almacén había un monte de espinillos, todavía”

Al almacén lo llamo “El sol sale para todos”, así lo decía un gran cartel de chapa pintada que cubría prácticamente todo su frente. En aquellos tiempos se usaba la libreta donde se anotaba lo que comprabas y pagabas cada 15 días o todos los meses de acuerdo al sistema de pago de cada cliente. Llego a tener 160 libretas y cuatro empleados. Una de las primeras que trabajó en el almacén fue  Juanita laurino, recordaba en la citada nota, “…después vinieron muchos Laurino más y tantos chicos…”

“El viejo almacén, recuerda, tenía cancha de bochas al fondo, se jugaba al truco y algunos hasta se la ingeniaban para “levantar” quiniela. (…) Solía levantarme al amanecer y a veces otro amanecer me sorprendía levantado mientras en el bar seguían “meta truco”. Para esa época (años ’30 y ’40) no existía aún el  bulevar ya la calle era de tierra y de una sola mano.

“Afuera, yo tenía estacas con cadenas para atar los caballos de los clientes (…) también ataban los carros rusos, porque venía mucha gente a comprar de la colonia, sobre todo de Santa Anita”

Luigi Lombardi y Ester Graziani en el patio de su casa de Bv. Yrigoyen

Graciela Beatriz Beorda, fue durante muchos años cliente y vecina de don Luigi, sus padres José Beorda y Blanca George, que más conocida como “Nata”, tenían un tradicional negocio en la esquina de bulevar Yrigoyen y Fray Mocho que se llamaba “Librería del Barrio”. “En realidad era de todo, de zapatería a tienda, librería, juguetería y bazar”. Comenzó a dos cuadras de ahí en Zaninetti 616 y luego, en la década de 1960, se mudó” recuerda Graciela. “Aunque no lo creas era muy difícil ir hasta el centro”.

Apelando a su memoria nos cuenta: “El almacén tenía  2 puertas, entrando por la derecha, llegabas a un lugar dónde se apilaban la latas de galletitas, había de todo tipo, desde los bizcochitos Canale, los recordados “Habanitos” cubiertos de chocolate, los polvorones, las Duquesitas, hasta los palitos de maicena.

“Llegando al largo mostrador, detrás del vidrio del caramelero, se exhibían los caramelos frutales, los caramelos de leche Mu-mu y los chupetines. En otro frasco, estaban los chocolatines blancos y negros, una moda del momento.

Por la puerta izquierda, estaba una gigante heladera comercial, creo de madera, con enormes manijas de acero y varias puertas. Descansaban en ella, los jamones, salames, mortadelas y quesos frescos, en otros compartimentos, las bebidas. La parte superior del mostrador era de acero, que limpiaba en forma constante”.

““El Sol sale para todos”, era un inmenso almacén de ramos generales, donde podías comprar  un kilo de todo, azúcar, yerba, arroz, polenta, fideos, todo suelto. 

En su retina ha quedado guardado este recuerdo “Una vez solicitado el pedido,  Don Luigi, se dirigía hacia los cajones donde almacenaba el producto, levantaba la tapa, en forma de plano inclinado, hundiendo una enorme cuchara, contenedora por ejemplo de un kilo exacto de azúcar, que luego levantaba como un trofeo, para depositar la mercancía en un papel gris prolijamente cortado con anterioridad y, allí venia la magia….sus enormes  manos realizaban un repulgue, como de empanada, en ambos lados del papel y, llegando a la parte superior, dejaba dos orejitas, que usaba para dar un giro de todo el envoltorio, antes de entregar el pedido al cliente”.

Este italiano nunca dejaba de trabajar. Un vecino le había prestado un terreno, ubicado frente a su casa y cuando cerraba por el horario de siesta, el hacía una quinta en él. La verdura que cosechaba, casi en su totalidad, era vendida. “Casi no dormía” recuerda hoy su hija, “se levantaba a las cuatro y media de la mañana, tomaba mate y conversaba por espacio de una hora con su esposa y después trabajaba todo el día”. Cuando pasaba el tren, por el lado sur de este terreno, muchas veces, por sobre el cerco, le arrojaba verdura gratis a los empleados del ferrocarril, que eran casi todos clientes de su almacén.

Y así transcurrían los días y la familia se fue agrandando, ya tenían a Gino, pero aquí en nuestra tierra nacían, María Ester y Juan Luis.

Gino quien estudio en la Universidad del Litoral, pero por problemas políticos de la época se viene a nuestra ciudad, quien da clases en la Escuela Ana U. de Victorica, Escuela Normal y UTN. Era Ingeniero Químico y fue un gran profesor, muy recordado todavía en nuestra ciudad.

Fábrica de vinagres “Véspero”

Fábrica de vinagre y Almacén en la actualidad

Precisamente, por iniciativa de Gino, en el año 1960, comienza a funcionar la fábrica de Vinagre Véspero, que con los años se convertiría en una marca familiar para los Uruguayenses, como la Marcela, Lusera y Jugos Erpen. ¿Qué significa ese nombre? Véspero significa “Lucero de la tarde”.

Fue una fábrica que funciono en nuestra ciudad, en bulevar Yrigoyen, junto al almacén de su padre. Para instalar la fábrica, tuvo que adquirir a su vecino una franja de terreno que llegaba hasta la calle posterior, Lorenzo Sartorio.

En ella se fabricaba vinagre de alcohol en base a la fermentación del marlo del maíz. El proceso del vinagre no se podía detener, pues llevaba esto a la perdida de la totalidad del producto.

Pronto, se debió aumentar la capacidad de producción de vinagre, llegando a tener 10 toneles de roble, que habían sido adaptados para tal fin, pues habían sido comprados en Mendoza y eran toneles para el vino. Los toneles estaban repartidos en el interior del edificio, pero uno, el más grande se podría ver desde la calle.

Se embotellaba en botellas de vidrio. Cada cajón tenía diez botellas y en su momento de mayor producción el vinagre Véspero llegaba a Corrientes, Santa Fé, Misiones y Chaco.

El ocaso de esta tradicional fábrica se dio en 1990. Cuando Don Luigi se jubila, toma la dirección del almacén su hija María Ester, hasta que ella misma se jubila, cerrando también el ya tradicional almacén de casi 60 años de vida. Don Luigi fallece el 21 de enero de 1995, a los 94 años.

Dejo los cimientos de una tradicional familia de descendientes italianos con valores de trabajo y estudios.

La familia

En el año 1947, llega de Italia su hermano Pietro, quien ayudado por Luigi puede comprar un terreno en calle Zaninetti, entre las calles Santa Teresita y Padre Sceliga, fundando un almacén. Pietro, aprendió el oficio de comerciante con su hermano, y luego comenzó con su propio emprendimiento. A diferencia de su hermano, Pietro, nunca aprendió a hablar bien el castellano.

En  el año 1972, fallece su esposa de toda la vida, y Luigi, cae en una gran depresión, tal es así que su hija vuelve a vivir en la casa materna, acompañándolo y ayudándolo a superar este difícil trance.

El 2 de julio de 1980 fue designado socio vitalicio del Club Rivadavia, club al que había contribuido para su fundación.

Luigi Lombardi y Ester Graziani, foto de la década de 1960

Una anécdota que nos llamó la atención y la compartimos con Uds. Su esposa Ester Grazziani se enamoró de Concepción del Uruguay, tanto que deseaba tener en el Cementerio Municipal, un panteón familiar que mirara hacia la plaza Ramírez, que ella tanto quería. Este tema a Luigi no le interesaba, tal vez la paz de nuestra tierra no lo hacía pensar en el descanso eterno.

Pero ella preocupada había logrado un predio en el Campo Santo, aunque su esposo no accedía a su pedido de construir un panteón que mirar hacia el este

Ester, fallece joven. Una enfermedad terminal la lleva en treinta días. Su cuerpo fue depositado en un nicho. Este hecho, sin dudas hizo recapacitar a Luigi, que finalmente decidió cumplir el deseo de su amada esposa, y construyó el Panteón Familiar.

De esta manera, se cumplió el anhelo de Ester, que la bóveda mirara hacia la Plaza General Francisco Ramírez y su esposo al trasladar sus restos los depósito de tal forma que por fin Ester podía descansar mirando la Plaza principal de la ciudad que los había cobijado y permitió que se desarrollaran como familia.

Agradecemos a la Señora Delma Bertolotti, sin su ayuda no se habría podido hacer este encuentro.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Charla con la Señora María Ester Lombardi (Hija) y diario “La Calle” del 25 de julio de 1974

 

 

La Capitanía del Puerto de C. del Uruguay y las revoluciones Jordanistas

Edificio de la capitanía de Puerto hacia 1875 (Hoy UTN)

En el atardecer del 11 de abril de 1870, en su residencia de San José es asesinado por una partida sediciosa, el gobernador de la provincia de Entre Ríos, el General Justo José de Urquiza, mientras que en la ciudad de Concordia (ER) corrían la misma suerte sus hijos Waldino y Justo Carmelo, siendo la cabeza del movimiento sedicioso el General Ricardo López Jordán.
La noticia de la muerte violenta de Urquiza, es conocida en Buenos Aires el día 14 de abril del mismo año, mediante el mensaje que enviara el Capitán de Puerto de Gualeguay Coronel Bartolomé Leónidas Cordero, en la falúa de la dependencia a su cargo, que “a remo” demoró tres días en arribar a la capital, viaje que demandó un gran esfuerzo físico a su tripulación, constituyendo una epopeya náutica en si misma.
Tras la muerte del General Urquiza, el 14 de abril de 1870 asume como gobernador de la provincia el General Ricardo López Jordán, no siendo reconocido por el Gobierno Nacional presidido por Domingo Faustino Sarmiento, quien dispuso de inmediato la intervención de fuerzas nacionales para sofocar la revuelta.

Las siguientes circunstancias son comunicadas por el Capitán de Puerto del Uruguay Coronel Mariano Cordero a sus superiores en Buenos Aires por nota de fecha 13 de abril expresando “…ninguna situación ha ocurrido en esta ciudad, continuando en ejercicio el Gobernador Provisorio General Ricardo López Jordán (h) es confirmado en el cargo al día siguiente (…) aprovecho también la oportunidad para hacerle presente una ocurrencia referente al pequeño vapor ”Daimán” que debe hallarse en el puerto de Buenos Aires actualmente (…) Ese buque salió de aquí (Concepción del Uruguay) el día 12 sin la licencia correspondiente de la capitanía como lo verá Ud. si tiene a bien de exigírsela al capitán contraviniendo las disposiciones del Reglamento de Puerto (…) Cúmpleme agregar que todas las novedades que tuvieran lugar a consecuencia de la revolución en esta provincia serán comunicadas a Ud.”.

El gobierno nacional adopta medidas de vigilancia en los ríos Paraná y Uruguay, especialmente en este último, para evitar el contrabando de armas, pertrechos, municiones y hombres desde la vecina República Oriental del Uruguay, procediendo al arriendo en algunos casos y en otros a la confiscación de embarcaciones de diverso tipo, propiedad de particulares.

Vista del puerto viejo hacia el sur, tomada desde la torre de la capitanía de Puerto

El 22 de abril de 1870 el Coronel Cordero informa a sus superiores en Buenos Aires: “…después acá ningún hecho se ha producido digno de la atención de Ud. Pero se nota que la provincia se prepara a asumir una actitud bélica. En tal disposición, es posible que aparezca para las oficinas nacionales una posición difícil (…) Para semejante caso Ud. juzga a bien de cuanto interés es para la repartición que está a mi cargo, tener sus órdenes e instrucciones para obrar con arreglo a ellas (…) Creo conveniente advertir a Ud. que los vapores de la carrera procedentes de ese puerto (se refiere al de Buenos Aires) no han tocado el de esta ciudad en sus últimos viajes…”.

AI pedido del Coronel Cordero, desde Buenos Aires se le imparten instrucciones sobre la actitud que debe adoptar: “…apoyar a las autoridades nacionales y desconocer la actitud irracional del General López Jordán…”.

El 28 del mismo mes y año, el Coronel Cordero amplía el informe anterior “Acusa recibo de las instrucciones enviadas por el Capitán del Puerto Central Coronel de Ejército José María Bustillos y agrega: “EI General Ricardo López Jordán ha delegado el cargo de Gobernador de la provincia al Presidente de la Cámara de Legislatura Fidel Sagastume y ha partido a campaña llevando consigo las fuerzas que forman la guarnición (…) El orden público es mantenido actualmente por algunos guardias nacionales y extranjeros que organizados en patrullas recorren la ciudad por la noche…”.

Por Decreto de la Nación de fecha 28 de abril de 1870 se dispone el “cierre de todos los puertos de la provincia de Entre Ríos a la navegación de buques de cualquier bandera”, medida que es dejada sin efecto para el puerto de Concepción del Uruguay el 31 de mayo de 1870, cuando arriban a la ciudad las fuerzas nacionales, y por Decreto del 13 de junio del mismo año para el resto de los puertos de la provincial.

El 2 de mayo de 1870, por Decreto de esta fecha el Presidente de la Nación Domingo F. Sarmiento dispone el “Estado de Sitio en todo el territorio de la Provincia de Entre Ríos.

El Coronel Cordero, acorde las instrucciones que había recibido desde Buenos Aires, el día 10 de mayo de 1870 cursa nota al Brigadier General Emilio Mitre Jefe del Ejército y Comisionado Nacional, poniéndose a su disposición con la Capitanía de Puerto a sus órdenes.

Luego de haber ocupado las fuerzas nacionales la ciudad de Concepción del Uruguay, el 20 de mayo de 1870, el Comandante del vapor de Guerra Nacional  Erasmo Obligado, cursa nota al Capitán de Puerto Central (Buenos Aires) informando que: “puede normalizarse la entrada y salida de buques en este puerto”. 
En base a este informe, el Ministro de Guerra y Marina General Martín de Gainza, con fecha 31 de mayo del mismo año, libera el puerto del Uruguay (Concepción del) para la entrada y salida de buques. El Jefe Político de la ciudad Sr. Mabragaña es reemplazado, el 18 de junio de 1870, por el Coronel D. Carlos Tomás Sourigues, quien además era profesor del Colegio del Uruguay, estando al frente del “Batallón de Alumnos.

El 12 de julio de 1870, a las 14 horas, las fuerzas jordanistas toman la ciudad de Concepción del Uruguay, después de una heroica resistencia, especialmente del cantón del Colegio al mando del Coronel Sourigues, quien muere en la lucha. Esta situación obliga al Capitán de Puerto Nacional Coronel de Marina Mariano Cordero, junto al personal a sus órdenes, a evacuar la ciudad y a buscar refugio en la isla frente a la misma, ante el accionar de las partidas revolucionarias que “buscaban a los empleados nacionales para hacerlos prisioneros o matarlos” (según nota fechada en la Isla frente al puerto, a la hora 14.30, y enviada a Buenos Aires en un vapor de la carrera que zarparía del puerto. Posteriormente “pasan a otra isla por seguridad” (no aclara el nombre).

Por haber abandonado su puesto y haberse plegado a los ”rebeldes” de López Jordán, el Oficial Primero de la Capitanía de Puerto Ricardo lturriaga, el Coronel Cordero, el 14 de julio, procede a darlo de “baja” y propone en su reemplazo a su sobrino José María Cordero (h) quien con anterioridad había prestado servicios en la Capitanía. Va a ser aceptada su alta el 19 de enero de 1871.

Misma medida va a tomar, posteriormente, con el Ayudante Juan José Vico “…por haber tomado servicio con los rebeldes cuando cayó ocupado este puerto por ellos…”.
Para reemplazarlo, el 10 de enero de 1871, propone al ciudadano José Yorda, quien reúne las condiciones para ese cargo, que desde hace tiempo lo “está prestando sin sueldo”.

Vista del puerto viejo hacia el norte, tomada desde la torre de la capitanía de Puerto

El 30 de julio de 1870, el Coronel Cordero -a bordo de un buque extranjero, no se aclara cual- cursa nota al Capitán Central de Puertos (Buenos Aires) expresando, entre otros conceptos “Pongo en conocimiento de Ud. que evacuada la ciudad por el ejército nacional y confiado el cuidado de la seguridad y mantenimiento del orden a la población extranjera, han aparecido recientemente grupos de las fuerzas contrarias (se refería a las que respondían al Gral. López Jordán) que recorriéndola permanecen hasta ahora, por lo menos de día (…) En ese estado, ha sido un deber y una necesidad de parte embarcarme y permanecer en un buque extranjero (…) se espera el arribo de una fuerza considerable de los rebeldes…”.

Posteriormente, el Coronel Cordero y sus hombres, en la falúa de la Capitanía, realizan el patrullado del río Uruguay, en especial frente a la ciudad de Paysandú (ROU) para evitar el cruce del río de los rebeldes y el contrabando de armas para ellos.
El Gobierno Nacional, mediante Decreto del 28 de agosto de 1870, dispone la: “…prohibición de entrada a la provincia de Entre Ríos a individuo alguno que no venga munido del correspondiente pasaporte expedido por el Ministerio de Guerra…”, medida que debe ser estrictamente cumplida por los respectivos Capitanes de Puerto de la provincia.

A fines del mes de septiembre de 1870, el Ministro de Guerra y Marina General Martin de Gainza autoriza al Coronel Cordero a cobrar los haberes por intermedio de la Administración de Rentas Nacionales de Concordia “que no estaba tomada por los rebeldes”.

En el mes de octubre, la Capitanía continúa fuera de su asiento natural, fechándose la lista de revista correspondiente a ese mes en el “Campamento Cambacuá”, siguiendo la ciudad en manos de los jordanistas.
El 6 de noviembre de 1870, el Coronel Cordero y su personal se encuentran en la “Isla frente a Paysandú (se refería a la isla denominada “Caridad”) vigilando las costas”. Allí permaneció hasta el 1° de diciembre, cuando se establece -a los mismos fines- frente al puerto de Colón; regresando nuevamente a la isla Caridad, hasta el 15 del mismo mes.

El 19 de diciembre de 1870 retoma su cargo de Capitán de Puerto del Uruguay (Concepción del) después de haber pasado casi seis meses fuera de la ciudad. Las fuerzas jordanistas habían abandonado la plaza ante el avance del Ejército y la Escuadra Nacional. Posteriormente arriba al puerto, el 20 del mismo mes, a bordo del buque de guerra “Guardia Nacional” el Ministro de Guerra y Marina General Martín de Gainza.

Las fuerzas nacionales al mando del Mayor Julio Argentino Roca derrotan a las fuerzas de López Jordán el 26 de enero de 1871, en la batalla de ”Ñaembé” (Provincia de Corrientes), obligando al caudillo entrerriano ya algunas pocas fuerzas que lo acompañaban a buscar refugio en la República del Brasil.
Sofocada la intentona, en los años 1873 y 1876, se vuelven a producir otros levantamientos revolucionarios por parte del General Ricardo López Jordán -aunque de menor intensidad- no afectado a las Capitanías de Puerto con asiento en la provincia, las que permanecieron leales al gobierno nacional y cumplieron las misiones que se le encomendaron.

No obstante ello, habían quedado resquemores entre los denominados “nacionales” y los ”jordanistas” dando lugar a duros enfrentamientos verbales y en algunos casos, con armas, produciendo heridos y aún muertos.

En este contexto, el 10 de marzo de 1871, el joven Ayudante de la Capitanía del Uruguay D. Julio Silvetti, fue bárbaramente asesinado a dos cuadras y media de la plaza principal de la ciudad (plaza General Ramírez) a plena luz del día, por parte de un “pardo brasilero” quien posteriormente se entregó a las autoridades. Al parecer el hecho había sido motivado por un anterior entredicho, cuando el Ayudante Silvetti había obligado al “brasilero” a enrolarse en las fuerzas nacionales de la guarnición, en contra de su voluntad. De tal forma, al encontrarlo en la calle, se vengó quitándole la vida.

Restablecido el orden y la paz en la provincia, la Capitanía de Puerto del Uruguay (hoy Prefectura Concepción del Uruguay) volvió a sus actividades específicas.

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: Andrés Rousseaux. Artículo publicado en la revista “Guardacostas” N° 140, junio de 2019

El viejo puente “De Fierro”

Bañistas en el arroyo “De la China”, al fondo el puente de “Fierro”, foto del año 1926

El 4 de enero de 1905, nos cuenta Francisco Bañistas en el arroyo “De la China”, al fondo el puente de “Fierro”, foto del año 1926bescat en su libro “Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay” por medio de un Decreto, la Municipalidad de Concepción del Uruguay, contribuye con $1000, para la construcción del “Puente de Fierro”, sobre Arroyo de la China, en el lugar llamado “La Picada”. (Abescat, Francisco, “Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”)

Antecedentes

La situación geográfica de Concepción del Uruguay, rodeada de cursos de agua, entre los cuales se encuentran, por el norte los arroyos “Curro” y “Molino” y más alejados los arroyos “Colman” y “Urquiza”, quienes desde antaño dificultaron las comunicaciones entre, por ejemplo, nuestra ciudad y las villas de Colón y San José.

Por el sur constituyendo uno de los límites de la ciudad se encuentra el Arroyo “de la China”, que impedía la normal comunicación entre las ciudades y pueblos ubicados hacia el sur, entre ellas, la de Gualeguaychú. La primera iniciativa de construir un puente sobre el arroyo “De la China” fue en el año 1877, cuando D. Pedro López, solicita autorización a la Municipalidad de Concepción del Uruguay, para construir un puente de madera que atravesara el referido curso de agua a la altura del  “Paso de las piedras”. La Municipalidad aceptó la propuesta y se de concedió, a cambio, la facultad de cobrar un peaje por el término de 15 años, pasado este tiempo, las instalaciones quedarían para el municipio local.

Este viejo puente de madera, si bien fue de utilidad, no cumplía su propósito en épocas de creciente o de grande lluvias, cuando quedaba interrumpido el tránsito y en esos momentos tampoco podía utilizarse un vado natural, conocido por mucha gente, que iba hace tiempo a refrescarse en ese pintoresco lugar llamado “Paso de la arena”. De modo que se comenzó a buscar una solución definitiva para este problema.

En el año 1982 se crea la Comisión de Puentes y Caminos, esta Comisión administraba e invertía  los fondos que una ley de 1891, que dispuso que el 1% de la Contribución Inmobiliaria, se destinara a la construcción de puentes y caminos.  Para cumplir con ese objetivo, se creó una Comisión en cada departamento de nuestra provincia.

Al comienzo, los puentes construidos por esta Comisión fueron de madera, pero, dado el alto precio que la madera dura había alcanzado, en 1905 el gobierno provincial resolvió experimentar con los modernos puentes metálicos, de procedencia norteamericana, adquiriendo cuatro, de entre 10 y 20 m de longitud, que se instalaron inmediatamente. Como los resultados fueron muy satisfactorios, en 1906 se encargaron doce puentes más. Uno de esos puentes, construidos por la casa “American Bridge Co. of New York”, está en nuestra ciudad: es el llamado “Puente Tropezón”, construido en 1906 y finalmente inaugurado el 9 de julio de 1910.

El puente de Fierro

Volviendo al Arroyo “De la China”, en 1906, la Comisión de Puentes y Caminos, junto a un grupo de hacendados del campos ubicados al sur del arroyo, entre los que se encontraban los hermanos Provere (propietarios del campo “Cupalén”), el sr. Magasanik, entre otros, y la Municipalidad de Concepción del Uruguay, propusieron la construcción de un “Puente de fierro” en el paraje conocido como “La Picada, sobre el arroyo “De la China”.

De inmediato, se iniciaron gestiones ante Vialidad Nacional, para el llamado a licitación para la construcción de un “moderno” puente metálico, fijándose la fecha para la apertura de los sobres con la ofertas para noviembre de ese mismo año.

Paralelamente se comenzó con la tarea de lograr los fondos para su financiamiento, La propia “Comisión de Puentes y Caminos” departamental contribuyó con $ 2.000; la Municipalidad local con $ 1.000; los hermanos Provere, propietarios del establecimiento “Cupalén”, aportaron $ 500; el señor Abraham Magasanik, $ 1.000, y así muchos más.

Finalmente, en 1908 se inició la construcción del puente de hierro sobre el arroyo de La China. Se construyó un puente con armadura de tablero inferior, cuyas vigas armadas están unidas por encima del nivel del tablero por piezas de arriostramiento. Las uniones entre los diversos elementos estructurales fueron remachadas (roblonadas), dado que la técnica de las soldaduras metálicas aún era muy elemental. Prontamente, en la jerga popular, el puente de hierro se convirtió en el “Puente de Fierro” y así se lo conoció desde entonces en nuestra ciudad.
Concluidas las obras, habiéndose realizado las inspecciones técnicas del caso, el “Puente de Fierro” fue recibido por el gobierno provincial el jueves 27 de mayo de 1909 y habilitado al uso público dos días después, el sábado 29 de mayo de 1909.
Desde entonces, el “Puente de Fierro” formó parte indisoluble de la identidad uruguayense. Incluso, en la primera mitad del siglo XX, fue un lugar de atracción para paseos y excursiones, aprovechando la belleza del lugar, las aguas, por ese entonces, cristalinas del arroyo y la frondosa vegetación que lo rodeaba.

Epílogo del viejo puente

El 7 de enero de 2014, en primeras horas de la tarde, un camión de la Municipalidad de Concepción del Uruguay, que regresaba a la ciudad transportando a veintidós trabajadores desde el basural de Talita, impactó contra la estructura del “Puente de Fierro, ubicado sobre el Aº La China, ocasionando el colapso total del mismo y provocando la muerte de Rocío Quintero de 26 años y lesiones en el restos de los ocupantes, algunas de ellas de suma gravedad, ya que sufrieron amputaciones.

Poco tiempo después, el puente fue quitado y reemplazado por uno provisorio hasta la construcción de un nuevo y definitivo puente.

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Textos: Andrés Rousseaux, “El puente de “Fierro””, Edificios con historia” Tomo III; Oscar Urquiza Almandóz, “Historia de C. del Uruguay” Tomo III, Carlos Canavessi, Artículo de “El Miércoles Digital” y Omar Gallay

La visita del presidente Sarmiento a C. del Uruguay

Palacio San José hacia 1875

Más allá de las diferentes ideas políticas, que se anuncie en la ciudad la llegada de un presidente de la Nación, llena de alegría a gran parte de la población.

Imaginamos a nuestra ciudad para fines de 1869 y principios de 1870, a días de la llegada del Presidente Sarmiento.

Por suerte se conservan periódicos de la época que dan cuenta de este hecho, seguramente uno de los más importantes del siglo XIX para Concepción del Uruguay.

Las relaciones de Sarmiento y Urquiza sufrieron altibajos antes, durante y luego de la batalla de Caseros. Distanciados políticamente antes de la batalla, unidos por la misma causa durante Caseros, y distanciados después de esta. Pero para el décimo octavo aniversario de la Batalla de Caseros, se reconcilian definitivamente y una gran recepción hubo en Palacio San José para recibir al presidente argentino.

La prensa de la época se ocupó de este acontecimiento que mantuvo atentos a todos los argentinos.

El primer anuncio fue el 12 de octubre de 1869 y se fueron sucediendo las noticias hasta el 12 de febrero de 1870. Dejándonos un amplio material sobre lo ocurrido en esa importante visita, para nuestra ciudad y sobre todo para la familia Urquiza.

La población se enteraba de esta tan importante visita cuando la prensa (El Uruguay, 12/10/1869), daba a conocer que el Presidente Sarmiento solicitaba al Congreso licencia por cuarenta días.

Estaría parte de ese período en Concepción del Uruguay. Había quedado al frente del gobierno nacional el Vice-presidente Dr. Alsina.

Para el 21 de enero de 1870, en el Diario El Uruguay se daba a conocer la Comisión encargada de la fiesta que se llevaría a cabo por la llegada de nuestro primer mandatario, la misma fue:

  • Comisión encargada de preparar los arcos triunfales: D. Juan Fossati, D. Silla Saint Guili y D. Antonio Piñón.
  • Comisión de iluminación: D. Juan Soneyra, D. Anastasio Cardassy y D. Carlos Piento.
  • Comisión de engalardonar el Teatro para el gran baile: D. Bernardo Victorica, D. Braulio Vidal, D. Dámaso Salvatierra y D. Vicente Peralta.
  • Comisión de invitaciones: D. Pedro Reina, D. Pedro López, D. Luciano Quesada y D. Rodolfo Pita.
  • Comisión en Gualeguaychú: D. José Domínguez, D. Reinaldo Villar, D. Apolinario Benítez, D. Miguel Zamora, D. Juan Oxandobeno, D. Ignacio Barañao, D. Manuel Morón y D. Belisario Ruiz.

Las invitaciones se hacían para señoras y señores de Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Colón, San José y Paysandú.

Capitanía de Puerto de Rosario hacia 1875

Pero volviendo al viaje del Presidente Sarmiento en una primera etapa visita la ciudad de Rosario.

El barco que lo trasladaba, llego al puerto de Rosario a las 12 hs. del día, un día  de mucho calor, que no impidió a la población reunirse al paso del mandatario para darle la bienvenida.

Una media hora llevo de campanadas, salvas de cañón, cohetes y bombas, el anuncio del desembarco del mandatario.

Diez guardias nacionales, sin arma alguna, dan paso al Sr. Gobernador de la Provincia, quien traía del brazo al Sr. Presidente y a su comitiva que lo acompañaba.

Al grito de “¡Viva el Presidente de la República! Viva el magistrado más bien hecho y simpático que hasta ahora ha tenido la República! Viva el Gobernador del Pueblo y para el Pueblo!

A la noche tuvo lugar el gran baile preparado en su honor por el Señor D. Tomas Peñaloza. Fiesta de numerosos concurrentes donde no faltaron los brindis.

Al día siguiente, ofrecido por comerciantes, se tiene un banquete de 200 cubiertos. No faltaron los brindis tampoco y hubo oradores con el Sr. Gorostiaga, Piñero, Paz, Pérez, y el joven Muñoz a quien aplaudieron entusiastas.

El Presidente Sarmiento le dice a la prensa de ese momento: “yo no merezco tanto, para que se me tribute una demostración semejante”. D. Héctor Varela, publicista,  dice al respecto de la recepción brindada por la ciudad de Rosario al Presidente Sarmiento: “no he visto jamás recibir a un magistrado como se ha recibido a Sarmiento en Rosario”.

Mientras tanto Concepción del Uruguay, esperaba esta ansiada visita, que se produciría días más tarde…

Con la ansiedad lógica del momento, Concepción del Uruguay, esperaba tan importante visita.

Capitanía de Puerto de C. del Uruguay hacia 1875

El 3 de febrero de 1870, después de largas horas de viaje sobre el río Uruguay, entraban al puerto de nuestra ciudad, donde estaba la Cañonera de Guerra italiana Velace, llegada de Rosario.

La primera en llegar fue la “Ceres” y luego la “Pavón”. Por un error la “Decidee” y el “Gral. Osorio”, en que viajaban los ministros francés y de Italia, se fueron directamente a la Villa de Colón.

Al entrar a nuestro puerto, que para esa época estaba ubicado sobre el riacho Itapé, en la proyección imaginaria de la calle 3 de febrero, desde  la cubierta de las embarcaciones se apreciaba la formación de los soldados entrerrianos vistiendo el uniforme llevado en  la batalla de Caseros, se observaban también los arcos de bienvenida, banderas, alfombrados. Toda una gran fiesta.

Aparecen veinte carruajes, los cuatro primeros tirados por caballos blancos, que se dirigieron al desembarcadero. El Gral. Urquiza, vestido de particular, espero a Sarmiento en el muelle. Lugar donde se confundieron en un abrazo.

El pueblo entero lo estaba esperando y todas las autoridades del momento. En el primer carruaje lo ocuparon Sarmiento, Urquiza y Gorostiaga.

Esta caravana a pocas cuadras recorridas, llegan a la plaza, se detienen en la casa de Santa Cruz, esposo de Juanita Urquiza.

Presencian desde este lugar un desfile de las tropas que regresaban de Paraguay y otros batallones. Después del desfile, emprenden viaje a San José.

A las 12 y 30 hs., llegan a la residencia del Gral. Urquiza. A las 13 hs., almuerzan.

A las 17 y 30 hs., se brindó un banquete para sesenta personas. Se brindó por el 3 de febrero.

Las hijas de Urquiza, Lola y Justa, brindaron música, sabían tocar piano, violín y el arpa. Luego cenaron y después baile, el lugar se prestaba para todo el festejo.

Recibieron a Sarmiento, en el Patio de Honor, alfombrado con paños punzo, toldado con un lienzo lleno de guirnaldas, banderas y faroles. En el centro un trofeo de armas, representando el triunfo de Caseros. Lo acompañaban dos cañones de bronces, pilones de balas, bombas y granadas. Fusiles con bayonetas, espadas y lanzas, las cuatro banderas que flamearon victoriosas, la Argentina, la Entrerriana, la Oriental y la Brasilera.

Para recibir a Sarmiento se presentaron Dolores Costa y sus hijas.

Estos momentos sirvieron para que el Gral. Urquiza tan calumniado como hombre y político, viera como sus huéspedes se sorprendían y se desengañaban de todo lo que se decía de él y descubrieran su elegancia y buen gusto. Mostraba un padre de familia, ocupado por la educación de sus hijos, sin otra aspiración que vivir tranquilo junto a ellos.

A la hora del descanso, la familia Urquiza se redujo a una sola habitación, armándose alrededor más de cien camas para todos los invitados.

Al otro día té, café y mate. El Gral. Urquiza ofreció un puchero a la criolla. Llegaron a la residencia los enviados de Francia e Italia que no se sabe bien el motivo porque sus embarcaciones fueron a Colón directamente.

Es así, que la fiesta continuo un día mas, repitiendo la recepción del día anterior, paseos, comidas, bailes. El baile finalizo a las 4 horas y a las 6 hs. ya, estaban listos para partir a Concepción Uruguay.

Teatro “1° de Mayo”

Eran tantos los que debían trasladar, que el Gral. Urquiza, decide que su familia no viaje a la ciudad, para los festejos preparados en la capital de la provincia. Dicen que desobedecieron esta orden, habían guardado dos carruajes y les dicen a Dolores Costa y sus hijas que el Gral. Urquiza ordenaba que viajen. Es así que la familia estuvo en los festejos de Concepción del Uruguay.

La entrada a la ciudad de la comitiva se vio acompañada de un nuevo gentío.

Te Deum, desfile, comida en casa del Coronel Santa Cruz. A la noche se ilumino la plaza, en la vereda del Colegio había un cartel que decía ¡Viva el Presidente de la República!

Fuegos artificiales y baile de despedida en el Teatro 1 de Mayo.

Terminado el baile, partieron al Puerto de la Villa de Colón a las 6 horas, en el vapor Pavón, llegando al medio día. En Villa Colón nuevamente se repiten los festejos por la llegada del Señor Presidente, quien también visito San José. Fue una visita breve ya que a las 21 hs. de ese día se embarcaron para regresar a Buenos Aires.

Fue la última recepción que vivió el Palacio San José y siempre se recordara porque fue la reconciliación de dos grandes hombres de la política de nuestro país y una de las más grandes fiestas llevadas a cabo en nuestra provincia.

Texto: Civetta, María Virginia/Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Secretaria de cultura de la Nación “Sarmiento visita el Palacio San José”.

 

 

 

 

 

“La Costera”, el refugio del tango y el baile en Concepción del Uruguay

Vista del frente de “La Costera” cuando estaba en funcionamiento

Sobre la mano norte de la Av. Italia, equidistante del Monumento a “La Loba” y del Club Regatas Uruguay, medio escondido unos metros hacia adentro, se encuentra en un estado de abandono lo que fuera, en su momento, uno de los únicos refugios de la cultura y la música ciudadana y de nuestro litoral.

Tal es así, que el día 24 de noviembre de 1996, fue declarado de “Interés Municipal y Provincial”, por el entonces Presidente Municipal Enrique Bermúdez y el Gobernador Jorge Busti, por su rol en la cultura de nuestra ciudad.

Noche de baile en “La Costera”

Allí por más de 30 años, 33 para ser más precisos, funciono el restaurante “La Costera”, donde, además de poder degustar platos caseros, se podía también ir a bailar o simplemente a escuchar unos tangos y folclore del litoral, con artistas locales y algunas veces provenientes de otras latitudes de nuestro país, e incluso de la República Oriental del Uruguay.

Inexplicablemente, hace unos años, en el 2015 para ser más precisos, la Municipalidad, a cargo de Carlos Schepens, concreto su desalojo y por lo tanto su cierre definitivo, privando a muchos Uruguayenses y visitantes la posibilidad de escuchar a músicos locales, y a estos de un lugar dónde poder desarrollar su arte para muchos ávidos seguidores. Y decimos inexplicablemente, porque a casi 6 años de ese desalojo forzado, el local se halla totalmente abandonado y sin que el municipio le haya dado uso alguno.

Hoy vamos a contarles la historia de este recordado sitio de cultura uruguayense.

Este establecimiento comercial nació en el año 1982, cuando Ricardo Dupin y Valentín Flores, estando trabajando como electricistas en la Junta Nacional de Granos, deciden abrir un comedor para mejorar sus ingresos. Fue Valentín Flores, quien propuso denominar al lugar como “La Costera”, sin razón alguna, solo porque les pareció un buen nombre y luego de proponer, entre ambos, varios de ellos que no alcanzaron a gustarles.

El Intendente Bermúdez, Héctor Benítez y Carlos Máximo Acosta, en “La Costera”, cuando la misma se declaró de “Interés Musical Municipal”

Ricardo relata que siempre fue una persona que gustó de la música y recuerda que “era muy chico, tal vez 12 o 13 años cuando, en el “Rancho” de “Tito” Tófalo ayudaba a los músicos que ahí se presentaban a acarrear sus instrumentos, hasta la terminal (ubicada en Rocamora y Colón), como por ejemplo a “los Iracundos” que se trasladaban, en esa época, en colectivo”. Desde ese entonces, soñó con poder proporcionar él mismo un escenario para que fundamentalmente los artistas, sobre todo los de tango,  locales y regionales, tuvieran un lugar dónde desarrollar su música. Es así, que desde sus comienzos “La Costera” brindó, además de la comida, espectáculos musicales.

Al momento de elegir un lugar dónde funcionar, se decidieron por un galpón que pertenecía al Centro de Camioneros de Concepción del Uruguay (CCETACU), casi en el mismo lugar que más de 10 años antes diera lugar al origen de otro ícono de la gastronomía local: La Delfina, de la familia Pag.

Comenzaron recibiendo a camioneros y estibadores que trabajaban en nuestro puerto, aunque tardaron un tiempo en ser conocidos. Los comienzos fueron duros para la joven pareja que recién estaba conformándose, Ricardo recuerda que en esos duros momentos, fue Mercedes, quien lo impulsó a continuar con el emprendimiento.

La sociedad original, de Ricardo y Valentín, duro sólo unos pocos meses, continuando con el emprendimiento Ricardo y su incondicional compañera, Mercedes. En la cocina,  los ayudaba Dora Rodríguez, dueña de la receta de los mejores ravioles que se han podido comer en nuestra ciudad, esa receta ha seguido en la familia, ya que luego paso a su hija y hoy es su nieta quien los prepara, con la receta tradicional, en el comedor que Ricardo y Mercedes tienen en el Palacio San José.

“La Costera”, Luis Corleta, Carlos Spiazzi y Luis Guido (mozos) y Mirta Follonier (cocinera)

Como todos en la vida han tenido idas y venidas, pero nunca abandonaron el servicio que se habían propuesto brindar. Con el tiempo fueron creciendo y de comedor, ya pasaron a brindarle a los comensales, música. Es así, que podías almorzar o cenar y escuchar música. Este negocio abría todos los días, si hasta, en Navidad y Año Nuevo y nunca faltaban sus fieles clientes, como el Dr. Lavarello y su familia, recuerda Ricardo.

Cuando el Señor Dupin gana la licitación del comedor del Museo Palacio San José, el servicio de comida se siguió brindando por las noches, los sábados y domingos eran los días de espectáculos musicales y de baile. Su vida en esos tiempos era muy sacrificada, ya que cerraban el comedor del palacio, volvían a la ciudad y a la noche trabajaban en “La Costera”, pero nunca se quejaron, ya que “La Costera” era parte de su vida.

Son muchos los artistas que pasaron por su escenario, a los que podemos recordar, de una lista demasiado extensa, entre otros, a:

Mesa de camioneros en “La Costera”

Héctor Apeseche, (fue quien inauguro el local), Cacho Sarrot, Kaplán, Totó Rodríguez, Los Hermanos Sánchez, Telmo Follonier, Poroto Missorini, Alberto Morán, su hija, Roxana Morán, Guillermo Fernández, María José, Alberto Castillo, Chiqui Pereyra, Oscar Ferraris, Chaca Benavidez, Pedro Larroque, Teresita Godoy, el “Chileno” Asín, el Flaco Güidoni y muchos más. Para poder traerá a muchos de los artistas consagrados, conto con el apoyo de su gran amigo de la familia, “Rorry” Bruchez, quien lamentablemente falleció hace algunos días.

También paso por este emblemático lugar de la cultura uruguayense “Argentina Tango Folk”, que luego triunfaría en el exterior, así es el artículo del diario “La Prensa Federal que recuerda ese momento: “Una compañía de música, canto y danzas argentinas integrada por artistas de varias provincias argentinas estará en nuestra ciudad. “Argentina Tango Folk” es una compañía nacida en Rafaela (Santa Fe), e integrada por músicos y bailarines de varias provincias argentinas, que bajo la dirección del maestro Sergio Grazioli ha paseado su espectáculo por escenarios europeos, producto de las seis giras realizadas por el viejo continente.

 “En esta oportunidad, y en el inicio de los preparativos y ensayos para una futura gira, Argentina Tango Folk brindará su show el día viernes en una convención de magistrados que se llevará a cabo en el club social, y el sábado, en una cena show que se desarrollará en el restaurante-parrilla La Costera, que nos tiene acostumbrados a presentar música para que los asistentes escuchen é incluso bailen.

Abelardo Di Mota y Debrabandere, en una de sus actuaciones en “La Costera”

“La orquesta (…) está integrada por los maestros: Sergio Grazioli (Guitarra), Juan Carlos Leiva (Piano), Carmelo Luis Silva (Bandoneón) y Luis Aníbal Herling (bajo), siendo el cantante, Luis Ricardo “Pico” Silva”.

Este lugar que hoy recordamos, guarda historias personales que no se olvidaran jamás. Algunas, las más destacadas son:

En días en que el Director de la Escuela de la  isla Juanico, venía a la ciudad con los alumnos, generalmente para participar de los corsos de la ciudad, en este lugar se les brindaba sin cargo un almuerzo y una cena, y al retirarse, los niños agradecían a Mercedes y Ricardo con un beso a cada uno.

Otros de los muchos que se vieron favorecidos con algún almuerzo o cena y música fueron los ancianos alojados en el Hospitalito, los que además eran agasajados con la actuación solidaria de los músicos asiduos al restaurante.

Muchos pasaron por este lugar festejando cumpleaños, algún aniversario o un casamiento. Fue un lugar muy querido y prueba de esto, son las más de 2000 firmas que se juntaron para solicitar al Concejo Deliberante de nuestra ciudad, que no se cerrara. Nada se pudo hacer frente a la intransigencia municipal.

“La Costera” en la actualidad, interior del salón. (Enero de 2020)

En su edición del 18 de octubre de 2014, la “Prensa Federal” titulaba “Polémica por el cierre de “la Costera”” y el artículo expresaba: “Después de 32 años de trabajo y de albergar el paso de tantos hacedores de la cultura, el propietario de “La Costera” debió entregar la llave del lugar que será destinado al Juzgado de Faltas y las oficinas de Emisión de Carnets.

“Ricardo Dupin fue notificado que debía desalojar el comedor y la casa familiar, sin que las autoridades municipales se hayan interesado por la situación del lugar que hoy está cumpliendo 32 años.

“Aseguran que tampoco hubo comunicación alguna de parte del director de Cultura, Fernando Tropini. Recordamos que por este lugar emblemático pasaron artistas locales y de nivel nacional, siendo el punto de encuentro y de inicio de tantos artistas de nuestra ciudad. También vale destacar que tal como reza en el ingreso del ahora ex comedor, el lugar había sido declarado “De interés cultural musical” por el gobierno de Entre Ríos, razón por la cuál sorprende aún más esta decisión y especialmente la escasa comunicación de las autoridades municipales con los responsables de este espacio.”

No sabemos cuál habrá sido, en ese momento, el grado de avance del proyecto que hasta este momento no se concretó, y por el cual perdimos este lugar tradicional, donde se podía juntar la gente no tan joven y escuchar música, bailar, comer y charlar un rato.

“La Costera” en la actualidad, interior del salón. (Enero de 2020)

Volvemos a repetir, apoyamos todos los proyectos que nazcan en la ciudad y que la hagan importante y moderna. Pero solicitamos que en esos proyectos consulten a la población, ellos saben lo que necesita Concepción del Uruguay.

Hoy, Ricardo y Mercedes siguen brindando su servicio de comida casera en el parador del Palacio San José, sin olvidar lo que para ambos significó su etapa con “La Costera” y el dolor que les causó el desalojo por parte de la municipalidad en el año 2005, y guardan, por qué no la ilusión de volver a levantar un lugar como lo fue “La Costera”, que sin dudas ha dejado un lugar    que no se ha podido llenar en la cultura Uruguayense. Quédense tranquilos Ricardo y Mercedes, la cuidad tampoco los olvida.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Datos y fotos aportados por Ricardo Dupin y Mercedes Acosta

 

El hundimiento de la Torpedera “Bouchard” o “Bouchardo”

La Torpedera Bouchardo hundida en el río Uruguay

Los amantes de nuestro hermoso río Uruguay, cuantas veces navegando por sus cristalinas aguas en la zona del Paso Vera, al norte de Banco Pelay, hemos visto la boya “verde Ciega” que indica el “Casco a pique” de la Torpedera Bouchardo, y nos hemos preguntado ¿Cuándo se hundió? ¿En qué circunstancias? Y otras mil preguntas que nuestra mente nos lleva a hacer. He aquí los hechos.
La Bouchardo era una torpedera de rio de primera clase. Integro la flotilla de seis unidades gemelas denominadas: “Jorge”, “Kimg”, “Pinedo” y “Thorne”
A esta torpedera se la conoció con los nombres indistintos de Bouchard o Bouchardo, producto de haberse españolizado el apellido del héroe naval Hipólito Bouchard, cosa que nunca se hizo en vida del marino, pero aun en la documentación oficial de la época, encontramos a esta torpedera con ambas denominación.

La torpedera Bouchardo lista para salir a patrullar.

Desde su incorporación a la Armada, cumplió diversas e importantes misiones, que no quiero detallar, para ir directamente al año 1930, en que ocurrió su naufragio y al cual queremos referirnos.
En ese año, la Bouchardo, es alistada y asignada a la Prefectura Naval Argentina, con comando y tripulación militar, para el patrullado del río Uruguay, a los efectos de prevención y represión del contrabando, que se realizaba entre ambas orillas.
El 6 de setiembre de ese año, se produce el movimiento militar, que derroca al presidente Hipólito Irigoyen, lo que motiva que gran cantidad de partidarios, se exilian en la República Oriental del Uruguay, e inmediatamente iniciaron acciones “contrarrevolucionarias”, tendientes a restablecer al presidente , efectuar un intenso patrullaje del río, para evitar la “entrada o salida” clandestina de elementos “yrigoyenistas”.
Encontrándose en esta misión, arriba al puerto de Concepción del Uruguay, al mando del Guardiamarina Alfredo G. Attwell, el 29 de noviembre de 1930, en horas de la tarde para “carbonear”, en el deposito nacional que había en el puerto, zarpando con destino a Concordia, a las 22,30 hs., efectuando su navegación en forma normal, con las luces de navegación encendidas, por el canal principal del rio Uruguay.
Al llegar aproximadamente a 1 km al norte de Paso Vera y siendo las 23,15 hs, colisiono por la banda de “babor” con el remolcador “Kate”, al mando de Carlos Lavarello, perteneciente a la Compañía de Navegación Mihanovich que navegaba en sentido contrario, procedente de Colón, con destino final Concepción del Uruguay, donde tenía su asiento habitual.
La colisión, le produjo a la Bouchardo un rumbo de aproximadamente 8 metros sobre la batería de babor –hacia popa- lo que motivo que inmediatamente la torpedera, comenzara a embarcar agua y luego hundirse.

Capitán de Navío Hipólito Bouchard

Como consecuencia del choque, el comandante de la torpedera, Guardiamarina Attwell, fue despedido del puente de mando, cayendo sobre la cubierta de la Kate, otros marinos del buque de guerra, fueron despedidos al agua, siendo inmediatamente rescatados por la tripulación del remolcador.
En esas circunstancias, la sangre fría y serenidad, del Capitán Lavarello, permitió el rescate de toda la tripulación de la torpedera, sin registrarse “desgracias personales”.
Asimismo, para evitar que la torpedera, se hundiera en el canal principal, el Kate con su proa empujo a la Bouchardo, hacia el veril oeste del canal, donde se hundió quedando parte de su estructura superior, sobre la superficie, al quedar el casco apoyado en el lecho del rio.
Los náufragos fueron trasladados por el remolcador Kate hasta Concepción del Uruguay, donde fueron alojados en la Subprefectura brindándosele asistencia y toda clase de cuidados.
Al día siguiente, 30 de noviembre, embarcaron en la remolcadora Kate, que no había sufrido averías de importancia, timoneado por el Capitán Lavarello, el Juez Federal con asiento en Concepción del Uruguay Dr. Salvador María Irigoyen, el Jefe de la Subprefectura local Subprefecto de 1º José María Ballesteros, y el Comandante del buque siniestrado, Guardiamarina Attwell, trasladándose al lugar del accidente, a los efectos de realizar “in situ” una inspección ocular, autorizando en esas circunstancias el magistrado actuante, el retiro de diversos elementos de la torpedera.
El Capitán Lavarello, quedo detenido en la Subprefectura, la cual instruyó el sumario, recobrando su libertad pocos días después, sujeto a la causa.
A raíz de este accidente, en la tradición oral, existen diversos comentarios y anécdotas, que me fueron transmitidas.
Si bien, en el sumario y a los periódicos locales, el Comandante de la Bouchardo manifestó que su barco navegaba con todas las luces encendidas, se dice en cambio que el buque de guerra navegaba en “sigilosa”, entendiendo que así debía ser, dada la misión de vigilancia que estaba cumpliendo, era incoherente que lo hiciera con las luces encendidas ya que delataría su presencia.
Otra versión, y así debemos tomarla, era que el Capitán del Kate, Carlos Lavarello, de reconocida militancia radical yrigoyenistas, vio la torpedera navegando en sigilosa y que de exprofeso la embistió con su buque, circunstancia que no pudo probarse en las actuaciones incoadas.
La anécdota más importante, fue cuando se produce la “colisión” entre ambos buques, el Comandante de la “Bouchardo”, Guardia-marina Attwell “habría saltado” a la cubierta del “Kate” -pistola en mano- diciéndole al Capitán Lavarello: “¡lo voy a matar por lo que hizo…!”;contestándole el viejo lobo de río…”Primero deje que salve a su gente… después pégueme el tiro…”. Este gesto, de haber ocurrido así lo pinta de cuerpo entero y su hombría de bien.

La Torpedera Bouchardo hundida en el río Uruguay

Años más tarde de haberse producido el naufragio de la Bouchardo (año 1944), el Ministerio de Obras Publicas de la Nación, solicito al Ministerio de Marina, autorización para reflotar el casco que fuera cedido a dicha repartición, lo cual se autoriza por resolución ministerial de fecha 18 de octubre de 1944.
En base a esta cesión, el ministerio comenzó las tareas de reflotamiento del casco de la ex torpedera Bouchardo, en el lugar en que se encontraba hundida desde 1930.
La operación se realizó utilizando bombas de achique de gran capacidad y dos embarcaciones –tipo chatas- que colocadas a ambas bandas del buque, hicieran de flotadores.
La maniobra resulto exitosa, pero al parecer, al ser reflotado el casco los técnicos del ministerio, se dieron cuenta que los restos no tenían aplicación, por su antigüedad y averías que presentaba, por lo que decidieron trasladarlo a “aguas menos profundas” sobre la costa argentina, para alejarlo del canal y evitar de esa manera su potencial peligro para la navegación.
En las tareas de reflotamiento se recuperaron diversos materiales pertenecientes a la torpedera, entre ellos varias cajas de repuestos y herramientas, que a pesar de los años que estuvieron bajo el agua se encontraban en perfectas condiciones.
En las actuaciones realizadas por el Ministerio de Marina, con motivo de este accidente, así fue definido, se sobreseyó definitivamente al Cte. de la Bouchardo, Guardiamarina Alfredo Attwell, en concordancia a lo dispuesto en el Art. 334, inc. 2, del Código de Justicia Militar.
No hemos podido constatar, si al Capitán Lavarello, se le aplico alguna sanción por este hecho. Si se pudo establecer que el juicio entablado por el Ministerio de Marina contra la armadora Mihanovich, se le atribuyo a esta, debiendo resarcir los daños causados.
La torpedera Bouchardo, ha quedado para siempre en nuestras playas, como símbolo de nuestras viejas glorias marineras y un recuerdo de nuestro pasado uruguayense, que con esta nota queremos recordar.

Edición; Virginia Civetta y Carlos Ratto: original del Prefecto General (RE) Andrés Rousseaux, diario “La Calle”, 25 de julio de 1993.