El puente “Tropezón”

Puente “Tropezón” en la década de 1970

El 12 de Julio de 1887 se inauguran oficialmente los trabajos de construcción de  la línea férrea del Ferrocarril Central Entrerriano, entre las ciudades de Paraná y Concepción del Uruguay; llegando la “punta del riel” hasta la estación local el 30 de Junio de 1887 al quedar librado al servicio público el tramo Rosario del Tala-Concepción del  Uruguay. El edificio de la “Estación Uruguay “ había sido terminado el 12 de Agosto de 1886.-

Paralelamente a estas circunstancias tan importante para el progreso de la ciudad, acorde la Ley Nacional Nº 1259 de fecha 10 de Octubre de 1882, se encontraba en plena construcción  el “Puerto Exterior” ó “Puerto Nacional”, sobre el río Uruguay, el que constaba de un viaducto sobre el arroyo “Itapé”, que unía “tierra firme” con la isla de “Las Garzas”, para alcanzar mediante una via construida sobre un terraplén, los muelles sobre el rio “Grande” o “Uruguay”.

El proyecto “original” preveía el tendido de una doble vía, desde la playa de maniobra, ubicada entre los actuales edificios de la Prefectura y Aduana hasta los muelles, para el servicio de un  “tranway” para el traslado de pasajeros y “zorras” para el traslado de cargas. En una primera etapa, ambos vehículos serían traccionados por caballos hasta la recepción de las máquinas a vapor adquiridas en Europa, pero en ningún momento se había previsto su enlace con las vías férreas del Ferrocarril Central Entrerriano”.

Las autoridades de este ferrocarril, vieron la necesidad de contar con un muelle sobre el río Uruguay, para el embarque y desembarque de los productos de la provincia, siendo su “intención” construirlo en inmediaciones del “Paraje Mal Abrigo”-próximo a la ciudad de Gualeguaychú-  en los campos de propiedad de D. Saturnino Unzué, a unos cuatro leguas al sur,  del actual puerto de Campichuelo Esta intención, dejaba a Concepción del Uruguay fuera del sistema ferroviario-portuario, con las lógicas consecuencias socio-económicas que su concreción acarrearían .

De inmediato, un grupo de notales vecinos uruguayenses gestionaron antes las autoridades nacionales, provinciales y el propio ferrocarril, para que se extendieran las “vías existentes entre la Estación Uruguay y el viaducto al puerto Exterior o puerto Nacional” como camino más lógico para  la salida buscada al río. Las gestiones dieron sus frutos, resolviéndose aprovechar la infraestructura  que brindaba el “muelle nacional”, para beneficio del ferrocarril y de la ciudad.

Inmediatamente las autoridades del Ferrocarril Central  Entrerriano, iniciaron las gestiones pertinentes ante la municipalidad local, cuya presidencia ejercía  Carlos Jurado, para la extensión de las vías, desde la estación Uruguay, hasta su empalme con el viaducto al puerto exterior, en las inmediaciones de los actuales edificios de Prefectura y Aduana, donde estaba la playa de maniobras. Estas gestiones, dan lugar a un voluminoso expediente tendiente a la “traza de las vías”, dando lugar a expropiaciones de terrenos particulares, desalojo de ranchos construidos sin autorización el desmonte de la zona y lo más importante “la nivelación del cerro” que se encuentra en el trayecto previsto, en la prolongación de la calle Córdoba (actual Estrada).

La nivelación del terreno, para el tendido de las vía, implicó la construcción de “una trinchera” de aproximadamente 600 metros de largo, más los terraplenes para salvar los pantanos de la parte baja (actual calle Erausquín), lo que dio lugar a que la ciudad “quedara divida en dos”. Esta situación, llevó a las autoridades municipales a gestionar ante el Ferrocarril Central Entrerriano, en base al informe que realizara el Jefe de la Oficina de Delineación Municipal D Lorenzo Presas, que dice: “esta oficina, ha estudiado la manera de como remediar en parte, las interrumpidas” “comunicaciones entre el sur y norte de la ciudad, que fueron interrumpidas por las obras del” “Ferrocarril Central Entrerriano y no ve más recurso para restablecer la viabilidad que” “extenderse puentes en todas las calles donde el desmonte realizado (se refiere a la nivelación del “terreno)  faciliten la circulación de los trenes, combinado este sistema de “puentes” con los de” “paso a nivel”, facilitando la comunicación entre ambos sectores de la ciudad, caso contrario la” “región norte quedará relegada y condenada a una vida efímera….”

Este informe es hecho propio por el Ejecutivo Municipal, dando intervención al administrador de las obras del ferrocarril Ingeniero  G.F. Dansey y a las autoridades de la provincia que era la propietaria de la línea férrea. Al respecto, el Gobierno de la Provincia, el 9 de Octubre de 1886 se expide sobre el tema planteado expresando: …el gobierno, ha resuelto que la empresa haga lo posible ocupar solamente lo que es” “indispensable para que la vía de la calle Córdoba (actual Estrada) en el espacio comprendido” “entre la estación y el puerto muelle, dejando el restante para vía pública……”

“Al mismo tiempo se ha recomendado a la empresa, trate de construir uno o dos puentes” “en la misma calle, en el paraje donde la excavación sea más profunda, a fin de no entorpecer” “el tránsito…..”

La parte más profunda de la trinchera, era a la altura del Km 287 de la línea central, en su intersección con la calle Nº 1 (a partir del año 1916  Paraná -actual Antártida Argentina- Ordenanza Municipal Nº 1308/1948), lugar que en común acuerdo entre el ferrocarril y la municipalidad local , se selecciona para la construcción de un puente.

De esta manera nace el 1° Tropezón”, construido por la empresa del ferrocarril en el año 1887 , utilizándose para su construcción madera dura, de barandas bajas como se puede apreciar en una antigua foto que ilustra esta nota.

Simultáneamente, la empresa ferroviaria, para salvar el bajo de la calle Erausquín, construye un puente o alcantarilla de hierro, que fuera bautizado en la jerga popular como de los “los estudiantes” dado que por ahí cruzaban los fraternales en sus excursiones a la “Salamanca”

En puente tenía como misión unir los dos sectores de la ciudad, que el tendido de la via ferroviaria al puerto había dividido, formándose inmediatamente en el sector norte un populoso barrio, conformado en su gran mayoría por familias de estibadores portuarios que se les atribuía condiciones de “buenos bebedores” y que debido a lo desparejo del piso del puente ,cuando venían con algunas copas de más- “tropezaban”- lo que dio lugar que la jerga popular barrial lo bautizara con el nombre de “Puente Tropezón”  y con el correr del tiempo fue adquiriendo fama a través de hechos “entre guapos y malevos” que más de una vez se citaran en el lugar para “saldar diferencias”, incorporándose al anecdotario de los memoriosos

El segundo  Puente Tropezón: (El actual)

El viejo “Puente Tropezón” (de madera) sufre el embate de los años y las inclemencias metereólogicas, que deterioran su estructura que llevan a las autoridades del Ferrocarril (Ex Ferrocarril Central Entrerriano el que por venta  a partir del año 1892 recibe la denominación  “The Entre Ríos Railways Company Limited) a invertir en el año 1909 la suma de $1500 para su reparación integral

Pero ante el mal estado general de su estructura de madera, al año siguiente (1910) las autoridades ferroviarias deciden su “reemplazo por uno nuevo metálico…” trabajos que se llevan a cabo de inmediato, encontrándose a mediados del año en su etapa final de armado habilitándose al tránsito vehicular el 9 de Julio de 1910

A modo de aclaración de los lectores, si bien en el lado oeste de la baranda del puente se puede observar una placa de hierro  que dice “USA-1906-  significa que el puente fue construido en los Estados Unidos de Norteamérica en el año 1906, no teniendo relación con la fecha de emplazamiento y habilitación concretada el 9 de Julio de 1910.

El viejo puente “Tropezón” desde su habilitación hace más  cien años, fue sometido varias veces  a importantes reparaciones para mantenerlo en servicio, dado que su estructura metálica ha sufrido la inclemencia del tiempo y del uso, pero la principal causa fue el incremento del peso de los vehículos que lo transitan -desde los recordados carros,  ha los modernos camiones que lo transitan- llegando a “poner en peligro su estructura” , delimitándose el peso de los vehículos-  siendo  su estructura con dos “caballetes” de hierro, utilizándose tramos de hierro  del antiguo viaducto a la isla de las “Garzas”, que podemos observar en la actualidad

En el año 1993, al antiguo puente vehicular, se le “adosó” un puente peatonal en el lado “oeste” y se le hicieron importantes trabajos de conservación y reparación en su estructura y piso, que le han permitido permanecer “en pie” hasta nuestros días.

Texto: Rousseaux, Andrés, “El puente Tropezón”, Concepción del Uruguay, Edificios con historia, Tomo II

1941. La fallida demolición del Mirador del Colegio del Uruguay

Imagen del colegio y su mirador en el año en 1851

Aunque muchos “Concepcioneros” no lo saben, a fines de la década del treinta el Histórico Colegio del Uruguay fue objeto de una profunda remodelación encarada por las autoridades nacionales. Siendo su Director en el archivo del Museo “Casa de Delio Panizza”, el Profesor Gregori encontró un abundante material relacionado con todo el proceso pertinente a la demolición y posterior remodelación del Colegio. Es de suponer que dicho material se encuentra en este museo por cuanto Delio Panizza integró varias Comisiones que estuvieron vinculadas a la remodelación del Colegio. 
En el mes de setiembre de 1936 el Sr, Luis M. Campos Urquiza, escribía a Delio Panizza una carta diciéndole: “Ayer el Sr. Presidente, dictó un decreto por el que se autoriza a la Dirección de Arquitectura a proceder a la demolición de parte del Colegio y vender en subasta pública sus materiales, así pues muy pronto se iniciará esa obra ansiosamente esperada”
A fines de la década de 1930 se intensificaron los trabajos por parte de la Dirección de Arquitectura, pero, en el año 1940 se esparce como reguero de pólvora en la comunidad educativa local una noticia preocupante: el ministro había firmado la orden de demolición del Histórico Mirador sin considerar que este, encerraba todo un pasado viviente.
La comunidad educativa uruguayense se movilizó. Firmada por los ex alumnos Wenceslao Gadea, Delio Panizza, Julio Reibel, Albino A. Romanzo y Pedro Martínez Piñón, circulo una invitación destinada a los ex alumnos del Colegio Nacional y a los que se convocaba para tratar el preocupante tema, en el diario “La Juventud” de fecha 11 de agosto de 1940 se publicó un artículo titulado “A los ex alumnos del Colegio Nacional y Convecinos”, que entre otras cosas manifestaba ” En conocimiento de que se proyecta continuar las reformas del edificio de “nuestro Colegio Nacional del Uruguay Justo Jose de Urquiza”, comprendiendo las mismas la supresión o demolición de su Mirador, cuya enhiesta silueta a más de haber sido testigo de tantos decenios de historia lugareña, constituye un rasgo característico, tradicional e insustituible del edificio, los suscriptos, entendiendo que es imperativo de un deber de tradición, de cultura, de amor a lo nuestro y de justa conservación, poner toda la voluntad y acción en el sentido de impedir la realización de tal proyecto, nos permitimos invitar a los ex alumnos de nuestro histórico viejo y querido instituto, y también a los vecinos que simpaticen con la idea a una reunión con objeto de cambiar opiniones y aunar propósitos al respecto, el próximo domingo 14 de agosto, a las 10 horas en el Centro Comercial”.
Por otra parte los miembros integrantes de la Comisión interesaron a los alumnos del histórico que ocupaban puestos clave en el orden nacional como los Dres. Antonio Sagarna y Campos Urquiza.
La reunión se realizó con marcado éxito y como resultado de la misma se elevó al Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, Dr. Jorge e. Coll, un petitorio que entre otros conceptos decía lo siguiente: “El pueblo de Concepción del Uruguay, en cuya representación acuden a vuestra Excelencia las Entidades Culturales, Sociales y comerciales de la Ciudad; sus autoridades y vecinos, ha sido conmovido por un rumor que lo ha llenado de inquietud pues, de hacerse efectivo, irrogaría un enorme perjuicio moral. 
“Según él, con motivo de las refacciones emprendidas en el Edificio del Histórico Colegio Nacional que fundara Urquiza y que llevé su nombre, se ha dispuesto ahora la demolición del Mirador, lo cual implicaría un error tal que creemos no le tolerará V .E. accediendo a nuestro pedido. 
“De ahí, que efectuada una numerosa reunión de vecinos y ex alumnos fue designada le Comisión de los cinco miembros firmantes en primer término, a fin de llevar a V. E. un memorial explicativo y que, como ve V.E., su gestión es apoyada por entidades de la Ciudad, Autoridades y vecinos que signan la presente.
“No es posible Exmo. Sr. que precisamente en una época en que despierta ardorosamente el sentido y el sentimiento de la argentinidad pueda procederse con tanto “desconocimiento” de la historia y tanta falta de amor a lo nuestro y se decida la demolición de verdaderos monumentos como es el Mirador del Colegio del Uruguay cuya campana no sólo llamó a tantas generaciones de estudiantes, sino que tocó a la libertad en el Pronunciamiento y desde cuya cima, en 1852, fue dirigida la heroica defensa de la ciudad. 
“Quitar al Colegio su Mirador, es arrancar de él su más típico y original ornamento un trozo de casi un siglo de historia lugareña, es cercenar uno de sus atributos característicos, es romper un símbolo”.
El petitorio fue elevado al Ministro con más de cien firmas de Autoridades, Instituciones, Periodistas, etc. Finalmente, la cordura primó, el Mirador fue restaurado y ahí está mostrando a las generaciones de alumnos y visitantes, toda una etapa histórica dónde se consolido la organización nacional.
Texto extraído de: Gregorí, Miguel Angel, ¿Sabía Ud. que en 1941 estuvo a punto de ser demolido el Mirador del Histórico Colegio?, Diario “La Calle” 15 de agosto de 1993
· Actualizado el miércoles

Los primeros balnearios de Concepción del Uruguay

Bañistas sobre el arroyo de la China, a principios del siglo XX

Nuestra ciudad, Concepción del Uruguay, fundada el 25 de junio de 1783, por Don Tomas de Rocamora, esta recostada al río Uruguay, y rodeada por los arroyos Itapé, El Molino, El Curro y de La China, por lo que desde sus inicios siempre tuvo que ver con el agua, hasta es lógico imaginar que se los uruguayenses se sumergieran en esas aguas en las tardes de calor de los veranos pasados. Es interesante destacar que para esa época todos los arroyos eran  de aguas límpidas y cristalinas

¿Dónde estaban esos lugares? Algunos escritos dan cuenta que había varios lugares, como, por ejemplo: en el arroyo La China- arriba de los saladeros-, el Puerto Calvento, – actual La Salamanca-, y el Puerto de las Piedras.

Ya a mediados del siglo XIX,  uno de los lugares preferidos era el Puerto de las Piedras, ubicado en la zona de la ribera, en el que en 1856 pereció ahogado, a los 26 años, el cura párroco de Concepción del Uruguay, Gregorio Céspedes y Calvento, primer sacerdote nativo de Concepción del Uruguay. También en los días de verano se aprovechaban otros lugares como el arroyo de La China: aguas arriba de los saladeros y la  actual Salamanca, denominada entonces Puerto Calvento.

El Puerto Calvento era el más usado, pero también en ese lugar los carros juntaban agua para repartir en la ciudad. Eso llevo a que, en 1874, el intendente Luis Scappatura, prohibiera los baños en ese lugar, y hasta se le aplicaba una multa de dos pesos al que hiciera uso como balneario.

En 1883, el Intendente Francisco Ferreyra, dicto una ordenanza donde se estipulaba donde se sacaría agua para la ciudad, donde se lavaría la ropa y donde se podría usar para balneario, quedando liberado para ese uso el antiguo lugar de baños “Puerto Calvento”. Pero la población ya había encontrado otro lugar para recrear sus horas, era Puerto de Las Piedras, ubicada en las actuales calles Rocamora y 8 de junio.

Este lugar se equipó con “Un casino de Baños”, propuesta que contenía doce artículos donde hasta se disponía del traslado de la población hasta el lugar mencionado.

El casino de baños estaba compuesto de 24 camarotes. Había seguridad para las personas que no supieran nadar. El carruaje encargado del traslado de las personas, de propiedad del que explotaría el balneario, salía de la Plaza principal en los horarios de 5 y media a 8 horas de la mañana y de 4 a 7 horas por la tarde.

Muchos años han de pasar, para que se diera nacimiento a otro balneario en la ciudad. La navegación del riacho Itapé y la instalación del Ministerio de Obras Públicas, fueron desplazando el balneario agua abajo.

Con fecha 29 de agosto de 1917, por ordenanza N° 395, se construye un nuevo balneario, el que fue concretado por Ordenanza 781 del año 1930. Creándose así el Balneario Itapé. Que fue inaugurado el 30 de noviembre de 1930. Y conto con una primera comisión precedida por Doctor Pedro Canavesi.

De más esta decir que el lugar ya hacía mucho había sido elegido por la población como lugar de recreación. Habría que esperar más de 40 años para que la cuidad pudiera contar con otro balneario, el más importante de su historia: Banco Pelay, que fuera expropiado en el año 1974. Luego se irían incorporando otros sobre el río Uruguay: La Toma, Paso Vera, Camabacuá y otros sobre los arroyos Itapé: Parque Sur, el Molino, Patagonia, del Club Regatas y otros ya muy tradicionales como “La Tigrera”, sobre arroyo Molino y “El Viejo molino” sobre el arroyo Urquiza

(Bibliografía: Gregori, Miguel Ángel, “Los Primeros Balnearios” revista SER numero 21 y Urquiza Almandoz, Oscar, “Historia de Concepción del Uruguay”, Tomo III)

 

Hallazgo de los restos del general Justo José de Urquiza

Los restos del general Urquiza son depositados en el nuevo féretro.

El Prof. Oscar Urquiza Almandóz, narra en el Tomo III de su “Historia de Concepción del Uruguay”, los pormenores del traslado de los restos mortales del Gral. Urquiza, a la Basílica de la Inmaculada Concepción, el día 25 de agosto de 1871, luego  de permanecer los mismo más de un año en el panteón familiar en el cementerio local.

Luego de los trámites realizados por Dolores Costa ante las autoridades eclesiásticas, policiales y civiles, se realiza el traslado de los restos y efectúa una  ceremonia con la presencia de familiares y amigos. Los restos fueron depositados en una cripta que el mismo Urquiza había hecho construir para sus padres y hermanos.

La viuda hizo colocar una placa de mármol en la nave izquierda, sobre la que se suponía era la cripta, que dice:

“R.I.P.

AQUÍ YACEN LOS RESTOS MORTALES

DEL

EXMO. SR. CAP. GRAL.

DON JUSTO JOSÉ DE URQUIZA

1er PRESIDENTE CONSTITUCIONAL

DE LA REPÚBLICA ARGENTINA

GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DE ENTRE RIOS

QUE MURIÓ ASESINADO

EL 11 DE ABRIL DE 1870 A LA 7 1/2 DE LA NOCHE

EN SU PALACIO SAN JOSÉ

A LOS 69 AÑOS DE EDAD

SU AMANTE ESPOSA E HIJAS

LE CONSAGRAN ESTE TRISTE RECUERDO”

Durante muchos años se le rindió homenaje al prócer junto a esta placa, pero nadie sabía si el féretro estaba detrás o debajo de la misma, o en la base de alguna columna o debajo de algún altar. Había, por lo tanto, diferentes versiones sobre dónde estaban realmente los restos del general Urquiza.

En 1901, para el centenario del nacimiento del Gral. Urquiza, se realizaron investigaciones al respecto que estuvieron a cargo del entonces Presidente Municipal Don Wenceslao Gadea, quien no tuvo el apoyo de la iglesia y no se llegó a buen fin.

Años más tarde toma la posta el Director entonces del palacio San José, Don Antonio P. Castro, quien comprueba que el cuerpo de Urquiza no se encontraba detrás de la lápida, ni debajo, ni en la columna, ni debajo del altar. Solo quedaba la cripta subterránea. Lugar casi inaccesible físicamente y por no contar con el apoyo eclesiástico. Pero en aquellos tiempos, se pudo mirar el interior, sin bajar, y no se divisó nada, siguiendo con la gran incógnita.

En la mitad del Siglo XX, precisamente el día 6 de octubre de 1951, y con la presencia de familiares descendientes del Gral. Urquiza (Campos Urquiza y Sáenz Valiente), se reanuda la búsqueda. Se examina la bóveda, y se descubre que una de las paredes no era tal, sino un tabique. Se realiza una perforación donde se pueden ver ataúdes y restos semis destruidos por el tiempo y la humedad. Estos fueron rápidamente identificados por contar con placas de bronce. En esa oportunidad, no se toca nada.

Las personas que protagonizaron este hallazgo dan cuenta a la Comisión de Museos y Monumentos Históricos, solicitando la intervención ante la Iglesia de Concepción del Uruguay a efectos de verificar la existencia de los restos del Gral. Urquiza.

Esto se llevó a cabo el día 6 de octubre de 1951, donde se labra una extensa acta donde consta lo encontrado y su estado. Describen el ataúd que guarda los restos del Gral. Urquiza, cuyos restos fueron examinados por los doctores Gracia y Castro O´ Connor, quienes lo reconocen, mediante comparación de la foto y mascarilla existente. El Acta levantada en la oportunidad dice textualmente lo siguiente (A pesar de su extensión, se trascribe en su totalidad por lo interesante de los detalles que narra la misma): El Acta levantada

El 6 de octubre de 1951 se constituyó en la Iglesia Parroquial de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, la Comisión Especial designada por la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos, juntamente con los señores, descendientes del general Urquiza, Fiscal General (R) doctor Luis María Campos Urquiza y don Francisco J osé Sáenz Valiente, Cura Párroco de la Iglesia, presbítero Zoilo Nicanor Bel, Juez Nacional de Primera Instancia, doctor Ventura Ramón Ojeda Fevre, doctores en medicina Ricardo Castro O’Connor y Oscar E. García, designado éste como legista por el señor Juez Nacional, Director del Palacio San J osé, don Manuel F. Macchi, Administrador del mismo, don Tomás Castagnino, Secretario del Colegio Nacional del Uruguay, don José Maria Nadal, don José A. S. Nadal Sagastume y don Enrique Federico Fuchs. La parte pertinente del Acta está concebida en estos términos: “. . . levantaron la losa de mármol exterior… que cubre la entrada de una cripta que resultó medir 4,50 por 2, 55 metros y 2,55 de alto, con paredes revocadas en cal, saturada de humedad. Descendiendo a la misma los señores arriba nombrados, se procedió a demoler el tabique descubierto por los señores Campos Urquiza y Sáenz Valiente (…) encontrándose dos ataúdes y varios restos humanos (huesos), así como restos de maderas y metales. Uno de los ataúdes está a nivel del suelo, en una elevación de 0, 20 cuya tapa de madera ha desaparecido por la acción de la humedad, y que se supone contener los restos de don Juan José de Urquiza, hermano del prócer, según se desprende del acta de exhumación de los restos de la familia labrada en Buenos Aires con fecha 2 de mayo de 1860, cuyo original se encuentra en la Iglesia Parroquial de esta ciudad, y de una placa con este nombre. También se hallaron entre los escombros de madera dos pequeñas chapas de metal con los nombres de “Cándida Garcia de Urquiza” y “José de Urquiza”, padres del prócer, lo que hace suponer que corresponden a los restos humanos arriba citados, cuyas urnas de madera han sido destruidas por la acción del tiempo y la humedad, a que también se refiere el acta de exhumación citada precedentemente. Asimismo se hallaron tres vasos votivos, de metal, con sus respectivas tapas y numerosos herrajes, cerraduras, manijas y otros adornos. Sobre dos barras de hierro cuadrangulares de tres centímetros de espesor, colocadas paralelamente detrás del tabique demolido y a un metro de altura del piso, se encontró asentado en ellas un ataúd cuya caja exterior de madera había desaparecido por la acción del tiempo y la humedad, por lo que se presentaba a la vista con una cobertura total de plomo. Se procedió a descenderlo. Enseguida se abrió la plancha de plomo que lo recubría, apareciendo una caja de madera de ocho centímetros de espesor. Levantada la tapa de ésta se encontró el ataúd, sobre cuya tapa de madera se hallaba una cruz de metal y una placa grande, también de metal, con la inscripción de “Gloria Deo”. Desclavada esta tapa de madera, apareció una caja de zinc, dentro de la cual se hallaba un cadáver cubierto con una mortaja, ésta última en excelente estado de conservación. Apartada ésta, se vio que el cadáver estaba reducido a estado esquelético, hallándose vestido con pantalón de brin, camisa, chaleco, saco, medias de lana y botines de color negro con elásticos en la parte superior, todo en bastante buen estado. Inmediatamente los doctores Castro O’Connor y Garcia efectuaron el examen médico legal de los restos, con el siguiente resultado: cadáver de sexo masculino, de una altura de 1,68 a 1,70 metros, según las tablas antropométricas de Rollet para esqueleto y concordante, aproximadamente, con la medida que se tomó desde los tales al hueso dejado por el cráneo en el cabezal de la mortaja. Cadáver de unos 80 a 100 años de antigüedad, a juzgar por la desaparición total de las terceras falanges de los dedos de las manos. Sobre el fondo de la mortaja se observa la presencia de grandes cúmulos de cabellos largos pertenecientes a las zonas occipital y parietal izquierda, de color castaño. El cráneo se hallaba inclinado hacia la derecha y el maxilar inferior desarticulado. Tomándose con las manos dicho cráneo, se observa que el maxilar superior izquierdo había desaparecido casi totalmente, (…) y unas pequeñas zonas de su articulación con el molar (…);el seno maxilar se hallaba totalmente abierto en su cara anterior y hacia la boca. Presentaba, además, una destrucción de la apófisis pterigoides izquierda del esfenoides. En el maxilar superior derecho se encuentra solamente el segundo molar en el maxilar inferior, portador de una prótesis de caucho rojo conteniendo dos incisivos centrales y el lateral izquierdo y que estaba sujetada por orificios en donde penetraban el canino, primer premolar y el segundo molar; en dicha mandíbula estaban in-situ: incisivo lateral derecho, primer molar derecho, segundo molar derecho y en el lado izquierdo sólo el primer premolar. Algunas piezas dentarias se desprendieron al levantar el cráneo. Resto del cráneo: normal. No se halló proyectil alguno, ni incrustado en los huesos craneanos ni en el interior del cráneo, pero en el fondo del cajón debajo del cráneo se halló una prótesis metálica superior portadora de los incisivos centrales , con su lado izquierdo deformado a al altura exacta de la perforación traumática del maxilar superior correspondiente. El examen del atlas, muestra a esta vértebra dividida en dos, pero por origen destructor del tiempo. En costillas no es dado observar impresión alguna de arma blanca. El resto del esqueleto no presenta particularidad alguna. El cadáver se hallaba vestido en su tronco, con el miembro superior derecho colocado en la manga correspondiente, y el izquierdo suelto, viéndose la manga de ese lado cortada en toda su extensión. Del examen del cadáver se desprende que pertenece a un hombre adulto que ha sufrido un traumatismo por herida de bala en el maxilar superior izquierdo, de trayectoria al parecer recta, que no ha penetrado en la cavidad craneana. Dicha lesión concuerda en un todo con la fotografía del cadáver que nos fueron exhibidas como del General Urquiza y con la mascarilla del mismo, existente en el Palacio San J osé y las prótesis dentarias guardadas en dicho Monumento Histórico, también concuerdan con las prótesis hallada en el cadáver y la falta de piezas dentarias en los maxilares. En conclusión, los presentes manifestamos: que los restos del cadáver examinado, pertenecen al Capital General don Justo José de Urquiza, en virtud de razones médicas, históricas y familiares, dejando así cumplida la misión que se nos recomendara (…) “y para mayor seguridad se clausuró la lápida con una faja debidamente rubricada (…)”.

Habían pasado ochenta años del traslado del cuerpo de Urquiza y el misterio quedaba develado.

Cuatro años más tarde el Gobierno adquiere un féretro nuevo para nuestro caudillo, el mismo fue comprado en Casa Mirás de Buenos Aires a un costo de $ 23.000. Al tratar de pasar los restos al nuevo cajón se encuentran con que los huesos estaban pegados a las telas que pertenecían la uniforme, tenía medias de lana y bota de cuero, se lavan los huesos y se arma el esqueleto.

Bibliografía: Urquiza Almandóz, Oscar, “Historia de Concepción Del Uruguay” (Tomo III) y Miloslavich de Álvarez, María del C. “Los Restos del Gral. Urquiza. Construcción del Mausoleo”

Mástil de Plaza General Francisco Ramírez

Vista panorámica del mástil de plaza Ramírez (Foto: Jorge Duarte)

Por iniciativa de la entonces Escuela N° 63, hoy Escuela N° 92, Tucumán, fue erigido el mástil que hoy está en nuestra plaza Francisco Ramírez.

El mismo fue donado por el Dr. Luis María Campos Urquiza y la primera bandera por el Director de la Escuela Sr. Isaías Torres y sus alumnos.

La ceremonia se llevó a cabo el 25 de mayo de 1935, y la bandera fue traída por los niños. Siendo esta la primera vez en izarse nuestro emblema en la Plaza Principal.

La base de este mástil es una columna de alumbrado de la ciudad de Buenos Aires, pudiéndose observar el ovalo de su escudo en cada una de sus caras. Como puede apreciarse en una de las imágenes que acompañan este artículo, esta base fue construida en los Talleres Rufino Varela Hijo de la ciudad de Buenos Aires.

(Fuentes: Abescat, Francisco, “La Ciudad de Nuestra Sra. de la Concepción del Uruguay” y Larenze, Héctor Luis, “Concepción del Uruguay, sus calles”)

 

La “Alcantarilla de los Ilustres”

Foto aparecida en el libro de los 75 años del Colegio del Uruguay, en el año 1924. era el “paso obligado” de los fraternales hacia “La Salamanca”

La “Alcantarilla de los Ilustres” fue declarada, por la Ordenanza 9.810, como “Lugar Histórico Municipal”, en el año 2016. Esta ordenanza se originó mediante la presentación realizada por la Concejal Karina Percara del Bloque y fue sancionada el veinticinco de agosto del año dos mil dieciséis por el HCD de la Municipalidad de Concepción del Uruguay. La misma declara a “La Alcantarilla de los Ilustres”, situada en las calles Erausquin y Estrada, “Lugar Histórico Municipal”

Los motivos centrales por lo cual se declaro como “Lugar Histórico Municipal”  la citada alcantarilla fueron que “en los paredones y dinteles que conforman la alcantarilla y que sirven de sostén a la línea férrea que corre en su parte superior, se leen, aún hoy nombres grabados a punta de cortaplumas, de hombres que en el correr del tiempo tuvieron protagonismo en el quehacer de la vida institucional y política del país. Valen como ejemplos los nombres de Juan Hortensio Quijano y de Francisco Barroetaveña” y que la propuesta busca resaltar acontecimientos históricos que sucedieron en nuestra ciudad; y con ellos recuperar nombres de estudiantes residentes hacia mediados del Siglo XX, en el internado de la Asociación Educacionista “La Fraternidad” y que lograron actuación destacada en diferentes aspectos de la vida de la Nación Argentina”.

Con esta Declaración se proponía  “…invitar a los alumnos avanzados de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Concepción del Uruguay a la presentación de proyectos para lograr la conservación de los nombres allí grabados.

De estos considerandos se desprende que el motivo central para rescatar este sitio eran los “nombres grabados a punta de cortaplumas” que se podían ver en sus muros, hecho significado para la historia y el turismo de Concepción del Uruguay.

No obstante ello, pese a ser los muros de la alcantarilla de ladrillo a la vista, en la actualidad se encuentran estos muros todos cubiertos por pintura blanca, minimizando de esta manera la razón por la cual se la declaró como “Lugar Histórico Municipal “

 

Mausoleo del Gral. Justo Jose de Urquiza

Féretro proporcionado por la Casa Mirás de Buenos aires, quienes, el 1896 habían realizado las ceremonias fúnebres de Dolores Costa de Urquiza. (Fotos: Jorge Duarte)

Se encuentra ubicado en el interior de Basílica de la Inmaculada Concepción, de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Por medio del decreto N° 22.236 del 11 de julio de 1946, fue designado Solar Histórico este  lugar por guardar los restos mortales de Justo José de Urquiza.

El hallazgo de los restos de Urquiza.

La tragedia de San José, así fue llamado asesinato del Gral. Urquiza, que ocurrió el 11 de abril de 1870. El cuerpo fue traído a la ciudad y luego de su velatorio en la casa de una de sus hijas,  Ana Urquiza (Hoy EET N° 1) sus restos fueron colocados en el panteón familiar en el cementerio local hasta el 25 de agosto de 1871 en que son trasladados a la Basílica y depositados en una cripta, seguramente hecha junto con la construcción del templo, junto con sus pares de  y dos de sus hermanos. Con el tiempo se perdió el conocimiento de dónde se encontraban sus restos hasta que los mismos son descubiertos el 21 de mayo de 1951. El 6 de octubre de 1951, una Comisión determina que los restos hallados en la fecha anterior, efectivamente pertenecen al general Urquiza (Del análisis de los restos, en esa oportunidad se establece que la herida en el maxilar no fue mortal, como se creía hasta ese momento, ya que la bala no atravesó el hueso y si lo fueron las puñaladas que recibió el cuerpo del general).

El Mausoleo

En 1965, ya fundada la Comisión de Lugares y Monumentos Históricos local, su presidenta Doña María del Carmen Miloslavich de Álvarez, presenta a la comisión la idea que se debería hacer un Monumento al Gral. Urquiza en la ciudad. Con motivo de la inauguración de la Central hidroeléctrica “Caseros”, visitan la ciudad el Vicepresidente de la Nación Dr. Carlos Perette, el Gobernador de la provincia Dr. Carlos Contin, a quienes les solicitan ayuda económica para tal proyecto (3 de febrero de 1965). Ese mismo día frente a la tumba del Gral., los mandatarios al referirse al caudillo entrerriano manifiestan que merecía tener un gran mausoleo. Por supuesto que las autoridades locales no dejan pasar este comentario y se ponen a trabajar.

Se solicita permiso a las autoridades eclesiásticas, el Obispo de Gualeguaychu Monseñor Jorge Chalup, no se opone, pero manifiesta: “Habrá que ver como se hace, pues los restos del Gral. Urquiza no pueden ponerse a la altura del piso – y agrego –pues todo lo que está sobre el piso es materia de culto”.

Siempre con el trabajo de la Comisión de Monumento se fueron llevando adelante los tramites que llevaron a concretar el Mausoleo que hoy tenemos en la Basílica.

Se trabajó en un proyecto inicial que estuvo a cargo de Luis Gonzaga Cerrudo, el que no prospero. La Comisión de Monumentos, Lugares Históricos Nacional, mando a nuestra ciudad al Arq. O’ Conord, quien ya traía una idea de cómo debía ser la obra “un recinto cerrado en forma oval que tuviera en la parte de arriba una baranda de hierro forjado desde donde se podría mirar el mausoleo que estaría abajo y en un pedestal de mármol levantado algo del piso que sostendría en su parte superior el ataúd”, que a la postreresulto muy parecida a la obra final.

La Dirección de Arquitectura de la Provincia hace los planos, los que fueron aceptados por el cura Párroco de la Basílica padre Fiorotto, por la Comisión de Museos y Monumentos Históricos Nacional y bisados por la Asesora de Historia del Gobierno Srta. Beatriz Bosch.

Logrado esto, el 25 de abril de 1966, se abren los sobres de los oferentes presentados para la construcción de la obra. Fueron dos: Atilio Nichele y Peresson-Cimiotti, ambos locales. Recayó la elección en la empresa de Nichele.

Fue construido en el lugar donde se encontraron los restos del Gral. en el año 1951. Tiene mármoles argentinos, contando con uno central que posee un medallón de bronce del busto del Gral. Urquiza, realizado por el escultor Sr. León Nux y en la plaza se lee en letras de bronce:

URQUIZA

1801-1870

PRONUNCIAMIENTO 1851

CASEROS 1852

PRIMER PRESIDENTE CONSTITUCIONAL

DE LA REPUBLICA ARGENTINA

1854 – 1860

A los costados en otros mármoles se ven los escudos de la República Argentina y de la Provincia de entre Ríos, también obras del Sr. León Nux. Esta obra esta coronada por una artística reja realizada por el Sr. Martin Corrado. Los apliques de luz están bañados en oro y son de la casa Castriotta y Pozzetti- La empresa del Sr. Alberto Neyra pintó la nave donde se había construido el mausoleo.

El Gral. Urquiza, está acompañado en este Mausoleo por sus padres: Don Josef de Urquiza y Doña Cándida García, dos hermanos  (Juan José y Matilde) y por su esposa Doña Dolores Costa.

La inauguración

Estando al principio la inauguración para el 1° de mayo, finalmente fue realizada el 7 de mayo de 1967, con la presencia del Presidente de facto, General Juan Carlos Ongania, El Gobernador de la Provincia Brigadier Fabre, el Intendente Dr. Lucilo B. López y demás autoridades.

Bibliografía: Zaffaroni, María L. “Anales” (2ª edición) y Miloslavich de Álvarez, María del C. “Los Restos del Gral. Urquiza. Construcción del Mausoleo”

Teatro “1° de Mayo”

Teatro “1° de Mayo”

La historia nos indica que en el lugar que hoy ocupa el Rectorado de la Universidad Nacional de Entre Ríos, funcionó el Teatro 1º de Mayo, primer edificio dedicado al arte de este tipo en Concepción del Uruguay.
En el año 1867 en que se constituyó la Asociación Promotora del Progreso de Concepción del Uruguay, quienes se proponen entre otros fines el de dotar a la ciudad de un teatro.
Finalmente, el 21 de noviembre de 1868, se produjo la inauguración del Teatro 1º de Mayo, con la actuación de una compañía dramática española. Para dar una idea de la magnitud de la obra, cabe consignar que para esa fecha la población de C. del Uruguay (capital de la provincia de Entre Ríos) era de 6.513 habitantes
El teatro tenía capacidad para 450 personas distribuidas en plateas, palcos altos y bajos y un paraíso con 120 asientos. La decoración estuvo a cargo del pintor Bernardo C. Victorica, quien pintó el interior del teatro y los adornos del cielorraso, en el que se destacaba un ángel cubierto por una túnica transparente. Victorica, después de abandonar C. del Uruguay realizó su obra cumbre, la ejecución del telón de boca del antiguo teatro Colón de Buenos Aires. Este pintor, Bernardo Cornelio, era hermano de Benjamín Victorica, secretario del general Urquiza y marido de Ana Urquiza, hija del general.
En el año 1926 el teatro estaba clausurado por el municipio por razones de seguridad y la comisión directiva juzgó que el costo era demasiado alto para los recursos de la Asociación, y eso sumado a que ese año vencía el plazo de vigencia legal de la misma que había sido conformada por 25 años. En base a estas razones se resolvió la disolución de la Asociación Promotora del Progreso y proceder al remate del edificio del teatro.
El ganador de la puja resultó el señor Inocencio Suilar. El día 24 de mayo de 1928, seis meses después del remate se procede al traspaso de la propiedad al Sr. Suilar, y en ese mismo acto el teatro es vendido a la señora Ambrosia Serafina Delaloye de Barral. Cabe señalar que la señora de Barral era ya propietaria del Hotel París, establecimiento que funcionaba lindero al límite sur del teatro.
El fin de la señora de Barral era conservarlo y remodelarlo conjuntamente con la expansión del hotel. El proyecto planeaba dotar al nuevo teatro de 535 butacas, con la platea en declive, un hall 40 metros cuadrados, espacio para orquesta, tertulia, 17 camarines con baño, etc. el costo del proyecto era de 206.000 pesos, suma elevada para la época y la crisis del ’30, hizo imposible conseguir la financiación.
Finalmente, ya muy deteriorado nuevamente clausurado por la municipalidad la señora Barral debió desistir de su obra y el histórico edificio fue demolido en el año 1930. (Fuentes principales:  
Oscar F. Urquiza Almandoz, Historia de Concepción del Uruguay Tomo I y II y Pref. Andrés Rousseaux, Edificios con historia,  año 1999. “Hotel parís, entre la nostalgia y la realidad“, Diario La Calle, 15 de diciembre de 1987)

Asesinato del General Justo José de Urquiza

Ilustración que muestra el momento de la muerte del general Urquiza

El 11 de abril de 1870, un atentado que culminó con la vida del general Justo José de Urquiza en su residencia de San José, para conmemorarlo transcribimos casi en su totalidad una publicación del Palacio San José, elaborada por Ana María Barreto Constantín, titulada “11 de abril de 1870. Muerte del General Justo José de Urquiza. Testimonios de un pasado trágico”,  y es un interesante relato de la muerte del general a través de diferentes testimonios, entre ellos los de Dolores Costa, esposa del General Urquiza, José Romualdo Baltoré, ministro del General, Carlos Anderson, Excequiela Bejarano de Solís y Marcelina Galván, personal de servicio del Palacio y Marín Avise, jardinero del establecimiento. Este trágico hecho, que aún hoy conmueve la los entrerrianos, merece ser conocido y destacado para que nunca más las diferencias políticas se solucionen de esta terrible manera

 

Ataque a la Residencia y muerte del general Urquiza

El asalto a la residencia de San José el 11 de abril de 1870 cambió los destinos de una familia, pero también de la provincia y aún de la nación Argentina. La muerte de Justo José de Urquiza se produjo como resultado de una conjura. (…)

La historia comenzó en la estancia de Ricardo López Jordán en Arroyo Grande en el Departamento Concordia. A dicho lugar concurrió José Mosqueira, un hacendado de Gualeguaychú, junto con un reducido grupo de conjurados. Había recibido por parte de sus amigos noticias, de que se preparaba un movimiento revolucionario para “derrocar al gobierno del General Urquiza, con el objeto de poner un gobierno más liberal y reivindicar los derechos usurpados por ese gobierno” según declaró meses más tarde. El plan fue acordado. El lugar del encuentro, la misma estancia, “el 9 de abril a las siete de la noche”. Con treinta hombres al mando del mayor Robustiano Vera y José Mosqueira, partió la comitiva desde Arroyo Grande hacia a la estancia San Pedro, propiedad del General Urquiza. Allí debían colocarse a las órdenes del Coronel Luengo, el que los esperaba con alrededor de veinte hombres más y desde allí emprender el viaje hacia el Palacio San José.

Las órdenes recibidas fueron las de apresar al General Urquiza y llevarlo a la presencia del jefe revolucionario, con la expresa recomendación según aclaró José Mosqueira, de respetar “. . .la familia e intereses como cosa sagrada, que si algún subalterno contrariaba estas órdenes que lo fusilasen en el acto…”

Formaban parte del grupo, además de los mencionados: Ambrosio Luna, Pedro Aramburu, Juan Pirán, Facundo Teco, Agustín Minué, Mateo Cantero y Nicomédes Coronel, este último mayordomo de la estancia San Pedro.

A poco de arribar al Palacio San José, los asaltantes detuvieron su marcha. El Coronel Simón Luengo, les dio precisas instrucciones: “A Bera lo mandó tomar la guardia en los cuarteles de  enfrente de San José, con la orden de que si no podía tomar estuviese hasta que fuesen al auxilio de ellos. A Mosqueira, la orden de que con treinta hombres debía tomar las puertas de San José y sostenerse allí hasta que entrasen y saliesen”, “Entraron todos por la puerta principal, que conduce a la capilla, extendiéndose después por todo el resto del edificio. . .”,  declaró Dolores Costa, esposa del General Urquiza durante el juicio que se le inició años más tarde a José Mosqueira por el asesinato del militar entrerriano. Por su parte, una de las hijas adolescentes del matrimonio Urquiza registró lo acaecido de la siguiente forma: “Todo fue rápido, tan violento, tan deslumbrador que nos sorprendió como el relámpago de un rayo. Estábamos en semana santa a la melancólica hora de la oración. Tata tenía la costumbre, a la caída de la tarde de sentarse al abrigo del corredor, frente a la puerta de la sala para escucharnos a Lola y a mí, que siempre ejecutábamos a dos pianos algunos tozos de música clásica. . . En el preciso instante en que una campanada de reloj del mirador anunciaba las siete y media, oímos estremecidas de horror los gritos salvajes de las bestias humanas que rugían buscando su presa. La canalla, orientada y guiada por el principal asesino, invadió los jardines y penetró en el Palacio disparando sus armas y gritando: “Muera Urquiza”.

En el interior de la residencia: “Estando todas las del primer patio de San José perfectamente iluminadas con lámparas a querosén y alumbrados los patios con la luz de una luna muy clara que alcanzaba hasta iluminar los zaguanes, oyó la declarante (Doraliza Costa de Balestrín), desde una de las piezas del segundo patio donde se encontraba la declarante a esa hora, la voz de su hermana Dolores que pedía protección para su esposo Justo. . .”

En la galería de la fachada del edificio, José Romualdo Baltoré (ministro del General) acompañaba al dueño de casa: “…el General se hallaba a pocos pasos de la secretaría en compañía de Don Juan P. Solano. En tales momentos oímos un rumor confuso de hombres a caballo que corrían. Un segundo después se distinguieron las voces de muchos hombres y visiblemente el ruido aumentaba al aproximarse a la entrada principal de la casa…”, “…El General se levantó seguido por el Sr. Solano, atravesó el primer patio en dirección a la entrada principal, haciéndolo con bastante celeridad. Al llegar al segundo zaguán oí estas voces: ¡Abajo el tirano!¡Viva el General López Jordán, y en seguida un tiro, cesaron las voces, y se sintieron en su lugar el ruido de hombres que corrían. El General vestía de blanco. Los patios estaban iluminados y debió ver y ser visto, pues se detuvo en su marcha y a medio correr entró a sus habitaciones… el patio se llenó de gente y comenzaron a oírse tiros sin orden ni concierto… , después, supe que quien le había pegado el tiro fue el Pardo Luna… y el que le dio de puñaladas fue Nicomedes Coronel.” Por su parte, Carlos Anderson, ayudante de servicio la noche del suceso fatal, ante una entrevista practicada años más tarde por uno de los más prestigiosos literatos, Fray Mocho, acotó ante la consulta: “. . .Recuerda el hecho?”

-Vaya como para olvidarlo. Lo tengo tan presente como si hubiera sido ayer – relató casi treinta años después- …Yo estaba de guardia y mi hermano, que era el otro ayudante estaba en cama, razón por la que me encontraba en su cuarto acompañándole, juntamente con un paisano Molina ,de Gualeguay, que había venido a cobrar unas vacas vendidas al general, que era muy negociante. Serían entre las siete y cuarto y siete y veinte de la noche, cuando sentí que don Justo, que estaba como era su costumbre, tomando el té bajo la galería, casi en el entrada del patio, le preguntaba al hombre de servicio: -¿Que ruido es ese?

-Parece un tropel de gente, señor.

-¡Ah ¡ Ahí …Eso es. Ha de ser una comisión que debe llegar de Nogoyá. .. Y luego no más, como el tropel siguiere y no se detuviese donde estaba ordenado se detuviesen las comisiones, agregó -ya gritando- “Son asesinos. . .cierre la puerta del pasillo”. Y lo oí que corría para la sala costurero de la señora que quedaba casi en la esquina del patio y se comunicaba con la torre del Palacio por medio de otro cuartito donde estaba la escena que era de fierro y de esas llamadas de caracol. En la torre había armas y si el General sube, se salva, pero lo perdió su genio, pues como encontró un riflecito a mano, volvió al patio corriendo.

En eso, los asaltantes, que eran cinco no más, pues aunque entraron al Palacio ciento cuatro, los otros enderezaron a la guardia y a asegurar las entradas desembocan en el patrio y al verlos les gritó: “No se mata así a un hombre entre su casa, canallas” y les disparó un tiro; la bala le pasó rozando el bigote a un cordobés Álvarez y fue a quebrarle el hombro al negro Luna, otro de los que venían. Álvarez, entonces, le tiró con un revólver y le pegó al lado de la boca era herida moral, sin vuelta. El General cayó en el vano de la puerta y en esa posición Nico Coronel le pegó dos  puñaladas y tres el cordobés Luengo, único que venía de militar, y que lo alcanzó cuando ya la señora Dolores y Lola la hija tomaban el cuerpo y lo entraban a la pieza, en la cual Se encerraron con él, yendo a recostarlo en la esquina del frente, donde se conservan hasta ahora las manchas de sangre en las baldosas.”

La muerte sobrevino como respuesta al recibimiento a balazos que otorgó el propietario, “Urquiza creyó intimidar a los revolucionarios con gritos amenazantes -declaró Mosqueira durante el juicio que se le sustanció años después- disparando sobre ellos dos tiros de revolver. Los que tenían por objeto echar abajo el gobierno personal de este hombre funesto para el progreso de Entre Ríos no podían permanecer impasibles ante la actitud asumida por el déspota y a su vez debieron hacer fuego sobre él… Felizmente para el porvenir de Entre Ríos el tirano en la primer descarga cayó envuelto en su propia sangre, atravesada la cabeza de un balazo. . .”

Al respecto Ricardo López Jordán ironizó en su momento: “El General murió cambiando tiros con los que fueron a tomarlo. No era pues de esperarse que le volvieran confites”.

Varios fueron los testigos del episodio que dejaron vividas impresiones de lo pasado en la infausta jornada otoñal, entre ellos los numerosos sirvientes que se desempeñaban en el lugar y que con hondo pesar recordaban el suceso. Entre ellos, Excequiela Bejarano de Solís, la que en 1912 hizo decir a su entrevistador lo siguiente “Recordaba vivamente el triste episodio del 11 de abril de 1870 cuando se realizó el asalto al palacio San José para dar muerte al entonces gobernador de Entre Ríos. “…Lloramos mucho a Don Justo -nos decía- todos los pobres y más los que fuimos sus servidores…” Excequiela junto con los de su familia pertenecía a la servidumbre del palacio y tenía a su cargo el lavado de la ropa.” Otro testimonio del personal doméstico es el de Marcelina Galván, la que ya en su vejez relató en una entrevista periodística: “Yo fui criada por la familia del General, no dijo con cierto orgullo. Allá en el Entre Ríos, viví siendo moza muchos años en el palacio, hasta la tarde del asesinato. Aquí la viejecita se detuvo un instante, su voz se hizo menos firme y dos lágrimas se deslizaron por sus mejillas enjutas y requemadas por el sol. -¿Usted vio cuando lo mataron? -le preguntamos movidos por explicable curiosidad. Repuesta un poco de la emoción que le trajeron estos viejos recuerdos, nos respondió con viveza: -¡Y cómo no!  Mi hermana y yo estábamos en la alacena pegada al comedor. Era el atardecer. El general se había sentado a la mesa con la señora y las cuatro niñas. Vestía de particular, pero con cuello, porque no usaba pañuelo. Yo acababa de servir la sopa. En eso sentimos pasos, y varios hombres se presentaron en la puerta. ¿Qué quiere amigo Luna? le dijo. Esto y le descerrajó unos tiros de revólver… Luna y Aparicio eran los hombres de confianza del general, como si dijéramos la llave del palacio. Seguro se vendieron y lo asesinaron. . .” (Ing. Molina Massey Sierra de San José. Misiones. Sobre la muerte de Urquiza. Una criada del General).

En tomo a la residencia principal se extendía un caserío ocupado por dependientes del establecimiento agropecuario, los que también fueron testigos involuntarios del aciago atardecer de abril en el Palacio San José. Así lo detalló declaró Andrés Rigoli en el juicio sustanciado a Mosqueira: “…el declarante vivía como a quince o diez y seis cuadras de San José en la casa denominada la Quesería, que habiendo concluido de cenar oyó unos tiros en el campamento donde estaba la infantería y en seguida unos gritos de viva López Jordán y muera Urquiza, que entonces yo también unos tiros en la casa de San José que entonces el declarante dijo para si “a Dios General Urquiza, ya concluyeron con él”, que sin embargo el declarante no salió de su casa hasta el día siguiente por la mañana en que fueron muchas personas de este pueblo a traer el cadáver del General Urquiza…” Por su parte Marín Avise el jardinero de la casa que se encontraba en las habitaciones que “ocupaban el herrero y el carpintero” junto con otras personas, cuando “oyeron los tiros -aunque- no presenció el acto del asesinato ni vio el cadáver hasta el día siguiente, en que vio a la señora y a las chinas cubiertas de sangre”

Fueron sin dudas las hijas adolescentes del propietario de la estancia las que sufrieron el mayor impacto de los infaustos sucesos al presenciar la muerte de su progenitor. Así lo manifestó una de ellas: “Tata nos dijo: “¡Ahí vienen a matarme! Y corrió a su dormitorio en procura de un arma para defenderse. Nosotras lo seguimos… sonó la primera descarga. Todos habían apuntado contra mi padre… Se desplomó bañado en sangre, Lola cayó junto a él, y en primer momento creí que estuviera herida de muerte a causa de la sangre de Tata derramada sobre ella. Uno de los salvajes se acercó a Lola para ultimarla, y yo me acerque a suplicar: “no maten a mi hermana” Entre tanto no cesaban los disparos. Fue entonces que Nico Coronel, muy de acuerdo con su manera de ser, se acercó con una daga y la hundió repetidas veces en el corazón del tata, que yacía en brazos de Lola. En seguida acercó la daga, tinta en sangre, a mi cuello para degollarme. Otro asesino, llamado Luengo lo apartó bruscamente diciendo: “mujeres no. Busquemos a los varones”.

Nuestros blancos vestidos empapados con la roja sangre que manaba el cadáver. Fue entonces cuando llegó mamá. Pero lo urgente, era salvar a mis hermanos, todos ellos de corta edad. Fui rápidamente en su busca. Apagamos todas las luces para entorpecer y despistar a los asesinos que andaban enloquecidos de aquí para allá buscando nuevas víctimas. San José, como tu sabes, tiene dos miradores…llevé arriba uno a uno a mis hermanos, tanto varones como mujeres y los dejé acompañados de las mucamas…

Toda aquella noche la pasamos mamá, Lola y yo a merced de los asesinos, amenazadas de muerte continuamente. En la misma alcoba donde lo mataron velamos a Tata. El suelo aparecía ensangrentado y muchos balazos perforaban las paredes. La Virgen Dolorosa, vestida de terciopelo negro, hacia cabecera en medio de dos candelabros. En la Santa Imagen reposaba nuestro credo y ante ella orábamos con fe pero a cada instante oíamos a los bandidos que discutían entre ellos nuestra vida o muerte, y lo veíamos reunidos en el patio alumbrado tan solo por los rayos de la luna. Así pasó aquella noche de espanto y de terror…”

El Día Después

Las primeras horas de estupor pasaron, pero los acontecimientos dieron forma a una nueva realidad para la j oven protagonista del drama: “A la madrugada nuestros verdugos percibieron polvareda en dirección al camino de Concepción del Uruguay. Teófilo que conjuntamente con el batallón venía de Concepción del Uruguay. Había sido avisado por un empleado que consiguió escapar en busca de auxilio y llegaba con la esperanza de encontrar con vida a Tata.

Nosotras seguíamos en la cámara mortuoria sin saber lo que ocurría afuera. De modo que al oir el galope de la caballada y el rumor de los que avanzaban apresuradamente aumentó nuestra angustia, perdimos las escasas esperanzas y creíamos que se iban a cumplir las amenazas de los traidores. Y nos abrazamos a la imagen de la Virgen, esperando la muerte inevitablemente. Pero al conocer las vos de mi hermano que apareció gritando: “¿Dónde está Tata?” nuestra situación cambió. Inmediatamente se dispuso nuestra partida para Concepción del Uruguay. Bajamos del escondite del mirador a todos. Buscamos por distintos lugares a Micaela y por fin la encontramos dormida en su refugio aterrada todavía, nos contó su aventura. Cuando todo estuvo listo emprendimos la marcha custodiadas por el batallón.” El auxilio arribó a la madrugada del día siguiente. Julián Medrano, secretario del General Urquiza, relató un año después al periódico La Paz de la localidad de Nogoyá: “Al día siguiente, el 12, una gran comitiva acompañaba el féretro. Era el cadáver del General Urquiza que iba conduciendo un numeroso concurso para la Concepción del Uruguay. A poca distancia de esta, la comitiva es detenida por las huestes del General López Jordán comandadas por él en persona. El Coronel D. Teófilo de Urquiza y mucha parte de la tropa que allí iba quisieron trabar combate con las tropas que lo detenían, pero el General Galarza se opuso y entraron a pactar con el General López Jordán para que los dejara pasar. Así sucedió y la comitiva siguió su marcha al Uruguay sin ser molestada…”

La llegada a Concepción del Uruguay y el velatorio en medio de la incertidumbre, el temor y las noticias contradictorias que el magnicidio provocó, conmocionaron a la pequeña ciudad entrerriana. Un estudiante del Colegio del Uruguay y más tarde acreditado Uruguayense, el Dr. Mariano López pintó la jornada que impacto sus juveniles años de la siguiente manera: “…era en aquellos días opacos y grises, del once de abril de 1870, en los que solo imperaban la tristeza y el anonadamiento en esta ciudad. Todos andaban en silencio, y con el semblante entristecido, en esos momentos tan cruelmente aciagos. Apenas si se atrevían a comunicarse lo ocurrido. Urquiza había sido asesinado en San José, decían, pero sin conocer detalles del hecho. Después se supo algo más: que se traían aquí sus mortales despojos, lo que no tardarían en llegar. La noticia circuló rápidamente y pronto se llenó de gente la actual calle Rocamora, por donde se acercaba el acompañamiento fúnebre. Por allí veía, en efecto, el cortejo, y este pasó en silencio, con enorme concurrencia, pero al llegar al pasaje donde cruza la hoy llamada Congreso de Tucumán, se paró, pues un grupo de señores se acercaron al coche que traía el féretro, y sacando los caballos empezaron a empujar el vehículo, llevándolo e esta forma hasta la casa donde se Velaría el cadáver.” Según la crónica periodística: “El cadáver fue conducido a casa de Anita Urquiza, la señora de Victorica, poco después se llevó a la iglesia y de allí al cementerio. …Hubo poca concurrencia y sobre la tumba del que tanto favores había dispensado muchos de los adulones que el día antes le contemplaban como a un semi-dios habló el Dr. Zarco, una carta que tengo de allí me hace elogios de su discurso. Entre otras cosas dijo “Roma pagana, pedía venganza delante del cadáver de cesar, yo solo os pido una lágrima y que el recuerdo de los grandes hechos y virtudes del General no se borren del corazón de los argentinos.”

Así que el modesto acompañamiento salió del templo, la familia del General completamente sola se dirigió al muelle, y se embarcó en un buque español que la condujo a la villa del Salto.” Los sucesos vinculados directamente a la tragedia concluyeron. Una familia destrozada abandonó el suelo entrerriano y nuevos protagonistas ocuparon el escenario político. (…)

La vida del General Urquiza concluyó intempestivamente, pero no el producto de su acción, su huella fue lo suficientemente profunda para mantenerse en el tiempo. Su figura continua hoy siendo el símbolo por excelencia de la provincia litoraleña a la que perteneció y a partir de la cual extendió su labor al resto del país, con una mentalidad nueva, aunque sin abandonar los modelos culturales en los que originariamente se formó. Concilió la transición entre dos tiempos diferentes forjando una obra que pervive hoy por la magnitud e incidencia en la historia de los argentinos.

Textos  de: Barreto Constantín, Ana maría, “11 de abril de 1870. Muerte del General Justo José de Urquiza. Testimonios de un pasado trágico”, Palacio San José, 2009

Tragedia: Hace 50 años de las ovejas del “Captain Papis” .

“Captain Papis”

“Hace unos días llegó al puerto de Concepción del Uruguay el barco griego “Captain Papis” para carga ovejas con destino al Líbano. Naturalmente este acontecimiento ocupó la atención de todo Concepción del Uruguay, ya que hubo que hacer unos tremendos corrales en los muelles frente al Molino Concepción. Allí estuvieron, venían de Corrientes en camiones y y las bajaban en esos corrales hasta completar la carga” En definitiva, el baro quedo completo y el viernes 1 de marzo a las 15 horas su proa pasaba adelante le mismo “Yeí Porá” (Rancho de Omar Scolamieri Berthet en la isla del puesto). Con unos amigos que estaban conmigo le gritábamos a los que estaban en cubierta “Feliz viaje, feliz viaje”. Nos contestaban levantando los brazos. Yo decía que felices las ovejas el viaje que se hacen y gratis.” “En ese instante comenzó a vararse en la popa y luego de un gran pataleo de la hélice siguió adelante pero, al girar junto a la Stella Maris, cerca de la boya que marca el canal se varó de vuelta…” “Omar Scolamieri Berthet, diario La Calle 10 de marzo de 1998)

La Crónica:
“Como ocurría diariamente una embarcación más se aprontaba para salir del puerto argentino de Concepción del Uruguay y todo indicaba que el comienzo de la travesía se desarrollaría de forma normal. Fue así que a la orden de zarpar el buque “Captain Papis” en poco tiempo comenzaba a cortar con su proa las aguas del Río Uruguay para dirigirse a mar abierto.
Este barco de origen chipriota adaptado en su interior para trasladar animales vivos en cantidades importantes presentaba 8.905 toneladas y una eslora de 125 metros, al partir de tierras argentinas albergaba a unas 12.000 ovejas provenientes de esa nación y de Uruguay. Estas serían conducidas hasta un puerto de Libia en el continente africano, donde las ovejas constituían un cargamento sumamente valioso y esperado.

La tripulación constaba de quince hombres y eran acompañados por veintiséis cuidadores para las ovejas y dos veterinarios.

Se produce el encallamiento del “Captain Papis” en el Río Uruguay cerca de la costa sanducera el 1° de Marzo de 1968, desencadenando una situación alarmante y trágica. Las consecuencias del accidente no se hicieron esperar; de estas la más grave fue la interrupción de la normal ventilación de los animales transportados y la dificultad de poder acceder a ellos, lo que en pocas horas condujo a la muerte de centenares de ovejas, cifras que se acrecentaban a medida que las horas transcurrían y el barco continuaba en su posición a pesar de los denodados esfuerzos realizados por remolcadores de ambas orillas.

“Cinco mil de las doce mil ovejas cargadas a bordo del barco chipriota “Captain Papis” han perecido ya por falta de ventilación (había más de 60° en el interior del barco), mientras el buque sigue varado a la altura del kilómetro 181 del Río Uruguay.” (El Diario, 4 de Marzo de 1968).

Ya para el martes 5 de Marzo se establece en la prensa que casi la totalidad de los animales habían perecido y que el lugar se veía rodeado por una densa nube de insectos que llegaron a sorprender a lugareños por su tamaño y por la presencia de especies características de zonas lejanas a aquel punto.

En tanto se decidía la fumigación del barco desde el aire, el capitán Anastasios Kariotis y el resto de los tripulantes que habían salido ilesos del contratiempo inicial fueron trasladados a la costa uruguaya y ubicados en un improvisado campamento.

Al día siguiente se escribiría un nuevo capítulo trágico en esta horrorosa historia, los tripulantes del barco seguían realizando trabajos a bordo para controlar la situación, se formaron turnos y mientras unos descansaban y se desintoxicaban en tierra otros subían a su buque.
Las tareas eran enfrentadas con insuficientes medios para la correcta protección de los hombres en el irrespirable aire y esto provocó que algunos no pudieran soportar más tiempo sobre cubierta. Para liberarse del infierno que vivían, dos tripulantes deciden arrojarse al río con el fin de alcanzar la costa argentina y huir. Uno logró su objetivo pero debió ser hospitalizado por presentar un severo estado de intoxicación, mientras tanto su compañero Roberto Enrique Pérez que emprendía su segundo intento ya que previamente había alcanzado a nado la costa y las autoridades policiales lo habían devuelto a su nave, perecía ahogado.

Dieciocho días después de la encalladura la tripulación comunica su decisión de no regresar al “Captain Papis” por las condiciones que este presenta, por lo cual fue necesario sustituirlos por personal uruguayo. Ese mismo día partiría en horas de la tarde desde Montevideo el remolcador “Artigas” con el propósito de hacer zafar al barco chipriota y trasladarlo más tarde hacia las cercanías de la costa capitalina.

Por fin los trabajos de los remolcadores tuvieron éxito y lograron liberar de su trampa al “Captain Papis” para traerlo y fondearlo el 30 de Marzo frente a la Isla de Flores, un mes después del accidente y de la muerte de las ovejas que constituían su carga.

Al respecto el viernes 19 de Abril aparecía lo siguiente en El Diario: “A cinco kilómetros de las playas de Shangrilá está instalado desde hace 20 días el “Papis” con 12.000 ovejas putrefactas y su corte de moscas y microbios. El carguero amenaza con contaminar las aguas y poner en peligro la salud de la población capitalina, creando epidemias y focos infecciosos. La Administración de Puertos lo sabe bien”.

Pero en definitiva y luego de varias etapas concluidas el “Captain Papis” parte alejándose de nuestras costas con el objetivo de su correcta limpieza y desinfección el domingo 12 de Mayo, con una tripulación de 66 hombres que eran acompañados por las cinco únicas ovejas sobrevivientes. “A las 13.30 partió de la rada exterior del puerto montevideano el carguero chipriota “Papis”. Lleva 66 tripulantes que conducirían al buque a ciento ochenta millas mar afuera de la Isla de Lobos para proceder a su limpieza y desinfección”.

“En la nave irán treinta y seis hombres pertenecientes a la Administración Nacional de Puertos, a cuyo cargo estará la conducción del buque pero que no intervendrán en las tareas de limpieza y desinfección de sus bodegas donde todavía se encuentran doce mil ovejas muertas. Estas tareas correrán por cuenta de los treinta funcionarios contratados por la firma “Christophersen” (ganadora de la licitación convocada por el organismo) y percibirán $ 75.000 por los quince días de la travesía”. (El Diario, domingo 12 de Mayo de 1968).

Y así fue que una vez concretado el nada agradable trabajo se inicia el retorno a Montevideo, donde se fondearía el sábado 1° de Junio en horas de la mañana y posteriormente” comenzarían las inspecciones del caso”.