Una curiosidad: Delio Panizza-Rogelio Ramírez

La tumba de Rogelio Ramírez en Aristóbulo del Valle (Misiones), foto diario “El Territorio”

La tumba de Don Delio Panizza (1893-1965), quien fue doctor en leyes, poeta, investigador, coleccionista, que amo y defendió el pasado de nuestra provincia, tiene una particularidad o curiosidad, podemos decir. En la lápida de su última morada, que se puede ver en el cementerio municipal, reza su deseo de que “quiero que me sepulten de pie, como he vivido”.
No es el único en nuestro país, que ha sido sepultado de pie. En la ciudad de Aristóbulo del Valle, Misiones, siendo presidente del Centro Cultural “Dr. Aristóbulo del Valle”, Don Rogelio Ramírez, manifestó lo mismo que el Dr. Panizza.
El mismo construyo su tumba, pidiendo a familiares y amigos que lo enterraran de pie.
En la lectura de su testamento decía: “En la década del 50 adquirí una chacra y, al conocerla elegí el lugar más alto de toda la zona, resolví en el acto algún día mi sepulcro. Ahora creo que ha llegado el momento de prepararme para tan hermoso viaje y para ello realicé una pequeña obra y una resolución irreversible EL PALENQUE. Construido llevo unos 6000 kg., de material y en el, una cavidad especial donde mis más queridos amigos depositaran una caja también especial donde deseo estar firme de pie, por lo menos mil años. La razón, tengo tres enemigos sobre la tierra: la mosca, la rata, y la cucaracha, por lo tanto, no quiero que esos inmundos bichos se sirvan de mis ojos, mi cerebro y mi corazón.
La cúpula con la cruz pesa 3000 kg., y van dedicadas al caballero más grande que ha pisado la tierra. Él se llamó, se llama, y se llamara eternamente, JESUCRISTO; la segunda parte va dedicada a todos los gauchos del mundo que deseen atar en él un chúcaro, no interesa la especie.
La tercera parte va dedicada a todas las personas que sintieron por mi algún aprecio. El campito se llama José Hernández y para no estar tan solo, ubique a uno de los grandes federales, el Gral. Jose Francisco Ramírez, cuyo busto y pedestal pesan 3000 Kg.
Gregorio, “Gaucho por autodefinición, comerciante de a ratos, militante radical siempre, maderero, burrero, tradicionalista, político empedernido cumplió roles además como comisionado municipal, concejal, intendente y hasta legislador provincial.
Nacido en Concepción del Uruguay el 18 de noviembre de 1914, vivió sus años jóvenes en General Artigas (Paraguay). Comercializó madera paraguaya y misionera en su provincia y a la vuelta traía tropas a Misiones. A comienzos de 1953 se radicó definitivamente en Aristóbulo del Valle, involucrándose en diversas actividades: un aserradero y una ferretería llamados El Carretel, la posta El Jagüel, y hasta un cine. Con poca suerte para los negocios, se metió de lleno en la política hasta ser intendente. Falleció el 1 de agosto de 2002”.

Fuente: Civetta, Virginia, “Breve Historia y guía del Cementerio de Concepción del Uruguay” y Diario La Calle, 05/02/2003, pág. 2 y “El Territorio” de Misiones

El “Simulcop”

En la imagen el Simulcop para 6° grado.

Cuando éramos niños, allá por la década de 1970, lejos de las computadoras y de Internet que pone a nuestro alcance mucho material para ilustrar nuestros trabajos de la escuela primaria, las “figuritas” y los recortes de Anteojito o Billiken eran un muy buen aporte para obtener un “Felicitado” de la maestra, pero, existía otra herramienta que nos permitía hacer “nuestros propios” dibujos e ilustraciones, era el “Simulcop”, este pequeño librito anillado (debe haber sido uno de los precursores de este sisma de encuadernación), ayudaba a dibujar al niño, e ilustrar la carpeta o cuaderno. Es un libro de finas hojas de calcar con diferentes dibujos, que permitía pasar un lápiz sobre el contorno de la figura y se trasladaba a la hoja de papel en forma fiel y perfecta, por eso en las imágenes se de las figuras y textos “invertidos”. Los había por materias y por grado. Tenía diferentes secciones, de acuerdo al grado a que estaba dedicado, historia, geografía, economía, biología, higiene, etc.

Nosotros lo comprábamos en la librería Edmis, sobre calle Urquiza, media cuadra al norte de la plaza San Martín

Fue ideado por Jacobo Varsky, en setiembre de 1959, como plantilla de dibujo.

Primeramente, fue comercializada por Luis Laserre y Cía. y luego por Ediciones América.

El objetivo fue dar seguridad en hacer bien los dibujos, y esto significaba reproducir la realidad de la manera más representativa.

Se usó en las décadas de 1960 y de 1970, donde se lograban los “muy Bien” de la Señorita. Claro que este elemento no estaba al alcance de todos, no tenía un precio accesible. ¿lo recuerdan?

Como producto argentino no se tiene certeza de la patente fuese concretada, pero si, persiste en nuestro recuerdo y en la nostalgia de muchos. 

“San Cipriano”, el barco del Gral. Justo José de Urquiza

Foto del Palacio San José, al fondo el lago dónde navegaba el “San Cipriano” (Foto: gentileza de Luis Cerrudo y Omar Gallay)

El Gral. Justo José de Urquiza, mando a construir un barco para navegar en el lago artificial de su casa, San José.

Fue un buque o pailebot, cuya maquinaria era a vapor, proyectado por la empresa, la que firmó un contrato con el Gral. Urquiza y se comprometieron a entregar la obra en tres meses. (firma Sherman & Allan Co). El costo total fue de $7500 fuerte de 16 onzas de oro.

Sus dimensiones fueron: 50 pie de largo de cubierta, 47 pie de quilla, 10 pie de manga y 5 ½ pie de puntal. Disponía de una maquina a hélice de 12 caballos de fuerza, para remolcar 100 toneladas de carga, desplazándose a 4 o 5 millas por hora, se calculaba que gastaba 12 a 15 quintales de carbón cada 24 horas.

El barco fue construido en Buenos Aires y se lo trae aparentemente hasta el puerto de Santa Cándida, por el río Uruguay.

Inconvenientes se tuvieron para el traslado desde Santa Cándida hasta Palacio San José. El capitán del barco Hufnagel, consideraba peligroso el traslado del mismo por tierra, por el estado de los caminos, que con el movimiento se le aflojarían los remaches. Pero en realidad fue otro el problema, los marineros llegados desde Buenos Aires, querían regresar urgente a su lugar de residencia, aludiendo, que la misión de traer el barco se había cumplido al llegar al puerto de San Cándida.

Surgieron varias propuestas de traslado hasta que se aprobó el proyecto del empleado del Saladero, Alejandro Martínez.

El proyecto consistió en atar dos carros de plaza. Se necesitaba mucha experiencia, para este traslado. Es así que se lo contrata a Constantino Cometa, experimentado carrero.

Fue traslado por tierra y demoraron seis días, se emplearon cuatro bueyes, seis tablones de dos pulgadas por nueve de varas de largo, dos tirantes de urunday de siete varas, cuatro lazos de soga retorcida, dos pares de coyundas, un cabo de cuarenta varas de largo, otro de cincuenta, dos cueros de lanares y quince bolsas vacías.

El Sr. Cometa cobra por el trabajo $ 77, con 4 bolivianos.

Juan Seguí (uruguayo) un muy buen marino, fue contratado para terminar los detalles faltantes, de pintura y acondicionamiento.

El Gral. Justo José de Urquiza, lo llamo “San Cipriano”, seguramente en homenaje a su hermano mayor, asesinado en Nogoya en 1844.

Texto: Virginia Civetta. Fuente: Urquiza- Anales 1997. Publicación de estudios Históricos. Prof. Susana Domínguez de Soler.

 

El busto del “Supremo” en Buenos Aires

Busto de Ramírez y plano de ubicación del monumento en ciudad de Buenos Aires (Imagen: Mario Morasán)

Un busto del Gral. Francisco Ramírez se encontraba en la “Plaza Provincia de Entre Ríos” en la Av. 9 de Julio, entre las calles Venezuela, México y Bernardo de Irigoyen.

Sobre un pedestal de sección cuadrangular construido en mampostería y revestido con placas de granito pulido, se podía ver este busto de tamaño un poco más pequeño que el natural, realizado en cemento por el escultor Juan C. Ferraro. Se trata de una copia del bronce original que fue vandalizado en 1988, y “como consecuencia de los daños recibidos, debió ser reemplazada por este calco ejecutado por personal del departamento del MOA” (legajo 2130).

El busto fue retirado definitivamente en enero 2013 cuando comenzaron los trabajos para el “Metrobus” (sistema de carriles exclusivos para colectivos). El busto fue a dar nuevamente al MOA y posteriormente dado de baja

Derrotero del busto.

Según la documentación de Monumentos y Obras de Arte, Ministerio de Ambiente y Espacio Público (MOA), fue donado por una “Asociación Uruguayense”, residentes en la capital y las gestiones se remontan al mes de noviembre de 1978, cuando envían una nota dirigida al entonces Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Brigadier (R) Osvaldo A. Cacciatore, con el fin de “imponer” un busto a la memoria del Supremo Entrerriano en la Capital Federal. Luego de varias notas a distintas reparticiones de entonces Municipalidad de Bs. As. a fines del año 1980 fue aprobado por Ley, y el 30 de marzo de 1981 el MOA comunica que ha sido emplazado en la plazoleta denominada “Provincia de Entre Ríos”.

Mientras tanto, resultan muy curiosas algunas notas que surgen de un trabajo de investigación realizado en el año 2004 por Marina Aguerre.

“El 25 de septiembre de 1980 el entonces Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Brigadier (R) Osvaldo A. Cacciatore envía una carta al Ministro del Interior, promoviendo el proyecto de ley para la erección del monumento. Refiriéndose puntualmente a Ramírez expresa:

“Se lo ha discutido ardientemente, como a todos los caudillos que surgieron después de la Revolución de Mayo, pero lo cierto es que la polémica carece de objeto para las generaciones actuales, que analizan nuestro pasado con una sensibilidad histórica distinta (…). Al suscribir el Tratado (se refiere al Tratado del Pilar) que es uno de los ‘pactos preexistentes’ aludidos en el preámbulo de la Constitución Nacional, el Gral. Francisco Ramírez tuvo la intuición de vislumbrar la superación del desorden que prevalecía, dentro del orden institucional federalista, que fue el que en definitiva impuso la historia. Más allá del caudillo estaba, sin duda, el hombre de gobierno.”

El 7 de noviembre del mismo año el Ministro del Interior, Gral. de División Albano Harguindeguy se dirige al Presidente de la Nación con el fin de elevar el proyecto de emplazamiento.

Si bien la extensión de la nota remitida es mucho más breve y sucinta, no deja de destacar algunos hechos ya mencionados en la epístola anterior, como la firma del Tratado del Pilar junto con los Gobernadores de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Pero además acota: “Si bien el perfil de su personalidad que resulta más conocido está unido a la historia de nuestras luchas intestinas, no debemos olvidar su adhesión a la causa de la Independencia, que lo llevó a levantarse en armas contra la dominación española en febrero de 1811.” (Expediente 71.245/78)

El 2 de diciembre de 1980 el Presidente de facto Gral. Jorge Rafael Videla, junto con el Ministro del Interior, firman la Ley Nº 22.346/80, la cual autoriza el emplazamiento del busto.

En el año 2013, fue retirado para no volver.

Termino esta breve nota, con la misma cita que utiliza Marina Aguerre en su investigación: “…si olvidar y recordar son las dos caras de lo que somos como individuos y como naciones, si nuestra identidad es también el estilo en que somos imaginados, sería significativo preguntarse por qué se recuerda lo que se recuerda y por qué se olvida lo que se olvida”. (Susana Rotker)

Por: Mario Morasán. Ver artículo en: https://www.facebook.com/notes/mario-morasan/el-busto-del-supremo-en-bs-as/1994636190865968/

Punto fijo (pilar) de nivelación en la plaza San Martín

Punto fijo (pilar) de nivelación en la plaza San Martín, ubicado en un cantero de norte de la plaza. (Foto: Omar Gallay)

En 1919 el Gobierno Nacional le asignó al IGM (Instituto Geográfico Militar) la responsabilidad de la elaboración de la cartografía oficial del territorio nacional y la realización de los trabajos geodésicos para apoyar la actividad civil, además de la militar.
Este es el origen del pilar que se encuentra en la plaza San Martín y que pertenece a la red de nivelación nacional. Es uno de los miles distribuidos en todo el territorio nacional, junto a otros de trigonometría.

Vista del Punto fijo de nivelación, ubicado en el centro del cantero de plaza San Martín. (Foto: Omar Gallay)

Estos nodos o puntos altimétricos forman parte del Marco de Referencia Geodésico Nacional, que constituye la base fundamental sobre la que se apoya toda la cartografía del País. El Marco de Referencia, entre otras aplicaciones, se utiliza para brindar una mayor precisión a los catastros y para obtener valores de coordenadas más exactos en mediciones realizadas en numerosos ámbitos de aplicación.
A pesar de las innovaciones técnicas, entre ellas el GPS, el sistema perdura como la referencia altimétrica nacional.

 Texto: Colaboración del Prof. Omar Gallay

El lago del Palacio San José

Única fotografía que se conoce dónde se puede apreciar el lago y el templete. (c. 1875)

Fue la residencia de los últimos veinte años del Gral. Justo José de Urquiza. Ubicada a 30 km al Oeste de Concepción del Uruguay, Entre Ríos.

Aquí vivió con su familia y aquí encontró su muerte. Esta casa fue testigo de muchos hechos históricos, visita de presidentes, políticos, embajadores, sabios, sacerdotes, etc.

Se construyó entre los años 1847 y 1858. Formada por cinco patios, dos de los cuales están las habitaciones que suman 38. Una capilla bajo la advocación de San José, que fue consagrada el 19 de marzo de 1859 por el Nuncio Apostólico de Pio IX, Monseñor Marino Marini.

En la parte posterior de la casa tenía un parque donde se encontraba la quinta de frutales de todas clases. En este parque hoy se conserva una glorieta de estructura octogonal, el piso en forma de estrella, con bancos de piedras (hoy reemplazados por bancos de cemento), traídas de una cantera próxima al lugar donde el Ejercito Grande cruza el río Paraná (Punta Gorda-Diamante).

El herrero de Santa Cándida, llamado Ulises, fue el encargado de realizar la artística herrería de esta glorieta. Unos metros más al oeste, tenemos hoy restos del lago artificial, que en su época fue una obra monumental. Media 180 x 120 metros 5 metros de profundidad, con muros a su alrededor de ladrillos revocados. En el piso se han encontrado restos de polvo de mármol, usado para evitar filtraciones.

En esta obra se usaron 100.000 ladrillos horneados en Santa Cándida, los que se trasladaban en carretas. El lago estaba cercado por una artística verja de hierro (“fierros redondos”). Las barandas se sostenían por pilares sobre los que se asentaban copones de material para jardín.

En el frente del lago había dos embarcaderos enfrentados, uno con una mesa y bancos de piedras, el otro con escalinatas de madera dura. Al muelle se le amarro un  “payllebot” y embarcaciones menores.

El lago era alimentado por aguas traídas de una laguna distante 2.500 m, alimentada por aguas del río Gualeguaychú. En la laguna se instaló un malacate accionado por una bomba y por medio de caños se traía el agua al lago.

A continuación del lago había un corral excavado de 130 x 90 metros rodeado de gruesas paredes y terraplenes. Entre estas dos construcciones existió un templete de estilo oriental, con paredes de vidrios. Lugar ideal para ver los paseos y fiestas del lago o las demostraciones de caballería que se realizaban en el corral. Este palco tenía una escalera caracol de metal que se exhibe hoy en el museo.

Fuente; Urquiza- Anales 1997. Publicación de estudios Históricos. Prof. Susana Domínguez de Soler.

 

Los tigres merodean la ciudad. El origen de “La Tigrera”

Ataque del tigre al cura Basilio López, visto por el dibujante Victor Stocki

El “Yaguareté”, “Jaguar” o Tigre Americano” (simplemente Tigre para la mayoría de la población) figura entre los mayores felinos del planeta y poco tiene que envidiar en audacia, fiereza y aún en belleza sus parientes cercanos, como el león africano, el leopardo y el mismo tigre de la India. De fuerte contextura, puede alcanzar hasta un metro ochenta, de la cabeza al extremo de su cuerpo, sin contar la cola que puede llegar a los noventa centímetros.
El aspecto del “yaguareté” o “tigre”, es medio recatón, con patas cortas y muy gruesas, predominando la robustez sobre la elegancia. Su piel tiene una tonalidad de amarrillo-rojizo, salvo la parte inferior del cuerpo que generalmente es de coloración blanca. Su piel tiene una serie de manchas negras, que la convierten en una de las pieles más codiciadas por los cazadores furtivos, para su venta en el mercado negro de pieles.
Antiguamente se lo podía encontrar en todo el territorio de la actual República Argentina, habitando hoy sólo algunos ejemplares en los bosques de la provincia de Misiones- Formosa y Salta, protegido por medidas conservacionistas para evitar su extinción. La localidad bonaerense de Tigre, recibe su nombre a la gran cantidad de estos felinos que habitaban la zona del delta del Paraná en la época hispánica y posteriormente hasta bien entrado el siglo XIX.
Su presencia en Entre Ríos:
En nuestra provincia, la presencia del tigre o yaguareté fue importante, especialmente en la zona del Delta Entrerriano, donde se cazara el último ejemplar de “Tigre” en la década de 1940. Su búsqueda y caza se efectuaba en época de creciente, cuando los animales se refugiaban en los albardones o “embalsados”, donde eran fácilmente cazados por los que se dedicaban a esta actividad y se los conocía con el nombre de “Tigreros”
En nuestra ciudad: En la zona isleña, del Río Uruguay, son numerosas los antecedentes que han llegado hasta nuestros días sobre la presencia de “tigres” o “yaguareté”, como el caso de la Balandra “Ana IV” cuyos tripulantes fueron muertos en la isla “Rica” por tigres que los atacaron cuando cortaban leña con destino a Buenos Aires o el caso de la Isla “Jaula del Tigre” que recibiera su nombre por la caza de tigres que en ella se hacía.
El hecho de mayor repercusión en la entonces Villa de Concepción del Uruguay, fue la muerte del Presbítero y Cura Párroco Interino Don Basilio López, que falleciera como “consecuencia de las heridas que le produjera un tigre” (así consta en el certificado de defunción obrante en el libro de defunciones página 22 del archivo de la Iglesia Parroquial de Concepción del Uruguay) habiendo ocurrido los hechos, de la siguiente forma: El Cura Basilio López, se encontraba “a cargo interinamente” de la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción desde el 22 de Enero de 1817 en reemplazo del Cura Propietario (titular) D. José Bonifacio Redruello.
Según versiones, el Cura López era oriundo de la ciudad de Paysandú (ROU) donde con anterioridad había estado a cargo de dicha parroquia (1785-1791), lo que daba lugar que, frecuentemente viajara a ésa ciudad, utilizando como era lógico la vía fluvial. En uno de sus habituales viajes (11 de Agosto de 1818) al desembarcar del bote que lo traía de regreso a la ciudad, en el paraje conocido por “Puerto Las Piedras” (paraje sobre el arroyo Itapé, entre la proyección hacia el río entre las actuales calles Rocamora y 9 de Julio, aproximadamente), el Padre López fue atacado por un tigre que se encontraba oculto entre los árboles de la orilla.
El felino, le causó gravísimas heridas que le provocaron la muerte al día siguiente (12 de Agosto de 1818) expresando el documento de su fallecimiento: “… el día 14 de agosto de 1818 enterré al sacerdote D. Basilio López -cura interino de esta parroquia, que falleció el día 12 de agosto a las 4 de la mañana por las garras de un tigre….” Firmado Joaquín Pérez. Como podemos apreciar, el tigre que matara al cura López, se encontraba prácticamente en la ciudad, en la ribera del Riacho Itapé, a unas diez cuadras de la Plaza General Ramirez.
La Tigrera. En este conocido paraje del Departamento Uruguay, conocido como “La Tigrera” su nombre deviene de las siguientes circunstancias: En el lugar vivía D. Francisco Lozano, conocido popularmente como “El Tigrero”, dado que se dedicaba a la caza de estos animales y “gatos montes”, que abundaban en la zona, especialmente el al zona del Arroyo Molino y el rio Uruguay, conocido como “Potrero Chiloteguy”.
La propiedad de estas tierras por parte de D. Francisco Lozano, consta en la subdivisión de tierras que realiza el Sr. Bencivenga a D. Juan Barreiro (Ex Molino Barreiro), zona del actual y conocido balneario, donde consta que tiene como lindero al oeste a Doña Manuela Pérez de Lozano viuda de Don Francisco Lozano (a) “El Tigrero”. Por lo que se infiere, que al fallecer Francisco Lozano, su esposa Manuela Pérez de Lozano haya “heredado” la ocupación, de donde recibiera la denominación popular de “La Tigrera”, toponimia que perdura hasta nuestros días, en la zona lindante al puente sobre el Arroyo “Del Molino o Molino” en el camino vecinal a la localidad de Pronunciamiento.

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, sobre un artículo de Rousseaux, Andrés .De la serie “Pequeñas historias uruguayenses”, artículo publicado en los diarios “La calle” y “La Prensa Federal” 

El “Matadero” Municipal y el origen del barrio “La Tablada”

Imagen: Gregori, Miguel Ángel, “Concepción del Uruguay en el siglo pasado”, El Mirador N° 6, 1984

Como es fácil suponer, uno de los principales recursos alimentarios conque conto la villa de Concepción del Uruguay, desde sus horas iniciales, fue la carne vacuna. Sin perjuicio del consumo de otras carnes y otros alimentos, es fácil comprender el por qué de la natural predisposición hacia ese recurso alimenticio. Sin embargo, el hecho de una falta de control en la matanza de vacunos, hizo que la existencia de los mismo fluctuara de tal manera que el Gobierno de la Provincia tornó medidas preventivas ya a principios del siglo pasado, dictando diversas leyes al respecto.

Algunas de ellas fueron proteccionistas del ganado en si y otras tuvieron por objeto regular la percepción de impuestos, pero lo cierto es que la introducción y matanza de vacunos y la posterior venta de carne, “fueron tempranamente reglamentadas y controladas. En los primeros años del siglo XIX es de presumir que el abastecimiento de carne a la joven villa, pudo efectuarse en forma casi natural sin que tales proveedores se instalaran con negocios o llegaran a constituir un oficio. Al menos así se deduce de los documentos de la época donde no aparece como actividad la de “carnicero” o abastecedor de carne”. En 1820 el tan completo censo que ordenara levantar Francisco Ramírez en la ciudad de Concepción del Uruguay, donde aparecen sus habitantes ejerciendo variados oficios, ninguno figura como carnicero.

Sin embargo, como lo hemos puntualizado antes, el Gobierno de la Provincia tempranamente legisló en la materia. El 5 de enero de 1827, la legislatura aprobó un Decreto del que se deduce que había por entonces “licencia de poder vender la carne en las casas particulares y en las calles”. Pero ello impedía una fácil y ordenada percepción impositiva, por lo que el aludido Decreto ahora disponía. “Se prohíbe desde hoy en adelante que se venda carne en mucha o poca cantidad en las casas particulares de los abastecedores, ni menos en las calles de la ciudad y se señala para este objeto la plaza principal de la Capital donde deberán concurrir las carretas de este renglón”.

Si bien es cierto que el Decreto se refiere expresamente al accionar en Paraná, es de suponer que en Concepción del Uruguay se  habrá actuado en forma similar, no olvidemos que ambos núcleos urbanos habían sido elevados a la categoría de ciudades por Ley del 26 de agosto del año anterior.

Paralelamente al ordenamiento de la venta de carne, se ordenó también el faenamiento de los animales. Con fecha 13 de agosto de 1827 el Congreso de la Provincia dicta una “Ley fijando un derecho de corrales a las haciendas que se introduzcan para el abasto”, y el Art. 1° de la misma, expresaba: “Todo ganado vacuno que en lo sucesivo se introduzca en las ciudades y villas de la provincia para el consumo público se depositará precisamente en corrales que deben construirse de cuenta del Erario”. Debió ser preocupación del Gobierno la rápida implementación de ese orden, ya que una semana después, el Congreso Provincial hacia llegar al P.E. una comunicación, adjuntándole la Ley y en la que le expresaba el deseo de “la mayor actividad en la construcción de corrales que se ordena para que el Estado comience lo más pronto a disfrutar las ventajas que la Ley tiene por objeto”

Ahora bien, ¿dónde se construyen en nuestra ciudad esos primeros corrales y mataderos? En nuestro trabajo “El Lazareto en Concepción del Uruguay en el Siglo Pasado”, historiando el mismo, que hubo de estar ubicado al oeste de la ciudad donde hoy está el Vivero municipal, acotarnos que en el año 1856, Don Bautista Godoy, vecino de la ciudad, solicitaba la adjudicación en propiedad de ese terreno manifestando tenerlo ocupado desde tiempo atrás y lo ubicaba diciendo. “Que linda por parte del Naciente con el arroyo del matadero”. Años más tarde, Lorenzo Godoy, hijo y heredero de esos bienes, pide que el agrimensor municipal lo mensure y dicho agrimensor manifiesta: “Al efecto, con lo que verbalmente me manifestó el Señor Presidente de la Municipalidad, de integrar este título una vez ubicado el del terreno de la Tablada vieja, si resultaba terreno de más y habiendo convenido el Señor Barceló con Don Juan L. Caminos actual propietario del terreno de La Tablada en que se integrase ese título con el terreno que queda al oeste del que ya tiene cercado el Señor Barceló, procedí a calcular el área que tiene bajo cerca”. Como se desprende de este documento, la primitiva “Tablada” y corrales hubieron de estar ubicados al oeste de la ciudad lindando con los terrenos del Lazareto (vivero actual) y con lo que por entonces se llamaba “arroyo del matadero”, hoy canal de desagüe pluvial del sector NO de la ciudad.

El 1 de junio de 1865 el Gobierno Provincial acordó la concesión de explotación del matadero de esta ciudad Capital, al Señor Jacinto Calvo, por el término de 6 años; concesión que sin duda usufructuó Calvo, porque en 1871, y,  ya próximo al vencimiento acordado por Ley para la explotación, se presenta reclamando una prórroga porque en 1870, durante la Rebelión Jordanista, el matadero o “tablada” había sido administrado por la Jefatura política. Por otra parte Calvo argumenta que el funcionamiento del matadero recién se había iniciado el 11 de marzo de 1866.

La documentación que nos ha sido dable manejar no arroja mayores luces sobre la ubicación de este matadero, ¿Estuvo construido en el mismo solar que el anterior que lindaba con el lazareto? Lo concreto es que en 1871, se construirá un nuevo matadero al Norte de la ciudad, en las  proximidades del arroyo “Curro”. Ello ocurrirá en los inicios del progresista gobierno del Dr. Leónidas Echagüe, que autoriza la construcción de varios de ellos en ciudades como Concordia, Gualeguaychú, Gualeguay, Victoria, Paraná y la Capital Concepción del Uruguay. A partir del 1 de Enero de 1873 se instala la primera Corporación Municipal en nuestra ciudad, por entonces Capital de la Provincia, y en el acta de fecha 14 de enero de 1876, se discute la posibilidad de alquilar “la casa de la tablada antigua” por seis pesos bolivianos mensuales, al haberse presentado un interesado por ella. A fines de ese año 1876 siendo presidente de la Corporación Don Juan Leo, se analiza la posibilidad de vender la aludida tablada “que está contigua al cementerio”, y algunos meses después, el 8 de febrero de 1877, en un interesante debate se manifiesta: “El Señor Presidente dijo que teniendo lugar hoy el remate de la suerte de chacra conocida por La Tablada Vieja, se habían presentado dos propuestas. En suma, que a partir de la instalación del gobierno comunal  en Concepción del Uruguay ya se habla de una abandonada “Tablada Vieja” al norte del cementerio y en sus proximidades.

Como lo sostuvimos antes, en 1871 siendo Gobernador Leónidas Echagüe se dispone la construcción de una nueva y moderna “tablada” o matadero. El día 6 de octubre, el vecino de la ciudad, don José A. de Urquiza, en representación de los Señores Manuel Rocha y Juan F. Mantero, formalizó contrato con el Gobierno Provincial para construir Mataderos Públicos en varias ciudades, entre ellas, la de Concepción del Uruguay. La Cámara Legislativa de la Provincia de Entre Ríos sancionó la Ley respectiva en fecha 31 de agosto de 1871.

Un pormenorizado análisis del contenido de la aludida Ley nos muestra en los 19 incisos de su primer artículo, que La Tablada que construirían los Señores Manuel Rocha y Juan F. Mantero era un verdadero matadero modelo. El convenio disponía la ubicación del matadero con respecto a la ciudad por lo menos a “treinta cuadras, aguas abajo si fuere río, y si no del lado que el viento sea menos perjudicial a la población”. Constaría de un gran corral de forma circular para que pudieran caber cómodamente en él 400 animales vacunos para la faena. Disponía igualmente la calidad de los materiales a emplear, lajas de los pisos, materiales de techos, bebederos, y en el edificio destinado para la matanza, desuello y descuartizamiento de los animales, se describía cómo funcionarían los tornos V la zorra que se deslizaba sobre un par de rieles. La higiene a mantener en el Establecimiento, es contemplada con marcada preocupación en el texto de la Ley.

El inciso II del Articulo 1° de la misma dice: “Los establecimientos construidos según las bases precedentes serán explotados por los Empresarios por el período de quince años, a contar desde el día en que cada uno de ellos se dé al servicio público. Vencido dicho término vendrán a ser propiedad de las Municipalidades respectivas. Dichos Establecimientos los entregará la Empresa en el más perfecto estado de servicio”. Durante el periodo de quince años que duró la explotación por parte de los empresarios constructores, el Municipio no descuidó el control de higiene y la observancia de medidas relativas al funcionamiento y percepción de impuestos. Como es de imaginar, hubo abastecedores que procuraron eludir esos impuestos o derechos que establecía el contrato celebrado entre el Gobierno y la “Empresa de Mataderos”, carneando fuera de la tablada.

En la sesión del 3 de julio de 1876, los ediles municipales mantienen un interesante debate con relación a la instalación de un puesto público para venta de carne. Un candidato oferente, llamado Etchecopar, manifiesta que podría vender más barato el producto “si le permitieran faenar en su establecimiento, lo mismo que hace el proveedor”. El tal “proveedor” era el carnicero que suministraba la carne al Batallón 11 de Línea, y que por lo visto no faenaba en la Tablada, eludiendo de esa manera el pago de los impuestos respectivos.

Sin embargo la preocupación de los citados ediles, aparece claramente manifestada, según acta del 14 de julio de ese mismo año 1876, cuando dispone que la Comisión de Higiene efectúe una inspección al matadero. El informe es largo y lapidario con relación al comportamiento que observan los señores Empresarios y ante la situación real que presenta el Matadero, proceden con firmeza para que se superen las deficiencias que la Comisión de Higiene había advertido. Antes de finalizar el siglo pasado y en cumplimiento del inciso 11 del artículo 1° que hubimos de comentar, La Tablada que en 1871 habían ordenado construir Rocha y Mantero, pasaba a manos de la Municipalidad.

Como es de imaginar, a lo largo de la primera mitad del siglo XX, las instalaciones de La Tablada  sufrieron repetidas reparaciones y transformaciones. Empleados, veterinarios e inspectores coadyuvaron para que su imagen permaneciera en las retinas de quienes alcanzamos a conocerla, como un matadero modelo. Pero el tiempo no pasó en vano para La Tablada. La obsolencia se fue haciendo evidente en ella y por sobretodo, las nuevas técnicas de los procesos de enfriados hicieron necesaria la construcción de un nuevo matadero frigorífico. Este se concibió durante el gobierno Comunal de Don Ambrosio Artusi (1939 a 1943) y se levantó al suroeste de la ciudad sobre la margen del arroyo de la China.

Mientras tanto la ahora vieja Tablada recostaba su pereza sobre el arroyo Curro y las cicatrices del tiempo la convertirían en tapera tambaleante, hasta que el 22 de marzo de 1945, el Municipio disponía su demolición, con lo que desaparecería la segunda Tablada” con que había contado la ciudad. Sólo quedaban como testigos mudos de lo que había sido en el siglo pasado un matadero modelo, la impronta de sus cimientos que también el tiempo habría de ir borrando.

Texto: Gregori, Miguel Ángel, “Concepción del Uruguay en el siglo pasado”, El Mirador N° 6, 1984

 

 

La Delfina

Placa que recuerda a La Delfina en el barrio “La Concepción” (Foto: Mabel Gómez)

El 28 de junio de 2022, se cumplen 183 años de la desaparición física de La Delfina, persona que al igual que muchos aspectos de la vida del Supremo Entrerriano, como su figura y rostro, es otro misterio que rodea al caudillo Francisco Ramírez.

Se habla de cuatro mujeres que influyen en su vida, su madre Tadea Jordán, su novia Norberta Calvento, Dominga Romero, madre de sus dos hijos y La Delfina.

La Delfina, es la mujer que veneramos los entrerrianos. En nuestra Plaza Principal, Francisco Ramírez, se encuentra desde hace poco tiempo, y por gestiones del escultor local Mario Morasán,  su monumento que fuera realizado por la escultora de la ciudad de Gualeguaychú, Adela Pérez Cheveste. Su emplazamiento primitivo fue en Costanera Norte, entre el Monumento a la República (Monumento a las manos) y el Yacht Club.

Lamentablemente vándalos, una noche lo destruyeron. Los restos fueron juntados por la Municipalidad y años más tarde el artista local Mario Morasán lo rescata y se emplaza en Plaza Gral. Francisco Ramírez.

Que decir de ella, algunos la imaginan morocha otros pelirroja, todos coinciden en que fue una mujer muy bella. Traída por nuestro caudillo, del sur de Brasil, presumiblemente como prisionera. De nacionalidad portuguesa.

La Sra. María Luisa Zaffaroni, en su libro Los Cuatro Amores del Gral., Francisco Ramírez dice:

“Delfina, la inseparable compañera. La portuguesa, La Coronela de las Montoneras”

Haciendo referencia que fue la mujer que acompaño en las campañas a Francisco Ramírez. Debe haber sido muy importante ya que transcendió hasta nuestros días. Ella ve morir a nuestro caudillo, la leyenda dice que Ramírez detuvo su huida para salvarla y ahí es dónde es ultimado, y luego fue traída por los pocos soldados que quedaban de regreso a concepción del Uruguay, donde vivió hasta su muerte.

Se dice que vivió en un rancho, ubicado en calles Suipacha y Lucas Piris. Superando al caudillo en 18 años.

Mucho no se sabe de ella, Yorga Salomón, nos cuenta que esta mujer fue pretendida también por Mansilla, pero ella lo rechaza.

Y Leoncio Gianello, en su novela “Delfina”, narra la pasión que despertaba esta dama. Y nos cuenta que, al enterarse Ramírez, se enoja y zamarreándolo y haciendo uso del uniforme lo amenazo, – “Atendé Mansilla, atende a lo que debes hacer y acordate desde hoy hasta siempre que ni el pensamiento, ni los ojos se ponen en lo que yo quiero”.

También narra que después de la muerte de Francisco Ramírez, fue pretendida por el Comandante Portes, hombre de la familia que había criado a María Delfina en su orfandad y en un momento dado, llevado por su mala pasión, intenta ultrajar a Delfina, la que es defendida por el negro Comandat, esclavo de Norberta Calvento, quien le da muerte a Porte, señalando:

“Ella…robó la dicha de mi amita Norberta… Pero el Supremo la amaba…por eso es como si juera (sic) sagrada para mi”

Esta mujer que despertó tanta pasión, falleció el 28 de junio de 1839, el acta de defunción dice María Delfina o Delfín, como indicando que de nombre seria María y apellido Delfina o Delfín…, se encuentra en libro de la Basílica de la Inmaculada Concepción y se presume que sus restos descansan en inmediaciones de la capilla La Concepción.

En el Monumento que se levantó en memoria a los Primeros Pobladores del lugar hay una placa que la recuerda.

Texto: Virginia Civetta. Bibliografía: Salomón, Yorga “Francisco Ramírez, Motivos del Caudillo”; Zaffaroni, María Luisa “Los cuatro amores del Gral. Francisco Ramírez”; Gianello, Leoncio “Delfina” (novela) y Nadal Sagastume, José “Nuestra Parroquia de la Inmaculada Concepción”.

 

 

Inmaculada Concepción, la imagen fundadora

Esta imagen de la Purísima Concepción, fue donada por el Cabildo de Buenos Aires hacia 1781, presidio la vida de hombres y mujeres que dieron vida a la Villa del Arroyo de La China a `partir de 1783, a la hoy ciudad de Concepción del Uruguay.

“Ante esta imagen, Tomas de Rocamora dio nombre a la ciudad y ante ella fueron bautizados los dos máximos prohombres de Entre Ríos, en 1786, Francisco Ramírez y en 1801, Justo José de Urquiza.

“Hasta 1851, la imagen de la Purísima había permanecido en diferentes templos locales que se sucedieron. A fines de ese año, desaparecen datos de la misma en los archivos parroquiales. Es posible que haya sido entregada por el Pbro. Céspedes a la familia Echaniz, para su custodia y guarda. En estas manos permanecerá la pequeña imagen hasta 1938, año en que Catalina Echaniz, por medio de su sobrino Fidel Adrián Zaballo la entrega a la Parroquia de Villaguay.

“Por años esta Parroquia Basílica requirió la intervención del Obispo de Gualeguaychú y el Arzobispo de Paraná para que – contando con la conformidad de los descendientes de esa familia – la imagen retorne a esta ciudad.

“Realizado nuevamente este pedido, y habiendo acordado ambos prelados, en el mes de octubre de 2013, el Párroco de la Iglesia de Santa Rosa de Lima de Villaguay, Hizo entrega al Párroco de la Iglesia de la Inmaculada Concepción Pbro. Jorge Almeida y a la Comisión de Archivo y Patrimonio Histórico en la figura del Prof. Adrián Bertolyotti de la imagen en cuestión.

Nuevamente la Histórica estatua de la Madre de Jesús está en la Parroquia y en la ciudad que vio nacer y a los cuales su nombre dio.”

Copia fiel de la placa que acompaña a la imagen en Basílica de la Inmaculada Concepción