Los nombres de las campanas de la Basílica

Vista de la Basílica con sus dos torres-campanarios con sus respectivas campanas (Foto: Jorge Duarte)

Probablemente no lo sepas, pero las campanas de la basílica, tanto las viejas, de la época de su construcción (1859), como las nuevas (2014) tienen nombre.

Desde sus orígenes, el templo basílica de la Inmaculada Concepción, cuenta con campanas, si bien no tuvo originalmente las torres-campanario, que fueron agregados al templo original en los trabajos realizados entre 1920 y 1930 y, en una de ellas, la ubicada al norte de la Basílica se ubicaron las tres campanas originales. Ahora, con tres campanas más que se sumaron desde su última puesta en valor, serán seis los instrumentos de bronce sonoro, que convocarán al pueblo cristiano para la asamblea litúrgica y celebrarán los principales acontecimientos de la comunidad local desplegando su llamado al viento.

Históricamente, la Iglesia ha guardado la tradición de otorgar nombres a las campanas, como una forma de honrar el nombre de la Virgen y/o de santos, como de personas que han contribuido al crecimiento del Reino de Dios entre los hombres, Dice la tradición que las viejas campanas de la torre norte, fueron llamadas con los nombres de: “La Misionera”, con data en 1727, “La Justa” donada en mediados del siglo XIX por Doña Dolores Costa de Urquiza y “La campana del General”, entregada por el Presidente Justo José de Urquiza al momento de inaugurarse el edificio.

Siguiendo la tradición, se otorgó nombre a las nuevas campanas, intentando de esta manera homenajear a aquellos hombres que acompañaron el hacer no solo religioso, sino también al origen e historia de esta ciudad. Pero, particularmente que fueron parte del nacimiento de la Parroquia de la Inmaculada Concepción. Atentos a la documentación existente y al relato de diferentes historiadores locales, se propusieron distintos nombres, resolviéndose bautizar a cada uno de estos instrumentos con nominaciones de tres hombres íntimamente relacionados con la génesis parroquial.

Por ende, se confirió a la campana mayor de la torre sur el nombre de Don Tomas de Rocamora, quién como comisionado del Virrey del Río de la Plata, Juan José de Vértiz y Salcedo no solo funda la ciudad el 25 de junio de 1783, sino también intercedió ante él para que la villa llevará en su denominación el nombre de la Patrona de la Parroquia: la Purísima Concepción; llamar a la campana menor ubicada a la derecha de la campana mayor con el nombre de Don León Almirón, lugareño de la Villa del Arroyo de la China, que hacia 1778 solicitó a las autoridades virreinales la autorización para levantar una capilla (hoy templo basílica de la Inmaculada Concepción); y finalmente conferir a la campana menor ubicada a la izquierda de la campana mayor el nombre del sacerdote franciscano Fray Pedro de Goytia, primer sacerdote designado oficialmente a cargo de la capilla por el Cabildo de la Catedral en Sede Vacante de Buenos Aires con “todas las facultades parroquiales, cargos, cargas, gravámenes y obligaciones comprendidas y expresadas en el ritual romano de Paulo V y a las que se añade la novísima declarada por la Santidad de Benedicto XIV…” según dice el Libro 1 del Archivo Histórico de Templo Basílica de la Inmaculada Concepción. (Fuente: Adrián Bertolyotti

Monumento al “Cristo de los Olivos”

Cristo de los Olivos (Foto: Mabel Gómez)

En el antiguo camino a Gualeguaychú, hoy camino a Palacio Santa Cándida, calle Clementina Comte de Alió, en las cercanías del llamado “Puente de Fierro”, existía una quinta, “Santa Ana” que fue residencia de campo del Coronel don Eduardo Nadal, hijo de José María Nadal y Murillo y nieto del Coronel Nicolás Granada, el Héroe del Desierto, de quien dice la historia “Lucho por la conquista del desierto sin reservarse un pedazo de tierra para sí” y a quien lo llamaban, Padre Santo.

De dicha quinta el Superior Gobierno de la Provincia de Entre Ríos, adquirió un lote destinado para la escuela “Roque Sáenz Peña”, donde se colocó un “Cristo de los Olivos”, por iniciativa del Padre Félix Jeanot Sueyro y del señor José Nadal Sagastume, el día 27 de marzo de 1919.

Dicha imagen está colocada sobre una cruz de quebracho, madera perteneciente a la Basílica de la Inmaculada Concepción y rodeada de olivos, que según la tradición fueron los primeros plantados en el Departamento Uruguay, y que fueron traídos de Montevideo.

El Coronel Nadal, llego a nuestro país con el Sr. Escobar, ambos eran taquígrafos de la Corte de Cádiz, y fundo su residencia en este lugar. Ocupo entre otras actividades militares, el cargo de Edecán del Gral. Justo José de Urquiza y luego Comandante Interino del ejercito de Entre Ríos, por lo que hace al lugar, un lugar con historia.

Por los importantes servicios que presto Nadal, la Municipalidad en 1896, dona a la esposa un terreno destinado a Panteón en el Cementerio Municipal.

Para la inauguración del Cristo, se llevó a cabo una misa y Nadal Sagastume leyó una poesía de su autoría.

La Cruz y el Cristo, fueron recibidos por la Directora de la escuela Roque Sáenz Peña, Señora de Lactancio.

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Abescat, Francisco, “La ciudad de Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”.

 

 

12. Tumba de Ángela Artigas Peyrallo (Nieta de Artigas)

Tumba de Ángela Artigas

Matilde Artigas, nieta del Gral. José G. Artigas la encontramos viviendo en la ciudad de Concordia,  según testimonio del Profesor Nelson Caula, de acuerdo a lo expresado por Juan Zorrilla de San Martín “…Doña Matilde Artigas es, hija legitima de Don Roberto Artigas y de Doña Francisca Peyrallo, casados en el Cordón en 1834, R. O. del Uruguay” vivía en la ciudad de Concordia Y ante una pregunta, hecha a Matilde

– ¿Y su hermana Ángela ?

Vive en Concepción. Tiene menos años que yo y sin embargo me cuentan que está más vieja. Es la misma cara del General. Prosiguiendo con la investigación, contrae matrimonio con el Señor Amado (No se ha encontrado el acta de casamiento), con quien tiene dos hijos Vicenta Amado Artigas y Jorge Amado Artigas

En la ciudad de Colón se encuentra el acta de nacimiento de una niña bautizada con el nombre de Angela y según reza el acta:”….En el día treinta de octubre de mil ochocientos ochenta y seis (…)  bautizó solemnemente a una niña nacida el día veintiséis de septiembre de este mismo año en paraje dicho Puente de Gualeguaychú de esta feligresía a quien se le impuso por nombre Angela es hija legitima de Diego Burgos y de Doña Vicenta Amado Artigas (…)”.El Profesor Nelson Caula me hace conocer la petición que realiza la Sra. Angela Artigas de Amado realizado en la ciudad de Colón Se transcribe parte de ella ” (…) Ángela Artigas de Amado, hoy viuda y en la mayor miseria que se encuentra en estos pagos (…)nació en Porongos el 2 de octubre de 1836 y fue bautizada en Las Piedras, donde se encuentra su acta de nacimiento (…)”. “(…) La Señora Ángela Artigas de Amado se presentará ante el Cónsul de esta ciudad, Don Diego I. Sanguinetti Sáenz, pidiendo que el gobierno le acuerde una pensión para pasar sus últimos años de existencia (…)”.

No conocemos la fecha de arribo a esta ciudad, pero si, hemos encontrado su lugar de residencia, de acuerdo a versiones de sus familiares. Se trataría de un simple rancho de ladrillo montado en barro con paredes pintadas a la cal, con piso de ladrillos como figura en el acta catastral de 1944 de nuestra municipalidad, ubicada en la esquina suroeste de Bulevar Yrigoyen y Congreso de Tucumán (hoy inexistente).

Vivió, como puede verse, humildemente hasta la edad de 86 años y fue enterrada en el cementerio local. En su tumba conservada y cuidada por familiares existente en nuestra ciudad se lee el siguiente epitáfio:”La Familia a Ángela Artigas de Amado”.

El árbol genealógico de Angela Artigas es el siguiente:

Jose Gervasio Artigas con Maria Matilda Borda

Roberto Artigas Borda con Francisca Peyrallo

Matilde Artigas Peyrallo Ángela Artigas Peyrallo

Ángela Artigas Peyrallo con Amado

Vicenta Amado Artigas con Diego Burgos

Ángela Amado Artigas

(Fuente: Arturo Mardon, proyecto para que la tumba de Ángela Artigas Peyrallo sea reconocida como patrimonio histórico de la ciudad)

Un hijo de Artigas vivió en C. del Uruguay y otro, colaboró con Urquiza

Censo de 1820 dónde figura Manuel Artigas y su mujer, Juana Josefa Ayala

En el Censo que ordenó levantar el General Francisco Ramírez en 1820, y que abarcaba tres Provincias: Entre Ríos, Corrientes y Misiones, en la parte que pertenece a Concepción del Uruguay, encontramos censado a Manuel Artigas, hijo del General Don José Artigas.
Lo que llama la atención es que este hijo de José Artigas, que era el mayor y oficial del Ejército, vive en Concepción del Uruguay en la época en que culminaron las divergencias entre Ramírez y Artigas. Por el nacimiento de sus hijos comprobamos que Manuel Artigas debió vivir varios años en Concepción del Uruguay.
En este Censo se halla él y su familia: Manuel Artigas cuenta 26 años, nacido en Soriano (República Oriental del Uruguay), casado y figura como transeúnte. Su esposa, Juana Josefa Ayala cuenta 22 años de edad, nacida también en Soriano. Hijos: Rufino, de 5 años, nacido en la Banda Oriental, y Pedro Pascual de 2 años, nacido en Concepción del Uruguay. Luego figuran los esclavos y los agregados.
Manuel Artigas se casa con Juana Josefa en la Parroquia de San Antonio en Concordia, Entre Ríos rezando su partida de matrimonio:
“En el año 1815 en el paraje denominado El Hervidero, en la República Oriental del Uruguay, Departamento de Salto, el Pbro. José Monterroso (el Cura Monterroso, que estuvo a las órdenes de Artigas y después pasó a las órdenes de Ramirez, actuando a su lado.) desposó a Manuel Artigas, oficial del ejército Oriental, natural de la misma República, hijo de Don José Artigas y de Doña Isabel Sánchez, con Doña Juana Josefa Ayala, natural de la misma República, hija de don Francisco Ayala y Doña Pascuala Montes de Oca, siendo testigos entre otros muchos: Don juan A. Viana, Doña Margarita Gonzalez y Don Tomás Marote.- juan Antonio Abelende”.
Isabel Sánchez fue la mujer con quien José Artigas tuvo sus primeros hijos naturales, ya que la misma fue madre de: María Clemencia, María Agustina y María Vicenta.
El matrimonio Artigas-Ayala tuvo tres hijos nacidos en Concepción del Uruguay: Pedro Pascual, nacido el 18 de enero de 1819 (Libro 2, Folio 120); juan Agustín, 5 de mayo de 1821 (Libro 4, Folio 96); Juana Francisca, 23 de agosto de 1823 (Libro 4; Folio 130). Los padrinos de ésta última son: juan Bartolomé Ortiz y Juana María Laguna, matrimonio oriental afincado en Concepción del Uruguay; Bartolomé Ortiz, nacido en la provincia de Santander (España), y Juana María Laguna, descendiente de familias fundadoras de Montevideo y hermana del General Julián Laguna, guerrero de la Independencia. Este matrimonio y su familia, también figuran en el Censo de 1820.
De los hijos de Manuel Artigas y Juana Josefa Ayala, Pedro Pascual casó con Teresa Ramírez, Juan Agustín casó con Dominga Franco y Juana Francisca falleció soltera.
Manuel Artigas era de carácter voluble, poco amigo de cuidar los intereses y dilapidó pronto su fortuna. De esta carta que transcribimos podemos deducir que su padre no confiaba mucho en él. La carta es enviada por el General Artigas desde Mandisovi, el 19 de octubre de 1819, donde le recomienda cuide de sus bienes y de su familia.
“Mi querido Manuel: por tu apreciable del 2 del ppdo. quedo enterado de cuanto has recibido, con este y lo que de antemano te tengo entregado, me parece tienes bastante para sostener tu familia, tu hermanito (se refiere a su hermano Santiago), y nuestros cuatro criados: tío Pancho, tío jorge, el Hornero y Francisquillo, a quienes debes proporcionarles todo lo que necesiten, aún los vicios, aunque sea vendiendo algunos animales. Las carretas es de necesidad las tengas siempre listas; si se ha ido como me anunciabas el maestro carpintero no faltará otro que pagándole su trabajo las ponga en estado de servir; con ellas y los criados puedes adquirir lo necesario para vivir, siempre que arregles tu conducta y no malbarates (SIC); este debe ser tu anhelo, debes hacerte cargo que tú ocupas en el día mi lugar para proveer de lo necesario a tu familia; tus esclavos, tu hermano y la madre de éste (Se refiere a la segunda mujer del General Artigas, Melchora Cuenca), que mis atenciones no permiten lugar para esta y que sólo tu con tu conducta arreglada puedes proporcionarles, lo que yo haría en iguales circunstancias y he hecho cuanto me ha sido posible. Da mis expresiones a Santiago, Melchora, Juanita y demás familia y tú recibe la bendición de tu padre. José Artigas.
Esta carta, quizás la última que escribe el General José Artigas a su hijo, llena de consejos y recomendaciones, debió recibirla Manuel antes de su llegada a Uruguay. Lo extraño es que Artigas, hacía a su mujer Melchora Cuenca y a su hijo Santiago junto a Manuel y su familia, pero en el momento de levantarse el Censo, unos meses después de escrita la carta, no estaban, pues no figuran en él. En cuanto a Manuel por lo visto, siguió con su vida disipada pues, algunos años más tarde, abandona su familia.
Hemos podido ubicar la manzana donde vivió Manuel Artigas y su familia durante su permanencia en Concepción del Uruguay, por su ubicación en el Censo es al lado oeste de la entonces Villa, en la manzana que actualmente rodean por el norte, la calle 9 de julio; por el oeste, calle Além; por el sur, calle San Martín y el este, calle España.
Manuel Artigas, se sabe que llegó a Coronel y que falleció en Paysandú, siendo llevados sus restos a Concordia, desde donde fueron trasladados mucho más tarde a Montevideo. En la revista uruguaya ya desaparecida, Mundo Uruguayo, del 21 de septiembre de 1950, apareció un artículo titulado: “Yacen en, Concordia los restos de dos hijos de Artigas; para conservarlos habría que restaurar las bóvedas del Cementerio Viejo”. En este artículo aparece la partida de defunción de MANUEL ARTIGAS, con la certificación del Cura Párroco de la Parroquia de San Antonio de Padua, de Concordia. En el (Libro II de Defunciones, Folio 112) se lee:
“En la Parroquia de San Antonio de Padua, a 15 de octubre de 1851, se dio sepultura eclesiástica a los restos del finado Coronel Manuel Artigas, casado con Doña Juana Ayala, de nacionalidad oriental; murió en el campo perteneciente a Francisco Vázquez, Departamento de Paysandú, en la República Oriental del Uruguay. Doy Fe: Ramón Navarro.

Santiago artigas y Urquiza
El hermano de Manuel, Santiago, nació en Purificación (República Oriental del Uruguay) en el año 1816; tuvo destacada actuación en su país y en 1847 ofrece sus servicios al General Urquiza, quien dispone su incorporación al ejército reconociéndole los grados. Este hecho marca un rumbo definitivo en la carrera de Santiago, quien se ocupa después de los establecimientos ganaderos y las estancias del Estado, convirtiéndose Urquiza en su guía y protector. El General Urquiza se ocupa también de su familia y hace venir de Uruguayana (Brasil), a su madre, Melchora Cuenca, a su cuñada Juana Josefa Ayala y a los hijos de ésta a quien instala en Concordia, en una casa alquilada por su orden. También se encuentra en Concordia la partida de defunción de Santiago Artigas, cuya muerte ocurre el 22 de enero de 1861. Santiago Artigas desempeñaba, cuando falleció, el cargo de Comandante Militar de la Plaza por lo que el Gobernador Urquiza dispuso que en virtud de los servicios prestados a la causa pública, se le oficiara un funeral y se le rindieran honores. Según indica el autor de la nota, los hijos de Artigas fueron enterrados en la bóveda N° 44 y 49 del Cementerio Viejo.
La madre de Santiago, Melchora Cuenca, última mujer de Artigas, también muere en Concordia. Las emanaciones de un brasero encendido provocaron su deceso una fría noche del año 1870.
Texto y fotos extraído de: Miloslavich de Álvarez, María del Carmen “Hace un largo fondo de años. Genealogía Uruguayense”, Concepción del Uruguay, 1988

Las cárceles de la ciudad

Cárcel nueva de la ciudad, foto de, aproximadamente, 1920

El 25 de junio de 1783, don Tomas de Rocamora funda la ciudad de Concepción del Uruguay, definiendo la ubicación los edificios más importantes en torno a la plaza principal, entre ellos menciona a la iglesia, hospital, escuela, cabildo y cárcel, como también puentes y caminos, los que podían  ser “solventados con el tercio correspondiente al rey, para no agravar la situación de la población muy pobre y recién llegada….”, aunque no se sabe si este último edificio se hubiera construido. Seguramente en el Cabildo, sede de las autoridades fue también el lugar destinado como cárcel en los primeros tiempos de la villa, este emblemático edificio estaba ubicado, según se cree en el solar N° 1, es decir dónde funcionó el teatro 1° de Mayo. En el año 1834, se crea la “Policía de la provincia de Entre Ríos”, estableciéndose y organizando la justicia en el territorio de la provincia, siendo nuestra ciudad sede de uno de los departamentos Judiciales, ocupando para cumplir con sus funciones y atribuciones el de la “Comandancia”. Este antiguo, edificio que había pertenecido a una de las tradicionales familias de la ciudad y posteriormente ocupado por las autoridades provinciales, es reformado y ampliado en el año 1848, agregándosele un piso de alto, siendo la sede de: ”…las oficinas de la comandancia y del departamento de policía, teniendo las siguientes comodidades: una pieza de 8 varas, 1 salón de 16  varas, oficina de la comandancia de 9 varas, la “oficina de la policía de5 varas. Además tiene una cuadra interior para tropa de pared de “material y techo pajizo de 30  varas de longitud, dos piezas para oficiales de material y techo “pajizo de 5 varas de lado cada una y calabozos de material….(no aclara la cantidad)”. Es decir, el edificio de la Comandancia además de ser asiento de la “Comandancia militar y Jefatura de la policía, fue utilizado como cárcel”. Al crearse la Municipalidad de Concepción del Uruguay, a partir del 1 de enero de 1873, las cárceles, penitenciarias y asilos de corrección pasaron a depender de las municipalidades, pues así lo estipulaba la Ley Orgánica. Para esa misma fecha, Luis Aráoz comenta que “Después de un hueco (que ocupa hoy la Policía) formaba la esquina una gran pieza, techo de teja en mojinete y paredes de piedra, con una sola puerta sobre la plaza, sin pavimento en el interior, bien aislada. Le decían “el cuarto de piedra“. Era la cárcel para presos de toda clase de delitos, donde estaban hacinados los forajidos y los de delitos de escasa gravedad. Frente a la puerta se mantenía hito e inmóvil la guardia de un soldado armado de fusil. El edificio actual que ha reemplazado al “cuarto de piedra” fue levantado cuando se capitalizó la ciudad del Uruguay.”, es decir que este “Cuarto de Piedra debió estar ubicado dónde después se construyó la “segunda” cárcel de la ciudad.

La ciudad fue creciendo y se ve la necesidad de construir una cárcel, ya que en la existente se reunían todos los reos del departamento. Es así que el gobierno de la provincia, había dispuesto de una nueva cárcel para la ciudad, “deberá ser sanas y limpias, para seguridad y no para el castigo de los reos, detenidos en ellas”. El 31 de enero de 1887, se llama a licitación para la construcción del nuevo edificio que se destinaría como “Juzgado – Policía – Receptoría de Rentas y Cárcel”. En esta nueva construcción se destina la parte posterior para cárcel pública (hoy sede actual de la Policía de la Provincia de Entre Ríos). Cumplió su función hasta fines del siglo XIX, donde su capacidad se vio desbordada, lo que llevo a las autoridades buscar un nuevo emplazamiento y fuera de la zona céntrica. Este lugar se termina demoliendo en 1912.

Para entonces ya se había elegido un nuevo emplazamiento para la cárcel pública. Este nuevo terreno reunía las características que se requerían, ubicado entre las actuales calles: Doctora Ratto, 25 de agosto, doctor Clark y Costanera Paysandú. La provincia destina $76.000, para la nueva construcción de la cárcel, la que tendría una capacidad para setenta internos. Se inicia la construcción en 1904 y para 1910 estaba casi terminada (faltaba en muro perimetral). Se vio con la necesidad de tener un vehículo para traslado de internos, porque el mismo se hacía a pie y no era seguro, además de ser un espectáculo poco agradable. El 6 de abril de 1910, se recibe el vehículo (carro celular), siendo toda una novedad para la época. Este carro se usa hasta 1930, que queda fuera de servicio y nuevamente se trasladan los internos a pie, desde el departamento Policial a la cárcel. En 1931, se recibe un nuevo coche que se usa hasta 1950.

El edificio actual de la cárcel ha sufrido varias modificaciones: 1928, se le hace el sistema de cloacas, agua corriente y energía eléctrica. En 1991 se consagra una capilla para los internos, bajo la advocación de “San Dimas”. En 1998/99 se amplía el edificio haciéndolo para mayor capacidad de internos.

(Virginia Civetta y Carlos Ratto. Fuentes principales: Rousseaux, Andrés, “Las cárceles de la ciudad” Diario La Calle 14/03/2004,  Urquiza Almandóz, Oscar, Historia de Concepción del Uruguay, Tomo III y Luis Aráoz, “Del tiempo viejo”)

 

Casas de Urquiza y Fábrica de Paños

Vista de una parte de las “Casas de Urquiza” a principios de la década de 1980 (Foto: Mario Soria)

La Fábrica de Paños

Son estas antiguas casas de las que hoy sólo se pueden adivinar detalles de su configuración original (mayólicas, cornisas, etc.) el lugar dónde funcionó la fábrica de paños que el General Urquiza instaló con la firma Ubach y Roca. Las máquinas a vapor fueron traídas de Europa.
La fábrica se instalo en uno de los grandes locales de las casas de Urquiza y el acto de inauguración contó con la presencia del General Urquiza y de varios de sus ministros, “La multitud presente se abrió en dos alas, sobre las aceras para dejando libre la calzada de tierra. Descendió el general de su caballo y sin que perdiera su rostro aquella gravedad noble y autoritaria (…) abrazo al valiente industrial”. Las dos cuadras siguientes hacia el sur de estas casas fueron destinadas al cultivo de plantas tintóreas para uso de la fábrica de paños. La muerte del general Urquiza trajo muchas complicaciones a este emprendimiento, que aún en 1872 seguía funcionando bajo la dirección de la viuda del General Urquiza, pero cerraría poco tiempo después por las grandes dificultades económicas y comerciales por las que pasaba.

Las casas de Urquiza: A dos cuadras al sur de la plaza “Columna” estaban dos manzanas de terreno (Perón y Moreno, entre Dra. Ratto y Echeverry) y edificadas en mampostería (ladrillos) que eran conocidas como “Las casas de Urquiza”. Estas casas estaban construidas de acuerdo a los antiguos planos coloniales, todas las piezas siguiendo el perímetro rectangular del terreno, con un amplio patio y un aljibe en el centro (…) “La parte media de las manzanas difiere un poco de las externas, el rectángulo es el mismo, pero en lugar de piezas para habitaciones tienen extensos locales corridos, sin divisiones interiores. Todo el edificio estaba revocado en cal. Las habitaciones estaban empapeladas sobre tela, pisos de tablas y zócalos de madera y cielorraso de yeso. El zócalo de la calle era de azulejos de muy buena calidad, de color azul y blanco. Los patios embaldosados con baldosas de Marsella (…) el aljibe revestido con los mismos azulejos que también cubrían las paredes y los fogones de las cocinas y servicios. (…).
”Con aquellas casas Urquiza cubría el problema de la vivienda paralelo al crecimiento de la población. Estaban ocupadas por trabajadores, empleados y jornaleros. Uno de los inquilinos era José Ubach, a quien hizo venir Urquiza desde su Cataluña natal, haciéndolo socio de su fábrica de Paños. (Entrecomillados extraídos de: Babuglia, Antonio, “Verilogías y Satirazos. En serie con Armonías y Rebencazos de 1904 y Reincidencias de 1909”, Buenos aires, 1945)

Barraca Llames

Barraca “Llames” a principios de la década de 1980 (Foto: “Las mallas del viaje”

Casas que ya no están

Barraca Llames (Chacabuco, e/Galarza y Rocamora. Lado este)
Quienes transitan por esta esquina recordará que hasta no hace mucho tiempo se encontraba una vieja casa con rejas forjadas, era parte de la vieja Barraca Llames.
Entre los años 1850-1860, la ciudad poseía un aspecto agreste, con sus ranchos de adobe, cercos de tunas y Ñapindaes, arboles de sombra y frutales, pocas casonas, inmensos patios, calles polvorientas apenas delineadas, pocas esquinas con débiles faroles.
En la media manzana mencionada funcionaba la barraca llames, propiedad de Francisco Llames, español, que tenía su domicilio en la esquina de Rocamora y Chacabuco. Esta calle era la última del pueblo, ya que en seguida se abría el campo y hacia la cuchilla del oeste se levantaba el polvorín.
Cuando los habitantes de la barraca veían una gran polvareda y escuchaban el galope de muchos caballos, las exclamaciones de “vienen los indios” se oían en todos los rincones, mientras todos se aprestaban a recibirlos, atenderlos y mirarlos. Traían siempre en sus manos una vara de tacuara, pero en son de paz. Las melenas negras sujetadas por una vincha que les rodeaba la frente, ataban los caballos en los palenques existentes en gran número en los comercios de la época. Convenían las compras que deseaban hacer, entraban en el patio y se sentaban en círculo en el suelo; así revisaban la mercadería, se consultaban y cuando terminaban de elegir, el Jefe sacaba los patacones de una petaca de cuero para pagar lo adquirido. El frente de calle Rocamora y las rejas de las ventanas de esta casa eran los primitivos, es decir las paredes y las rejas que tal vez, vieron los últimos indios en esta ciudad.
Hasta no hace mucho tiempo, se podía ver este edificio. (Texto: Mallea, Lorenza y Coty Calivari, “Las mallas del viaje”, ediciones El Mirador, 1982)