Año 1955. De izquierda a derecha: Rojas, Sequeira, Chappuis, R. Zárete, Colombo, Cremona, Colombo y Bouried (Foto: Breve historia del tango en C. del Uruguay, de Gabriel Buffa)
El tema es interesante, en los medios gráficos locales, se pueden leer tangueros que han visitado la ciudad: Dora Davis, “La Calandria Criolla”, Carlos Gardel, “El astro máximo de la canción criolla”, Juan Carlos Padula, “El Gaucho del Piano”, quien actuó en el Cine Teatro Rocamora el 6 de febrero de 1936.
En octubre de 1933, llega a la ciudad, que entonces contaba con unos 50000 habitantes, el Zorzal Criollo Carlos Gardel. Actuó en el cine teatro Avenida, conocido como Cine Rex, o, Supermercado Rex.
Cuarteto Brisas: Atrás, las hermanas Mercanzini y Apeseche, adelante P. Mercanzini y Delaloye (Foto: Breve historia del tango en C. del Uruguay, de Gabriel Buffa)
Además del encanto de la danza, se escuchaba por la radio la música referida y cuando había retretas en Plaza Ramírez, el regimiento 10 de Infantería, hacia versiones de La Cumparsita.
En 1933, actuaron en Cine Teatro Texier, Dora Davis, en el Teatro Cine de Circulo de Obrero, el tenor José Alisio. En el teatro Avenida, Agustín Magaldi y la Orquesta de Roberto Firpo.
De acuerdo al artista era también el precio de las entradas, por ejemplo para escuchar a Firpo se debía abonar la Platea baja $1,00 y alta $0,60. Y para Gardel, la Platea baja $1,80 y alta $1,30.
Se hacían concursos locales en Balneario Municipal y en Cine-Teatro Rex. También en el Bar Imperial, ubicado en 9 de julio casi calle Alem. De estos lugares surgieron Liberatori, Nery, Bradl, Nadal Notta, Soto García, Peretti, Miro, Rodríguez, Cuchi Colleoni.
Los bailes eran los concurridos por las muchachas acompañadas por su madre y hermanas. Los muchachos de saco y corbata. Las serenatas a la orden del día.
Para fines de 1930, teníamos la Orquesta Itape, compuesta por Mazzarelo y Gatti, Avallone y Cartocetti Hernández, Soto García y la voz de Chiquito Dotti. La agrupación de los Hermanos Sarrot, Los Cojinillos, el grupo de Luis Rodríguez, el cuarteto El Amanecer, de los Hermanos Scevola, el Quinteto Concepción de Pierino Guglielmetti entre otros.
1986. De izquierda a derecha:Luis Rodriguez, A. del Río, Hugo pascal y José Castro (Foto: Breve historia del tango en C. del Uruguay, de Gabriel Buffa)
Y los bailarines no faltaron: Ramón Céspedes – Argentina Minatta, Hermelindo Dutra – María Elena López, Adolfo Marco – Érica Lanble.
Corren los años y la ciudad recibe orquestas y solistas de renombres: Francisco Canaro, Mariano Mores, Juan D Arienzo, Goyeneche y Pugliese entre otros.
En setiembre de 1951, surge LT 11, favoreciendo al Tango Local que se pudo escuchar en todas partes.
La fama del tango se vio opacada para la década de 1960, aparecen otros ritmos y la televisión. Sin imaginar lo que ocurre cuando llega la belleza de Los Beatles.
Pero nuestra generación no olvidara a los Rodríguez, Missorini, Crosignari y Sarrot. Tampoco a Yumba 4, de los hermanos Crosignari, Vaca y Sarrot, luego Asim y Guidoni. Uruguay 5, orquesta de Luis Herling, Tango 4 y la Orquesta Municipal de Tango. Sus actuaciones eran en la ciudad, ciudades vecinas y el Uruguay.
El tango es cultura y vive en el amor de la gente.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, texto extraído de Buffa, Gabriel, “Breve Historia de Tango en Concepción del Uruguay“, 2001
Vista del medallón del Supremo Entrerriano en Plaza Ramírez (Foto: Mabel Gómez)
¿Cuáles fueron las características físicas reales del Supremo Entrerriano?
Vista del medallón esculpido por Juan Fosatti (Foto: Mabel Gómez)
Es por casi todos aceptada que la imagen de Francisco Ramírez es la que solemos ver en las publicaciones, generalmente hechas sobre la base del cuadro del pintor local Luis Gonzaga Cerrudo, que se encuentra en el Salón de Actos del Colegio del Uruguay, que a su vez tomo como fuente el medallón confeccionado por Juan Fosatti y que se halla en uno de los lados de la pirámide de la plaza Ramírez. Lo cierto es que no han llegado hasta hoy (ni hasta ese momento) ninguna imagen del caudillo y todo lo referente a si figura se ha creado en base a diferentes fuentes, en el caso de Fosatti se guió por las indicaciones de los generales Miguel Galarza y Antonio Urdinarrain, del coronel Warlet y de una hermana de Ramírez, quienes lo habían conocido personalmente, recordemos que cuando se elaboró este medallón ya hacía más de 25 años de la desaparición de Francisco Ramírez.
Si imagen, es, por lo tanto, un punto que ha suscitado controversias. En este artículo, mostraremos diferentes versiones que fueron recogidas por un trabajo de Martiniano Leguizamón, publicadas en la revista “Nosotros” en junio de 1914 y que creemos oportuno transcribir.
“Tenemos el testimonio de alguno de sus compañeros que permiten dar una idea de ello. Entre estos es digno de mencionar, en primer término, la brief relation de Yates, un oficial irlandés que sirvió a las órdenes del general Miguel José Carrera en la guerra civil del litoral Argentino, publicada en Londres en el año 1824, como apéndice del diario de M.A. Graham y en la cual se encuentra la referencia siguiente: “Ramírez era de estatura baja, tez muy oscura y aspecto desagradable, tenía una inteligencia fuerte y comprensiva y poseía talentos naturales, pero enteramente incultivado por la educación. Era inhábil político; pero las distinguidas calidades del guerrero estaban concentradas en él en alto grado; era abierto y franco incapaz del disimulo, leal a sus amigos y de una bravura personal no excedida por nadie”
Otra versión el Dr. López, con datos comunicados por el general Lucio Mansilla -que había servido la bandera de Ramírez en la guerra contra Artigas, abandonándole en la última campaña después de pisar victorioso el territorio Santafesino- a trazado en la páginas de su obra este perfil: “De robusta constitución y de arrogante presencia, lucía en el rostro una abundante y sedosa barba que parecía un esmalte sobre lámina de bronce; tenía el ojo atrevido, la nariz aguileña, la frente echada hacia atrás y la expresión despreciativa”.
De Mitre “Historia de Belgrano” N° III, página 563 –Por referencias del coronel Cáceres da este retrato: “Era de baja estatura, pero de una constitución hercúlea. Tenía una cabeza muy abultada, que imponía; ojos negros y penetrantes; manos gruesas, cortas y cuadradas como las garras de un león.
De Ruiz Moreno y Martínez
En cambio dos escritores regionales, Martín Ruiz Moreno y Benigno T. Martínez, por lo general bien documentados, lo retratan de manera diversa. Afirme el primero “Era un lindo hombre rubio y muy blanco, de una mirada viva, franca y picaresca” (Vida pública del general Ramírez., página 10)
Y, asegura el segundo: “En sus facciones se adivina los rasgos guaraníticos del padre, tenía la cabeza abultada, los ojos negros y chispeantes, velados por las pobladas cejas que le daban un aspecto duro y siniestro en la pelea” (El general Ramírez, página 4).
Ruiz Moreno se apoya en referencias de antiguos jefes y en el conocimiento personal de los hermanos del general. “Alcancé, siendo estudiante en el colegio del Uruguay, a conocer a una de sus hermana –Una viejecita alta, muy blanca, de ojos celestes y mu pulcra”.
El dato es interesante pues coincide con la aseveración de Ruíz Moreno. Martínez, no menciona las fuentes de que se sirvió para su esbozo, pero sospechamos que se ha guiado por los antecedentes de la familia del caudillo (El padre era paraguayo y la madre porteña) y por las líneas del medallón de Fosatti en la pirámide del Uruguay.
Dado el origen de su familia y las referencias de Yates y Mansilla, como por los perfiles trazados por López, Mitre, Ruiz Moreno y Martínez, no puede inferirse que fuera un “mulato” como afirmo Vicuña Mackenna, (El ostracismo de los Carrera, Página 318), citando la relación de Yates que, como se ha visto, solo dice: “Tenía la tez muy oscura”; es decir la tenía tostada por el sol, porque es sabido que hizo vida campestre en su juventud y que desde 1810 hasta el día de su muerte vivió en los campamentos por espacio de 11 años.
Era vecino y amigo de mis padres en el Uruguay (se refiere a nuestra ciudad) el general Miguel Gerónimo Galarza, que acompañó a Ramírez en todas sus campañas hasta verlo caer tras el postrer combate en la frontera santiagueña, de los labios del mismo recogí muchas de la prolijas referencias con que he pintado en “Montaraz” la enconada lucha entre Ramírez y Artigas; y con ellas ensayé la evocación de su figura marcial, cuando después del desastre de Guachas se irguió bravío jurando morir o libertar de enemigos el suelo natal.
He aquí estas páginas: “Tenía 34 años. De estatura elevada y robusta musculatura, ancho de pecho, de fuerte armazón huesuda y el busto erguido con esa altivez del gesto dominador. El rostro era hermoso, blanco, pálido, sombreado por una pátina que imprimen la intemperie y los rigores de la vida campestre. La nariz aguileña, de correcto perfil, se alzaba sobre los labios imperativos; la cabeza algo abultada, llena de fuerza y energía, estaba cubierta por una espesa cabellera que echaba hacia atrás en largos rulos, renegridas como las cejas y las patillas que usaba a la pernil. El resto de la barba y el bigote lo llevaba completamente rasurado. Pero lo que atraía principalmente la atención, eran los ojos, ardientes, imperiosos e irresistibles, que brillaban con reflejos acerados bajo el arco sombrío de las cejas, acusando la decisión y la bravura de la entraña.
“Vestía con sencillez gruesa casaca militar, pantalón angosto con vivos rojos y un sombrero bajo de anchas alas que volcaba con altanería hacia la nuca para dejar descubierta su frente abultada de revoltoso. Un pocho de paño punzó abierto en forma de capa caía en sueltos pliegues sobre su espalda hasta cubrir el anca del fogoso caballo. Ancha espada de recia empuñadura prendía de la cintura y apoyada en el estribo sostenía con la diestra una flexible lanza de doble medialuna y grandes pasadores cincelados, desde el cuento hasta la aguda moharra. Fuertes botas de cuero calzadas con pesadas espuelas de plata, completaban el sencillo traje que, a pesar de su elevada jerarquía militar poco se diferenciaba del usado por los ricos ganaderos de la época”.
Resumiendo se advierte a través de estos diversos perfiles literarios –que documentan testimonios respetables- un rasgo físico común que se impone: los ojos y la mirada del caudillo.
Tenía el ojo atrevido, dice López; Ojos negros y penetrantes, agrega Mitre; los ojos negros y chispeantes le daban un aspecto duro en la pelea, cuanta Martínez; Lo que atraía principalmente eran los ojos ardientes, imperiosos, irresistibles…
El otro, el que guarda la tradición de la ciudad, su bravura personal, aquella que le hizo exclamar cuando rodeado de fuerzas tres veces superiores arengó a sus valientes soldados: “A morir, que aquí nos hay retirada”. Y en esa batalla, junto a las costas del Paraná, el triunfo fue suyo.
Edición del texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, sobre el artículo “Ojos negros, penetrantes, bravura indomeñable” (Sin autor) diario “La calle”, Suplemento especial “Francisco Ramírez”, 10 de julio de 1971
Representación gráfica del templo de la Inmaculada Concepción a principios del siglo XIX
Volviendo sobre el tema del templo en sí, en cuanto a sus características y ubicación en el lugar y en el tiempo, debemos recordar que, fundado el pueblo en 1783, la Iglesia Parroquial ha debido funcionar por algunos años en la capilla de Almirón. Allá a la margen izquierda del Arroyo de la China.
Es un interrogante saber cuando realmente se construyó la primera Iglesia en el lugar actual. En el inventario redactado por el Dr. López para la entrega que hace al Dr. Videla, apoderado del Dr. Redruello, fechado en 1802, da la referencia de que en esa fecha ya estaba construida la nueva iglesia en el solar en que hoy se halla La Inmaculada.
Este edificio debió estar enclavado en el centro de la cuadra frente a la plaza. Algunos datos acompañan esta creencia, cuando se realizaban las grandes obras de consolidación del templo, al excavar los cimientos de las columnas de entrada para reforzarlas con inyección de cemento, se halló el vestigio de dos basamentos de columnas en sólida masa de ladrillos, lo que dio la sensación de que allí había existido una puerta principal. Parecía además que en esta manzana han debido existir algunas casas particulares muy cercanas a la Iglesia, lo que viene a corroborarse por la referencia que hace al General Urquiza el Párroco Dr. José Benito Cotelo al describir el incendio del templo, ocurrido en la noche del dos de noviembre de 1849, en uno de cuyos párrafos –Historia Eclesiástica de Entre Ríos, por el Prof. Juan A. Segura, dice: “toda la iglesia ha sido presa de las llamas. De cuanto había en la sacristía nada se pudo salvar, por empezar allí el fuego, y sólo se salvo lo que había en el cuerpo de la Iglesia, a saber, todos los altares, imágenes, etc. Y más adelante: Se quemó toda la casa de Doña Felipa Galán y hubo tres quemazones más. Hicimos iglesia de la mitad de la Escuela… etc”.
Antes de continuar, debemos señalar que esta “escuela” es el ya fundado Colegio del Uruguay, de lo que informará en otro artículo. Otra referencia interesante relativa a pobladores de esta manzana podría ser la que trae don Eduardo de Urquiza en su folleto “Antecedentes Biográficos de Don José Cipriano de Urquiza”, quien transcribe un documento cuya copia fotográfica -obsequio del autor- poseía el autor de este texto, que se refiere a una transferencia de un lote de terreno en el mencionado solar, que hace Doña Francisca Solana Redruello, hermana del Dr. y Cura Párroco, a Don Cipriano de Urquiza, y que por los limites que menciona, parecería haber estado ubicado allí, junto al templo. Sintetizando: desde 1802 -por lo menos- hasta 1849, Concepción del Uruguay tuvo por templo parroquial aquel que se menciona y describe en el inventario de López y Videla.
Esta Iglesia fue testigo presencial del nacimiento de la nacionalidad. Por allí pasaron los futuros próceres del federalismo y la organización. En su nave criolla, por sus tres puertas abiertas al oriente, fueron pasando generaciones que nacían por el bautismo a la fe. Las parejas criollas que emprendían el camino a la conjugación del amor. Los que se daban en el último adiós y quedaron sepultados en el cementerio contiguo, que existió hasta 1805, en que el Obispo Lué y Riega dispuso que se erigiera uno nuevo donde estuvo la primera capilla.
Y bien, quemada la Iglesia; pasó a funcionar el en Colegio Nacional hasta el 25 de Marzo de 1859 en que se inauguró el templo actual. Entre tanto, no hay ninguna referencia de que, ni en el traslado de restos del cementerio contiguo al nuevo -de 1805- ni con motivo de la apertura de los cimientos del nuevo templo o del relleno de la superficie -evidentemente elevada- de su piso, se hayan extraído sus despojos mortales.
Siempre sobre el tema del incendio, es bueno destacar como, de la pobreza inicial de aquella sociedad colonial pobre y sacrificada, gracias a su trabajo había logrado una independencia económica que le permitía dedicarle algo de confort y hasta de lujo. Por aquellos tiempos había en el pueblo un piano, arpas y violines y por el detalle de los objetos que se quemaron y que se salvaron de la destrucción puede apreciarse como la ciudad tenía una personalidad desarrollada, culta y de buen gusto.
Edición del texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, sobre el texto extraído de: Nadal Sagastume, José A. “Nuestra Parroquia, apuntes para la historia”, 1975
Vista actual del Instituto “Tobar García”. (Foto: Mabel Gómez)
Dra. Carolina Tobar García. Pionera de la educación especial en argentina.
En su cincuentenario saludamos al Instituto Tobar García, de nuestra ciudad.
Lleva el nombre de una de las pioneras de la educación especial en Argentina, Dra. Carolina Tobar García. Esta Dra. Fue de vida austera, dedicada a la medicina y a la psicopedagogía. Trabajo en el Hospicio de las Mercedes, del cuerpo Médico Escolar y de la Liga de Higiene Mental.
Dra. Carolina Tobar García
Pese a la oposición de los padres, quiso ser maestra y se volcó a la vocación de enseñar. Al cumplir 51 años comenzó a fundar escuelas especiales en nuestro país. No fue fácil debió enfrentar inconvenientes por los prejuicios de la sociedad de mediados del siglo XX.
“Cuando era adolescente, yo trabaje en la casa de una familia rica de San Isidro. Tenían un hijo deficiente mental. Me ordenaron que lo sacaran a caminar bien temprano, a la mañana, o al medio día, cuando no había nadie en las calles. A la familia le daba mucha vergüenza tener ese hijo”.
En el año 1936 Carlina Tobar García decía:
“si echamos una ojeada a la organización de nuestra escuela primaria creeríamos estar en un país de niños privilegiados donde todos fueran estrictamente normales o superdotados. Apenas si contamos con algunas escuelas al aire libre, una para ciegos y otra para sordos. Pero no tenemos escuelas para retrasados.”
La Asociación Civil “Surco de Esperanza” y el Instituto “Carolina Tobar García”
La Asociación Civil “Surco de Esperanza” crea en 1964 la Escuela Especial del mismo nombre que comienza a funcionar en febrero de 1965 y en 1968 surge en nuestra ciudad el Instituto Carolina Tobar Gracia, dependiente de esta asociación. Este instituto imparte en un principio el profesorado de Enseñanza Especial, posteriormente amplió su oferta educativa siempre a áreas educativas características del sistema, y es así que en 1972 egresa la primera promoción del profesorado de Jardín de Infantes. En 1984 crea el Profesorado de Prácticas y Plásticas que en 1999 se transforma en profesorado en Arte con orientación en Lenguaje Visual, además se incorpora el posgrado para Escuela maternal y Estimulación Temprana. Siendo para Concepción del Uruguay un prestigio contar con este Instituto.
Logotipo
El logotipo de la Institución, es obra artista local Jorge Coco quien propone varios bosquejos, de los que eligen el de una niña en la oscuridad que mira hacia una puerta abierta de donde viene la luz.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos. Texto extraído de: Diario La Calle, Noviembre de 1998
Intersección de calles Alberdi y 3 de Febrero, al fondo puede verse la cárcel ubicada detrás de la Policía y al frente las vías del tranvía (Foto: Mario Morasán)
Desde la circulación de los primeros tranvías a “tracción a sangre” (tirados por caballos) en la Ciudad de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX, numerosas ciudades del interior siguieron su ejemplo, entre ellas Paraná, Concordia, Gualeguaychú y como no podía ser de otra manera, nuestra ciudad.
Fueron varios los intentos de establecer, estos servicios en la ciudad, siendo el primer proyecto del año 1875 del señor José R. Navarro. Durante el año 1887 el municipio recibió tres pedidos similares, uno de ellos propuesto por el Sr. Benjamín Basualdo fue autorizado, teniendo previsto el recorrido del “tranvía tirado por caballos” desde la plazoleta del “puerto nuevo”, siguiendo por varias calles de la ciudad uniendo finalmente este punto con la “Estación“ y “Plaza Constitución (o Columna) pero no se tiene noticias ciertas que éste servicios llegara a “librarse al servicio público” quedando archivado como otras tantas iniciativas de la época.
El Tranway a Vapor de la Ciudad del Uruguay Sociedad Anónima
A fines de la década de 1880, la ciudad se reponía lentamente del golpe que había recibido al ser despojada de su condición de “Capital de la Provincia de Entre Ríos”, al ser beneficiada con la concreción de importantes obras públicas, como la habilitación del ferrocarril Paraná-Uruguay el 30 de junio de 1887, la inauguración de la estación ferroviaria el 12 de agosto de ése mismo año y la inauguración del “muelle nacional o Puerto exterior” sobre el río Uruguay el 5 de diciembre de 1887,con al presencia del presidente de la República Miguel Juárez Celman acompañado del Gobernador de Entre Ríos y otras altas autoridades nacionales y provinciales.
En este contexto de progreso, por iniciativa del Dr. Manuel Cigorraga y un grupo de distinguidos vecinos que lo apoyan, se constituye la “Sociedad Anónima Tranway a vapor de la Ciudad del Uruguay”, con objeto de “construir una línea de tranway a vapor ú otro sistema”.
El 23 de agosto de 1887, se celebra el correspondiente contrato de “concesión” entre la Municipalidad de Concepción Del Uruguay y la empresa, representada por su presidente Sr Cigorraga, debiendo las obras estar habilitadas para el 23 de abril de 1889.
Los estatutos de la empresa son aprobados por el gobierno nacional el 6 de agosto de 1888. Al respecto el periódico “Fiat Lux” en su edición del 12 de agosto de dicho año, resalta la importancia de la obra y agrega que la ciudad “Será la primera de Sudamérica en contar con un tranway a vapor”.
Las obras se inician oficialmente el 18 de febrero de 1888, en un acto realizado frente al teatro 1° de Mayo concurriendo en representación de la municipalidad local el concejal José María Cordero (h) teniendo las vías el siguiente recorrido: La estación terminal (depósitos de vagones y locomotoras) se encontraba en un amplio galpón de chapas de zinc, ubicado en la parte de atrás del “Hospital de Calidad” (Hospitalito) sobre la calle 1° del este (hoy Antártida Argentina). De la estación la vía tomada, hacia el norte, hasta Rocamora, por esta hasta la actual Perú, Mitre hasta la plazoleta del “puerto Nuevo” frente a los Edificios de Prefectura y Aduana.
Regresaba por el mismo recorrido, al llegar a la esquina de Rocamora y Perú, tomaba por la primera de las nombradas hasta la actual Eva Perón, pasando frente al Teatro 1° de Mayo, seguía por Urquiza (después V. H. Montero hoy Perón) hasta la “Plaza de la Columna”. Regresaba por el mismo recorrido hasta la calle San Luis (hoy Ereño) tomando por ésta hasta su intersección con 3 de Febrero (casa familia Magasanik hoy Cablevisión) pasando frente a la iglesia parroquial hasta Galarza, doblando hacia el este, pasando frente a la residencia de la familia Urquiza (hoy correo) hasta la esquina de hoy Centro Comercial (Galarza y Eva Perón) empalmando con la vía principal.
El recorrido del “tranway” como se puede apreciar, comprendía los principales puntos de la ciudad, posteriormente se “proyectó” (no llegó a construirse) un ramal a la estación del ferrocarril.
Los materiales (rieles, durmientes, clavos, etc.), los vagones y máquina a vapor, se adquirieron en Europa por medio de la casa “Drisdale” de Bs As.
Ante la demora del arribo de las “máquinas a vapor desde Europa”, la empresa pensó en habilitar el servicio, utilizando “tracción a sangre” (yunta de caballos especialmente seleccionados y adiestrados para tal fin).
Por diversos inconvenientes que se le presentan a la empresa, en especial la provisión del material rodante, motivan que esta solicite a la municipalidad una prórroga de ocho meses para finalizar los trabajos, plazo que le es concedido, con la salvedad que el servicio indefectiblemente esté habilitado para el 23 de abril de 1889, autorizándolo además a modificar la traza original de las vías (se refiere al ramal a la estación)
En marzo de 1889 arriban al puerto de Buenos Aires en los vapores “Colina” y Manara”, procedentes de Liverpool la primera de las seis maquinas a vapor y seis “Truck” (vagones tipos zorras con 8 ruedas, 4 para ser usadas sobre rieles y 4 para caminos carreteros, es decir sin rieles. Estos vagones eran abiertos, tipo “jardineras” de mayor capacidad que los coches cerrados, con asientos en forma longitudinal, permitiendo que los pasajeros vayan sentados espalda con espalda, dejando aclarado que éste fue el único material rodante que recibió la empresa.
La primera “maquina a vapor” que se le impone el nombre de “8 de Junio de 1810”, en alusión al histórico acontecimiento, cuando la Villa reconociera a la Junta Revolucionaria de Mayo, teniendo su nombre en chapas de bronce a ambos costado de la cabina.
El material rodante, es trasbordado al buque “Leipzig” para su traslado a Concepción del Uruguay, donde es descargado el 27 de julio de 1889. Recién en febrero de 1890, se hacen las primeras pruebas del “Tranway”, que con el estridente silbato de la locomotora, convocó a grandes y chicos sobre su recorrido, que observaban con asombro el desplazamiento del “convoy”. Al llegar frente al Teatro 1° de Mayo la máquina hizo un alto, oportunidad que fue aprovechada por todos los presentes para abordar los vagones, siguiendo el recorrido de las vías, entre los vítores de sus ocasionales pasajeros y aplausos del público congregado.
En una curva, sin poder precisar cuál, la locomotora “descarriló”, la que fue puesta nuevamente en las vías, después de fatigosos trabajos de los operarios de la empresa, prosiguiendo su viaje hasta la “estación terminal”, de donde nunca más salió.
La empresa del “Tranway del Uruguay”, fue emplazada reiteradamente por la municipalidad local para que “habilitara al servicio público el tranway”.
Por ordenanza de fecha 26 de junio de 1891 se le conceden treinta días para ponerlo en funcionamiento, reiterándose el emplazamiento el 1° de septiembre del mismo año, sin resultado, ante la negativa de la empresa de “librar al servicio público el tranway”.
Varias fueron las causas argumentadas, por la empresa, para no poner en servicio el tranway y cumplir con la pactado con la municipalidad, así lo reflejan los periódicos de la época. El real motivo, fue que la empresa había contraído una importante deuda con la firma proveedora de los materiales y material rodante “Casa Drisdale” de Bs. As. con la que se había convenido que el pago se efectuaría a partir de la puesta en servicio del tranway en la ciudad de Concepción del Uruguay, por ésa razón contractual ,el “tranway” permanecía guardado en su estación, sin tener ningún interés, por parte de los directivos de la empresa, en cumplir lo pactado, dando lugar a un largo pleito judicial.
Por otra parte la Municipalidad sancionó la Ordenanza 177 de fecha 28 de abril de q903 que dispuso que “en razón de que se iban a cumplir los quince años de que se otorgara la concesión para el establecimientos del servicio de tranway y que pese a las reiteradas prorrogas la empresa no había dado cumplimiento a lo pactado designa al Dr. Benito Cook, asesor especial con el objeto de que asista, con su consejo profesional al Presidente de la Municipalidad, en el asunto del Tranway a Vapor.
El 1° de agosto del mismo año, el Honorable Consejo Deliberante por resolución 214/1903 declara “caduco el contrato de concesión celebrado el 23 de agosto de 1887 y la prórroga acordada el 23 de abril de 1889, celebrado con la empresa denominada “Sociedad Tranway a Vapor de Concepción Del Uruguay”.
Iniciada la demanda judicial, la municipalidad en la sesión del 2 de julio de 1904, dispone que “vencidos los plazos de ley, se rematen todos los bienes de la empresa y el producido se destine a la construcción de un cementerio-lazareto y la compra de un carro atmosférico”.
El remate se efectúa el 22 de noviembre de 1904 en el local que ocupara la “estación del tranway” en calle 1° del Este (hoy Antártida Argentina entre Galarza y Rocamora) donde se encuentran depositados materiales, la locomotora y vagones.
No se ha podido precisar, el destino de la máquina y los vagones, salvo uno de éstos últimos que según referencias del Profesor Miguel Ángel Gregori, hasta unos años atrás en el depósito municipal, ubicado en la manzana hoy ocupada por el Club San Martín, había uno de los “coches jardineras”, que había sido adaptado para alojar los perros vagabundos, que la perrera municipal recogía en la ciudad, ignorándose su posterior destino.
Con respecto a los rieles que se habían tendido en las calles de la ciudad, fueron “levantados” por las cuadrillas municipales y fueron destinados a diversas obras públicas (puentes y alcantarillas de la zona) como también, parte se domaron a diversas instituciones, entre ellas a la “Comisión Pro Templo San Miguel de estación Caseros a la que se le entregaron setenta rieles.
Portones de hierro perteneciente a la Estación Terminal del tranvía, hoy desaparecidos. (Foto: Andrés Rousseaux)
El edificio “de la estación”, en la manzana detrás del “hospitalito”, quedó abandonado y en enero de 1907, se produce un derrumbe parcial, al haber cedido el maderamen del techo de zinc, que cayeron sobre ruedas, rieles y otros materiales cubiertos de yuyos del fallido “tranway a vapor”, reclamándosele a la municipalidad que adopte medidas. Varios fueron los pedidos que se le hicieron al municipio, sobre el predio de la “estación”, que se había transformado en un “aguantadero” de elementos de mal vivir y es recién en el año 1917 que se toma la decisión de proceder a “demoler las instalaciones existentes” y proceder a limpiar el predio, mandando a construir una pared.
De la antigua “estación del tranway”, quedaba hasta hace poco tiempo el “portón de hierro y zinc” cuya foto acompaña este artículo y que el propietario del terreno, lo ha utilizado para la entrada de un galpón existente en el lugar, hoy ya nada de eso existe.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos. Texto extraído de la publicación de Rousseaux, Andrés René “El tranway a vapor Ciudad del Uruguay”, Diario “La Calle” 23 de enero de 2000. Agradecimiento a la Museóloga Ana Trípoli de la “Sala de la Ribera” por proveernos del material para este artículo.
En Concepción del Uruguay existe un paraje que lleva el nombre de Salamanca. Se halla ubicado al norte de la ciudad, junto a las altas barrancas pedregosas del límite entre el arroyo Molino y el riacho Itapé, sobre cuyas alturas se encuentran hoy los restos del paseo público llamado Parque “Costanera Norte”. Desde allí, antiguamente, se podía contemplar el riacho Itapé que corre a sus pies y, en frente, dentro de la costa vecina, cuando las aguas del río permanecen normales, se observa una extensa laguna que tiene una única salida al río. De esta abertura de la laguna y de la fama nefasta de las aguas que bordean las orillas de la Salamanca, donde desde tiempo inmemorial registra la memoria año a año un elevado número de personas que desaparecieron misteriosamente entre sus aguas, se refiere la leyenda creada en torno del “U-Porá” fantasma del agua llamado “Mheribé”.
Narra la tradición que por los días precolombinos en que los Minuanes poblaban sus orillas sus orillas, en la cueva que existe aún al borde de las barrancas, vivía solitaria una vieja india que en concubinato con “Añá”, el diablo, había engendrado una hija hermosísima, de radiante belleza, que despertaba la admiración en muchas leguas a la redonda.
En las inmediaciones, moraba la toldería del Cacique Mheribé, joven y gallardo jefe de una tribu de Minuanes, el cual se enamoró perdidamente de la bella joven y esta correspondía a su pasión; pero la madre se opuso a los amores de su hija con el cacique, sin dar el motivo de sus designios.
Enardecido por la oposición materna, el cacique Mheribé propuso huir a su amada, y una noche cálida y serena, en la que la luna bañaba de luz fulgurante la soledad del monte, las aguas mansas del Itapé se agitaron al paso de la piragua que la mano de Mheribé se encaminó a la costa. La luminosidad selvática destacó pronto la silueta semi desnuda de la joven que se internó sin vacilar en la corriente, y cuando se disponía ya a trepar sobre la borda de la embarcación, cuando un grito paralizó sus movimientos. Con el rostro desencajado por la ira, desde lo alto de la barranca, la madre le ordenaba detenerse, en tanto que en la diestra agitaba una gran rama encendida, cuyas ramas violetas y rojas despedían espeso humo azufrado.
La joven permaneció inmovilizada por el terror, contemplando atónita a su madre que blandía sin cesar de un lado para otro la antorcha fatídica, mientras pronunciaba palabras ininteligibles. Mheribé se arrojó al agua y en pocas brazadas alcanzó los anegadizos de la isla de enfrente. Se Internó en la maleza y se ocultó entre los carrizales de la laguna que existía allí, bajo la penumbra de un sauce. Entonces la laguna no tenía comunicación con el río. Voló un ñacurutú (especie de búho) y se posó en una rama del sauce que protegía a Mheribé y un indio viejo que próximo a él pescaba anguilas observó horrorizado que una neblina o humo azulado envolvía el cuerpo del cacique dormido y que sus piernas se unían para formar una masa barcina y que los pies tomaban la forma de la cola de un pez. Los brazos, con los dedos de las manos pegados, se transformaron en aletas y los cabellos se convirtieron en escamas. Los párpados se plegaron ocultando sus ojos para siempre y el rostro deforme se alargó. Y aquel monstruo que no era hombre ni pez, se arrastró penosamente por el fango hasta el borde de la laguna y se hundió en sus aguas.
Agrega la leyenda que la bruja india castigó a Mheribé a desear perpetuamente a su hija y a vivir eternamente, dentro de una envoltura incorpórea, invisible a los ojos humanos, para que si alguna vez su hija se encontraba junto a él, ignorase su presencia. Y lo condenó también a permanecer encerrado en aquella laguna; pero Mheribé convertido en fantasma invisible, de tanto aletear sobre el fango en busca de una salida para acercarse a la vivienda de la joven, abrió un boquete que lo ensanchó hasta unirse con el río, tal como lo vemos ahora.
Desde entonces Mheribé, transformado en “U-Porá” (fantasma del agua), ciego, arrastra al fondo del río a los bañistas solitarios que halla a su paso con la esperanza vana de encontrar en alguno de ellos a su amada.
Y cuando en las noches apacibles, en las cercanías de la cueva, un aletazo sacude las aguas del río ye repercute en la quietud del boscaje, se dice que es Mheribé que vaga en busca de su perdido amor…
Tal es la leyenda de la Salamanca; que agrega una pincelada mística al encanto natural del paisaje agreste.
Edición: Civetta, marías Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, Texto extraído de Boschetti, Luis (Recopilador), “La leyenda de la Salamanca”, Diario “La calle” 20 de enero de 1985
En primer plano el molino Fabani en construcción, detrás la chimenea de la caldera de la fábrica de licores. (Foto Andrés Rousseaux)
A fines del siglo XIX, nuestra ciudad había adquirido un importante desarrollo industrial, contando con varios molinos harineros, fábricas de cigarros, saladeros, etc. destacándose la industria licorera, encabezada por el pionero D. Nicolás Miloslavich con su aperitivo “Argentino”, que con el transcurso de los años pasaría a ser nuestro conocido “Aperitivo Lusera”, de donde posteriormente se originaría el no menos conocido “Aperitivo Marcela”.
Otra de las importantes industrias licoreras locales, fue la del Dr. Francisco Martín Reibel, de cuyos datos biográficos me he referido en una nota anterior y que fuera socio fundador de la fábrica de aguardientes y licores “La Uruguaya”.-
La fábrica de aguardientes y licores “La Uruguaya”:
En enero de 1885, el Doctor Francisco Martín Reibel y familia se instalan en Concepción del Uruguay, procedente de Colón (ER) donde había desarrollado una intensa actividad profesional, habiendo incursionado en actividades agrícolas, con la plantación de vides para la obtención de vinos y la siembra de la remolacha para obtener alcohol, habiendo viajado en el año l883 , a Europa para adquirir semillas de éste último producto.
Casa del Dr. Reibel, detrás la chimenea de la fábrica.
En nuestra ciudad, independiente de su profesión y la docencia, fue el precursor de la construcción y puesta en servicios de una fábrica de aguardiente y otras bebidas, constituyendo a tal fin en el año 1886 una sociedad, con distinguidos vecinos uruguayenses, entre los que encontraba el Sr. Pedro Barnetche, la que es registrada bajo la razón social de “Reibel y Cía” recibiendo la fábrica la denominación de “Fábrica de Aguardientes y Licores La Uruguaya”.-
La sociedad, adquiere un amplio terreno de casi 4.000 m2, en la ribera del Riacho Itapé, sobre la calle actual 9 de julio (terrenos donde hoy se encuentra el ex Molino Harinero Concepción), el que debió ser primeramente desmontado y nivelado para la construcción de la fábrica, trabajos que se inician en el año 1887, bajo la dirección del maestro constructor de nacionalidad italiana Ángel Luiggi o Luissi , amigo del Dr. Reibel y quién había tenido a su cargo la construcción de su residencia privada (“El Castillo del Dr. Reibel)
La fábrica constaba de amplios galpones donde funcionaban los talleres de tonelería, herrería y carpintería, alojando además las salas de cocción y alambiques.
Toda las máquinas eran accionadas “a vapor” contando al efecto de una gran caldera de la cuál tenía una hermosa chimenea de ladrillo a la vista ,de unos treinta y seis metros de altura, la que se destacaba desde varios kilómetros de distancia, siendo una importante referencia para los navegantes.
Sobre la ribera del Itapé, se había instalado una poderosa bomba para extraer agua a los efectos de satisfacer las necesidades de la destilería. En sus inmediaciones se había construido un “piletón” de unos tres metros de lado, donde se arrojaba el rezago del maíz elaborado, para ser utilizado gratuitamente, para la alimentación de los caballos de los carreros del puerto.
También los deshechos de la fábrica, eran utilizados para la alimentación de un importante plantel de “vacas lecheras” que sus propietarios poseían, las que daban una abundante y riquísima leche.
La fabrica entró en pleno funcionamiento en el mes de septiembre de 1888, produciendo una variada gama de bebidas alcohólicas, entre las que podemos citar: grapas, diversas clases de aguardientes, ginebra, coñac, ron, anís, bitter, whisky y diferentes clases de amargos que se consumían como aperitivos en esa época.
La fábrica, tenía como dependencias anexas, alojamientos para familias y personal soltero de los empleados y obreros que en ella trabajaban, siendo toda una innovación en el aspecto laboral de la época.
En abril de 1889, una gran creciente del río Uruguay, inundó las instalaciones de la destilería la que debió paralizar sus actividades por varios meses, además de los cuantiosos daños que las aguas produjeron en las instalaciones y máquinas.
El tesón de sus directivos, con la colaboración de sus empleados y obreros, hicieron que al poco tiempo, después que bajaran las aguas, la destilería estuviera nuevamente en marcha.
Para el año 1898, la fábrica comenzó a experimentar una notoria decadencia, abrumada por los quebrantos económicos de las deudas hipotecarias que sobre ella pesaban, más una abultada deuda con el fisco provincial, por falta de pago de los “impuestos internos”, que la llevó a una situación insostenible, sumándose a ello, el fallecimiento el 10 de abril de 1899, del que fuera “alama mater”, el Dr. Francisco Martín Reibel.
Para fines del año 1899, la fábrica estaba totalmente paralizada, habiendo pasado a manos del Banco Hipotecario Nacional, por la deuda impaga, quedando como cabeza visible de la sociedad el Sr. Barnetche.
Papel comercial de la fábrica.
En el año 1904, el periódico local “La Juventud”, publica un interesante artículo, instando a las fuerzas vivas y empresarios locales a “recuperar para la ciudad esta importante industria o reconvertir sus instalaciones para otra actividadproductiva”.
En agosto del año 1905, después de un largo trámite judicial, el Banco Hipotecario, por intermedio del martillero local Sr. Nicanor Larez pone en venta la fábrica, con todas sus instalaciones principales y anexas, máquinas etc. por el valor de la hipoteca que existía, es decir $95.143 m/n. Al no haberse presentado ningún oferente, es realizado un nuevo remate el 9 de noviembre del mismo año, interviniendo el mismo martillero con una base de $35.000 m/n.
La subasta no tiene el resultado previsto, habiéndose recibido solamente una oferta en la suma de $ 14.000 m/n ,que el banco desestima teniendo en cuenta el valor de las instalaciones y máquinas que superan los $100.000 más el crédito hipotecario y deuda al fisco provincial.
Ante ésta situación, el banco en común de acuerdo con el fisco, deciden rebajar la deuda hipotecaria y fiscal, llamándose a un nuevo remate con una base de $30.000 por las instalaciones, más las deudas $ 19.998,60 m/n.
El 16 de mayo de 1906, sale nuevamente a remate, quedando nuevamente desierta por falta de interesados lo que lleva al banco a rebajar la base, fijándose la subasta para el 11 de julio de ése año. Al fin, el remate tiene éxito y es adquirido en la suma de $ 31.000 m/m más la deuda hipotecaria que había sido reducida a $ 17.999 (la deuda fiscal había quedado condonada por el gobierno provincial para facilitar la venta) siendo adjudicada al Sr. Agusto S. Rivero.
Su nuevo propietario, teniendo encuentra la gran cantidad de obreros que estaban trabajando en las obras del “puerto nuevo o dársena interior”, hace remodelar las instalaciones de la fábrica, en departamentos, para ser alquilados, transformándose en una casa de inquilinato (conventillo en la jerga popular) hasta su demolición en el año 1928.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos. Texto extraído de la publicación de Rousseaux, Andrés René “Desde la fábrica de aguardiente “La uruguaya” al molino harinero “Concepción”
Imagen de c. 1875, se puede ver a la comandancia con sólo su planta baja.
El 25 de junio de 1783, don Tomas de Rocamora funda la ciudad de Concepción del Uruguay, definiendo la ubicación los edificios más importantes en torno a la plaza principal, entre ellos menciona a la iglesia, hospital, escuela, cabildo y cárcel, como también puentes y caminos, los que podían ser “solventados con el tercio correspondiente al rey, para no agravar la situación de la población muy pobre y recién llegada….”, aunque no se sabe si este último edificio se hubiera construido. Seguramente en el Cabildo, sede de las autoridades fue también el lugar destinado como cárcel en los primeros tiempos de la villa, este emblemático edificio estaba ubicado, según se cree en el solar N° 1, es decir dónde funcionó el teatro 1° de Mayo.
En el año 1834, se crea la “Policía de la provincia de Entre Ríos”, estableciéndose y organizando la justicia en el territorio de la provincia, siendo nuestra ciudad sede de uno de los departamentos Judiciales, ocupando para cumplir con sus funciones y atribuciones el de la “Comandancia”. Este antiguo, edificio que había pertenecido a una de las tradicionales familias de la ciudad y posteriormente ocupado por las autoridades provinciales, es reformado y ampliado en el año 1848, agregándosele un piso de alto, siendo la sede de: ”…las oficinas de la comandancia y del departamento de policía, teniendo las siguientes comodidades: una pieza de 8 varas, 1 salón de 16 varas, oficina de la comandancia de 9 varas, la “oficina de la policía de 5 varas. Además tiene una cuadra interior para tropa de pared de “material y techo pajizo de 30 varas de longitud, dos piezas para oficiales de material y techo “pajizo de 5 varas de lado cada una y calabozos de material….(no aclara la cantidad)”. Es decir, el edificio de la Comandancia además de ser asiento de la “Comandancia militar y Jefatura de la policía, fue utilizado como cárcel” (Referencia: 1 vara equivale a 83 cm aproximadamente)
Primeros dueños de los solares:
Existe una controversia sobre quienes fueron los primeros dueños de este solar, por su parte el profesor Oscar Fernando Urquiza Almandóz, en su Historia de Concepción del Uruguay, afirma que “En su origen el edificio había pertenecido a Juan Insiarte, pasando por herencia al poder del Dr. José Miguel Díaz Vélez abogado tucumano afincado en Concepción “Del Uruguay desde fines del siglo XVIII o principios del XIX, que estuviera casado Doña Tránsito Insiarte…”
Esta posición es compartida por el historiador concepcionero Andrés García en un artículo titulado “Historia de un Viejo Solar” al referirse al investigado y que fuera publicado por el diario “La Calle”.
Por otro lado María Del Carmen Miloslavich de Álvarez en su obra de investigación de las genealogías uruguayenses “Hace Un Largo Fondo De Años” al referirse a Don Julián Colman transcribe un documento que prueba que el mismo terreno perteneció a Julián Colman:
A Julián Colman, se le adjudica un terreno frente a la plaza del lado sur, dado que por escrituras probamos que allí estuvo su casa. Era casado con Doña Francisca Correa, que varios años más tarde vende el solar edificado con casa habitación, pozo de balde, cerca de palo a pique, etc. acorde la escritura o carta de venta siguiente
“Sépase por esta carta como yo, Francisca Correa , vecina de esta villa y viuda del finado Julián Colman, otorgo por ella que doy fe por mí y en nombre de mis herederos y sucesores y de los que de mi y ellos hubiere, título y causa, vendo y doy en venta real para siempre jamás a Agustín Urdinarrain del mismo vecindario y a quién sea su representante, una casa con pared, techo de paja y un galponcito que sirve de cocina, edificada en un cuarto de tierra de mi propiedad y que se incluye en ésta venta, lindando por el norte con la plaza principal, y por el sur y oeste con casa y fondos del Dr. José Miguel Díaz Vélez y por el este calle de por medio con Rafaél Morales, con todas las entradas y salidas y costumbres, “servidumbres y todo lo demás que le pertenecen y puede pertenecer de hecho y de derecho, libre de tributo, hipotecas, memorias y otros cargos. De que me satisfago y doy por otorgada y declaro que el valor de dicha casa y sitio cercado de palo de ñandubay son los referidos trescientos venticinco pesos por ello y del que más tener en cualquier forma le hago la gracia y donación, pura y perfecta y acabada al comprador Urdinarrain y renuncio la ley de Ordenamiento Real, parto, desisto, aparto de la acción, propiedad, señorío y posesión, título y traspaso en el dicho Don Agustín Urdinarrain, comprador en quien sabiéndose en su derecho lo sirva, cambie ,enajene a voluntad como dueño absoluto sin dependencia alguna. En la Villa de la Concepción Del Uruguay, a diez y ocho de marzo de mil ochocientos cinco y por no saber firmar, ruego y suplico que lo haga en mi nombre Don Josef De Urquiza, con los testigos presente. Firma a ruego de Francisca Correa Don Josef De Urquiza-Testigo Manuel Del Cerro”
Julián Colman, falleció en nuestra ciudad el 27 de octubre de 1800 habiendo sido un importante funcionario y uno de los primeros pobladores de la zona aún antes de 1783.
Entonces, para la historiadora María Del Carmen Miloslavich De Álvarez el terreno que había pertenecido al Dr. José Miguel Díaz Vélez estaría ubicado al sur de la propiedad de Julián Colman, en el lugar donde se encontraba la casona que fuera del Sr Luis Gonzaga Cerrudo, que con anterioridad había sido propiedad de Mariano Unzué, Ramón Fraga, Olegario Mabragaña Y José Canave.
En lo que no queda dudas, por estos antecedentes y otros que iremos analizando, que los solares de la manzana investigada no eran fiscales y pertenecieron a las antiguas familias.
El edificio de la Comandancia:
Siguiendo la Historia de Concepción del Uruguay del profesor Oscar Urquiza Almandóz, al referirse al edificio de la “La Comandancia” expresa que según un antiquísimo diseño rescatado por el historiador Benigno Teijeiro Martínez, “la construcción originaria habría sido de un sólo piso, de ladrillo revocado. Se hallaba ubicado en la intersección de las actuales calles San Martín y Moreno (…) La puerta principal daba frente a la plaza Ramírez, con tres ventanas hacía el este y cuatro hacia el oeste de dicha puerta (es decir frente de la calle San Martín) y sobre la calle Moreno presentaba tres ventanas”
En fecha sin precisar,(algunos autores hablan de 1840) el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos a cargo del General Justo José De Urquiza, sin mediar transferencia notarial alguna, tomó posición de la misma, disponiendo en el año 1848 se le efectuaran importantes refacciones , trabajos que se finalizan en agosto de 1850 constando el edificio de una pieza de 9 varas de lado, un salón de 16 varas, oficina de la comandancia de 9 varas, de la policía de 5 varas, además una cuadra interior para tropa de pared de material, techo pajizo de 30 varas de longitud, 2 piezas para oficiales de material y techo pajizo de 5 varas de lado cada una. (Referencia: 1 vara mide aproximadamente 83 cm.)
Al finalizarse la obra, como era tradicional en ésa época, se coloca frente del remodelado edificio el 9 de agosto de 1850, una placa de mármol blanco, esculpida por el hábil artista local D Salvador Ximenez, con la inscripción de: “El Gobierno del General Urquiza al Pueblo de Concepción Del Uruguay”
En el segundo plano catastral de Concepción del Uruguay, levantado por el arquitecto Augusto Picont en octubre de 1853 se puede observar una importante construcción de planta baja, que cubre prácticamente todo el solar de referencia.
El 1º de enero de 1861, en cumplimiento de disposiciones del año anterior se creó la Jefatura Política siendo nombra como titular de la misma al Coronel Pedro Melitón Gonzalez, pasando la antigua casona a ser asiento de la “Comandancia Política de la Ciudad“ organismo antecesor, de lo que años después será la municipalidad de la ciudad .
La muerte del general Urquiza
La trágica muerte del General Urquiza el 11 de abril de 1870 y los posteriores movimientos sediciosos encabezados por el General Ricardo López Jordán repercuten en el edificio de la Comandancia y en el nombre de las calles de la ciudad.
Entre otras medidas, para “borrar todo lo que se relacionara con la obra del General Urquiza” se dispone el retiro de la placa de mármol del frente del edificio de la comandancia que se había instalado en oportunidad de habilitarse las refacciones realizadas al edificio acorde impartida por el Ministro de Gobierno Jordanista D Secundido Zamora.
A las calles con nombres alusivos al general o a su gobierno, se les cambia de dominación entre ellas “Del Tonelero” o “Tonelero” por el de “Catamarca” (actual San Martín) manteniendo su nombre la calle “Libertad”( hoy Moreno), es decir las que corresponden a la esquina del edificio investigado,
A raíz de los acontecimientos, que siguieron a la muerte del General Urquiza, el edificio de “la Comandancia” fue utilizado como cuartel de las tropas nacionales que ocuparon la ciudad entre ellas el “Batallón Uruguay” y posteriormente el “Batallón Guardia Provincial de Buenos Aires”.
En años posteriores, al estallar los movimientos revolucionarios del 26 de julio de 1890 en Buenos Aires y la del 24 de octubre de 1893 de Santa Fe , el edificio fué el lugar de concentración de la Guardia Nacional de la ciudad.
La municipalidad de Concepción del Uruguay:
Durante el gobierno del Doctor Ramón Fevre (1875-1879) se construye el nuevo edificio para la “Jefatura Política y Juzgados”, al haberse constituido la municipalidad (1 de enero de 1873) había perdido parte de las amplías funciones que tenía, quedando reducidas a las netamente “policiales”.
El nuevo edificio, levantado en un predio propiedad de la provincia, calle de por medio del antiguo edificio de la “La Comandancia” corresponde al actual edificio de la Policía de Entre Ríos.
La autoridades municipales, que tenían su asiento en una de las casas del General D Manuel Antonio Urdinarrain, se trasladan al edificio de lo que fuera la comandancia frente a la Plaza Gral Ramírez.
La cesión del terreno y edificio que ocupara la “ex comandancia” por parte de la provincia – que por muchos años en la jerga popular mantuvo esta denominación hasta su demolición- corresponde exclusivamente al “solar “(un cuarto de manzana) de la esquinas de las actuales calles San Martín y Moreno.
La donación es aceptada por la Municipalidad de nuestra ciudad en la sección del 17 de julio de 1888 del Honorable Concejo Deliberante.
A través del análisis de antiguas fotografías del edificio referido, de las cuales algunas ilustran este trabajo, podemos inferir que a posteriori de la recepción del edificio de la “ex comandancia” por la municipalidad local, se construye “la planta alta sobre la calle San Martín” tal como se pudo apreciar hasta su demolición.
Edificio de “La Comandancia” ya con su primer piso, al fondo se puede ver la vieja cárcel de la ciudad.
En el mes de agosto de 1915, el Rector de la Escuela Normal de Maestras, recibe la orden de las autoridades del Ministerio de Educación de la Nación ,de trasladar todas las dependencias de la misma a su nuevo edificio -el actual- desde los lugares donde funcionaba, la ex residencia de la familia Urquiza calle 25 de Mayo esquina Galarza (posteriormente Correos y Telégrafos de la Nación) y del edificio que originalmente se había construido para la escuela ubicado en la esquina de las calles Independencia (hoy Supremo Entrerriano ) y Galarza, donde funcionaban los “cursos de aplicación.
Algunos años después, a fines de 1923 el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos a cargo de Ramón Mihura ofrece a la intendencia de la ciudad de Concepción del Uruguay la cesión definitiva del terreno y edificio de la ex Escuela Normal de Maestras a fin que en el edificio se instalen las oficinas municipales. Por Ordenanza Nº 570 de fecha 23 de enero de 1924, las autoridades locales aceptan la donación del aludido edificio de calle Galarza Nº 617 y a fines de 1928 ya se encuentra funcionando la municipalidad en ese edificio.
En el antiguo edificio de “la comandancia” -como se la seguía llamando en la jerga popular- continuaron funcionando algunas dependencias municipales como talleres de herrería y carpintería, depósitos de materiales y carros, asiento de la “banda de música municipal” y casa habitación del mayordomo.
En abril de 1930, la Intendencia cede en préstamo parte de las oficinas del antiguo edificio, para asiento de del Batallón de Boy Scouts “Domingo Faustino Sarmiento” y donde realizará sus ejercicios dominicales.
Demolición del antiguo edificio de la comandancia:
En agosto de 1938, el Intendente de la Municipalidad de Concepción Del Uruguay Dr. Agusto Germán Ravenna presenta a consideración del Honorable Concejo Deliberante un proyecto de ordenanza para disponer de una pequeña suma de dinero con destino a la demolición del antigüo edificio municipal (se refería a la Ex Comandancia), dado que técnicamente el mismo no admite ningún tipo de reparaciones, existiendo la posibilidad de un derrumbe con el potencial peligro que representa para las personas y propone construir un tapial “adecuado” para mantener el terreno cercado hasta se disponga sobre su futuro.
Las obras de demolición se ejecutaron en el año 1940. Sus nobles paredes de ladrillos de gruesos espesor y piedras fueron cayendo bajo el pico del progreso, quedando de la antigua Comandancia algunas partes de sus paredes exteriores sobre las calles Moreno y San Martín que dejaron de “ex profeso” como tapial circundante.
La Municipalidad local, mediante Ordenanza Nº 1205 de fecha 14 de noviembre de 1941 dispuso donar dos rejas correspondientes a la ventanas de la “Ex Comandancia” sean donada al Instituto Histórico Entrerriano de Andrés García encontrándose hoy gracias a este precavido concepcionero en el Museo Municipal que lleva su nombre.
De esta manera, sin pena ni gloria termina la existencia de esta histórica casona que tantos servicios prestara a la ciudad en sus primeros años de vida.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos. Texto extraído de la publicación de Rousseaux, Andrés René “Desde la Comandancia al Centro Cívico de Concepción de Uruguay”, Municipalidad de Concepción del Uruguay”, 2010
Foto de 1915, se puede ver la casa construida solo en parte
Este término es familiar para nosotros, y para las gentes de parroquia en general, por lo que no digo “la residencia del clero”. En los tiempos primitivos, el clero se alejó en casas particulares, pues no había más que la capilla. Como creo que ha debido hacerlo el Dr. López, que ha de haber residido en casa de su cuñado Sagastume; llamando la atención de que cuando atendía oficios de sepultura, echaba mano, como testigo en muchos casos, de su propio padre Dn. Bentura López.
También parecía que antes de la Revolución de Mayo, el Cabildo habría adjudicado al Dr. José Bonifacio Redruello, un solar contiguo a la Iglesia, presumiblemente con destino a residencia del Cura. Pero he de continuar en torno a la enajenación del terreno que rodeaba la Iglesia, hasta años después de construido el templo actual. Se ha llegado a afirmar que la Iglesia habría vendido esos terrenos. Pero no fue así. La enajenación fue ejecutada por el Gobierno de la Provincia, que consideró esas propiedades como fiscales. Pudo quizá procederse de otro modo. La Iglesia no reclamó el derecho de posesión que le asistía desde la fundación del pueblo, en que Tomás de Rocamora adjudicó toda la manzana para la Iglesia. Eran tierras realengas y estuvieron desde entonces destinadas a la iglesia y sus futuras instalaciones, como casa parroquial, escuela u otras. Pero esto tiene que ver también con aquello del ejercicio de Patronato, tomado tan a pecho por los diversos gobernantes, que cuidaron de no despojarse de él.
Foto anterior a 1903, puede verse que en el lugar dónde hoy está la Casa Parroquial se encuentra una pequeña pared. (Foto Mario Morasán)
El diez de enero de 1900, el Obispo del Paraná, Don Rosendo de la Lastra y Gordillo, libra un Auto que dice:”En vista de la urgente necesidad que hay, de que el Curato de la Concepción del Uruguay sea provisto de algunas habitaciones que proporcione alguna mediana comodidad a los párrocos, para su residencia, despacho parroquial del archivo; y careciendo dicha parroquia de los fondos necesarios para verificar esta obra. Por las presentes letras, autorizamos debidamente al Cura actual Pbro. Dr. Amancio J. Rodriguez, para que por medio de limosnas y suscripciones populares, proceda a la construcción de dos habitaciones a lo menos, en la parte de terreno perteneciente a la Iglesia que queda detrás de la misma; además se le permite que provisoriamente hasta tanto sea posible construir casa parroquial en debidas condiciones, pueda dividir la actual sacristía de la Iglesia por medio de un tabique que le proporcione una habitación mas para su comodidad. Dado en nuestro Palacio Episcopal del Paraná, a diez de enero de mil novecientos. Rosendo, Obispo del Paraná”.
Imagen de un álbum de 1820
Es decir que hasta mil novecientos, no había casa parroquial. Recién en 1903, el Gobierno de la Provincia, escritura a favor de la Iglesia, el terreno que ocupa hoy la Casa Parroquial, y -creo- la Biblioteca “La Buena Lectura”. Esta escrituración ha debido responder a gestión del Dr. Rodriguez.
Hallamos en el archivo parroquial dos propuestas para la construcción de la actual casa parroquial, firmadas por Santos Colombo, las que ofrecen ciertas variantes entre si. Una no tiene fecha y la otra es del 29 de marzo de 1899.
Con fecha “Paraná, Abril 30 de 1902”, firmado por un Sr. Rígoli, hemos hallado una copia heliográfica del “Proyecto de edificio para casa del cura en Uruguay”, y se trata del frente y corte, del edificio, el que al correr de los años fue ampliado por partes, en diferentes fechas.
“Es oportuno hacer notar que hoy, a la altura edilicia a que llegado Concepción del Uruguay, esta vieja construcción, ha cumplido su ciclo, y desdice de las proporciones y aspecto general de la ciudad de los alrededores del centro y Plaza General Ramírez y, lo que tal vez lo que debe ser considerado más a fondo: No llena las mínimas necesidades del número de clero que actúa en la Parroquia, de las actividades numerosas que allí se desarrollan, del número de instituciones que en ella están instaladas. Además, cree el autor que la Casa Parroquial, tiene todas las características de una importante Oficina Pública, que debe estar, por lo menos, a la altura de las diversas reparticiones de que se enorgullece Concepción del Uruguay, la Casa Parroquial está al servicio del bien público en una diversidad de aspectos, por lo que debe merecer la consideración de toda la población, como también de los poderes públicos”.
Nadal Sagastume, José A. “Nuestra Parroquia. Apuntes para la historia” (1975)
Banco Hipotecario Nacional, sede entre 1962 y 1990. (Foto: Mario Morasán)
Historia:
Casa propiedad de Doña Cándida Sagastume de Oliver (Esquina noroeste de calles Galarza y C., de Tucumán), sede entre 1921 y 1935.
Este Banco funcionaba desde el 9 de julio de 1897, en la casona del Coronel Pedro Melitón González, como agencia.
En la esquina noroeste en la intersección de las calles Galarza y Congreso de Tucumán, existía una casa propiedad de Doña Cándida Sagastume de Oliver. Esta residencia tenía: 8 habitaciones, 2 baños, 4 habitaciones de servicio 2 patios y cocheras.
En 1921, al encontrarse deshabitada, la adquiere el Banco Hipotecario Nacional para instalar su sucursal en C. del Uruguay (el BHN, fue fundado el 24 de septiembre de 1886, cuando bajo la presidencia de Julio Argentino Roca se sanciona la Ley Nº 1.804, que crea el Banco Hipotecario Nacional).
Sobre la derecha de la foto puede verse la mansión de la familia Chiloteguy
El Banco tenía la idea de edificar un moderno edificio en la zona céntrica, la oportunidad se presentó en 1929, cuando el Sr .Nicolás Castillo, propone la permuta de una propiedad y terreno sobre calle General Galarza y Supremo Entrerriano, la que fue aceptada.
El Banco Hipotecario Nacional continúa funcionando en Galarza y Congreso de Tucumán hasta fines de 1935, trasladándose a la mansión de calle 9 de Julio y Juan Domingo Perón, mansión de la familia Chiloteguy, hasta si instalación definitiva en su nuevo edificio inaugurado en el año 1962.
Edificio del Banco Hipotecario Nacional (Actual Juzgado Federal)
Desde su instalación en Concepción del Uruguay del Banco Hipotecario Nacional, primeramente como “Agencia” y posteriormente como “sucursal” el 9 de Julio de 1887, la entidad bancaria ocupó varios edificios arrendados, siendo desde el primer momento objetivo de sus autoridades contar con un edificio propio.
El 30 de Septiembre de 1929, el Banco Hipotecario Nacional, adquiere “por permuta” al Dr. Nicolás del Castillo, medio solar de manzana de aproximadamente 26 metros de frente sur sobre calle Galarza y 37 metros de fondo sobre calle 10 de Septiembre (actual Supremo Entrerriano a partir del año 1944) con la edificación existente, para construir el edificio de la sucursal de Concepción del Uruguay.
En la década de 1930, el edificio y terreno, es alquilado al Club Tomás de Rocamora, que se había fundado el 16 de Julio de 1926, donde establece su sede social y construye su cancha de básquetbol. El club funciona en este predio hasta el 20 de Octubre de 1956, que debe mudarse con motivo de iniciarse la construcción del edificio del banco.
El BHN en construcción (Foto: Mario Morasán)
Después de largas gestiones burocráticas, el 5 de Marzo de 1957 se la inicia la construcción de la sucursal Concepción del Uruguay del Banco Hipotecario Nacional que comprende de además de la sede propia del banco, una serie de departamentos para viviendas sobre la calle Galarza y Supremo Entrerriano, procediéndose a la demolición de la antigua casona.
El edificio del banco es inaugurado oficialmente el 17 de Septiembre de 1962, donde funciona hasta su cierre definitivo el 16 de Julio de 1990,
Los departamentos destinados a viviendas sobre calle Galarza Nº 622 (siete en total) son adquiridos por la entonces Prefectura Nacional Marítima (actual Prefectura Naval Argentina) para destinarlos a viviendas oficiales del personal superior que prestan servicios en Concepción del Uruguay en la suma de $ 15.904,000 m/n.
Al cesar sus actividades en Julio de 1990, el Banco Hipotecario, pone en venta el edificio, no logrando su propósito por falta de oferentes.
A partir de 1991, se inician los trámites para adquirir el edificio por parte de la justicia nacional, para destinarlo a sede del Juzgado Federal, previa adaptación y modernización.
El 15 de Abril de 1994 es adquirido por la Suprema Corte de Justicia procediéndose a importantes trabajos para adecuarlo a las necesidades del Juzgado Federal
A partir del lunes 30 de Noviembre de 1998, parte del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay comienza a funcionar en la nueva sede que es inaugurada oficialmente el 15 de Diciembre del mismo año.
Es de destacar que el predio del nuevo edificio del Juzgado Federal, se encuentra dentro del “casco histórico de la ciudad y tiene valor patrimonial, ya que la antigua casona que existiera en el lugar fue conocida como “La Casa de Gobernadores” dado que era destinada a casa habitación del gobernador de turno cuando Concepción del Uruguay fue Capital de la Provincia de Entre Ríos, posteriormente salón fotográfico y aulas de la Escuela Normal cuando funcionaba enfrente (Municipalidad Vieja)
El solar original (1/4 de manzana) perteneció a una de las más antiguas y tradicionales familias de la ciudad, los hermanos Calvento, Rafaela, María Manuela, Domitila, Norberta (novia del General Francisco Ramirez) y Marcelino que la habían recibido en herencia de sus padres y le fuera acordado “en propiedad” el 1º de Febrero de 1850 por el Alcalde del IV Cuartel .
Estos ceden el terreno “en donación perpetua” a su sobrina Etelvina Céspedes de Gonzalez (esposa del Coronel D. Pedro Melitón Gonzalez) quién el 14 de Enero de 1875 vende a la Sra Basilia Rosas de Czetz (esposa del Coronel D. León Czetz)
La casona y terreno, después de pasar por varios propietarios, es legada por los herederos de D. Juan Leo, que la venden el 30 de Septiembre de 1929 al Dr Nicólas del Castillo en la suma de $ 500 m/n, que a su vez lo entrega “a título de permuta” al Banco Hipotecario Nacional interviniendo el Escribano Bernardo Erpen .
Texto: Andrés Rousseaux, “Edificios del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay”, Concepción del Uruguay, Edificios con Historia, Tomo III