Nuestra provincia ha tenido la influencia del lenguaje que usaron los guaraníes. Tenemos ciudades, arroyos, cañadas, lagunas, islas, accidentes costeros que aún conservan los nombres impuestos por este pueblo. Claro que algunos se han contaminados con vocablos españoles.
La raza guaraní, no conoció la escritura, y, fueron muy conocedores de la botánica.
Llegan a Entre Ríos desde el norte de nuestro país, no se sabe bien en que época, pero se cree que fue para finales del año 1490. Se asentaron en la periferia de nuestra provincia en un grupo en las islas del delta del Paraná, otros entre Victoria y Diamante y un tercer grupo en islas del Uruguay, en inmediaciones de Concepción del Uruguay.
Su cultura basada en la cerámica, caracterizada por las pinturas con figuras geométricas, rojas y negras, sobre fondo blanco-amarillento. Este pueblo influyo sobre los Charrúas y Cainganes.
Hoy aun conservamos los nombres impuestos por ellos: Itapé: ita-pe, vocablo guaraní que significa, ita – piedra -, pe – chata. Etimología: piedra chata.
Lo genera a este topónimo el riacho que baña las costas de nuestra ciudad. Sobre la margen derecha, en el paraje La Salamanca, abundan piedras, con la particularidad que son chatas, debido a la erosión del agua.
Este riacho, cuando llegan los primeros habitantes blancos, le cambian el nombre por arroyo Vera, en homenaje a un vecino de apellido Vera Mujica. Con el tiempo recupera el nombre. Tacuara: ta-cuara, su etimología es Caña Hueca. Timbo: Ti-mbo, ti –humo-, mbo –hacer, nadar – etimológicamente seria Causar Humo.
La madera de este árbol no tiene aplicación, su combustión produce humo que hace arder los ojos. Los hay de dos variedades Timbo Blanco y Timbo Colorado. Ubajay: Iba – jhai, iba –fruta- y jhai – agrio, acido. Su etimología seria: Fruto Agrio Dulce. El fruto es codiciado por los entrerrianos, por tener propiedad curativa, digestiva y refrescante en verano. Yatay: hiata –duro- , i – pequeño, Su significado seria: Pequeño Fruto Duro.
Es una palmera, cuyo fruto comestible a manera de dátiles. Son las palmeras que tenemos en nuestro Parque Nacional El Palmar. Aguará: significa Zorro. Aguará–Guazú: Guazú significa grande. Etimológicamente seria Zorro Grande. Carpinchore: vocablo formado por contaminación de elementos de los idiomas guaraní y quichua. Carpin – el roedor-, mcho – asociado a re, significa arroyo-. Entonces su significado seria: Arroyo del Carpincho. Uruguay: Descompuesto el vocablo, tenemos: urú – pájaro -, qua – lugar o sitio -, i –agua –
Etimológicamente seria: Rio de los Pájaros
Algunos estudiosos de la lengua han dicho Rio de los Caracoles y otros, urú – gallina – y seria Región del Urú. Cambacuá: camba – se usa para el color de la persona- negro- y cua – cueva – . Su etimología, seria: Cueva de Negro. Calá: topónimo dudoso. De nuestra tradición entrerriana surge – “que se trata de una tribus que habitaba las costas de ese arroyo conocido de tiempos inmemoriales con esa denominación”.
Policarpo Dufo, sacerdote, en 1715 informa de la expedición que hizo sobre la provincia, “…visto esto determino al maestro de campo, caminar luego al punto llamado Calá, donde estaba la toldería desamparada y proseguí la marcha por la costa del Gualeguay…”
Es una palabra que no se han encontrado documentos que permitan descifrarla, se piensa que pudo ser el nombre de un cacique, mal pronunciado y mal escrito por los cronistas.
Edición: Civetta, Virginia y Ratto, Carlos. Bibliografía: López, Florencio, Toponimia de Entre Ríos, 1980
Vista antigua de la ciudad, se puede ver la comandancia de una sola planta. Calle “Del Tonelero”, hoy San Martín
En un artículo anterior, relatamos la vida de Tomás Lavín, uno de los primeros pobladores de la Villa de Concepción del Uruguay, hoy nos ocuparemos de uno de sus hijos, Melchor.
Portada del libro de Daniel Balmaceda de dónde fue extraído en relato
Cuando Liniers fue atrapado por Pepe Urien, cuando intentaba generar un movimiento contra revolucionario luego del cabildo del año 1810 no estaba solo. Lo acompañaba Melchor José Lavín, su secretario de 18 años de edad. Melchor había nacido pocas horas antes del día de Reyes de 1792 en Concepción del Uruguay (actual provincia de Entre Ríos). Viajó a estudiar Derecho a Córdoba, donde se encontraba el ex virrey, quien había decidido retirarse a vivir en el buen clima mediterráneo.
Liniers conoció a Lavín porque era compañero de estudios y amigo de su hijo José. Esto permitió que mantuvieran una respetuosa relación de confianza, a pesar de la diferencia de edad: para 1810 el francés Liniers tenía 60 años.
El ex virrey tuvo noticias de que algo podría estar tramándose en contra del gobierno y le escribió a Baltasar Hidalgo de Cisneros el 19 de mayo. Este pormenor aclara por sí solo que la historia de la Revolución no es lineal, como pretende explicarse a través de la Semana de Mayo: el 14 un buque inglés llega a Buenos Aires con noticias sobre España, el 18 se reúnen los patriotas en la casa de Rodríguez Peña, el 20 le piden al Virrey que convoque una asamblea, el 21 se reparten las esquelas, el 22 sesiona el Cabildo Abierto, el 23 se realiza el escrutinio de la reunión de vecinos, el 24 asume una junta que es rechazada y, en la meta, llegamos al desapacible 25 de mayo, luego de una semana de acontecimientos vertiginosos. Si fuera así, ¿por qué Liniers le envió a Cisneros una carta de advertencia por intermedio de Lavín, fechada el 19 de mayo en Córdoba?
Lo cierto es que el encargado de transportar la nota del ex virrey al virrey en ejercicio fue nada menos que Melchor Lavín. De la respuesta también se hizo cargo. Partió de Buenos Aires el 25 de mayo y llegó a la ciudad de Córdoba el 30 con las novedades. Esta carta es la que derivó en la reunión donde Liniers y Gutiérrez de la Concha resolvieron resistir.
Lavín tomó partido por la contrarrevolución y a partir de allí se convirtió en el ayudante de Santiago de Liniers. Nunca quedó claro si escapó cuando Urien capturó al francés o si se le perdonó la vida (Liniers, como se sabe fue fusilado). En definitiva, el chasqui de los realistas galopó al Alto Perú para sumarse a las filas de los soldados del Rey que combatirían a los sediciosos de Buenos Aires.
Su valor y empeño fueron premiados. Ascendió jerarquías y en 1814, con 22 años, era teniente coronel. Murió en Salta el 11 de julio de ese año. O al menos, eso informó la Gaceta de Buenos Aires del 9 de agosto de 1814. La noticia era que, en Salta, el bravo Pedro Zavala y sus gauchos vencieron a los realistas y que “el motivo de haberse retirado tan presurosamente los enemigos fue porque sus Gauchos (los de Zavala) habían herido mortalmente al famoso Comandante Teniente Coronel Melchor Lavín, al cual llevaron cargado hasta la Ciudad, donde ha muerto”. No sería ni el primero ni el último muerto de la prensa que gozaba de buena salud.
En 1816 Lavín fue gobernador de Tarija, ciudad que pasó de manos realistas a patriotas en varias oportunidades, ya que se hallaba en medio del principal frente de guerra. Lavín venció a las fuerzas republicanas en agosto de ese año. Y su fama de cruel pudo confirmarse ahí mismo. Tomó prisioneros en el campo de batalla, fusiló a muchos y al resto lo llevó hasta Tarija. En la plaza del pueblo colocó a los derrotados y organizó un drástico remate. Convocó a vecinos que se sumaron a la penosa diversión. Hubo cerca de ochenta que no recibieron ofertas para ser comprados.
El coronel Lavín mandó reunir a todo el pueblo tarijeño, dispuso parar a los prisioneros que no fueron comprados contra el paredón de la iglesia y ordenó a un pelotón que disparara en forma discrecional hasta agotar las balas. El fusilamiento masivo recién llegó a su fin cuando cayó el último de los soldados patriotas.
Acto seguido, el chasqui de los realistas llevó a cabo una siniestra parodia. Hizo que los vecinos notables de la ciudad se pararan delante de los cadáveres. Cada uno debía apoyar su espada en el cráneo de un muerto y jurar fidelidad a la causa del Rey. Fue en estas circunstancias que se dio un hecho grotesco.
Uno de los fusilados se había tirado al piso haciéndose el muerto con la intención de pasar desapercibido en el montón de cuerpos y salvar su vida. Pero al realizarse la ceremonia del juramento con las espadas, se incorporó y gritó: “¡Yo también juro!”. Lavín ordenó su ejecución en ese mismo instante, según cuenta Tomás de Iriarte, testigo de los hechos.
Su imprudencia y crueldad fueron muy malas cartas de presentación cuando el general José de la Serna asumió la comandancia de su ejército. Dispuesto a cambiar el estilo violento, tan poco político en ciudades que tenían buenos porcentajes de población que apoyaba a los absolutistas, corrió de la escena a los oficiales más duros. Esto hizo que la estrella de Lavín, el secretario de Liniers, se apagara.
A partir de la batalla de Maipú que decidió la suerte de Chile se realizaron drásticos cambios en la organización de las armas del Rey. Lavín estaba a punto de ser promovido para esa fecha, pero fue una víctima indirecta de esa batalla, que se perdió en un frente tan alejado de su zona de influencia.
En 1820, Melchor Lavín se sumó a la Logia Lautaro y se pasó de bando mientras se hallaba en Arequipa. Había concebido el plan de sublevar el pueblo y la guarnición en cuanto San Martín arribara a tierras del Perú para libertarlas. Un delator llevó a oídos del intolerante general español José Carratalá la historia del tránsfuga. Carratalá lo detuvo y lo envió a Cuzco para ser juzgado. Mientras se encontraba en la milenaria ciudad peruana planeó una revolución. Sin embargo, los realistas se enteraron y resolvieron atraparlo con las manos en la masa. La noche del 22 de marzo de 1821, cuando Lavín y sus hombres tiraron abajo la puerta del fuerte e ingresaron a la carrera, fueron recibidos con artillería de todos los calibres. Lavín murió al instante. Esa noche, el chasqui de los realistas se convirtió en otro de los tantos mártires de las independencias sudamericanas. Su muerte fue anunciada -otra vez- en la Gaceta de Buenos Aires. Cuando se cumplió el quincuagésimo aniversario del fallecimiento de Lavín, en 1871, la legislatura del Perú le concedió una pensión a su hija, Mercedes Lavín de Solá.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto, transcripción textual de Balmaceda Daniel, “Historia de Corceles y de Acero, de 1810 a 1821”, Editorial Sudamericana, 2010.
Acceso al cementerio municipal en la década de 1970 (Foto: Mario Soria)
Se trata del mausoleo del general Apolinario Almada, que se halla en el cementerio local, unos metros al oeste del sepulcro del poeta Delio Panizza.
Apolinario Almada es un poco desconocido para el gran público, pese a haber tenido una actuación destacada en todo lo que fue la creación de la República.
Nació en el partido del Arroyo de la China el 10 de enero de 1792. Fueron sus padres, Agustín Almada, procedente de la provincia que es hoy Paraguay, y María Magdalena Jordán, hermana de la porteña Tadea, madre de Francisco Ramírez y Ricardo López Jordán (padre). Se hallaba en Concepción del Uruguay, estudiando cuando se produjeron las Invasiones Inglesas, alistándose, entonces, en un cuerpo de milicias que se improvisó. Tenía 14 años.
Más adelante formó parte del ejército de su primo Francisco Ramírez. Actuó en las luchas contra las fuerzas directoriales. Estuvo en cepeda. Peleó contra Artigas en la memorable acción de ”La bajada”, el 24 de junio de 1820, dónde se logro el triunfo total del ramirismo sobre el artiguismo.
Muerto Ramírez, Almada continuó su carrera militar a las órdenes del general Urquiza, mandando un escuadrón de Dragones tomando parte en numerosas acciones de guerra, tales como Pago Largo, Cagancha, Don Cristóbal, Sauce Grande. Participó en la derrota inflingida por Urquiza al general Rivera en India Muerta, el 27 de maro de 1845.
En la batalla de Vences, el 27 de noviembre de 1847, el entonces coronel Almada fue gravemente herido y se temió por su vida.
Tomo parte en la campaña de Caseros a comienzo de 1852, asistiendo a la acción de los “Campos de Álvarez”, contra la columna del coronel Hilario Lagos. Su comportamiento mereció una mención especial de su jefe inmediato, el coronel Miguel Galarza. En la batalla del 3 de febrero mandó una de las divisiones entrerrianas que constituyeron la columna flanqueadora extrema izquierda, bajo el mando inmediato del general Benjamín Virasoro.
Participó en la defensa y desbarató la invasión a Concepción del Uruguay encabezada por los generales Juan Madariaga y Manuel Hornos.
El general Almada revistió en la plana mayor de Concepción del Uruguay hasta julio de 1860. Falleció en Paysandú el 21 de mayo de 1872, exiliado por tomar parte de las fuerzas de López Jordán (h), siendo brigadier general de la Nación. (N del A: María Miloslavich dice que su exilio se debió a que formaba parte de los leales a Urquiza y que su deceso fue en 1871).
Había contraído enlace el 8 de julio de 1846 con Máxima Funes. Uno de sus hijos, el Dr. Alejo Almada ha tenido destacada actuación en la provincia de Entre Ríos.
Ubicación del supuesto panteón del Gral. Almada
Años después, al haberse calmado un poco los ánimos, sus familiares traen sus restos el 18 de agosto de 1875, siendo depositados en un panteón que había sido mandado a construir por su esposa.
La Comisión de Lugares y Monumentos Históricos, presidida por la Sra. María del Carmen Miloslavich de Álvarez, se ha dirigido en reiteradas oportunidades al gobierno de la provincia solicitándole se declare Monumento Histórico al referido mausoleo, que sería también aprovechado para depositar en él a tantos otros locales olvidados… Se tropezó con la más absurda indiferencia. Se olvido aquello que “El presente es el hijo del pasado”.
Hoy (en 1971) el monumento presenta sus mármoles rajados, telarañas, yuyos en su interior y los herrajes herrumbrados. Triste recuerdo en la muerte de quien arriesgo su vida por la patria en aquellos decisivos momentos de nuestra historia.
Supuesto panteón del General Apolinario Almada
En la actualidad, si bien fue imposible confirmarlo oficialmente, ya que la Arq. Ana Almeida no encontró en los archivos del cementerio que pudo consultar, dato alguno del ingreso del cuerpo de Almada y por lo tanto ningún lugar posible dónde este hubiera estado. El autor de la nota habla que este sepulcro estaba ubicado “…unos metros al oeste del sepulcro del poeta Delio Panizza”. Por unos planos pertenecientes al Cementerio Municipal, y que datan del año 1978, se puede ubicar en el extremo este de la manzana N° 8 del cementerio un panteón ubicado a 45% respecto de los demás, el identificado con el N° 9 que dice “Flia Gral ALMADA”. Hoy ese panteón , si bien tiene féretros en su interior, no esta identificado por fuera, estando borrada la inscripción en su frente.
Desde ya que esto no debe verse como una crítica a los actuales poseedores de los panteones, en caso que alguno hubiera sido del Gral. Amada, sino un llamado de atención a las autoridades municipales vinculadas con la cultura, principalmente, y el turismo, ya que nuestro cementerio tiene mucho valor desde el punto de vista histórico
Creemos que para que estas cosas no vuelvan a pasar se debe realizar un inventario real de todas las tumbas y panteones de la necrópolis municipal y de esta manera poder resguardar la memoria de los grande hombres y mujeres que hoy se encuentran en este lugar, antes que el paso del tiempo borre indefectiblemente esta parte de la memoria de la comunidad
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio sobre un artículo sin firma publicado en el suplemento aniversario del Diario “La calle” del 6 de enero de 1973 “Misceláneas históricas. Retazos del acontecer Uruguayense”.
Capilla La Concepción, ubicada en el lugar del primer asentamiento de la futura Villa de Concepción del Uruguay, actos por el bicentenarios de la fundación. (Foto: Mario Soria)
En el año 1988, la historiadora local María del Carmen Miloslavich de Álvarez, publica el libro “Hace un largo fondo de años, genealogía Uruguayense”, en este interesante trabajo narra las historias de los primeros pobladores de la Villa de Concepción del Uruguay, tomando como base el censo mandado a levantar en 1820 por Francisco Ramírez. Esta obra se cuenta el origen y los descendientes de 44 familias “fundadoras” de la villa, algunos desconocidos para la mayoría, como José Albizu, Blas Cristaldo, Agustín Larrachau o Ventura López y de otros mucho más conocidos, en varios de estos casos nos hemos ocupado en este grupo, tal el caso de José Miguel Díaz Vélez, Tadea F. Jordán, José Bonifacio Redruello, Agustín Urdinarrain o Josef de Urquiza entre otros.
En este artículo, nos ocuparemos primero del fundador de la familia, Tomás Antonio Lavín.
Don Tomas Antonio Lavín, habría llegado desde su lejana Patria (era nacido en Matienzo, España), por el año 1780; aquí formó su hogar teniendo varios hijos.
Comerciante, hacendado y destacado edil de nuestra Villa, ocupó en diversos años distintos cargos en el Cabildo; Alcalde, en 1788; Regidor, en 1797; Alcalde Ordinario, en 1805; (época del famoso informe caratulado: “Representación a su Majestad”) y Síndico, en 1806.
Fue un hombre de gran visión al que se le deben importantes iniciativas para el progreso de la recién fundada Villa de la Concepción del Uruguay. A su iniciativa siendo Alcalde en 1805, se inoculó en esta Villa por primera vez, la vacuna contra la viruela. Ese mismo año dirige al Rey una petición a favor de los pueblos de Entre Ríos, fundados por Rocamora, petitorio que consta de 96 páginas y es un interesante alegato en favor de estas Villas, las cuales, después de la fundación quedaron prácticamente abandonadas por la autoridad virreinal. El original de este documento ha vuelto a su lugar de origen, gracias a la gestión del entonces intendente de Concepción del Uruguay, Profesor Miguel Ángel Gregori, que en 1979, lo recuperó en la Casa Pardo de Buenos Aires. El valioso documento pertenecía a la colección Carlos Correa Luna, del cual fue adquirido y actualmente se halla en custodia en la Biblioteca del Colegio “Justo José de Urquiza”.
Siendo Capitán de Milicias, en octubre de 1806, en ausencia del Comandante Josef de Urquiza, convocó a las milicias de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción de Uruguay, para acudir en defensa de Montevideo a solicitud del Virrey Sobremonte.
Su matrimonio consagrado en nuestra entonces Parroquia de “San Sebastián” (porque así figura en la carátula del primer Libro de matrimonios) reza así: “En 13 de agosto de 1788, habiendo pedido justificación de libertad Don Tomás Lavín, natural de Matienzo, en el valle de Nuezca, hijo legítimo de josé Lavín y Manuela Ascona, naturales del expresado lugar, se publicaron en tres días festivos que fueron: el 13,20 y 27 de julio del expresado año del 88, al tiempo del ofertorio de la misa Parroquial, las tres conciliares proclamas sobre el matrimonio que libremente intentaban contraer Don Tomás Antonio Lavín, con Doña Josefa Chávez, natural de la baxada de Santa Fé, hija legítima de Don Pedro Chávez y Doña Ignacia Vega, de la ciudad de Corrientes y no resultando impedimento alguno canónico y estando hábiles en la Doctrina Cristiana, Yo, josé Basilio López, Cura Vicario de esta Parroquia de la Concepción del Uruguay, desposé en ella por palabras de presente, según forma de nuestra Madre la Santa Iglesia a los referidos Don
Tomas Lavín y Doña Josefa Chávez, habiendo antes advertido y entendido sus mutuos consentimientos de que por mí fueron recíprocamente preguntados; asimismo, el día 16 del mismo mes y año recibieron las solemnes bendiciones los referidos desposados con la misa nupcial en la que comulgaron, siendo testigos de uno y otro caso. Don Francisco González y Doña Isabel del Mármol (hija del primer Alcalde de Concepción del Uruguay, nombrado por Tomás de Rocamora). Lo que certifico José Basilio López.
Los Lavín estaban emparentados con los Telechea, otro importante comerciante de esta Villa. Don Francisco Telechea, era casado con una hermana de la esposa de Lavín.
Doña Josefa de la Cruz Chávez, nació en 1767 y casó con Don Tomás Lavín, a los 21 años.
En el Registro de la Propiedad de esta ciudad de Concepción del Uruguay, se a hallado una escritura mediante la cual ubicamos el lugar en que se hallaba la propiedad en que residía la familia Lavín, corroborando también porque en ese mismo lugar aparece viviendo en el Censo de 1820.
La escritura pertenece al escribano José María Castro y se halla en el protocolo del año 1859. Dice así: “Don José García Sobral, de la ciudad de Gualeguaychú, en representación de las señoras Juana y Antonia Lavín, hijas legítimas de Tomás Antonio Lavín, y únicas herederas, escrituran la casa que está situada en esta ciudad (Concepción el Uruguay) calle por medio con la Plaza General Ramírez y sobre las calles Ciencias (Hoy Galarza), por el sur; Libertad (hoy 25 de Mayo), por el este y tiene por linderos: al norte, Rafael Paradelo y Doña Irene Espino; por el este, calle por medio, con Doña ,Matilde Urquiza de Montero y por el oeste, Juan Jorge.
Esta venta se hace a Don Justo José de Urquiza, el 30 de Noviembre de 1860 (José María Castro; folio 330).
Por esta escritura se puede saber fehacientemente que el lugar donde se encuentra el Correo, es decir, la casa que edificó Urquiza, fue el solar de la familia Lavín. Presumiblemente este solar había sido cedido por el Cabildo a Don Tomás Antonio Lavín.
Sus hijos por orden de edad eran: Juana Josefa, nacida el 24 de febrero de 1789; sus padrinos: José Barquín y Manuela Araujo (Libro I; Folio: 15); Melchor, 10 de enero de 1792; padrinos: Pedro Prellezo e Isidora Montiel (Libro I; Folio: 94); Roque Eusebio, el 6 de marzo de 1795; padrinos: Roque Martínez y Micaela Torregrosa (Libro I; folio: 173); María Antonia, el 24 de diciembre de 1796; padrinos: Francisco García Petisco (Alcalde de Gualeguaychú) y Micaela Torregrosa (Libro I; folio: 205); Tomás, el 24 de febrero de 1801; padrinos: Capitán de Blandengues, Pedro Pacheco (personaje de destacada actuación, en cuyo nombre y como apoderado tuvo en sus brazos y presentó a pila su hermano Melchor Lavín (Libro I; folio:290), María Manuela, el 5 de diciembre de 1804; padrinos: Francisco Cortinas y Andrea Telechea (Libro 2; folio:93); Francisco Antonio, el 15 de febrero de 1807; padrinos: Francisco García Petisco y Juana Lavín (Libro 2; folio: 315); Manuel Antonio, el 15 de febrero de 1808; padrinos: José Antonio Pose de Leys y Andrea Telechea (Libro 2; folio:347).
Uno de los hijos mayores de Don Antonio Lavín, Melchor, teniente del ejército español (su padre era un ferviente realista), incorporado a la causa realista lleva en tres días el parte de la Revolución de Mayo a Córdoba, al ex-Virrey Santiago de Liniers y Bremond (Conde de Buenos Aires). Más tarde, Melchor Lavín, siendo Coronel del Ejército Argentino, muere en la toma del Callao.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio
Pirámide plaza General Ramírez, primer homenaje al caudillo entrerriano
Muerte y sepultura de Ramírez: ¿Dónde están sus restos?
Días pasados vimos la información de que asesorado por el Prof. Eduardo Lázzari, la municipalidad de Concepción del Uruguay intentará “repatriar” los restos del ex presidente Frondizi con el argumento que vivió y estudio un tiempo en esta ciudad. Más allá de la importancia de su figura en el marco actual de la política Argentina (y lo controversial que es con motivo del poco tiempo que ha pasado de su muerte), no creemos que esto se justifique ni que ayude a posicionar a nuestra ciudad como un destino de turismo histórico, máxime cuando uno de los, tal vez, dos hombres más gravitantes de nuestra y de la historia del país y la región, el general Ramírez se encuentra “desaparecido” y sus restos sepultados fuera de nuestra ciudad y provincia. Ramírez, es todavía una figura que se suele discutir y disminuir (sin motivos para nosotros) más allá de su meritos como caudillo y de su acción en el corto tiempo de su gobierno, solo baste como ejemplo que la autovía 14 se llama Artigas (del que no negamos sus valía), en lugar de Ramírez. Este intento por menospreciar a Ramírez, no fue siempre así y fe de ello es la erección en 1827 de la pirámide en su homenaje por iniciativa de justo José de Urquiza.
Lo cierto es que en la ciudad, provincia y país se han tratado y concretado numerosos proyectos para repatriar restos de personajes de la historia, baste como ejemplo Rosas y López Jordán, este último a Paraná, cuando debió haber sido traído a Concepción del Uruguay, de dónde es oriunda su familia. Pero lo llamativo es que nunca, que se sepa, ningún político o institución intentó hallar los restos mortales del Supremo Entrerriano y luego poder traerlos a nuestra ciudad dónde se le podría brindar ese homenaje que tanto le debemos, es importante destacar que la ciencia actual permite contar con mayores herramientas y experiencia de las que se contaba en ese momento, de las cuales hay sobrados casos notorios.
Este año, una delegación encabezada por el gobernador Bordet y el presidente municipal Lauritto concurrieron a rendirle homenaje en un monumento levantado en tierras cordobesas dónde el caudillo perdió la vida, algo que resulta auspicioso en el contexto al que hacemos referencia.
Esta introducción sirve para intentar reflotar el proyecto que Rubén Bourlot elaborara en noviembre de 1998 y del que también participaron como colaboradores Roque Minatta, Juan A. Izaguirre y Ximena Brun y que llevara como título “Proyecto de repatriación de los restos de general Francisco Ramírez”.
Este trabajo, fue editado por los administradores, debido a su extensión.
Es nuestra esperanza que este proyecto pueda ser reflotado y por fin a casi los doscientos años de su muerte se encare con firmeza y proyecto de hallar sus restos y darle sepultura en nuestra ciudad.
La Muerte de Ramírez
El 10 de julio de 1321, a 8 kilómetros al norte de San Francisco Viejo (Córdoba) y a unos 2 kilómetros al sur de Las Piedritas de Río Seco, las diezmadas tropas al mando del Supremo Entrerriano, general Francisco Ramirez, fueron alcanzadas por las fuerzas combinadas de Santa Fe y Córdoba Los cordobeses estaban al mando del teniente Juan Clemente Oliva y acompañados por el gobernador sustituto de la Provincia coronel Francisco Bedoya; en tanto que los santafecinos estaban al mando del comandante Juan Luis Orrego. El gobernador de esa provincia, Estanislao Lopez se había quedado en retaguardia. El encuentro se produjo a la mañana de ese día y se prolongó hasta la puesta del sol. Conservando aún unos 200 hombres, Ramirez intentó escapar hacía el norte para llegar hasta Santiago del Estero, pero en esta circunstancia los enemigos atraparon a La Delfina, compañera inseparable del caudillo entrerriano. Ramón S. Lassaga narra el hacho de esta manera: “Ramirez, notando la prisión de su adorada (…) dio vuelta su caballo y, blandiendo la lanza, cayo, como un tigre sobre sus enemigos (…). El capitán Maldonado disparó sobre Ramírez un pistoletazo a quemarropa (…). Cayo Ramírez sobre el pescuezo de su caballo que asustado disparó, dando por tierra con su jinete que rodó exánime envuelta la cabeza en los pliegos de su poncho. (…) Su cabeza me cortada (…) por (el) soldado Pedraza, trompa de órdenes del comandante Orrego; y Bedoya envió aquel trofeo sangriento al general López (…).”
Lo relatado por el historiador santafecino coincide con lo escrito por Martín Ruiz Moreno, que se Fundamento en las memorias de los generales Anacleto Medina y Miguel Gerónimo Galarza, oficiales de las tropas de Ramirez que intervinieron en la batalla de Rio Seco. Esta versión también tiene coincidencia con la aportada por Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano, sobre la base de referencias verbales del general Anacleto Medina y del coronel Ramón Cáceres.
Existe una versión distinta que niega la muerte romántica de Ramirez en su intento por salvar a La Delfina. Está contenida en unas memorias atribuidas al general Anacleto Medina que aparecieron publicadas en 1895 en el periódico El Porvenir Militar de Buenos Aires. Según esta publicación el caudillo entrerriano fue alcanzado por una bala cuando, al descubrir a un soldado de su tropa que se había pasado al bando enemigo, volvió para atraparlo y castigado. La historiadora Beatriz Bosch toma el relato como veraz en tanto que Martiniano Leguizamón niega la autenticidad del documento. Otros historiadores como Leandro Ruiz Moreno, Rodolfo Coll, Santiago Moritán y Facundo Arce tampoco dan crédito a esas supuestas memorias
Acerca de la manera en que fue muerto existen coincidencias en que fue un pistoletazo disparado por el capitán Maldonado pero difieren respecto del lugar del impacto. Ramón S. Lassaga y Aníbal S. Vázquez” sostienen que el disparo impactó “en el pecho”, en tamo que otros dicen que fue “en el mentón” o “debajo de la barba”. Este detalle interesa para una futura identificación del cráneo del caudillo.
Muerto el Supremo algunos soldados intentaron salvar su cuerpo de las manos del enemigo. Según las memorias de Anacleto Medina, un soldado apodado “El Flaco” trato de subirlo a su cabalgadura pero se le cayó y tuvo que abandonarlo. La Delfina, en tanto escapó protegida por los generales Medina, Galarza y el cura Monterroso, rumbo a Santiago del Estero. Finalmente la amante del Supremo retorno a Entre Ríos en compañía del general Medina. Finalmente, la Delfina fallecería en la ciudad de Concepción del Uruguay el 28 de junio de 1839.
La cabeza del Supremo
Los restos mortales del Caudillo quedaron en el campo de batalla y el soldado Nicolás Pedraza, trompa de órdenes de José Luis Orrego, le seccionó la cabeza.
Manuel Mantilla sostiene que lo hizo cumpliendo órdenes del capitán santafesino Maldonado, en tanto Martín Ruiz Moreno escribe que “el jefe que mandaba la fuerza que perseguía a Ramirez mandó a cortarle la cabeza”`.”
Con el macabro trofeo el comandante Orrego se dirigió aI gobernador interino de Córdoba, Francisco Bedoya, que dispuso enviarlo a López junto con el correspondiente parte de batalla. Según Ramón I. Cárcano la cabeza de Ramírez fue llevada a Córdoba, en la punta de una lanza por el teniente Juan Clemente Oliva. Bartolomé Mitre así lo sugiere cuando relata por boca de Dalmasio Vélez Sarsfield, que “al pasar por Córdoba. López fue visitado en su campamento por muchas personas notables de la ciudad que salieron a felicitarle. Los recibió sentado al lado de una pequeña mera de tijeras, encima de la cual estaba la cabeza de Ramírez y en la cual despachaba su correspondencia en compañía de su secretario Juan Francisco Seguí. No obstante está documentado que López se encontraba en el campamento de Puesto de Fierro el 11 de julio, día que firmó sendas notas al gobernador sustituto de Santa Fe, al Cabildo y a la Junta de la Provincia con el parte de la batalla y el envío de la cabeza con la orden de embalsamarla y exhibirla en lugar público.
Se presume que la cabeza fue remitida con la mayor celeridad considerando que debía ser “embalsamada si se pudiese, o disecada por el cirujano” según la orden dada por López a Méndez. Teniendo en cuenta la distancia entre las proximidades de San Francisco, donde estaba López y la capital santafecina, no debería tardar más de una o dos jornadas. Diez de Andino, en su Diario escribió: “El 16, nublado, viento norte frio. Como a las diez del día llegó parte oficial del gobernador López, de las Higuerillas, camino de Santiago, por Córdoba, que el 10 del corriente alcanzó al general Ramírez con su división (…) y mandó la cabeza y está puesta en esta plaza”.
Por lo que se deduce que ames del 16 ya estuvo en Santa Fe y se le practicó el trabajo de preservación. Urbano de Iriondo, también contemporáneo de estos sucesos, escribió en sus “Apuntes para la historia de Santa Fe” que la cabeza fue enviada envuelta en un cuero de carnero. Vicente Fidel López escribe que la misma fue llevada “atada a los tientos del caballo de un indio”
Preservación y exhibición de la cabeza de Ramírez
Las autoridades residentes en la capital, procedieron a cumplir con lo ordenado por López. El gobernador sustituto Méndez le entrego la cabeza al cirujano, el protomédico Manuel Rodriguez, suegro del Brigadier López. Este era uno de los pocos médicos que ejercían en la provincia. Prestigioso vecino, profesor de cirugía, nacido en España en 1770 y fundador de la primera leprosería en el país en 1824. Estaba casado con Francisca del Fresno con quien tuvo tres hijos y veintiuna hijas. La casa de Rodríguez se conserva actualmente, contigua a la que habitaba su yerno (esta última es la actual sede del Archivo General de la Provincia y Monumento Histórico Nacional). Un relato transmitido oralmente a Agenor Rodríguez Sañudo, vecino de Sama Fe, ilustra sobre la circunstancia del traslado de la cabeza de Ramirez a la casa de Rodríguez: “Les cuerno una anécdota, los familiares de la Manuela, la mujer del mulato López, el general López. La hija de Rodriguez. Manuela Rodriguez, ve al padre que llega con la cabeza en una canasta y ahí la hija se había dado cuenta, porque siempre que el padre se iba traía un pollo u otra cosa que le regalaban. -¿Qué trae ahí papito?, ¿Tortita?. –Unas empanadas, le dijo. Y entonces Manuela destapó la canasta y se encontró con la cabeza… se fue al suelo desmayada”
Manuel Rodriguez realizó su trabajo como se lo había encargado López, según está documentado en la factura que extendió con fecha 23 de julio de 1821 por el “gasto ocasionado para preservar la cabeza del finado Supremo de Entre Ríos Don Francisco Ramírez. el que he verificado por mandamiento del Señor Comandante del 2° Escuadrón de Dragones de Ia Independencia D. José Ramón Méndez, Gobernador Sustituto de esta Provincia (…)”. Por la tarea Rodriguez cobró la suma de 42 pesos.
Cuando y quiénes sepultaron la cabeza de Ramírez
Para tratar de determinar la fecha aproximada en que fue sepultada la cabeza, hecho que no señalan los historiadores, se debe tener en cuenta el tiempo que estuvo expuesta. Se sabe que el 23 de julio ya estaba embalsamada o preservada y en condiciones de exhibirse, pero no sabemos cuándo terminó su trabajo el protomédico Rodriguez.
López ordenó que la cabeza “sea colocada un la Iglesia Matriz al frente de la bandera, en una jaula de cualquier metal”.
Según la tradición oral citada por los historiadores consultados, el padre Gregorio Aguiar se opuso terminantemente a la exposición de la cabeza en la Iglesia Matriz, por lo que el gobernador sustituto Méndez, ó el ministro Seguí habrían dispuesto que se la colocara en una de las arcadas del Cabildo, que también se encontraba frente a la plaza mayor de la ciudad. Así lo afirman Martin Ruiz Moreno, Benigno Teijeiro Martinez y Lucio Mansilla en sus Memorias, entre otros Urbano de lriondo, que vivió en esa época, relato en sus Apuntes que ante la negativa del cura Aguiar, la cabeza fue “guardada en la Casa de Gobierno”, también lo sostienen Juan José Álvarez y Manuel Mantilla. Diez de Andino, en tanto, apunta que el 16 de julio “está puesta en esta plaza”, coincidiendo con lo relatado por el citado Rodriguez Sañudo: “(…) estaba en la Plaza de Mayo, colgada la cabeza en una pica (…)”. Lo que interesa saber es cuándo fue retirada del lugar para ser sepultada. No se encontró documentación que determine una fecha. Urbano de Iriondo escribió en sus Apuntes que el gobernador López la hizo sepultar al llegar a Santa Fe, coincidente con la memoria de Álvarez y con Ramon Lassaga “(…) estuvo embalsamada hasta que López, después de regresar de su campaña, la hizo enterrar (…). Por la información que aporta Diez de Andino en su Diario, el 27 de julio “como a las diez del día entro el Gobernador López con la indiada que llevó a la jurisdicción de Córdoba en seguimiento del ya difunto General Ramírez”. Otros autores sostienen que estuvo exhibida durante “tres días”, o algunos días, y Rodriguez Sañudo dice “hacía más de una semana”. Si tomamos como fechas indicativas lo dicho por Diez de Andino que apunta que el 16 de julio, “está puesta en esta plaza” y el arribo de López el 27, podemos aseverar que estuvo expuesta once días.
Para determinar quién o quiénes intervinieron en el acto de darle “cristiana sepultura”, como sostiene la tradición, algunos de los autores ya citados afirman que fue “otro sacerdote” y no el cura Aguiar. Santiago Moritán nombra expresamente al padre José de Amenábar. Rodriguez Sañudo dice que “un cura fue y lo hablo a Manuel Rodriguez que le dijo -mire, vamos a sacar esto y vamos a enterrarlo porque es una barbaridad. Y de noche, a la medianoche, fueron el cura y Rodriguez y sacaron la cabeza y la enterraron. Ese cura era el superior de los mercedarios, no recuerdo su nombre”.”
Los autores también escriben que el gobernador bonaerense Martín Rodríguez habría sugerido que se dejara de exhibir el macabro trofeo. En Buenos Aires la noticia fue publicada el 19 de julio por la Gaceta de Buenos Aires a través de una carta enviada por “un sujeto respetable de la ciudad de Córdoba a otro de Buenos Aires”. Diez de Andino escribe que el 17 de julio salió para Buenos Aires Saturnino Viana “con parte de la cabeza de Ramírez”. En la capital la muerte del caudillo fue festejada con salvas y toques de campana. No Obstante El Argos de Buenos Aires publicó la noticia de la exhibición de la cabeza “deseando que allí cesase de ofrecerse al público un espectáculo a la vez horroroso y repugnante”.
Esta opinión de la prensa podría haber influido en el titular del ejecutivo bonaerense para que sugiriese a su aliado la sepultura de la cabeza y así apaciguar los ánimos.
El sitio de la sepultura
El centro de este trabajo que es saber cómo y dónde fue sepultada la cabeza del caudillo entrerriano.
Los autores consultados difieren en sus hipótesis pero ninguno aporta una fuente que sustente la misma, lo que supone que es de carácter oral o una mera tradición. Nos inclinamos por esta última posibilidad puesto que no se halló ninguna cita que hiciera referencia a testimonios orales, con excepción de Io escrito por Iriondo. Sería razonable suponer que hubo una disposición verbal del gobernador López, o que el padre José Amenábar, vicario de la Iglesia Matriz e influyente político de la época, hubiera recomendado la “cristiana sepultura” al propio gobernador. El historiador Urquiza Almandóz dice que no conoce “…ningún documento que testimonie esa solicitud (de Amenábar a López). Además, por las características del episodio, estimo que se trató de un pedido verbal y de una gestión personal del padre Amenábar. Teniendo en cuenta la situación política de la época el acto de inhumación se habría realizado reservadamente, sin ningún tipo de ceremonia, tal vez como lo dice Rodríguez Sañudo, en la oscuridad de una noche de invierno. Se trataba de cubrir cualquier intento de profanación o de rescate. Por ello no es muy probable la existencia de documentos escritos, al menos de carácter oficial.
Iglesias y Camposantos
Por aquella época la Iglesia era la que tenía a su cargo todo lo referente a nacimientos, matrimonios y defunciones. El Registro Civil de las personas aparecería hacia fines del siglo XIX, en los correspondientes cementerios municipales. En el periodo virreinal era una costumbre muy arraigada llevar a cabo las sepulturas en el interior de las iglesias o conventos, a pesar de las advertencias hechas por los cabildos para que se abandonara esta práctica. Algunas parroquias o congregaciones accedieron a accedieron a implementar campos santos, pero sólo para sepultar a personas de menor rango social. La Compañía de Jesús, radicada en Santa Fe hasta el siglo XVIII, abrió un cementerio “fuera de la iglesia, junto a la puerta traviesa (…)“, lindero al templo que hoy se denomina Nuestra Señora de los Milagros.
En los planos de Santa Fe podemos ubicar las iglesias, conventos y cementerios de la época. En una de 1771 se puede encontrar el convento de Santo Domingo, el de San Francisco, la iglesia Matriz, el convento Merced, el colegio de los jesuitas, la iglesia arruinada de San Roque y la capilla San Antonio.”
Un Segundo plano, confeccionado por Marcos Sastre mi 1624, muestra las construcciones existentes en un tiempo más cercano al echo estudiado.”Figuran los conventos de San Francisco, de Santo Domingo, la iglesia y colegio de la Merced (ex jesuitas), la iglesia matriz y su camposanto, denominado “de la Merced vieja”, (Construido sobre las ruinas del convento de los mercedarios.
Catalina Pistone, en su obra “El arte de Santa Fe”, afirma que a partir de 1814 “empiezan a aparecer los cementerios generales en Santa Fe, como por ejemplo el de la Merced, que figura también con la denominación de `padres observantes”, y el del convento de San Pablo. Primer Ermitaño (Santo Domingo”. A partir de la vigencia de estos, sepultaban simultáneamente en las iglesias como en los camposantos de ellas.
Las versiones de historiadores y cronistas
En la citada obra de Catalina Pistone se sugiere como probable que la cabeza de Ramirez fuera sepultada en el cementerio de la Merced, por ser el de la iglesia matriz es decir en el campo Santo “Merced vieja”. Urbano de Iriondo dice en su crónica que fue enterrado en el cementerio de la Merced. El autor diferencia, a lo largo de sus Apuntes, “cementerio de La Merced”, de “cementerio de la Merced Vieja“.” Esta versión la repite Benigno Teijeiro Martínez en su Historia de la Provincia de Entre Ríos.” Juan José Álvarez seguramente siguiendo a Iriondo, es más preciso y escribe “cementerio de la iglesia de la Merced”, y Ramón S. Lassaga dice que “López la hizo enterrar en la iglesia Merced”. Con mayor precisión Santiago Moritán sostiene que fue sepultada “en el cementerio privado, contiguo al templo de la Merced, entre restos de religiosos mercedarios y jesuitas. No hemos hallado aún la documentación que avala esta aseveración. Beatriz Bosch asegura que la cabeza “fue sepultada con al resto del cuerpo (sic) en el fondo del templo de los padres mercedarios”. En tanto para Martín Ruiz Moreno fue enterrada “en el cementerio que había detrás del convento de los dominicos”
Circulan versiones orales que difieren un tanto de las aportadas por los historiadores y cronistas consultados. El padre Rodolfo Ciuffo Párroco de San Vicente en Concepción del Uruguay pero oriundo de Santa Fe, comentó en una entrevista que “según una tradición oral que existía en la época, la cabeza de Ramírez fue enterrada en el atrio de la iglesia matriz” y otra tradición sostiene que la enterraron a 100 metros de la matriz. Rodriguez Sañudo sostuvo durante la citada entrevista que fue enterrado “en un lugar sagrado, debajo del altar de una iglesia”, y posteriormente confirmó que la cabeza fue sepultada “debajo del altar de la Merced, por la parte de atrás”, dato que le fue trasmitido por su padre y que provenía por tradición oral de Manuel Rodriguez, su antepasado.
Un comentario escuchado en Santa Fe también señala como probable lugar de sepultura el patio de la Casa de López, actualmente sede del Archivo Histórico de Santa Fe, contiguo al sitio donde estaba el extinguido cementerio de la Merced vieja.
Búsqueda en fuentes informativas
Ante la imposibilidad de determinar las fuentes precisas en la bibliografía consultada, la investigación se orientó a la búsqueda de indicios en periódicos de la época y en documentación perteneciente a personas o instituciones contemporáneas a los hechos.
Se determinó que en la región no se publicaban periódicos contemporáneos a los hechos. En Entre Ríos circuló “La Gaceta Federal” a partir de I819, pero cesó en los primeros meses de 1920. En diciembre de 1821 se fundó “EI Correo Ministerial de Paraná”, auspiciado por el gobernador Mansilla. En su colección no existe referencia alguna sobre los hechos.” En Santa Fe no se publicaban periódicos hasta 1826 cuando circulo “El Argentino” y más tarde algunos libelos redactados por el padre Castañera. En Buenos Aires circulaban “El Argos” y la “Gaceta de Buenos Aires ya nombrados, y los curiosos periódicos del Fraile Castañeda. Mariano Calvento cita a Castañeda que en uno de sus libelos escribió: “Al fin mi amigo Ramírez paró en lo que parará Carrera, y con lo que pararan los salteadores famosos”. Por lo demás la información proveniente de las provincias es escasa e imprecisa. Tampoco se encontraron indicios de reclamos por parte de familiares, personas conocidas o aliados políticos de Ramírez
En Entre Ríos la noticia se conoció oficialmente el 31 de julio por una circular del Supremo interino Ricardo Lopez Jordán mediante la cual mandaba a guardar duelo y rendir honores póstumos“ En este momento ya se habría producido la sepultura, pero no existe ningún indicio en el documento. También so anunciaba que se había solicitado un armisticio a Santa Fe y Buenos Aires, lo que fue aceptado con fecha 28 de agosto. En sus disposiciones se concedía la repatriación de los prisioneros.
En Concepción del Uruguay vivía Tadea Jordán, madre de Ramirez y de López Jordán, de conocida actividad política y comercial. En 1822 estuvo involucrada, con Gregorio Piriz y Anacleto Medina, en un levantamiento opositor al gobernador Lucio Mansilla y fue apresada por el comandante del Uruguay, Pedro Barrenechea. Murió en esa ciudad en 1827. También vivía en la misma ciudad la compañera de Ramírez, Maria Delfina o Delfina, que según las crónicas, muerto el caudillo, fue rescatada y trasladada por Anacleto Medina. No abundan datos de su vida posterior. Su muerte se registra en la parroquia de Concepción del Uruguay el 28 de junio de 1839.
No hay noticias de que la familia Calvento, de la cual Maria Norberta era la prometida de Ramírez haya efectuado reclamo alguno. Tampoco los partidarios políticos del caudillo dejaron algún tipo de documentación que aporte indicios su sepultura.
A partir de la revolución de Mansilla, producida el 23 de septiembre contra el Supremo Interino Ricardo Lopez Jordán; Gregorio Píriz, Anacleto Medina y Felipe Rodríguez, entre otros, estuvieron involucrados en intentos de rebelión para reinstalar a Lopez Jordán. Anacleto Medina y Miguel Gerónimo Galarza aportaron sus valiosas memorias a los historiadores Martin Ruíz Moreno y Bartolomé Mitre pero ninguno hizo referencia al hecho que nos ocupa. Del fraile Pedro Monterroso, que oficiaba de secretario de Ramírez se perdieron los rastros. Tampoco se pudo hallar información que hiciera referencia a reclamo o intento de localización por parte de hermanos de Ramirez, Jose y Margarita y de los otros siete que tuvo del segundo matrimonio de doña Tadea Jordán, de los cuales sólo tuvo destacada vida pública José Ricardo López Jordán. Consultado el historiador Fermín Chávez que dedicó parte importante de su obra a estudiar la trayectoria de Lopez Jordán, manifestó que no había hallado documentación alguna referida al tema. Para el historiador Urquiza Almandóz no le sorprende “que ni parientes ni funcionarios de alto rango hayan efectuado ningún reclamo a ese respecto (…). Ese tipo de reclamos no era usual en la época.
Orientada la búsqueda hacia los hombres de la iglesia, se investigó la documentación privada del padre José Amenábar en la búsqueda de anotaciones o comentarios sobre el tema. En el archivo General de la diócesis de Paraná se localizó parte del legajo del sacerdote, pero la documentación existente llega hasta 1815, época que asumió como párroco de la iglesia matriz de Santa Fe. El resto del legajo habría estado en el Arzobispado de Buenos Aires, cuyos archivos fueron seriamente dañados por un incendio. Fermín Chávez, que consulto gran parte de la documentación del Archivo General de la Nación, tampoco hallo referencia sobre Amenábar. El deán de la Catedral de Paraná por esa época, presbítero Juan Jose Álvarez, autor de Memoria histórica de la guerra civil, se limito a repetir la versión de Urbano de Iriondo sin aportar mayores detalles. En el Archivo Histórico y Administrativo de Entre Ríos se analizo la correspondencia entre el gobernador Mansilla (1821-1823) y Valentin Gómez -provisor del Arzobispado de Buenos Aires, luego funcionario del gabinete de Rivadavia y aliado en la polémica reforma eclesiástica llevada adelante en Buenos Aires-, así como las notas intercambiadas con funcionarios del interior de la Provincia. La documentación hace referencia a asuntos de carácter religioso como son los conflictos del gobierno entrerriano con Sacerdotes, entre otros el enfrentamiento con el propietario de la parroquia de Concepción del Uruguay, presbítero Juan José Castañar o Castañera. El sacerdote fue separado por sospechas de convivencia con los Caudillos opositores. De la documentación no surge referencia alguna sobre el tema. Concluida la gestión gubernativa de Mansilla, se inició una etapa de inestabilidad política conocida como la “anarquía entrerriana” y en 1831 asumió el gobierno Pascual Echagüe, oriundo de Santa Fe y aliado de López.
En el Archivo Mercedario de Córdoba se analizó la documentación del convento de Santa Fe, a cargo de los padres de la orden luego de la expulsión de los jesuitas, correspondiente al periodo 1810-1936, pero no se halló referencias al hecho. Parte de los libros de ingresos, gastos y de sepulturas se extraviaron. No obstante existen datos que permiten confirmar la relación estrecha de los padres mercedarios con la iglesia Matriz y con el poder político. En la iglesia de la Merced se efectuaron las exequias del cura de la iglesia matriz, Gregorio Aguiar muerto en 1823. También en el templo se realizo el velatorio del brigadier Estanislao López y en la nave central permanecen sepultados los restos de Juan Francisco Seguí.
En 1827/288 se rindió homenaje a Ramírez con la promulgación de una ley que ordeno construir una pirámide en la plaza principal de Concepción de Uruguay. Posteriormente, en 1853, siendo presidente, Justo José de Urquiza dispuso la reconstrucción de la citada pirámide y en 1892 el intendente de Concepción del Uruguay e historiador Benigno T. Martínez también refaccionó el monumento e hizo colocar placas alusivas. Pero en la documentación consultada referida a estas medidas no hay indicios de que se haya gestionado o investigado sobre el destino de los restos.
En Santa Fe se entrevisto a un descendiente de protomédico Manuel Rodriguez que aseguró poseer, por tradición familiar, la información de que la sepultura de Ramírez fue realizada debajo del altar de la iglesia de la Merced
Las Hipótesis
Al analizar cada una de las alternativas podíamos aproximarnos a una hipótesis. El camposanto de la iglesia Matriz, llamado Merced Vieja se construyó sobre las ruinas del viejo convento e iglesia de los padres mercedarios. A fines del Siglo XVIII las edificaciones de la congregación estaban en un estado ruinoso y por ellos solicitaron a la Junta Municipal de Temporalidades la cesión del colegio e Iglesia que habían pertenecido a los jesuitas hasta 1767. La Junta accedió al pedido a cambio de que cedieran “el antiguo convento y ranchería que se venderá por la Junta”, según se lee en el contrato suscripto entre los padres mercedarios y el Cabildo. En 1812, los dos solares, que ocupaban media manzana se vendieron, el ubicado en la esquina de calles 9 de Julio de Brigadier López, fue adquirida por Manuel Rodriguez donde edificó su vivienda y la de su yerno, Estanislao López; y el que da a 9 de Julio y Monseñor Zaspe lo compró Gabriel Lassaga, el viejo. En este ultimo terreno se encontraba el “casco desmantelado del viejo templo de los mercedarios.
Lassaga ofreció en donación esa parte del mismo para que se estableciera el campo santo de la iglesia Matriz. Este era el lugar donde se: “sepultaba a los pobres de solemnidad y a algunos esclavos libertos”. No era este un lugar seguro como para tener sepultada a una persona de la trascendencia política de Ramírez. Se consultaron los libros de muertos de la iglesia Matriz, del período correspondiente a 1821 sin que se halle referencia alguna sobre la citada sepultura. El cementerio funcionó hasta 1825. Actualmente el terreno está ocupado por la sede de EMAÚS, entidad de bien público.
Otro de los lugares señalados es el cementerio y convento de los dominicos. En el interior del convento se encuentran los restos del primer gobernador criollo de Santa Fe, Francisco Antonio Candiotti, del que fuera gobernador y Caudillo de Córdoba Juan Bautista Bustos, y del ex gobernador de Santa Fe, Domingo Cullen. No existe indicio que pueda fortalecer esta hipótesis y los archivos conventuales fueran destruidos por un incendio. Tampoco tiene asidero la hipótesis del convento y la iglesia de los franciscanos donde fueron sepultados Estanislao López y Manuel Rodriguez, se sabe que, hacia 1808, a esa iglesia se destino el altar del desmantelado templo de los mercedarios. En la iglesia matriz -actual catedral- se encuentran las sepulturas del padre José Amenábar y la de Simón de Iriondo y su esposa. Diez de Andino escribe que en este sitio se habría sepultado al entrerriano Monteverde jefe de la escuadrilla que continuo en combate después de la muerte de Ramírez. El 26 de julio, en la boca del Colastiné la flotilla entrerriana fue atacada por la porteña al mando de Leonardo Rosales. En el combate fue muerto Monteverde y su cuerpo conducido a Santa Fe por el doctor Seguí, y sepultado con toda grandeza en la Matriz. La iglesia que actualmente se denomina “Nuestra Señora de los Milagros es presumiblemente la referida por mayoría de los autores consultados cuando dicen “Iglesia de la Merced”, “templo de los padres mercedarios” o “cementerio de la iglesia de La Merced”.
A este templo se refiere Rodriguez Sañudo en su testimonio cuando dice que le cabeza de Ramirez fue enterrada “en el altar de los mercedarios. Abajo del altar por la parte de atrás”. La iglesia y el colegio adyacente fueron construidos por los jesuitas en el siglo XVII. Tras su expulsión en 1767 pasó a la Junta de Temporalidades. Durante unos años se traslado al lugar La iglesia Matriz y en 1793 sus instalaciones pasaron a ser ocupadas por la orden de los Mercedarios. A partir de esta época la iglesia se la conoció como de la Merced, y el colegio se llamó convento Mercedario de Santa Fe o de San Agustín. Los curas de esta orden también sepultaban en el interior de la iglesia y en el cementerio que da a calle Brigadier López donde enterraban “generalmente a las personas de menor rango, ya que las otras solían recibir sepultura de las iglesias”, nos dice Furlong y agrega un recuerdo personal: “A principios de esta centuria, cuando conocimos el cementerio (…), era un campo lleno de yuyos y malezas separado de la calle por una tapia baja, de unos dos metros (…), con una puertita en el centro”. Según este autor los mercedarios se apropiaron de las instalaciones pero fijaron la sede de la orden en la iglesia matriz.” Este hecho haría explicable una estrecha relación con los miembros de la orden y el vicario Amenábar o con los otros sacerdotes del clero como Gregorio Aguiar. En el libro de Ingresos del convento de Santa Fe hallamos la siguiente anotación: “Hoy lunes 19 (septiembre de 1825) se hizo el ajuste de este libro de ingresos y se halló haber entrado lo siguiente:
“(…) Ítem. Veinte pesos del responso y acompañamiento del cuerpo del finado Presb. Dn. Greg. Aguiar”
En el piso de La nave central podemos Observar una placa referida a la sepultura del ex secretario de Estanislao López, Juan F. Seguí, fallecido en 1834.
Otro dato de interés es que los restos del brigadier Estanislao López, muerto en 1838, fueron velados en la iglesia de la Merced. Las instalaciones estuvieron a cargo de los mercedarios hasta 1848, cuando murió el último de los padres de la orden, fray José Plácido Camacho. En 1862 retomó a Santa Fe la Compañía de Jesús con el objeto de fundar un colegio por invitación del presidente Derqui y a través de gestiones realizadas por el deán Juan José Álvarez. De esta manera los jesuitas recuperaron sus antiguas instalaciones. En Guillermo Furlong podemos seguir la historia del Colegio de la Inmaculada Concepción y de la iglesia Nuestra Señora de los Milagros. Los jesuitas llevaron a cabo un ambicioso plan de obras que incluyó ampliaciones en la iglesia. Entre 1920 y 1930 se agregaron las naves laterales, una de ollas ocupando el terreno donde estaba el cementerio y los restos que había en el lugar fueron recogidos en una cripta ubicada en el cementerio conocido como Piquete de Las Flores, en las afueras de Santa Fe”. En la década de 1980 el cementerio se desafecto y se demolieron las instalaciones, pasando parte de los restos a una cripta construida debajo de la nave lateral izquierda de la iglesia Nuestra Señora de los Milagros.
En el cementerio de la cripta observamos un medio centenar de restos reducidos depositados en urnas, de la cuales 16 no tenían ningún tipo de identificación.
Hacia 1936, con motivo de la coronación y traslado de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros al altar mayor se reconstruyeron sus techos y cielorrasos de la nave central, por lo que del antiguo templo sólo se conservan el frente y su altar mayor, y los techos en los cruceros y la cúpula que cubre el presbiterio.
Conclusiones
No se halló ningún documento escrito que determine fehacientemente el sitio de la sepultura de la cabeza de Francisco Ramírez. Si existen testimonios orales que se refieren al lugar y la tradición que sitúa la inhumación “a cien metros de la Matriz”. El único relato de un testigo de los hechos de la época corresponde a Urbano de lriondo que menciona el “cementerio de la Merced”.
Del análisis de los citados testimonios y de la bibliografía consultada se pudo reunir un cúmulo de indicios que fundamentan la hipótesis de la iglesia u oratorio que actualmente se denomina Nuestra Señora de los Milagros como sitio de la sepultura de la cabeza de Ramirez, efectuada con la asistencia de un sacerdote del entonces convento mercedario de San Agustín. El sitio exacto podría ser el indicado por el testimonio de Rodriguez Sañudo, teniendo en cuenta que su versión oral fue trasmitida como un secreto de familia, celosamente guardado, y que proviene de su antepasado Manuel Rodriguez.
Recapitulando lo desarrollado: al costado del templo de los jesuitas (ocupado por los mercedarios en 1821- hubo un pequeño campo santo, sobre la actual calle General López, que fue desafectado al construirse la nave lateral alrededor en 1925. Los restos allí existentes se habrían trasladado a otro cementerio y posteriormente ubicados en la cripta que está por debajo de la nombrada nave.
También se practicaron sepulturas en la nave central de la iglesia, en las capillas laterales y en el presbiterio, como era de uso en la época. El testimonio de Rodriguez Sañudo nos orienta hacia este sitio “debajo del altar” lo que confirmaría la imposibilidad de una sepultura en el cementerio lateral protegido por una tapia baja de dos metros de altura.
El testimonio oral mencionado nos refiere que la cabeza de Ramírez fue sepultada debajo del altar, por la parte de atrás, una noche de 1821, con la participación de Manuel Rodríguez y un padre mercedario que sería el prior que presidía el convento. Si bien este sitio sagrado era reservado a los sacerdotes, debido a las circunstancias especiales que se vivía en la época, no sería extraña la decisión de proteger u ocultar los restos del caudillo en un lugar de difícil acceso. Nos estamos refiriendo el lugar definitivo de la sepultura y no un deposito transitorio, porque carecería de sentido que un dato circunstancial se conserve tan celosamente guardado como secreto de familia.
Un detalle a dilucidar es que se entiende por altar: la base sobre la cual está depositada la piedra donde se realiza el sacrificio o, por extensión al conjunto formado por el altar propiamente dicho más el retablo que se recostaba sobre el muro. En el siglo XIX la misa se oficiaba de espaldas al público. Actualmente permanece el retablo del altar mayor sin mayores modificaciones. Si Se cambió la mesa del mismo que se adelantó hacia La nave para dar paso al sacerdote que oficia la misa de cara al pueblo.
La antigua iglesia del siglo XVIII tenía solamente la nave central. A los costados, donde actualmente están los cruceros se construyeron dos capillas comunicadas con la misma. Posteriormente se levantaron las paredes de las naves laterales y se reconstruyó el lecho, quedando parte del antiguo lecho en la cúpula, sobre el presbiterio y en los cruceros, suponemos que tampoco se realizaron modificaciones en el contrapiso de la nave central y en la zona del presbiterio, exceptuando la colocación de baldosas, que según testimonios brindados por empleados de la iglesia se llevó a cabo directamente sobre el antiguo embaldosado.
El retablo construido en madera está apoyado sobre un muro que lo separa de la sacristía. Tenemos entonces como parte de atrás del altar, según el testimonio de Rodriguez Sañudo el muro que termina en un piso ubicado en un plano inferior al que sirve de base al altar.
De lo expuesto se deduce que el sitio de la sepultura es el que sirve de apoyo al retablo y área donde anteriormente se encontraba la mesa del altar, debajo de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros. Un grabado publicado por padre Furlong, nos muestra una imagen aérea la iglesia en 1767 en donde se puede constatar que en sus aspectos generales no hubo mayores modificaciones con excepción del agregado de las naves laterales. Inclusive se puede observar una pequeña habitación detrás de la cúpula que coincide con el sitio de la sacristía actual.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, Texto: Burlot, Rubén, “Proyecto de repatriación de los restos de general Francisco Ramírez”, CFI, 1998
La defensas Sur contra las Inundaciones tiene sus orígenes por el año 1910 por iniciativa del entonces Jefe de La Comisión del Río Uruguay del Ministerio de Obras Públicas de la Nación (El Ministerio) el Ingeniero Julio Henri, en ese momento, se realiza un estudio para extender la avenida costanera “Justo José de Urquiza” (nombre impuesto en 1905- hoy Avenida Costanera Paysandú) que pasara por frente a los terrenos del Dr Calderón (Quinta Calderón) por las calles Diamante (hoy Víctor Echeverry) y Chaco (actual Jordana) alcanzara la entrada principal del “Ministerio”, siguiera luego paralelo al Riacho “Itapé” hasta su confluencia con el arroyo “De la China”, frente al Palacio “Santa Cándida” donde se construiría una amplia rotonda”.
La obra tendría dos objetivos, ampliar la costanera hacia el sur, y además su “terraplén” servir de defensa para las inundaciones acorde las mayores registradas hasta ésa fecha (año 1888 sin datos; 1889 + 7,28 m y + 7,47 m sobre el cero local)
Proyecto del Ing. Henri
El terraplén se construiría con el “refulado de arena del riacho Itapé”, el que también se aprovecharía para el relleno de los terrenos bajos, donde se construirían campos de deportes y parque de recreación. En el coronamiento del terraplén se construiría una avenida costanera del “doble mano” con columnas de iluminación en el centro de la calzada y arbolado a sus lados.
El proyecto ha llegado hasta nuestros días, gracias a una antigua fotografía que ilustra esta nota, perteneciente al archivo fotográfico del “el Ministerio”
La idea del Henri no se llevó a cabo, habiéndose reflotado en varias oportunidades con miras a su concreción, entre ellas las siguientes.
La gran creciente del año 1941 (20 de mayo de 1941 altura del río + 8,22 m sobre el cero local) ocasiona en las zonas bajas de la ciudad grandes destrozos, especialmente en la zona sur, lo que lleva al “el Ministerio” en el año 1944, a actualizar el “proyecto de construcción de la “avenida costanera-defensa contra las inundaciones” siguiendo el proyecto del Ingeniero Henri, aumentando la cuota del “coronamiento” atendiendo la altura de la creciente de 1941, para evitar los estragos de las aguas y recuperar terrenos para parquizar el sur de la ciudad (ver La Calle 25/1/1944).
En el año 1948, el “proyecto de la costanera sur elevada” (otra denominación) vuelve al tapete por iniciativa de las autoridades de “el Ministerio” quienes interesan a las autoridades locales para que gestione ante la Nación el apoyo económico para la ejecución de la obra dejando aclarado que “ los trabajos de rellenamientos y construcción de la costanera estarían a cargo de medios y personal de ése organismo (el ministerio) agregando en la presentación a las autoridades municipales que ” los terrenos ubicados al norte de la -avenida terraplén (otra denominación de la obra) serían rellenados para la construcción de un gran parque público, teniendo previsto además las pavimentación de todas las calles que corren en sentido norte-sur y terminen en la referida avenida….” (Diario La Calle 17/2/1948)
Esta iniciativa también quedó “en proyecto” y pasarán varios años para que vuelva a hablarse del tema.
El 2 de diciembre de 1987, el Intendente de la ciudad Contador Lucio Godoy firma con autoridades de Agua y Energía de la Nación un “acta acuerdo” complementaria a la firmada en el mes de septiembre del año anterior (La Calle 9 y 10/10/1986) por la cual este organismo del estado se compromete a realizar los estudios pertinentes de factibilidad y proyectos correspondientes, para la construcción de las defensas de la ciudad contra inundaciones del río Uruguay y las provocadas por las precipitaciones pluviales en la “Cuenca del Arroyo de las Animas” y “Cantera 25” (La Calle 3/12/1987 y 29/3(1988).
A pesar de haberse concluido los estudios años después, esta obra por su alto costo no podían ser encaradas por las siempre escasas arcas municipales, por lo que debió requerirse los fondos a la provincia que a su vez gestionó financiación internacional.
Plano de la Defensa Sur
En el mes de mayo de 2001 se realiza el proyecto ejecutivo de las “defensas sur contra inundaciones de la ciudad de Concepción del Uruguay”, debiéndose tener en cuenta la altura alcanzada por el río Uruguay en abril de 1959 (+ 10,22 sobre el cero local) (La Calle 29/5/2001). En junio del mismo año, en la ciudad de Paraná se abre la licitación “sobre la evaluación final del proyecto” concurriendo especialmente invitado el Intendente local Dr José Lauritto acompañado por vecinos de los barrios “La Concepción” y “Puerto Viejo” (La Calle 22/6/2001)
El 3 de enero de 2002 se firma el contrato de “consultoría del proyecto de Defensas contra Inundaciones Cuenca Arroyo de Las Animas” en la ciudad de Concepción del Uruguay entre el Ingeniero Enrique Mihura en representación de la provincia y la Empresa Consultora PROINSA SA, la que debe expedirse en el término de seis meses para permitir que el gobierno de la provincia llame a licitación pública nacional e internacional teniendo previsto para la obra un presupuesto de $ 5.000.000 de pesos. Las obras son aprobadas por el Gobernador de la provincia de Entre Ríos Dr. Sergio Montiel por decreto Nº 2.014/2003 (La Calle, 5/6/2003) efectuándose el correspondiente llamado a licitación pública nacional e internacional
El 29 de julio de 2003, con la presencia del Gobernador Dr. Montiel yel Intendente de la Ciudad Dr. Lautitto, se abren los sobres con las propuestas para la construcción de las defensas sur contra inundaciones, la que comprende además la recuperación de una gran zona para parques y recreación.
Como se dijo antes, Concepción del Uruguay, se vio afectada a varias inundaciones por el desborde del rio Uruguay: la crecida de 1959, 10,20 metros de altura, 1983, 8,08 metros, 1986, 7,82 metros, 1998, 7,59 metros. Esto afectaba a un gran número de familias de los barrios La Concepción, Quilmes y Puerto Viejo en el sur de la ciudad.
La Defensa Sur tuvo su origen en el denominado PLANUR (Plan de Ordenamiento Urbano) del gobierno de Juan Carlos Lucio Godoy (1983/1987), comenzó a construirse a fines del año 2004 y demandó un año de trabajo.
La Defensa Sur terminada, al fondo puede verse la construcción del puente a la isla “Del Puerto”
Fue una lucha de más de 20 años que llevaron adelante los vecinos de estos barrios ante los diferentes gobiernos, uno de ellos Domingo Martínez, en su homenaje y recuerdo la obra lleva su nombre.
Es una obra que nos protege de las crecientes en la zona sur. Fue financiada por recursos provinciales y nacionales.
Tiene dos componentes: uno propiamente estructurales, que comprende el terraplén, estación de bombeo y muro de protección, y otro: urbanístico para integrar la obra al paisaje de la ciudad.
El terraplén tiene una longitud de 1720 metros, recorre la ciudad de este-oeste, desde la Dirección de Construcciones Portuarias y Vías Navegables hasta calles Lucas Piriz y entra a terrenos del ejército Argentino.
Tiene un coronamiento de 6 metros a cota 11,40 metros del cero local (un metro más, de la creciente mayor que hemos tenido – 1959).
El terraplén se construyó con materiales sueltos y protegidos con suelo vegetal.
En las zonas más expuestas sobre el riacho Itapé, está cubierta por una manta de geo textil con bloques de hormigón adheridos. Complementan la obra la estación de rebombeo y el reservorio, que al cerrarse las compuertas por la crecida del río, servirá para desalojar el agua de lluvia de toda la cuenca del arroyo de Las Animas.
Esta obra tiene un camino que va desde las calles Suipacha hasta Artigas, esta avenida se llama Presidente Néstor Kirchner, quien inauguro la obra el 6 de junio de 2006.
Esta obra se integró desde entonces al paisaje de la ciudad, los pobladores y turistas disfrutan de los lugares de recreación, de la bici senda que posee y en uno de sus extremos se construyó un faro, construido sobre una plataforma de 30 metros de diámetro, que es una confitería. En 2006, se establecía algunos adelantos para el barrio que ya no se inunda más y que hoy se está cumpliendo con el Plan Hábitat en barrio La Concepción que está cambiando su tradicional configuración.
Edición: Civetta María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio sobre las siguientes fuentes: Rousseaux, Andrés, “Después de casi 100 años la Zona Franca de Concepción del Uruguay y las Defensas Sur contra las inundaciones” 2003 y Folleto informativo de la Municipalidad (marzo de 2006)
No cabe duda de que la principal industria que poseyó nuestra ciudad, en el transcurso del siglo XIX, fue la saladeril. Y ello, fundamentalmente, a través de la actividad desarrollada por el saladero Santa Cándida, aunque en la zona también .funcionaron algunos otros establecimientos, por cierto que de mucho menor envergadura, como el de Juan Barañao; el Concepción, del señor La Riera; el San Felipe, etc.
Si bien las saladerías constituyeron la más importante actividad de la zona, no fue, sin embargo, la única. Existieron varias otras, como se verá a continuación.
Las sedas
Al promediar la segunda mitad del siglo XIX, se concretaron dos interesantes iniciativas para incorporar la industria textil a la vida económica de Concepción del Uruguay. En 1871 la firma Invernizzi y Toschini comenzó la plantación de la morera y la cría del gusano, con tan buenos resultados que, según afirmaciones de la época, la seda obtenida tuvo gran aceptación en Italia y Suiza, dada la calidad del producto. Pero no se crea que una afirmación de esta naturaleza fue originada por un mero afán de propaganda. Por el contrario, existen pruebas evidentes de las bondades de aquellas sedas uruguayenses. En 1877, el Gobierno nacional, de acuerdo con la ley de fomento de la sericultura, otorgo a Invernizzi y Toschini, un premio por sus plantaciones de morera y por los ochenta kilos de capullo presentados.
Un año después, en la Exposición Universal de Paris, se les confirió una medalla por la calidad de las sedas, volviendo a ser premiados en la Exposición Industrial de Buenos Aires, en 1882.
Ciertas dificultades para la elaboración del producto, malograron tan promisorios comienzos y la sericultura no continuó siendo una actividad económica de Concepción del Uruguay, como hubiera podido esperarse de este éxito inicial.
Los paños
“Casas de Urquiza” en 1983, en este mismo edificio pero sobre calle Malvar y Pinto se encontraba la fabrica de paños. Foto: Mario Soria
Algo semejante ocurrió con la fabricación de hilados y tejidos de lana. En 1869, el general Urquiza y el industrial catalán José Ubach y Roca firmaron un contrato para establecer una fábrica de paños en Concepción del Uruguay. Ubach, que viajó enseguida a Europa, enviado por Urquiza, para traer inmigrantes con el fin de continuar la obra de colonización y para comprar máquinas para la fábrica, retornó poco después de asesinado el prócer, lo que no fue un obstáculo para que con su sucesión continuara la empresa, la que en 1871 instaló las maquinarias de vapor. Al año siguiente se inició la producción de paños.
La empresa se denominó “La Industrial Argentina” y, por una ley de marzo de 1873, se autorizó al Poder Ejecutivo de la provincia a otorgarle un préstamo de 10.000 pesos, pagaderos en telas. La fábrica, instalada en una de las propiedades de Urquiza, en la actual calle Juan D. Perón realizó la manufactura de yetas, satines, estameñas, frazadas, etc.
Lamentablemente, los sucesivos levantamientos jordanistas y las prolongadas consecuencias de las luchas que debió soportar la provincia, a lo que se sumaron algunos otros inconvenientes, fueron factores que incidieron en el cierre definitivo de la fábrica. La maquinaria quedó abandonada durante algún tiempo, hasta que en 1881 fue vendida en Buenos Aires.
Aguardientes y cerveza
A la izquierda de la foto la destilería de Reibel, a la derecha el Molino Fabani en construcción
En 1888, el periódico Uruguayense “Fiat Lux” anunció la inminente firma de un contrato entre los señores Schwab y Giraud, propietarios de la “Cervecería Nacional” y el dueño de unos terrenos ubicados en los fondos de la destilería de Reibel y Cía. para establecer una gran fábrica a vapor de cerveza.
Si el contrato llegara a formalizarse –decía esperanzadamente el periódico- “será un progreso más en la industria de esta ciudad y entonces tendremos al este de Concepción del Uruguay convertido en el barrio de las chimeneas o usinas”.
Es indudable la alusión del articulista a la existencia en la misma zona de la ciudad, de lo que por ese entonces constituía el establecimiento industrial más importante de Concepción del Uruguay, la fábrica de licores de Reibel y Cía., fundada en 1886, la que contaba con depósitos de cereales, molinos, alambiques, cocedoras, bombas, etc.
Una descripción de la época hace referencia a “la elegante chimenea de 36 metros de alto, la construcción peculiar de las paredes de piedra labrada y ladrillos con juntas, los terraplenes nivelados, las casas anexas para habitaciones, tonelería, herrería, carpintería licorería, etc.; el tambo instalado en la parte inferior con vacas lecheras a pesebre, que comen los residuos de la fabricación y dan una leche sabrosísima y abundante, forman un conjunto que regocija la vista y da aliento al espíritu, deseoso de ver trabajar y progresar a los pueblos de Entre Ríos. Una huerta perfectamente trabajada, contribuye a dar un agradable aspecto a la instalación de la fábrica”.
El catálogo que tengo a la vista, distribuido por la “Destilería a vapor” de Reibel y Cía. menciona los productos que allí se elaboraban: diversos tipos de aguardiente, grapa, kümel, ginebra, coñac, ron, anís, bitter, whisky y diferentes clases de amargos.
Harinas y cigarros
Ex-Molino Maury hacia 1925 (Foto: http://patrimoniouruguayense.blogspot.com/)
También tuvieron su importancia en la segunda mitad del siglo XIX, algunas industrias dedicadas a la elaboración de harinas y de diversos productos alimenticios. Hacia la década del 80 existían varios molinos que contaban con los últimos adelantos en la materia. Uno de ellos fue el “Santa María”, de Maury Hnos., que se levantaba junto al Arroyo Urquiza. Mediante un tajamar de diez metros de profundidad, se obtenía una fuerza hidráulica que ponía en movimiento un sistema de molienda húngaro, de trece pares de cilindros de porcelana. Su producción fue abundante y de buena calidad, tanto es así, que en las exposiciones llevadas cabo, en Concordia (1879) y en nuestra ciudad (1884), sus harinas fueron premiadas.
La firma Barione y Chiessa, propietarios de la cigarrería “Nueva Suiza”, elaboraron cigarros de distintos tipos: Virginia, negro, hebra brasileña, picadura Bahía, caporalo, negro común, negro Bahía, etc. También elaboraron rapé de diferentes clases: francés, siciliano, etc.
Infaltables artesanías
Otras pequeñas industrias fueron productoras de vinos, quesos, manteca, galletas, confituras, fideos, etc. y, por supuesto, no faltaron las artesanías: fabricantes de calzado, carpinteros herreros, plateros, talabarteros, tejedores, que satisfacían las necesidades de la población. Los demás productos que no se elaboran en la zona, eran adquiridos principalmente en Buenos Aires, ya fueran de fabricaciones nacionales o traídas del exterior.
Muchas de las manufacturas provenientes de las industrias y de las artesanías que he mencionado, fueron expuestas en la Exposición Feria Rural e Industrial llevada a cabo en Concepción del Uruguay en 1884, con todo éxito.
Ella permitió mostrar una variedad importante de productos, lo que puso de manifiesto, sobre todo, las bondades del suelo de la zona y el trabajo fecundo de sus habitantes.
Edición: Civetta , María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio sobre el artículo de Urquiza Almandóz, Fernando, “Las industrias del pasado” publicado en el diario La calle el 23 de abril de 1999
Placa colocada en el supuesto lugar de nacimiento de Francisco Ramírez, en el actual sitio donde se encuentra el Rectorado de la UNER
Por Lic. Aixa Mega (Instituto Ramiriano de Estudios Históricos)
En el año 1820 Francisco Ramírez creó la República de Entre Ríos, con los actuales territorios de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Dicha creación se habría legitimado a partir de un conjunto de Reglamentos de “Orden Interno”, más conocidos como los “Bandos de 1820”. Al crearse la República también fue necesario efectuar un relevamiento que dé cuenta, sobre las formas de vida y cantidad de pobladores en estos territorios. Es así que por Bando del 29 de septiembre en su artículo octavo se ordena la realización de un Censo o Padrón de población. Esta disposición se cumplió con rapidez. El padrón, comprendía, Patria, Edad, Estado y Ejercicio; el primer relevamiento que se concluyó fue el de Itatí, el 8 de Octubre de 1820.
Los Padrones de Entre Ríos, se remitieron entre noviembre de 1820 a enero de 1821, la población censada ascendió a 56.753 personas, correspondiendo a Corrientes 36.697 y a Entre Ríos 20.004, de los cuales 7.801 viven en los pueblos, de éstos el que tiene más población es Paraná con 4284 moradores y Concepción del Uruguay, con 1223; los cinco restantes: Gualeguaychú, 755; Gualeguay 559; Nogoyá 538; Rosario del Tala 261; La Matanza 181; no se censó la población Misionera, por inconvenientes.
Los partidos y Villas entrerrianas relevadas por el Censo fueron: Alcaráz, Ensenada, Gualeguaychú, Nogoyá, Villa del Tala, Villaguay La Matanza, Feliciano, Chilcas, Concepción del Uruguay pueblo y recinto, Goya, Las Moscas, Raíces, Yaguareté Corá. Debemos aclarar que en el caso de Goya y Yaguareté Corá son Departamentos que en la actualidad pertenecen a la provincia de Corrientes, pero que en el lapso analizado constituyeron parte de los dos Departamentos principales entrerrianos Goya a la Bajada y Yaguareté Corá a Uruguay.
Desde el año 2010 el Archivo General de Entre Ríos tiene el Censo completo digitalizado para consulta del público que lo requiera.
Bosch Beatriz, (1979), Historia de Entre Ríos, Buenos Aires: Plus Ultra.
Maeder Ernesto (1969) “La Estructura Demográfica y ocupacional de corrientes y Entre Ríos 1820”, Cuadernos de Historia, Serie 1 Nº4, Resistencia: Universidad Nacional del Nordeste.
Delsart Ileana – Mega Aixa. (2013). “Comunidad real, comunidad imaginada: Entre Ríos en la República Entrerriana 1820 – 1821”. Jornadas Interescuelas de Historia, Mendoza. Disponible en web.
Escuela Avellaneda, lugar de funcionamiento de la Universidad Popular
La Universidades Populares constituyen el más acabado exponente de democracia en materia educacional. A ella concurren hombres y mujeres de todas las edades de todas las condiciones y sectores sociales, que generalmente no pueden hacerlo a los colegios del Estado, sin restricciones de ninguna naturaleza y sin otra exigencia que la mínima de cumplir los horarios establecidos. Hombres y mujeres que tienen en su espíritus la fuerza ponderable que los lleva en sus horas libres a ocupar pupitre y aprovechar en el máximo de sus posibilidades las lecciones que se dictan. Hombres y mujeres a quienes esa sola inquietud los sindica como valores positivos para la sociedad en que viven.
La Universidad Popular de nuestra ciudad fue fundada en el mes de junio de 1937, por feliz iniciativa del Señor Rodolfo Seró Mantero, obteniendo la personería jurídica en el año 1944. Estuvo siempre dirigida por consejos directivos compuestos por hombres calificados que hubieron de vencer permanentemente un sinfín de dificultades y atendida por profesores que se fueron renovando a lo largo de los años, pero todos movidos por el mismo afán de poner su entusiasmo, su cariño y su saber al servicio de esa gran institución. Ha cumplido ya los 25 años (hoy 81 años) y desde su fundación ha funcionado regularmente, sin interrupción.
Fue presidente del Primer Consejo Directivo el Dr. Antonio C. Muzzio y su primer Rector el Prof. Lucio Macedo
En ella se dictaban cursos de Contabilidad, Telegrafía, Encuadernación, Mecanografía y Secretariado Comercial, Ingles, Dibujo lineal, Dibujo Arquitectónico. Cursos de conexiones eléctricas y sanitarias, Danzas folclóricas.
En 1962, concurrieron 493 alumnos, habiendo llegado en años anteriores a tener aproximadamente 800 alumnos.
Miles de ciudadanos egresaron de ella en su gran mayoría obreros y empleados que obtuvieron el modesto pero solido certificado que positivamente les facilita la lucha por la vida, habiendo llegado algunos de ellos a ocupar posiciones destacadas.
En 1962, estaba presidido el Consejo Directivo por el Prof., Manuel Macchi, acompañado por los señores: Juan Chiozza Traverso, Serafino Follin, Jorge Rivera, Nivardo Tenreyro, Atilio Chiozza, Francisco Hraste, Lucia Liberatori, Víctor Laurencena, Justo Artusi, Darío Peretti, Adolfo Ressio, Ángel Cremona, Natalio Bochatay y N. Scarinci. Desde el año 1949 ocupaba el cargo de Rector el Prof. Miguel Ángel Gregori, hombre de reconocida jerarquía intelectual, luchador infatigable, que pone al servicio de la Universidad Popular, su desinterés su férrea voluntad su capacidad y visión de futuro.
Edición: Civetta María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio sobre un artículo sin firma publicado en el diario Provincia, 1 de diciembre de 1962.
Vista del Altar del Sagrado Corazón de Jesús (Foto: Jorge Duarte)
Altar del Sagrado Corazón de Jesús. Imágenes de San Antonio de Padua, de N. S de Fátima y del Sagrado Corazón de Jesús
Altar del Sagrado Corazón de Jesús
Al igual que el Altar Mayor, este altar actualmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús fue levantado en los tiempos primigenios del templo, siendo financiado por Urquiza. El mismo según afirman los historiadores previamente mencionados, se habría erigido en memoria de su hermano Juan José de Urquiza. No hay mayores datos sobre la evolución posterior de esta construcción, pero ha sido posible observar que existieron diversas intervenciones decorativas sobre el mismo, las cuales fueron tapadas sucesivamente por sucesivas capas de pintura, hasta llegar al falso mármol actual.
El Pbro. Zoilo Bel (Libro I de Inventarios) hacia 1945, lo describirá de la siguiente manera: “Gran altar de mampostería pintado a la cal y a la tiza y cola pero que en mejores tiempos fue estucado. La mesa del Altar tiene un borde de mármol, y toda ella cubierta de una chapa de madera terciada. Tiene una sola gradería con chapa de mármol. En 1946 el Apostolado de la Oración hizo lavar y restaurar este altar”
Es posible que las gradas de este altar conserven el mármol de Carrara original utilizado para la construcción de las peldaños del presbiterio y del atrio del templo. Además, las baldosas de ese material que cubren el piso superior, podrían ser parte de las piezas marmóreas que otrora formará parte del piso de atrio.
Imagen del Sagrado Corazón de Jesús
Imagen del Sagrado Corazón de Jesús (Foto: Jorge Duarte)
Material: Madera estucada y policromada
Medidas: 1,81 centímetros
Ubicación: Altar Lateral derecho – Retablo Central
Referencia Histórica: Esta imagen podría haber llegado al templo parroquial hacia 1893, atendiendo a dos datos importantes registrados en el Archivo Parroquial. Dice el Acta del 22 de marzo de 189, correspondiente a la Comisión Directiva del Apostolado de la Oración, presidido por Tecla F. de Aramburu “…en breve llegará la imagen del Sagrado Corazón de Jesús i que era necesario celebrar su fiesta con todo esplendor i solemnidad posible”.
Atendiendo luego al Libro I de Inventarios se observa que en ese mismo año el Pbro. Bencivenga registra el ingresa de imagen de esta advocación de Cristo, donada por Don Fernando Bourvier, destinada particularmente para el ejercicio piadoso del Apostolado de la Oración.
Es posible que esta imagen haya ocupado por un tiempo el retablo superior del Altar Mayor.
Imagen de Nuestra Señora de Fátima
Imagen de Nuestra Señora de Fátima (Foto: Jorge Duarte)
Referencia Histórica: Imagen comprada por el Pbro. Alfredo Frossard mediado de los años 1950. Hacia 1955, el Arzobispado de Paraná autoriza la colocación en el templo de esta imagen (Caja 7 Carpeta 1). La recuperación actual de la misma fue financiada por la comunidad de la Capilla homónima.
Referencia Histórica: Según datos encontrados en el Archivo Parroquial (Caja 8), esta imagen fue comprada en tiempos del Pbro. Amancio Rodríguez, hecho que podría haber sido contemporánea a la erección canónica (Caja 8 Carpeta 3) en la parroquia de la Pía Unión de San Antonio, acaecida hacia el año 1900. En el registro de inventarios del Pbro. Angel Solessi, esta imagen comienza a aparecer. Vale mencionar que este sacerdote sucede en el curato al Pbro. Rodriguez.
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Lic. Adrián Bertolyotti “Inventario de imágenes reordenado el 23 de abril de 2015”