Muerte y sepultura de Ramírez: ¿Dónde están sus restos?

Pirámide plaza General Ramírez, primer homenaje al caudillo entrerriano

Muerte y sepultura de Ramírez: ¿Dónde están sus restos?

Días pasados vimos la información de que asesorado por el Prof. Eduardo Lázzari, la municipalidad de Concepción del Uruguay intentará “repatriar” los restos del ex presidente Frondizi con el argumento que vivió y estudio un tiempo en esta ciudad. Más allá de la importancia de su figura en el marco actual de la política Argentina (y lo controversial que es con motivo del poco tiempo que ha pasado de su muerte), no creemos que esto se justifique ni que ayude a posicionar a nuestra ciudad como un destino de turismo histórico, máxime cuando uno de los, tal vez, dos hombres más gravitantes de nuestra y de la historia del país y la región, el general Ramírez se encuentra “desaparecido” y sus restos sepultados fuera de nuestra ciudad y provincia. Ramírez, es todavía una figura que se suele discutir y disminuir (sin motivos para nosotros) más allá de su meritos como caudillo y de su acción en el corto tiempo de su gobierno, solo baste como ejemplo que la autovía 14 se llama Artigas (del que no negamos sus valía), en lugar de Ramírez. Este intento por menospreciar a Ramírez, no fue siempre así y fe de ello es la erección en 1827 de la pirámide en su homenaje por iniciativa de justo José de Urquiza.

Lo cierto es que en la ciudad, provincia y país se han tratado y concretado numerosos proyectos para repatriar restos de personajes de la historia, baste como ejemplo Rosas y López Jordán, este último a Paraná, cuando debió haber sido traído a Concepción del Uruguay, de dónde es oriunda su familia. Pero lo llamativo es que nunca, que se sepa, ningún político o institución intentó hallar los restos mortales  del Supremo Entrerriano y luego poder traerlos a nuestra ciudad dónde se le podría brindar ese homenaje que tanto le debemos, es importante destacar que la ciencia actual permite contar con mayores herramientas y experiencia de las que se contaba en ese momento, de las cuales hay sobrados casos notorios.

Este año, una delegación encabezada por el gobernador Bordet y el presidente municipal Lauritto concurrieron a rendirle homenaje en un monumento levantado en tierras cordobesas dónde el caudillo perdió la vida, algo que resulta auspicioso en el contexto al que hacemos referencia.

Esta introducción sirve para intentar reflotar el proyecto que Rubén Bourlot elaborara en noviembre de 1998 y del que también participaron como colaboradores Roque Minatta, Juan A. Izaguirre y Ximena Brun y que llevara como título “Proyecto de repatriación de los restos de general Francisco Ramírez”. 

Este trabajo, fue editado por los administradores, debido a su extensión.

Es nuestra esperanza que este proyecto pueda ser reflotado y por fin a casi los doscientos años de su muerte se encare con firmeza y proyecto de hallar sus restos y darle sepultura en nuestra ciudad. 

 

La Muerte de Ramírez

El 10 de julio de 1321, a 8 kilómetros al norte de San Francisco Viejo (Córdoba) y a unos 2 kilómetros al sur de Las Piedritas de Río Seco, las diezmadas tropas al mando del Supremo Entrerriano, general Francisco Ramirez, fueron alcanzadas por las fuerzas combinadas de Santa Fe y Córdoba Los cordobeses estaban al mando del teniente Juan Clemente Oliva y acompañados por el gobernador sustituto de la Provincia coronel Francisco Bedoya; en tanto que los santafecinos estaban al mando del comandante Juan Luis Orrego. El gobernador de esa provincia, Estanislao Lopez se había quedado en retaguardia. El encuentro se produjo a la mañana de ese día y se prolongó hasta la puesta del sol. Conservando aún unos 200 hombres, Ramirez intentó escapar hacía el norte para llegar hasta Santiago del Estero, pero en esta circunstancia los enemigos atraparon a La Delfina, compañera inseparable del caudillo entrerriano. Ramón S. Lassaga narra el hacho de esta manera: “Ramirez, notando la prisión de su adorada (…) dio vuelta su caballo y, blandiendo la lanza, cayo, como un tigre sobre sus enemigos (…). El capitán Maldonado disparó sobre Ramírez un pistoletazo a quemarropa (…). Cayo Ramírez sobre el pescuezo de su caballo que asustado disparó, dando por tierra con su jinete que rodó exánime envuelta la cabeza en los pliegos de su poncho. (…) Su cabeza me cortada (…) por (el) soldado Pedraza, trompa de órdenes del comandante Orrego; y Bedoya envió aquel trofeo sangriento al general López (…).”

Lo relatado por el historiador santafecino coincide con lo escrito por Martín Ruiz Moreno, que se Fundamento en las memorias de los generales Anacleto Medina y Miguel Gerónimo Galarza, oficiales de las tropas de Ramirez que intervinieron en la batalla de Rio Seco. Esta versión también tiene coincidencia con la aportada por Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano, sobre la base de referencias verbales del general Anacleto Medina y del coronel Ramón Cáceres.

Existe una versión distinta que niega la muerte romántica de Ramirez en su intento por salvar a La Delfina. Está contenida en unas memorias atribuidas al general Anacleto Medina que aparecieron publicadas en 1895 en el periódico El Porvenir Militar de Buenos Aires. Según esta publicación el caudillo entrerriano fue alcanzado por una bala cuando, al descubrir a un soldado de su tropa que se había pasado al bando enemigo, volvió para atraparlo y castigado. La historiadora Beatriz Bosch toma el relato como veraz en tanto que Martiniano Leguizamón niega la autenticidad del documento. Otros historiadores como Leandro Ruiz Moreno, Rodolfo Coll, Santiago Moritán y Facundo Arce tampoco dan crédito a esas supuestas memorias

Acerca de la manera en que fue muerto existen coincidencias en que fue un pistoletazo disparado por el capitán Maldonado pero difieren respecto del lugar del impacto. Ramón S. Lassaga y Aníbal S. Vázquez” sostienen que el disparo impactó “en el pecho”, en tamo que otros dicen que fue “en el mentón” o “debajo de la barba”. Este detalle interesa para una futura identificación del cráneo del caudillo.

Muerto el Supremo algunos soldados intentaron salvar su cuerpo de las manos del enemigo. Según las memorias de Anacleto Medina, un soldado apodado “El Flaco” trato de subirlo a su cabalgadura pero se le cayó y tuvo que abandonarlo. La Delfina, en tanto escapó protegida por los generales Medina, Galarza y el cura Monterroso, rumbo a Santiago del Estero. Finalmente la amante del Supremo retorno a Entre Ríos en compañía del general Medina. Finalmente, la Delfina fallecería en la ciudad de Concepción del Uruguay el 28 de junio de 1839.

 

La cabeza del Supremo

Los restos mortales del Caudillo quedaron en el campo de batalla y el soldado Nicolás Pedraza, trompa de órdenes de José Luis Orrego, le seccionó la cabeza.

Manuel Mantilla sostiene que lo hizo cumpliendo órdenes del capitán santafesino Maldonado, en tanto Martín Ruiz Moreno escribe que “el jefe que mandaba la fuerza que perseguía a Ramirez mandó a cortarle la cabeza”`.”

Con el macabro trofeo el comandante Orrego se dirigió aI gobernador interino de Córdoba, Francisco Bedoya, que dispuso enviarlo a López junto con el correspondiente parte de batalla. Según Ramón I. Cárcano la cabeza de Ramírez fue llevada a Córdoba, en la punta de una lanza por el teniente Juan Clemente Oliva. Bartolomé Mitre así lo sugiere cuando relata por boca de Dalmasio Vélez Sarsfield, que “al pasar por Córdoba. López fue visitado en su campamento por muchas personas notables de la ciudad que salieron a felicitarle. Los recibió sentado al lado de una pequeña mera de tijeras, encima de la cual estaba la cabeza de Ramírez y en la cual despachaba su correspondencia en compañía de su secretario Juan Francisco Seguí. No obstante está documentado que López se encontraba en el campamento de Puesto de Fierro el 11 de julio, día que firmó sendas notas al gobernador sustituto de Santa Fe, al Cabildo y a la Junta de la Provincia con el parte de la batalla y el envío de la cabeza con la orden de embalsamarla y exhibirla en lugar público.

Se presume que la cabeza fue remitida con la mayor celeridad considerando que debía ser “embalsamada si se pudiese, o disecada por el cirujano” según la orden dada por López a Méndez. Teniendo en cuenta la distancia entre las proximidades de San Francisco, donde estaba López y la capital santafecina, no debería tardar más de una o dos jornadas. Diez de Andino, en su Diario escribió: “El 16, nublado, viento norte frio. Como a las diez del día llegó parte oficial del gobernador López, de las Higuerillas, camino de Santiago, por Córdoba, que el 10 del corriente alcanzó al general Ramírez con su división (…) y mandó la cabeza y está puesta en esta plaza”.

Por lo que se deduce que ames del 16 ya estuvo en Santa Fe y se le practicó el trabajo de preservación. Urbano de Iriondo, también contemporáneo de estos sucesos, escribió en sus “Apuntes para la historia de Santa Fe” que la cabeza fue enviada envuelta en un cuero de carnero. Vicente Fidel López escribe que la misma fue llevada “atada a los tientos del caballo de un indio”

 

Preservación y exhibición de la cabeza de Ramírez

Las autoridades residentes en la capital, procedieron a cumplir con lo ordenado por López. El gobernador sustituto Méndez le entrego la cabeza al cirujano, el protomédico Manuel Rodriguez, suegro del Brigadier López. Este era uno de los pocos médicos que ejercían en la provincia. Prestigioso vecino, profesor de cirugía, nacido en España en 1770 y fundador de la primera leprosería en el país en 1824. Estaba casado con Francisca del Fresno con quien tuvo tres hijos y veintiuna hijas. La casa de Rodríguez se conserva actualmente, contigua a la que habitaba su yerno (esta última es la actual sede del Archivo General de la Provincia y Monumento Histórico Nacional). Un relato transmitido oralmente a Agenor Rodríguez Sañudo, vecino de Sama Fe, ilustra sobre la circunstancia del traslado de la cabeza de Ramirez a la casa de Rodríguez: “Les cuerno una anécdota, los familiares de la Manuela, la mujer del mulato López, el general López. La hija de Rodriguez. Manuela Rodriguez, ve al padre que llega con  la  cabeza en una canasta y ahí la hija se había dado cuenta, porque siempre que el padre se iba traía un pollo u otra cosa que le regalaban. -¿Qué trae ahí papito?, ¿Tortita?. –Unas empanadas, le dijo. Y entonces Manuela destapó la canasta y se encontró con la cabeza… se fue al suelo desmayada”

Manuel Rodriguez realizó su trabajo como se lo había encargado López, según está documentado en la factura que extendió con fecha 23 de julio de 1821 por el “gasto ocasionado para preservar la cabeza del finado Supremo de Entre Ríos Don Francisco Ramírez. el que he verificado por mandamiento del Señor Comandante del 2° Escuadrón de Dragones de Ia Independencia D. José Ramón Méndez, Gobernador Sustituto de esta Provincia (…)”. Por la tarea Rodriguez cobró la suma de 42 pesos.

Cuando y quiénes sepultaron la cabeza de Ramírez

Para tratar de determinar la fecha aproximada en que fue sepultada la cabeza, hecho que no señalan los historiadores, se debe tener en cuenta el tiempo que estuvo expuesta. Se sabe que el 23 de julio ya estaba embalsamada o preservada y en condiciones de exhibirse, pero no sabemos cuándo terminó su trabajo el protomédico Rodriguez.

López ordenó que la cabeza “sea colocada un la Iglesia Matriz al frente de la bandera, en una jaula de cualquier metal”.

Según la tradición oral citada por los historiadores consultados, el padre Gregorio Aguiar se opuso terminantemente a la exposición de la cabeza en la Iglesia Matriz, por lo que el gobernador sustituto Méndez, ó el ministro Seguí habrían dispuesto que se la colocara en una de las arcadas del Cabildo, que también se encontraba frente a la plaza mayor de la ciudad. Así lo afirman Martin Ruiz Moreno, Benigno Teijeiro Martinez y Lucio Mansilla en sus Memorias, entre otros Urbano de lriondo, que vivió en esa época, relato en sus Apuntes que ante la negativa del cura Aguiar, la cabeza fue “guardada en la Casa de Gobierno”, también lo sostienen Juan José Álvarez y Manuel Mantilla. Diez de Andino, en tanto, apunta que el 16 de julio “está puesta en esta plaza”, coincidiendo con lo relatado por el citado Rodriguez Sañudo: “(…) estaba en la Plaza de Mayo, colgada la cabeza en una pica (…)”. Lo que interesa saber es cuándo fue retirada del lugar para ser sepultada. No se encontró documentación que determine una fecha. Urbano de Iriondo escribió en sus Apuntes que el gobernador López la hizo sepultar al llegar a Santa Fe, coincidente con la memoria de Álvarez y con Ramon Lassaga “(…) estuvo embalsamada hasta que López, después de regresar de su campaña, la hizo enterrar (…). Por la información que aporta Diez de Andino en su Diario, el 27 de julio “como a las diez del día entro el Gobernador López con la indiada que llevó a la jurisdicción de Córdoba en seguimiento del ya difunto General Ramírez”. Otros autores sostienen que estuvo exhibida durante “tres días”, o algunos días, y Rodriguez Sañudo dice “hacía más de una semana”. Si tomamos como fechas indicativas lo dicho por Diez de Andino que apunta que el 16 de julio, “está puesta en esta plaza” y el arribo de López el 27, podemos aseverar que estuvo expuesta once días.

Para determinar quién o quiénes intervinieron en el acto de darle “cristiana sepultura”, como sostiene la tradición, algunos de los autores ya citados afirman que fue “otro sacerdote” y no el cura Aguiar. Santiago Moritán nombra expresamente al padre José de Amenábar. Rodriguez Sañudo dice que  “un cura fue y lo hablo a Manuel Rodriguez que le dijo -mire, vamos a sacar esto y vamos a enterrarlo porque es una barbaridad. Y de noche, a la medianoche, fueron el cura y Rodriguez y sacaron la cabeza y la enterraron. Ese cura era el superior de los mercedarios, no recuerdo su nombre”.”

Los autores también escriben que el gobernador bonaerense Martín Rodríguez habría sugerido que se dejara de exhibir el macabro trofeo. En Buenos Aires la noticia fue publicada el 19 de julio por la Gaceta de Buenos Aires a través de una carta enviada por “un sujeto respetable de la ciudad de Córdoba a otro de Buenos Aires”. Diez de Andino escribe que el 17 de julio salió para Buenos Aires Saturnino Viana “con parte de la cabeza de Ramírez”. En la capital la muerte del caudillo fue festejada con salvas y toques de campana. No Obstante El Argos de Buenos Aires publicó la noticia de la exhibición de la cabeza “deseando que allí cesase de ofrecerse al público un espectáculo a la vez horroroso y repugnante”.

Esta opinión de la prensa podría haber influido en el titular del ejecutivo bonaerense para que sugiriese a su aliado la sepultura de la cabeza y así apaciguar los ánimos.

 

El sitio de la sepultura

El centro de este trabajo que es saber cómo y dónde fue sepultada la cabeza del caudillo entrerriano.

Los autores consultados difieren en sus hipótesis pero ninguno aporta una fuente que sustente la misma, lo que supone que es de carácter oral o una mera tradición. Nos inclinamos por esta última posibilidad puesto que no se halló ninguna cita que hiciera referencia a testimonios orales, con excepción de Io escrito por Iriondo. Sería razonable suponer que hubo una disposición verbal del gobernador López, o que el padre José Amenábar, vicario de la Iglesia Matriz e influyente político de la época, hubiera recomendado la “cristiana sepultura” al propio gobernador. El historiador Urquiza Almandóz dice que no conoce “…ningún documento que testimonie esa solicitud (de Amenábar a López). Además, por las características del episodio, estimo que se trató de un pedido verbal y de una gestión personal del padre Amenábar. Teniendo en cuenta la situación política de la época el acto de inhumación se habría realizado reservadamente, sin ningún tipo de ceremonia, tal vez como lo dice Rodríguez Sañudo, en la oscuridad de una noche de invierno. Se trataba de cubrir cualquier intento de profanación o de rescate. Por ello no es muy probable la existencia de documentos escritos, al menos de carácter oficial.

 

Iglesias y Camposantos

Por aquella época la Iglesia era la que tenía a su cargo todo lo referente a nacimientos, matrimonios y defunciones. El Registro Civil de las personas aparecería hacia fines del siglo XIX, en los correspondientes cementerios municipales. En el periodo virreinal era una costumbre muy arraigada llevar a cabo las sepulturas en el interior de las iglesias o conventos, a pesar de las advertencias hechas por los cabildos para que se abandonara esta práctica. Algunas parroquias o congregaciones accedieron a accedieron a implementar campos santos, pero sólo para sepultar a personas de menor rango social. La Compañía de Jesús, radicada en Santa Fe hasta el siglo XVIII, abrió un cementerio “fuera de la iglesia, junto a la puerta traviesa (…)“, lindero al templo que hoy se denomina Nuestra Señora de los Milagros.

En los planos de Santa Fe podemos ubicar las iglesias, conventos y cementerios de la época. En una de 1771 se puede encontrar el convento de Santo Domingo, el de San Francisco, la iglesia Matriz, el convento Merced, el colegio de los jesuitas, la iglesia arruinada de San Roque y la capilla San Antonio.”

Un Segundo plano, confeccionado por Marcos Sastre mi 1624, muestra las construcciones existentes en un tiempo más cercano al echo estudiado.”Figuran los conventos de San Francisco, de Santo Domingo, la iglesia y colegio de la Merced (ex jesuitas), la iglesia matriz y su camposanto, denominado “de la Merced vieja”, (Construido sobre las ruinas del convento de los mercedarios.

Catalina Pistone, en su obra “El arte de Santa Fe”, afirma que a partir de 1814 “empiezan a aparecer los cementerios generales en Santa Fe, como por ejemplo el de la Merced, que figura también con la denominación de `padres observantes”, y el del convento de San Pablo. Primer Ermitaño (Santo Domingo”. A partir de la vigencia de estos, sepultaban simultáneamente en las iglesias como en los camposantos de ellas.

 

Las versiones de historiadores y cronistas

En la citada obra de Catalina Pistone se sugiere como probable que la cabeza de Ramirez fuera sepultada en el cementerio de la Merced, por ser el de la iglesia matriz es decir en el campo Santo “Merced vieja”. Urbano de Iriondo dice en su crónica que fue enterrado en el cementerio de la Merced. El autor diferencia, a lo largo de sus Apuntes, “cementerio de La Merced”, de “cementerio de la Merced Vieja“.” Esta versión la repite Benigno Teijeiro Martínez en su Historia de la Provincia de Entre Ríos.” Juan José Álvarez seguramente siguiendo a Iriondo, es más preciso y escribe “cementerio de la iglesia de la Merced”, y Ramón S. Lassaga dice que “López la hizo enterrar en la iglesia Merced”. Con mayor precisión Santiago Moritán sostiene que fue sepultada “en el cementerio privado, contiguo al templo de la Merced, entre restos de religiosos mercedarios y jesuitas. No hemos hallado aún la documentación que avala esta aseveración. Beatriz Bosch asegura que la cabeza “fue sepultada con al resto del cuerpo (sic) en el fondo del templo de los padres mercedarios”. En tanto para Martín Ruiz Moreno fue enterrada “en el cementerio que había detrás del convento de los dominicos”

Circulan versiones orales que difieren un tanto de las aportadas por los historiadores y cronistas consultados. El padre Rodolfo Ciuffo Párroco de San Vicente en Concepción del Uruguay pero oriundo de Santa Fe, comentó en una entrevista que “según una tradición oral que existía en la época, la cabeza de Ramírez fue enterrada en el atrio de la iglesia matriz” y otra tradición sostiene que la enterraron a 100 metros de la matriz. Rodriguez Sañudo sostuvo durante la citada entrevista que fue enterrado “en un lugar sagrado, debajo del altar de una iglesia”, y posteriormente confirmó que la cabeza fue sepultada “debajo del altar de la Merced, por la parte de atrás”, dato que le fue trasmitido por su padre y que provenía por tradición oral de Manuel Rodriguez, su antepasado.

Un comentario escuchado en Santa Fe también señala como probable lugar de sepultura el patio de la Casa de López, actualmente sede del Archivo Histórico de Santa Fe, contiguo al sitio donde estaba el extinguido cementerio de la Merced vieja.

 

Búsqueda en fuentes informativas

Ante la imposibilidad de determinar las fuentes precisas en la bibliografía consultada, la investigación se orientó a la búsqueda de indicios en periódicos de la época y en documentación perteneciente a personas o instituciones contemporáneas a los hechos.

Se determinó que en la región no se publicaban periódicos contemporáneos a los hechos. En Entre Ríos circuló “La Gaceta Federal” a partir de I819, pero cesó en los primeros meses de 1920. En diciembre de 1821 se fundó “EI Correo Ministerial de Paraná”, auspiciado por el gobernador Mansilla. En su colección no existe referencia alguna sobre los hechos.” En Santa Fe no se publicaban periódicos hasta 1826 cuando circulo “El Argentino” y más tarde algunos libelos redactados por el padre Castañera. En Buenos Aires circulaban “El Argos” y la “Gaceta de Buenos Aires ya nombrados, y los curiosos periódicos del Fraile Castañeda. Mariano Calvento cita a Castañeda que en uno de sus libelos escribió: “Al fin mi amigo Ramírez paró en lo que parará Carrera, y con lo que pararan los salteadores famosos”. Por lo demás la información proveniente de las provincias es escasa e imprecisa. Tampoco se encontraron indicios de reclamos por parte de familiares, personas conocidas o aliados políticos de Ramírez

En Entre Ríos la noticia se conoció oficialmente el 31 de julio por una circular del Supremo interino Ricardo Lopez Jordán mediante la cual mandaba a guardar duelo y rendir honores póstumos“ En este momento ya se habría producido la sepultura, pero no existe ningún indicio en el documento. También so anunciaba que se había solicitado un armisticio a Santa Fe y Buenos Aires, lo que fue aceptado con fecha 28 de agosto. En sus disposiciones se concedía la repatriación de los prisioneros.

En Concepción del Uruguay vivía Tadea Jordán, madre de Ramirez y de López Jordán, de conocida actividad política y comercial. En 1822 estuvo involucrada, con Gregorio Piriz y Anacleto Medina, en un levantamiento opositor al gobernador Lucio Mansilla y fue apresada por el comandante del Uruguay, Pedro Barrenechea. Murió en esa ciudad en 1827. También vivía en la misma ciudad la compañera de Ramírez, Maria Delfina o Delfina, que según las crónicas, muerto el caudillo, fue rescatada y trasladada por Anacleto Medina. No abundan datos de su vida posterior. Su muerte se registra en la parroquia de Concepción del Uruguay el 28 de junio de 1839.

No hay noticias de que la familia Calvento, de la cual Maria Norberta era la prometida de Ramírez haya efectuado reclamo alguno. Tampoco los partidarios políticos del caudillo dejaron algún tipo de documentación que aporte indicios su sepultura.

A partir de la revolución de Mansilla, producida el 23 de septiembre contra el Supremo Interino Ricardo Lopez Jordán; Gregorio Píriz, Anacleto Medina y Felipe Rodríguez, entre otros, estuvieron involucrados en intentos de rebelión para reinstalar a Lopez Jordán. Anacleto Medina y Miguel Gerónimo Galarza aportaron sus valiosas memorias a los historiadores Martin Ruíz Moreno y Bartolomé Mitre pero ninguno hizo referencia al hecho que nos ocupa. Del fraile Pedro Monterroso, que oficiaba de secretario de Ramírez se perdieron los rastros. Tampoco se pudo hallar información que hiciera referencia a reclamo o intento de localización por parte de hermanos de Ramirez, Jose y Margarita y de los otros siete que tuvo del segundo matrimonio de doña Tadea Jordán, de los cuales sólo tuvo destacada vida pública José Ricardo López Jordán. Consultado el historiador Fermín Chávez que dedicó parte importante de su obra a estudiar la trayectoria de Lopez Jordán, manifestó que no había hallado documentación alguna referida al tema. Para el historiador Urquiza Almandóz no le sorprende “que ni parientes ni funcionarios de alto rango hayan efectuado ningún reclamo a ese respecto (…). Ese tipo de reclamos no era usual en la época.

Orientada la búsqueda hacia los hombres de la iglesia, se investigó la documentación privada del padre José Amenábar en la búsqueda de anotaciones o comentarios sobre el tema. En el archivo General de la diócesis de Paraná se localizó parte del legajo del sacerdote, pero la documentación existente llega hasta 1815, época que asumió como párroco de la iglesia matriz de Santa Fe. El resto del legajo habría estado en el Arzobispado de Buenos Aires, cuyos archivos fueron seriamente dañados por un incendio. Fermín Chávez, que consulto gran parte de la documentación del Archivo General de la Nación, tampoco hallo referencia sobre Amenábar. El deán de la Catedral de Paraná por esa época, presbítero Juan Jose Álvarez, autor de Memoria histórica de la guerra civil, se limito a repetir la versión de Urbano de Iriondo sin aportar mayores detalles. En el Archivo Histórico y Administrativo de Entre Ríos se analizo la correspondencia entre el gobernador Mansilla (1821-1823) y Valentin Gómez -provisor del Arzobispado de Buenos Aires, luego funcionario del gabinete de Rivadavia y aliado en la polémica reforma eclesiástica llevada adelante en Buenos Aires-, así como las notas intercambiadas con funcionarios del interior de la Provincia. La documentación hace referencia a asuntos de carácter religioso como son los conflictos del gobierno entrerriano con Sacerdotes, entre otros el enfrentamiento con el propietario de la parroquia de Concepción del Uruguay, presbítero Juan José Castañar o Castañera. El sacerdote fue separado por sospechas de convivencia con los Caudillos opositores. De la documentación no surge referencia alguna sobre el tema. Concluida la gestión gubernativa de Mansilla, se inició una etapa de inestabilidad política conocida como la “anarquía entrerriana” y en 1831 asumió el gobierno Pascual Echagüe, oriundo de Santa Fe y aliado de López.

En el Archivo Mercedario de Córdoba se analizó la documentación del convento de Santa Fe, a cargo de los padres de la orden luego de la expulsión de los jesuitas, correspondiente al periodo 1810-1936, pero no se halló referencias al hecho. Parte de los libros de ingresos, gastos y de sepulturas se extraviaron. No obstante existen datos que permiten confirmar la relación estrecha de los padres mercedarios con la iglesia Matriz y con el poder político. En la iglesia de la Merced se efectuaron las exequias del cura de la iglesia matriz, Gregorio Aguiar muerto en 1823. También en el templo se realizo el velatorio del brigadier Estanislao López y en la nave central permanecen sepultados los restos de Juan Francisco Seguí.

En 1827/288 se rindió homenaje a Ramírez con la promulgación de una ley que ordeno construir una pirámide en la plaza principal de Concepción de Uruguay. Posteriormente, en 1853, siendo presidente, Justo José de Urquiza dispuso la reconstrucción de la citada pirámide y en 1892 el intendente de Concepción del Uruguay e historiador Benigno T. Martínez también refaccionó el monumento e hizo colocar placas alusivas. Pero en la documentación consultada referida a estas medidas no hay indicios de que se haya gestionado o investigado sobre el destino de los restos.

En Santa Fe se entrevisto a un descendiente de protomédico Manuel Rodriguez que aseguró poseer, por tradición familiar, la información de que la sepultura de Ramírez fue realizada debajo del altar de la iglesia de la Merced

 

Las Hipótesis

Al analizar cada una de las alternativas podíamos aproximarnos a una hipótesis. El camposanto de la iglesia Matriz, llamado Merced Vieja se construyó sobre las ruinas del viejo convento e iglesia de los padres mercedarios. A fines del Siglo XVIII las edificaciones de la congregación estaban en un estado ruinoso y por ellos solicitaron a la Junta Municipal de Temporalidades la cesión del colegio e Iglesia que habían pertenecido a los jesuitas hasta 1767. La Junta accedió al pedido a cambio de que cedieran “el antiguo convento y ranchería que se venderá por la Junta”, según se lee en el contrato suscripto entre los padres mercedarios y el Cabildo. En 1812, los dos solares, que ocupaban media manzana se vendieron, el ubicado en la esquina de calles 9 de Julio de Brigadier López, fue adquirida por Manuel Rodriguez donde edificó su vivienda y la de su yerno, Estanislao López; y el que da a 9 de Julio y Monseñor Zaspe lo compró Gabriel Lassaga, el viejo. En este ultimo terreno se encontraba el “casco desmantelado del viejo templo de los mercedarios.

Lassaga ofreció en donación esa parte del mismo para que se estableciera el campo santo de la iglesia Matriz. Este era el lugar donde se: “sepultaba a los pobres de solemnidad y a algunos esclavos libertos”. No era este un lugar seguro como para tener sepultada a una persona de la trascendencia política de Ramírez. Se consultaron los libros de muertos de la iglesia Matriz, del período correspondiente a 1821 sin que se halle referencia alguna sobre la citada sepultura. El cementerio funcionó hasta 1825. Actualmente el terreno está ocupado por la sede de EMAÚS, entidad de bien público.

Otro de los lugares señalados es el cementerio y convento de los dominicos. En el interior del convento se encuentran los restos del primer gobernador criollo de Santa Fe, Francisco Antonio Candiotti, del que fuera gobernador y Caudillo de Córdoba Juan Bautista Bustos, y del ex gobernador de Santa Fe, Domingo Cullen. No existe indicio que pueda fortalecer esta hipótesis y los archivos conventuales fueran destruidos por un incendio. Tampoco tiene asidero la hipótesis del convento y la iglesia de los franciscanos donde fueron sepultados Estanislao López y Manuel Rodriguez, se sabe que, hacia 1808, a esa iglesia se destino el altar del desmantelado templo de los mercedarios. En la iglesia matriz -actual catedral- se encuentran las sepulturas del padre José Amenábar y la de Simón de Iriondo y su esposa. Diez de Andino escribe que en este sitio se habría sepultado al entrerriano Monteverde jefe de la escuadrilla que continuo en combate después de la muerte de Ramírez. El 26 de julio, en la boca del Colastiné la flotilla entrerriana fue atacada por la porteña al mando de Leonardo Rosales. En el combate fue muerto Monteverde y su cuerpo conducido a Santa Fe por el doctor Seguí, y sepultado con toda grandeza en la Matriz. La iglesia que actualmente se denomina “Nuestra Señora de los Milagros es presumiblemente la referida por mayoría de los autores consultados cuando dicen “Iglesia de la Merced”, “templo de los padres mercedarios” o “cementerio de la iglesia de La Merced”.

A este templo se refiere Rodriguez Sañudo en su testimonio cuando dice que le cabeza de Ramirez fue enterrada “en el altar de los mercedarios. Abajo del altar por la parte de atrás”. La iglesia y el colegio adyacente fueron construidos por los jesuitas en el siglo XVII. Tras su expulsión en 1767 pasó a la Junta de Temporalidades. Durante unos años se traslado al lugar La iglesia Matriz y en 1793 sus instalaciones pasaron a ser ocupadas por la orden de los Mercedarios. A partir de esta época la iglesia se la conoció como de la Merced, y el colegio se llamó convento Mercedario de Santa Fe o de San Agustín. Los curas de esta orden también sepultaban en el interior de la iglesia y en el cementerio que da a calle Brigadier López donde enterraban “generalmente a las personas de menor rango, ya que las otras solían recibir sepultura de las iglesias”, nos dice Furlong y agrega un recuerdo personal: “A principios de esta centuria, cuando conocimos el cementerio (…), era un campo lleno de yuyos y malezas separado de la calle por una tapia baja, de unos dos metros (…), con una puertita en el centro”. Según este autor los mercedarios se apropiaron de las instalaciones pero fijaron la sede de la orden en la iglesia matriz.” Este hecho haría explicable una estrecha relación con los miembros de la orden y el vicario Amenábar o con los otros sacerdotes del clero como Gregorio Aguiar. En el libro de Ingresos del convento de Santa Fe hallamos la siguiente anotación: “Hoy lunes 19 (septiembre de 1825) se hizo el ajuste de este libro de ingresos y se halló haber entrado lo siguiente:

“(…) Ítem. Veinte pesos del responso y acompañamiento del cuerpo del finado Presb. Dn. Greg. Aguiar”

En el piso de La nave central podemos Observar una placa referida a la sepultura del ex secretario de Estanislao López, Juan F. Seguí, fallecido en 1834.

Otro dato de interés es que los restos del brigadier Estanislao López, muerto en 1838, fueron velados en la iglesia de la Merced. Las instalaciones estuvieron a cargo de los mercedarios hasta 1848, cuando murió el último de los padres de la orden, fray José Plácido Camacho. En 1862 retomó a Santa Fe la Compañía de Jesús con el objeto de fundar un colegio por invitación del presidente Derqui y a través de gestiones realizadas por el deán Juan José Álvarez. De esta manera los jesuitas recuperaron sus antiguas instalaciones. En Guillermo Furlong podemos seguir la historia del Colegio de la Inmaculada Concepción y de la iglesia Nuestra Señora de los Milagros. Los jesuitas llevaron a cabo un ambicioso plan de obras que incluyó ampliaciones en la iglesia. Entre 1920 y 1930 se agregaron las naves laterales, una de ollas ocupando el terreno donde estaba el cementerio y los restos que había en el lugar fueron recogidos en una cripta ubicada en el cementerio conocido como Piquete de Las Flores, en las afueras de Santa Fe”. En la década de 1980 el cementerio se desafecto y se demolieron las instalaciones, pasando parte de los restos a una cripta construida debajo de la nave lateral izquierda de la iglesia Nuestra Señora de los Milagros.

En el cementerio de la cripta observamos un medio centenar de restos reducidos depositados en urnas, de la cuales 16 no tenían ningún tipo de identificación.

Hacia 1936, con motivo de la coronación y traslado de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros al altar mayor se reconstruyeron sus techos y cielorrasos de la nave central, por lo que del antiguo templo sólo se conservan el frente y su altar mayor, y los techos en los cruceros y la cúpula que cubre el presbiterio.

 

Conclusiones

No se halló ningún documento escrito que determine fehacientemente el sitio de la sepultura de la cabeza de Francisco Ramírez. Si existen testimonios orales que se refieren al lugar y la tradición que sitúa la inhumación “a cien metros de la Matriz”. El único relato de un testigo de los hechos de la época corresponde a Urbano de lriondo que menciona el “cementerio de la Merced”.

Del análisis de los citados testimonios y de la bibliografía consultada se pudo reunir un cúmulo de indicios que fundamentan la hipótesis de la iglesia u oratorio que actualmente se denomina Nuestra Señora de los Milagros como sitio de la sepultura de la cabeza de Ramirez, efectuada con la asistencia de un sacerdote del entonces convento mercedario de San Agustín. El sitio exacto podría ser el indicado por el testimonio de Rodriguez Sañudo, teniendo en cuenta que su versión oral fue trasmitida como un secreto de familia, celosamente guardado, y que proviene de su antepasado Manuel Rodriguez.

Recapitulando lo desarrollado: al costado del templo de los jesuitas (ocupado por los mercedarios en 1821- hubo un pequeño campo santo, sobre la actual calle General López, que fue desafectado al construirse la nave lateral alrededor en 1925. Los restos allí existentes se habrían trasladado a otro cementerio y posteriormente ubicados en la cripta que está por debajo de la nombrada nave.

También se practicaron sepulturas en la nave central de la iglesia, en las capillas laterales y en el presbiterio, como era de uso en la época. El testimonio de Rodriguez Sañudo nos orienta hacia este sitio “debajo del altar” lo que confirmaría la imposibilidad de una sepultura en el cementerio lateral protegido por una tapia baja de dos metros de altura. 

El testimonio oral mencionado nos refiere que la cabeza de Ramírez fue sepultada debajo del altar, por la parte de atrás, una noche de 1821, con la participación de Manuel Rodríguez y un padre mercedario que sería el prior que presidía el convento. Si bien este sitio sagrado era reservado a los sacerdotes, debido a las circunstancias especiales que se vivía en la época, no sería extraña la decisión de proteger u ocultar los restos del caudillo en un lugar de difícil acceso. Nos estamos refiriendo el lugar definitivo de la sepultura y no un deposito transitorio, porque carecería de sentido que un dato circunstancial se conserve tan celosamente guardado como secreto de familia.

Un detalle a dilucidar es que se entiende por altar: la base sobre la cual está depositada la piedra donde se realiza el sacrificio o, por extensión al conjunto formado por el altar propiamente dicho más el retablo que se recostaba sobre el muro. En el siglo XIX la misa se oficiaba de espaldas al público. Actualmente permanece el retablo del altar mayor sin mayores modificaciones. Si Se cambió la mesa del mismo que se adelantó hacia La nave para dar paso al sacerdote que oficia la misa de cara al pueblo.

La antigua iglesia del siglo XVIII tenía solamente la nave central. A los costados, donde actualmente están los cruceros se construyeron dos capillas comunicadas con la misma. Posteriormente se levantaron las paredes de las naves laterales y se reconstruyó el lecho, quedando parte del antiguo lecho en la cúpula, sobre el presbiterio y en los cruceros, suponemos que tampoco se realizaron modificaciones en el contrapiso de la nave central y en la zona del presbiterio, exceptuando la colocación de baldosas, que según testimonios brindados por empleados de la iglesia se llevó a cabo directamente sobre el antiguo embaldosado.

El retablo construido en madera está apoyado sobre un muro que lo separa de la sacristía. Tenemos entonces como parte de atrás del altar, según el testimonio de Rodriguez Sañudo el muro que termina en un piso ubicado en un plano inferior al que sirve de base al altar.

De lo expuesto se deduce que el sitio de la sepultura es el que sirve de apoyo al retablo y área donde anteriormente se encontraba la mesa del altar, debajo de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros. Un grabado publicado por padre Furlong, nos muestra una imagen aérea la iglesia en 1767 en donde se puede constatar que en sus aspectos generales no hubo mayores modificaciones con excepción del agregado de las naves laterales. Inclusive se puede observar una pequeña habitación detrás de la cúpula que coincide con el sitio de la sacristía actual.

Ver artículo original en:  http://biblioteca.cfi.org.ar/wp-content/uploads/sites/2/1998/01/41900.pdf

 

También: http://biblioteca.cfi.org.ar/documento/recuperacion-de-los-restos-del-general-francisco-ramirez-provincia-de-entre-rios/

 

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, Texto: Burlot, Rubén, “Proyecto de repatriación de los restos de general Francisco Ramírez”, CFI, 1998

 

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1 comentario en "Muerte y sepultura de Ramírez: ¿Dónde están sus restos?"

  1. Respecto del lugar donde finalmente recibió sepultura la cabeza de Pancho Ramirez, deseo expresar los comentarios que nos hacía mi padre, el historiador santafesino José Carmelo Busaniche, en oportunidad de hacer pozos en el fondo de mi casa paterna ubicada en la misma manzana de la vieja Iglesia de la Merced (también cementerio), quien nos decía “no se asusten si encuentran los restos de una cabeza humana, haciendo referencia a la que perteneciera al caudillo entrerriano”.
    La referida casa paterna, tenía su frente sobre la avenida General López, muy cerca a la casa donde vivió y murió Estanilao López, y el fondo de tierra donde jugábamos en nuestra infancia, distaba a unos 50 metros de la linea municipal, lo cual posiblente coincidía con el predio del cementerio de la vieja Iglesia de la Merced.
    Mi padre sostenía esta teoría respecto a este tema que es caro al sentimiento de los entrerrianos. No tengo otro aporte para ofrecer y si en algo puedo contribuir a esclarecer el debate en cuestión, estoy a la disposición.
    Saludos
    Ing. Jorge Alberto Busaniche

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