El Tranvía a vapor Ciudad del Uruguay

Intersección de calles Alberdi y 3 de Febrero, al fondo puede verse la cárcel ubicada detrás de la Policía y al frente las vías del tranvía (Foto: Mario Morasán)

Desde la circulación de los primeros tranvías a “tracción a sangre” (tirados por caballos) en la Ciudad de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX, numerosas ciudades del interior siguieron su ejemplo, entre ellas Paraná, Concordia, Gualeguaychú y como no podía ser de otra manera, nuestra ciudad.

Fueron varios los intentos de establecer, estos servicios en la ciudad, siendo el primer proyecto del año 1875 del señor José R. Navarro. Durante el año 1887 el municipio recibió tres pedidos similares, uno de ellos propuesto por el Sr. Benjamín Basualdo fue autorizado, teniendo previsto el recorrido del “tranvía tirado por caballos” desde la plazoleta del “puerto nuevo”, siguiendo por varias calles de la ciudad uniendo finalmente este punto con la “Estación“ y “Plaza Constitución (o Columna) pero no se tiene noticias ciertas que éste servicios llegara a “librarse al servicio público” quedando archivado como otras tantas iniciativas de la época.

El Tranway a Vapor de la Ciudad del Uruguay Sociedad Anónima

A fines de la década de 1880, la ciudad se reponía lentamente del golpe que había recibido al ser despojada de su condición de “Capital de la Provincia de Entre Ríos”, al ser beneficiada con la concreción de importantes obras públicas, como la habilitación del ferrocarril Paraná-Uruguay el 30 de junio de 1887, la inauguración de la estación ferroviaria el 12 de agosto de ése mismo año y la inauguración del “muelle nacional o Puerto exterior” sobre el río Uruguay el 5 de diciembre de 1887,con al presencia del presidente de la República Miguel Juárez Celman acompañado del Gobernador de Entre Ríos y otras altas autoridades nacionales y provinciales.

En este contexto de progreso, por iniciativa del Dr. Manuel Cigorraga y un grupo de distinguidos vecinos que lo apoyan, se constituye la “Sociedad Anónima Tranway a vapor de la Ciudad del Uruguay”, con objeto de “construir una línea de tranway a vapor ú otro sistema”.

El 23 de agosto de 1887, se celebra el correspondiente contrato de “concesión” entre la Municipalidad de Concepción Del Uruguay y la empresa, representada por su presidente Sr Cigorraga, debiendo las obras estar habilitadas para el 23 de abril de 1889.

Los estatutos de la empresa son aprobados por el gobierno nacional el 6 de agosto de 1888. Al respecto el periódico “Fiat Lux” en su edición del 12 de agosto de dicho año, resalta la importancia de la obra y agrega que la ciudad “Será la primera de Sudamérica en contar con un tranway a vapor”.

Las obras se inician oficialmente el 18 de febrero de 1888, en un acto realizado frente al teatro 1° de Mayo concurriendo en representación de la municipalidad local el concejal José María Cordero (h) teniendo las vías el siguiente recorrido: La estación terminal (depósitos de vagones y locomotoras) se encontraba en un amplio galpón de chapas de zinc, ubicado en la parte de atrás del “Hospital de Calidad” (Hospitalito) sobre la calle 1° del este (hoy Antártida Argentina). De la estación la vía tomada, hacia el norte, hasta Rocamora, por esta hasta la actual Perú, Mitre hasta la plazoleta del “puerto Nuevo” frente a los Edificios de Prefectura y Aduana.

Regresaba por el mismo recorrido, al llegar a la esquina de Rocamora y Perú, tomaba por la primera de las nombradas hasta la actual Eva Perón, pasando frente al Teatro 1° de Mayo, seguía por Urquiza (después V. H. Montero hoy Perón) hasta la “Plaza de la Columna”. Regresaba por el mismo recorrido hasta la calle San Luis (hoy Ereño) tomando por ésta hasta su intersección con 3 de Febrero (casa familia Magasanik hoy Cablevisión) pasando frente a la iglesia parroquial hasta Galarza, doblando hacia el este, pasando frente a la residencia de la familia Urquiza (hoy correo) hasta la esquina de hoy Centro Comercial (Galarza y Eva Perón) empalmando con la vía principal.

El recorrido del “tranway” como se puede apreciar, comprendía los principales puntos de la ciudad, posteriormente se “proyectó” (no llegó a construirse) un ramal a la estación del ferrocarril.

Los materiales (rieles, durmientes, clavos, etc.), los vagones y máquina a vapor, se adquirieron en Europa por medio de la casa “Drisdale” de Bs As.

Ante la demora del arribo de las “máquinas a vapor desde Europa”, la empresa pensó en habilitar el servicio, utilizando “tracción a sangre” (yunta de caballos especialmente seleccionados y adiestrados para tal fin).

Por diversos inconvenientes que se le presentan a la empresa, en especial la provisión del material rodante, motivan que esta solicite a la municipalidad una prórroga de ocho meses para finalizar los trabajos, plazo que le es concedido, con la salvedad que el servicio indefectiblemente esté habilitado para el 23 de abril de 1889, autorizándolo además a modificar la traza original de las vías (se refiere al ramal a la estación)

En marzo de 1889 arriban al puerto de Buenos Aires en los vapores “Colina” y Manara”, procedentes de Liverpool la primera de las seis maquinas a vapor y seis “Truck” (vagones tipos zorras con 8 ruedas, 4 para ser usadas sobre rieles y 4 para caminos carreteros, es decir sin rieles. Estos vagones eran abiertos, tipo “jardineras” de mayor capacidad que los coches cerrados, con asientos en forma longitudinal, permitiendo que los pasajeros vayan sentados espalda con espalda, dejando aclarado que éste fue el único material rodante que recibió la empresa.

La primera “maquina a vapor” que se le impone el nombre de “8 de Junio de 1810”, en alusión al histórico acontecimiento, cuando la Villa reconociera a la Junta Revolucionaria de Mayo, teniendo su nombre en chapas de bronce a ambos costado de la cabina.

El material rodante, es trasbordado al buque “Leipzig” para su traslado a Concepción del Uruguay, donde es descargado el 27 de julio de 1889. Recién en febrero de 1890, se hacen las primeras pruebas del “Tranway”, que con el estridente silbato de la locomotora, convocó a grandes y chicos sobre su recorrido, que observaban con asombro el desplazamiento del “convoy”. Al llegar frente al Teatro 1° de Mayo la máquina hizo un alto, oportunidad que fue aprovechada por todos los presentes para abordar los vagones, siguiendo el recorrido de las vías, entre los vítores de sus ocasionales pasajeros y aplausos del público congregado.

En una curva, sin poder precisar cuál, la locomotora “descarriló”, la que fue puesta nuevamente en las vías, después de fatigosos trabajos de los operarios de la empresa, prosiguiendo su viaje hasta la “estación terminal”, de donde nunca más salió.

La empresa del “Tranway del Uruguay”, fue emplazada reiteradamente por la municipalidad local para que “habilitara al servicio público el tranway”.

Por ordenanza de fecha 26 de junio de 1891 se le conceden treinta días para ponerlo en funcionamiento, reiterándose el emplazamiento el 1° de septiembre del mismo año, sin resultado, ante la negativa de la empresa de “librar al servicio público el tranway”.

Varias fueron las causas argumentadas, por la empresa, para no poner en servicio el tranway y cumplir con la pactado con la municipalidad, así lo reflejan los periódicos de la época. El real motivo, fue que la empresa había contraído una importante deuda con la firma proveedora de los materiales y material rodante “Casa Drisdale” de Bs. As. con la que se había convenido que el pago se efectuaría a partir de la puesta en servicio del tranway en la ciudad de Concepción del Uruguay, por ésa razón contractual ,el “tranway” permanecía guardado en su estación, sin tener ningún interés, por parte de los directivos de la empresa, en cumplir lo pactado, dando lugar a un largo pleito judicial.

Por otra parte la Municipalidad sancionó la Ordenanza 177 de fecha 28 de abril de q903 que dispuso que “en razón de que se iban a cumplir los quince años de que se otorgara la concesión para el establecimientos del servicio de tranway y que pese a las reiteradas prorrogas la empresa no había dado cumplimiento  a lo pactado designa al Dr. Benito Cook, asesor especial con el objeto de que asista, con su consejo profesional al Presidente de la Municipalidad, en el asunto del Tranway a Vapor.

El 1° de agosto del mismo año, el Honorable Consejo Deliberante por resolución 214/1903 declara “caduco el contrato de concesión celebrado el 23 de agosto de 1887 y la prórroga acordada el 23 de abril de 1889, celebrado con la empresa denominada “Sociedad Tranway a Vapor de Concepción Del Uruguay”.

Iniciada la demanda judicial, la municipalidad en la sesión del 2 de julio de 1904, dispone que “vencidos los plazos de ley, se rematen todos los bienes de la empresa y el producido se destine a la construcción de un cementerio-lazareto y la compra de un carro atmosférico”.

El remate se efectúa el 22 de noviembre de 1904 en el local que ocupara la “estación del tranway” en calle 1° del Este (hoy Antártida Argentina entre Galarza y Rocamora) donde se encuentran depositados materiales, la locomotora y vagones.

No se ha podido precisar, el destino de la máquina y los vagones, salvo uno de éstos últimos que según referencias del Profesor Miguel Ángel Gregori, hasta unos años atrás en el depósito municipal, ubicado en la manzana hoy ocupada por el Club San Martín, había uno de los “coches jardineras”, que había sido adaptado para alojar los perros vagabundos, que la perrera municipal recogía en la ciudad, ignorándose su posterior destino.

Con respecto a los rieles que se habían tendido en las calles de la ciudad, fueron “levantados” por las cuadrillas municipales y fueron destinados a diversas obras públicas (puentes y alcantarillas de la zona) como también, parte se domaron a diversas instituciones, entre ellas a la “Comisión Pro Templo San Miguel de estación Caseros a la que se le entregaron setenta rieles.

Portones de hierro perteneciente a la Estación Terminal del tranvía, hoy desaparecidos. (Foto: Andrés Rousseaux)

El edificio “de la estación”, en la manzana detrás del “hospitalito”, quedó abandonado y en enero de 1907, se produce un derrumbe parcial, al haber cedido el maderamen del techo de zinc, que cayeron sobre ruedas, rieles y otros materiales cubiertos de yuyos del fallido “tranway a vapor”, reclamándosele a la municipalidad que adopte medidas. Varios fueron los pedidos que se le hicieron al municipio, sobre el predio de la “estación”, que se había transformado en un “aguantadero” de elementos de mal vivir y es recién en el año 1917 que se toma la decisión de proceder a “demoler las instalaciones existentes” y proceder a limpiar el predio, mandando a construir una pared.

De la antigua “estación del tranway”, quedaba hasta hace poco tiempo el “portón de hierro y zinc” cuya foto acompaña este artículo y que el propietario del terreno, lo ha utilizado para la entrada de un galpón existente en el lugar, hoy ya nada de eso existe.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos. Texto extraído de la publicación de Rousseaux, Andrés René “El tranway a vapor Ciudad del Uruguay”, Diario “La Calle”  23 de enero de 2000. Agradecimiento a la Museóloga Ana Trípoli de la “Sala de la Ribera” por proveernos del material para este artículo.

La fábrica de aguardientes y licores “La Uruguaya”:

En primer plano el molino Fabani en construcción, detrás la chimenea de la caldera de la fábrica de licores. (Foto Andrés Rousseaux)

A fines del siglo XIX, nuestra ciudad había adquirido un importante desarrollo industrial, contando con varios molinos harineros, fábricas de cigarros, saladeros, etc. destacándose  la industria licorera, encabezada por el pionero D. Nicolás Miloslavich con su aperitivo “Argentino”, que con el transcurso de los años pasaría a ser nuestro conocido “Aperitivo Lusera”, de donde posteriormente se originaría el no menos conocido  “Aperitivo Marcela”.

Otra de las importantes industrias licoreras locales, fue la del Dr. Francisco Martín Reibel, de cuyos datos biográficos me he referido en una nota anterior y que fuera socio fundador de la fábrica de aguardientes y licores “La Uruguaya”.-

La fábrica de aguardientes y licores “La Uruguaya”:

En enero de 1885, el Doctor Francisco Martín Reibel y familia se instalan en Concepción del Uruguay, procedente de Colón (ER) donde había desarrollado una intensa actividad profesional, habiendo incursionado en actividades agrícolas, con la plantación de vides para la obtención de vinos y la siembra de la remolacha para obtener alcohol, habiendo viajado en el año l883 , a Europa para adquirir semillas de éste último producto.

Casa del Dr. Reibel, detrás la chimenea de la fábrica.

En nuestra ciudad, independiente de su profesión y la docencia, fue el precursor de la construcción y puesta en servicios de una fábrica de aguardiente y otras bebidas, constituyendo a tal fin en el año 1886 una sociedad, con distinguidos vecinos uruguayenses, entre los que encontraba el Sr. Pedro Barnetche, la que es registrada bajo la razón social de “Reibel y Cía” recibiendo la fábrica la denominación de “Fábrica de Aguardientes y Licores La Uruguaya”.-

 La sociedad, adquiere un amplio terreno de casi 4.000 m2, en la ribera del Riacho Itapé, sobre la calle actual 9 de julio (terrenos donde hoy se encuentra el ex Molino Harinero Concepción), el que debió ser primeramente desmontado y nivelado para la construcción de la fábrica, trabajos que se inician en el año 1887, bajo la dirección del maestro constructor de nacionalidad italiana Ángel Luiggi o Luissi , amigo del Dr. Reibel y quién había tenido a su cargo la construcción de su residencia privada (“El Castillo del Dr. Reibel)

La fábrica constaba de amplios galpones  donde funcionaban los talleres de tonelería, herrería y carpintería, alojando además las salas de cocción y alambiques.

Toda las máquinas eran accionadas “a vapor” contando al efecto de una gran caldera de la cuál tenía una  hermosa chimenea de ladrillo a la vista ,de unos treinta y seis metros de altura, la que se destacaba desde varios kilómetros de distancia, siendo una importante referencia para los navegantes.

Sobre la ribera del Itapé, se había instalado una poderosa bomba para extraer agua a los efectos de satisfacer las necesidades de la destilería. En sus inmediaciones se había construido un “piletón” de unos tres metros de lado, donde se arrojaba el rezago del maíz elaborado, para ser utilizado gratuitamente, para la alimentación de los caballos de los carreros del puerto.

También los deshechos de la fábrica, eran utilizados para la alimentación de un importante plantel de “vacas lecheras” que sus propietarios poseían, las que daban una abundante y riquísima leche.

La fabrica entró en pleno funcionamiento en el mes de septiembre de 1888, produciendo una variada gama de bebidas alcohólicas, entre las que podemos citar: grapas, diversas clases de aguardientes, ginebra, coñac, ron, anís, bitter, whisky y diferentes clases de amargos que se consumían como aperitivos en esa época.

La fábrica, tenía como dependencias anexas, alojamientos para familias y personal soltero de los empleados y obreros que en ella trabajaban, siendo toda una innovación en el aspecto laboral de la época.

En abril de 1889, una gran creciente del río Uruguay, inundó las instalaciones de la destilería la que debió paralizar sus actividades por varios meses, además de los cuantiosos daños que las aguas produjeron en las instalaciones y máquinas.

El tesón de sus directivos, con la colaboración de sus empleados y obreros, hicieron que al poco tiempo, después que bajaran las aguas, la destilería estuviera nuevamente en marcha.

Para el año 1898, la fábrica comenzó a experimentar una notoria decadencia, abrumada por los quebrantos económicos de las deudas hipotecarias que sobre ella pesaban, más una abultada deuda con el fisco provincial, por falta de pago de los “impuestos internos”, que la llevó a una situación insostenible, sumándose a ello, el fallecimiento el 10 de abril de 1899, del que fuera “alama mater”, el Dr. Francisco Martín Reibel.

Para fines del año 1899, la fábrica estaba totalmente paralizada, habiendo pasado a manos del Banco Hipotecario Nacional, por la deuda impaga, quedando como cabeza visible de la sociedad el Sr. Barnetche.

Papel comercial de la fábrica.

En el año 1904, el periódico local “La Juventud”, publica un interesante artículo, instando a las fuerzas vivas y empresarios locales a “recuperar para la ciudad esta importante industria o reconvertir sus instalaciones para otra actividadproductiva”.

En agosto del año 1905, después de un largo trámite judicial, el Banco Hipotecario, por intermedio del martillero local Sr. Nicanor Larez  pone en venta la fábrica, con todas sus instalaciones principales y anexas, máquinas etc. por el valor de la hipoteca que existía, es decir $95.143 m/n. Al no haberse presentado ningún oferente, es realizado un nuevo remate el 9 de noviembre del mismo año, interviniendo el mismo martillero con una base de $35.000 m/n.

La subasta no tiene el resultado previsto, habiéndose recibido solamente una oferta en la suma de $ 14.000 m/n ,que el banco desestima teniendo en cuenta el valor de las instalaciones y máquinas que superan los $100.000 más el crédito hipotecario y deuda al fisco provincial.

Ante ésta situación, el banco en común de acuerdo con el fisco, deciden rebajar la deuda hipotecaria y fiscal, llamándose a un nuevo remate con una base de $30.000 por las instalaciones, más las deudas $ 19.998,60 m/n.

El 16 de mayo de 1906, sale nuevamente a remate, quedando nuevamente desierta por falta de interesados lo que lleva al banco a rebajar la base, fijándose la subasta para el 11 de julio de ése año. Al fin, el remate tiene éxito y es adquirido en la suma de $ 31.000 m/m más la deuda hipotecaria que había sido reducida a $ 17.999 (la deuda fiscal había quedado condonada por el gobierno provincial para facilitar la venta) siendo adjudicada al Sr. Agusto S. Rivero.

Su nuevo propietario, teniendo encuentra la gran cantidad de obreros que estaban trabajando en las obras del “puerto nuevo o dársena interior”, hace remodelar las instalaciones de la fábrica,  en departamentos, para ser alquilados, transformándose en una casa de inquilinato (conventillo en la jerga popular) hasta su demolición en el año 1928.

 

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos. Texto extraído de la publicación de Rousseaux, Andrés René Desde la fábrica de aguardiente “La uruguaya” al molino harinero “Concepción

 

Historia del correo en Concepción del Uruguay

Ex-Casa de la familia Urquiza-Costa, adquirida por el Estado Nacional para el Correo

Don Pablo Schvartzman, en un folleto que hace la Dirección de Cultura local, para el aniversario de la instalación de las oficinas de correo en nuestra ciudad nos cuenta:

“A principios del siglo XVIII (1700), no existía prácticamente ninguna población en toda la costa entrerriana del río Uruguay. Nuestra ciudad, fundada por Don Tomas de Rocamora el 25 de junio de 1783, fue según algunos historiadores, la ciudad más importante de la provincia ya q sobresalía a Paraná en más de quinientos habitantes.

No es de extrañar, entonces, que desde sus comienzos Concepción del Uruguay constituyera un centro postal destacado y notable nudo de comunicaciones de lo que entonces se denominaba “Correo del Uruguay”. Este tuvo su origen en las gestiones de Don Francisco de Albín, comandante militar de Las Víboras, en 1792, en el sentido de continuar la ruta de Colonia Sacramento hasta Paysandú y Concepción del Uruguay, para vincular a estos puntos en forma directa con los pueblos de las Misiones. Bernardo de Garmendia gestiono en 1793 el establecimiento de postas en los tres puntos citados (Colonia, Paysandú y Concepción del Uruguay), proyecto que demoro en ser llevado a la práctica, principalmente por la rivalidad existente entre los administradores de correos de Buenos Aires y Montevideo. Finalmente los directores generales de Madrid resolvieron en 1799 desligar totalmente ambas administraciones y agregar a la de Montevideo todas “las estafetas y postas de la Banda Oriental del Rio de La Plata, así como las establecidas en Entre Ríos, hasta Gualeguay y Yerua, que forman parte de la carrera  del Rio Uruguay”.

Mapa de las postas en mayo de 1801

El 2 de mayo de 1801 se dio comienzo a este servicio con un correo quincenal. Se partía desde Colonia y pasando por Las Víboras, Espinillo, Santo Domingo, Soriano, Mercedes, se llegaba a Paysandú, continuando a Concepción del Uruguay y de aquí a Gualeguaychú y Gualeguay, el recorrido sumaba un total de ciento siete leguas.

Se prolongó luego la carrera hacia el norte, desde Concepción del Uruguay, hasta Salto Chico (Concordia) y desde allí hasta el primer pueblo nombrado Yapeyú en las Misiones. Modificando este primer proyecto, se aprobó el itinerario de 4 de febrero de 1804 y se ubicaron definitivamente la posta con algunas diferencias.

Según un informe de la época, el despacho de correos por la nueva Carrera del Uruguay podía llegar a los pueblos más retirados en solo diez días y con una cortedad y brevedad que se asombrarían hasta en Europa.

Desde 1801 se desempeñaba como administrador de correos en Concepción del Uruguay don José Miguel Díaz Vélez, quien tuvo una marcada influencia en el Cabildo Abierto del 8 de junio de 1810 que resolvió la adhesión de nuestra ciudad a los postulados de la Revolución de Mayo, pasando así a ser la primera del Virreinato en apoyar la gesta porteña.

Las autoridades revolucionarias dispusieron, con fecha 26 de agosto de 1810, que la correspondencia de Buenos Aires se dirigiera ahora a Santa Fe, desde donde se remitiría al comandante militar de Entre Ríos para su debido curso, y se especificaba que la misma debía ir en bolsa de badana, a efectos de evitar su posible deterioro. Hay que recordar que Montevideo continuaba siendo sede de las autoridades realistas, por lo cual esta variación del trayecto tenía su razón de ser.

Con fecha 15 de setiembre de 1810, Díaz Vélez dispone una nueva ruta postal entre Paraná y Concepción del Uruguay, pasando por Gualeguaychú, Gualeguay, Nogoyá y pueblos intermedios.

Conformada la República de Entre Ríos, el general Francisco Ramírez dicto los reglamentos que debían regir la nueva entidad política, estableciendo diversas normas vinculadas con las postas y correos.

No obstante, le correspondería al gobernador Lucio Mansilla, después de la muerte de Ramírez y la desaparición de la República Entrerriana, el mérito de haber dado una organización mucho más completa a los correos y postas provinciales. El 22 de enero de 1823 se designa administrador de correos a Don Diego de Miranda, quien desempeño sus tareas hasta 1850. Varios historiadores se han ocupado de la figura de Don Diego, al que se menciona como un funcionario “patriarcal” que llenaba su cometido con verdadera abnegación. De él se relatan algunos hechos notables como, por ejemplo, el que destaca que, ante serias dificultades económicas de la provincia, Don Diego ofreció servir al Estado gratuitamente.

Cuando Urquiza se hace cargo del gobierno demuestra también su preocupación por las comunicaciones en el territorio provincial y se logra así una mayor regularidad en los servicios de correos.

A pesar que la  provincia se vio envuelta en frecuentes luchas en esa época, el gobierno se mostró respetuoso de la correspondencia, aun de la enviada desde puntos controlados por el enemigo, y en una contestación de 1848, el gobernador declara expresamente que no hay inconveniente alguno en que se admita correspondencia que trajesen los buques procedentes de puertos enemigos y que la revolución del 7 de diciembre de 1847 está destinada únicamente a prohibir el comercio con esos puertos.

Los años pasaron, creció la población y correlativamente la importancia postal, de manera que la creación de las actuales oficinas locales se considera establecida con fecha 22 de abril de 1861.

El relato oral ubica el primer correo en Bulevar Yrigoyen y Maipú. Después de esta ubicación el correo tuvo varios emplazamientos, hasta que en 1890, el gobierno nacional adquiere el edificio que ocupa actualmente, a Dolores Costa de Urquiza. El presidente de nuestro país era Juárez Celman, quien después de una cordial sobremesa con Dolores Costa, convino el negocio. Es interesante este dato, cuando el presidente de la República, Doctor Miguel Juárez Celman visitó nuestra ciudad, con motivo de la inauguración del muelle “Nacional” o “exterior” (1887), se alojo en esta residencia.

Mansión Magasanik, sede del Correo entre 1899 y 1902

Entre los diferentes lugares dónde funcionó el correo, podemos citar la casa de la familia Cousillas (Alberdi, entre 3 de febrero y España), hasta 1899, para esa fecha se traslada a la casa de la familia Balestrini (Conocida luego como la mansión Magasanik, actual Cablevisión), funcionando en calle 3 de Febrero casi Ereño; allí funciona hasta 1902, trasladándose en 1903 a la casa del poeta Victoriano Montes (3 de Febrero y San Martín, esquina suroeste), hasta que en 1919 se traslada definitivamente a la ex-casa de Urquiza.

Fuentes: Schvartzman, Pablo,  Folleto aniversario del correo (1991); Rousseaux, Andrés “Mansión Balestrini-Magasanik”, Concepción del Uruguay, Edificios con Historia, Tomo  III y Mallea, Lorenza, Recopilación de historia (1983)

 

 

La Doctora Teresa Ratto

Doctora Teresa Ratto

Teresa Ratto estudio en escuela normal Mariano Moreno, la segunda fundada en el país. Al finalizare sus estudios primarios apunto su objetivo a un sueño imposible para la época, obtener el título de bachiller para, finalmente hacer una carrera universitario

El primer paso estaba dado, el Colegio lo había fundado Urquiza, pero era solo para varones.

Pero Teresa Ratto tuvo suerte que en aquel momento el rector fuera José Zubiaur,  un hombre abierto y progresista que formo el Primer Comité Olímpico Internacional en el año 1894.

Zubiaur pide autorización al Ministro de Instrucción Pública para que una mujer ingresara al Colegio.

Ella a los 15 años fue maestra pero debió comenzar de primer año el Bachillerato, realizando primer año, hizo segundo y tercero libre y los dos últimos los hizo como alumna regular.

Con 20 años termina sus estudios en 1895 y se va a Buenos Aires para seguir la carrera de medicina, recibiéndose a los veintisiete años. Fue la primera entrerriana en obtener ese título. Además de medica era “Doctora en medicina”, obteniendo ese título con su tesis sobre el “Seudo-reumatismo escarlatinoso”.

Su labor profesional la desarrollo en Buenos Aires, donde formo parte de equipos médicos que hicieron frente a las epidemias de la época. Pero su vida que la entrego a los enfermos se vio acrecentada  y sintió que debía regresar a Concepción del Uruguay.

En su casa paterna atendía a los enfermos.

En la epidemia de viruela Teresa era la única médica en la ciudad que atendía la vacunación. Su hermano Octavino de 13 años iba a acaballo todos los días a la Municipalidad a buscar las vacunas. En su casa la gente hacía cola para ser vacunada.

La figura de esta mujer que nos enorgullece a los concepcioneros, es meritoria por su inteligencia, por su personalidad, por sus dotes morales, pero por sobre todo por imponerse con sus ideales a una época en que la mujer por su condición de tal tenía vedada su actuación pública. Pero Teresa Ratto, participó activamente en los primeros centros de estudiantes y fue una de las primeras militantes en la defensa de los derechos de las mujeres.

Falleció muy joven, de peritonitis, el 2 de abril de 1906, y hoy sus restos descansan en el cementerio local en el panteón de su familia.

Hoy podemos apreciar sus pertenencias personales en el Museo Histórico del Colegio del Uruguay, Justo José de Urquiza, que fueron donadas por su sobrina nieta Teresa Ratto. En diciembre de 1975, en adhesión al “Año internacional de la mujer” se imponer su nombre a la ex calle Washington, que pasa por el frente de su casa.

Fuentes: Diario La Calle, Numero dedicado al 125 aniversario del Colegio, agosto de 1974; Diario La Calle, Suplemento 23 de Mayo de 1999 y Diario Uruguay, 3 de abril de 2006.

 

 

Proyecto de construcción de un nuevo Palacio Municipal

Diseño del Palacio Municipal del Arq. Corbella

Proyecto de construcción de un nuevo palacio municipal

La propia evolución de la ciudad y la antigüedad del edificio en que funcionaba la municipalidad (Se refiere al viejo edificio de la Comandancia), el  que pese a los arreglos y ampliaciones realizadas,  de ninguna manera cubrían las necesidades administrativas de la corporación municipal.

Ello lleva a las autoridades de la época, a solicitar al distinguido arquitecto Uruguayense  Juan B. Corbella que presente “un proyecto de palacio municipal” tomando como base para su construcción “el solar” (un cuarto de manzana) propiedad de la municipalidad  en la esquina de las calles San Martín y Moreno.-

El proyecto es presentado en junio de 1911 teniendo como presupuesto para su construcción la suma de $ 100.000 pesos m/n, suma que la municipalidad no tenía posibilidad de afrontar.

El “Palacio Municipal” como se lo denominara, tenía hermosas líneas arquitectónicas estilo “francés” como lo podemos apreciar en el bosquejo publicado en el periódico La Juventud del 6 de junio de 1911.

Es de destacar, que el arquitecto Corbella, que en ése momento se encontraba en plenitud de su carrera, es el autor de los proyectos de la “Mansión de la Familia Perette-Jorge”  la “Mansión de Doña Sara Sagastume Urquiza de Chiloteguy (ambos edificios fueron demolidos)  y del palacete del “Dr. Corbella” que aún se mantiene en pié en la esquina de Perón y San Martín.

Fuente: Rousseaux, Andrés, “De la comandancia al Centro Cívico” 2010

El cabildo de C. del Uruguay y los libros capitulares

Encabezado del Acta que designa al padre José B. Redruello como diputado por la Villa en 1810

La historia nos dice que los primeros libros del Cabildo de Concepción del Uruguay, fueron sustraído en el año 1811 por Juan Michelena, Oscar Urquiza Almandoz, en el Tomo N° 1 de su “Historia de Concepción del Uruguay” que, lamentablemente, el archivo del Cabildo de Concepción del Uruguay, al igual que los de Gualeguay y Gualeguaychú, no han sido hallados hasta ahora. Es creencia corriente que los libros capitulares de las villas entrerrianas fueron secuestrados en 1811 por los marinos españoles de la escuadrilla mandada por el capitán Juan Ángel Michelena y llevados a Montevideo.

En lo que hace a Gualeguaychú se ha tenido mayor fortuna, puesto que se ha logrado rescatar un Libro de Acuerdos del Cabildo de dicha villa, que abarca desde el 27 de julio de 1787 al 9 de mayo de 1811. El hallazgo fue realizado en Montevideo por el entonces arzobispo de Santa Fe, monseñor Nicolas Fassolino. Gestiones posteriores, realizadas en 1958 permitieron que el único libro de los cabildos entrerrianos hallados hasta ahora, fuera depositado en el Archivo del Obispado de Gualeguaychú.

El primer Cabildo. Rocamora, al fundar la villa el 25 de junio de 1783, procedió a elevar al Virrey la propuesta de los nombres que habrían de integrar el primer Cabildo. Poco después, con fecha 12 de julio, el Virrey Vértiz expidió el decreto por el cual aprobaba la fundación y a las autoridades capitulares.

Este primer cabildo estuvo integrado por: Alcalde Juan del Mármol. Regidores: José de Segovia, Pedro Martin de Chanes o Echániz, Domingo Leyes y Felipe López. Algunos autores agregan los nombres de Leandro Salvatella, Manuel Rico del Camino, Lorenzo Ayala, Gonzalo Ferragut, Miguel Martínez y Miguel Godoy.

Estos cabildos se renovaban todos los años. En 1810, el cabildo que adhirió a la Revolución de mayo estuvo integrado por: Alcalde josé Miguel Díaz Vélez. Alcalde de 2° voto: Domingo Morales. Regidores: Miguel Dumont, Francisco García Cortina, Mariano Romero, José Antonio Bolado. Síndico procurador: Agustín Urdinarrain.

¿Dónde estuvo ubicado el edificio del cabildo Concepción del Uruguay? Según la historiadora local María del Carmen Miloslavich de Álvarez, el Cabildo de la villa se levanto frente a la plaza principal en la manzana comprendida entre las actuales calles Eva perón, 9 de Julio, Supremo Entrerriano y Galarza. Dicha manzana continúo de propiedad fiscal hasta 1867, en que fue donada a la Asociacion Promotora del Progreso.

Pero, ¿están todos  perdidos?, esto se lo pregunta Eduardo Vector Álvarez en un artículo aparecido en diario “La Calle” del 25 de junio de 1983 (Suplemento 200 años de la fundación de la ciudad)

He tenido en mis manos el libro de “Protocolo” del Cabildo de Concepción Del Uruguay conteniendo asientos desde el año 1805 a 1812. Vetusto, evidenciando una existencia de ciento setenta años, encuadernado en cuero sobado, con una inscripción casi ilegible “N°… Libro 2 de Poderes y escrituras…”. Sus hojas contienen casi cien asientos comprendiendo compras y ventas de inmuebles, ídem de esclavos (mercadería muy valiosa en aquélla época) y legalizaciones de compra y venta de diversos negocios.

Todos estos escritos están fechados en Concepción del Uruguay y llevan al pie la firma de cabildantes, alcaldes mayores, vecinos, todas personas para nosotros conocidas a través de otros documentos de la época.

En este libro, muy importante en la organización administrativa-legal de los Cabildos coloniales, se protocolizaban actas de relevancia, escrituras, otorgación de poderes. etc.

Ante la existencia de este libro surgen de inmediato algunos interrogantes. Tradicionalmente se justificaba la total ausencia de documentación del archivo del Cabildo de C. del Uruguay, atribuyendo a Michelena el despojo total de la misma y su remisión a Montevideo y/o a España. Nos preguntamos: Si así fue, ¿cómo pudo habérsele “escapado” este libro de valioso contenido, como que legalizaba actas del Cabildos, transacciones comerciales e inmobiliarias?

Si el libro estuvo en Concepción del Uruguay hasta el año 1824 con seguridad (como lo demuestra una constancia del Alcalde Mayor Antonio del Rivero (Imagen que se adjunta) y en el se efectuaron asientos hasta 1812. quiere decir que no todo se llevó Michelena y habrá quizás otros libros del Cabildo de Concepción integrando reservorios particulares u oficiales.

Podría Michelena haber dejado de llevar libros de poca importancia pero no el que motiva este trabajo conteniendo todas las probanzas legales de los títulos de propiedad de los habitantes de la Villa entre los años 1805 y 1812.

Este libro contiene asientos de alto valor histórico como ser el acta de la reunión del Cabildo que designó al Rv.   P. José Bonifacio Redruello diputado ante la Junta del 25 de Mayo de 1810 y que lleva fecha del 30 de julio del mismo año.

El Reverendo Redruello se adhirió al movimiento contra el Virrey Cisneros pero a la llegada de Michelena renunció a sus ideales y ante la inminencia de la reconquista de la ciudad emigró hacia Montevideo en compañía de otros realistas, Esto ocurría en marzo de 1811.

Posiblemente este libro quedó en Concepción del Uruguay hasta el año 1883, año de la designación de Paraná como capital de la provincia de E. Ríos. En el archivo del Gobierno de Entre Ríos, sito en la Capital de la Provincia reposa el único libro hasta ahora existente del extinguido Cabildo de Concepción del Uruguay.

Conversando con algunos de los Directores de los archivos históricos de España en mi intento de hallar alguna noticia sobre el accionar de Michelena en Concepción del Uruguay, todos opinan que Michelena fue sospechoso de tener simpatías con los patriotas de Mayo, creo conveniente agregar que el Capitan de Navío Juan Ángel Michelena y Moreno era casado con Carmen del Pino hermana de la esposa de Bernardino Rivadavia, ambas señoras hijas del que fuera Virrey del Río de la Plata entre 1801 a 1804, Dn. Joaquín del Pino Rozas Romero, por lo tanto Michelena era concuñado del “más grande hombre civil de la tierra de los argentinos” al decir de Mitre.

Ninguno de los Directores consultados admite que Michelena llevó la documentación de los Cabildos entrerrianos.

El ilustre historiador entrerriano Benigno Teijeiro Martinez, cuyos restos descansan en el cementerio local en tumba declarada histórica tuvo en sus manos este libro y en él todavía se conserva una anotación escrita a máquina que reza “como se lee en la tapa de este protocolo en el libro 2 de poderes, escrituras etc. faltando por consiguiente el 1° anterior a 1805”. Cosa extraña la existencia de este valioso libro no originó en el investigador la duda sobre la posible existencia o no de otra documentación de la que se dice que llevó Michelena.

He aquí la punta de la madeja. ¿Existen en el país otros libros del archivo del Cabildo de Concepción del Uruguay? Tarea futura y ardua para historiadores de la historia lugareña es el rastrear en su búsqueda o confirmar fehacientemente que Michelena se llevó el resto de la documentación del Cabildo.

Escribía Álvarez en su artículo “Para terminar diré que muy bien podría ocurrir, que S.G. de la Provincia de Entre Ríos, en hermoso gesto, dispusiera entregar, en custodia permanente al Colegio Nacional del Uruguay el único libro existente hasta ahora del Cabildo de la Villa que con el correr de los años se ha convertido en la ciudad que concentra la mayor actividad cultural de la Provincia de Entre Ríos”.

 

 

El viejo circuito “Mena”

Vista aérea del circuito “Mena”. Imagen extraída de “Una pasión de la histórica” vidéo de RUS

El viejo circuito “Mena”, está íntimamente ligado a la historia grande de la Fórmula  Entrerriana.

El circuito llevaba ese nombre porque el dueño del campo que era una vieja cantera de broza, ubicada en  la zona norte de la ciudad, lindera al barrio San Isidro, fue don Roberto Pedro Mena vecino de Concepción del Uruguay que vivía en calle Alberdi entre España y 3 de Febrero pegado a la tienda Astral. Actualmente en esa casa vive su hija Nora. Eran dos hermanas la otra murió hace unos años.

Don Roberto era un hombre solvente, apasionado del Turf en la época de oro de esa actividad en nuestro principal circo hípico.

La idea primigenia de construir en ese lugar un circuito debemos buscarla en 1954, cuando la Comisión Directiva del Club Amigos del Volante, que encabezaba el señor Francisco Baxter, logró en septiembre por parte de don Roberto P. Mena  propietario del predio  la autorización correspondiente.

Todo indicaría que, pese a iniciarse los trabajos no pudieron concluirse y que la idea se retomó algunos años después siendo otra gente la  que dinamizó la construcción.

Finalmente el 25 de noviembre de 1956, al disputarse el Gran Premio “Francisco Durando”  hermano fallecido en una competencia en Paysandú de Américo Durando, el circuito se utilizó por primera vez. Esta carrera la  ganó el campeón de la temporada Isidro B. Gertsner, quedando  inaugurado oficialmente el circuito “Roberto P. Mena”  de 1.700 metros.

Don Raúl Scolamieri manifestaba en un reportaje realizado muchos años después, al referirse a este perimetral que “…en Concepción del Uruguay , se corrió donde estaba últimamente el Autódromo Municipal  pero en sentido contrario, eran dos rectas paralelas y dos curvas, una pasaba en la casona y la otra frente a la casa de Mena”.

El circuito empezó a tener inconvenientes de mantenimiento un par de años durante la década del 60, volviéndose a habilitar en 1965. Pero se desestimo en 1966 y no hubo actividad en 1967 y 1968 porque evidentemente se estaba trabajando en el.

Este trazado se amplio y modifico en 1967, estirándose a 2.100 metros. Don Roberto Mena  vendió el campo a la Municipalidad en 1968, sin embargo la gente por una cuestión de costumbre siguió llamándolo el circuito “Mena”  aunque oficialmente se llamaba Parque Autódromo Municipal. Después de algunos intentos entre 1970 y 1971 para ampliarlo, en 1974 se extendió el perimetral a 2.230 metros construyéndose lo que se denomino el “Chupete” siendo inaugurado el 10 de noviembre de 1974 para el Gran Premio Pre Coronación de la Fórmula Entrerriana.

Texto: Prof. Orlando Busiello

 

El día en que la Virgen lloró

Imagen vandalizada de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

En el año 1959, fue emplazada la imagen de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en la esquina de Juan José Millán, junto a la Parroquia Santa Teresita.

Pero el día miércoles 6 de diciembre de 1995, la ciudad se vio conmovida por un hecho nunca ocurrido, la imagen de la virgen lloraba. Durante todo el día se vio el desfile de centenares de personas, católicos o no, deseosas de ver si era verdad.

El hecho aparentemente ocurrió en el momento en que los feligreses  de la parroquia Santa Teresita, asistieron al Rosario de la Aurora y el oficio religioso en honor a la patrona de la ciudad, cuya novena se reza en todas las parroquias en esos días.

Terminado el oficio religioso, una señora se detiene junto a  la imagen y ve que de los ojos de la imagen surgían lagrimas que caían hacia el mentón.

Las autoridades eclesiásticas no son de manifestarse en forma inmediata, pero entonces el Padre Pablo Kolomi, dijo: “yo no puedo opinar si esto tiene interpretación científica. Lo que puedo decir es que no es algo que ocurra por primera vez a nivel mundial, ni en Argentina. Se ha comprobado que distintas imágenes, han derramado lágrimas, que al ser analizadas, se comprobaron que eran lagrimas humanas…”

En cuanto al significado del acontecimiento, el sacerdote dijo: “Desde el punto de vista del significado, podemos decir que es como una manifestación. Un modo de la Virgen para hacerse presente, para llamar la atención de la gente, creyente o no creyente, como una madre, ¿Cuándo llora la madre?, cuando el hijo anda mal, cuando esta desviado, cuando no hace caso. En este momento podemos decir que estamos en esa situación ¡Cuantos son los que hacen caso omiso de la voluntad de Dios, de sus leyes, de lo que significa la vida cristiana y su compromiso! Eso a la Virgen le duele, y de esta manera lo manifiesta”.

En días siguientes siguió el incesante pasaje de la población por donde estaba la imagen, algunos la vieron llorar, otros no, pero todos rezaban a sus pies.

El día 10 de diciembre visita la ciudad el Padre Varela Zapata, por su iniciativa fue entronizada en la parroquia Santa Teresita, la imagen de la Virgen Medalla Milagrosa. Muy emocionado por los acontecimientos y el encuentro con quienes lo acompañaron en 1959, que estando frente a esta imagen, le piden a la virgen, por que bajen las aguas del rio Uruguay.

A la tarde se rezó el rosario, y el anciano sacerdote se refirió a su fe mariana, terminando su alocución dirigiéndose  a la virgen:

“no te merecemos, Señora, pero te necesitamos, por eso te pedimos que no llores más y bendigas esta ciudad tan mariana de Concepción del Uruguay, sobre todo en esta Parroquia y sus feligreses.”

Decía Don Bosco, “amad a Jesús Eucaristía y a la Virgen y conoceréis lo que es un milagro. Bendícenos Madre”.

Lamentablemente hace unos meses vándalos rompieron la imagen de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.

Hoy la imagen ya fue repuesta, y tenemos de nuevo a la Virgen de la Medalla Milagrosa en su lugar.

Fuente: Diario La Calle, Diciembre de 1995.

El antiguo lazareto o “casa de aislamiento”

Fosa común de la epidemia de Fiebre Amarilla del año 1871

La presencia de epidemia masivas en la vieja Europa o en pueblos orientales, constituyen tristes capítulos de la historia de la humanidad, y en más de una oportunidad el grito de “LA PESTE”, cundió en pueblos o ejércitos con pavor ante la impotencia que sentían frente al flagelo por desconocimiento de las causas que lo engendraban y solo el aislamiento de los enfermos era el recurso de que se echaba mano para disminuir el contagio.

Como es de suponer, algunas enfermedades virulentas y distintas fiebres de causas desconocidas, llegaron al nuevo mundo junto con la conquista hispano-lusitana; y en el siglo XIX, las poblaciones entrerrianas supieron tempranamente de la presencia de flagelos como la peste bubónica y la lepra o Mal de Lázaro entre otras enfermedades contagiosas.

Las corrientes inmigratorias se constituyeron igualmente, en vehículo portador de esas enfermedades. Recuérdese que más de un escritor sostuvo que en Europa del siglo XIX, las dos más importantes causas de muerte, fueron Napoleón y el “Cólera Morbo”.

Cuando la Villa de Concepción del Uruguay, fundada por don Tomas de Rocamora el 25 de junio de 1783, acababa de cumplir su primer cuarto de siglo de vida, se cierne sobre ella el primer peligro epidémico desde Corrientes, ciudad que en 1805 sufre los efectos de una epidemia de viruela. El Comandante de los Partidos de Entre Ríos, don Josef de Urquiza, toma todas las precauciones del caso y enterado de que ha llegado a Buenos Aires la primera partida de fluido Jenner Antivariólico, solicita la misma al Virrey Sobremonte. Se opera así, superando múltiples dificultades y resistencias, la primera vacunación en la villa a cargo del cirujano José Antonio Blanco.

Pero, otros males contagiosos, como la tisis o Mal de Lázaro, tempranamente aquejaron los primeros núcleos humanos entrerrianos y entre ellos la villa de Concepción del Uruguay. El 19 de enero de 1825 el Honorable Congreso Provincial dicta una ley “Prohibiendo la permanencia de los enfermos de tisis o de Lázaro en los pueblos”, pero tan drástica determinación fue vetada por el gobernador León sola, con fundamentos de justicia y humanidad.

Transmitidas desde Buenos Aires, Montevideo o desde los Estados brasileños, periódicamente la ciudad sufrió los efectos devastadores de epidemias incontrolables. Así en 1868, el cólera se hizo presente y la nómina de fallecidos suministrada por el Jefe Político al Cura Párroco Domingo Ereño para asentarlos en el Libro de Muertos, habla de la magnitud de la misma.

En 1871 y 1874 desde Brasil propago se la fiebre amarilla que también ataco la ciudad.

Desde 1873, con la instauración del régimen municipal, los sucesivos intendentes, como es lógico suponer, hubieron de preocuparse por la salud de la población.

En 1884 siendo intendente don Darío del Castillo, la ciudad fue atacada por el cólera creando el clima de dolor y pánico que es fácil de suponer. Formada una “Comisión de Higiene”, esta dispone alquilar una casona al oeste de la ciudad, algo alejada del centro urbano, para “Casa de Aislamiento” o Lazareto. Los efectos del mal fueron tremendos, pero lentamente fueron disminuyendo hasta que el 12 de julio de 1887 la Municipalidad dispone la clausura del Lazareto, el que quedo abandonado, tal vez por el triste recuerdo y los comentarios que lo ensombrecían.

Aquella amarga experiencia, llevo al Intendente Del Castillo, verdadero defensor del principio sanitario de la población a pensar en adquirir aquella casona o construir un pabellón para atender aisladamente a enfermos de viruela que habían proliferado.

Conformada una “comisión Popular pro-casa de aislamiento”, se recaudan fondos y se adquiere aquella propiedad que, al oeste de la ciudad, estaba ubicada lindando con lo que fuera el primer matadero que tuvo la ciudad (En las inmediaciones de donde funcionó el vivero municipal, frente a plaza Rocamora). En ella el gobierno comunal hospitalizo enfermos contagiosos por mucho tiempo y especialmente durante las epidemias que continuaron atacando a la ciudad. Enfermos de cólera, viruela, tisis o lepra, encontraban triste destino en la casona de aislamiento o Lazareto.

En el año 1904 la ciudad fue teatro de un de los últimos ataques epidémicos masivos y nuevamente el Lazareto cumplió su triste misión, pero los avances de la ciencia al servicio de la medicina en el siglo XX, hicieron que lentamente aquellas enfermedades contagiosas fueran disminuyendo de tal modo, que algunas poco menos que han desaparecido, y a aquel terreno y casona se le fueron dando distintos destinos, pero nunca más el lúgubre de la primera hora.

El último de los destinos que se le asigno, fue el de vivero municipal. Pareciera un irónico contrasentido: aquella casona y terreno destinados a alojar enfermos contagiosos, hoy es símbolo de luz, color y perfume.

Texto original presentado en el Primer Congreso Nacional de Historia de Entre Ríos, por el Prof. Miguel Ángel Gregori – 1983

Las fiestas en palacio San José

Única foto del palacio San José dónde se puede ver el lago artificial y el templete

Las fiestas en la residencia del Gral. Justo José de Urquiza, Palacio San José fueron frecuentes y deslumbraron a los invitados. Reunían a personalidades de la política, diplomacia, empresarios, personajes de las artes y de las ciencias.

No fue fácil hacer estas reuniones teniendo en cuenta, la distancia y los medios para llegar a la casa, el alojamiento y lo que se ofrecería en dicha conmemoración. Sin olvidar que la ciudad más cercana era Concepción del Uruguay, encargada de ser receptora de todo lo necesario para las festividades en San José, ella recibía todos los pedidos de mercaderías, de artesanos, de diligencias y carretones.

Los pedidos dependían del homenajeado, podían necesitarse agua de colonia, extracto de Lubin, jabones finos, peines de carey, escobillas para dientes y hasta cigarros habanos.

Pero, para las fiestas criollas, que consistía en carreras de sortijas, doma y yerra, corridas de toros, no eran necesarios tantas cosas.

Las fiestas más resonantes eran las realizadas el 19 de marzo y el 9 de octubre, días de los santos de la residencia, San José y día del santo del dueño de casa, San Justo y Pastor, respectivamente.

Fiestas religiosas donde hasta se realizaban bautismos colectivos con los empleados de la estancia.

Una de las fiestas más importantes y de gran repercusión fue la de la llegada del Presidente Domingo Faustino Sarmiento, el 3 de febrero de 1870.

La preparación llevo meses, se organizaron comisiones con diferentes tareas: de recibimiento, de iluminación, de adornar el teatro, de invitados, etc.

A su vez Sarmiento que viajaba con tres barcos, traía en su comitiva integrantes de la Guardia Nacional del Paraguay.

Ese día, 3 de febrero de 1870, entra al puerto de Concepción del Uruguay, el barco Pavón con la comitiva presidencial.

En el muelle lo esperaba Urquiza, quien lo recibe con un abrazo. El muelle estaba adornado con banderas, con tropas de infantería y regimiento de caballería.

Los dos, Sarmiento y Urquiza, se dirigen hasta el centro de la ciudad, a la casa del Coronel Simón de Santa Cruz y su esposa Juana de Urquiza, donde desde sus balcones presencian el desfile de las tropas, el pueblo los acompaño desde la plaza.

Luego emprenden el viaje al Palacio San José, donde llegan en horas del mediodía. Almuerzan y a las cinco y media de la tarde se da comienzo al banquete para todos los invitados. Después de los discursos tanto de Sarmiento como de Victorica, se dio comienzo al baile, hasta la hora de la cena.

Fue la última gran fiesta en el Palacio San José. El patio principal fue tapizado con alfombras rojas, de techo se extendió un lienzo de donde colgaban guirnaldas, banderas, faroles. En el centro del patio había dos cañones de bronce, con 4 banderas llevadas a Caseros. Argentina, Entre Ríos, Uruguay y Brasil.

Alrededor del patio estaban las mesas para más de 200 invitados. Fueron tres días de fiesta, donde la prensa no dejo de admirar la cultura encontrada en la casa, ya que fueron deleitados por los encantos de las hijas de Urquiza, quienes brindaron conciertos de piano y violín a los invitados.

Esta fiesta fue inolvidable y tuvo repercusión en la prensa del momento, uno de los comentarios fue de esta manera:

“se ha presentado cien veces al Gral. Urquiza como un eterno conspirador que solo se ocupa de fraguar revueltas, y el Gral. Urquiza apareció allí como un honrado padre de familia consagrado a la educación de sus hijos, sin otra aspiración que vivir y gozar tranquilo al lado de ellos y de la noble matrona que Dios le deparo por compañera”.

El homenaje a Sarmiento fue la última gran celebración del Palacio y duraron los festejos tres días. Al poco tiempo Justo José de Urquiza fue asesinado en esa misma casa.

Fuentes: Secretaría de Cultura de la Nación “Sarmiento visita el Palacio San José” 1988; Macchi, Sara Elena Bruchez de, Cuaderno 4, “Las Fiestas en el Palacio San José” 1995.