Santiago Giacomotti (Proyectista)

Placa identificatoria en el frente del cementerio de la ciudad

A lo largo de la historia local muchas empresas , constructores y arquitectos han dejado su huella a través del diseño y  la construcción de diferentes monumentos y edificios, los más conocidos serán tal vez por la magnificencia de sus obras, Juan y Pedro Fosatti (Palacio San José, Basílica de la Inmaculada Concepción, Pirámide de la plaza Ramírez), Pedro Renón (Colegio del Uruguay, ex Capitanía de Puerto) o Bernardo Rígoli (Escuela Avellaneda; Policía de Entre Ríos), en las épocas de gloria de la ciudad, o más cercanos en el tiempo Santiago Giacomotti (Escuela Viamonte, nuevo frente del cementerio municipal, la barraca Americana) o Bruno Nichele (edificio del Centro Comercial, Mausoleo al general Urquiza, Monumento a la República de Italia). En esta oportunidad consideramos importante recordar y destacar  a quien promovió a través de su trabajo el adelanto de nuestra ciudad.

Del libro “El asunto de la Luz” del Prof. Omar Gallay extraemos una reseña de Dn. Santiago N. Giacomotti, de nacionalidad italiana, fue un destacado convecino, proyectista, constructor y director de obras, que dejó su impronta en varios edificios, como en la remodelación del frontispicio del Cementerio Municipal (1900), la construcción de la «Barraca Americana» (1910) – ambos de gran representatividad histórica y de la escuela N° 2 «Juan José Viamonte» (1910).

Hombre inquieto, tenaz y recto en sus procedimientos, supo granjearse el respeto de la comunidad Uruguayense al participar en diversas e importantes actividades alentadoras de progreso.

Falleció el 4 de febrero de 1944, poco antes del medio día, a la edad de 70 años. A pesar que se encontraba enfermo, su muerte tomó de improviso a familiares y allegados. Gran cantidad de convecinos despidieron sus restos, que entonces fueron inhumados en el cementerio local pero que hoy se encuentran en el cementerio privado «Jardín de Paz» (donde fueron trasladados en 1999).

Al acontecer su deceso, la Municipalidad decretó la adhesión al duelo, habida cuenta de que Santiago Giacomotti oportunamente se había desempeñado en el cargo de Concejal.

Al cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento se celebró un funeral en la Parroquia «Inmaculada Concepción», oportunidad en que se renovó el pesar por su ausencia, muy cara a quienes conocieron su hombría de bien.

En la calle 8 de Junio 435 (esquina con Dr. Alberto Larroque) Don Santiago Giacomotti poseía un corralón de venta de materiales para la construcción, herramientas rurales y artículos de ferretería. Luego de su deceso y entrados sus bienes en sucesión, este comercio fue liquidado mediante la venta de su mercadería en oferta pública.

Su importante actividad comercial lo llevó, en 1913, a ser integrante de la primera Comisión Directiva del «Centro Comercial, Industrial y de la Producción» de Concepción del Uruguay.

Don Santiago Giacomotti estaba casado con Doña Maria Bevilacqua y uno de sus hijos, el Dr. Bartolomé Giacomotti, tuvo destacada actuación como profesional y ejecutivo del Hospital «Justo J. de Urquiza». Por esta razón el Centro de Salud que se encuentra en uno de los edificios que pertenecieran a la estructura del «viejo Hospital» lleva el nombre de Dr. Bartolomé Giacomotti.

Su restos descansaban en el cementerio municipal hasta el año 1999, en que fueron trasladados al nuevo cementerio  ”Jardín de Paz”.

Fuente: Gallay, Omar, “La cuestión de la luz”

 

Don Carlos Poggio y su almacén (Barrio del Puerto Viejo)

Factura del bazar “San Carlos”

En la manzana de Corinaldesi estaba Carlos Poggio, en Moreno y Montevideo, (hoy 25 de agosto) donde tenía almacén y la casa de familia. Por relatos de su esposa, Elba Martin, antes de casarse alquilo haciendo cruz, un local en el solar de los Olivieri, que también tenían una casa alquilada a la familia Salazar, sobre calle Montevideo.

La casa de familia de los Olivieri estaba en Moreno. Todo en la manzana de la escuela Urquiza.

Cuando el almacén progreso, anexo librería, mercería y regalos; tomo empleados y construyo un local más grande con depósito y vivienda, en su solar de Moreno.

Después cuando se retiró vendiendo el negocio y lo edificado a Don José Haberkon, construyo una casa más moderna, siempre en sus tierras, sobre calle 25 de agosto.

Para entretenerse y charlar con sus antiguos vecinos y clientes, tiene un pequeño negocio donde comenzó, en su antigua esquina. Carlos María Poggio, Carlitos para todos, fue un hombre ejemplar en el barrio.

No digo un hombre sin defectos. Digo un hombre que puede ser ejemplo para todos. Nunca rehuyó el hombro a nadie. Siempre aporto soluciones.

Siempre asistió cuando convocaban para algo que interesaba a todos, aportando sus ideas, sustrayendo parte de su tiempo de comerciante para atender y dar soluciones a la comunidad

Socio de los primeros en el Círculo Católico de Obreros, que supo contarlo entre los concurrentes a sus reuniones con su mejor buena voluntad y sus ganas de colaborar.

También entusiasta cooperativista, que, hacia socios, daba referencias exactas de los aspirantes a serlo, parada obligada de la diaria Agencia Móvil, que encontraba los papeles en orden y el dinero contado, el comentario necesario para la solución del problema de algún vecino infaltable miembro del Concejo de Administración de la Caja de Crédito Uruguay.

Carlitos fue el respaldo de casi todo el barrio.

Fue una institución y es muy recordado en el barrio Puerto Viejo, donde vivió hasta sus 92 años. Falleció el día 6 de marzo de 2004.

Bibliografía: Coty Calivari, “Barrio Puerto Viejo” (2002). Colaboración de Marta Fillastre.

“Cortiñas y Cía”: Un gran establecimiento comercial

Vista interior de los almacenes “Cortiñas y Cía”, foto revista Panorama, 1939

Entre los grandes establecimientos comerciales de Concepción del Uruguay, el almacén por mayor y menor y bazar de la firma Cortiñas y Cía., ocupa un lugar de preferencia, no sólo por la importancia de sus giros y el volumen de su stock, sino también por lo perfecto de su organización.

Esta organización, fruto de la experiencia y de la inteligencia de sus dirigentes le permite desenvolver sin tropiezos sus vastas actividades y atender con eficacia admirable, a sus millares de clientes de la ciudad y el departamento, dejándolos plenamente satisfechos por la fiel interpretación de sus pedidos, la prontitud con que son atendidos y la calidad invariablemente superior de las mercancías, aunada a precios incompetibles.

Es así que el establecimiento se ha rodeado de un sólido prestigio, que es el factor primordial de la franca prosperidad que evidencia y que le permite abarcar un radio de acción más amplio cada día, con la conquista ininterrumpida de nuevos clientes y la anexión a sus ramos de nuevos e importantes renglones.

Están al frente del comercio, tres hombres a cuyo dinamismo y capacidad se debe la marcha próspera del establecimiento  y la perfecta organización a que nos hemos referido. Son ellos los señores Leoncio Cortiñas, Teodosio Murillo y Marcos Del Rio. De su capacidad comercial es una prueba brillante este gran almacén dirigido y administrado con tino e inteligencia cuya conducción representa una responsabilidad que no podría asumir exitosamente quien careciese de  condiciones relevantes para ello

Hemos tenido oportunidad de hacer una visita a la Casa Cortiñas y Cía. Lo que nos ha, permitido apreciar objetivamente su importancia. Ocupa un amplio local ubicado en las calles Congreso de Tucumán y 9 de Julio, a la primera de las cuales da le Sección por menor y Bazar y a la segunda, la Sección Por Mayor y Escritorios. Lo que llama a primera vista la atención, es la vastedad de los stocks, la variedad de las mercancías almacenadas y su conveniente distribución. Da de inmediato la impresión del poderío comercial de la firma. Las fotografías que acompañan esta nota, servirán para dar al lector una idea de la Sección Bazar y del almacén por menor, cómodamente instalada en especiosos salones.

Tres grandes secciones

Vista exterior de los Almacenes Cortiñas

La Sección Bazar merece ser consignada especialmente, ya que es muy importante, contando con un extraordinario surtido completamente moderno ofrecido a precios absolutamente módicos, lo que hace que el público le dispense francamente su favor. Pueden encontrarse allí todos los objetos del ramo, desde los más simples y corrientes hasta las más delicadas y preciosas creaciones.

La Sección de ventas al detalle desarrolla una actividad intensísima ya debe abastecer a gran parte de la numerosa población de la ciudad y de la campaña, teniendo organizado al efecto un eficaz servicio de reparto, que con rapidez hace llegar al cliente su pedido. Así montada, esa Sección, que se destaca por la calidad superior de los artículos, debe hacer frente a una demanda cada vez mayor.

La Sección de ventas por mayor tiene vastas vinculaciones comerciales en la ciudad y en el departamento. Asumiendo la representación de varias marca acreditadas. Esta circunstancia, la seriedad de la casa, los precios ventajosos que está en condiciones de ofrecer al comercio, le aseguran una reputación que es la mejor base para el desarrollo y progreso de sus transacciones.

A continuación ofrecemos el detalle de algunos de los renglones que representan

Cortiñas y Cía. y que recomienda a los comerciantes: Vino tinto “Granata”. Vinos blancos “La Etelvina”. Yerba mate brasileña “La Purísima”. Aceites “Valdivia” y “Cuvillas”. Yerbas “Goal”. Esmaltes y pinturas “Dr. Lhenart”. Desnatadores e implementos avícolas “Alfa Laval”. Heladeras eléctricas y demás artículos “Frigidaire“.

El personal

No queremos terminar esta nota dedicar un párrafo al personal de la casa Cortiñas y Cía., cuya corrección en el trato y eficiencia merecen ser destacados, por lo que sus componentes son dignos colaboradores de los propietarios, constituyendo uno de los factores del éxito del establecimiento.

Son ellos el condigno componente de esta perfecta organización comercial que constituye un elemento de progreso y  un motivo de legítima satisfacción para Concepción del Uruguay.

Texto: Revista Panorama, año 1939

 

Confitería “RyS”: testigo de la historia uruguayense

Edificio de la RyS en la actualidad. (Foto: Carlos Ratto)

Sin lugar a dudas, la esquina noreste de calles Urquiza y Galarza en Concepción del Uruguay, traerá innumerable recuerdos de infinidad de uruguayenses que en su juventud y luego, en su madurez, compartieron inolvidables momentos, tomando una copa con amigos o compartiendo un desayuno al salir del boliche bailable.
Es que la esquina de la “Ris” no puede pasar por desapercibida y generación tras generación, supo de su historia y presente, lo que siempre le dio vida y un sentimiento especial.
Hoy, totalmente renovada, con dueños que llegaron con la intención de darle el toque requerido a la época, la “Esquina de Urquiza y Galarza”, está más viva que nunca, con modernas barras, nuevas luminarias, tanto en el interior como en su fachada, más cómoda que nunca, con un nuevo comedor y una excelente atención, es el punto de encuentro de gran cantidad de uruguayenses de todas las edades.
Más allá de este presente prometedor, la esquina tradicional de la “Ris” es parte de nuestra historia y seguramente, la ciudad no sería la misma sin ella.

Según el profesor Celomar José Argachá, se estima que alrededor del año 1800, a solo 17 años de la fundación de Concepción del Uruguay, llego a la ciudad Juan Jorge, griego, que en el Censo realizado por Francisco Ramírez en 1820, figura con 26 años de edad, comerciante. Sus descendientes, Juan y Nicolás Jorge, compraron entre 1822 y 1823 a José Antonio Leyes y Bernardo Crossa casi toda la manzana frente a Plaza Ramírez.
En 1873 la Municipalidad obligó por ordenanza a ochavar las esquinas y la familia de Juan Jorge la realizó sobre una vieja construcción de una casa con azotea que daba sobre las dos calles: De las Ciencias (hoy Galarza) y Santiago del Estero (actual Urquiza). En 1878, haciendo cruz al Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”, funcionada el Bar “Jorge”, en cuyo fondo había billares donde concurrían personalidades del Uruguay de entonces.

Precisamente en dicha esquina se produjo un alboroto de grandes proporciones. Cuando se realizaba una manifestación para celebrar el triunfo electoral a Gobernador de Francisco Antelo, que estaba presidida por una Banda musical llamada “Los Italianos”, al llegar a dicha esquina fueron recibidos por los estudiantes del Colegio con “baldazos” de agua, tarros con piedras para hacer ruidos y que también fueron arrojadas a los manifestantes y desde la marcha política partieron 40 balazos a los altos del Colegio, donde estaba el dormitorio de los alumnos internos. Fue todo un escándalo e inició el Ministerio de Instrucción Pública de la Nación, un sumario y deciden llamar a declarar a algunos profesores que estaban en el Bar “Jorge”.
Entre ellos se puede citar a Martín Ruiz Moreno (ex Ministro provincial, diputado e historiador), Guillermo Seekamp (alemán y primer profesor de Química de la provincia), Alejo Peyret (francés, profesor del Colegio y organizador de la Colonia San Jose) y Manuel Soneira entre otros, todos ellos uruguayenses destacados en aquellos tiempos. Es decir que ya en 1878 era un concurrido lugar.

Entre el Correo y Telecomunicaciones y el Bar “Jorge” existía un terreno baldío y allí funcionó en verano “La Terraza del Cine Esmeralda”, uno de los primeros cinematógrafos de la ciudad.
Debido al estado ruinoso del viejo edificio, resolvió Manuel Aurelio Jorge su demolición en 1927 y la construcción de un moderno salón comercial, Juan Filippini y fue llamado “El Nacional Bar” o “Bar Nacional”. El nuevo dueño inauguró la “Boite Itapé”, un muy concurrido lugar bailable.
Años después, 1944, la explotación comercial quedó a cargo de la firma Tófalo Hermanos, anexando bar y café, secciones de confitería estando a cargo de Jose Comas un conocido profesional en el ramo. Lo llamó Bar “Tupinambá” siendo pintadas sus paredes con la leyenda india. Un tiempo de la Gerencia estuvo en manos del “Tuli” Barbieri. Un gran incendio en enero de 1949 destruyó totalmente su mobiliario e instalaciones, funcionando temporariamente en el llamado “Rancho o Boite Itapé” hasta su reconstrucción y volvió a funcionar ahora con el nombre de “Confitería Ramírez” y el “Rancho” paso a denominarse “Night Club Ramírez”. La venta de Helados se hacía por calle Urquiza con el nombre de “Heladería Oasis”.

Recordemos que fue el primer lugar público de Concepción del Uruguay que tuvo, solo a partir de las 21 horas de todos los días, la transmisión de televisión, levantando para ello una enorme torre y antena para captar Canal 7, con serias interferencias y la imposibilidad de hacerlo en los días de lluvia.
Con la muerte de Manuel Aurelio Jorge todo el edificio y predio pasan a sus descendientes, quienes venden en 1973 el terreno anexo a Miguel Ángel Barral y este al Dr. Julio Simovich, quien construyo los actuales locales comerciales y luego se agregó un segundo piso para distintas actividades y estudios.

En 1968 la familia Tófalo abandona la explotación de la “Confitería Ramírez” y la misma fue encarada por los empresarios locales Abel Rodríguez y Albino Spada, cambiando su nombre por “Confitería RYS”, tomando las primeras letras de sus apellidos.

En 1970 por ordenanza municipal se cambio el nombre de la calle “Centenario del Pronunciamiento” por su actual “General Urquiza”, que fue su nombre original colocado en 1850.
Ambos compraron una parte de la edificación indivisa, quedando así como dueños junto a los descendientes de Manuel Aurelio Jorge. Encararon reformas del local en tres oportunidades (1970, 1992, y 1997) hasta que finalmente problemas económicos y comerciales provocaron la venta de la propiedad que fue adquirida por una entidad o asociación con sede en Paraná.

La misma la decidió alquilar a una cooperativa de los empleados de dicha confitería y finalmente su explotación queda en manos de una sociedad compuesta por dos hermanos, que realizaron nuevas refacciones, y poniendo además un restaurante, colocándole por nombre “Confitería y Bar La RIS”.
Mantener y defender los lugares tradicionales e históricos de la ciudad debe ser objetivo principal de nuestras autoridades y la Confitería RIS lo tiene de sobra por cuanto fue y es un lugar tradicional en la vida de los uruguayenses.

(Artículo publicado el 5 de Junio de 2016 en el diario digital “03442”)

Almacén y bar “La Cotorra”

Vista del bar en la actualidad (Foto: Mabel Gómez)

En el sector oeste de la ciudad, sobre la actual calle 9 de Julio, casi llegando al cementerio, sobre la vereda sur, se puede observar una veleta de chapa, pintada color verde en clara alusión al pájaro  que conocemos como “Cotorra”  y  que diera el nombre  a un conocido y reconocido comercio del ramo almacén y bar- y aún al barrio,  el que parcialmente  en la actualidad, corresponde al Barrio Sarmiento.

A principios del siglo XX- más específicamente alrededor del año 1904, arriban a nuestra ciudad, procedentes de su Italia natal, los hermanos Luís y Salvador Chiovetta, adquiriendo una parcela, donde levanta una construcción cuadrada de madera (casilla) donde  instalan  un almacén y despacho de bebidas (Bar) sobre la calle 7 del oeste (actual Benito Cook) a pocos metros de la calle 9 de Julio hacia el sur,  estando la casilla pintada de color verde, colocando sobre el techo de la misma una silueta de chapa de una “Cotorra”, pintada del mismo color la que le dio el nombre al comercio y aún al  incipiente barrio que lo rodeaba.

Los progresistas comerciantes, adquieren al poco tiempo el resto de la manzana comprendida por las calles 7 del oeste (Benito Cook) -9 de Julio, calle 6 del oeste (Enrique de Vedia) y San Martín,  excepto el solar (1/4 de manzana)  de la esquina de las actuales calles de Vedia y San Martín que se reservaba para la construcción de una “escuela pública” la que no llegó a concretarse por motivos que se ignoran.

Años después, los hermanos Chiovetta, trasladan el  almacén y bar, a un edificio de material sobre la calle 9 de Julio (actual 9 de Julio Nº 1641) trasladándo le emblemática veleta de “Cotorra”,  la que  permanece hasta nuestros días.

En el año 1912 la conocida firma martillera R. Taborelli y Cia.  remata el 28 de Julio de 1912, 58 magníficos lotes correspondientes a las manzanas aledañas, al este y oeste de los terrenos propiedad de los hermanos Chiovetta, con destino a la formación de un  barrio de clase obrera, que recibe el nombre de “Barrio La Cotorra”  con relación al comercio de los hermanos Chiovetta .

La “Cotorra”,  se convirtió en fuente de información para la salida y entrada de los vehículos, punto de referencia para ubicar a personas, familias, comercios. Fue punto de reunión y esparcimiento de los vecinos del barrio y  de la zona rural aledaña

En el año 1921, por disolución de la sociedad comercial de los hermanos Luís y Salvador Chiovetta, se pone en venta la acreditada casa comercial con todas sus instalaciones y casi una manzana de terreno.

La edificación comprende un  local para negocio, sobre calle 9 de Julio, sótano, casa de material para familia con sus dependencias, y un galpón con capacidad de 1500 bolsas de cereales.

Cuenta con una numerosa clientela al contado. Atiende el abastecimiento del establecimiento “Santa Cándida” por un monto de $ 5000 a $ 6000 pesos mensuales. El negocio y los terrenos aledaños, son adquiridos en el año 1922 por uno de los socios de la ex sociedad, D. Vicente Chiovetta hombre emprendedor y dinámico, quién continuó con su explotación comercial ampliando la edificación sobre calle 9 de Julio.

Al fallecer éste, en el año 1943, el comercio y terrenos pasaron a propiedad de su esposa Doña Teresa Bernasconi de Chiovetta. Por sucesión estas propiedades y terrenos, pasaron a sus hijos Eva Evarista Chiovetta de Reibel y Adán Chiovetta.

La primera heredó la  propiedad de calle 9 de Julio Nº 1637 y salones comerciales aledaños, (9 de Julio Nº 1925  a 1927)  donde a partir del año 1957 se instalara la Estafeta de Correos y Telégrafos Nacionales Nº 3, la que recibiera por parte de la jerga popular el nombre de  Estafeta “La Cotorra”, la que era atendida por la Sra. de Reibel.

El inmueble y  almacén y bar “La Cotorra”  (9 de Julio Nº 1641) paso a propiedad de Adán Chiovetta, siendo posteriormente  arrendado el comercio  al Sr. Kindernech a quién sucede su hijo  Rubén Kindernech, los que mantienen el tradicional nombre de “La Cotorra”  y la clásica silueta de chapa del emblemático pájaro que le diera el nombre.

(Texto: PG (RE) Andrés René Rousseaux, publicado originalmente en el diario “La Prensa Federal”. Agradecimiento a los descendientes de D. Vicente Chiovetta, Sra. Teresa Reibel de Marcó y René Vicente Reibel)

 

Fábrica de calzados de lona “La Espuela”

Publicidad de “La Espuela” aparecida en la revista “Panorama” del año 1939

En el número 66 de la calle Leandro N. Além funcionaba hacia 1939 una fábrica de calzados de lona denominada “La Espuela”, cuyo propietario F. A. Sánchez Bescós, el edificio  se mantiene casi exactamente como hace 80 años, tal como se puede apreciar en las fotos de esta publicación.

Comparación del edificio de la fábrica “La Espuela”, a la izquierda una foto de 1939 y a la derecha una foto actual (2018)

Casa “Lanyseda”

Publicidad de la tienda “Lanyseda” aparecida en la Revista Panorama del año 1939

En 3 de febrero 66 funcionaba hacia 1939 una casa de telas y lanas denominada “Lanyseda”, cuyo propietarios eran Bazzuri y Gregori, el edificio una de las pocas muestras de la arquitectura Art-Decó de la ciudad se mantiene casi exactamente como hace 80 años, tal se puede apreciar en las fotos de esta publicación.

Comparación de los edificios, el primero del año 1939 y el d ela derecha de 2018

 

Ferretería de “Juan Piñón e Hijo”

Casa “Juan Piñón e Hijo”, publicidad aparecida en un álbum de fotos de 1920

El establecimiento que funcionaba en este edificio, era, para 1920 una ferretería y corralón de materiales para la construcción, aserradero eléctrico, compra y venta de cereales, artículos para electricidad, hilos, bolsas y aceites, entre otros productos. Tenía su sede en calles 9 de Julio y Além, edificio que aún se conserva prácticamente igual, como se puede ver en las fotos que acompañan el texto. Durante estos casi 100 años pasaron por ahí numerosos y diferentes comercios y, actualmente, funcionan las oficinas del diario “La Calle”

Fotos que nos permiten compara el edificio en 1920 y en 2018

Fábrica de caramelos finos “La Productora”

Fábrica de caramelos “La Productora”, actualmente forma parte de los depósitos del Corralón “Ropelatto”

La fábrica de caramelos finos “La productora” fue fundada en el año 1915 por el Sr. Antonio Cladera. “Recientemente, los sistemas de elaboración de “La Productora”, respondiendo al espíritu progresista de su propietario, han sido transformados mediante la instalación de una moderna maquinaria a vapor cuya capacidad de producción es de 250 Kg. diarios. (…) La Productora ocupa un cómodo edificio situado en Bv. Urquiza (Hoy Yrigoyen) número 1277. Su número de teléfono es el 1791”. (Revista Panorama 1939). Ese ya centenario edificio fue integrado luego, como se puede ver en las imágenes a la fábrica SIBSAYA, elaboradora de, entre otras bebidas, inolvidable “Marcela” (Fuente: Revista panorama, 1939)

Farmacia “La Popular”

Publicidad de la farmacia “La Popular” en 1920

En la ciudad, aunque a veces con algunas modificaciones, hay muchos edificios que resisten el paso del tiempo, algunos de singular belleza como este que recordamos hoy. La construcción dónde a principios del siglo pasado funcionara la farmacia “Las Popular” de Marcelino Martínez, se encuentra intacto en su parte superior, tal como se puede apreciar en la foto actual del edificio. Se encuentra ubicado en calles Galarza y Leguizamón, ángulo noreste.

A la izquierda el edificio en 1920, a la derecha tal como se encuentra en la actualidad