En la manzana de Corinaldesi estaba Carlos Poggio, en Moreno y Montevideo, (hoy 25 de agosto) donde tenía almacén y la casa de familia. Por relatos de su esposa, Elba Martin, antes de casarse alquilo haciendo cruz, un local en el solar de los Olivieri, que también tenían una casa alquilada a la familia Salazar, sobre calle Montevideo.
La casa de familia de los Olivieri estaba en Moreno. Todo en la manzana de la escuela Urquiza.
Cuando el almacén progreso, anexo librería, mercería y regalos; tomo empleados y construyo un local más grande con depósito y vivienda, en su solar de Moreno.
Después cuando se retiró vendiendo el negocio y lo edificado a Don José Haberkon, construyo una casa más moderna, siempre en sus tierras, sobre calle 25 de agosto.
Para entretenerse y charlar con sus antiguos vecinos y clientes, tiene un pequeño negocio donde comenzó, en su antigua esquina. Carlos María Poggio, Carlitos para todos, fue un hombre ejemplar en el barrio.
No digo un hombre sin defectos. Digo un hombre que puede ser ejemplo para todos. Nunca rehuyó el hombro a nadie. Siempre aporto soluciones.
Siempre asistió cuando convocaban para algo que interesaba a todos, aportando sus ideas, sustrayendo parte de su tiempo de comerciante para atender y dar soluciones a la comunidad
Socio de los primeros en el Círculo Católico de Obreros, que supo contarlo entre los concurrentes a sus reuniones con su mejor buena voluntad y sus ganas de colaborar.
También entusiasta cooperativista, que, hacia socios, daba referencias exactas de los aspirantes a serlo, parada obligada de la diaria Agencia Móvil, que encontraba los papeles en orden y el dinero contado, el comentario necesario para la solución del problema de algún vecino infaltable miembro del Concejo de Administración de la Caja de Crédito Uruguay.
Carlitos fue el respaldo de casi todo el barrio.
Fue una institución y es muy recordado en el barrio Puerto Viejo, donde vivió hasta sus 92 años. Falleció el día 6 de marzo de 2004.
Bibliografía: Coty Calivari, “Barrio Puerto Viejo” (2002). Colaboración de Marta Fillastre.