Juan José Carbonell y la expropiación de “Santa Cándida”

Folleto de Santa Cándida de la década de 1990 (Anverso)

El año 1983 marcó una bisagra en la  fracturada historia Argentina que venía de más de 50 años de quiebres institucionales que arrancaban allá por septiembre de 1930 y llegaban hasta el último gobierno de facto que empezaba en marzo de 1976. Después de más de 8 años, por fin nuestro país se aprontaba a edificar una democracia duradera que se quería imponer con fuerza sobre los males del pasado y se vivía una suerte de “primavera democrática”, dónde muchas cosas se creían posibles.

Boleta del Partido Comunista de las elecciones del 30 de octubre de 1983.

Nuestra ciudad no fue la excepción y fue así como en las elecciones llevadas a cabo el 30 de octubre de 1983, se dieran dos particularidades en la conformación del gobierno municipal. Por un lado se eligió a un presidente municipal de un partido (UCR) y un Concejo Deliberante con mayoría de otro de ellos (PJ), y por otro se agregó a estos un concejal que venía del Partido Comunista, el primero en de esa orientación a acceder a un cargo electivo en Concepción del Uruguay, el escribano Juan José Carbonell.

“Juancho” Carbonell, como se lo conocía, era escribano de profesión y en las elecciones de  1983 alcanzo a ocupar una banca en el Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay alcanzando su lista más de 3.000 votos. Durante los cuatro años que duró su función pública donó su dieta a diferentes instituciones de la comunidad, algunas de ellas católicas, como Don Bosco y otras civiles como Alcec o Surco de Esperanza, por ejemplo.

Juan José Carbonell

Juan José Carbonell, había nacido en Concordia el 28 de septiembre del año 1931 y falleció en Campana en el 25 de octubre del año 2016, a los 85 años de edad. Una vez recibido de Escribano en la ciudad de Santa Fe, donde integró el Centro de Estudiantes de Derecho, y en 1953 adhirió a la Federación Juvenil Comunista, se radico a Bovril, dónde comenzó a ejercer su ´profesión , pero además, fundó la primera sede del partido Comunista, comienza a participar en el movimiento cooperativo y funda la Caja de Crédito. En esta ciudad se casó y tuvo a dos de sus hijos. En 1962 es candidato a diputado provincial. En 1968 se radica en nuestra ciudad dónde tuvo a sus dos hijos restantes y se dedicó a su escribanía ubicada en calles 8 de Junio y 25 de Mayo, además de participar activamente en varias organizaciones. Fue presidente de la Asociación de Cooperativas del Departamento Uruguay. También tuvo actuación gremial en el Colegio de Escribanos de la provincia, del cual fue vocal, y presidente de la Comisión Notarial de Concepción del Uruguay. Finalmente, se trasladó a la provincia de Buenos Aires, donde vivió sus últimos años en compañía de una de sus hijas y su esposa.

Juan José Carbonell (Foto El Miércoles Digital)

Entre algunas de sus iniciativas se encuentran la creación de la “Plaza de los Derechos Humanos” ubicada en Boulevard Yrigoyen, entre calles Maipú y Reibel que fue aprobada y tuvo su fecha de promulgación el 22 de mayo de 1986 bajo la ordenanza Nº 3010, otro fue el de retirar los retratos de los intendentes que no hubieran sido electos democráticamente; Fue el primero que planteo que la principal  playas de la ciudad para esa época (Banco Pelay) debía ser pública, es decir sin que los Uruguayenses deban abonar una entrada para ingresar al mismo y, tal vez su proyecto más resonante fue el elaborado para expropiar el palacio “Santa Cándida”, en ese entonces propiedad de Francisco Sáenz Valiente (nieto del general Urquiza) y de su esposa Elena Zimmerman. Este proyecto, según pudimos averiguar, nunca paso de Comisión de Hacienda, por lo que nunca fue tratado y discutido en el recinto del Concejo.

No obstante esto, es, creemos, bueno recordarlo como símbolo de un tiempo en el que se creía que todo sería posible gracias a la reciente democracia, pero que el tiempo, poco a poco, fue volviendo a la realidad.

Una amiga y colaboradora, la Técnica Bibliotecaria Miriam Barrios, quien trabajó durante varios años en el estudio de Carbonell, nos acercó un folleto impreso con el contenido del proyecto de expropiación de “Santa Cándida”, del cual extraemos el contenido principal del artículo, aclaramos que se ha respetado la escritura original del texto, sin que necesariamente esto represente el pensamiento de los editores.

Proyecto, su fundamentación

En este proyecto se divide la exposición de motivos en tres partes:

Breve reseña histórica. 2. Estudio de antecedentes y relaciones de títulos y, 3. Consideraciones finales. En este artículo, nos limitamos a transcribir un extracto, en el que ha respetado la redacción original y el contenido del mismo. Ver texto completo en:

Breve Reseña Histórica:

Poco antes de mediar el siglo anterior-corría el año 1847- comenzaba a funcionar un establecimiento industrial, al sur de nuestra ciudad, el que, con el transcurso del tiempo, se convertiría en uno de los principales del país: “El Saladero Santa Cándida”

Se buscó para su instalación la margen del rio, y el lugar preferido contó también como límite al arroyo de la China.

Santa Cándida (Álbum de 1920)

Los planos del hoy Palacio de Santa Cándida fueron obra de Pedro Fosatti. Su propietario el General Justo José de Urquiza, Gobernador de Entre Ríos, era para entonces un acaudalado comerciante y poseedor de grandes extensiones de campo, pobladas todas ellas. Como en otros, se dará el caso del gran estanciero que se transforma en saladerista. Es de hacer notar, que la producción de Santa Cándida desde su inicio, provino en gran parte de las estancias del mismo propietario.

 El antecedente más remoto de los trabajos iniciales en el Saladero, es una cuenta corriente a nombre del Señor Gobernador y en donde sus asientos comienzan en el mes de mayo del año 1847.

Las actividades comenzaron con la industrialización del equino. En aquel mes se compran 200 yeguas, hasta alcanzar en el mes de Diciembre una entrada de 451 cabezas. Al año siguiente, 1848, se nota el aumento de la producción, en Enero y Febrero se faenan 1.000 animales. En 1849, en el mes de Abril más de 1.000 alcanzando en mayo la cifra de 1.600 animales faenados.

El consignatario del Saladero en la Ciudad de La Plata, Dr. Gerónimo Gavazzo en el año 1849, realizó un envío de 2.588 cueros de Santa Cándida a EEUU. El saladero para entonces ya estaba en la producción de otros derivados. En determinado momento vende 55 sacos de sebo con 473 arrobas, a $ 1.- la arroba y 82 vejigas de grasa con 44 arrobas, al mismo precio, aparte también de las tareas de esquila y enfardamiento de lana. El resultado de los primeros 11 meses de 1849 arroja un saldo favorable de $ 26.000.- Se destacan envíos a Inglaterra y Cuba por $ 30.000.- y hasta el Establecimiento llegan barcas, goletas y bergantines inglesas, españolas, danesas y belgas entre otras banderas.

 El ciudadano francés Francisco Deschamps era quien estaba a cargo de la Administración del Saladero, según la versión obtenida de un viajero inglés.

En el año 1850 existían en el Saladero 6 galpones, dos de ellos muy amplios de 37 x 15 varas; un tercero era el principal de 124 x 15 varas, que era el galpón para saladero y playa, con 2 piletas y 4 asientos de salar, es decir el destinado a la salazón de la carne y lavado y salazón del cuero. Otro galpón se destinaba a depósito de sal, un quinto, con una gran pileta, para depósito de grasa y el último de 20 x 11 varas para tonelería y carpintería.

Existían dos corrales, uno para vacunos de 65 varas de diámetro y otro para equinos de 30 varas. Las dependencias accesorias consistían en varios ranchos para vivienda, cocina, panadería y otras.

El Capital invertido se lo calculaba hasta ese momento en $40.000.- pesos fuertes.

Se puede aseverar que la explotación industrial realizada en Santa Cándida fue integral los principales productos fueron los siguientes: a) Cuero. b) Carne. c) Grasa, cebo y aceite. d) Jabón. e) Velas f) Hueso y ceniza, y g) Cerda.

A medida que las tareas del Saladero fueron en aumento se hicieron necesarias algunas mejoras a sugerencia del asesor Guillermo Yule, entre ellas la construcción de un ferrocarril. En 1860, Urquiza firmó un contrato con los señores Fossati y Ocampo para concretar este elemento de extraordinaria importancia para el desarrollo de las actividades saladeristas. En el mencionado contrato, se comprometían a construir un muelle y puente de madera, como así un ferrocarril que sirva para la carga de los buques.

Hacia fines de 1861, el Saladero Santa Cándida pudo contar con esta notable innovación.

Santa Cándida (Foto: AGN)

Otra de las mejoras que proponía Yule era la instalación de un equipo de bombas de agua para la provisión del líquido elemento, fundamental para un Saladero. Gran parte de los elementos mecánicos eran accionados por máquinas a vapor. El equipo propuesto por Yule consistía en una bomba a vapor, cañería desde el río y desde la bomba al depósito, es decir una cisterna para contener el agua. El costo total de estas obras era calculado en $ 2.200. En 1880, Juan Cruz Ocampo adquiría en Buenos Aires un equipo compuesto por un motor y una bomba. Dice la crónica de entonces textualmente: “Tiene de fuerza 2 caballos ingleses o sean 5 americanos y de velocidad más de 100 revoluciones por minuto, con lo que hay que inundar el Saladero”.

Los inventarios encontrados son minuciosos y serán largo enumerarlos, aparecen si los elementos de la época, tales como 50 carretillas de mano, zorras de bueyes y prensa para lana. En el año 1860, se incorporó una balanza de factura inglesa, de 10 pies de largo por 7 de ancho, para pesar hasta 8 toneladas.

Para entonces el Capital del Saladero era de $ 207.971, y todo lo hasta aquí referido dá una idea del poderío económico y de la avanzada técnica que poseía este Saladero, verdadero baluarte de la economía de nuestra Provincia.

Para fundamentar esta afirmación basta mencionar que la faena 1858-1859 permitió una venta de los distintos productos allí elaborados, por un monto de

$ 547.523, suma esta de indudable magnitud, si se la compara con el Presupuesto de la Confederación para el año 1857, en el que los ingresos fueron fijados en $ 2.200.000.-

 “Santa Cándida” sola producía, una suma equivalente, a la cuarta parte de los ingresos de toda la Confederación Argentina.

Digamos también como última referencia a esta breve reseña que al momento del fallecimiento de Urquiza, éste estaba en tratativas para transformar el Saladero en algo que hubiera constituido una fuente de enorme progreso en aquella época: un frigorífico.

De toda esa grandeza industrial totalmente avanzada para su tiempo, hoy solo se conserva el casco del Establecimiento, la residencia serena y armoniosa de estilo arquitectónico italiano.

(Libros consultados: “Urquiza el saladerista”, Prof. Manuel Macchi y “Historia económica y social de Entre Ríos”, Oscar Urquiza Almandoz.

2°) Estudio de Antecedentes y Relaciones de  los títulos:

En esta parte de nuestra exposición señor Presidente, vamos a recorrer todos los traspasos que experimentó la propiedad de Santa Cándida, arrancando desde hoy hasta el año 1852, en que se escritura a favor del General Urquiza, lo que significará recorrer de la historia del bien que nos ocupa, casi un siglo y medio. Por ello advierto a los señores concejales que aunque su lectura es un poco fría, es de vital importancia por cuanto significa la historia, adaptada a derecho, de nuestro terruño.

Santa Cándida es un inmueble que, según la mensura practicada por el Agrimensor Basualdo, Plano Nº 19.180, aprobada por la Dirección General del Catastro de esta Provincia en fecha 27 de Junio de 1967, tiene una superficie total de 37 Has. 51 Áreas y 22 Centiáreas. Se ubica en el Ejido de Concepción del Uruguay, Distrito Tala, Departamento Uruguay, Provincia de Entre Ríos; linda, al Este, en parte con el Arroyo de la China, en parte con el Arroyo Itapé y en parte con el Arroyo del Chancho. Al Sureste, mediante recta alambrada  que parte del Arroyo del Chancho linda con el lote 5, en parte con desembocadura de calle Pública y en parte con el lote 20, y al Noroeste, mediante línea alambrada hasta el Arroyo de la China, linda con el Lote 20.

Dominio

Folleto de Santa Cándida de la década de 1990 (Reverso)

Primero: El dominio del inmueble individualizado figura inscripto a nombre de “Arroyo de La China S.A.”, Sociedad constituida en la Capital Federal el 26 de abril de 1983. Le corresponde a la Sociedad Arroyo de la China S.A. por compra que realizó a Don Francisco José Sáenz Valiente el 4 de enero del corriente año, estando representada la sociedad compradora por su Vice Presidenta la señora Helena Zimmermann.

Segundo: Le correspondió a don Francisco José Sáenz Valiente, por compra efectuada a Don Omar Teodoro Ferrari, casado y divorciado judicialmente en fecha 15 de octubre de 1973.

Tercero: Le correspondió a Don Omar Teodoro Ferrari por compra a Santa Cándida S.R. L. en fecha 24 de diciembre de 1968. Este inmueble le fue adjudicado al Señor Ferrari en dominio exclusivo como bien propio, en el juicio de Divorcio y Separación de Bienes con Doña María Regina Posada Araujo.

Cuarto: Correspondió a la sociedad “Santa Cándida Sociedad de Responsabilidad limitada” con domicilio en la Capital Federal, por compra que en mayor extensión hizo a Elena María Llorente de Llorente e Ida María Llorente de Llorente, representadas por José Antonio Llorente, en fecha 25 de febrero de 1959.

Quinto: A Ida María Llorente de Llorente y a Elena María Llorente de Llorente les correspondió por compra, que en mayor extensión, realizaron a Juan Guillermo Seré, Alejandro Mariano Seré, Celina Julia Seré de Bustillo y Ángela Josefina Seré de Herling en fecha 18 de junio de 1948.

Sexto: Les correspondió a Juan Guillermo Seré y otros, por Declaratoria de Herederos de su padre Juan José Guillermo Seré, según testimonio expedido por el Juzgado de Primera instancia en lo Civil de la Capital Federal el 16 de diciembre de 1947.

Séptimo: Juan José Guillermo Seré le correspondió en condominio con sus hijos pre nombrados, por compra que realizaron a los sucesores de Luis Mariano Zuberbuhler y Margot Garret de Zuberbuhler, representados por el Dr. Eduardo Miguel Grané, en fecha 28 de diciembre de 1944.

Octavo: A los sucesores de Luis Mariano Zuberbuhler y de Margot Garret de Zuberbuhler les correspondió por Declaratoria de Herederos, en la Capital Federal el11 de diciembre de 1944.

Noveno: A su vez los esposos Zuberbuhler le correspondió por compra que hicieron el 1 de noviembre de 1941 a Adela Unzué de Leloir, representada en el acto de la compraventa por el Dr. Augusto Rodríguez Larreta.

Décimo: A  Adela Unzué de Leloir, le correspondió en mayor extensión por herencia de su padre Mariano Unzué, según hijuela protocolizada en esta ciudad el 21 de octubre de 1908.

Décimo primero: A Mariano Unzué, le correspondió , en mayor extensión, mediante escritura de cesación de condominio, otorgada por él y los señores Saturnino E. Unzué y Guillermo Roger Gilmour, en la Capital Federal el 14 de octubre de 1885.

Nota: A partir de este punto (12) no hay antecedentes de inscripción debido a que las escrituras traslativas de dominio fueron otorgadas antes de la creación del Registro de la Propiedad en la Provincia y los datos y antecedentes que se mencionan a continuación fueron tomados de los Protocolos de los Escribanos que intervinieron, protocolos que están archivados en el Registro de la Propiedad de esta Ciudad y de las protocolizaciones y títulos en ellos agregados.

Décimo Segundo: A Don Mariano Unzué, Saturnino E. Unzué y Guillermo Roger Gilmour, les correspondió por compra, que en mayor extensión y en condominio y en referentes proporciones hicieron al Banco Argentino, en la Capital Federal el 26 de septiembre de 1877.

Décimo tercero: Al Banco Argentino de la ciudad de Buenos Aires le correspondió por compra que hiciera a los señores Lezica y Lanús en fecha 15 de setiembre de 1876.

Décimo cuarto: A Don Ambrosio P. Lezica y a Don Anacarsis Lanús, les correspondió por compra que efectuaron el 3 de octubre de 1872 a la testamentaría del General Justo José de Urquiza, en esta ciudad y representada la sucesión del General Urquiza por su esposa Doña Dolores Costa de Urquiza y por Benjamín Victorica, con la autorización del Juez de Primera Instancia del Uruguay, Dr. Jesús María del Campo.

Nota: En los dos últimos documentos consultados (puntos 13 y 14) el inmueble aparece con el nombre de “El Potrero del Rincón de San Lorenzo” o “Potrero de San Lorenzo” y es mencionado en los mismos, el “Saladero de Santa Cándida” con sus principales edificios como parte integrante de la propiedad.

Décimo Quinto: Al Capitán General Justo José de Urquiza, le correspondió -dice textualmente el documento “la parte principal de la propiedad” por compra que hizo el 14 de noviembre de 1852 al a señora Isabel Álzaga de Elía y otros, según escritura otorgada ante el Juez de Paz de esta ciudad.

3°. Consideraciones Finales

Hemos realizado el estudio de los antecedentes históricos y jurídicos de Santa Cándida, para demostrar por un lado, que ella es patrimonio indelegable de los entrerrianos, por su fundador, y, por otro, por lo que representa históricamente, de la misma manera que el Palacio “San José” es patrimonio del Estado y está abierto a la contemplación y al estudio de todos los ciudadanos.

No puede admitirse en esta hora Argentina y menos ante las manifestaciones de levantado federalismo del Señor Gobernador de Entre Ríos, Doctor Montiel, que una Sociedad Anónima, radicada en Buenos Aires, sea la que disponga de este bien tan caro a la cultura y a la tradición provincial.

Santa Cándida ha sido convertida ahora en un lujoso Hotel, queriendo significar con lujoso que solo es accesible a la oligarquía.

Para saber cuál ha sido el destino que la propiedad privada le dio a Santa Cándida basta con observar la propaganda comercial que la promociona.

La Revista Mensual “Pertenecer”, noviembre de 1983, Nº 13, dice entre otras barbaridades “…Santa Cándida, un recoleto ámbito entrerriano estrechamente vinculado con los acontecimientos históricos argentinos, se constituye en inusual itinerario para cortas vacaciones. Los amantes del sosiego, el bello paisaje litoral y las excelencias de una arquitectura de época, pueden encontrar en el Palacio de Santa Cándida la suma de sus aspiraciones. Ubicado a media legua de Concepción del Uruguay y a un centenar de metros del hermoso Río de los Pájaros, el Palacio se levanta a la vera del Arroyo de la China, cuyo espejo de agua está recamado de lujuriosas plantas acuáticas…”

y en otro párrafo “Y en este sereno ámbito, se puede compartir con los dueños de casa y sutiles anfitriones, Francisco Sáenz Valiente y Elena Zimmerman, los cocktails en el bar, el té en la Terraza o los snack en la pileta. Y solo a pocos pasos la invitación del río: pesca abundante, aguas serenas para la práctica del remo o el paseo en lancha que permite descubrir arroyos y rincones cautivantes. Los apasionados de la equitación cuentan con 40 Hectáreas para recorrer al galope. En las proximidades de Santa Cándida hay canchas de tenis y campos de golf y para quienes deseen tentar la suerte en la ruleta, fluida comunicación con Paysandú”.

y en otra publicación, también Mensual, Restaurants y Hoteles, Nº 7 (Julio de 1982) leemos “Por sólo U$S 80, por pareja y por día, los turistas se alojan en Santa Cándida con media pensión, que incluye desayuno continental, servido en la habitación o en el comedor y una cena…”

El Diario “La Calle”, que algo tiene que ver con el asunto que nos ocupa, publicaba este aviso, allá por Julio de 1982 “Visite Santa Cándida (Monumento Histórico Nacional). Construido en 1847, residencia del General Urquiza. Hermoso Parque a orillas del Arroyo de la China. Añosa arboleda. Valiosas esculturas de mármol. Visita guiada al interior del Palacio, todos los días de 15 a 18. Bar abierto a los visitantes. Entrada $ 20.000.- ($a 2.-) Menores de 12 años gratis”. Evidentemente para los dueños de Santa Cándida los únicos privilegiados son los niños.

Pero sin dudas, la mayor afrenta que comete; la publicidad, está dada en el Folleto que la Empresa “Aldao Viajes”, ubicada en Maipú Nº 872, también de Buenos Aires, nos ilustra: “Alojamiento exclusivo. Suntuosos salones. Muebles de época. Solamente 5 departamentos con baño privado”.

Y en la tapa, entre signos de interrogación ¿Quiere Ud. vivir en un Monumento Histórico? Venga a Santa Cándida!

¡Vivir en un Monumento Histórico! (Resaltado en el original)

Pero decimos, preguntamos, ¿adónde va a llegar la oligarquía en su insaciable sed de ganancias? A este tren van a alquilar los Museos, las Catedrales, las Tumbas y los Monumentos Históricos de nuestra Patria, para que les reditúe dividendos!

Entonces para qué decimos encendidos discursos los 3 de Febrero y nos golpeamos el pecho por el Federalismo, por el amor a nuestra tierra, a nuestro pasado histórico si la verdadera historia, la auténtica progresista, la Oligarquía la tirar al Tacho de la basura!

Señores Concejales: vuestros Partidos conocen bien, porque lo han sentido en carne propia, al accionar Siniestro de la Oligarquía.

El 6 de Septiembre de 1930 fue usurpado el Poder mediante un golpe de estado fascista que derrocara al Gobierno Popular de aquel ilustre caudillo radical: Don Hipólito Yrigoyen!

Y con cuanto odio se ensañaron y denigraron, vanamente, contra María Eva Duarte de Perón, abanderada de los humildes!

Es esa misma Oligarquía, representante fiel de una clase minúscula y privilegiada la que hoy le alquila por dólares por día, a los niños bien (Resaltado en el original) el patrimonio histórico de los entrerrianos!

Este proyecto de Comunicación tiene dos premisas fundamentales:

a) Darle a Santa Cándida un destino profundamente social. y

b) Reivindicar la importancia histórica que ella tiene para Entre Ríos.

Es por todo ello que pedimos el apoyo del Honorable Concejo Deliberante en pleno, para que más que el proyecto de un Partido Político, sea una medida patriótica y unitaria.

Este proyecto fija, una clara posición de principios democráticos y anti oligárquicos, desechando por estéril cualquier intención de carácter subjetivo o personal que se le pretenda dar y aspira a ser con el mandato que nos diera el Pueblo de Concepción del Uruguay el 30 de octubre de 1983.

  1. del Uruguay, Entre Ríos, Mayo de 1984.

El Proyecto

Portada del folleto que contiene la fundamentación y el proyecto de Expropiación de Santa Cándida

Visto:

El valor histórico que tiene para la entrerrianía el Palacio “Santa Cándida“, que fue un importante saladero y residencia del General Justo José de Urquiza, y

Considerando:

Que es menester querer recuperarlo para el patrimonio provincial, haciéndole jugar un papel de mayor relevancia social, poniendo fin a la utilización que intereses privados hacen del mismo actualmente desnaturalizando su contenido histórico.

El Honorable Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay sanciona con fuerza de Comunicación

Artículo 1. Comuníquese al  Sr. Gobernador de la Provincia de Entre Ríos Doctor Sergio V. Montiel sobre la conveniencia y necesidad de proceder a la expropiación del Palacio “Santa Cándida” a favor del Estado Provincial.

Artículo 2. Declárase que sería de suma importancia social que al mismo se le diera destino para un Hospital geriátrico y/o pediátrico y/o Museo Histórico provincial. Para la factibilidad de los dos (2) primeros supuestos se consultará a los organismos profesionales de la salud competentes.

Artículo 3. Comunicase al Sr. Presidente de la Municipalidad de Concepción del Uruguay, Contador Juan Carlos Lucio Godoy, que este Honorable Cuerpo vería con agrado su adhesión al presente proyecto.

Artículo 4. Autorízase a un concejal de cada bloque de este Concejo para que representen a éste.

Artículo 5. De forma.

Juan José Carbonell (Concejal Partido Comunista)

Texto y edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Agradecimiento a Miriam Barrios por el proyecto y a María del Carmen González por la trascripción del texto.   Reseña de Juan J. Carbonell extraída de diario Uno de Entre Ríos, 31 de octubre de 2016 y Análisis Digital, 26 de Octubre de 2016

 

Un 11 de noviembre de 1860, reunión de Derqui, Urquiza y Mitre

Palacio “San José”

Un  11 de noviembre de 1860

(Por el Lic. José Alejandro Vernaz)

Visitas ilustres en la capital entrerriana

Recordamos hoy, 160 años de aquella histórica visita a Concepción del Uruguay por parte del presidente de la república Santiago Derqui, y del entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Bartolomé Mitre. Ambas personalidades arribaron a nuestra ciudad, capital de Entre Ríos por entonces, para conmemorar el primer aniversario del Pacto de San José de Flores, con el que se había puesto punto final a la secesión de la provincia de Buenos Aires, lográndose así la tan anhelada unidad nacional. El presidente Derqui había llegado a nuestro puerto local en el vapor de guerra “9 de julio” el 8 de noviembre de 1860, mientras que el gobernador de Buenos Aires lo hizo el 10 de noviembre de 1860 en el “Guardia Nacional”.

La estadía en la residencia del gobernador de Entre Ríos

Como sabemos, los ilustres visitantes se alojaron en el Palacio San José en medio de un gran marco festivo. Inolvidable fue el gesto y las palabras empleadas por Mitre ante Justo José de Urquiza: “Gracias a vuestra magnanimidad la provincia de Buenos Aires es parte integrante de la República; su gobernador no poseerá más este bastón que señala la época de la segregación. Os toca conservar esta prenda de seguridad como una conquista que habéis hecho.”

Como recuerdo de aquel grato acontecimiento, Justo José de Urquiza hizo distribuir las medallas grabadas por el artista Pablo  Cataldi.

El profético discurso de Mitre

Antes de despedirse, Justo José de Urquiza les hace conocer a Mitre y Derqui, las dos obras edilicias más grandes de Concepción del Uruguay. Primero visitaron la Basílica de la Inmaculada Concepción, y luego, se dirigen al Colegio del Uruguay. Al llegar al Colegio, Urquiza dirige la palabra al alumnado. Seguidamente hace lo propio Mitre, que como bien expresa el gran historiador local Oscar Fernando Urquiza Almandoz, se trató de todo un elocuente vaticinio: “De entre vosotros han de salir los ciudadanos ilustres y fuertes para quienes la patria tiene reservado el don de las futuras glorias, en el campo fecundo de la paz; los que tendrán a su cargo la honrosa tarea de dirigir los destinos de la Nación, los que redactarán y comentarán las leyes y los códigos; los que fijarán las líneas definitivas de la demarcación; los que navegarán nuestros grandes ríos inexplorados y fijarán sobre sus fértiles riberas los nuevos centros de población; los que trazarán en las ricas llanuras desiertas todavía, los contornos de las futuras colonias que labran la fortuna pública y privada.”

El precio de los intereses

Las cortesías a las importantes visitas, culminaron con un gran baile en el “Club Uruguay” en horas de la noche. Luego, el presidente de la república y el gobernador de Buenos Aires partieron a sus respectivos destinos.

Desgraciadamente, esas horas soñadas vividas en el Palacio San José, como ese clima de unidad que se respiraba en el ambiente y que parecía tener tanta solidez , en el trascurso de esa misma semana comenzó a derrumbarse con el magnicidio del 16 de noviembre en las lejanas tierras sanjuaninas. Asomaba un nuevo capítulo en la historia nacional.

¿Por qué todo duró tan poco? ¿Acuerdos de los miembros de una sociedad secreta que imponen las reglas de juego en el tablero político? ¿La soberbia y el orgullo de quien no se resigna ante un nuevo orden nacional? Lo que sí queda claro, es que el meridiano político como el económico no puede pasar fuera de Buenos Aires.

 

Texto: Lic. José Alejandro Vernaz. Fuente: “Historia de Concepción del Uruguay” Prof. Oscar F. Urquiza Almandoz. Tomo II.

 

El primer vuelo de Concepción del Uruguay

Avión Bleriot IX 1909 (Foto ilustrativa)

En este mes de noviembre, se habrán de cumplir 110 años de la interesante experiencia de ver volar por primera vez sobre nuestro cielo, a un aparato más pesado que el aire, un monoplano (de una sola ala) de los que acababan de llegar de Europa.

1910, fue el año de los inicios de la aviación en nuestro país. Con motivo de celebrarse el primer centenario de nuestra independencia, se organizaron en la capital Argentina, y como parte de los festejos celebratorios, los primeros
espectáculos aeronáuticos.

En ese sentido se contrató a un grupo de aviadores europeos, particularmente franceses, entre los que aparece Armand Prevost.

Paralelamente se introducen los primeros aviones. Prevost, fue presentado junto con sus compatriotas en los salones del Aero Club Argentino el 10 de febrero de 1910.
Venía este piloto con antecedentes destacados aunque empezó actuando como mecánico. Dice Antonio M. Biedma en su “crónica histórica” que ninguno de los pilotos llegados “era titular del clásico brevet cuya obligatoriedad establecía precisamente a fines de 1910, el Aero Club de Francia, como requisito indispensable para participar en actos de su patronazgo”.

Paralelamente a la llegada de estos aviadores la casa “Mestre et Blage” de París que tenía en 1910 una sucursal en Buenos Aires en la calle Lavalle al 1200 introduce el monoplano Bleriot modelo  XI, con motor Anzani, de 25 HP, una hélice tractora, rueda de alambre tipo bicicleta. Telas con las que se cubrían los planos: algodón, lino y ramis, con una o dos manos de barniz; cazoleta de
aluminio, cables, cintas y cuerdas de piano de acero. Maderas: pino americano, abeto, haya y fresno.

Este aparato fue llevado por el lado de Santa Fe sin mayor trascendencia. De regreso de esa gira el Bleriot fue comprado por Hernán Drabow que organizó una gira por Concepción del Uruguay, Paysandú, Salto Oriental y Concordia, con Prevost corno piloto. La gira terminó con un fracaso completo quedando el avión embargado por gastos de transporte y deudas.

Un estudioso uruguayo, Juan Bosco Oberti, publicó en “La Gaceta de la Aviación” de Montevideo, el 8 de mayo de 1989, la siguiente noticia “A un comerciante y empresario sanducero, el señor Fernando Borrell se le ocurrió traer algunos a su ciudad (se refiere a algunos de los aviadores franceses recientemente llegados a Buenos Aires) con el compromiso expreso de que debía ser cuanto antes para tener Paysandú el honor de ser la primera ciudad del país que viera volar un avión”.

Borrell se trasladó hasta nuestra ciudad tomando contacto con el nuevo empresario, con el aviador Prevost y con sus mecánicos. Leemos en el periódico “La Juventud” de fecha 16 de noviembre de 1910: Día de la Aviación: “Mañana se realizará la emocionante prueba de elevación de aeroplanos, entre nosotros. El espectáculo es nuevo, por aquí, y representa el primer vuelo por esta latitud del globo terrestre. La empresa arriesgada del aviador se efectuará mañana a las 4 p.m. en el hipódromo, siempre que el tiempo lo permita”.

El periódico “La Juventud” de ese día 16 de noviembre comenta que en los ensayos previos que realizó el aviador durante la mañana, el aeroplano se precipitó a tierra cuando evolucionaba a unos 40 metros de altura, resultando ileso el piloto, pero el avión con considerables deterioros, por lo que la anunciada experiencia, novedosa en nuestro medio, quedaba postergada. El avión Bleriot fue restaurado en los talleres del M.O.P.

Las expectativas por ver volar por primera vez a un avión sobre el ámbito entrerriano, quedaron latentes y se acrecentó a medida que pasaron los días.  La máquina fue reparada satisfactoriamente y Prevost se preparó para la interesante demostración el día 28 de noviembre.

Leemos en el aludido periódico: Ascensión de Prevost: “El anuncio de la ascensión de Prevost, llevó al hipódromo algunos centenares de personas. Pocos momentos después de la hora de la ascensión, Prevost inició la tentativa del vuelo, de sur a norte y poco después logró subir en dirección al este o sea hacia la ciudad” (recordemos que el viejo hipódromo se encontraba al oeste de la ciudad, en la sección quintas, próximo al actual Cristo de los Olivos, junto al camino que pasaba por el puente de fierro). Seguimos leyendo en “La Juventud”: “El aeroplano se elevó a más de 30 metros más o menos y desapareció de la vista del pueblo descendiendo como a unas diez cuadras en un viznagal”.

Luego se vio llegar al aviador a caballo, que solicitara en el lugar de su descenso. El valiente joven se munió de unas pinzas y volvió al punto de su máquina. No había ocurrido ningún percance de interés; solamente que el timón no gobernaba y el aviador optó por descender.”

“Una hora más tarde, desde el mismo lugar del descenso Prevost se elevó con su máquina, gobernándola con toda pericia; llegó frente a las tribunas del hipódromo, flanqueó hacia la izquierda dando una vuelta sobre la quinta de Nadal y volvió al punto de partida, descendió con fácil maniobra desde una altura de 80 metros, en la que se hallaba al regreso.

El aviador fue entusiastamente aplaudido y obsequiado con ramilletes de flores al descender después de su segundo feliz vuelo, del monoplano 49 Bleriot”.

En “La Juventud” del 29 de noviembre se anuncia un segundo día de aviación tras el cual Prevost y su avión se trasladarían en vuelo hasta Paysandú.

La nueva ascensión se realizaría en los terrenos vecinos a la Sociedad Rural, al noroeste de la ciudad, en las proximidades de los actuales barrios América y
Bartolomé Zapata.

El espectáculo se anunció para el día 2 de diciembre y se realizó con bastante mala fortuna ya que terminó llevándose por delante el brocal de un pozo abandonado rompiéndose el eje y quedando sin gobierno la máquina. No obstante que la decepción empezó a cundir entre la población concurrente, se destacaron algunos actos de reconocimiento para con el valiente aviador.

Dice La Juventud: “la señora de Torrá, obsequió ayer con una medalla religiosa pendiente de una cinta de seda, al aviador señor Prevost, que se muestra muy agradecido a tal atención, así como la amabilidad y cooperación del señor Presidente de la Sociedad Rural, jefe de la Comisión del Río Uruguay y de la Usina de Luz Eléctrica, etc.”.

El Dr. Lucilo B. López, obsequió anoche con champagne a los señores Drabow, Prevost y Pessina, “…participando de esta improvisada reunión los Sres. Lagier, Sanz y el director de esta hoja”.

Los comentarios del periódico “La Juventud” sobre la experiencia comentada terminan el día 6 de diciembre diciendo entre otras cosas: “…no puede admitirse en estas circunstancias que la Empresa de Aviación, haya traído a nosotros, un propósito especulativo, porque los resultados pecuniarios no han alcanzado ni para el pago de la “vianda diaria” del personal que responde necesariamente al objeto de la aviación de Prevost. Este, por último logró su vuelo en el hipódromo y dejó demostrado la suficiencia entonces del motor que guía su aparato y al que se atribuyen deficiencias que han impedido las intentonas posteriores”.

De los estudios realizados se deduce que C. del Uruguay fue la primera ciudad entrerriana que en los inicios del siglo XX viera sobrevolar a uno de aquellos “pájaros mecánicos” que marcarían  los inicios de una aeronáutica, desde entonces en permanente evolución.

Luego Armand Prevost se trasladó a Paysandú, dónde los días 7 y 8 de diciembre de 1910, en el hipódromo realiza lo que se considera el primer vuelo en la hermana república Oriental. El aparato que realizó esta auténtica gesta, está actualmente en exhibición en el Museo Nacional de Aviación (Morón, Argentina).  

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: Miguel A. Gregori, “Partió en avión y volvió a caballo”. Diario La Calle 7 de noviembre de 1993

 

Creación de Río Uruguay, Cooperativa de Seguros

Los que aparecen en la foto son (de izquierda a derecha): Jorge (Gringo) Bonvín, Rodolfo Oscar (Ciego) Negri, Arnoldo Domingo Ripoll, Beatríz Ahumada, Humberto Walser, Juan José (Nené) Pessi, Mario Camargo (atrás), Tomás Montañana, Raúl Godoy, Pedrito Bernardi, Raúl Soto (atrás), Roberto Benetuce, Luis Caliba, Jorge (Cunito) Andisco (más atrás), Nélida Scarbol, Manuel (Chicho) Arca (atrás), Graciela Rodriguez, Silvia Moussou, Miguel Eyeralde, Rita Pretto, Cipriano Marcó, Daniel Zalazar, Antonio Corazza, Hirschhorn, José Kohan, Nélida Maneyro, Lorenzo Gaggino, Francisco Hraste, Orlando (Chino) Corazza, Teodoro Marcó, Griselda Elizalde, Laura Bobbet, Marcela Marcó, Daniel Almada (atrás) Luis Pinilla (sentado), Isabel Rastelli, Fredy Treboux, Edgardo Morales, Guillermo Vázquez, Jorge Marcó, Jorge (Negro) Delmonte y Ciprianito Marcó. Foto: Rodolfo Negri. Año 1976

 

Creación de Río Uruguay, Cooperativa de Seguros

Si bien, oficialmente, se reconoce como fecha de su fundación la realización de la Asamblea Constitutiva realizada el 21 de diciembre de 1958, lo cierto es que la génesis de esta, hoy una importantísima compañía de nivel nacional, está en aquella reunión convocada por Salomón Liberman y el Ing. Cipriano Miguel Marcó que se realizara en SIBSAYA, el 27 de septiembre de 1958.

El escritor local, Rodolfo Negri, quien fuera parte de esta empresa durante gran parte de su desarrollo, nos ha permitido transcribir un fragmente de su libro, aún  inédito, titulado “Defender lo nuestro: historia de Río Uruguay Seguros”.

La idea y su maduración

El día 27 de setiembre de 1958 se movilizan habitantes de Concepción del Uruguay para promover la creación de una empresa de seguros. Movió a los iniciadores de este emprendimiento, como dice el acta respectiva, “las ventajas que reportaría a nuestra zona, económica y socialmente, la constitución de una sociedad de esta especie”. Se consideró la importancia de capitales que emigraban fuera de la zona y de la provincia en concepto de primas de seguros y las ventajas que importarían las inversiones que pudiesen hacer con esos capitales dentro de la zona de influencia de la futura sociedad. También se consideró fundamental un servicio mejor y un trato más equitativo y un abaratamiento de las primas para los asegurados de la zona. Por fin como también consta en dicha acta se resolvió promover la constitución de una cooperativa pensando que la mejor solución a los problemas antes citados era que los asegurados fueran sus propios aseguradores.

Aquella primera reunión del 27 de setiembre se hizo a invitación del señor Salomón Liberman y del Ing. Cipriano Miguel Marcó llevándose a cabo en SIBSAYA SA y donde participaron, además de los nombrados:

Efrain Ahumada, Salomón Baratz, Abraham Salzman, José Kohan, Jacobo Metzman, Jose G. Argachá, Saverio Angió, Manuel Abramovich, José Chiovetta, Francisco Hraste, José Alonso Rivero, Teodoro Marcó, Alfredo Ripio, Juan María López, José M. Pasadore, Aron Gamarnik, Manuel Blastein, José Bariffo y Malconlm Smith.

En la oportunidad se conforma una Comisión Provisoria que se encargaría de la ejecución de las primeras gestiones.

Decisiones fundamentales

Acta Nº 1. Gentileza Rodolfo Negri

En el comienzo de esos debates se hacía mención a si sería mejor constituir una Sociedad Anónima o una Entidad Cooperativa y después de discutir sobre el tema, se arribó a la conclusión, simple y sabia, que sería mejor que fuera esta última figura jurídica (la Cooperativa), la que amparara a la nueva empresa, porque de esa manera tendría mayor adhesión popular. Es decir, prefirieron hacer solidaridad y no lucro en función de pocas personas. Y esto es destacable porque precisamente todos estos pioneros tenían suficiente capacidad económica y aptitudes personales para haber constituido una empresa para su propio beneficio y sin embargo lo hicieron para el conjunto social, constituyendo una asociación basada en la Solidaridad y la Ayuda Mutua.

Los primeros pasos

La Comisión Provisoria convocó por todos los medios a su alcance, además de llevar a cabo invitaciones personales a todos los vecinos de nuestra ciudad y localidades aledañas a la Asamblea Constitutiva que se llevaría a cabo en el local del Centro Comercial y de Intereses Departamentales de Concepción del Uruguay el día 21 de diciembre de 1958.

En dicha ocasión se nombraron las autoridades de la Asamblea, confirmándose en sus cargos de presidente a Salomón Liberman y de secretario a Saverio Angió, se sometieron a consideración los estatutos, que elaborara el Dr. Teodoro Marcó, y se determinó la constitución de una sociedad cooperativa de seguros  denominada “Rio Uruguay” Cooperativa de Seguros Limitada y se suscribieron las primeras acciones. El primer presidente de su Consejo de Administración fue el señor Salomón Liberman.

No fueron fáciles los comienzos y los trámites correspondientes se tornaron engorrosos y llevaron tiempo; consiguiéndose -por fin- la aprobación de los estatutos el 13 de julio de 1961 y la personería jurídica con fecha 28 de marzo de 1961. La inscripción en la Dirección de Registro de la Dirección Nacional de Cooperativas registra la fecha del día 2 de agosto de 1961 y finalmente la burocrática tramitación concluyó con la incorporación en el Registro Público de comercio, el 14 de setiembre de 1961.

Pero la tarea no terminó allí, sino que, por el contrario, faltaba un tema fundamental: completar el capital mínimo exigido por la Superintendencia de Seguros de la Nación para obtener la autorización para operar, al comienzo, en una sola rama de la actividad, que en este caso era el poder trabajar cubriendo el riesgo de Incendio.

Transcurrido un tiempo en que a pesar del esfuerzo realizado no se pudo completar el capital exigido, los miembros del Consejo de Administración de ese momento, decidieron integrar aportando de sus propios bienes las acciones faltantes y con ello se pudo lograr por fin, el 18 de enero de 1963, la inscripción como entidad aseguradora.

Pero se aspiraba a más. Se quería crecer, contando con una entidad que pudiera abarcar otros ramos, amparar otras coberturas.

En el Acta del 21/9/1965 se decide realizar una reunión con la Asociación de Cooperativas del Departamento Uruguay para organizar un Seguro de Vida Mutual para empleados y asociados a Cooperativas.

El 8 de octubre de 1965 se hizo cargo de la presidencia del Consejo de Administración el Ing. Cipriano Miguel Marcó. Su personalidad –franca, abierta y con una bonhomía muy particular- marcaría toda una forma de ser que le darían un perfil propio a la naciente entidad a quien dirigiría por 27 años.

El 18 de abril de 1966 asumió la Gerencia General otra figura emblemática de la empresa: Manuel Alberto Arca, que todos conocían bajo el seudónimo de “Chicho”, quien se desempeñaría a lo largo de 22 años, pasando luego a formar parte del Consejo de Administración.

Por aquellos tiempos se volvió a incrementar el capital cooperativo hasta alcanzar el número exigido para operar en otra rama y el 3 de noviembre de 1966 se logra la autorización para trabajar en el ramo de los automotores.

El 10 de noviembre de 1966 se aprueba la compra de la propiedad de 9 de Julio y Congreso de Tucumán a Provet S.A. por $ 4.500.000 m/n. (lugar que ocupó – consecutivamente y a lo largo de los años- la primera administración de RUS, el primer Centro de Cómputos, la primera Agencia Concepción del Uruguay y luego compartieron los Procesos de Capital Humano y Desarrollo Territorial y Comercial).

Propiedad de “Rio Uruguay Cooperativa de Seguros Limitada”

A la izquierda de la foto, la casona de Pedro Busquets

El 27 de marzo de 1967, la antigua casona de la familia Busquets, es adquirida a la Sociedad Provet S.A.C.I.F.A por la pujante “Río Uruguay Cooperativa de Seguros Limitada” representa en el acto por su Escribano Lorenzo Gaggino, interviniendo en el acto notarial el Escribano Carlos Alberto Fraga.

Al edificio, se le efectúan importantes reparaciones y modificaciones para adaptarlo a las necesidades de la Cooperativa de Seguros, siendo inaugurado el 29 de septiembre de 1967, coincidente con la Asamblea General Ordinaria de socios, correspondiente a ése año.

En el año 1978, el edificio es sometido a nuevas modificaciones, acorde planos aprobados por la municipalidad local en el expediente Nº 339.844. A fines del año 2000, el ingreso al edificio, sobre calle Congreso de Tucumán, es remodelado, permitiendo un acceso independiente a la planta alta, sede de las autoridades de la cooperativa.

No obstante las refacciones efectuadas, la antigua casona sus paredes, han sido testigos de importantes hechos históricos de nuestra ciudad y aún del país.

Comienzo del armado técnico-administrativo

Almacén Murillo, hoy Río Uruguay Seguros

En noviembre de 1967: “El Señor Contador de la Cooperativa Oscar I. Meichtry eleva un informe al Consejo de Administración sobre sus gestiones realizadas en el INdeR” (se detallan puntualmente) … “Respecto de la marcha de la Cooperativa quiero hacerles llegar estas inquietudes: “…el aumento de la evolución hace necesario que el ambiente que actualmente ocupan: contaduría, gerencia y pólizas sea ocupado en lo sucesivo únicamente por Contaduría”. Más adelante dice “Es necesario aumentar el personal ya que hay que individualizar la caja en una sola persona…”.

Al analizar todas las inquietudes presentadas por el Contador el Consejo resolvió llamar a concurso para empleado “…dejando también expresa constancia de que es deseo del Consejo de Administración de que el personal administrativo rote en sus funciones a fin de mayor y mejor interiorización del movimiento de la Cooperativa…”.

Así comenzaba a crecer y a organizarse Río Uruguay Seguros. El 1 de setiembre de 1968, se toma la determinación de ampliar ramos apuntando a incorporar Vida Colectivo y Granizo.

En Noviembre de 1970, la Superintendencia de Seguros de la Nación autoriza a operar en el ramo de Responsabilidad Civil.

Estructura inicial

La parte institucional -como mencionamos- estuvo a cargo del Ing. Cipriano M. Marcó quien era acompañado (entre otros) por el Dr. Teodoro Marcó, el Escribano Lorenzo Gaggino, Octavio Paoli, José Kohan, Moisés Gilitchensky, Luis Lerner, Antonio Corazza, Eduardo Costa, Martín Hisrchon, etc.

En cuanto a la dotación que se encargaba del funcionamiento administrativo, se fue constituyendo muy de a poco, contando –al comienzo- con una estructura operativa inicial formada por un reducido número de empleados que comenzó a desempeñarse en el edificio de calle Congreso de Tucumán y 9 de Julio. Con el tiempo el espacio físico se ampliaría adquiriendo la propiedad de Congreso de Tucumán donde funcionaba lo que se conocía como el “Almacén de Murillo” que le permitiría utilizar la dirección histórica de la Cooperativa, de calle Congreso de Tucumán número 21. Años después se compraría parte de lo que fuera la ferretería Marcó, Bartét y Cía. y esta adquisición le posibilitaría incorporar un nuevo y espacioso lugar, además de tener una nueva salida por la calle 14 de Julio número 22.

Más acá en el tiempo la Compañía se fue diversificando y ampliando sus rubros y su alcance. Pero, eso, ya es otra historia.

Texto: Rodolfo Negri.

 

 

Juan Bautista Rey y los primeros intendentes de Concepción del Uruguay

La Comandancia, foto de 1875, fue la primera sede del estado que ocupara la Municipalidad local.

La Sección 10 de la Constitución provincial aprobada en 1860 estableció la constitución de municipalidades en todos los departamentos de Entre Ríos y, aunque el Art. 6° establecía un plazo de 3 años para esto, diversas causas pospusieron el cumplimiento de este punto. Recién en 1872 se dicto la Ley orgánica de los municipios compuesta de 7 capítulos y 92 artículos, que entre otras cosas, establecía que en los municipios de las ciudades estarían conformados por once miembros titulares e igual número de suplentes, renovándose la mitad cada dos años.

Promulgada esta Ley, en Concepción del Uruguay, el 1° de octubre de 1872 se abrió el registro de vecinos a efectos de confeccionar el padrón correspondiente. La junta inscriptora fue presidida por el Juez de Paz y compuesta por dos vecinos propietarios, designados por el Jefe Político. Cualquier cuestión que se suscitara sobre falta de inscripción o inscripción indebida en los registros, sería resuelta por un “iuris” integrado por el coronel Pedro M. González Y los señores José Barreiro Bavio y Patricio Roca, todos vecinos de Concepción del Uruguay.
Confeccionados los padrones correspondientes, el gobierno entrerriano convocó a elecciones para municipales en todo el territorio provincial, menos en Paraná donde ya existía Municipio, las que se llevaron a cabo el 1° de diciembre de 1872.

Ese día, en Concepción del Uruguay, participaron en los comicios los ciudadanos mayores de dieciocho años y los extranjeros mayores de veintidós; “que ejercieran algún arte o profesión, o que pagasen contribución directa o de aduana, o de patente que no bajara de diez pesos, o que supieran leer y escribir y que estuvieran domiciliados en el Municipio desde un año antes de la elección y que se hallasen inscriptos en el registro municipal”.

El 1 de diciembre, a las siete de la tarde se clausuró el acto comicial. Efectuado el escrutinio, cuyo resultado fue aprobado por el Poder Ejecutivo veinte días después, resultaron electos para integrar la primera Municipalidad de Concepción del Uruguay, las siguientes personas: Titulares: José M. Zapiola, Luis Scappatura, Jose Antonio de Urquiza, Federico Guido; Enrique González, Francisco Ratto, Antonio L. Piñón, José Aguirre, Francisco Deschamps, Juan Guimaraens y Lorenzo Barceló. Suplentes: Roberto Cremen, Ciriaco Allende, José Ubach, Domingo Rondoni, Porfirio G. Tenreyro, Pedro D. López, Plácido Guerrico, Antonio Panicera, Andrés Paulsen, Francisco Calot y José Ballestrín.
De acuerdo con lo dispuesto por la ley Orgánica de Municipalidades; en la primera sesión que se efectuara debía procederse al nombramiento de un presidente y vicepresidente que durarían un año en el cargo, aunque podían ser reelectos por un período más.

A fines de diciembre el gobierno dispuso que la instalación de la Municipalidad de Concepción del Uruguay se efectuara el 1° de enero de 1373. El secretario de la Jefatura Política, en representación del gobierno, presidió el acto.
La primera sesión de la Corporación Municipal de Concepción del Uruguay como tal, se llevó a cabo el día 2 de enero de 1873 por la tarde. Se realizó un sorteo donde se eligen los miembros titulares y suplentes.
Como Presidente Municipal se eligió al Antonio López Piñón y como secretario el José Antonio de Urquiza. En aquella época el Intendente cumplía su función “ad honoren”.

El día 1 de febrero de 1874, se llevan a cabo elecciones populares para elegir nuevas autoridades segundas desde la instalación de la Municipalidad. El resultado fue: presidente: Julio V. Díaz y secretario: Ricardo Torino.
El 1 de agosto de 1874, renuncia Julio Díaz, siendo reemplazado por el José Navarro (presidente) y secretario Teodoro Berón.

El 1 de enero de 1875, fue electo Juan Caminos, como presidente manteniéndose como secretario Teodoro Berón.

El 3 de enero de 1876, asume como presidente Domingo Vico continuando como secretario Teodoro Berón.

El día 10 de abril de 1876, el titular Sr. Vico, tiene un altercado con su secretario, a quien lo remite detenido y designa al Nicanor Calvo en su lugar.
El 18 de abril renuncia Vico, siendo reemplazado interinamente por Mariano Jaime, quien repone al Sr. Berón en su puesto de secretario. Jaime renuncia el 27 de octubre y es reemplazado por Juan Bautista Rey, de manera interina. Antes de Rey ocuparon transitoriamente el cargo Juan Leo y Eugenio Guridi.
Su elección se dio por cinco votos a favor y uno en contra. Aquel día los encargados de elegir al presidente de nuestra comuna fueron los señores: Panicera, Velar, Valonterio, Salvatierra y Sobrero (votan en positivo), y Donatti (voto negativo).

El Sr. Rey es elegido por unanimidad el 31 de diciembre de 1876, para seguir guiando los destinos de nuestro municipio, por dos años más. Francisco Ratto fue designado como presidente, conservando el cargo de secretario Teodoro Berón
Es decir terminaba el cuarto periodo, y quedaba para el quinto y sexto, años 1877 y 1878.

Al ser elegido, Juan Rey toma la palabra agradeciendo “la deferencia de que por parte de ellos había sido objeto, prometiendo a la Corporación, dedicar todos sus esfuerzos al bien de ella, no omitiendo sacrificio ninguno a fin de llegar a un feliz resultado”.

Palabras que fueron cumplidas con su acción en los meses que transcurrió su gobierno. Lamentablemente el día 17 de octubre de 1878, a las tres y media de la tarde, fallece repentinamente.
Ese mismo día, se reúne la Corporación, decidiendo las honras a seguir, que fueron: Los miembros y empleados de la Municipalidad asistirán en cuerpo a las honras fúnebres que se llevarían al otro día. Por nota se invita al Poder Ejecutivo y demás autoridades al sepelio. Igual invitación se cursa a la población. Los gastos que demande el cumplimiento de este acuerdo, se cargara a la partida de eventuales. Pasar nota de pésame a la Señora viuda del extinto Intendente.
El Gobernador de la Provincia, no asiste por encontrarse con una pasajera indisposición.

El 22 de octubre de 1878, se elige al Señor Francisco Ratto, como intendente, y como vice a Antonio Hiriart. Por decreto provincial el 5 de noviembre de 1878, el Gobernador Ramón Fevre, nombra a Martín Ruiz Moreno, como Intendente hasta nuevas elecciones, desconociéndose que pasó con el presidente electo, Francisco Ratto.

Durante su período de gobierno, Juan Bautista Rey debió afrontar una penosa situación económica de la Corporación Municipal, producto de los desfasajes del presupuesto acumulado año tras año, ya en 1874, la Provincia había solicitado al municipio local un recorte en los “gastos e inversiones”. Uno de sus proyectos más importantes y que no pudo concretar, fue la de levantar un edificio propio para la Corporación Municipal.

En ese tiempo lo que se recaudaba en concepto de impuestos municipales era bastante reducido para atender las necesidades y realizar las mejoras que la ciudad demandaba. Ello determinó que para 1877 se establecieran dos nuevos impuestos, uno sobre las canteras y otro sobre las casas de tolerancia.
El estado poco satisfactorio de las finanzas municipales se debía principalmente a la morosidad de los contribuyentes. De poco valdría, pues, que se crearan nuevos impuestos, si no se procuraban los medios idóneos para regularizar la percepción de las rentas.

Para subsanar esta circunstancia, se planteaba una reforma de la Ley Orgánica, la que sería propuesta a la Legislatura, cambiando el régimen de enajenación de las tierras municipales.

En vista de esta situación, la municipalidad debió apelar a diversas acciones, una de ellas fue al arrendamiento del terreno que ocupaba la “Tablada vieja”. En cuanto al galpón que se encontraba en ese lugar que se hallaba bastante deteriorado en razón de su abandono, fue vendido en remate público. El importe obtenido fue destinado a satisfacer deudas de ejercicios atrasados y al arreglo de algunas calles y de la plaza principal.

Luego de su fallecimiento, la Municipalidad le dona a la esposa de Juan B. Rey, un terreno en nuestro Cementerio Municipal, “de los destinados para panteones”. Su tumba, hoy bastante deteriorada, se encuentra en el casco histórico, sobre la Avenida Principal.

Texto: Civetta, María Virginia/Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Urquiza Almandoz, Oscar, “Historia de Concepción del Uruguay (Tomo III) y Abescat, Francisco, “Nuestra Sra. de la Concepción del Uruguay”.

El aula militar de Colegio “Justo José de Urquiza”

Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”

En el año 1854, asume la dirección del histórico Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza, el  Dr.  Alberto Larroque, cargo para el cuál fuera designado con fecha 18 de mayo de ése año, iniciando uno de los mejores periódicos de la historia de nuestro colegio, conocida como la “época de oro” la que se extendió hasta el año 1863.

En este brillante periodo, entre otros importantes logros, sin descuidar la enseñanza en todos sus aspectos, fue la creación del “aula militar“ o “sección militar” dentro de los programas de actividades del alumnado, cuya concurrencia sería voluntaria y tendría una duración de dos años.

El objetivo del Dr. Larroque de crear esta carrera, están perfectamente reflejadas en la nota de fecha 29 de enero de 1857, cuando le propone su creación al Brigadier General Justo José de Urquiza, expresando: “La carrera de las armas que tiene por objeto esencial el mantenimiento del orden y la paz así como la integridad e independencia nacional, es tal vez la carrera que requiere estudios más sólidos y prolijos. Sin embargo es la que ha sufrido mayores atrasos. Es tiempo ya de afianzar seriamente el porvenir del país y de dar a la ciencia la parte honrosa que le pertenece en la carrera militar. Importa sobretodo difundir en la juventud que se dedica a esa noble profesión, principios de orden, de obediencia y moralidad…”

La carrera militar es encomendada al Capitán de Puerto del Uruguay (Concepción del) Teniente Coronel de Infantería  Nicolás  Martínez  Fontes (h), la que es habilitada en el mes de abril de 1857 y constituye uno de los antecedentes más importantes del actual Colegio Militar de la Nación, que fuera creado por el Presidente Domingo Faustino Sarmiento en el año 1869.

¿Quién fue el  Teniente Coronel Nicolás  Martínez Fontes (h)?  En una apretada síntesis para conocer sus antecedentes personales y profesionales, diremos que nació en la ciudad de Buenos Aires en el año 1816, siendo hijo del Coronel Nicolás Martínez Fontes, oriundo del Paraguay, guerrero de la independencia y de Doña Pascuala Gadea.

Dr. Alberto Larroque

Inicia  su carrera militar en el año 1832, ingresando como subteniente en el batallón “Río de la Plata”, siendo Teniente de la 1º Compañía para posteriormente pasar como jefe de la 2da Compañía. En diciembre de 1833 es promovido al grado de “Ayudante Mayor” pasando el 17 de abril de 1834 a prestar servicios en la “Brigada de Artillería de Mar”, y luego en la Compañía  de “Cazadores”. Se lo involucra -sin confirmar-, como delatores, juntamente con su padre, en la “conspiración del Doctor Maza” contra el Brigadier Juan Manuel de Rosas, por lo que habrían recibido una recompensa de $ 15.000 por su acto.

Forma parte de la Infantería de Marina hasta marzo de 1840, con el grado de Sargento Mayor. En marzo del año siguiente es designado 2do Jefe del Batallón “Libres de Buenos Aires”, incorporándose al ejército en operaciones al mando del General Oribe, participando en la batalla de “Arroyo Grande” y el “Sitio de Montevideo”, hasta su levantamiento en el año 1851.

Después de la batalla de Caseros (3-2-1852) se traslada a la provincia de Entre Ríos, juntamente con su padre, poniéndose a órdenes del Gral. Urquiza, siendo incorporados ambos al ejército de la Confederación Argentina.

Es designado “Capitán de Puerto del Uruguay (Concepción del) por decreto de la Confederación de fecha 27 de enero de 1855, con retroactividad al 10 del mismo mes, en que había asumido el cargo.

Al frente de la capitanía, despliega una intensa actividad en todos los aspectos, interviniendo en la redacción del decreto que “Reglamenta la Navegación en las Costas e Islas del Uruguay” el que es aprobado por decreto de fecha 2 de noviembre de 1855.

Al proponer el Dr. Alberto Larroque, la “creación del aula militar”, en el Colegio del Uruguay, en su condición de rector del mismo, por nota de fecha 1º de febrero de 1857 recomienda como jefe de la misma al Teniente Coronel  Nicolás Martínez Fontes (h) expresando: “El Teniente Coronel D. Nicolás Martínez Fontes (h), hombre muy estudioso y muy aventajado en sus conocimientos profesionales, me parece a propósito para encargarse la dirección del aula, la elección ha sido aprobada por S.E (se refiere al Gral. Urquiza). El Sr. Fontes se desempeña en esta ciudad en la Capitanía de Puerto hasta las doce del día, gozando el “sueldo íntegro de su graduación. Podría ocuparse de la enseñanza militar por la tarde. Si el Exmo. Gobierno aceptara la idea podrá señalar el sueldo que corresponde a ése empleo”.

Aprobado el proyecto del Dr. Larroque, el ministro del ramo se dirige a él por nota de fecha 17 de marzo de 1857, ordenándole que “proceda a instalar la sección militar del colegio.”

Inmediatamente de recibida esta nota, el Dr. Larroque comunica al Teniente Coronel Martínez Fontes diciéndole: “Tengo el honor de transmitir a Ud. las órdenes que he recibido del Superior Gobierno para la instalación de la sección militar en el Colegio Nacional del Uruguay. Al comunicar a Ud. esta superior resolución para los fines consiguientes, me es satisfactorio felicitar a Ud. por la ilimitada confianza que sus conocimientos profesionales y su reputación militar, han inspirado al gobierno de la Confederación…

El Teniente Coronel D Nicolás Martínez Fontes (h) contesta al Rector Larroque expresando: “Me ha llenado de satisfacción, al ver que el Exmo. Gobierno me haya juzgado capaz de desempeñar ésta ligera instrucción, y al poner en servicios mis trabajos, puedo asegurar a Ud. que lo haré con todo el interés y  contracción, que me inspira el honor que se me ha dispensado. Agradezco altamente al doctor, las benévolas palabras con que Ud. me honra y me congratulo de pertenecer a ese grandioso establecimiento de luces”.

La creación de la “sección militar” en el Colegio Nacional del Uruguay, se legaliza por decreto de fecha 30 de abril de 1857, refrendado por el Presidente de la Confederación Argentina, enviándosele copia legalizada al Sr Ministro de Justicia e Instrucción Pública.

El Teniente Coronel  Nicolás Martínez  Fontes (h) realiza una intensa labor para organizar la sección militar del colegio, redactando de su puño y letra los respectivos programas que iban a desarrollar los alumnos de infantería y caballería, los que son puestos a consideración de las autoridades superiores.

Los programas comprendía “una clase de infantería”, que comprendía una primera parte de instrucción del recluta, otra de instrucción de la compañía y una tercera de instrucción del batallón y otra de “caballería”  que abarca desde el paso hasta la posición del caballo “en fila y la hilera”, pasando por el alineamiento, la posición. Además el programa contemplaba el “manejo de la carabina, el asalto, principios de “el ataque”, la marcha y la contramarcha y finalmente la “formación de batalla.

Su cargo frente al aula militar del colegio, no se puede precisar hasta cuando la ejerció, como lo consigna el profesor Celomar José Argachá en su exhaustivo trabajo sobre el tema, continuando como Capitán de Puerto hasta el año 1861. Desde este puesto, interviene en diversos hechos históricos que se producen en la ciudad, como el “segundo pronunciamiento” llevado a cabo el 31 de marzo de 1859.

Participa activamente en la campaña militar que desembocará en la batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859, dejando interinamente al frente de la Capitanía de Puerto hasta su regreso, quién lo seguía en antigüedad, el Coronel de la Guardia Nacional de Entre Ríos Felipe H. Quiroga

En reconocimiento a sus servicios militares y al cargo que desempeñaba, con fecha 30 de abril de 1860, el gobierno de la Confederación  le confiere el despacho de “Coronel Efectivo de Infantería”.

Colegio del Uruguay en 1857

Su espíritu  inquieto y participativo lo lleva a actuar en otras actividades públicas, independientes de sus funciones de Capitán de Puerto, es así que al crearse el 1º de octubre de 1860 el  Consejo de Instrucción Pública de la Provincia de Entre Ríos, con el fin de fiscalizar y reglamentar la educación en general, se constituye el “primer Consejo de Instrucción Pública” en la capital de la provincia (Concepción del Uruguay en ésas circunstancias) integrado por el  General Manuel Antonio Urdinarrain, Dr. Salvador María del Carril, Dr. Benjamín Victorica, Presbítero Domingo Ereño, Dr. Ventura Pondal, Dr. Vicente Peralta, Dr. Alberto Larroque, Dr. Vicente H Montero, Dr. Martín Ruíz Moreno, Coronel D Teófilo de Urquiza, Coronel Simón Santa Cruz, Coronel Nicolás Martínez Fontes (h), Romualdo Baltore, Emilio Duportal, Juan A Vázquez, Jorge Clark y Luis Grimaux, actuando como secretario Onésimo Leguizamón.

El 1º de marzo de 1861, el Coronel Nicolás Martínez Fontes (h) es designado Jefe del Estado Mayor de la Plaza de Santa Fe razón por la cual entrega la jefatura de la Capitanía de Puerto del Uruguay (Concepción del) a quién lo seguía en el mando, Coronel de Guardia Nacionales Felipe  H. Quiroga.

Se le encomienda la organización de la Guardia Nacional de la ciudad de Rosario, participando al mando de una brigada en la batalla de Pavón  (17-9-1861)

Afectado de una grave dolencia, se retira del ejército, trasladándose a la ciudad de Montevideo para su asistencia médica falleciendo el 8 de enero de 1862, a causa de un cáncer en la mandíbula inferior.

El Coronel Martínez Fontes (h) había contraído enlace en la ciudad de Buenos Aires el 24 de diciembre de 1836 con Doña Dominga Amores a quién por resolución de fecha 19 de septiembre de 1862 se le concedió la pensión militar que le correspondía.

Muchos fueron los méritos acumulados por el Coronel de Infantería D. Nicolás Martínez Fontes (h) en su brillante carrera militar y pública,  pero entiendo que su mayor balsón fue haber sido, junto con el Dr. Alberto Larroque, el mentor de la “sección militar” del Histórico Colegio del Uruguay, circunstancias que los une para siempre, a la centenaria historia del colegio. Siendo el primer antecedente del actual Colegio Militar de la Nación.

Edición del artículo: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza Almandoz, Oscar

 

“El Porteñito”, el comedor más antiguo de la ciudad

Año 1964, en la foto, al centro, puede verse a Benicio, María Dolores, su esposa y cocinera y a su hijo Roberto

Otro de los negocios con historia en Concepción del Uruguay es el restaurante “El Porteñito”, ubicado en la calle Perú N° 281, en la zona del “Puerto nuevo”, un lugar hoy, no habitual para estos emprendimientos, que arriba ya a los 64 años de vida.

Es sin dudas, uno de los pocos lugares familiares que van quedando en Concepción del Uruguay, que sigue siendo atendido por su dueño, hijo de los fundadores y, una de sus características más destacadas es que, si bien cuenta con una carta, Roberto Ramírez, actuando como un verdadero anfitrión, recibe a los clientes y les hace saber los platos existentes con sus propias palabras.
Tenemos ante nuestros ojos una lista de comedores de la ciudad publicado por el diario “Provincia” en el año 1971 y de los 26 restaurantes que figuran en esa lista, hoy solamente sigue funcionando “El Porteñito”.

Razón más que importante para que vayamos en busca de su historia.
Ni bien llegamos al lugar quisimos relacionar el nombre con la provincia de Buenos Aires, pensando que se le había puesto ese nombre por el lugar de donde provenían sus dueños.
¿Son de Buenos Aires, por eso el restaurante se llama “El Porteñito”?
La respuesta fue no. El nombre se debe a que fue negocio que se instaló en el barrio Puerto Nuevo. Esta confusión con el nombre es bastante generalizada, ya que muchos clientes hacen esta misma pregunta.

Benicio Ramírez, el fundador de “El Porteñito”

“El Porteñito”, nació primero como un bar, en el año 1956, en un período muy prospero en el trabajo de nuestro puerto. Además en las cercanías se ubicaban grandes empresas de ese momento de la historia Uruguayense, como por ejemplo la “Lusera”, ubicada a media cuadra del restaurante. Para esa época de auge del barrio, existían otros comedores que ya han desaparecido, como el “Navarrito”, ubicado en Posadas y Seguí o el bar “Mitre”, en Mitre entre Seguí y Antártida Argentina.
Este bar tenía todas las características de los bares de la época, es decir que además del clásico expendio de bebidas, tenía un billar y, además en las mesas se jugaba al truco, al poco tiempo se comenzó a servir alguna comida rápida a los parroquianos, ese sería el origen del restaurante.

¿Quiénes fueron sus fundadores? Don Benicio Ramírez y Doña María Dolores Elizabelar. Se habían casado en su tierra natal, Talita, en Colonia Perfección. Ambos procedían de una familia numerosa, con 16 hermanos cada uno de ellos.

Don Benicio fue un hombre de trabajo, de muy joven fue lechero, y se encargaba de repartir y vender leche en nuestra ciudad.
En 1950, con su familia, es decir con su esposa, ya que su hijo Roberto nacería cuatro años después, se traslada a Concepción del Uruguay, tenían su vivienda, en calle Dr. Scelzi, entre las calles 8 de junio y Posadas, a mano izquierda, ahí nacería su único hijo: Roberto. Muy cerca estaba la Comisaría de Suburbios, sobre calle Mitre (dónde hoy está la Comisaría del menor y la mujer) Sus vecinos eran la familia Delorenzi (enfrente), Garrido y Leuze ya en la esquina de Posadas y Scelzi vivía su madre, de apellido Isaurralde.
Aquí continuó con su oficio de lechero. Salía de la ciudad hasta el campo de sus padres, en la zona de Talita, pasando el puente Taborda, a las 2 horas de la madrugada y regresaba para vender la leche hasta las 14 o 15 horas, en que regresaba a su casa.

Año 1990, el la foto aparece Roberto y su esposa Liliana

Después de terminar su tarea diaria, ayudado por su pequeño hijo Roberto, quien montaba a la yegua, guardaba el carro, con el que repartía la leche, en un Corralón que estaba ubicado en calles Posadas y Bulevar Martínez (hoy Constituyentes), por dónde hoy está la panadería “El Progreso”. En sus mejores épocas repartía 850 litros por día, en su jardinera tirada por “La Pico” una yegua muy mansa.
Para 1956, vende al “Gordo” Garibaldi que era su primo hermano, dueño de la recordada panadería Garibaldi (Leguizamón y Posadas), el reparto de leche y compra un bar ubicado en Perú 281, cuyo propietario era el Sr. Curcho.

Es así, que acompañado por su esposa una muy buena cocinera y su pequeño hijo, que con 6 años oficiaba de mozo, dan nacimiento a este tradicional comedor. Así fue que los sándwiches que se servían al comienzo, fueron dejando lugar a comidas más elaboradas, se fueron instalando mesas y al poco tiempo, 2 o 3 años, el bar fue cerrado y se transformó en el comedor que todos conocemos hoy.

En esos años de tanto trabajo en nuestro puerto, rápidamente se hacen conocidos por su comida y su servicio. Eran visitados por los camioneros que nos visitaban trayendo la producción que salía del puerto de Concepción del Uruguay. También por los camioneros que venían a la fábrica La Lusera, empleados de Agua y Energía y de Molinos Concepción, del Ministerio. La Prefectura Naval Argentina, fue desde siempre, cliente de “El Porteñito”. Este, con el puerto trabajando a pleno fue, tal vez, su mejor momento, hasta que en la década de 1970, la actividad del puerto comenzó a decrecer y con ella todas las empresas vinculadas a él.

Roberto y dos de sus hijos. Pablo y Luciana, a principios de la década de 1980, en el frente del restaurante.

A principios de los años 60 “El Porteñito” comenzó a brindar, además, el servicio de vianda a domicilio, eran más de ciento cincuenta viandas que eran repartidas, al principio en bicicleta o motoneta y luego en un auto, un “Rambler rojo con techo blanco”.
El negocio fue creciendo y se vio su clientela aumentar. Es así, que ya no solo venían los del puerto, comenzaron a visitarlos los del banco, policía, y de prefectura. Como daban pensión también, aquellos que venían a la ciudad y debían quedarse, se alojaban en este lugar.
Rápidamente se hicieron conocidos y los clientes no dejaron de disfrutar la cocina casera que estaba a cargo de María Dolores Elizabelar.

A fines de la década de 1950, en 1958, Benicio, había comprado una casa vieja, contigua al antiguo bar, que perteneció al Sr. Domínguez, que prácticamente tirada abajo para construir un nuevo espacio. Armaron un gran salón, donde se podía almorzar o cenar, tenían comida a la carta. Por la gran cantidad de comensales, se había hecho un menú fijo, que constaba de una mesa de fiambres surtidos, que cada uno se servía (matambre arrollado, lengua a la vinagreta, etc.), un plato principal (a la carta) y postre (flan casero o ensalada de frutas), con un precio único. En ese momento, Roberto tenía 6 o 7 años y ya trabajaba de mozo y podía atender las mesas y cobrar, ya que el precio era único, “4 pesos por persona”, recuerda.

Tanto a Roberto, como a su padre, Benicio, le gustaba la caza, es así que en los años 60 y 70 era habitual que los clientes pudieran pedir un menú “especial”, elaborado con las piezas de caza, entre ellos se destacaban el guiso de martineta con arroz o el escabeche de perdiz. Además, y producto de la mano de María Dolores, era habitual en esos tiempos la inclusión en el menú de comidas “criollas”, tales como locro, buseca y el “guiso carrero”.

Desde el comienzo, salvo cuando por unas diez años en la década de 1990, cuando se incluyo la parrilla, el menú fue el mismo, todo casero, “Vacío y peceto mechado al horno, milanesa sola o a la napolitana, pastas elaboradas por María Dolores, ñoquis, ravioles, canelones, etc. “Es lo que le gusta a la gente”.

Roberto acompañando a una de las tantas mesas de clientes.

La fama fue creciendo, haciéndose conocer en toda la ciudad, camioneros, estibadores, trabajadores de empresas, profesores, hombres de las fuerzas y familias en general, se fueron dando sitas en el lugar por varias generaciones.

Nuestro interlocutor, Roberto Benicio Ramírez, único hijo de este matrimonio de trabajo, es el que continúa con el negocio, y está al frente del mismo desde el año 1980, cuando su padre, Benicio, se retiro. Los años, las crisis vidas en la economía de nuestro país han hecho que el lugar se vea reducido, pero sigue siendo tan acogedor como siempre.

Con los ojos llenos de lágrimas, Roberto recuerda la época de oro de su negocio, cuando se hacían viandas y las repartían con su papa en un Rambler rojo de techo blanco. Cuando hacían servicios para diferentes eventos sociales de Concepción del Uruguay, por ejemplo; el gran festejo que se hace en el comedor cuando el club Racing sale campeón en 1966, y la gran cena de festejo de los 50 años de la empresa Mársico Hnos., que se realizó en Club Lanús.

Hoy acompañado de su esposa Liliana, son los encargados del lugar. Sus hijos ya grandes han estudiados ayudando en el lugar. Hoy son profesionales, Pablo, arquitecto, Luciana, Profesora de Educación Física y Matías, Contador y vive en Suecia, todos ellos, cuando estudiaban trabajaron en el comedor para ayudarse en sus estudios.

Restaurante “El Porteñito” en la actualidad

Así, entre los recuerdos, de las reuniones del Auto Club de Concepción del Uruguay, de fútbol, de atletismo, la comida llevada a los niños de la colonia de vacaciones del Centro de Educación Física “La Nasa”, las comidas a los alumnos de la Escuela de Aprendices. Las fiestas donde realizaban el servicio, como los que se hacían en el Club Rivadavia, para 700 personas, fuimos recorriendo la historia de estos 64 años de este comedor que hoy lo podemos seguir disfrutando, atendido por Ricardo y Liliana, a quien acompaña desde hace treinta años, la cocinera, Doña Maruca, cuya especialidad son, las carnes al horno y por supuesto, las pastas.

A lo largo de todo este tiempo, muchas familias de la ciudad han concurrido a “El Porteñito” por, a veces, más de tres generación, una de ellas, de las tantas, entre las que seguramente estará la tuya, lector, es la familia Marcó.

Desde hace unos años, se achicó el salón principal y se atiende solo al mediodía, para dar un buen servicio, el mismo de siempre a la vieja y nueva clientela de “El Porteñito”, que seguramente seguirá por muchos años más, brindando esa comida casera, que ya no se consigue en C. del Uruguay.

Texto. Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Charla con Roberto Ramírez

La segunda médica del país fue egresada de nuestra Escuela Normal

Primer edificio de la Escuela Normal de Preceptoras de Concepción del Uruguay

                                                                                                Por el prof. Celomar José Argachá

Nuestra vieja Escuela Normal, llamada originalmente de “Preceptoras”, fue la primera que funcionó en el país dedicada a la formación de Maestras, sembrando sus egresadas abecedarios en nuestra provincia, en la nación y en países vecinos a partir de 1873.

Hasta Concepción del Uruguay llegaron jóvenes en busca de hacer realidad su deseo de convertirse en docentes y dedicarse por entero a la tan apreciada profesión de educar al soberano que pretendía Domingo F. Sarmiento.

Una de esas adolescentes fue Petrona Eyle, nacida en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Baradero, el 18 de enero de 1866. Es hija de inmigrantes suizos, que conformaron oportunamente una colonia con ciudadanos de origen alemán y francés, recibiendo de las autoridades locales de la pequeña población, fracciones de tierras que la dedicaron la mayoría a tareas agropecuarias.

Dra. Petrona Eyle

Su padre fue Gustavo Eyle, cirujano del Ejército. Aparece mencionado su nombre en el año 1867 como Concejal de Baradero durante una grave epidemia de cólera. Sus progenitores la enviaron a Petrona a Concepción del Uruguay por cuanto aquí funcionaba desde 1873 la primera Escuela Normal de mujeres del país, ingresando en dicho establecimiento en el año 1882, pero de acuerdo a los registros y publicaciones de nuestra vieja institución, se recibió como maestra en 1879, de manera que se incorporó en primer año entre 1877 y 1878, con once o doce años de edad.

El Profesor Miguel Ángel Gregori en su obra “Cien años de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de C. del Uruguay” sostiene en la página 19, que entre los primeros servicios contratados en el año su fundación (1878), estaba el de la atención médica y que uno de ellos fue de apellido Eyles, (con una “s” al final y sin figurar su nombre), precisamente cuando Petrona era alumna de nuestra Escuela. Seguramente su padre la haya acompañado, siendo contratado sus servicios por aquella institución. Recordemos que por ese entonces nuestra ciudad era Capital de la provincia y sede de autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales. Su importancia era relevante y mucho más desde el punto de vista educativo con el Colegio del Uruguay y la Escuela Normal de mujeres.

Son escasas las referencias sobre la actividad desplegada posteriormente por la joven maestra Petrona Eyle. Suponemos que regresó a Baradero y posiblemente decidió obtener el título de Bachiller, una exigencia de la época en nuestro sistema educativo para ingresar a la Universidad, pero quizás no era un requisito exigido en Europa o pudo ocurrir que le hayan tomado allí un examen de ingreso. Por ahora no lo sabemos.

Lo cierto es que en 1887 es enviada por sus padres a Suiza, donde vivían familiares, para realizar estudios de Medicina en la Universidad de Zúrich, finalizando los mismos en 1891, a la edad de 25 años, presentando una tesis sobre “Anomalías de las orejas de los delincuentes”, un estudio de los pabellones auditivos, escrita en alemán e inglés y defendida la investigación ante el jurado, haciéndolo en el primer idioma mencionado.

Petrona Eyle se había insertado en una corriente científica muy en boga en la época y que el tiempo demostró equivocada. Había sido desarrollada por César Lombroso y que supuestamente indicaba que estudiando detenidamente ciertas anomalías del pabellón auricular se podía conocer a los delincuentes. Petrona Eyle, para realizar sus estudios de la tesis, utilizó material del Instituto de Ontología de Zurich y del penal de dicha ciudad. Sin embargo, con el correr de los años, esta teoría cayó en desuso ya que los propios resultados contradijeron la idea de Lombroso y de otros grandes teóricos e investigadores de la época.

Regresó Petrona a la Argentina en 1892 y revalidó su título como segunda médica de la Nación en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Desarrolló en un principio tareas en hospitales públicos, del cual no conocemos detalles de su actividad en ese campo. Sólo sabemos que integró la Asociación Médica Argentina, ingresando a la misma avalada por la prestigiosa doctora Cecilia Grierson, primera médica argentina.

Dra. Cecilia Grierson

Paralelamente inició su militancia feminista, luchando por mejorar la situación de la mujer. La labor desarrollada en ese campo fue extraordinaria, debiendo sortear serios escollos en una sociedad “machista”, dominada su profesión por hombres, siendo la tarea que desarrollaba poco bien vista, incluso por las propias mujeres. Sin embargo jamás desistió en su intento de lograr la igualdad de géneros.

En 1900 organizó el “Consejo Argentino de Mujeres” junto con Cecilia Grierson y Julieta Lanteri y posteriormente la “Asociación Universitarias Argentinas” figurando entre otras, Elvira Rawson de Dellepiane (tercera médica del país), institución que presentó al Congreso Nacional varias iniciativas, como por ejemplo: “Protección a la Maternidad” en 1901; “Sanidad y asistencia Social” en 1906; “Jubilación del Magisterio” en 1907; “Igualdad de Derechos Civiles para la Mujer” en 1919, etc.

Precisamente en 1906  se creó el “Centro Feminista del Congreso Internacional del Libre Pensamiento” y allí vemos nuevamente el nombre de Petrona Eyle junto a Julia Magdalena Ángela Lanteri, más conocida como “Julieta” Lanteri; Elvira Rawson de Dellepiane, Sara Justo, Cecilia Grierson, y Adela Di Caprio.

En 1910, con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo, fue Petrona la persona encargada de presidir el Comité organizador del “Primer Congreso Feminista Internacional”, realizado con señalado éxito, con la presencia de numerosas delegaciones de mujeres de Chile, Paraguay, Perú, Uruguay, etc. y también de varios países europeos. El mismo fue presidido en sus deliberaciones por la doctora Cecilia Grierson y Eyle integró las subcomisiones de Ciencia y de Derecho de reunión.

Fue la primera Directora de la revista “Nuestra Causa” (1918) donde bregó tenazmente en favor del movimiento feminista, defendiendo el derecho de la mujer al voto, a la participación activa en la política y la posibilidad de ocupar cargos públicos electivos. Fue la citada publicación una expresión de la corriente que ella integró en forma decisiva.

Años después Petrona Eyle fundó la “Liga Contra la Trata de Blancas” (1924). Ello se originó como consecuencia de la denuncia realizada por la Sociedad de Naciones (antecedente de la ONU), a través del Comité Internacional contra la Trata de Blancas, que había denunciado a la Argentina como un gran mercado del tráfico de mujeres para destinarlas a la prostitución.

Fue amiga de las grandes personalidades de la época y estimamos que muy cerca del socialismo, ya que fue muy amiga de Alicia Moreau de Justo y Alfredo Palacios, a través del cual presentó algunos proyectos en el Parlamento Argentino.

Lentamente se fue apagando su activismo, sabiéndose poco de ella, a excepción de integrar en 1937 la comisión de homenaje a Cecilia Grierson, la primera médica argentina, siguiéndola en orden cronológico, Petrona Eyle, Elvira Rawson de Dellepiane y Teresa Ratto, siendo las dos última egresadas de la Escuela Normal de Concepción del Uruguay y la última la primera nacida en Entre Ríos.

No sabemos si dejó alguna obra escrita (más allá de su tesis), sin embargo la ciencia nacional la considera una de las figuras pioneras en el enaltecimiento de la mujer en la cultura argentina. Además su lucha en favor de la igualdad de géneros ubica su nombre entre las pioneras de nuestra nación.

Sin duda el reconocimiento a su insistente esfuerzo le llegó dos años después de su muerte, ocurrida en 1945, por cuanto en 1947 las mujeres obtuvieron el derecho al voto por el cual tanto había bregado Petrona Eyle desde el inicio del siglo XX.

Este pequeño artículo es un homenaje a la segunda Médica Argentina, egresada como maestra de nuestra Escuela Normal, reconocimiento que no recuerdo haberlo visto mencionado en sus páginas históricas, pero nunca es tarde hacerlo y deseo que en el futuro nuestros estudiosos del pasado profundicen sus investigaciones sobre esta mujer y revaloricen a una auténtica batalladora de los derechos femeninos.

Creo que un aula merecería llevar su nombre, colocando allí una fotografía de esta luchadora para recordarla siempre y que sirva a la vez de memoria histórica y ejemplo para sus actuales estudiantes. Además, nunca fue nombrada dentro de la historia educacional entrerriana, ya que es una egresada de la primera escuela normal de mujeres del país, habiéndose graduado luego como médica, siendo, como dijimos, la segunda en hacerlo y una gran luchadora en favor de los derechos de igualdad de sexo.   

Creemos que Clementina Comte de Alió, francesa, Directora de la Escuela Normal por muchos años, debió servir a sus egresadas de espejo donde pudieran reflejarse e imitarla,  no solo como docente, sino que además le permitió a todo el sexo femenino la posibilidad de desarrollar otras actividades dentro del quehacer nacional. Petrona Eyle y las hermanas Speratti son una representación de lo que venimos diciendo.

Edición del artículo: Virginia Civetta y Carlos Ratto

Personalidades paraguayas que estudiaron en nuestra Concepción del Uruguay

Colegio del Uruguay “Juste José de Urquiza”

Por el Prof. José Celomar Argachá

Existen destacados y muy poco conocidos ex alumnos del Colegio del Uruguay, uno fue presidente del Paraguay, Juan Bautista Luis Egusquiza Isasi y otro José Segundo Decoud, quien fue ministro en distintas carteras de varios presidentes de dicho país.

Además entre estos ex alumnos, pero en este caso de la Escuela Normal, se encuentran también las hermanas Adela y Celsa Speratti, egresadas de nuestra escuela e iniciadoras del normalismo paraguayo

General Juan Bautista Egusquiza Isasi

Juan Bautista Luis Egusquiza Isasi
Numerosos historiadores paraguayos mencionan al General Juan Bautista Luis Egusquiza Isasi como un progresista militar y político que ocupó la Presidencia de la República del Paraguay entre noviembre de 1894 y noviembre de 1898, es decir con anterioridad al General y Doctor Benigno Ferreyra (1906-1908), otro destacado Presidente del hermano país que también fuera alumno del Colegio del Uruguay.

Nació en Asunción del Paraguay el 25 de agosto de 1845 y murió en la misma ciudad el 24 de agosto de 1902, siendo Senador de la República. Sus padres fueron Camilo Egusquiza y Juana Isabel Isasi, ambos guipusqueanos del País Vasco español (Igoalde) y radicados en el hermano país.
Lo realmente curioso es que fue alumno del Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza” en la carrera anexa al Histórico, como fue el Aula Militar, siendo condiscípulo de Julio Argentino Roca y de otros notables militares argentinos. Su rector era el Dr. Alberto Larroque.

Ingresó Egusquiza en el Ejército Argentino llegando a ascender hasta Capitán, resolviendo años después, junto con otros paraguayos, entre ellos Benigno Ferreira, José Segundo Decoud y su hermano Juan, regresar a su país, donde ofreció aquel su espada, siendo reconocido su cargo militar, que luego de sucesivos ascensos llegó a detentar el grado de General de Brigada en el vecino país.

Fue fundador del Partido Nacional Republicano e inició así su carrera política, siendo posteriormente Ministro del Interior entre marzo y octubre de 1891 y Ministro de Guerra y Marina del 17 de enero al 17 de abril de 1894, para asumir luego la Presidencia de la República.
Fue un gobierno sumamente progresista, sobre todo en el campo de la educación, que se hallaba devastada en el vecino país por la larga, lamentable, desastrosa e injusta guerra contra la Triple Alianza, generada en gran medida por el dictador Solano López.

Conocedor de la presencia de las hermanas Speratti en la vecina ciudad de Corrientes, paraguayas formadas en Argentina, apoyó la idea de comunicarse con ellas para solicitarle su cooperación, a efectos de la recuperación de la educación púbica en su país.

Adela y Celsa Speratti

Debemos recordar que ambas fueron ex alumnas de la Escuela Normal de Concepción el Uruguay, teniendo como Directora a Clementina Comte de Alió y que una vez recibidas fueron designadas maestras del mismo establecimiento debido a sus magníficos dotes docentes.
Fueron ellas las que organizaron la primera Escuela Normal del Paraguay, siendo designada Adela Directora y su hermana Celsa como Vicedirectora. Es decir que el normalismo paraguayo es hijo y uno de los frutos más preciado de nuestra Escuela uruguayense.

Permitió el instituto normalista de Asunción el ingreso de la mujer al mundo del trabajo con una profesión digna, que no sólo sembró abecedarios en la República hermana sino que formó intelectual y culturalmente al sexo femenino, permitiendo no sólo su llegada a la Universidad sino que también fue originario de movimientos feministas en favor el voto de la mujer y de otras conquistas más, que no son motivo del presente trabajo.
Un egresado de la primera Escuela Normal Paraguaya fundó años después el primer Instituto de Profesorado Secundario del hermano país.

Es decir que lo importante es destacar que los cuatro: el General Juan Bautista Luis Egusquiza, José Segundo Decoud (varias veces Ministro Nacional de distintos Presidentes) y las hermanas Adela y Celsa Speratti se formaron en establecimientos de nuestra ciudad. Los dos primeros en el Colegio del Uruguay “Justo José de Urquiza”, alcanzando distintos Ministerios y luego la Presidencia de la República paraguaya y las hermanas Speratti que se educaron en la Escuela Normal “Mariano Moreno”, bajo la conducción de Clementina Comte de Alió. Como dato anecdótico, agregaremos que la única hija de Clementina Comte (primera Directora de la Escuela Normal) con su esposo Agustín Mariano Alió (Rector el Colegio del Uruguay) fue su hija Ana Alió Comte, que contrajo enlace con un ex–alumno del Colegio del Uruguay. Nos referimos a Hortensio J. Quijano (Vicepresidente del General Juan Domingo Perón en ambas Presidencias), con el cual tuvo un solo hijo: Hortensio J. Quijano Alió.

José Segundo Decoud

Concepción del Uruguay fue un luminoso faro de la educación argentina, destacada por todos los historiadores paraguayos y por aquellos estudiosos del tema del vecino país, elogiando a sus directivos y su formación integral en el campo intelectual.
Todos los datos aportados en el presente trabajo son fruto de historiadores y articulistas paraguayos en donde resaltan elogiosamente la formación recibida en nuestra ciudad, destacando especialmente a Clementina Comte de Alió como una docente seria, una pedagoga de prestigio y con métodos realmente admirables.

Además de incluir a un Presidente más a la lista de egresados célebres de nuestro Colegio del Uruguay, que recordemos fueron los Presidentes Julio Argentino Roca (dos períodos 1880-1886 y 1898-1904), Victorino de la Plaza (1914-1916), Arturo Frondizi (1958-1962) y Benigno Ferreira (1906-1908), ahora agregamos a Juan Bautista Luis Egusquiza (1894-1898), otro paraguayo al igual que el anterior.
Y también quisimos homenajear a dos maestras de nuestra Escuela Normal, las hermanas Adela y Celsa Speratti, que gracias a su trabajo todo el normalismo paraguayo desciende de su excelente labor docente.

Asimismo poner de manifiesto a un extraordinario político de esa misma nacionalidad, como fue José Segundo Decoud, ex alumno de nuestro histórico Colegio y Ministro de varios presidentes de país hermano, pero estos dos últimos temas deben ser motivo de otros trabajos.

Edición web: Virginia Civetta y Carlos Ratto

Declaraciones en el juicio sobre el asesinato del general Urquiza

Patio del Honor, ahí se puede ver la habitación del general Urquiza

Después del asalto a la residencia del Gral. Urquiza y que terminara con su vida, la casa fue dejada en manos de los asaltantes quienes se llevaron todo el ganado y carruajes existente en el lugar. También paso lo mismo en casi todas las estancias pertenecientes a la familia.

Para octubre de 1870, solo se había apresado a un solo hombre de los ochos que entraran a Palacio San José el 11 de abril de 1870.

Mosqueira, el único entrerriano del grupo, fue el apresado. Se lo traslado a la cuidad de Paraná y luego a Buenos Aires. Se inicia un proceso en su contra, recién en agosto de 1871. Esto se debió a la lucha armada que vivía nuestra provincia.

El Juez interviniente fue Dr. Miguel M. Ruíz, dictando un “causa criminal de oficio por complicidad en la muerte de Don Justo José de Urquiza”.

Se toma declaración a “todas las personas que tuvieron conocimiento del hecho” y por supuesto al implicado José María Mosqueira.

La primera en declarar fue Doña Dolores Costa, quien cuenta que su esposo llego apresurado, le solicita un arma y al salir al patio comienza el tiroteo, cayendo este en brazos de su hija Dolores. La esposa del Gral., luego describe a Nicomedes Coronel y nombra a todas las personas que en ese momento estaban en la residencia. Eran alrededor de 35 personas, entre familiares, domésticos, empleados, sacerdote, jardineros, personal de guardia y de cocina, maestros de idiomas y de música, etc.

Dolores Costa, responsabiliza a López Jordán de la muerte de su esposo, de acuerdo a los “Vivas”, que gritaban al ingresar a la casa los asaltantes.

Entrada posterior del Palacio, por ese lugar ingresaron los asesinos del general. Foto: Omar Gallay

Dolariza Costa de Balestrin, cuñada de la víctima, declara que se encontraba en el segundo patio cuando pasa el tropel. Al escuchar los gritos de su hermana, acuden con su madre, encontrándose con la escena de la muerte y escucho algunos ejecutores que decían “sacar al tirano de por medio, que estaba vendido a los porteños”.

También declara que debían ultimar a Waldino, Teófilo y Justo Carmelo, Pascual Calvento y al Dr. Benjamín Victorica y luego encontrarse con López Jordán. Todo esto escuchado de los asesinos.

Doña Francisca Brizuela, tía política del Gral., cuenta que para ocultarse apago las velas que la iluminaban, de esta manera puede ver a los invasores y los nombra. También declara, que uno de ellos dice que López Jordán, los mandaba “ya estaban cansados del expresado Gral. Urquiza”. Pasado los primeros minutos va hacia el lugar de la tragedia pero no “registra las heridas”.

El profesor de música de las hijas de Urquiza, Carlos Leist, declara que se encontraba en la quinta, siente ruidos y escucha los disparos. Decide ingresar a la residencia, donde dos centinelas le interceptan el paso, hasta intentan matarlo, pero Mosqueira dispone que lo dejen incomunicado, en una de las habitaciones. Este mantiene un cruce de palabras con Mosqueira, quien le dice, que lo que estaba ocurriendo “era una muerte política”.

Unos días después declaran las hijas mayores de Urquiza.

Dolores cuenta, que junto a su hermana Justa, estaban ejecutando en el piano. Al sentir el tropel corre al encuentro de su padre, quien estaba preparando un arma. Se sienten los disparos. Nombra a los que entraron. Su padre fue herido en la cara y cae, donde fue ultimado a puñaladas.

Justa es quien dice que quien le diera las puñaladas fue Nicomedes Coronel y que su hermana Dolores, abrazaba a su padre.

Mosqueira, Luengo y Álvarez en ese momento decían: “con Uds., no es la guerra sino con el tirano y sus hijos varones”.

Las dos hijas declaran que escucharon: “…ya murió el tirano vendido a los porteños. Viva López Jordán!

Luego declaro Avice Marín, el jardinero de la residencia en los últimos diez años. Su declaración no fue muy importante pues dice haber oído pero no vio nada ya que estaba en la casa del herrero.

Más tarde declaran dos del personal doméstico, María Antonia Urquiza y Carmen Barceló. Ellas dan el dato que Pardo Luna es quien le acertó con el balazo y Nico Coronel las puñaladas. En cuanto a las depredaciones en la estancia, solo dicen que saben que fueron secuestradas todas las armas.

El 29 de agosto de 1871, el juez ordena llamar a los que considera culpables. Se los llama por edictos en los periódicos: López Jordán, Nicomedes Coronel, Simón Luengo, Robustiano Vera, N. Álvarez, Facundo Teco, Ambrosio Luna, Pedro Arambure y Juan Piran. Se ordena la detención, pero la mayoría se había refugiado en territorio brasileño y uruguayo, haciéndose difícil cumplir con la orden. 

Vista del Patio del Parral, desde ahí los invasores entraron al Patio de Honor. Foto: Luis Cerrudo

Declaración de José María Mosqueira

El 1 de setiembre de 1871, declara por primera vez José María Mosqueira, dice tener 38 años de edad y hace un pormenorizado relato de las órdenes de Ricardo López Jordán.

Cuenta que se presentó en la estancia de Arroyo Grande, propiedad de López Jordán. En ese lugar se habló del momento que vivía la provincia y del derrocamiento urgente del Gral. Urquiza.

Se presentó el 7 de abril, día en que recibiera directivas y el 9 de abril sale en dirección a Estancia San Pedro, donde debía ponerse a las órdenes de Simón Luengo.

“Debe tomarse al Gral. Urquiza, traerlo a mi presencia y respetarse los bienes y la familia”, fue la orden impartida por López Jordán, según sus dichos.

En San Pedro se traman los últimos arreglos y se da la orden de “buena compostura”. El día 11 de abril salen de la estancia a las dos de la tarde, con la orden de apresar al General

Cuenta que pasan el puente de Gualeguaychú y se detienen a unas 10 cuadras de la residencia. Aun había mucha luz solar, necesitaban de las sombras para llevar a cabo el cometido.

En este lugar se reparten las tareas: Robustiano Vera, con un grupo de hombres se encarga de la guardia que tenía la casa a mil quinientos metros, tomar la puerta posterior y “sostenerse allí hasta que ellos entrasen y salieran de San José”.

Luengo dio las instrucciones. Mosqueira toma la pequeña guardia que había a la entrada del patio del Parral. Recorre las habitaciones, también la capilla y tahona. Cuando está cumpliendo con su tarea, escucha los disparos y gritos de las mujeres. Acude al patio y en camino se cruza con Luengo, quien le ordena que refuerce a Vera. Pero antes, interroga sobre lo ocurrido y este le dice “es muerto”.

Cumple con la orden, el tomar la guardia fue fácil, esta se rindió y al regresar Luengo, se encontraba en la puerta de una habitación donde se habían escondido dos mujeres y en ese lugar había armas. Trata de apaciguar las cosas y deja en claro que no habló con las hijas del General, y que el crimen ocurrió por el miedo de verse atacados al escuchar las descargas provenientes de la lejana guardia.

Declara José Baltore:

Representación gráfica del asesinato del general Urquiza

José Baltore era ministro del General Urquiza, se encontraba el 11 de abril en el escritorio político, en la entrada principal de la residencia. Su declaración fue muy veraz. Cuenta entonces que desde el lugar donde se encontraba, ve pasar a Urquiza acompañado de Medrano, venían de la galería principal de la casa.

Cruzaban el patio del Honor, pero retroceden por los alaridos y disparos que escuchan, y se dirigen a su habitación intima.

Baltore, ingresa nuevamente al escritorio, donde, ya se encontraban algunos hombres que habrían entrado por el frente de la casa.

Simón Luengo le requiere le indique donde estaba Urquiza. Al conducirlo, ve salir a quienes habían cometido el hecho.

Menciona los presentes y nombra como autores a Pardo Luna, quien le da el balazo y Nico Coronel quien le dio las puñaladas.

Cuenta además, que al otro día en inmediaciones de Arroyo Molino, estaba López Jordán. Su presencia fue porque a él lo llevaban prisionero. Este dato también fue aportado por Mosqueira.

El 9 de setiembre, el Juez vuelve a emplazar la búsqueda de los asesinos y continúa con las indagatorias. Entre ellos al cocinero, José Corazini y al jardinero Andrés Rigoli, que solo escuchan tiros y gritos por estar lejos del escenario.

Mientras tanto en Concepción del Uruguay, capital de la provincia, se sucedían momentos de confusión. El presidente de la Legislatura, intentaba llegar a un arreglo. El día 13 de abril, asume como Gobernador Ricardo López Jordán, un párrafo de ese arreglo decía:

“…la persona que ocupa el cargo de gobernador debía aprobar todos los ascensos y empleos dados por la revolución y que el Gral. López Jordán, se le debía dar un cargo, tal como el de Comandante General de Armas, de manera que pudiera tener siempre tropas reunidas para garantías de su persona”.

Estas declaraciones que hemos leído del libro del profesor Macchi, hacen que nos hagamos una idea del desarrollo del asesinato del Gral. Justo José de Urquiza, y que el 11 de abril de 2020 se cumplieran 150 años.

Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Macchi, Manuel, “Urquiza, última etapa”, 1974