El primer vuelo de Concepción del Uruguay

Avión Bleriot IX 1909 (Foto ilustrativa)

En este mes de noviembre, se habrán de cumplir 110 años de la interesante experiencia de ver volar por primera vez sobre nuestro cielo, a un aparato más pesado que el aire, un monoplano (de una sola ala) de los que acababan de llegar de Europa.

1910, fue el año de los inicios de la aviación en nuestro país. Con motivo de celebrarse el primer centenario de nuestra independencia, se organizaron en la capital Argentina, y como parte de los festejos celebratorios, los primeros
espectáculos aeronáuticos.

En ese sentido se contrató a un grupo de aviadores europeos, particularmente franceses, entre los que aparece Armand Prevost.

Paralelamente se introducen los primeros aviones. Prevost, fue presentado junto con sus compatriotas en los salones del Aero Club Argentino el 10 de febrero de 1910.
Venía este piloto con antecedentes destacados aunque empezó actuando como mecánico. Dice Antonio M. Biedma en su “crónica histórica” que ninguno de los pilotos llegados “era titular del clásico brevet cuya obligatoriedad establecía precisamente a fines de 1910, el Aero Club de Francia, como requisito indispensable para participar en actos de su patronazgo”.

Paralelamente a la llegada de estos aviadores la casa “Mestre et Blage” de París que tenía en 1910 una sucursal en Buenos Aires en la calle Lavalle al 1200 introduce el monoplano Bleriot modelo  XI, con motor Anzani, de 25 HP, una hélice tractora, rueda de alambre tipo bicicleta. Telas con las que se cubrían los planos: algodón, lino y ramis, con una o dos manos de barniz; cazoleta de
aluminio, cables, cintas y cuerdas de piano de acero. Maderas: pino americano, abeto, haya y fresno.

Este aparato fue llevado por el lado de Santa Fe sin mayor trascendencia. De regreso de esa gira el Bleriot fue comprado por Hernán Drabow que organizó una gira por Concepción del Uruguay, Paysandú, Salto Oriental y Concordia, con Prevost corno piloto. La gira terminó con un fracaso completo quedando el avión embargado por gastos de transporte y deudas.

Un estudioso uruguayo, Juan Bosco Oberti, publicó en “La Gaceta de la Aviación” de Montevideo, el 8 de mayo de 1989, la siguiente noticia “A un comerciante y empresario sanducero, el señor Fernando Borrell se le ocurrió traer algunos a su ciudad (se refiere a algunos de los aviadores franceses recientemente llegados a Buenos Aires) con el compromiso expreso de que debía ser cuanto antes para tener Paysandú el honor de ser la primera ciudad del país que viera volar un avión”.

Borrell se trasladó hasta nuestra ciudad tomando contacto con el nuevo empresario, con el aviador Prevost y con sus mecánicos. Leemos en el periódico “La Juventud” de fecha 16 de noviembre de 1910: Día de la Aviación: “Mañana se realizará la emocionante prueba de elevación de aeroplanos, entre nosotros. El espectáculo es nuevo, por aquí, y representa el primer vuelo por esta latitud del globo terrestre. La empresa arriesgada del aviador se efectuará mañana a las 4 p.m. en el hipódromo, siempre que el tiempo lo permita”.

El periódico “La Juventud” de ese día 16 de noviembre comenta que en los ensayos previos que realizó el aviador durante la mañana, el aeroplano se precipitó a tierra cuando evolucionaba a unos 40 metros de altura, resultando ileso el piloto, pero el avión con considerables deterioros, por lo que la anunciada experiencia, novedosa en nuestro medio, quedaba postergada. El avión Bleriot fue restaurado en los talleres del M.O.P.

Las expectativas por ver volar por primera vez a un avión sobre el ámbito entrerriano, quedaron latentes y se acrecentó a medida que pasaron los días.  La máquina fue reparada satisfactoriamente y Prevost se preparó para la interesante demostración el día 28 de noviembre.

Leemos en el aludido periódico: Ascensión de Prevost: “El anuncio de la ascensión de Prevost, llevó al hipódromo algunos centenares de personas. Pocos momentos después de la hora de la ascensión, Prevost inició la tentativa del vuelo, de sur a norte y poco después logró subir en dirección al este o sea hacia la ciudad” (recordemos que el viejo hipódromo se encontraba al oeste de la ciudad, en la sección quintas, próximo al actual Cristo de los Olivos, junto al camino que pasaba por el puente de fierro). Seguimos leyendo en “La Juventud”: “El aeroplano se elevó a más de 30 metros más o menos y desapareció de la vista del pueblo descendiendo como a unas diez cuadras en un viznagal”.

Luego se vio llegar al aviador a caballo, que solicitara en el lugar de su descenso. El valiente joven se munió de unas pinzas y volvió al punto de su máquina. No había ocurrido ningún percance de interés; solamente que el timón no gobernaba y el aviador optó por descender.”

“Una hora más tarde, desde el mismo lugar del descenso Prevost se elevó con su máquina, gobernándola con toda pericia; llegó frente a las tribunas del hipódromo, flanqueó hacia la izquierda dando una vuelta sobre la quinta de Nadal y volvió al punto de partida, descendió con fácil maniobra desde una altura de 80 metros, en la que se hallaba al regreso.

El aviador fue entusiastamente aplaudido y obsequiado con ramilletes de flores al descender después de su segundo feliz vuelo, del monoplano 49 Bleriot”.

En “La Juventud” del 29 de noviembre se anuncia un segundo día de aviación tras el cual Prevost y su avión se trasladarían en vuelo hasta Paysandú.

La nueva ascensión se realizaría en los terrenos vecinos a la Sociedad Rural, al noroeste de la ciudad, en las proximidades de los actuales barrios América y
Bartolomé Zapata.

El espectáculo se anunció para el día 2 de diciembre y se realizó con bastante mala fortuna ya que terminó llevándose por delante el brocal de un pozo abandonado rompiéndose el eje y quedando sin gobierno la máquina. No obstante que la decepción empezó a cundir entre la población concurrente, se destacaron algunos actos de reconocimiento para con el valiente aviador.

Dice La Juventud: “la señora de Torrá, obsequió ayer con una medalla religiosa pendiente de una cinta de seda, al aviador señor Prevost, que se muestra muy agradecido a tal atención, así como la amabilidad y cooperación del señor Presidente de la Sociedad Rural, jefe de la Comisión del Río Uruguay y de la Usina de Luz Eléctrica, etc.”.

El Dr. Lucilo B. López, obsequió anoche con champagne a los señores Drabow, Prevost y Pessina, “…participando de esta improvisada reunión los Sres. Lagier, Sanz y el director de esta hoja”.

Los comentarios del periódico “La Juventud” sobre la experiencia comentada terminan el día 6 de diciembre diciendo entre otras cosas: “…no puede admitirse en estas circunstancias que la Empresa de Aviación, haya traído a nosotros, un propósito especulativo, porque los resultados pecuniarios no han alcanzado ni para el pago de la “vianda diaria” del personal que responde necesariamente al objeto de la aviación de Prevost. Este, por último logró su vuelo en el hipódromo y dejó demostrado la suficiencia entonces del motor que guía su aparato y al que se atribuyen deficiencias que han impedido las intentonas posteriores”.

De los estudios realizados se deduce que C. del Uruguay fue la primera ciudad entrerriana que en los inicios del siglo XX viera sobrevolar a uno de aquellos “pájaros mecánicos” que marcarían  los inicios de una aeronáutica, desde entonces en permanente evolución.

Luego Armand Prevost se trasladó a Paysandú, dónde los días 7 y 8 de diciembre de 1910, en el hipódromo realiza lo que se considera el primer vuelo en la hermana república Oriental. El aparato que realizó esta auténtica gesta, está actualmente en exhibición en el Museo Nacional de Aviación (Morón, Argentina).  

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: Miguel A. Gregori, “Partió en avión y volvió a caballo”. Diario La Calle 7 de noviembre de 1993

 

Facebooktwitterredditpinterestlinkedintumblrmail

Dejá un comentario