El hundimiento de la Torpedera “Bouchard” o “Bouchardo”

La Torpedera Bouchardo hundida en el río Uruguay

Los amantes de nuestro hermoso río Uruguay, cuantas veces navegando por sus cristalinas aguas en la zona del Paso Vera, al norte de Banco Pelay, hemos visto la boya “verde Ciega” que indica el “Casco a pique” de la Torpedera Bouchardo, y nos hemos preguntado ¿Cuándo se hundió? ¿En qué circunstancias? Y otras mil preguntas que nuestra mente nos lleva a hacer. He aquí los hechos.
La Bouchardo era una torpedera de rio de primera clase. Integro la flotilla de seis unidades gemelas denominadas: “Jorge”, “Kimg”, “Pinedo” y “Thorne”
A esta torpedera se la conoció con los nombres indistintos de Bouchard o Bouchardo, producto de haberse españolizado el apellido del héroe naval Hipólito Bouchard, cosa que nunca se hizo en vida del marino, pero aun en la documentación oficial de la época, encontramos a esta torpedera con ambas denominación.

La torpedera Bouchardo lista para salir a patrullar.

Desde su incorporación a la Armada, cumplió diversas e importantes misiones, que no quiero detallar, para ir directamente al año 1930, en que ocurrió su naufragio y al cual queremos referirnos.
En ese año, la Bouchardo, es alistada y asignada a la Prefectura Naval Argentina, con comando y tripulación militar, para el patrullado del río Uruguay, a los efectos de prevención y represión del contrabando, que se realizaba entre ambas orillas.
El 6 de setiembre de ese año, se produce el movimiento militar, que derroca al presidente Hipólito Irigoyen, lo que motiva que gran cantidad de partidarios, se exilian en la República Oriental del Uruguay, e inmediatamente iniciaron acciones “contrarrevolucionarias”, tendientes a restablecer al presidente , efectuar un intenso patrullaje del río, para evitar la “entrada o salida” clandestina de elementos “yrigoyenistas”.
Encontrándose en esta misión, arriba al puerto de Concepción del Uruguay, al mando del Guardiamarina Alfredo G. Attwell, el 29 de noviembre de 1930, en horas de la tarde para “carbonear”, en el deposito nacional que había en el puerto, zarpando con destino a Concordia, a las 22,30 hs., efectuando su navegación en forma normal, con las luces de navegación encendidas, por el canal principal del rio Uruguay.
Al llegar aproximadamente a 1 km al norte de Paso Vera y siendo las 23,15 hs, colisiono por la banda de “babor” con el remolcador “Kate”, al mando de Carlos Lavarello, perteneciente a la Compañía de Navegación Mihanovich que navegaba en sentido contrario, procedente de Colón, con destino final Concepción del Uruguay, donde tenía su asiento habitual.
La colisión, le produjo a la Bouchardo un rumbo de aproximadamente 8 metros sobre la batería de babor –hacia popa- lo que motivo que inmediatamente la torpedera, comenzara a embarcar agua y luego hundirse.

Capitán de Navío Hipólito Bouchard

Como consecuencia del choque, el comandante de la torpedera, Guardiamarina Attwell, fue despedido del puente de mando, cayendo sobre la cubierta de la Kate, otros marinos del buque de guerra, fueron despedidos al agua, siendo inmediatamente rescatados por la tripulación del remolcador.
En esas circunstancias, la sangre fría y serenidad, del Capitán Lavarello, permitió el rescate de toda la tripulación de la torpedera, sin registrarse “desgracias personales”.
Asimismo, para evitar que la torpedera, se hundiera en el canal principal, el Kate con su proa empujo a la Bouchardo, hacia el veril oeste del canal, donde se hundió quedando parte de su estructura superior, sobre la superficie, al quedar el casco apoyado en el lecho del rio.
Los náufragos fueron trasladados por el remolcador Kate hasta Concepción del Uruguay, donde fueron alojados en la Subprefectura brindándosele asistencia y toda clase de cuidados.
Al día siguiente, 30 de noviembre, embarcaron en la remolcadora Kate, que no había sufrido averías de importancia, timoneado por el Capitán Lavarello, el Juez Federal con asiento en Concepción del Uruguay Dr. Salvador María Irigoyen, el Jefe de la Subprefectura local Subprefecto de 1º José María Ballesteros, y el Comandante del buque siniestrado, Guardiamarina Attwell, trasladándose al lugar del accidente, a los efectos de realizar “in situ” una inspección ocular, autorizando en esas circunstancias el magistrado actuante, el retiro de diversos elementos de la torpedera.
El Capitán Lavarello, quedo detenido en la Subprefectura, la cual instruyó el sumario, recobrando su libertad pocos días después, sujeto a la causa.
A raíz de este accidente, en la tradición oral, existen diversos comentarios y anécdotas, que me fueron transmitidas.
Si bien, en el sumario y a los periódicos locales, el Comandante de la Bouchardo manifestó que su barco navegaba con todas las luces encendidas, se dice en cambio que el buque de guerra navegaba en “sigilosa”, entendiendo que así debía ser, dada la misión de vigilancia que estaba cumpliendo, era incoherente que lo hiciera con las luces encendidas ya que delataría su presencia.
Otra versión, y así debemos tomarla, era que el Capitán del Kate, Carlos Lavarello, de reconocida militancia radical yrigoyenistas, vio la torpedera navegando en sigilosa y que de exprofeso la embistió con su buque, circunstancia que no pudo probarse en las actuaciones incoadas.
La anécdota más importante, fue cuando se produce la “colisión” entre ambos buques, el Comandante de la “Bouchardo”, Guardia-marina Attwell “habría saltado” a la cubierta del “Kate” -pistola en mano- diciéndole al Capitán Lavarello: “¡lo voy a matar por lo que hizo…!”;contestándole el viejo lobo de río…”Primero deje que salve a su gente… después pégueme el tiro…”. Este gesto, de haber ocurrido así lo pinta de cuerpo entero y su hombría de bien.

La Torpedera Bouchardo hundida en el río Uruguay

Años más tarde de haberse producido el naufragio de la Bouchardo (año 1944), el Ministerio de Obras Publicas de la Nación, solicito al Ministerio de Marina, autorización para reflotar el casco que fuera cedido a dicha repartición, lo cual se autoriza por resolución ministerial de fecha 18 de octubre de 1944.
En base a esta cesión, el ministerio comenzó las tareas de reflotamiento del casco de la ex torpedera Bouchardo, en el lugar en que se encontraba hundida desde 1930.
La operación se realizó utilizando bombas de achique de gran capacidad y dos embarcaciones –tipo chatas- que colocadas a ambas bandas del buque, hicieran de flotadores.
La maniobra resulto exitosa, pero al parecer, al ser reflotado el casco los técnicos del ministerio, se dieron cuenta que los restos no tenían aplicación, por su antigüedad y averías que presentaba, por lo que decidieron trasladarlo a “aguas menos profundas” sobre la costa argentina, para alejarlo del canal y evitar de esa manera su potencial peligro para la navegación.
En las tareas de reflotamiento se recuperaron diversos materiales pertenecientes a la torpedera, entre ellos varias cajas de repuestos y herramientas, que a pesar de los años que estuvieron bajo el agua se encontraban en perfectas condiciones.
En las actuaciones realizadas por el Ministerio de Marina, con motivo de este accidente, así fue definido, se sobreseyó definitivamente al Cte. de la Bouchardo, Guardiamarina Alfredo Attwell, en concordancia a lo dispuesto en el Art. 334, inc. 2, del Código de Justicia Militar.
No hemos podido constatar, si al Capitán Lavarello, se le aplico alguna sanción por este hecho. Si se pudo establecer que el juicio entablado por el Ministerio de Marina contra la armadora Mihanovich, se le atribuyo a esta, debiendo resarcir los daños causados.
La torpedera Bouchardo, ha quedado para siempre en nuestras playas, como símbolo de nuestras viejas glorias marineras y un recuerdo de nuestro pasado uruguayense, que con esta nota queremos recordar.

Edición; Virginia Civetta y Carlos Ratto: original del Prefecto General (RE) Andrés Rousseaux, diario “La Calle”, 25 de julio de 1993.

El primer estadio cubierto de la ciudad

Vista actual (2019) del edificio, sólo reconocible por su parte superior (Foto: Carlos Ratto)

En la esquina noreste, de la intersección de las actuales  calles San Martín y  21 de Noviembre, existe un antiguo edificio que originalmente  ocupaba  un solar ( ¼ de manzana)  de Concepción del Uruguay (ER), encontrándose dentro del  “Casco Histórico” de la ciudad el que fuera construido primeramente como fábrica  de muebles, para posteriormente , dado su capacidad cubierta fuera utilizado para espectáculos públicos (corridas de toro, boxeo, cine, etc.) y como estadio de básquet, siendo el primero de este tipo en la ciudad, antecesor del después conocido “Salón Monumental” de la esquina sur oeste de las actuales calles Eva Perón y Rocamora.

Su historia

Los primeros antecedentes que se han obtenido-hasta este momento- es la compra del solar a principios del siglo XIX por parte de la firma  Juan Piñón e Hijos, donde mandan a construir un espacio edificio que ocupa la totalidad del “solar” (40 varas sobre calle Madrid- actual 21 de Noviembre) e igual medida sobre calle San Martín, para ser destinado a la instalación de un importante aserradero, carpintería y fábrica de muebles.

La firma adquiere en Buenos Aires las modernas máquinas de carpintería que serían accionadas por una importante caldera alimentada a leña, las que son recibidas en el Puerto de Concepción del  Uruguay en octubre de 1907, en el Paileboat  “Paraguay”, iniciándose inmediatamente su montaje.

Su actividad,  al parecer no fue la esperada por sus propietarios, dado que para el año 1913, el amplio local es utilizado como salón de espectáculos públicos y  eventualmente se exhibición de películas.

A partir de estas circunstancias, el local, comenzó a ser llamado “Salón  Uruguay”  en el que actuara el 5 de Abril de 1913,  célebre clown (payaso) inglés Frank Brown, quién  estando en la cúspide de su carrera e integrando el elenco del  Circo “Ecuestre y de Novedades” o “Circo de Brown”, realizaba una gira artística por el interior del país.-

El domingo 15 de Junio de 1919, en horas de la tarde, se realiza en el salón “Uruguay”, una importante corrida de toros,  que ha llegado hasta nuestro días  a través de la prensa escrita uruguayense  de la época que expresa: “El público  alcanzó a un centenar de personas, presentado los novillos en la pista, se observó de inmediato, que mostraban total indiferencia a las capas pese a la acción de los banderilleros, mostrando deseos de volver al campo .En tanto un torito hizo las delicias del público, más cuando fue montado por un aficionado, que provisto de espuelas hizo mover al animal (…)La empresa organizadora que el próximo jueves se repetirá el espectáculo con hacienda “más brava…

Vista sobre calle 21 de Noviembre, puede verse parte del edificio original (Foto: Carlos Ratto)

A partir de la década de 1920, en el espacio local-sobre calle San Martín – se habilita una cancha de “pelota a paleta” que recibe la denominación de “Cancha La Argentina”, actividad que se prolongará por varios años, donde concurría gran cantidad de aficionados a este deporte

La parte del edificio -sobre la actual calle 21 de Noviembre- en el año 1928 es vendido en la suma de $ 15.000 a la Sociedad Anónima Industrial Entrerriana, para la instalación de una fábrica de zapatillas.

La  cancha “La Argentina”, aparte de su actividad principal -pelota a paleta- era utilizada para otros eventos deportivos, realizándose el 24 de Junio de 1933 un importante festival de box con la pelea de fondo del pugilista porteño Guillermo Guttoni con el crédito local  Jaime Escobar en una pelea de 10 x 1

Club Paletas Uruguay

Los aficionados uruguayenses que concurrían a la cancha de paleta “ La Argentina” , decidieron fundar un club que los nucleara en ese importante deporte , fundado el 9 de Septiembre de 1933 el “ Club de Paletas Uruguay”, con asiento en el mencionado local, que es alquilado al efecto,  quedando integrada su flamante Comisión Directiva por: Presidente: Sr Ignacio César Sifritti; Vice-Presidente: Sr. Ladislao B. Balbarry; Secretario: Valentín Alonso; Tesorero: Juan Argentino Vázquez; Vocales: Asencio  Valle; Dr. Francisco Hanza Zabaleta; Dr. Raúl Aranguren; Alberto Balaguer y Juan M. Bruzera.

Este club, utilizó la cancha poco tiempo, dado que para el año siguiente es utilizada para otras actividades.

Estadio de boxeo General San Martín

El  22 de Noviembre  del año  1934, en  el salón sobre calle San Martín (Ex Club de Paletas Uruguay)  se inaugura el estadio cerrado de boxeo General San Martín, que en esas circunstancias era propiedad del Sr. Barbachau, espectáculo organizado por el promotor de boxeo local  Carlos Boladeres  y en el que participa el crédito local Edmundo Duarte.

Cancha de básquet cerrada del club Tomas de Rocamora

El Club Tomás de Rocamora, que había sido fundado el 16 de Julio de 1927, arrienda en enero de 1935, el  edificio del estadio “General San Martín” para la construcción de una  cancha de basquebal cerrada, hasta tanto la entidad granate pudiera contar con la propia, no obstante su ocupación fue por un corto tiempo.

Fábrica de muebles del Sr. Gorin

En fecha imprecisa, el amplio local donde  había funcionado  el estadio “General San Martín” es arrendado por el Sr. Gorín donde instala una importante fábrica y venta de  muebles la que funciona por varios años, hasta el mes de enero de 1985, que un voraz incendio la destruye pese al  trabajo realizado por el Cuerpo de Bomberos y voluntarios.

Cancha de bowling

En la parte del edificio sobre la calle 21 de Noviembre en el mes de Agosto de 1987 se inauguran cuatro canchas de bowling, actividad muy difundida y aceptada por la juventud en esa época, hasta su venta para destinarlo al funcionamiento de  un templo evangélico.

Hoy ese otrora, amplio edificio está totalmente loteado, siendo ocupado por diferentes emprendimientos, desde una pizzería hasta una tienda.

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Andrés Rousseaux, “El primer estadio cubierto de la ciudad”, Edificios con Historia”, Tomo II                                                                   

 

 

 

Bernardo Victorica: Un pintor olvidado

Bernardo Victorica: Un pintor olvidado

Nadie puede dudar de la decidida protección brindada por el General Justo José de Urquiza a las más diversas manifestaciones del espíritu. Y, entre ellas, la pintura. Varios fueron los pintores de estimables condiciones artísticas que se acercaron a Urquiza y recibieron de él no sólo el estímulo moral sino también el apoyo material, tan necesario en muchos casos, para que las aptitudes artísticas puedan desarrollarse-

Y ello constituyó una circunstancia feliz para la historia de Concepción del Uruguay, pues algunos de esos pintores vivieron y desarrollaron su actividad, al menos por algún tiempo, en esta ciudad. Los más importantes fueron, sin duda, el uruguayo Juan Manuel Blanes, el francés Amadeo Gras y el porteño Bernardo C. Victorica. Me referiré a este último, a quien Mariluz Urquijo llamara con razón: el pintor olvidado.

Bernardo C. Victorica

Por diferentes razones los tres hermanos Victorica que estuvieron radicados durante varios años en Concepción del Uruguay, han inscripto su nombre en la historia argentina: Benjamín, jurisconsulto y militar; Julio, periodista y diplomático; y Bernardo Cornelio, pintor y fotógrafo. Fueron hijos de Bernardo Victorica, que cobrara notoriedad como jefe de policía durante el gobierno de Rosas, y de Juana Vivanco. Quien llevara el nombre de su padre, fue el mayor de los hermanos, ya que había nacido en Buenos Aires en 1830.

Hizo sus estudios en el Colegio Republicano Federal, donde fueron sus maestros de dibujo y pintura Juan L. Camaña y Eustaquio Carrandi. Después de Caseros se trasladó con su familia a Concepción del Uruguay, donde estableció su taller. En 1860, sabedor de sus aptitudes artísticas, Urquiza lo hizo designar profesor de dibujo en el histórico Colegio del Uruguay. Dos años después, inauguró la “Fotografía del Uruguay” donde por casi una década combinó los recursos del arte pictórico con el procedimiento mecánico de la fotografía.

En efecto, en diciembre de 1862, abre sus puertas la “Fotografía del Uruguay” propiedad del Sr. Bernardo C. Victorica ofreciendo “tarjetas y álbumes para colocarlas” funcionando primeramente en la casa de comercio del Sr. Pedro M. Irigoyen sobre la calle Urquiza a una cuadra al norte de la plaza principal”,

Posteriormente se muda frente a la Plaza General Francisco Ramirez (octubre de 1863) y en abril de 1863 se encuentra instalada en calle Del Comercio (actual Rocamora) a una cuadra al oeste del “Mercado”, esquina Paraná ( actual Congreso de Tucumán) frente a la casa de comercio de Darío del Castillo.
Este “salón fotográfico” (así se lo denominaba) es puesto en venta en febrero de 1869 con motivo de ausentarse de la ciudad su dueño quién publica en el Periódico El Uruguay del 13 de febrero de ése año el siguiente aviso:
“Fotografía del Uruguay”: quién se interese en su compra puede tratar con él (se refiere a Bernardo Victorica) en el teatro 1º de Mayo desde las 6 AM a las 4 PM. Se avisa que se venderá por menos de su valor y en términos ventajosos para el comprador, para no contrariar al propietario de la casa que me apura para que la desaloje….”

Pronto fue reconocido como un artista de mérito y su pericia solicitada con frecuencia, cuando era necesaria la tasación de alguna obra de arte. Su fama trascendió los límites de la provincia, a tal punto que se le requirió desde Buenos Aires para que realizase el
decorado del telón de boca del antiguo teatro Colón, ubicado por ese entonces frente a la Plaza de Mayo.

Por ello debió alejarse de nuestra ciudad, para radicarse en Buenos Aires, a fin de realizar la tarea que se le había encomendado. Lamentablemente, mientras llevaba
adelante su labor, tuvo una conmoción cerebral que produjo su deceso el 20 de noviembre de 1870 cuando sólo contaba cuarenta años de edad.

Su labor en la ciudad

Entre la producción pictórica realizada por Victorica, durante su residencia de casi veinte años en nuestra ciudad, puede mencionarse el retrato del general Manuel Antonio Urdinarrain, que se conserva en el Museo Histórico Nacional. A pesar de su objetable perspectiva y de cierta debilidad en el dibujo, traduce con acierto la contextura espiritual del retratado. Urdinarrain, un manojo de nervios y músculos en tensión, parece haber aprovechado para posar en el alto de una marcha y se diría que espera impaciente el término de la sesión, para volver a saltar sobre el caballo y ponerse al frente de los soldados que lo esperan al fondo del cuadro.

Dos pequeños óleos, algo deteriorados y con el color empañado por los años, se conservan en el Museo Andrés García, de nuestra ciudad. Son ellos el retrato
del teniente coronel Mariano Troncoso, correcto y bien delineado, y el de su hija María Dolores. Este último fue comenzado después de la muerte de la niña y debió ejecutarse en pocas horas, bajo el apremio de la próxima descomposición del cadáver. La pequeña modelo, reclinada sobre una almohada, mira hacía lo alto con expresión grave y serena, mientras ofrece en una mano la flor de la inocencia.

Otra obra interesante nacida del pincel de Victorica fue la titulada “La patria en peligro”. cuyo paradero actual se desconoce. Pero una antigua fotografía de este cuadro permite calificarla como una obra romántica, en la que, mas allá de toda mesura, el artista recurre al contraste estridente que llega directamente al alma popular, a la metáfora inflamada que golpea a la sensibilidad antes que a la razón. En medio de su turbulencia, “La patria en peligro” refleja con sinceridad una arraigada idea del autor, que marcaría todos los actos de su vida: la necesidad de terminar con las discordias civiles que ensangrentaban el país e impedían su progreso.

La permanencia de Bernardo C. Victorica en Concepción del Uruguay se prolongó hasta 1869, lapso en el cual realizó una vasta labor que habrá de culminar con la decoración del teatro “1° de Mayo”, levantado frente a la plaza Ramirez.

El Teatro “1° de Mayo”

El 21 de noviembre de 1867, aniversario de la gloriosa jornada en que el pueblo uruguayense rechazó la invasión porteño-correntina de 1852, se colocó la piedra fundamental de lo que, al poco tiempo, sería el teatro “1° de Mayo”. Tanto la iniciativa como la financiación de la obra estuvieron a cargo de la Asociación Promotora del Progreso, con algún apoyo oficial.

La construcción del edificio se realizo aceleradamente, pues estuvo listo para la inauguración un año después de la colocación de la piedra basal. Contó con una capacidad para 450 personas, con la siguiente distribución: 200 plateas, 16 palcos altos, 16 palcos bajos y paraíso con 120 asientos. Constituía una hermosa concepción arquitectónica para su medio y en su tiempo. Pero el buen gusto y la expresión estética no estuvieron referidos únicamente al edificio en sí, sino también a su ornamentación.

Elogiosos comentarios

Y en ella mucho tuvo que ver Bernardo C. Victorica, quien fue el encargado de decorar el interior del edificio y pintar las escenografías.

Las crónicas de la época elogiaron particularmente los adornos del cielorraso, en el que se destacaba un ángel cubierto con una túnica transparente, cuya carne parecía palpitar a la luz de los reverberos.

Como bien lo ha señalado Mariluz Urquijo, aunque no hubiera otros motivos, el nombre de
Victorica merecería ser recordado por haber sido el primer pintor argentino que, sin limitarse a la pintura de caballete, intentó con éxito la decoración de grandes superficies murales. Pero, como suele ocurrir, ni los uruguayenses de aquel tiempo ni los de hoy, han tomado debida nota de que un pintor criollo, llamado Bernardo C. Victorica, que vivió en nuestra ciudad por casi dos décadas, superaba a muchos de los pintores europeos que estuvieron de paso por las tierras del Plata, cosechando fortuna y renombre.

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza Almandóz, Oscar, “Hace 140 años. Un pintor olvidado” Diario “La Calle” 18 de marzo de 1997. 

 

Sanción de la Ley de vagos.

“Ley de vagos”, copia existente en le palacio “San José”

Sanción de la Ley de vagos. En octubre de 1860, hace casi 160 años, la Cámara Legislativa de la provincia sanciona la denominada “Ley de Vagos” que apuntaba a volcar al trabajo a las personas consideradas “de uno y otro sexo que no tengan renta, profesión, oficio u otro medio lícito con que vivir” entre otras consideraciones. En reiteradas ocasiones el gobierno de la provincia legisló acerca de los considerados “vagos y maltentretenidos”.
A continuación, transcribimos, completo, el texto de la Ley:

Ley de Vagos

Año 1860 Sección del Interior La Cámara Legislativa de la Provincia de Entre Ríos sanciona con fuerza de LEY.

Párrafo I

Clasificación de los Vagos

Art. 1. Serán considerados vagos simplemente para los efectos de esta ley.

  1. Las personas de uno y otro sexo que no tengan renta, profesión, oficio u otro medio lícito con que vivir.
  2. Los que teniendo oficio, profesión ó industria, no trabajan habitualmente en ella, y no se les conocen otros medios lícitos de adquirir su subsistencia.
  3. Los que con renta, pero insuficiente para subsistir, no se dedican a alguna ocupación lícita y concurren ordinariamente a casas de juego, pulperías o parajes sospechosos.

Art. 2. Serán considerados vagos con circunstancias agravantes:

  1. Los comprendidos en el Art. anterior que entrasen en alguna oficina pública o casa particular, sin el permiso respectivo.
  2. Los que se disfracen o tengan armas o ganzúas u otros instrumentos propios para ejecutar algún hurto o penetrar en las casas.

Párrafo II

Procedimientos contra los Vagos

Art. 3. Los que se hallen en los casos del Art. 1 serán amonestados por las autoridades a que se dediquen a alguna ocupación útil, dentro de un breve término- Esta amonestación será hecha en presencia de dos vecinos.

Art. 4. Si pasados ocho días después de la amonestación, de que habla el Art. anterior, el vago de cualquier sexo no hubiese tomado ocupación y persevere en la vagancia, será aprehendido por el Comisario de seguridad respectivo, y con una nota información del hecho, remitido al Jefe Político del Departamento.

Art. 5. El Jefe del Departamento le tomará declaración inmediatamente y lo pondrá a disposición del Juez de Paz con los correspondientes, que servirán para encabezar el proceso.

Art. 6. El Juez de Paz continuará el Sumario verbalmente y por medio de actas, hasta su conclusión.

Art. 7. Concluido el Sumario el Juez de Paz se asociará a dos Alcaldes de Cuartel para dictar sentencia que será inapelable si es uniforme. En caso contrario, habrá apelación al Juez de 1 Instancia.

Art. 8. Dictada la Sentencia condenatoria, y transcurridos tres días sin haberse presentado la fianza de que habla el Art. 15, se pondrá al vago a disposición del Jefe Político, para que cumpla la corrección que se le impusiese.

Párrafo III

Destino de los vagos

Art. 9. Los simplemente vagos serán destinados a trabajos públicos por el término de tres meses.

Art. 10. Las mujeres vagas serán colocadas por igual término al servicio de alguna familia mediante un salario convenido entre la Autoridad y el patrón.

Art. 11. Los vagos con circunstancias agravantes, serán destinados a trabajos públicos por el término de cuatro meses hasta un año.

Art. 12. Cuando el vago de que habla el artículo anterior, resulte reo de algún delito común, su calidad de vago se tendrá en cuenta para agravar la pena en que hubiese incurrido, según las leyes.

Art. 13. En caso de reincidencia, el tiempo a que hubiese sido condenado se aumentará hasta el duplo del q’ señala el Art. 3 para los vagos simplemente y duplo del máximum para los con circunstancias agravantes; y si aun reincidiesen, serán destinados por tres años al servicio de las armas.

Art. 14. Las mujeres que hubiesen reincidido en la vagancia serán colocadas al servicio de la manera que expresa el Art. 10 por el duplo del tiempo señalado en el Art. 9 y duplo del máximum que señala el Art. 11 sin otra pena ulterior.

Art. 15. En cualquier tiempo que después de ejecutoriada la sentencia se presente ante el Juez que la pronunció, fiador, que bajo la fianza de 200 pesos se obligue a responder de que el vago simplemente se dedicará dentro de un breve plazo a ejercer un oficio o profesión que se le pondrá en libertad, bajo la expresada fianza.

Art. 16. En ningún caso se admitirá la fianza, de que habla el Art. anterior, tratándose de vagos reincidentes o con circunstancias agravantes.

Art. 17. La papeleta del patrón o de la autoridad será un antecedente favorable al acusado.

Art. 18. Concluido el término de condena, el vago quedará sujeto a vigilancia de las autoridades por un término igual al de la corrección sufrida.

Art. 19. Todo individuo que expida certificados ó deponga en favor de un aprehendido por vago a fin de liberarlo de esta nota y de las penas establecidas, justificada que sea la falsedad de su información; sufrirá dos meses de prisión.

Art. 20. Quedan en vigencia las disposiciones sobre la material, en cuanto no se opongan a la presente ley.

Art. 21. Comuníquese al P.E.

Sala de Sesiones, Uruguay, Octubre 5 de 1860 Manuel A. Urdinarrain Baldomero García Quirno Secretario

Uruguay, octubre 8 de 1860. Promúlguese como ley de la Provincia, comuníquese a quienes corresponde y dése al R.G. URQUIZA Luis J. de la Peña – Ricardo López Jordán

 

¿Como fueron los días anteriores al asesinato de Urquiza?

Palacio San José, entrada posterior (Foto: Gentileza Omar Gallay)

Creo que muchas veces nos hemos preguntado, y nos hemos imaginado diferentes reacciones del Gral. Justo José de Urquiza, si realmente hubiera creído que vendrían a su casa a matarlo. Hoy transcribimos una carta de Simón de Santa Cruz al Dr. Julio Victorica,  que cuenta esos días previos y que decía:

“Regrese yo de Europa en Diciembre de 1869. Pocos días después, es decir, en los primeros días de enero de 1870, me mando el Señor Capitán General, Gobernador entonces de Entre Ríos, en comisión cerca de S. E. el Señor Presidente de la República, y con varias cosas para arreglar con el Señor Doctor Vélez Sársfield, Ministro del Interior

Foto de 1911, puede verse a la izquierda, la casa de Urquiza, y sobre la cuadra siguiente, el mirados y la casa de Simón Santa Cruz

“Después que hube concluido mi misión oficial cerca de S.E. el Señor Presidente y de los Ministros, fui a ver al Presidente y le dije: Señor: habiendo concluido todo cuanto me ordeno hacer el Señor Capitán General, voy a ocuparme durante unos cuantos días de mis asuntos particulares, a menos que V. E. no ordene otra cosa: antes de regresar vendré a tomar las ultimas ordenes de V. E., quedando así convenido.

“Al día siguiente temprano, me estaba yo levantando cuando entro buscándome el Señor Coronel, Edecán del Señor Presidente quien me dijo que venía por orden del Presidente a decirme que ordenaba que vaya a verlo esa mañana a su casa. Contéstele que así lo haría cuando estuviese vestido.

“Pocos momentos después me hallaba en presencia del Señor Presidente, a quien le dije: vengo Señor Presidente en cumplimiento de su mandato.

“Le he mandado a llamar, me dijo, para decirle que ayer después que Ud., se fue, se me presento el Señor Don Ramón Puig, suegro de López Jordán, para preguntarme en nombre de él la actitud que tomaría el Gobierno Nacional si se  hiciese una revolución en Entre Ríos, empezando por el asesinato del Gral. Urquiza que era la única manera de poder llevar a efecto un cambio en aquella provincia. Mi primera intención, dijo, fue mandar a prender y poner una barra de grillos a tal comisionado, pero he pensado que lo más acertado es prevenirle al Gral., cuanto antes posible, y para esto es necesario q Ud., regrese inmediatamente y lo ponga al corriente al Gral. Urquiza y le diga de mi parte que cuanto antes posible mande prender y juzgar a López Jordán y a todos sus cómplices, que son los que les doy en esta lista, que me ha sido entregada por el comisionado de Jordán, y que no ande con paños calientes, proceda con actividad y sobre todo con energía.

“Después de hablar con él de otras cosas me retire diciéndole al Señor Presidente que me iría en el primer vapor y que volvería antes de embarcarme a tomar sus órdenes.

Dr. Benjamín Victorica en el año 1878

“Cuando volví a mi Hotel supe que habían estado a buscarme los Señores Ministros Vélez Sársfield y Gorostiaga. Inmediatamente después que almorcé me fui a sus despachos a saber lo que deseaban. Uno y otro me refirieron entonces lo mismo que me había dicho el Señor Presidente, con encargo especial de decírselo al Capitán General Urquiza. En el resto del día me ratificaron la misma versión los Señores Ministros de Hacienda y el Gral. Gainza, Ministro de Guerra. Por ultimo al cruzar por la plaza Victorica me encuentro con mi amigo Don Héctor Varela, quien me dijo que me había buscado muchas veces sin hallarme, para referirse precisamente a la misma versión ya citada. No le dije por cierto que ya la sabía ni por qué conductos. Le conteste únicamente: mire amigo, el Gral., no da menor crédito a versiones de esta clase. No me escuchara estoy seguro, así que pues le pido; escríbale cuatro palabras y refiérase en los detalles a los que Ud., me encarga darle. Entramos entonces a la Dirección de la Tribuna, que estaba muy cerca, y allí le escribió la carta que le pedí y de decía:

“Mi querido General: Se trata de hacer una revolución en Entre Ríos que deberá empezar por su asesinato, encabezada por López Jordán a quien acompañan todos los cómplices que se hallan en la lista que entrego a mi amigo Coronel Santa Cruz, con esta carta y muchos detalles verbales que le ruego les de crédito; pidiéndole que proceda como corresponde. Su amigo – H. Varela.

“Me fui pues a San José por el primer vapor. En cuanto llegue allí antes de darle  cuenta de las comisiones que me había encomendado el Gral. Urquiza, le entregue la carta de Varela y las listas que me dieron el Presidente y Varela.

“Era igual. Le referí todos los detalles que por orden del Presidente y Ministros le remitían, y me dijo: Ríase, en Entre Ríos no hay quien sea capaz de asesinarme, a lo que yo le conteste, no tiene Ud., Señor el derecho de mirar tan en poco su existencia, avisos como los que le traigo que confirman plenamente los que ha recibido ya por otros conductos, no pueden dejar la menor duda – Ud., se pertenece a la Patria y a su familia, en estos momentos más que nunca, y esta no solo en el deber de cuidarse sino de precaverse tomando las medidas que le indica el Señor Presidente que no puede ni debe despreciar, el como yo y como todos los hombres que quieren no solo su felicidad, sino la de la Patria y de Entre Ríos en particular le dirán lo mismo que el Presidente, los Ministros, Varela y yo. Me contesto: le he dicho y repito: No tenga Ud., el menor cuidado, pues todo lo sé y estoy sin el menor cuidado.

“Mucho ciento Señor que no nos oiga. Dios quiera que no se arrepienta de oír los avisos de personas que no lo pueden engañar, y como he terminado ya con cuanto me encargo voy a retirarme para irme a mi Establecimiento de campo. He olvidado algo Señor, me dijo el Señor Presidente que vendría a pasar en San José el 3 de febrero, aniversario de Caseros.

“Me dijo entonces: no quiero que se vaya: por el contrario dígale a Mayordomo que mande el carruaje a buscar a Juanita para que venga a pasar unos días conmigo, pues es justo que después de su viaje a Europa venga a acompañarme unos días, y así lo hizo.

“Mientras me hallaba en San José acompañaba al Gral., todas las mañanas y todas las tardes en sus paseos a la Quinta y a caballo por el campo. Cuantas veces le dije entonces al ver que apenas nos seguían un asistente, bastante lejos de las casas. Que oportunidades les brindaba, a los que pretenden asesinarlo. ¿Cómo podríamos rechazar a 20 o 30 forajidos que nos saliesen de improviso en medio de estos montes?

“Se dispararían y se volverían humo al primer grito que yo les diese – me contesto – . Comprendí entonces que nada conseguiría para salvaguardarse.

“Después de algunos días, estaba con el Gral., en la glorieta de la Quinta, comiendo higos y duraznos, y se presentó el Edecán de servicio, Comandante Pintos, y le dijo – Ahí está el Señor López Jordán, y dice que pasa para su Estancia en Concordia y que quiere saludarlo. Hum, hizo el Gral., que estaba de muy buen humor. Dígale que venga.

General Ricardo López Jordán

“Cuando se presentó allí López Jordán, dijo al entrar: he venido Señor nada más que por saludarlo; el Gral., al mismo tiempo le decía, Dios lo guarde. Añadió, acércate y toma estos higos y duraznos que están muy buenos, se acercó Jordán a la mesa y empezó a comer. El Gral., se quedó callado y yo observaba. Pero después, me dice el Gral., -Cuéntale, esos versitos de Buenos Aires  al Señor-

“Lo mire con atención como preguntándole lo que quería decirme, y el dijo entonces, esos versitos del Presidente, de los Ministros, de H. Varela, no se olvide de nada, dígaselo todo.

“Después de semejante orden, le referí todo sin olvidar nada. López Jordán se puso pálido primero, y después dijo: son Señor esos Salvajes Unitarios que quieren alejar V. E. a todos los hombres leales y que ellos saben que le pertenecen, yo le juro que antes de permitir que tocasen un pelo a V. E. pasarían cien veces sobre mi cadáver.

“El Gral. Urquiza, le dijo entonces – Demasiado sé que conspiras desde la Batalla de Pavón para llegar a ser el Gobernador de Entre Ríos, y ya habrías sido si hubieses sido más leal. Que sigues en esos manejos lo sé, pero no me da el menor cuidado y debo decirte que el día que levantes la bandera de rebelión, te mandare de regalo una batería y cuando corones una de esas cuchillas con tu ejército, saldré a tu encuentro solo con un asistente y a Ejercito, con mi sola presencia le pasara como a estos carozos (se refería a los carozos de durazno que estaban sobre la mesa y que empezó a tirar al suelo uno por uno).

“En cuanto a que me asesines, eso no lo creo, ni lo he creído nunca. Tú no puedes olvidarte que te salve la vida cuando Basualdo y Toledo, pues tu bien sabes que el Presidente Mitre mando a fusilarte, pero tú no puedes olvidar jamás que yo le salve la vida a tu padre y entonces pues no puedes asesinarme. A propósito dijo, dándose vuelta a mí: -vaya a mi escritorio y dígale a Julio Victorica que le entregue la carta del Gral. Rosas, cuando me concede la vida del padre del Señor, y que le encargue hace días me la tuviese a la mano.

Coronel Simón de Santa Cruz

“Salí yo como un relámpago, no sin gran repugnancia de dejar solo al Capitán General, quien me dijo: “LEELA” – así lo hice. Tomo después la carta, la doblo entregándosela a López Jordán le dijo: guárdala. Esto debe quedar en tu poder. Nos retiramos enseguida para ir a comer. López Jordán siguió en San José.

“Dos días después cuando salimos temprano a dar nuestro paseo a caballo me dijo el Gral., ¿no sabe Ud., a que ha venido López Jordán? No lo sé Señor, conteste, pero creo a nada bueno. Esta Ud., equivocado me dijo, viene a pedirme algunos pesos para salvar su casa en el Paraná, la casa de sus hijitos, pues la tiene hipotecada.

“Supongo que no se los dará Ud. Señor, le dije. –Esta Ud. equivocado, no solo se los voy a dar sino que Ud., me los va a facilitar para que yo se los de -. Siento muchísimo Señor, no tengo plata en este momento – No es cierto, me dijo, pues Ud. mismo  me ha dicho que en su viaje a Buenos Aires deposito en el Bco. de Londres Dos mil onzas que le entrego Don Laurencena a cuenta de sus novillos que le ha comprado este año. Es cierto Señor, pero lo he gastado todo.

“Tampoco es cierto, me dijo, me ha asegurado hace dos o tres días que tenía aún más –Ud., no le da su dinero, me lo presta a mí, que yo se lo pagare – Señor, es cierto cuando dice, pero para López Jordán no le doy nada. Sería un cargo de conciencia para toda mi vida, le ruego Señor, no insista – . Fue inútil toda mi resistencia, tuve que darle chek y para el Banco de Londres por ocho mil fuertes, que descontaron en el Uruguay, en el Banco Entre Riano.

“El Señor presidente Sarmiento cumplió su anuncio hecho por mi conducto de ir a acompañar al vencedor de Caseros en el aniversario de esa inmortal batalla.

“Por orden del Gral. Urquiza hizo preparar a mi Señora su casa para recibir al Señor Presidente, a quien tuve el honor de tenerlo de mi huésped, al mismo tiempo que al Capitán General, al Ministro de Francia y a Héctor Varela. Los demás acompañantes del Presidente fueron alojados en otras partes.

“Mi casa estaba situada en la Plaza Principal. Después de los fuegos artificiales, en la noche, y de los recibidos y cumplidos de estilo en esos casos, se fueron todos y quedaron solos el Presidente, el Gral. Urquiza y yo. Entonces le dijo el Presidente al Gral., – ¿ha cumplido el Coronel con el mensaje que para Ud., le di, haciéndole las recomendaciones que creí oportunas?, le pregunto, porque veo que nada ha hecho V. E.

“Si Señor Presidente, dijo el Gral., el Coronel me ha informado de todo y me ha informado la lista que V. E. le dio. Nada he hecho efectivamente porque he creído que nada debía hacer: puede V. E. estar seguro de que en Entre Ríos, no se moverá ni una paja.

“Respondo a V. E. con mi cabeza. Contéstele el Presidente –quiera el Cielo que no se equivoque. Temo mucho lo contrario. No se descuide ya que nada quiere V. E. hacer. Después de esto se retiraron a sus aposentos”.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Articulo Diario La Capital, de Rosario, fecha: 14 de noviembre de 1954.

 

 

 

 

 

 

 

Otros personajes de Concepción del Uruguay

Personajes de la ciudad: “Pablito”, “Kid Calefón”, “Pipa”, el “Rengo” y Don Dionisio (Foto extraída de: Quintana, Diego, “Una ciudad con historia y algo más…”)
 
Hoy, que parecen haberse extinguido de la fauna ciudadana, nos preguntamos ¿Qué condiciones hay que cumplir para ser personaje de la ciudad?
Ser diferente? Ser bohemio? Tomar coca cola o vino? Vivir en la calle? Hablar solo? Caminar por las calles de la ciudad y ver o no ver nada? Cantar? … NO! Hay una condición, amar a Concepción del Uruguay.
Ya hemos recordado a Pocho, Carlitos, Teteque, El Cantor, Matraca, Nicolita, José Castro, Padre Rolando y algunos otros.
Y nosotros, Carlos y Virginia nos nutrimos con la lectura, para comunicarnos con todos ustedes.
Silvia Bonus de Núñez, profesora, amante de la historia de nuestra ciudad, continuamente nos obsequia libros, recortes, fotos que vamos compartiendo con ustedes. Su último obsequio, el libro del Sr. Diego Quintana, “Una ciudad con Historia y algo más…”.
Este autor trata diferentes temas de Concepción del Uruguay y también recuerda a algunos personajes que hoy compartiremos:

“Mataco”
Andaba por los barrios de nuestra ciudad, vendiendo berros. Los llevaba en una carretilla. Era un hombre respetuoso, silencioso. Se anunciaba con el ladrar de los perros. De esa manera las señoras salían de sus casas para comprarle su mercadería.

 
El “Rengo” Juan Bergara
Fue un personaje popular y pintoresco. De chico había sufrido poliomielitis, enfermedad que le produjo una parálisis, con atrofio muscular que le había dejado inmóvil sus piernas. Tal es así, que para trasladarse usaba muletas.
Mucho tiempo vendió diarios en la tradicional esquina de calles Galarza y Urquiza.
Gustaba de comer empanadas en el Mercado Municipal, en lo de los Hermanos Garnier. Hincha fanático de Boca Junior.
Cuando su equipo ganaba, usaba la camiseta del club. Pero cuando Boca perdía, no se lo veía por varios días.
Una de las anécdotas que se recuerdan, nos cuenta que un día Juancito se durmió, recostado a una pared, sobre sus muletas y un conocido aprovecho para pintarle los vidrios de sus anteojos.
Cuando despertó, se asustó mucho y gritaba:
“¡Soy paralitico y ahora ciego, que será de mi vida!”

Pablito
Otro personaje. Trabajaba en la bicicletería de Marchetto, ubicada en Rocamora 780. Un morocho respetuoso, alegre, de un buen carácter. Le causo mucho dolor al quedar sin trabajo, al cerrar la bicicletería por un hecho muy conocido en la ciudad. Este hecho y el quedar sin su trabajo no le permiten a Pablito recuperarse. Ya de grande fue internado en el Hogar de Ancianos Municipal. Se lo veía por las tarde sentado sobre la pared de entrada del establecimiento saludando a todos los que pasaban.

 
 
 
 
 
 
“Pipa”
Personaje de los años 50 a 70. Vivía en inmediaciones de calles Eráusquin y Belgrano. Trabajaba en la fábrica de soda “La Popular” de don Carlos Salvarezza.
De pocas palabras, silencioso, muy amante del cine, nunca faltaba al matiné del Cine San Martín.
Fumaba toscanos, es más, siempre llevaba en su boca un pequeño trozo de tabaco.
Siendo chico sufrió una enfermedad cerebral, pero esto no le impidió trabajar. Solía acelerar el paso cuando se ponía inquieto por algo, y caminaba tan rápido que lo hacía casi en punta de pie.

 
 
 
La Eléctrica
Fue una mujer que vivía en el Barrio San Isidro. Era alta y muy delgada. Sufría trastornos asociados al cerebro, motivo por el cual le daban sacudidas involuntarias de los músculos de su cuerpo.
Haciendo esto que se moviera casi sin control. Y es esto lo que llevo a llamarla “La Eléctrica”.
Trabajaba en casa de familias y según cuentan duraba poco en el trabajo, por su problema que no le permitía llevar a cabo su trabajo como esperaban sus patrones.
Su familia la llevo a vivir en el sur de nuestro país. Si se encuentra con vida hoy tendría entre 80 a 85 años.

“Kid Calefón”
Boxeador, llamado José Álvarez. Nació en nuestra ciudad en el año 1933. Un deportista con mucha potencia más que técnica. Ponía su cuerpo y cabeza para soportar los golpes que recibía en el ring.
Se lo solía ver caminando por el Bulevar Yrigoyen, con destino a su casa, ubicada en los fondos del Club Lanús.
En sus últimos años se lo noto muy perdido, seguramente de tantos golpes recibidos.
“Kid Calefón” fue internado en el hospital Felipe Heras de la ciudad de Concordia, donde falleció el 19 de enero de 1984.

 
 
 
 
Don Dionisio
Un hombre de barba blanca que habitaba en las cuevas de La Salamanca.
Conocedor de la zona, del río. Vivía del alquiler de canoas. No era muy conocido, solo por aquellos que visitaban el paraje. Pero fue una buena persona que le dio su nombre a las cuevas naturales que había en el lugar. Su nombre: Dionisio Lamarque.

 
 
 
 
 
 
 
Ramón Peña
El Tío Peña, así se lo recuerda. Pescador y conocedor del río Uruguay. Vivía en un rancho en la zona de Paso Vera. Roberto Benetuce le compuso una chamarrita que dice:
“Ese es baqueano del viento, ese es patrón en el agua, ese se llama Ramón, pescador de Salamanca”

Texto. Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Quintana, Diego, “Una ciudad con historia y algo más…”, 2017. Fotos, excepto Don Dionisio, extraídas del mismo libro

La residencia del Coronel Pedro Melitón Gonzalez

Casa de Pedro Melitón González, en el año 1980
 
Se encuentra ubicada en el casco histórico de Concepción del Uruguay, en la intersección de las calles Urquiza (Ex Santiago del Estero, Coronel González y Centenario del Pronunciamiento) y 8 de Junio (Ex San José y La Rioja), esquino sureste.
Es una antigua casona de estilo italiano, que fuera la residencia del Coronel Pedro Melitón González. Alrededor del año 1875, Pedro Melitón González, era una figura de reconocida trayectoria en el ámbito militar, político y ciudadano de nuestra ciudad, tanto, que es invitado por un grupo de correligionarios del partido conservador a postularse como candidato a Gobernador de la Provincia.
Según una anécdota de la época, éste habría manifestado que, para ser gobernador, debía tener una residencia “acorde el cargo” para lo cual manda a construir su residencia en el solar de la esquina de las calles Rioja y Santiago Del Estero.
No se ha podido, al menos hasta el momento, conseguir los antecedentes de la propiedad del solar, antes de su compra por parte del Coronel González y su esposa Etelvina Céspedes de González.
Para la construcción de la residencia, llevan a sus dueños a tomar créditos para la financiación de la obra. La casona, fue construida a “todo lujo” acorde la concepción arquitectónica de la época y constaba de doce habitaciones principales, dos habitaciones de servicio, una cocina, dos baños, un galpón, techos de teja y tejuelas, cielorrasos de lienzo, pisos de madera y mosaicos.
Coronel Pedro Melitón González

Las aspiraciones del Coronel González de llegar a la primera magistratura de la provincia, se vieron truncadas al no obtener los votos necesarios en las elecciones.

Fallecido el matrimonio González-Céspedes, la mitad de la propiedad pasa como herencia a su hija María González de Quesada. La otra mitad, estaba hipotecada a favor del Sr. Vicente Corbalán que a su vez se la transfiere al Sr. Fulgencio del Sel.
La Municipalidad de Concepción Del Uruguay, en homenaje a quién tanto había dado a la ciudad, por Ordenanza de fecha 3 de mayo de 1890 manda a cambiar el nombre de la calle 19 de Mayo por la de Coronel Pedro Melitón González.
El 10 de julio de 1896, Fulgencio del Sel vende a Luciano Quesada, la mitad de la propiedad que estuviera hipotecada, pasando de esta manera al matrimonio Quesada-González, que queda en propiedad del total de la construcción.
Al fallecer sus dueños, la casona pasa a la sucesión de Luciano Quesada y María González, que la venden el 7 de septiembre de 1900 A Don Mariano Unzué.
 
Sede del Banco Hipotecario Nacional
El 15 de noviembre de 1886 se crea el Banco Hipotecario Nacional en la ciudad de
Buenos Aires. En Concepción del Uruguay, se habilita la Agencia local el 9 de julio de 1887, siendo su representante José María Cordero (h), que había sido Capitán de Puerto luego Subprefecto del Puerto de Concepción del Uruguay, teniendo sus oficinas en la esquina de las actuales calles Juan Perón y Ereño (donde por muchos años estuviera la farmacia Pasteur).
En 1899, el banco alquila la antigua casona de la familia González, en la esquina de las calles Coronel Gonzalez y La Rioja. El Banco Hipotecario, funciona en ése lugar, hasta septiembre de 1920 que se traslada a la esquina noroeste de las calles Galarza y Congreso De Tucumán.
 
Venta de la casona
Al fallecer el Sr Mariano Unzué, queda como única y universal heredera de la propiedad, la Sra. Maria Luisa Unzué de Aldao. La dueña de la finca, el 21 de junio de 1913, la vende al Sr. Justo V. Balbuena, que era Rector de la escuela Normal Mixta de Profesores (denominación de ésa época), casado con Doña Adela Sobrero de Balbuena, interviniendo en la escritura el escribano Wenceslao Gadea.
 
Casino de oficiales del regimiento N° 10 de Infantería Montado
El 30 de marzo de 1925, procedente de la ciudad de Gualeguaychú, se instala en nuestra ciudad el Regimiento N° 10 de Infantería Montada, alojándose la tropa provisoriamente, hasta que se finalicen los nuevos cuarteles (los actuales) en lo que fueran las instalaciones de la Sociedad Rural de Concepción del Uruguay (hoy Barrio La Rural).
La mayoría de la unidad» se instala en oficinas del que fuera el “Palacio de los tribunales” (hoy demolido), mientras que para “Casino de Oficiales” es alquilada la casa de la familia Balbuena donde funciona hasta el año 1935.
 
Otros dueños
Fallecido Justo V. Balbuena, la propiedad pasa por sucesión a su esposa Adela Sobrero de Balbuena y sus hijos Justo María Lorenzo y Ramón Félix Balbuena. En el año 1948, por ejecución hipotecaria, el Banco Hipotecario Nacional dispone su remate público el 10 de diciembre de ése año, a cargo del rematador público Santiago Arturo Vázquez con una base de $ 25.000. La casa es adquirida por el José Francisco Sáenz Valiente, para su esposa María Luisa Lanusse de Sáenz Valiente.
 
Anexo del Gran Hotel
Vista de la residencia en el año 2018 (Foto: Mabel Gómez)
 
El 21 de agosto de 1950, la Municipalidad local autoriza a su propietaria a subdividir la propiedad original en seis departamentos individuales, construyéndose además baños y cocinas, instalaciones de agua caliente y teléfonos.
Los departamentos, son inaugurados en mayo de 1951 como “Anexo del Grand Hotel”, propiedad, en ese entonces de la Sra. Lanusse de Sáenz Valiente.
La calle Coronel Gonzalez, con motivo de la celebración del Centenario del Pronunciamiento en 1951, pasa a denominarse “Centenario del Pronunciamiento” (Decreto Municipal N° 1466/1951).
Al fallecer la Sra. María Luisa Lanusse de Sáenz Valiente el 15 de junio de 1966, la propiedad pasa a su esposo, a quién se le es adjudicada con fecha 26 de marzo de 1981.
En 1970, la Municipalidad local, dispone por Decreto N° 2419/1970 que la calle Centenario del Pronunciamiento, retome el nombre de General Urquiza.
En el mes de febrero de 1996, Francisco Jose Sáenz Valiente vende el que fuera el “Grand Hotel” (Ex Palacio Texier) al Sr. Jorge Rodenas, no incluyendo en ésta venta el denominado anexo sobre la calle Urquiza esquina 8 de Junio.
Al fallecer el 22 de enero de 1997 Francisco José Sáenz Valiente la finca que fuera del Coronel González pasa a sus sucesores.
 
Hoy, esta vieja residencia, y producto de un abandono ocasionado por disputas judiciales, luce semi abandonada y con evidente riesgo de derrumbe si no es tratada con celeridad. Esperemos que las nuevas autoridades municipales que asumirán en diciembre se encarguen de este asunto para que no seamos testigos de la pérdida de una casa que tanto por quien fuera su propietario como por sus valores artísticos y arquitectónicos, merece ser preservada para memoria de nuestra comunidad.
 
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Andrés Rousseaux, “Concepción del Uruguay, edificios con historia” Tomo II

La casona del Doctor Benito Casildo Cook

Esquina noreste de calles 25 de Mayo y 8 de Junio. Foto del Restaurante “Urquiza” en la vista se puede ver al Sr. Andrés Rousseaux, a una de sus hijas y al perro “Mono”. Foto de 1938, extraída del libro “Edificios con historia” de Andrés Rousseaux

En la esquina noreste de las actuales calles 25 de Mayo y 8 de Junio, existió hasta principios del siglo XX (1904) una antigua propiedad que perteneciera a una tradicional familia uruguayense la que fuera adquirida, juntamente con un terreno aledaño sobre la calle 8 de Junio, por el Dr. Benito Casildo Cook (Ver biografía) para la construcción de un edificio destinado a consultorios médicos y habitaciones de internación…” lo que en la actualidad sería una clínica médica, siendo la primera de su tipo que contó la ciudad.

Esquina noreste de las calles Perón y Alberdi, hogar dónde nació el Dr. Benito C. Cook. Foto extraída del libro “Las Mallas del Viaje”

El Doctor Benito Casildo Cook, nació en nuestra ciudad el 9 de abril de 1868, hijo del abogado Benito G. Cook y Doña Francisca Llames, siendo bautizado en la Parroquia de la Inmaculada Concepción el 14 de diciembre del mismo año por el sacerdote  Domingo Ereño. La casa de sus padres y donde el pasa su niñez y juventud, estaba ubicada en Vicente H. Montero (hoy Juan Perón) y Alberdi.

Cursó sus estudios primarios en su ciudad natal ingresando posteriormente al histórico Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza, egresando como bachiller. Se traslada a la ciudad de Buenos Aires, para cursar la carrera de medicina, graduándose de médico con notas sobresaliente, radicándose en Concepción del Uruguay.

Ejerció su profesión con enteres y desinteresadamente, brinda sus conocimientos profesionales tanto que los que podían pagar la consulta como a los que no tenían, siendo reconocido como el  “el médico de los pobres….”

Contrajo enlace con la Señorita Obdulia María Herrera con quién tuvo cuatro hijos: María Obdulia, Eloísa, Julio César y Jorge Alberto

 La casona del Dr. Cook

El terreno de la esquina noreste de las calles 25 de Mayo y  Rioja (actual 8 de Junio) pertenecía en el año 1854 al destacado vecino  D Juan Andrés Vázquez, que fuera el pregonero del bando del pronunciamiento del 1º de mayo de 1851, quién lo vende, el 23 de noviembre de ése año a Doroteo Larrauri en 25 pesos plata, quién manda a construir su casa en el año 1860.

La propiedad y terreno aledaño, es vendida el 3 de noviembre de 1879 a la señora Ciriaca Cuesta de  Blanco, esposa del Coronel Carlos María Blanco, quién fuera el Jefe del primer Batallón de Infantería de Marina con que contara la nación creado por Decreto del 3 de noviembre de 1880, teniendo como asiento nuestra ciudad.

Al fallecer el Coronel Blanco, su esposa en carácter de única y universal heredera vende la propiedad a Carmelo García, quién fuera Subprefecto (Jefe) de Concepción del Uruguay entre el 21 de noviembre de 1893 al 21 de marzo de 1899.

Los herederos de D. Carmelo García, venden la propiedad y terreno aledaño al Dr. Benito Casildo Cook  el 1º de Julio de.

El Dr. Cook, en el año 1906, manda a construir en el lugar, previa demolición de la antigua construcción un moderno edificio (para la época) para destinarlo exclusivamente a consultorios médicos y habitaciones para alojamiento de los pacientes en base a los planos que le encomendara al ingeniero del “ministerio”  Wuidmüller, dándose inicio a los trabajos en el mes de septiembre del mismo año.

No se ha obtenido al fecha exacta de la finalización del edificio, pero de acuerdo a un aviso publicado en el periódico local “La Juventud” del mes de octubre de 1907, por el Dr. Cook,  decía: “…la atención en su nuevo consultorio de calles 25 de mayo esquina Rioja…” con la aclaración “pobres gratis…”

La vida del Dr. Cook, transcurría apaciblemente, rodeado de su hermosa familia, alternando sus actividades profesionales con la docencia en el Colegio del Uruguay y Escuela Normal de Maestros.

Una desgracia en el seno de su familia, va a alterar la vida del distinguido médico, al contraer su hija Eloísa “meningitis”, que motiva su fallecimiento el 24 de septiembre de 1912, ante la impotencia de su padre, que anda puso hacer para salvarla.

Este hecho, quebrantó la voluntad del Dr. Cook, entrando en una profunda depresión al sentirse culpable del fallecimiento de su hija. Esta situación le lleva a radicarse en la ciudad de Buenos Aires, siendo despedido en el puerto local por autoridades y el pueblo que él tanto había ayudado

Su domicilio en Buenos Aires, siempre tuvo abiertas sus puertas para todos los uruguayenses que por uno u otro motivo, llegaban buscando ayuda o apoyo que él  nunca eludió, sea rico o pobre, no era su estilo, siempre estuvo dispuesto a tener su mano a quién se lo pidiera.

El destino de la casona

Al radicarse el Dr. Cook en Buenos Aires, la casona  queda por un tiempo cerrada, hasta ser alquilada por Máximo Singercisky, quién aprovechando la amplia disponibilidad de habitaciones establece el “Hotel Nacional” con entrada por calle 25 de Mayo Nº 156.

Este vende el fondo de comercio, en la década de 1930 al Sr. Alfredo Rousseaux, que lo rebautiza con el nombre de Restaurant Urquiza. En el año 1936, se lo vende a su hermano Andrés Rousseaux, girando bajo la denominación de “Pensión y Restaurant Urquiza” hasta su  venta en el año 1947 al Sr. Richard.

La casona siguió siendo propiedad del Dr. Cook, hasta su fallecimiento el 10 de junio de 1947 en la ciudad de Buenos Aires, siendo sus restos trasladados a su ciudad natal por su pedido, recibiendo sepultura en el cementerio local.

Al cumplirse el primer aniversario de fallecimiento, se levantó un hermoso cenotafio en su honor, donde está plasmado un hermoso poema del Dr. Delio Panizza que dice: “...Al Doctor Benito Casildo Cook, por noble, por digno, por bueno…”

Y al cumplirse cien años de su nacimiento, la Municipalidad, bautiza a una calle de nuestra ciudad con su nombre.

 La casona, se siguió utilizando como “pensión y restaurante” hasta el año 1951, en que los herederos del Dr. Cook, María Obdulia Herrera de Cook e hijos, vende el terreno sobre calle 8 de junio  que es adquirido por Francisco Sáenz Valiente, para ser habilitado como playa de estacionamiento del “Gran Hotel”.

El edificio principal, sobre calles 25 de mayo y 8 de junio, se subdivide en tres lotes, siendo rematados el 27 de abril de 1952, por los martilleros locales “Bastreri y Canavessi”

La antigua casona, es totalmente remodelada con destino a viviendas y negocios como se la puede apreciar en la actualidad.

Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Artículo de Andrés René Rousseaux del libro “Edificios con historia” Tomo II.

 

Gervasio Méndez, el poeta del dolor

Vista del “Rincón de los poetas” en plaza Constitución

Nacido en Gualeguaychú el 2 de diciembre de 1843, Gervasio Méndez vio transcurrir su niñez y juventud en medio de una época turbulenta de la historia argentina. Como muchos otros de sus comprovincianos, debió formarse en la dura escuela de los autodidactas.

Carente de recursos, alternó la poesía con algunos trabajos que le permitían subsistir. Publicó sus primeros versos en distintos periódicos de la provincia. A ellos le siguieron varios artículos periodísticos, a raíz de los cuales trabó amistad con Olegario V. Andrade, cuya figura ya se destacaba con nítidos perfiles en los círculos literarios de la época. Con él compartió sus ideas, estableciendo un vínculo que habría de perdurar para siempre.

Gervasio Méndez

El poeta, como bien lo ha señalado Ricardo Rojas, si tomáramos algunas poesías de Mármol, Gutiérrez, Andrade, Guido Spano, Obligado, Almafuerte, Fernández Spiro y Gervasio Méndez, sin salir del siglo XIX, se podría formar una pequeña antología digna de parangonarse con las mejores de América hispana y que contendría lo más característico del sentimiento lírico argentino y de la conciencia técnica en cuanto al verso.

Su consagración pública ocurrió en 1878, cuando ya inválido, entregó su oda “A San Martín”, para que fuera leída en la función de gala del Teatro Colón de Buenos Aires, llevada a cabo en homenaje al Libertador, en oportunidad de conmemorarse el centenario de su nacimiento.

Una vez finalizada su lectura, el presidente Nicolás Avellaneda, poseído del entusiasmo general, se alzó del sillón presidencial para aplaudir con más libertad; los ministros lo siguieron y, tras de esto, hicieron lo mismo señoras y caballeros, viejos y jóvenes, hasta alcanzar la amplitud entera del teatro. Gervasio Méndez quedó, así, públicamente consagrado.

Más emoción

La ausencia del poeta enfermo agregó una nota más a la emoción del momento. Cuando al día siguiente recibió la noticia de semejante reconocimiento, Gervasio Méndez tuvo una de las pocas horas felices de que gozó en su triste vida.

El afecto uruguayense

Publicación de poesías de Gervasio Méndez

Un hecho singular ocurrió en nuestra ciudad en 1876. El poeta tenía, entonces, 32 años, pero se hallaba muy enfermo. Trasladado a Buenos Aires para su atención, el mal que lo aquejaba, sin embargo, continuó avanzando, inexorablemente.

Pobre y paralítico, se hallaba confinado en los estrechos límites de su habitación, cuando, por lo menos, hubiera querido vivir frente a una plaza. Con flores de sol y pájaros en los árboles. El destino, en cambio, lo había condenado a estar frente a aquella ventana
que encuadraba un ramplón paisaje ciudadano, no matizado siquiera por algunos árboles.

En Concepción del Uruguay conocida la noticia. de su precaria situación, un caracterizado grupo de personas lanzo la iniciativa de organizar una función literaria y musical, para recaudar fondos que aliviaran las penurias del poeta.

Efectuada una reunión en una de las dependencias del teatro 1° de Mayo, el 18 de agosto de 1876 se procedió a nombrar una comisión organizadora, que fue presidida por el doctor Benito G. Cook.

Sus integrantes trabajaron arduamente en los días sucesivos para concretar el apoyo de las personas que actuarían en la velada, hasta que, finalmente, fue elaborado el programa definitivo.

El día señalado

El domingo 17 de setiembre de 1876 fue el día señalado para que se llevase a cabo, en el teatro “1l° de Mayo”, la función extraordinaria “cuyo producto se destinará a auxiliar al joven poeta argentino Don Gervasio Méndez, señaló un periódico de la época. Cabe consignar que todos quienes actuaron en la velada fueron conocidos de la ciudad.
El programa desarrollado se dividió en tres partes: Primera Parte (musical) : popurrí de “Norma”, de Bellini, ejecutado por un conjunto de violines, flautas, clarinete, corneta, piano y contrabajo. “El Gato”, música nacional, con arreglos orquestales del maestro Enrique Spreáfico, profesor del Colegio del Uruguay.

Segunda Parte (literaria): disertaciones de los señores Benigno T. Martínez, M. Fernández Espiro, Cordero, Auli y Casamayor. Lectura de composiciones poéticas de Gervasio Méndez, composiciones poéticas de Gervasio Méndez, Olegario V. Andrade, Francisco Ferreyra y Fernández Espiro.

Tercera Parte (musical): ejecución de “Juana de Arco”, de Verdi; fragmentos de “Rigoletto” y sinfonía de la obertura de “Nabuco”, de Verdi.

La velada constituyó un éxito total. No sólo por la cantidad de público, que colmó las instalaciones del teatro, sino por la calidad y el buen gusto puestos de manifiesto por quienes participaron en ella.

El fin del poeta

Los años fueron transcurriendo penosamente. En los últimos lustros, tuvieron una monotonía estúpida y achatante. Conservó amistades, pero solamente las buenas. Las otras se cansaron del mal espectáculo y se alejaron. No en vano dijo Rubén Darío: “Baudelaire entristece; Heine da pena y Méndez espanta“.

Agradecido a quienes le fueron leales, nuestro poeta escribió : “En ciertas situaciones, de la vida, la gratitud no se expresa con palabras sino con lágrimas; en ellas mojamos
la pluma para agradecer”.

El dolor

A su dolor físico se sumó el experimentado por la muerte de su gran amigo Andrade, acaecida el 30 de octubre de 1882. Ese día, sobreponiéndose a su mal, salió por primera y única vez de su encierro y se hizo llevar hasta el cementerio, para colocar sobre el féretro una vieja corona de laureles, ganada en un certamen literario.
El escritor García Merou, que lo visitó por ese entonces, nos ha dejado su impresión: “Sobre un sillón articulado, de lectura, envuelto hasta la cintura en una raída manta de viaje, se encuentra un hombre joven, todavía. Su frente, pálida y descarnada, estaba sombreada por algunos cabellos negros ligeramente ondeados, que caían sobre las sienes, en desorden. Sus ojos, rodeados de un círculo rojo, tenían una rara fijeza y una expresión generalmente dura, que se dulcificaba sólo cuando alguna tenue sonrisa iluminaba su rostro”

Gervasio Méndez falleció en Buenos Aires el 18 de abril de 1897, a los 55 años de edad. Pero en todo ese lapso, cuando su mano demacrada y casi seca trazaba con suma dificultad algunas líneas sobre un papel colocado en el atril movible adherido al sillón, entre los pocos recuerdos gratos que el destino le había reservado, estaba
aquel singular rasgo de solidaridad del pueblo de Concepción del Uruguay. Porque, como se dijo entonces, “conviene a la moral social, conviene al perfeccionamiento de la índole humana, no despreciar la ocasión de practicar tan exquisita virtud, como es la de asociarnos al dolor de un semejante y buscar su remedio”.

Homenaje en nuestra ciudad. El rincón de los poetas

En el año 1957, el Gobierno de la provincia de Entre Ríos donó a la Municipalidad de Concepción del Uruguay, los bustos de los poetas entrerrianos Gervasio Méndez, Diego Fernandez Spiro, Evaristo Carriego, Olegario Víctor Andrade, Daniel Elías, Damián P. Garat y Luis N. Palma, obras del gran escultor argentino Luis Perlotti realizadas entre los años 1940 a 1942.

Busto de Gervasio Méndez en la plaza “Constitución”

El destino original de los bustos era la Plaza General Ramírez, pero por causas desconocidas, permanecieron por varios años en los depósitos municipales.
En 1962, se demuele la pista de patinaje y se emplaza una hermosa fuente construyéndose nuevos canteros en su alrededor.

En el año 1971, durante la intendencia del Profesor Miguel Ángel Gregori rescata del olvido la valiosa obra del artista Perlotti y toma la decisión de su emplazamiento en la conocida placita “Columna” en el sector que estaba la fuente.
El 8 de diciembre de ése año (miércoles) se inaugura oficialmente, el “Rincón de los Poetas” en una ceremonia que presidiera el Profesor Gregori, haciendo uso de la palabra el Presidente de la Comisión Municipal de Cultura Profesor Díaz Abal y el distinguido periodista uruguayense D. Ernesto Bourband T. Durante este año este sitio fue reacondicionado, junto con toda la plaza, agregándose dos busto más, el de Victoriano Montes y el de Delio Panizza, merced a un proyecto presentado por el escultor local Mario Morasán.

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza, Almandoz, Oscar “C. del Uruguay y el dolor de un poeta”, Diario “La Calle, 1997 y Andrés Rousseaux, “Plaza Columna o Constitución”.

 

Pedro Pablo Álvarez  “El Gaucho Matraca”

Pedro Álvarez, el “Gaucho Matraca”

Desde siempre lo llamaron así, pero nadie sabe a ciencia cierta el sabe por qué. Algunos dicen que de chico se vestía de gaucho y lo de matraca, tal vez por que repetía siempre lo mismo, otros dicen porque al caminar se hamacaba.

No le gustaba que lo llamaran Matraca, se enojaba. Fue un personaje muy querido, que se crió en el populoso barrio Cantera 25.

Planilla de la escuela N° 222, dónde aparece registrado

De chico trabajo junto a su madre de aguatero, tenían un barril y salían a vender agua. Su madre tiraba del caballo y en muchas oportunidades perdía su ayudante, Pedro se quedaba charlando con algún vecino. Fue a la escuela Provincial 222, en el barrio de “La Loba”, recuerdan sus compañeros que iba de alpargatas, no de botas, y claro, vestido de gaucho!

Matraca vestía de bombachas de campo, botas, poncho rojo y negro, sombrero negro y pañuelo colorado. Claro con su correspondiente cinto, corralera y talero (rebenque que se usaba para azotar a los caballos, formado por un mango corto y una tira de cuero grueso).

Como todos los personajes de nuestra ciudad, también tenía su historia fabulera que lo identificaba. A él, le gustaba decir que era domador, era tan buen domador que don Pancho Ramírez le traía sus baguales para que los domara.

Cuando pasaba por la Policía Montada, le prestaban un caballo y el, se paseaba por el barrio demostrando sus dotes de domador.

Su padre cuyo nombre fue Máximo, le dejo una casa y la pensión. Fue una persona muy querida y muy buena persona, que no dudo en ayudar a una vecina cuando una de las tantas crecientes del rio Uruguay le llevo el rancho, permitiendo que viva en su casa.

Cuenta Juan Puchulu, que todas las tardes pasaba por LT 11, y el, le hacía un reportaje, que  a veces duraba hasta una hora.

Le gustaba dormir la siesta, se acostaba junto a una botella de vino. Su mente habitada por duendes, hacía que viviera fantasías, como que era domador y hasta hablaba del Gral. Justo José de Urquiza, es más, decía ser su degollador.

En su barrio, Cantera 25 hay hoy un parque para chicos, que lo llaman “La Totora”, pues era un lugar pantanoso, lleno de cañas y totoras, que fue limpiado para ese fin. Pero había un pedestal donde se colocó una placa en homenaje a Matraca que decía:

Evocación a Pedro Álvarez

Placa descubierta en su barrio, la “Cantera 25”

Recordado con afecto y nostalgia por el barrio. En Agosto de 1996 se descubrió una placa en su homenaje por ser uno de los vecinos más antiguos del barrio.

Hoy ya no está entre nosotros, comparte su última morada con otro gran personaje de Concepción del Uruguay, Nicolita. Seguramente estarán charlando de historias de nuestra ciudad.

 

 

 

Texto: Civetta, Virginia/Ratto, Carlos. Texto y fotos extraído de: Proyecto “Entre Mates y Chocolate”, Asociación Civil “Caminos de Esperanza”

Ver documental completo en: https://www.youtube.com/watch?v=MZDiHBOJ6gg