Monumento a Samuel Yabiansky

Vista general del monumento, en Bv. Yrigoyen y calle Isaías Torres (Foto: Mabel Gómez)

Medio desapercibido y tal vez olvidado por la población de Concepción del Uruguay, se encuentra en el Bv. Yrigoyen y calle Isaías Torres un monumento que recuerda a un convecino, Samuel Yabianky.

Samuel Yabiansky, fue un vecino de Concepción del Uruguay, y comerciante, tenía un negocio en calle 9 de Julio, la “Mercería Seguí”.
Tenía por costumbre, en fechas patrias y antes del horario del desfile en Plaza Francisco Ramírez, esperaba en la puerta de su Mercería, por calle 9 de Julio y repartía escarapelas a aquellas personas que no la llevaban puesta. También le gustaba regalar banderas argentinas a las escuelas.
Hoy tiene un monumento en su honor, ubicado en calles Isaías Torres y Bv. Hipólito Yrigoyen. Obra del artista Andrés Mirwald.
Este conjunto escultórico, inaugurado 18 de junio de 2001, tiene el siguiente significado:
Escarapela: por todas las repartidas en fechas patrias.
Campanas: representan a las escuelas que recibieron donación de la bandera.
Pinos: de la cooperación, que realizaba con personas o instituciones que lo necesitaban.
Triangulo: de sabiduría enriquecido por la lectura que hizo de él, la facilidad de palabra.
Como paradoja del destino Don Samuel falleció el 20 de junio de 1999.

 

Historia de un libro y de un chantaje

Libro original, del año 1866

Nota: Esta publicación es un artículo inédito del Prof. Celomar Argachá, cedido para su publicación por el Centro Cultural Urquiza en la persona de su Presidente Hugo Barreto.

Historia de un libro y de un chantaje

Realmente es conmovedor viajar por Salta, donde todos sus habitantes, en forma unánime, elogian y enaltecen Ia figura de Martin Miguel Güemes; de la misma manera ocurre en La Rioja donde exaltan las virtudes de su caudillo Facundo Quiroga; nada distinto ocurre en Santa Fe con Estanislao López e incluso con los porteños que admiran al dictador Juan Manuel de Rosas, el “patrón de los ríos”, el dueño de la Aduana única de los porteños y el jefe de los estancieros de la provincia de Buenas Aires. De la misma manera podemos hablar de otras provincias, donde sus héroes son figuras tomadas como ejemplo.

Sin embargo en la provincia de Entre Ríos el General Justo José de Urquiza, que fue primero figura destacada como caudillo provincial y luego como impulsor de la institucionalización del país. Sin embargo no es elogiado, ni defendido, ni admirado por muchos entrerrianos, por el contrario es denostado por quienes gozaron y gozan de una gran Constitución, por sus enormes aportes a la educación, fundando este primer colegio laico del país y convirtiendo a Entre Ríos en la segunda provincia de la Nación en importancia.

Cuál es el motivo? Sin duda el poder porteño, especialmente el económico, que no le permitió ni le permite que un hombre del interior haya terminado con la aduana, nacionalizándola, es decir poniéndola al servicio del país y que con la libre navegación de los ríos interiores terminé con el sojuzgamiento económico que las provincias debían pagar a Buenos Aires impuestos para entrar y salir con sus mercaderías.

Esto no fue perdonado por sus enemigos, tanto unitarios como federales, porque trató de romper con el hegemonismo porteño, Qué hicieron? Pagaron a un corrupto hombre que trabajaba en la Secretaria privada de Urquiza, que por supuesto no era el ayudante principal, para que escribiera una obra contra el “Señor de San José”. Fue realizada por Juan Coronado, llamada “Los Misterios de San José”, donde en forma crítica y malintencionada dice de todo del General Urquiza, realmente algunas son barbaridades, utilizando la palabra traidor en cada capítulo, Io acusa de todo aquello que hasta hoy se  repite de él y que los entrerrianos reiteran lastimosamente sin saber el origen de esta inequidad.

Esa obra fue publicitada en todos los diarios porteños, porque detrás estaba desde Mitre y otras figuras relevantes que acompañaron Ia publicación del libro para desprestigiarlo al hacedor de la república, proporcionándole incluso algunos redactores especializados y dinero para la impresión de 2.000 ejemplares, cantidad enorme para la época de una publicación.

Pero Juan Coronado cometió un grave error. A través de amigos de Urquiza ofreció retirar la obra de la imprenta, devolver los documentos hurtados del escritorio privado del General Urquiza y además exigió una importantísima suma de dinero, muchísimo para la época. Un verdadero chantaje.

El General Urquiza conoció el contenido del libro a través de su yerno Benjamín Victorica y de su hijo Diógenes y también por las gestiones de algunos de sus amigos para que la obra no se hiciera pública, a Ios cuales desautorizó de inmediato y le encomendé a sus parientes y abogados, iniciar un juicio al perverso secretario.

Todo este proceso de extorsión e intimidación fue expuesto por el Profesor Manuel E. Macchi en 1962 en una obra titulada “Historia de un libro”, con abundante y esclarecedora  documentación, donde muestra y demuestra la infamia de la obra que muchos entrerrianos repiten, sin defender a quien no sólo terminó con la dictadura de Rosas sino que, teniendo todo el poder en sus manos, decidió darle al país una Constitución, naciendo así la Republica.

Sobre este hecho extorsivo deberíamos hablar mucho más para entender, comprender y desagraviar Ia figura de Urquiza, que no solamente no es defendida por los entrerrianos, sino que por contrario apoyamos y sostenemos las falsedades del hegemonismo unitario porteño que como sabemos es defendido por el rosismo y sus adláteres, representado por la aduana (mica y Ios hacendados y terratenientes bonaerenses.

Alaban a Rosas como campeón del nacionalismo y a Urquiza como vendepatria, cuando la realidad es inversa. El primero firmó tratados de amistad y comercio con Ias grandes potencias (lnglaterra y Francia), privilegiándolas económicamente, pero cuando el segundo firmo alianza con el gobierno portugués del Brasil para derrotar al dictador, que no reconoció ningún tratado anterior, como la independencia de Paraguay y el Uruguay, sin embargo Io llamaron títere de otros imperios.

Es decir que en la tierra del General Urquiza, donde se hizo realidad una Constitución Federal, con mandato presidencial no reelegible, democrático, con Poderes independientes, prefieren a quién obtuvo y mantuvo “facultades extraordinarios” primero, propio de toda “dictadura” y después solicito la “suma del poder público”, transformándose en una “tiranía”.

Sin embargo hay entrerrianos que prefieren lo último, criticando a quién se esforzó para que económica y políticamente fuera la segunda provincia del país en importancia; con una industrialización en crecimiento; con la presencia do colonos que emigraron de Europa para explotar nuestro fértil suelo con inmigrantes suizos; con la llegada de intelectuales que habían tenido que emigrar pero que lentamente decidieron venir a Entre Ríos, donde se habían creado establecimientos para formar los futuros dirigentes, especialmente el primer colegio laico de Argentina como fue el Colegio del Uruguay y que por último, que como dijo Beatriz Bosch, Entre Ríos era un “remanso de paz”. Urquiza después de haber paseado heroicamente su famosa caballería por la provincia, por otras hermanas y la Banda Oriental, sostuvo y mantuvo el sistema federal.

Entre Ríos, los entrerrianos en general, deben manifestar apoyo y ponderar Ia labor desarrollada por quién hizo de nuestra tierra un Iugar habitable, con tranquilidad, con trabajo y sostener, al igual que sus hermanas, al caudillo que se transformó en estadista, dándose cuenta tempranamente que las peleas entre hermanos sólo llevan al caos, a la anarquía, al atraso, a la pobreza, a la miseria y a la muerte. Una muestra de ello fue la muerte prematura del líder y las guerras jordanistas que terminaron en una fisura, una división, que llevo años superar y precisamente ellos reivindican estos procederes que terminaron por empequeñecer a nuestra patria chica. No se pide una Lealtad obsecuente o genuflexa, pero si un reconocimiento a pruebas evidentes.

Concepción del Uruguay, muy especialmente, debe sentir orgullo y pasión para defender al que hizo de nuestra ciudad la capital de la provincia y el centre político mas importante del país. Todas sus grandes construcciones lo tuvieron a él en forma activa y no reconocer su obra es una forma de criticar o al menos de ignorar.

Es incomprensible Ia existencia de un revisionismo retrogrado, admirando a quién tanto daño hizo a nuestra provincia y sus hermanas, pero también a quién representa los intereses y recibió los beneficios de un gobierno centralista, representante de los ricos hacendados y terrateniente de Buenos Aires, creador de una fuerza parapolicial (la mazorca) para reprimir a todo aquél que pensara o actuara distintos a quién Ia conducía.

Que Buenos Aires lo tenga como caudillo ponderado a Rosas nos parece hasta normal pero que un entrerriano admire y elogie a quien con tanto empeño quiso quebrarla económicamente a Entre Ríos, no nos parece adecuado.

Por eso escribimos este articulo para mostrar que el desprestigio que canalizaron los dirigentes porteños se realizó a través de un libro, solventado y publicitado a través de los medios capitalinos más importantes de aquel entonces, pero que no tuvo otro objetivo que difamar y menospreciar a Urquiza, ya que algunos le llamaron y le llaman a su residencia del Palacio San José “la guarida del tigre”, es decir una especie de refugio o cueva donde vive un depredador sanguinario. Sabemos que esa imagen fue la que trataron los porteños de crear y que otros desaprensivamente hoy repiten.

Creemos que fue todo lo contrario e incluso el que utilizó esa frase se vio conmovido de cómo vivía el caudillo, con adelantos técnicos y agua potable distribuida en red que ni siquiera conocía la Capital, profesores de inglés, francés, música para sus hijas, un hermoso y arbolado  jardín, llegando a decir sorprendido “Ahora si me siento Presidente”.

Si los entrerrianos no defendemos nuestros caudillos federales qué puede esperarse de quienes solo lo conocen a través de la obra señalada al comienzo de este artículo. Muchos Iectores ni siquiera lo saben y a muy pocos les intereso hacerlo conocer. Con verdades a medias no se hace la historia sino con documentos e investigaciones serias. Pretendemos que todos los hagan para tener el reverso y anverso de la moneda, pero los uruguayenses no lo necesitamos porque podemos palpar y ver cotidianamente la obra del general tan sólo caminando por nuestras calles, donde se puede apreciar, a cada momento, su formidable labor pionera. (Por Argachá, Celomar)

 

Los Salesianos en C. del Uruguay: Parroquia Santa Teresita y Colegio Don Bosco

Capilla original, hoy utilizada como salón de reuniones (Foto: Mabel Gómez)

Denominación civil: Institución Salesiana Nuestra Señora del Rosario

Denominación Religiosa: Casa Salesiana “Santa Teresita”

La presencia de salesianos en nuestra provincia data de 1877, don Juan Cagliero, invitado por colonos italianos realizo misión por la zona de Federación. En años siguientes otros salesianos visitaron Entre Ríos.

El personaje que acompaña a Don Bosco, en el sueño del 31 de enero de 1885, le muestra nuestra región y le dice ME-SO-PO-TA-MIA, indicándole el lugar en América.

Desde nuestra ciudad algunos jóvenes viajaban a estudiar a Buenos Aires en Colegios Salesianos, tal es el caso de Jose Silva, que fue compañero de Ceferino Namuncura y luego este joven se consagra en 1914 y tiene mucho que ver en la llegada de los salesianos a nuestra ciudad.

La fundación data de 1960, pero es necesario retrotraernos a 1931. El Párroco de la ciudad Rdo. Andres Zaninetti, el Sr. Obispo Diocesano Monseñor Julián Martínez, un grupo de jóvenes animadas por la Srta. Elvira Del Prado daban vida a la PIA UNION DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS. Asociación que se dedicaría al apostolado y beneficencia. Se instalan en el norte de la ciudad, barrio humilde llamado entonces San Clemente. Lleva más de un año adquirir el terreno, pero gracias al Padre Jose Silva, la Sra. Cantalicia Echaniz de Allende dona una manzana de su propiedad en 1933.

Inmediatamente se da inicio a la construcción de una pequeña capilla de 8 x 16 metros. Esta capilla fue bendecida por el Obispo Auxiliar de Paraná, Monseñor Nicolás De Carlo, el 4 de noviembre de 1933. Aquí se daba catequesis y se celebraba misa para el barrio.

De apoco fue creciendo y se daban talleres de hilado, tejido, bordados, corte y confección para mujeres, esterillado, mimbrería y carpintería para varones. En 1938 ya contaban con biblioteca.

Fue quedando chico el terreno donado y la Pía Unión, pretendía comprar terrenos aledaños, y nuevamente Doña Cantalicia E. de Allende, les vende la mitad y dona la otra del terreno deseado.

Se amplió la capilla y el 6 de octubre de 1940, el Gobierno Nacional le otorga una subvención. Se coloca entonces la piedra fundamental del nuevo edificio.

Crecía la escuela taller y el barrio. Es el momento en que la Unión decide entregar la capilla al Obispo de Paraná (1947), quien erige una Vicaria bajo titularidad de Santa Teresita.

La escuela taller es delegada a una “Comisión administradora” presidida por la Srta. Julia E Piloni.

En el año 1957, Gualeguaychú se convierte en sede de una nueva Diócesis, a donde pasamos a depender. El primer Obispo fue Monseñor Jorge Chalup, gran amigo de los salesianos.

El mismo año la Srta. Piloni alentada por el Padre Silva, ofrece a la congregación la entrega de la escuela y del inmueble en forma gratuita, solicitando se continúe con el nombre de Santa Teresita. Nombre ya adoptado también por el barrio y calle adyacente a la capilla.

Es así, que el 8 de mayo de 1960 (días de la Virgen de Lujan), se instalan los salesianos en nuestra ciudad. Los primeros en llegar: Pablo Sceliga y Juan Rolando, acompañados por Rdmo. P. Inspector Don Luis Remasso. Llegan al barrio acompañados por una caravana que partió de la Inmaculada Concepción y que la integraron, el Intendente, los militares, los navales, la policía, el Párroco Juan Fiorotto, Padre Silva, Salesianos de Paysandú y las Srtas. Del Prado y Piloni.

Al llegar se les toma juramento de rubrica al nuevo Capellán quien recibe a cargo la capilla de Santa Teresita, San José y San Roque, asistiendo religiosamente a enfermos del policlínico y población rural. En Colonia Perfección en 1957 se había levantado una capilla bajo la advocación de Santa Lucia.

Es así, que inmediatamente se dan a la obra, los recién llegados. El 9 de julio ya desfilaron con los Exploradores de Don Bosco.

En 1961, el domingo 8 de octubre de 1961, Monseñor Jorge Chalup, en oportunidad de celebrarse los actos de la hasta entonces Capellanía Vicaria de Santa Teresita del Niño Jesús, en sus fiestas patronales, dio a conocer el decreto de la Santa Sede por el que se dispone erigir en Parroquia el templo puesto bajo la advocación de Santa Teresita del Niño Jesús en reconocimiento de la obra salesiana, ese mismo año, se incorpora el Padre Américo Rollón, quien inicia Escuela Primaria y Jardín de infantes, cuyo nombre era “Semillita”.

En 1962, se dio inicio a la escuela primaria (de 5° a 7° grado) y al secundario, al principio sólo para varones. Para 1966 se han completado todos los edificios originales.

En 1967, comienza a funcionar el cine “Don Bosco” con proyección de películas para todo público, fuera de estas proyecciones el salón se utilizaba para los actos escolares.

A principios de la década de 1970 comienza a desarrollar sus actividades, entre diciembre y febrero. La colonia de vacaciones “Club Santo Domingo Savio”, a cargo del padre Mario Cámpora, las actividades del Club, en su primera etapa se llevan a cabo hasta el año 1979, en que Cámpora es trasladado a otra ciudad.  

A mediados de la década de 1970 se comienza con la construcción del nuevo edificio del Colegio, el que es finalizado a principio de los años 80.

El actual edificio de la iglesia es de 1983, consagrado en 1985, y es diseñado por la Arq. Cristina Bonus. Al cumplir 25 años de la llegada de los salesianos a nuestra ciudad, la Municipalidad expresa su gratitud imponiendo los nombres de Don Bosco y Pbro. Alais a calles del barrio.

Texto: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Boletín Parroquial de Santa Teresita.

“Poncho Verde” y el “Árbol de la Cruz”

Vista actual del lugar dónde cayera muerto “Poncho Verde” y más tarde se erigiera una cruz en su memoria, hoy desaparecida (Foto: Mabel Gómez”)

Otra de las historias (mitad historia, mitad leyenda) que oí repetidas veces, es la del “Poncho Verde”. Se ha incorporado al acervo tradicional de nuestra ciudad, pero completamente desfigurada. La han hecho coincidir con un acontecimiento histórico completamente ajeno a este episodio particular y aislado, de carácter puramente policial. La he oído después de labios del tío Dolores, de prodigiosa memoria y de tía Manuela Céspedes de López que creció junto a sus tías abuelas en la casona de los Calvento y también de labios de mi padre.

Pocas familias como éstas que entroncaban  tres generaciones anteriores con don Narciso Calvento, han guardado con cariñoso celo las tradiciones de familias y los hechos más salientes de nuestra ciudad.

Poncho Verde era un «gaucho bueno, caído en , desgracia. Su mote lo debía al color del poncho que usaba comúnmente. En cierta ocasión fue provocado por un pendenciero en una pulpería. Pelearon y el provocador cayó mortalmente herido de una puñalada en el corazón.

El gaucho se había visto en la necesidad de matar y huyó temeroso de la Policía porque esta era implacable y rigurosa para castigar los delitos.  Así de un gaucho tranquilo que trabajaba de tropero, se vio de la mañana a la noche convertido en un perseguido. Después muchos delitos se le inculparon gratuitamente, por meras sospechas, y hubo delincuentes que se presentaron ante autoridad para denunciar al pobre gaucho como autor material de hechos delictuosos que ellos mismos habían cometido. La policía puso a precio su cabeza.

Un día fue sorprendido por dos soldados, mientras descansaba a la orilla de un callejón que conducía al arroyo Curro. Fue llevado a la Comandancia, donde tenía asiento la autoridad policial. Montaba un caballo de poca alzada, no precisamente para huir de la justicia. Despojado de su facón, siguió delante de los policías, en resignada sumisión. Así llegaron a la esquina de las calles Vicente H. Montero y 9 de Julio donde estaba instalada la Comandancia, según he dicho anteriormente. Uno de los soldados  penetró en ella; el otro quedó cuidándolo.

Según testimonio de mirones Poncho Verde hizo girar su caballo quién sabe con que intención. El soldado que le custodiaba, sugestionado acaso por la fama de bravo que se le atribuía al preso, interpretó seguramente, el movimiento como intención de huir y le asestó un golpe con el corvo con tal mala suerte, para nuestro gaucho que el filo le seccionó una vena del cuello. Sintiéndose herido y presa de natural indignación, taloneó el caballo y huyó a la carrera atravesando la plaza y tomando por la calle 25 de Mayo hacia el norte. Mucha gente pudo presenciar el cuadro sangriento: un hombre apretándose con una mano el cuello herido y el viejo poncho verdoso que volaba al viento corno una bandera. Salieron soldados para darle alcance, mas no fue necesario. Al llegar a la esquina de la calle Ituzaingó, junto a un viejo ñandubay, cayó desangrado y espiró.  Así, cara al sol, bajo el más fuerte y entrerriano de los árboles murió aquél gaucho víctima de la fatalidad.

El árbol, que aún existe, seco como un esqueleto, gracias al Doctor Delio Panizza, nuestro ilustre poeta, tan cariñoso de las tradiciones nuestras, dio motivo a una especie de culto de la gente humilde y sencilla de toda la ciudad. Junto a su tronco había caído un inocente. Las persecuciones como las muertes injustas fueron siempre repudiadas por todos, principalmente por aquella gente humilde, fácil de caer víctima del índice acusador, cuando así convenía al juez, al comandante o al prestigio policial.

Manos piadosas colocaron junto al árbol una cruz de madera, que se conservó durante muchísimos años, de ahí que se lo conociera con el nombre del “Árbol de la Cruz”. Muchas mujeres de los alrededores encendían velas los días  lunes y nunca faltaban flores en recuerdo del desventurado Poncho Verde.  Así se fue creando un culto especial en torno de su “anima”, Había gente que pedía si intercesión pata alanzar tal o cual pequeñez.

Recuerdo que cuando me permitían salir, ya entrada la noche, iba con algunos amiguitos hasta la “casilla 25 de Mayo” para observar, desde allí el aspecto que presentaba el árbol iluminado por la luz amarillenta de las velas de sebo, algunas colocadas en el suelo; otras, sobre las horquetas del mismo. Estas nos parecían suspendidas misteriosamente y nos daban tema para tejer fantásticas conjeturas. Mientras un amiguito afirmaba que el había visto subir y bajar una luz por el tronco, otro aseguraba que las velas se movían de acá para allá y yo, confieso que veía que algunos cirios eran sostenidos en lo alto por las manos de espectros vestidos de negro.

Alguien aseguraba que un viejo vecino de la cantera oía quejidos lastimeros, cuando de noche de vuelta a su casa; pasaba cerca de ese lugar. Martincito Caffa, que la muerte nos arrebató a los doce años, contaba que la lavandera de su familia, cuando regresaba por la noche, por esa calle había visto a un hombre emponchado que salía del árbol y tomaba para el centro a todo escape.

Nosotros, ni tonos ni cortos, asegurábamos que era el alma de Poncho Verde que se dirigía hacia la jefatura para reclamar justicia, a peras del tiempo transcurrido.

La “casilla de calle 25 de Mayo” era una especie de tingado de cinc colocada junto a la vía del ferrocarril, en el costado este de la calle del mismo nombre, servía de apeadero   cuando  engrandes solemnidades, viajeros o huéspedes de honor de la ciudad descendían allí para dirigirse por aquella calle, la principal, entonces a la plaza Ramírez o al Colegio Nacional.

Cuando me decido a publicar  estas mal hilvanadas memorias, la “casilla” ya no existe, pero el “Árbol de la cruz”, reseco es todavía recordado, aunque las leyendas se hayan desvanecido a la luz deslumbrante de las lamparillas eléctricas.

Relato extraído de: Troncoso Roselli, Gregorio, “Evocaciones a la distancia (recuerdos de Concepción del Uruguay)”, 1957

 

 

“San Cipriano”, el barco del Gral. Justo José de Urquiza

Foto del Palacio San José, al fondo el lago dónde navegaba el “San Cipriano” (Foto: gentileza de Luis Cerrudo y Omar Gallay)

El Gral. Justo José de Urquiza, mando a construir un barco para navegar en el lago artificial de su casa, San José.

Fue un buque o pailebot, cuya maquinaria era a vapor, proyectado por la empresa, la que firmó un contrato con el Gral. Urquiza y se comprometieron a entregar la obra en tres meses. (firma Sherman & Allan Co). El costo total fue de $7500 fuerte de 16 onzas de oro.

Sus dimensiones fueron: 50 pie de largo de cubierta, 47 pie de quilla, 10 pie de manga y 5 ½ pie de puntal. Disponía de una maquina a hélice de 12 caballos de fuerza, para remolcar 100 toneladas de carga, desplazándose a 4 o 5 millas por hora, se calculaba que gastaba 12 a 15 quintales de carbón cada 24 horas.

El barco fue construido en Buenos Aires y se lo trae aparentemente hasta el puerto de Santa Cándida, por el río Uruguay.

Inconvenientes se tuvieron para el traslado desde Santa Cándida hasta Palacio San José. El capitán del barco Hufnagel, consideraba peligroso el traslado del mismo por tierra, por el estado de los caminos, que con el movimiento se le aflojarían los remaches. Pero en realidad fue otro el problema, los marineros llegados desde Buenos Aires, querían regresar urgente a su lugar de residencia, aludiendo, que la misión de traer el barco se había cumplido al llegar al puerto de San Cándida.

Surgieron varias propuestas de traslado hasta que se aprobó el proyecto del empleado del Saladero, Alejandro Martínez.

El proyecto consistió en atar dos carros de plaza. Se necesitaba mucha experiencia, para este traslado. Es así que se lo contrata a Constantino Cometa, experimentado carrero.

Fue traslado por tierra y demoraron seis días, se emplearon cuatro bueyes, seis tablones de dos pulgadas por nueve de varas de largo, dos tirantes de urunday de siete varas, cuatro lazos de soga retorcida, dos pares de coyundas, un cabo de cuarenta varas de largo, otro de cincuenta, dos cueros de lanares y quince bolsas vacías.

El Sr. Cometa cobra por el trabajo $ 77, con 4 bolivianos.

Juan Seguí (uruguayo) un muy buen marino, fue contratado para terminar los detalles faltantes, de pintura y acondicionamiento.

El Gral. Justo José de Urquiza, lo llamo “San Cipriano”, seguramente en homenaje a su hermano mayor, asesinado en Nogoya en 1844.

Texto: Virginia Civetta. Fuente: Urquiza- Anales 1997. Publicación de estudios Históricos. Prof. Susana Domínguez de Soler.

 

Los escudos de Concepción del Uruguay a través del tiempo

Primer escudo de la ciudad de Concepción del Uruguay. Elaborado por Elisandro Alvisto, a solicitud del Lic. José Vernaz

El día 16 de junio, hace 143 años,  concluía su gestión municipal Martín Ruíz Moreno, dejando al municipio local el primer escudo que haya tenido este organismo, efectivamente, el año 1879, las Autoridades Municipales, deciden estudiar cómo sería el escudo de la ciudad.

Se debate el diseño, el día 16 de junio de 1879, según acta 28, de la Corporación Municipal se crea el Escudo, con la correspondiente Ordenanza:

ORDENANZA

Art 1º. Crease un Escudo, para la Municipalidad que simbolizara la educación primaria.

Art 2º. La forma del Escudo será de elipse, llevando en su parte más elevada la inscripción siguiente:

“MUNICIPALIDAD DEL URUGUAY”

Art 3º. El emblema será en campo gris, el siguiente:

Una maestra colocada a la derecha dando lecciones de Geografía a una niña y designando con el puntero la parte del Globo en que se halla la República Argentina.

El Globo Geográfico se representa colocado en una mesa presentando la faz de la América.

En la parte superior llevara una estrella entre dos gajos de laurel.

Art 4º. Desígnese el día 9 de julio para colocación del Escudo.

JACOBO GILBERT – Ramón Calderón (Secretario)

 

El 3 de marzo de 1882, la Municipalidad sanciona una Ordenanza por la cual se deroga la transcripta, y que es la siguiente:

ORDENANZA

Art 1º. Derogase la Ordenanza de 16 de junio de 1897, creando un Escudo Municipal.

Art 2º. En lo sucesivo se usará el Escudo de la Provincia con la siguiente inscripción:

En la parte superior dirá: “Provincia de Entre Ríos” y en la inferior “Municipalidad de la Capital”

Art 3º. Se usará el mismo Escudo e inscripciones en los sellos de la Corporación.

M. GONZÁLEZ – S. Ocampo Calderón (Secretario)

 

El 10 de octubre de 1960, los señores Juan Lacava, Presidente Municipal y su secretario, Hugo Pagan, presentan al Señor Presidente del H. C. D. Dr. Angel Diecci, un nuevo proyecto de Escudo Municipal que represente la ciudad y población. Considerando que nada mejor sería el que usara el Supremo Entrerriano, Gral. Francisco Ramírez, figura que representa el símbolo de la defensa del terruño y el amor a la tierra en que se ha nacido.

Como es sabido Ramírez, tenía dos escudos (o sellos). Uno con una balanza y el otro con la pluma de ñandú. Este proyecto se inclina por este último, y le agrega las leyendas en la parte superior:

MUNICIPALIDAD

En la parte inferior

CONCEPCIÓN DEL URUGUAY

Al no tener color originariamente, se elige los colores de la bandera, y cruzada diagonalmente por una franja roja. Con la leyenda también de:

REPÚBLICA DE ENTRE RÍOS

Vuelve a la Secretaria, con el proyecto de Ordenanza, y fue sancionada el 18 de octubre de 1960, con el Nº de Ordenanza 2002 que dice así:

El Honorable Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay Sanciona con fuerza de:

ORDENANZA

Escudo de la ciudad de Concepción del Uruguay según la Ordenanza N° 2002/1969

Art 1º. Adoptase cómo escudo heráldico del Municipio de Concepción del Uruguay el que usara el “Supremo Entrerriano, Gral. Francisco Ramírez” y se compone de un ovalo con una pluma de ñandú en el centro y esta orlado por la inscripción “República de Entre Ríos”. Al citado escudo se le agrega en la parte superior la inscripción “Municipalidad” y en la parte inferior “Concepción del Uruguay”.

Art 2º. Cuando el escudo debe ser fijado en el frente de los edificios Municipales, vehículos, etc., tendrá como fondo la bandera argentina y estará cruzado de arriba abajo y de izquierda a derecha por una diagonal roja.

Art 3º. Los gastos que demande al presente Ordenanza se imputaran al inciso H ítem 1, del presupuesto en vigencia.

Art 4º. Comuníquese, regístrese, etc.

 

Los “sellos” de Ramírez

Durante la breve existencia de la “República de Entre Ríos”, su creador el “Supremo Entrerriano”, D. Francisco Ramírez, instituyó, para uso en la documentación, dos sellos que Saraví califica de legendarios escudos, uno con la “pluma de ñandú” puesta en pal que, en opinión de este autor, simbolizaba “autonomía y libertad”y el otro con la “balanza”, con uno de sus platillos inclinados a la siniestra, y una”lanza” con su punta invertida y puesta en banda como emblema de “justicia y paz”.

Tanta importancia dio Ramírez a los signos heráldicos de sus sellos, que en el artículo 46 del Reglamento General de sus Reglamentos para el orden interno de los Departamentos de la República, determinó que “Todo el que falseara el sello de la República, (…) será  tenido por infame y castigado con la última pena”.

 

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Abescat, Francisco, “La Ciudad de nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”. Copia Despacho del 18/10/1960, Municipalidad de Concepción del Uruguay y “Escudos Provinciales de la Argentina” (Consejo Federal de Inversiones, 2011). Colaboración: Lic. José Vernaz

 

El busto del “Supremo” en Buenos Aires

Busto de Ramírez y plano de ubicación del monumento en ciudad de Buenos Aires (Imagen: Mario Morasán)

Un busto del Gral. Francisco Ramírez se encontraba en la “Plaza Provincia de Entre Ríos” en la Av. 9 de Julio, entre las calles Venezuela, México y Bernardo de Irigoyen.

Sobre un pedestal de sección cuadrangular construido en mampostería y revestido con placas de granito pulido, se podía ver este busto de tamaño un poco más pequeño que el natural, realizado en cemento por el escultor Juan C. Ferraro. Se trata de una copia del bronce original que fue vandalizado en 1988, y “como consecuencia de los daños recibidos, debió ser reemplazada por este calco ejecutado por personal del departamento del MOA” (legajo 2130).

El busto fue retirado definitivamente en enero 2013 cuando comenzaron los trabajos para el “Metrobus” (sistema de carriles exclusivos para colectivos). El busto fue a dar nuevamente al MOA y posteriormente dado de baja

Derrotero del busto.

Según la documentación de Monumentos y Obras de Arte, Ministerio de Ambiente y Espacio Público (MOA), fue donado por una “Asociación Uruguayense”, residentes en la capital y las gestiones se remontan al mes de noviembre de 1978, cuando envían una nota dirigida al entonces Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Brigadier (R) Osvaldo A. Cacciatore, con el fin de “imponer” un busto a la memoria del Supremo Entrerriano en la Capital Federal. Luego de varias notas a distintas reparticiones de entonces Municipalidad de Bs. As. a fines del año 1980 fue aprobado por Ley, y el 30 de marzo de 1981 el MOA comunica que ha sido emplazado en la plazoleta denominada “Provincia de Entre Ríos”.

Mientras tanto, resultan muy curiosas algunas notas que surgen de un trabajo de investigación realizado en el año 2004 por Marina Aguerre.

“El 25 de septiembre de 1980 el entonces Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Brigadier (R) Osvaldo A. Cacciatore envía una carta al Ministro del Interior, promoviendo el proyecto de ley para la erección del monumento. Refiriéndose puntualmente a Ramírez expresa:

“Se lo ha discutido ardientemente, como a todos los caudillos que surgieron después de la Revolución de Mayo, pero lo cierto es que la polémica carece de objeto para las generaciones actuales, que analizan nuestro pasado con una sensibilidad histórica distinta (…). Al suscribir el Tratado (se refiere al Tratado del Pilar) que es uno de los ‘pactos preexistentes’ aludidos en el preámbulo de la Constitución Nacional, el Gral. Francisco Ramírez tuvo la intuición de vislumbrar la superación del desorden que prevalecía, dentro del orden institucional federalista, que fue el que en definitiva impuso la historia. Más allá del caudillo estaba, sin duda, el hombre de gobierno.”

El 7 de noviembre del mismo año el Ministro del Interior, Gral. de División Albano Harguindeguy se dirige al Presidente de la Nación con el fin de elevar el proyecto de emplazamiento.

Si bien la extensión de la nota remitida es mucho más breve y sucinta, no deja de destacar algunos hechos ya mencionados en la epístola anterior, como la firma del Tratado del Pilar junto con los Gobernadores de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. Pero además acota: “Si bien el perfil de su personalidad que resulta más conocido está unido a la historia de nuestras luchas intestinas, no debemos olvidar su adhesión a la causa de la Independencia, que lo llevó a levantarse en armas contra la dominación española en febrero de 1811.” (Expediente 71.245/78)

El 2 de diciembre de 1980 el Presidente de facto Gral. Jorge Rafael Videla, junto con el Ministro del Interior, firman la Ley Nº 22.346/80, la cual autoriza el emplazamiento del busto.

En el año 2013, fue retirado para no volver.

Termino esta breve nota, con la misma cita que utiliza Marina Aguerre en su investigación: “…si olvidar y recordar son las dos caras de lo que somos como individuos y como naciones, si nuestra identidad es también el estilo en que somos imaginados, sería significativo preguntarse por qué se recuerda lo que se recuerda y por qué se olvida lo que se olvida”. (Susana Rotker)

Por: Mario Morasán. Ver artículo en: https://www.facebook.com/notes/mario-morasan/el-busto-del-supremo-en-bs-as/1994636190865968/

Conmemoración de la muerte de Francisco Ramírez

Imagen del caudillo entrerriano Francisco Ramírez

El pasado 10 de julio de 2018, se conmemoraron los 197 años de la muerte de nuestro caudillo. Ya hemos publicado algunos datos de los pocos que cuenta nuestra historia.

Nace en la Villa, el 13 de marzo de 1786 (232 años de su nacimiento). Las primeras letras y primeras nociones de religión las recibe del cura párroco José Bonifacio Redruello.

Criado en un hogar honesto, una infancia al aire libre, amando la tierra y los trabajos rurales.

A los 17 años, en 1803, es nombrado alcalde de Arroyo Grande, y en 1810, el Comandante General de Entre Ríos, Josef de Urquiza (padre de Justo José de Urquiza), lo nombra Oficial de Cívicos.

Era conocedor de los caminos entrerrianos y esta condición hizo que se le encomendara la tarea de chasqui, llevando encendida la llama de la libertad, para avivar en los corazones de los campesinos de nuestra tierra.

Nuestro caudillo preparo un ejército, siendo la parte más importante la caballería, demostrando sus dotes de militar en los combates de “Espinillo”, “Arroyo Ceballos” y “Santa Bárbara”. En 1815, entro a nuestro cabildo acompañado por Cipriano de Urquiza.

Combatido por Buenos Aires, surge la lucha entre los principales del federalismo y centralismo porteño.

En “Saucecito”, dirigió la campaña en contra del Directorio. Antes versiones y crisis política donde se quería implantar una monarquía en el Rio de La Plata y sumado a la ruptura de las relaciones con Artigas, hace que nuestro caudillo bregara por la libertad.

La Constitución Unitaria de 1819, es otra de las chispas, que molestan a nuestro caudillo.

El triunfo de Cepeda, 1 de febrero de 1820, llevo a la firma de unos de los pactos preexistente de nuestra Constitución. Tratado del Pilar, firmado por el Gobernador de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, donde se acuerda la Unidad Nacional y Autonomía Provincial.

Es el momento donde funda la Republica De Entre Ríos, dotándola de reglamento y símbolos patrios.

Al romper relaciones con Artigas combaten en “Las Guachas” (13/06/1820), “Las Tunas” (23/06/1820), favorables a Ramírez. Este obliga a Artigas a alejarse de Entre Ríos, combatiéndolo en “Sauce de Luna”, “Mocoreta”, “Mandisovi” y “Avalos”. Artigas se refugia en Paraguay.

En 1820, cae el Gobernador Sarratea en Buenos Aires, la guerra comienza nuevamente. Pierde importancia el Tratado del Pilar. Estanislao López envía fuerzas en contra de Ramírez. Mansilla desobedece ordenes de Ramírez.

Las fuerzas entrerrianas sufren grandes bajas, pero sin perder el coraje nuestro caudillo sigue su lucha y en Rio Seco (Córdoba), es sorprendido, su compañera “La Delfina”, se había caído de su caballo y el regresa para ayudarla.

Momento este, que es herido de muerte, 10 de julio de 1821, a los 35 años. Su cuerpo fue decapitado y su cabeza colgada en la puerta del Cabildo de la ciudad de Santa Fe, lugar que en 1853 se consagraría el Sistema Republicano Federal.

Así fue el final de una vida de hierro y acero.

Saludamos por este medio a las nuevas autoridades del Instituto Ramiriano local que está cumpliendo 57 años de su creación.

Texto: Virginia Civetta. Bibliografia: Macchi/Masramón, “Entre Ríos, Síntesis Histórica”; Urquiza Almandóz, “Tomo I Historia de Concepción del Uruguay”, Instituto Ramiriano y Municipalidad de Concepción del Uruguay, “Reseña Histórica del Gral. Ramírez”

 

Los primeros puentes sobre el Arroyo Urquiza

Segundo puente visto en toda su extensión (Foto: Omar Gallay)

El primer puente sobre el Arroyo Urquiza, camino de Concepción del Uruguay a Colón (hoy Autovía Gral. Artigas) fue construido con pilotes de metal en 1897.
En la noche del 6 de abril de 1899, una gran avalancha fluvial arrastró una parte de la represa del importante molino harinero de las adyacencias (Molino Maury), cuyos andamios se embalsaron en los pilotes del joven puente, ocasionando la mitad de su derrumbamiento.
La reparación por parte del Gobierno, costó unos 8.000 pesos moneda nacional, librando la obra al tránsito en setiembre de 1901. 
Los pilotes esta vez fueron de madera dura, y el proyecto fue presentado por el Ing. Honorato Isourivchere, jefe de la repartición Puentes del Gobierno Provincial. 

Aún hoy es posible ubicar restos del terraplén, cabeceras y pilotes de madera de este histórico puente.

Texto: Omar Gallay sobre un articulo de Caras y Caretas (12/10/1901)

El Molino Santa María

Edificio del Molino Santa Maria (sector oficinas y casa del gerente). (Foto gentileza Andrés A. Rousseaux)
 
Cuando cursaba la Escuela Primaria en la Escuela Normal Mixta de Maestros, en la segunda mitad de la década de 1940, el recordado profesor de Educación Física Clement , como complemento de las clases de gimnasia que se dictaban en los espacios verdes de la escuela, nos llevaba a jugar a la “pelota” a la entonces “Canchita de Platense” que estaba a dos cuadras hacia el río (este) y comprendía la manzana delimitada por las calles San Martín, Virrey Vértiz (Ex Calle Nº1 del este sur), Alberdi (Ex Entre Ríos) y Juan José Rizzo (Ex Roma), la que además era utilizada por los circos y parques de diversiones que periódicamente visitaban la ciudad, que aquellos que “peinas canas” recordarán, hoy totalmente edificada
 
Frente a la “canchita”, hacia el río , ocupando prácticamente toda la cuadra sobre la calle Virrey Vértiz- entre San Martín y Alberdi-, existía una antigua construcción, que llamó mi atención y a través de los compañeros que vivían en el barrio ,-entre ellos Pito Guarina- me comentaban que “era un viejo molino harinero”, pero mi curiosidad me llevó a investigar para conocer mayores detalles sobre el mismo que hoy comparto con Uds.
 
No he podido establecer fehacientemente el año de su construcción, pero en un plano topográfico del ejido de Concepción del Uruguay del año 1870 existente en la Mapoteca del Museo Mitre (Bs As) se consigna el Molino a Vapor “Santa María”, “al este” de la Plaza General Ramirez, de donde se infiere que su construcción es anterior a ese año .
 
Es de destacar que el “primer molino a vapor” instalado en al zona, fue el construido por los hermanos suizos Dubuis en la Colonia “San José” en la década de 1860, al que el “Santa María” precede.
 
El primer propietario del molino, fue D. Pedro Brusau que lo explota hasta mediados de 1880, que se traslada a Buenos Aires donde se establece, quedando el “molino” desactivado.
 
En el año 1891, la Sociedad Maury Hermanos y Cía integrada por Próspero Maury-Ludovico Maury, D. Francisco Izquierdo, D José F. Varuna. D Augusto Deymonaz, D Eugenio Guridi , D Manuel Naveira y el Dr. Carlos Jurado, mediante escritura pública del Escribano D Rafael Paralelo arriendan el “Molino a Vapor Santa María” ubicado al este de la plaza principal de la ciudad a D. Pedro Brusau por el término de cinco años a contar del 1º de Diciembre de 1891 con todas sus máquinas, depósitos, galpones, casa habitación y demás dependencias por la suma de $ 450 pesos m/n o bien la suma de $ 300 pesos oro sellado.
 
Es de destacar que en esas circunstancias los Hermanos Maury (Próspero y Ludovico) eran los propietarios y explotaban el conocido molino hidráulico del “Arroyo Urquiza”
 
El periódico “EL RADICAL” del 1º de Enero de 1893 en una extenso artículo del destacado historiador entrerriano D. Benigno T. Martínez, describiendo la ciudad expresa que: “la ciudad tiene 18 cuadras de norte a sur y 25 cuadras de este a oeste””Posee un molino a vapor y dos a agua (sic) (Se referia al de los Arroyos Urquiza y Molino (Barriero).
 
Al vencimiento del contrato (1º de Diciembre de 1896) el Molino Santa María es arrendado por un lapso de cinco años, renovables por igual cantidad de años, de acuerdo de las partes, a la Empresa Werney y Cía, la que introduce importantes mejoras, siendo refaccionado totalmente el departamento de máquinas a los efectos de transformarlo en un moderno establecimiento harinero, explotándolo por varios años.
 
Al comenzarse los trabajos de construcción de la Escuela Normal, en el año 1908 por falta de aguas corrientes y/o pozos en la zona, se extiende una cañería provisoria desde el Molino Santa María” para cubrir las necesidades de la obra.
 
En la década de 1910/1920, la sucesión de su primer propietario D.Pedro Brusau venden los edificios, terrenos y maquinarias del molino a la firma Faggianio Hermanos, que le introducen importantes mejoras, entre ellas la conversión de sus máquinas de “vapor” a electricidad a partir de la puesta en “servicios la usina nacional” (posteriormente Central Termoélectrica Caseros) el 1º de enero de 1928.
 
Esta empresa, a su vez, en mayo de1928 venden el “Molino Santa María” a la “Compañía Molinos Harineros y Elevadores Río de la Plata” en la suma de $ 500.000 m/n. Sus nuevos dueños, tienen previsto “ampliar” sus instalaciones hacía el río incluyendo la compra a la municipalidad local de la calle pública Nº 2 del este sur (actual Carmen Uribe Ordenanza Municipal 3.479/1991) entre San Martín y Alberdi que no prospera, iniciando sus actividades en el mes de junio de 1928.
 
La instalación de los nuevos molinos de la Empresa Fabani Hnos (Ex Molinos Concepción) y el de la Empresa Bunge y Born (actual Calimboy) y las consecuencias que producía la falta de exportaciones por la II Guerra Mundial, hacen “poco rentable” la explotación del Molino Santa María, llevando a sus propietarios en el año 1944 a suspender su producción, utilizándose sus amplios galpones para almacenaje de cereales, a cuya compra y venta se dedicaba paralelamente la empresa. A los efectos de hacerlo “competitivo” en el año 1945, sus propietarios, disponen la introducción de importantes mejoras en sus instalaciones industriales, entre ellas, dotarlo de nuevas calderas que quemarían “leña” para hacer funcionar las máquinas.
 
Pese a estas modificaciones, poco a poco el antiguo molino, va decayendo dejando de funcionar en la década de 1960, llevando a sus propietarios a su cierre definitivo y proceder a la venta de sus máquinas, edificios y terrenos.
 
El cierre del “Molino Sata María” deja atrás otra de las pequeñas historia uruguayense. Del terreno y edificio original sólo queda en la actualidad un “galpón depósito” sobre la calle Alberdi. El resto del predio -sobre calle Virrey Vértiz- entre San Martín y Alberdi- el que fuera previamente loteado, se han construido hermosas casas residenciales cuyos cimientos descansan (por asi decirlo) sobre las viejas paredes del “Molino Santa María” que fuera orgullo de Concepción del Uruguay de antaño.
 
Texto: Rousseaux, Andrés, Serie Pequeñas Historias Uruguayenses “El Molino Santa Maria”