Nadie puede dudar de la decidida protección brindada por el General Justo José de Urquiza a las más diversas manifestaciones del espíritu. Y, entre ellas, la pintura. Varios fueron los pintores de estimables condiciones artísticas que se acercaron a Urquiza y recibieron de él no sólo el estímulo moral sino también el apoyo material, tan necesario en muchos casos, para que las aptitudes artísticas puedan desarrollarse-
Y ello constituyó una circunstancia feliz para la historia de Concepción del Uruguay, pues algunos de esos pintores vivieron y desarrollaron su actividad, al menos por algún tiempo, en esta ciudad. Los más importantes fueron, sin duda, el uruguayo Juan Manuel Blanes, el francés Amadeo Gras y el porteño Bernardo C. Victorica. Me referiré a este último, a quien Mariluz Urquijo llamara con razón: el pintor olvidado.
Bernardo C. Victorica
Por diferentes razones los tres hermanos Victorica que estuvieron radicados durante varios años en Concepción del Uruguay, han inscripto su nombre en la historia argentina: Benjamín, jurisconsulto y militar; Julio, periodista y diplomático; y Bernardo Cornelio, pintor y fotógrafo. Fueron hijos de Bernardo Victorica, que cobrara notoriedad como jefe de policía durante el gobierno de Rosas, y de Juana Vivanco. Quien llevara el nombre de su padre, fue el mayor de los hermanos, ya que había nacido en Buenos Aires en 1830.
Hizo sus estudios en el Colegio Republicano Federal, donde fueron sus maestros de dibujo y pintura Juan L. Camaña y Eustaquio Carrandi. Después de Caseros se trasladó con su familia a Concepción del Uruguay, donde estableció su taller. En 1860, sabedor de sus aptitudes artísticas, Urquiza lo hizo designar profesor de dibujo en el histórico Colegio del Uruguay. Dos años después, inauguró la “Fotografía del Uruguay” donde por casi una década combinó los recursos del arte pictórico con el procedimiento mecánico de la fotografía.
En efecto, en diciembre de 1862, abre sus puertas la “Fotografía del Uruguay” propiedad del Sr. Bernardo C. Victorica ofreciendo “tarjetas y álbumes para colocarlas” funcionando primeramente en la casa de comercio del Sr. Pedro M. Irigoyen sobre la calle Urquiza a una cuadra al norte de la plaza principal”,
Posteriormente se muda frente a la Plaza General Francisco Ramirez (octubre de 1863) y en abril de 1863 se encuentra instalada en calle Del Comercio (actual Rocamora) a una cuadra al oeste del “Mercado”, esquina Paraná ( actual Congreso de Tucumán) frente a la casa de comercio de Darío del Castillo.
Este “salón fotográfico” (así se lo denominaba) es puesto en venta en febrero de 1869 con motivo de ausentarse de la ciudad su dueño quién publica en el Periódico El Uruguay del 13 de febrero de ése año el siguiente aviso:
“Fotografía del Uruguay”: quién se interese en su compra puede tratar con él (se refiere a Bernardo Victorica) en el teatro 1º de Mayo desde las 6 AM a las 4 PM. Se avisa que se venderá por menos de su valor y en términos ventajosos para el comprador, para no contrariar al propietario de la casa que me apura para que la desaloje….”
Pronto fue reconocido como un artista de mérito y su pericia solicitada con frecuencia, cuando era necesaria la tasación de alguna obra de arte. Su fama trascendió los límites de la provincia, a tal punto que se le requirió desde Buenos Aires para que realizase el
decorado del telón de boca del antiguo teatro Colón, ubicado por ese entonces frente a la Plaza de Mayo.
Por ello debió alejarse de nuestra ciudad, para radicarse en Buenos Aires, a fin de realizar la tarea que se le había encomendado. Lamentablemente, mientras llevaba
adelante su labor, tuvo una conmoción cerebral que produjo su deceso el 20 de noviembre de 1870 cuando sólo contaba cuarenta años de edad.
Su labor en la ciudad
Entre la producción pictórica realizada por Victorica, durante su residencia de casi veinte años en nuestra ciudad, puede mencionarse el retrato del general Manuel Antonio Urdinarrain, que se conserva en el Museo Histórico Nacional. A pesar de su objetable perspectiva y de cierta debilidad en el dibujo, traduce con acierto la contextura espiritual del retratado. Urdinarrain, un manojo de nervios y músculos en tensión, parece haber aprovechado para posar en el alto de una marcha y se diría que espera impaciente el término de la sesión, para volver a saltar sobre el caballo y ponerse al frente de los soldados que lo esperan al fondo del cuadro.
Dos pequeños óleos, algo deteriorados y con el color empañado por los años, se conservan en el Museo Andrés García, de nuestra ciudad. Son ellos el retrato
del teniente coronel Mariano Troncoso, correcto y bien delineado, y el de su hija María Dolores. Este último fue comenzado después de la muerte de la niña y debió ejecutarse en pocas horas, bajo el apremio de la próxima descomposición del cadáver. La pequeña modelo, reclinada sobre una almohada, mira hacía lo alto con expresión grave y serena, mientras ofrece en una mano la flor de la inocencia.
Otra obra interesante nacida del pincel de Victorica fue la titulada “La patria en peligro”. cuyo paradero actual se desconoce. Pero una antigua fotografía de este cuadro permite calificarla como una obra romántica, en la que, mas allá de toda mesura, el artista recurre al contraste estridente que llega directamente al alma popular, a la metáfora inflamada que golpea a la sensibilidad antes que a la razón. En medio de su turbulencia, “La patria en peligro” refleja con sinceridad una arraigada idea del autor, que marcaría todos los actos de su vida: la necesidad de terminar con las discordias civiles que ensangrentaban el país e impedían su progreso.
La permanencia de Bernardo C. Victorica en Concepción del Uruguay se prolongó hasta 1869, lapso en el cual realizó una vasta labor que habrá de culminar con la decoración del teatro “1° de Mayo”, levantado frente a la plaza Ramirez.
El Teatro “1° de Mayo”
El 21 de noviembre de 1867, aniversario de la gloriosa jornada en que el pueblo uruguayense rechazó la invasión porteño-correntina de 1852, se colocó la piedra fundamental de lo que, al poco tiempo, sería el teatro “1° de Mayo”. Tanto la iniciativa como la financiación de la obra estuvieron a cargo de la Asociación Promotora del Progreso, con algún apoyo oficial.
La construcción del edificio se realizo aceleradamente, pues estuvo listo para la inauguración un año después de la colocación de la piedra basal. Contó con una capacidad para 450 personas, con la siguiente distribución: 200 plateas, 16 palcos altos, 16 palcos bajos y paraíso con 120 asientos. Constituía una hermosa concepción arquitectónica para su medio y en su tiempo. Pero el buen gusto y la expresión estética no estuvieron referidos únicamente al edificio en sí, sino también a su ornamentación.
Elogiosos comentarios
Y en ella mucho tuvo que ver Bernardo C. Victorica, quien fue el encargado de decorar el interior del edificio y pintar las escenografías.
Las crónicas de la época elogiaron particularmente los adornos del cielorraso, en el que se destacaba un ángel cubierto con una túnica transparente, cuya carne parecía palpitar a la luz de los reverberos.
Como bien lo ha señalado Mariluz Urquijo, aunque no hubiera otros motivos, el nombre de
Victorica merecería ser recordado por haber sido el primer pintor argentino que, sin limitarse a la pintura de caballete, intentó con éxito la decoración de grandes superficies murales. Pero, como suele ocurrir, ni los uruguayenses de aquel tiempo ni los de hoy, han tomado debida nota de que un pintor criollo, llamado Bernardo C. Victorica, que vivió en nuestra ciudad por casi dos décadas, superaba a muchos de los pintores europeos que estuvieron de paso por las tierras del Plata, cosechando fortuna y renombre.
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza Almandóz, Oscar, “Hace 140 años. Un pintor olvidado” Diario “La Calle” 18 de marzo de 1997.
“Ley de vagos”, copia existente en le palacio “San José”
Sanción de la Ley de vagos. En octubre de 1860, hace casi 160 años, la Cámara Legislativa de la provincia sanciona la denominada “Ley de Vagos” que apuntaba a volcar al trabajo a las personas consideradas “de uno y otro sexo que no tengan renta, profesión, oficio u otro medio lícito con que vivir” entre otras consideraciones. En reiteradas ocasiones el gobierno de la provincia legisló acerca de los considerados “vagos y maltentretenidos”.
A continuación, transcribimos, completo, el texto de la Ley:
Ley de Vagos
Año 1860 Sección del Interior La Cámara Legislativa de la Provincia de Entre Ríos sanciona con fuerza de LEY.
Párrafo I
Clasificación de los Vagos
Art. 1. Serán considerados vagos simplemente para los efectos de esta ley.
Las personas de uno y otro sexo que no tengan renta, profesión, oficio u otro medio lícito con que vivir.
Los que teniendo oficio, profesión ó industria, no trabajan habitualmente en ella, y no se les conocen otros medios lícitos de adquirir su subsistencia.
Los que con renta, pero insuficiente para subsistir, no se dedican a alguna ocupación lícita y concurren ordinariamente a casas de juego, pulperías o parajes sospechosos.
Art. 2. Serán considerados vagos con circunstancias agravantes:
Los comprendidos en el Art. anterior que entrasen en alguna oficina pública o casa particular, sin el permiso respectivo.
Los que se disfracen o tengan armas o ganzúas u otros instrumentos propios para ejecutar algún hurto o penetrar en las casas.
Párrafo II
Procedimientos contra los Vagos
Art. 3. Los que se hallen en los casos del Art. 1 serán amonestados por las autoridades a que se dediquen a alguna ocupación útil, dentro de un breve término- Esta amonestación será hecha en presencia de dos vecinos.
Art. 4. Si pasados ocho días después de la amonestación, de que habla el Art. anterior, el vago de cualquier sexo no hubiese tomado ocupación y persevere en la vagancia, será aprehendido por el Comisario de seguridad respectivo, y con una nota información del hecho, remitido al Jefe Político del Departamento.
Art. 5. El Jefe del Departamento le tomará declaración inmediatamente y lo pondrá a disposición del Juez de Paz con los correspondientes, que servirán para encabezar el proceso.
Art. 6. El Juez de Paz continuará el Sumario verbalmente y por medio de actas, hasta su conclusión.
Art. 7. Concluido el Sumario el Juez de Paz se asociará a dos Alcaldes de Cuartel para dictar sentencia que será inapelable si es uniforme. En caso contrario, habrá apelación al Juez de 1 Instancia.
Art. 8. Dictada la Sentencia condenatoria, y transcurridos tres días sin haberse presentado la fianza de que habla el Art. 15, se pondrá al vago a disposición del Jefe Político, para que cumpla la corrección que se le impusiese.
Párrafo III
Destino de los vagos
Art. 9. Los simplemente vagos serán destinados a trabajos públicos por el término de tres meses.
Art. 10. Las mujeres vagas serán colocadas por igual término al servicio de alguna familia mediante un salario convenido entre la Autoridad y el patrón.
Art. 11. Los vagos con circunstancias agravantes, serán destinados a trabajos públicos por el término de cuatro meses hasta un año.
Art. 12. Cuando el vago de que habla el artículo anterior, resulte reo de algún delito común, su calidad de vago se tendrá en cuenta para agravar la pena en que hubiese incurrido, según las leyes.
Art. 13. En caso de reincidencia, el tiempo a que hubiese sido condenado se aumentará hasta el duplo del q’ señala el Art. 3 para los vagos simplemente y duplo del máximum para los con circunstancias agravantes; y si aun reincidiesen, serán destinados por tres años al servicio de las armas.
Art. 14. Las mujeres que hubiesen reincidido en la vagancia serán colocadas al servicio de la manera que expresa el Art. 10 por el duplo del tiempo señalado en el Art. 9 y duplo del máximum que señala el Art. 11 sin otra pena ulterior.
Art. 15. En cualquier tiempo que después de ejecutoriada la sentencia se presente ante el Juez que la pronunció, fiador, que bajo la fianza de 200 pesos se obligue a responder de que el vago simplemente se dedicará dentro de un breve plazo a ejercer un oficio o profesión que se le pondrá en libertad, bajo la expresada fianza.
Art. 16. En ningún caso se admitirá la fianza, de que habla el Art. anterior, tratándose de vagos reincidentes o con circunstancias agravantes.
Art. 17. La papeleta del patrón o de la autoridad será un antecedente favorable al acusado.
Art. 18. Concluido el término de condena, el vago quedará sujeto a vigilancia de las autoridades por un término igual al de la corrección sufrida.
Art. 19. Todo individuo que expida certificados ó deponga en favor de un aprehendido por vago a fin de liberarlo de esta nota y de las penas establecidas, justificada que sea la falsedad de su información; sufrirá dos meses de prisión.
Art. 20. Quedan en vigencia las disposiciones sobre la material, en cuanto no se opongan a la presente ley.
Art. 21. Comuníquese al P.E.
Sala de Sesiones, Uruguay, Octubre 5 de 1860 Manuel A. Urdinarrain Baldomero García Quirno Secretario
Uruguay, octubre 8 de 1860. Promúlguese como ley de la Provincia, comuníquese a quienes corresponde y dése al R.G. URQUIZA Luis J. de la Peña – Ricardo López Jordán
Palacio San José, entrada posterior (Foto: Gentileza Omar Gallay)
Creo que muchas veces nos hemos preguntado, y nos hemos imaginado diferentes reacciones del Gral. Justo José de Urquiza, si realmente hubiera creído que vendrían a su casa a matarlo. Hoy transcribimos una carta de Simón de Santa Cruz al Dr. Julio Victorica, que cuenta esos días previos y que decía:
“Regrese yo de Europa en Diciembre de 1869. Pocos días después, es decir, en los primeros días de enero de 1870, me mando el Señor Capitán General, Gobernador entonces de Entre Ríos, en comisión cerca de S. E. el Señor Presidente de la República, y con varias cosas para arreglar con el Señor Doctor Vélez Sársfield, Ministro del Interior
Foto de 1911, puede verse a la izquierda, la casa de Urquiza, y sobre la cuadra siguiente, el mirados y la casa de Simón Santa Cruz
“Después que hube concluido mi misión oficial cerca de S.E. el Señor Presidente y de los Ministros, fui a ver al Presidente y le dije: Señor: habiendo concluido todo cuanto me ordeno hacer el Señor Capitán General, voy a ocuparme durante unos cuantos días de mis asuntos particulares, a menos que V. E. no ordene otra cosa: antes de regresar vendré a tomar las ultimas ordenes de V. E., quedando así convenido.
“Al día siguiente temprano, me estaba yo levantando cuando entro buscándome el Señor Coronel, Edecán del Señor Presidente quien me dijo que venía por orden del Presidente a decirme que ordenaba que vaya a verlo esa mañana a su casa. Contéstele que así lo haría cuando estuviese vestido.
“Pocos momentos después me hallaba en presencia del Señor Presidente, a quien le dije: vengo Señor Presidente en cumplimiento de su mandato.
“Le he mandado a llamar, me dijo, para decirle que ayer después que Ud., se fue, se me presento el Señor Don Ramón Puig, suegro de López Jordán, para preguntarme en nombre de él la actitud que tomaría el Gobierno Nacional si se hiciese una revolución en Entre Ríos, empezando por el asesinato del Gral. Urquiza que era la única manera de poder llevar a efecto un cambio en aquella provincia. Mi primera intención, dijo, fue mandar a prender y poner una barra de grillos a tal comisionado, pero he pensado que lo más acertado es prevenirle al Gral., cuanto antes posible, y para esto es necesario q Ud., regrese inmediatamente y lo ponga al corriente al Gral. Urquiza y le diga de mi parte que cuanto antes posible mande prender y juzgar a López Jordán y a todos sus cómplices, que son los que les doy en esta lista, que me ha sido entregada por el comisionado de Jordán, y que no ande con paños calientes, proceda con actividad y sobre todo con energía.
“Después de hablar con él de otras cosas me retire diciéndole al Señor Presidente que me iría en el primer vapor y que volvería antes de embarcarme a tomar sus órdenes.
Dr. Benjamín Victorica en el año 1878
“Cuando volví a mi Hotel supe que habían estado a buscarme los Señores Ministros Vélez Sársfield y Gorostiaga. Inmediatamente después que almorcé me fui a sus despachos a saber lo que deseaban. Uno y otro me refirieron entonces lo mismo que me había dicho el Señor Presidente, con encargo especial de decírselo al Capitán General Urquiza. En el resto del día me ratificaron la misma versión los Señores Ministros de Hacienda y el Gral. Gainza, Ministro de Guerra. Por ultimo al cruzar por la plaza Victorica me encuentro con mi amigo Don Héctor Varela, quien me dijo que me había buscado muchas veces sin hallarme, para referirse precisamente a la misma versión ya citada. No le dije por cierto que ya la sabía ni por qué conductos. Le conteste únicamente: mire amigo, el Gral., no da menor crédito a versiones de esta clase. No me escuchara estoy seguro, así que pues le pido; escríbale cuatro palabras y refiérase en los detalles a los que Ud., me encarga darle. Entramos entonces a la Dirección de la Tribuna, que estaba muy cerca, y allí le escribió la carta que le pedí y de decía:
“Mi querido General: Se trata de hacer una revolución en Entre Ríos que deberá empezar por su asesinato, encabezada por López Jordán a quien acompañan todos los cómplices que se hallan en la lista que entrego a mi amigo Coronel Santa Cruz, con esta carta y muchos detalles verbales que le ruego les de crédito; pidiéndole que proceda como corresponde. Su amigo – H. Varela.
“Me fui pues a San José por el primer vapor. En cuanto llegue allí antes de darle cuenta de las comisiones que me había encomendado el Gral. Urquiza, le entregue la carta de Varela y las listas que me dieron el Presidente y Varela.
“Era igual. Le referí todos los detalles que por orden del Presidente y Ministros le remitían, y me dijo: Ríase, en Entre Ríos no hay quien sea capaz de asesinarme, a lo que yo le conteste, no tiene Ud., Señor el derecho de mirar tan en poco su existencia, avisos como los que le traigo que confirman plenamente los que ha recibido ya por otros conductos, no pueden dejar la menor duda – Ud., se pertenece a la Patria y a su familia, en estos momentos más que nunca, y esta no solo en el deber de cuidarse sino de precaverse tomando las medidas que le indica el Señor Presidente que no puede ni debe despreciar, el como yo y como todos los hombres que quieren no solo su felicidad, sino la de la Patria y de Entre Ríos en particular le dirán lo mismo que el Presidente, los Ministros, Varela y yo. Me contesto: le he dicho y repito: No tenga Ud., el menor cuidado, pues todo lo sé y estoy sin el menor cuidado.
“Mucho ciento Señor que no nos oiga. Dios quiera que no se arrepienta de oír los avisos de personas que no lo pueden engañar, y como he terminado ya con cuanto me encargo voy a retirarme para irme a mi Establecimiento de campo. He olvidado algo Señor, me dijo el Señor Presidente que vendría a pasar en San José el 3 de febrero, aniversario de Caseros.
“Me dijo entonces: no quiero que se vaya: por el contrario dígale a Mayordomo que mande el carruaje a buscar a Juanita para que venga a pasar unos días conmigo, pues es justo que después de su viaje a Europa venga a acompañarme unos días, y así lo hizo.
“Mientras me hallaba en San José acompañaba al Gral., todas las mañanas y todas las tardes en sus paseos a la Quinta y a caballo por el campo. Cuantas veces le dije entonces al ver que apenas nos seguían un asistente, bastante lejos de las casas. Que oportunidades les brindaba, a los que pretenden asesinarlo. ¿Cómo podríamos rechazar a 20 o 30 forajidos que nos saliesen de improviso en medio de estos montes?
“Se dispararían y se volverían humo al primer grito que yo les diese – me contesto – . Comprendí entonces que nada conseguiría para salvaguardarse.
“Después de algunos días, estaba con el Gral., en la glorieta de la Quinta, comiendo higos y duraznos, y se presentó el Edecán de servicio, Comandante Pintos, y le dijo – Ahí está el Señor López Jordán, y dice que pasa para su Estancia en Concordia y que quiere saludarlo. Hum, hizo el Gral., que estaba de muy buen humor. Dígale que venga.
General Ricardo López Jordán
“Cuando se presentó allí López Jordán, dijo al entrar: he venido Señor nada más que por saludarlo; el Gral., al mismo tiempo le decía, Dios lo guarde. Añadió, acércate y toma estos higos y duraznos que están muy buenos, se acercó Jordán a la mesa y empezó a comer. El Gral., se quedó callado y yo observaba. Pero después, me dice el Gral., -Cuéntale, esos versitos de Buenos Aires al Señor-
“Lo mire con atención como preguntándole lo que quería decirme, y el dijo entonces, esos versitos del Presidente, de los Ministros, de H. Varela, no se olvide de nada, dígaselo todo.
“Después de semejante orden, le referí todo sin olvidar nada. López Jordán se puso pálido primero, y después dijo: son Señor esos Salvajes Unitarios que quieren alejar V. E. a todos los hombres leales y que ellos saben que le pertenecen, yo le juro que antes de permitir que tocasen un pelo a V. E. pasarían cien veces sobre mi cadáver.
“El Gral. Urquiza, le dijo entonces – Demasiado sé que conspiras desde la Batalla de Pavón para llegar a ser el Gobernador de Entre Ríos, y ya habrías sido si hubieses sido más leal. Que sigues en esos manejos lo sé, pero no me da el menor cuidado y debo decirte que el día que levantes la bandera de rebelión, te mandare de regalo una batería y cuando corones una de esas cuchillas con tu ejército, saldré a tu encuentro solo con un asistente y a Ejercito, con mi sola presencia le pasara como a estos carozos (se refería a los carozos de durazno que estaban sobre la mesa y que empezó a tirar al suelo uno por uno).
“En cuanto a que me asesines, eso no lo creo, ni lo he creído nunca. Tú no puedes olvidarte que te salve la vida cuando Basualdo y Toledo, pues tu bien sabes que el Presidente Mitre mando a fusilarte, pero tú no puedes olvidar jamás que yo le salve la vida a tu padre y entonces pues no puedes asesinarme. A propósito dijo, dándose vuelta a mí: -vaya a mi escritorio y dígale a Julio Victorica que le entregue la carta del Gral. Rosas, cuando me concede la vida del padre del Señor, y que le encargue hace días me la tuviese a la mano.
Coronel Simón de Santa Cruz
“Salí yo como un relámpago, no sin gran repugnancia de dejar solo al Capitán General, quien me dijo: “LEELA” – así lo hice. Tomo después la carta, la doblo entregándosela a López Jordán le dijo: guárdala. Esto debe quedar en tu poder. Nos retiramos enseguida para ir a comer. López Jordán siguió en San José.
“Dos días después cuando salimos temprano a dar nuestro paseo a caballo me dijo el Gral., ¿no sabe Ud., a que ha venido López Jordán? No lo sé Señor, conteste, pero creo a nada bueno. Esta Ud., equivocado me dijo, viene a pedirme algunos pesos para salvar su casa en el Paraná, la casa de sus hijitos, pues la tiene hipotecada.
“Supongo que no se los dará Ud. Señor, le dije. –Esta Ud. equivocado, no solo se los voy a dar sino que Ud., me los va a facilitar para que yo se los de -. Siento muchísimo Señor, no tengo plata en este momento – No es cierto, me dijo, pues Ud. mismo me ha dicho que en su viaje a Buenos Aires deposito en el Bco. de Londres Dos mil onzas que le entrego Don Laurencena a cuenta de sus novillos que le ha comprado este año. Es cierto Señor, pero lo he gastado todo.
“Tampoco es cierto, me dijo, me ha asegurado hace dos o tres días que tenía aún más –Ud., no le da su dinero, me lo presta a mí, que yo se lo pagare – Señor, es cierto cuando dice, pero para López Jordán no le doy nada. Sería un cargo de conciencia para toda mi vida, le ruego Señor, no insista – . Fue inútil toda mi resistencia, tuve que darle chek y para el Banco de Londres por ocho mil fuertes, que descontaron en el Uruguay, en el Banco Entre Riano.
“El Señor presidente Sarmiento cumplió su anuncio hecho por mi conducto de ir a acompañar al vencedor de Caseros en el aniversario de esa inmortal batalla.
“Por orden del Gral. Urquiza hizo preparar a mi Señora su casa para recibir al Señor Presidente, a quien tuve el honor de tenerlo de mi huésped, al mismo tiempo que al Capitán General, al Ministro de Francia y a Héctor Varela. Los demás acompañantes del Presidente fueron alojados en otras partes.
“Mi casa estaba situada en la Plaza Principal. Después de los fuegos artificiales, en la noche, y de los recibidos y cumplidos de estilo en esos casos, se fueron todos y quedaron solos el Presidente, el Gral. Urquiza y yo. Entonces le dijo el Presidente al Gral., – ¿ha cumplido el Coronel con el mensaje que para Ud., le di, haciéndole las recomendaciones que creí oportunas?, le pregunto, porque veo que nada ha hecho V. E.
“Si Señor Presidente, dijo el Gral., el Coronel me ha informado de todo y me ha informado la lista que V. E. le dio. Nada he hecho efectivamente porque he creído que nada debía hacer: puede V. E. estar seguro de que en Entre Ríos, no se moverá ni una paja.
“Respondo a V. E. con mi cabeza. Contéstele el Presidente –quiera el Cielo que no se equivoque. Temo mucho lo contrario. No se descuide ya que nada quiere V. E. hacer. Después de esto se retiraron a sus aposentos”.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Articulo Diario La Capital, de Rosario, fecha: 14 de noviembre de 1954.
Vista del “Rincón de los poetas” en plaza Constitución
Nacido en Gualeguaychú el 2 de diciembre de 1843, Gervasio Méndez vio transcurrir su niñez y juventud en medio de una época turbulenta de la historia argentina. Como muchos otros de sus comprovincianos, debió formarse en la dura escuela de los autodidactas.
Carente de recursos, alternó la poesía con algunos trabajos que le permitían subsistir. Publicó sus primeros versos en distintos periódicos de la provincia. A ellos le siguieron varios artículos periodísticos, a raíz de los cuales trabó amistad con Olegario V. Andrade, cuya figura ya se destacaba con nítidos perfiles en los círculos literarios de la época. Con él compartió sus ideas, estableciendo un vínculo que habría de perdurar para siempre.
Gervasio Méndez
El poeta, como bien lo ha señalado Ricardo Rojas, si tomáramos algunas poesías de Mármol, Gutiérrez, Andrade, Guido Spano, Obligado, Almafuerte, Fernández Spiro y Gervasio Méndez, sin salir del siglo XIX, se podría formar una pequeña antología digna de parangonarse con las mejores de América hispana y que contendría lo más característico del sentimiento lírico argentino y de la conciencia técnica en cuanto al verso.
Su consagración pública ocurrió en 1878, cuando ya inválido, entregó su oda “A San Martín”, para que fuera leída en la función de gala del Teatro Colón de Buenos Aires, llevada a cabo en homenaje al Libertador, en oportunidad de conmemorarse el centenario de su nacimiento.
Una vez finalizada su lectura, el presidente Nicolás Avellaneda, poseído del entusiasmo general, se alzó del sillón presidencial para aplaudir con más libertad; los ministros lo siguieron y, tras de esto, hicieron lo mismo señoras y caballeros, viejos y jóvenes, hasta alcanzar la amplitud entera del teatro. Gervasio Méndez quedó, así, públicamente consagrado.
Más emoción
La ausencia del poeta enfermo agregó una nota más a la emoción del momento. Cuando al día siguiente recibió la noticia de semejante reconocimiento, Gervasio Méndez tuvo una de las pocas horas felices de que gozó en su triste vida.
El afecto uruguayense
Publicación de poesías de Gervasio Méndez
Un hecho singular ocurrió en nuestra ciudad en 1876. El poeta tenía, entonces, 32 años, pero se hallaba muy enfermo. Trasladado a Buenos Aires para su atención, el mal que lo aquejaba, sin embargo, continuó avanzando, inexorablemente.
Pobre y paralítico, se hallaba confinado en los estrechos límites de su habitación, cuando, por lo menos, hubiera querido vivir frente a una plaza. Con flores de sol y pájaros en los árboles. El destino, en cambio, lo había condenado a estar frente a aquella ventana
que encuadraba un ramplón paisaje ciudadano, no matizado siquiera por algunos árboles.
En Concepción del Uruguay conocida la noticia. de su precaria situación, un caracterizado grupo de personas lanzo la iniciativa de organizar una función literaria y musical, para recaudar fondos que aliviaran las penurias del poeta.
Efectuada una reunión en una de las dependencias del teatro 1° de Mayo, el 18 de agosto de 1876 se procedió a nombrar una comisión organizadora, que fue presidida por el doctor Benito G. Cook.
Sus integrantes trabajaron arduamente en los días sucesivos para concretar el apoyo de las personas que actuarían en la velada, hasta que, finalmente, fue elaborado el programa definitivo.
El día señalado
El domingo 17 de setiembre de 1876 fue el día señalado para que se llevase a cabo, en el teatro “1l° de Mayo”, la función extraordinaria “cuyo producto se destinará a auxiliar al joven poeta argentino Don Gervasio Méndez, señaló un periódico de la época. Cabe consignar que todos quienes actuaron en la velada fueron conocidos de la ciudad.
El programa desarrollado se dividió en tres partes: Primera Parte (musical) : popurrí de “Norma”, de Bellini, ejecutado por un conjunto de violines, flautas, clarinete, corneta, piano y contrabajo. “El Gato”, música nacional, con arreglos orquestales del maestro Enrique Spreáfico, profesor del Colegio del Uruguay.
Segunda Parte (literaria): disertaciones de los señores Benigno T. Martínez, M. Fernández Espiro, Cordero, Auli y Casamayor. Lectura de composiciones poéticas de Gervasio Méndez, composiciones poéticas de Gervasio Méndez, Olegario V. Andrade, Francisco Ferreyra y Fernández Espiro.
Tercera Parte (musical): ejecución de “Juana de Arco”, de Verdi; fragmentos de “Rigoletto” y sinfonía de la obertura de “Nabuco”, de Verdi.
La velada constituyó un éxito total. No sólo por la cantidad de público, que colmó las instalaciones del teatro, sino por la calidad y el buen gusto puestos de manifiesto por quienes participaron en ella.
El fin del poeta
Los años fueron transcurriendo penosamente. En los últimos lustros, tuvieron una monotonía estúpida y achatante. Conservó amistades, pero solamente las buenas. Las otras se cansaron del mal espectáculo y se alejaron. No en vano dijo Rubén Darío: “Baudelaire entristece; Heine da pena y Méndez espanta“.
Agradecido a quienes le fueron leales, nuestro poeta escribió : “En ciertas situaciones, de la vida, la gratitud no se expresa con palabras sino con lágrimas; en ellas mojamos
la pluma para agradecer”.
El dolor
A su dolor físico se sumó el experimentado por la muerte de su gran amigo Andrade, acaecida el 30 de octubre de 1882. Ese día, sobreponiéndose a su mal, salió por primera y única vez de su encierro y se hizo llevar hasta el cementerio, para colocar sobre el féretro una vieja corona de laureles, ganada en un certamen literario.
El escritor García Merou, que lo visitó por ese entonces, nos ha dejado su impresión: “Sobre un sillón articulado, de lectura, envuelto hasta la cintura en una raída manta de viaje, se encuentra un hombre joven, todavía. Su frente, pálida y descarnada, estaba sombreada por algunos cabellos negros ligeramente ondeados, que caían sobre las sienes, en desorden. Sus ojos, rodeados de un círculo rojo, tenían una rara fijeza y una expresión generalmente dura, que se dulcificaba sólo cuando alguna tenue sonrisa iluminaba su rostro”
Gervasio Méndez falleció en Buenos Aires el 18 de abril de 1897, a los 55 años de edad. Pero en todo ese lapso, cuando su mano demacrada y casi seca trazaba con suma dificultad algunas líneas sobre un papel colocado en el atril movible adherido al sillón, entre los pocos recuerdos gratos que el destino le había reservado, estaba
aquel singular rasgo de solidaridad del pueblo de Concepción del Uruguay. Porque, como se dijo entonces, “conviene a la moral social, conviene al perfeccionamiento de la índole humana, no despreciar la ocasión de practicar tan exquisita virtud, como es la de asociarnos al dolor de un semejante y buscar su remedio”.
Homenaje en nuestra ciudad. El rincón de los poetas
En el año 1957, el Gobierno de la provincia de Entre Ríos donó a la Municipalidad de Concepción del Uruguay, los bustos de los poetas entrerrianos Gervasio Méndez, Diego Fernandez Spiro, Evaristo Carriego, Olegario Víctor Andrade, Daniel Elías, Damián P. Garat y Luis N. Palma, obras del gran escultor argentino Luis Perlotti realizadas entre los años 1940 a 1942.
Busto de Gervasio Méndez en la plaza “Constitución”
El destino original de los bustos era la Plaza General Ramírez, pero por causas desconocidas, permanecieron por varios años en los depósitos municipales.
En 1962, se demuele la pista de patinaje y se emplaza una hermosa fuente construyéndose nuevos canteros en su alrededor.
En el año 1971, durante la intendencia del Profesor Miguel Ángel Gregori rescata del olvido la valiosa obra del artista Perlotti y toma la decisión de su emplazamiento en la conocida placita “Columna” en el sector que estaba la fuente.
El 8 de diciembre de ése año (miércoles) se inaugura oficialmente, el “Rincón de los Poetas” en una ceremonia que presidiera el Profesor Gregori, haciendo uso de la palabra el Presidente de la Comisión Municipal de Cultura Profesor Díaz Abal y el distinguido periodista uruguayense D. Ernesto Bourband T. Durante este año este sitio fue reacondicionado, junto con toda la plaza, agregándose dos busto más, el de Victoriano Montes y el de Delio Panizza, merced a un proyecto presentado por el escultor local Mario Morasán.
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza, Almandoz, Oscar “C. del Uruguay y el dolor de un poeta”, Diario “La Calle, 1997 y Andrés Rousseaux, “Plaza Columna o Constitución”.
A principios de 1930, el Puerto de Concepción del Uruguay, se encontraba en uno de los mejores períodos de su historia, con gran afluencia de buques de ultramar y de cabotaje, que arribaban para cargar cereales de todo tipo, especialmente trigo y lino, habiéndose exportado, ese año, por un valor de 14.691.000 pesos oro.
Las principales firmas exportadoras de cereales de Argentina, tenían asiento en Concepción del Uruguay, operando el rico mercado de la región, favorecidas por el puerto, que le permitía colocar los productos directamente al extranjero o bien, mediante “lanchas y chatas” efectuar el transbordo en el Puerto de Buenos Aires.
En noviembre del año 1930, a los efectos de incrementar el embarque de cereales, la firma cerealera Bunge y Born adquiere a la Municipalidad de Concepción del Uruguay, el terreno contiguo al puerto local, delimitado por las actuales calles San Martín, Avenida Costanera y Alberdi, teniendo como límites, al oeste, los fondos del ex
Molino Santa María, con el propósito de construir un Elevador de Granos, que sería el primero en Entre Ríos y uno de los pocos en la Argentina.
Foto de 1937
Los trabajos se iniciaron de inmediato, encontrándose en febrero del año siguiente, en avanzado estado de construcción, lo que permitió la carga del cereal, directamente al buque, en forma práctica y rápida siendo inaugurado el día 12 de enero de 1932.
Esta firma (Bunge y Born) también tuvo previsto construir silos y un molino harinero, en los terrenos de su propiedad. Uno, frente al puerto local y el otro, en el paraje conocido como “Los Tres Picos” sobre el Boulevard Yrigoyen, entre las actuales calles Dr. Scelzi y Reibel, instalaciones que aún existen.
Adquisición
La otra importante firma cerealera de plaza, Luís Dreyfus y Cía. instalada en nuestra ciudad desde 1908, adquiere a la firma Hufnagel y Plottier (Barraca Americana), en mayo de 1931, dos manzanas de terrenos delimitadas por las actuales calles 8 de Junio, Máximo Álvarez, Posadas y Avenida Costanera Paysandú (ex FECOAR, actual Supermercado del Puerto) para destinarla a la construcción de un depósito y un Elevador de Granos, similar al que construyó la firma Bunge y Born.
Los depósitos de la firma Luis Dreyfus y Cía. son inaugurados el 21 de febrero de 1932. Fueron construidos por el contratista Julio S. Hedieger, teniendo una capacidad de almacenaje de 35.000 toneladas de cereal en bolsas, proyectando contar “en breve” con un elevador para colocarlo a la altura de uno de los más modernos depósitos de cereales de la firma.
Con tal motivo, el gerente de la sucursal local, Sr, Isaac Jujnosky, agasajó a las autoridades e invitados especiales con un lunch.
La obra del Elevador de Granos de la firma Dreyfus, tuvo su costo, al sufrir, el día 22 de septiembre de 1932 un accidente fatal, el buzo Juan Ratch, especialmente contratado, para la colocación de los pilotes reforzados en el extremo del Elevador, en el Riacho Itapé, instruyendo el correspondiente sumario la Subprefectura de Concepción del Uruguay.
A principios de 1933, el Elevador de Granos de la firma Dreyfus fue puesto en servicios. Esto permitió el aumento de las exportaciones de granos de la referida empresa. Ambos Elevadores pertenecieron a las respectivas firmas cerealeras hasta que en el año 1944 el gobierno nacional dispone la expropiación de todas las instalaciones particulares, de los puertos, siendo recibidos, los dos existentes en nuestro puerto, el día 30 de Junio del mismo año por el Vocal de la Junta Nacional de Granos, Sr. Rossi Oyhamburú pasando de esta manera a ser propiedad estatal.
Nueva denominación
A raíz de esta transferencia, el ex Elevador de Granos de la firma Luis Dreyfus y Cía. pasó a denominarse Unidad N° 1 (el que luego perteneció a FECOAR) y el ex Bunge y Born, Unidad N° 2.
La explotación, por parte de la Junta Nacional de Granos, fue prácticamente corta debido a la disminución de las actividades del Puerto de Concepción del Uruguay a partir de 1950, además, esas instalaciones al ser recibidas por el gobierno nacional, ya habían cumplido su cometido. Se las consideró obsoletas por su escasa capacidad de carga por hora, el desgaste propio de sus maquinarias, cintas, y la dificultad que tenían para la carga los buques de ultramar debido a la altura de sus bordas que prácticamente tenían la misma altura que las del Elevador.
La explotación comercial del Puerto de Concepción del Uruguay, que desde su creación en el año ’50, había estado a cargo de la Administración General de Puertos (AGP) de la Nación, el 14 de junio de 1991, fue transferida a la órbita del gobierno de la provincia de Entre Ríos, realizándose una ceremonia en las instalaciones del Club Rocamora que fue presidida por el Presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem; inaugurando ese mismo día el canal 2 de Río Cable Visión.
A los efectos de la administración y comercialización de los puertos que la Nación transfiere a la provincia de Entre Ríos, en diciembre de ese año, se constituye el Instituto Fluvio Portuario Provincial en nuestro puerto.
Los antiguos Elevadores de Granos de nuestro puerto son privatizados, siendo adquirido el N° 1 por la firma FECOAR, conjuntamente con los depósitos aledaños.
El nuevo elevador (ex Unidad N° 3 de la JNGV fue construido por la empresa GEOPE, siendo entregado al estado en enero de 1975. Esta unidad, actualmente en servicio, fue transferida a la provincia de Entre Ríos en abril de 1993.
Hoy los elevadores de granos, que antaño veíamos cruzando la avenida Paysandú ya han sido desguazados, el último en 1997, no obstante, aún los conservamos en nuestra, memoria como símbolo de un pasado que hoy día parece recuperarse para nuestro puerto.
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Rousseaux, Andrés René, “Los elevadores de granos” Diario “La Calle” 4 de mayo de 1997.
Palacio San José. Fotografía de Samuel Massoni (c. 1875)
Primeros Antecedentes – El Daguerrotipo:
El 14 de diciembre de 1829, Louis Mande Daguerre (1787-1851) y Joseph Niecephore Niepce (1765-1833) firman un “contrato de sociedad” con el fin de “fijar por un bueno método, sin el recurso de un dibujante, las vistas de la naturaleza….”
El contrato se basaba en las experiencias realizadas con anterioridad por Niepce en el año 1826 y en las mejoras que para su perfeccionamiento aportaba Daguerre, pero lamentablemente esta sociedad se vio frustrada al fallecer a los tres años el Sr. Niepce, continuando Daguerre con las investigaciones para mejorar el sistema, obteniendo en el año 1837 el resultado buscado al “reproducir instantáneamente las imágenes recibidas en una cámara oscura”, había nacido el daguerrotipo.-
Desde el primer momento el éxito de la “Daguerreotípia” fue universal llevando al Gobierno Francés a comprar a los inventores, Daguerre y la familia de Niepce, los derechos de patente, recibiendo ellos una pensión vitalicia por el resto de sus días”.-
La Daguerrotipía llega al Río de la Plata en el año 1840, traída por el Abate Francés Compte ,quien efectúa exhibiciones de éste maravilloso invento en Rio de Janeiro (Brasil) y Montevideo (ROU) no pudiendo continuar el viaje en la Fragata Francesa “L´Orientale”, en la que venía embarcado, a raíz del bloque francés al puerto de Buenos Aires.
En el año 1843, se leen en los periódicos de la época los primeros avisos de “Daguerrotipistas” ofreciendo sus servicios a la sociedad porteña, entre ellos los Señores Gregorio Ibarra y John Elliot para posteriormente sumarse Bennet, Helsby, Weston y Samuel Massoni, éste será el primero que incursione en nuestra provincia y Concepción del Uruguay
Con el correr del tiempo la “daguerrotípia” pierde su exclusividad. Se inventan otros procedimientos como la “ambrotipía” realizada sobre vidrio y la “ferrotípia” sobre chapa de hierro, con menores costos y mayor nitidez en las imágenes y finalmente la “fotografía sobre papel” que suplanta definitivamente al “daguerrotipo”.
La fotografía en la provincia de Entre Ríos y Concepción del Uruguay
En octubre del año 1850, el periódico “El Federal Entrerriano” de la Ciudad de Parana, publica un aviso anunciando la presencia de un daguerrotipia en ésa ciudad (Paraná), “…tomando imágenes a precios módicos…”
Inmediatamente, en diciembre del mismo año, hace su aparición en Concepción del Uruguay, por intermedio de los “artistas litógrafos en Samuel Massoni y Peñavert , quienes publican en el periódico local “La Generación” este interesante aviso:
“Ocasión ésta (se refiere a su presencia en nuestro medio) digna de aprovecharse, para feas y lindas, por pobres y ricos, y finalmente para toda especie de macho o hembra que tenga la más leve sospecha que deba perpetuar su imagen, cara o máscara.
“Por más feo que uno sea, quién no gasta $ 4 pesos, para tener su retrato bien hecho, y no una insolente caricatura”.
Imagen de un daguerrotipo del General Urquiza
Como no podía ser de otra manera, los artistas visitan al General Justo José de Urquiza en el Palacio San José, donde permanecen varios días, tomando retratos al general y su familia regresando a la ciudad donde expresan a la prensa local:
“…las tomadas efectuadas en San José (se refiere al palacio) nada dejan de desear en cuanto a su semejanza, animación y calor de expresión”
Para poder cumplir con los numerosos pedidos que el público hace a los artistas, estos instalan la máquina de “daguerrotípia” en la Comandancia (hoy Centro Cívico) por cortesía del Comandante Militar de la Ciudad Coronel D. Ricardo López Jordán, quién les facilita una sala del edificio para instalar el “estudio”.
El éxito obtenido por estos artistas al parecer fue importante, permaneciendo en la ciudad hasta fines de enero de 1851, despidiéndose de la sociedad uruguayense con un aviso en el periódico “La Regeneración” donde expresan:
“Próximos a dejar la ciudad, ofrecen al público en general y a los amigos en particular, el sentido cordial, de su perfecto reconocimiento por la buena acogida y distinguida hospitalidad que les ha acordado esta ciudad del Uruguay (Concepción del).
“Con un recuerdo perenne a la amable ciudad Entrerriana y con una admiración tan grande a su ilustre Gefe (sic) (se refiere al Gral. Urquiza) que la preside, se despiden con votos de prosperidad y la gloria de todos y de cada uno”
En el año 1852, en base a los daguerrotipos tomados por Massoni y Peñavert al General Urquiza, se realizan en París (Francia) “litografías” las que son impresas por la casa Fredriechs y puesta en venta en nuestra ciudad en el negocio del Sr Barañao en la esquina de las actuales calles Urquiza y Galarza.
El primer fotógrafo (daguerrotipista) que se instala en forma permanente en Concepción Del Uruguay, al menos hasta éste momento y acorde la documentación consultada, es el Sr. Noel en el año 1858 (no se pudo obtener su nombre) sólo se rescata el escueto aviso del Periódico El Uruguay que dice:
“Fotografía del Sr. Noel, vive en casa del Sr. Laverque, frente a la casa del Sr Fernandez”, Uruguay 11 de febrero de 1858”
En diciembre de 1862, abre sus puertas la “Fotografía del Uruguay” propiedad del Sr. Bernardo C. Victorica ofreciendo “tarjetas y álbumes para colocarlas” funcionando primeramente en la casa de comercio del Sr. Pedro M. Irigoyen sobre la calle Urquiza a una cuadra al norte de la plaza principal”,
Posteriormente se muda frente a la Plaza General Francisco Ramirez (octubre de 1863) y en abril de 1863 se encuentra instalada en calle Del Comercio (actual Rocamora) a una cuadra al oeste del “Mercado”, esquina Paraná ( actual Congreso de Tucumán) frente a la casa de comercio de Darío del Castillo.
Este “salón fotográfico” (así se lo denominaba) es puesto en venta en febrero de 1869 con motivo de ausentarse de la ciudad su dueño quién publica en el Periódico El Uruguay del 13 de febrero de ése año el siguiente aviso:
Vista de la Comandancia. Foto de S. Massoni (C. 1870)
“Fotografía del Uruguay”: quién se interese en su compra puede tratar con él (se refiere a Bernardo De Victorica) en el teatro 1º de Mayo desde las 6 AM a las 4 PM. Se avisa que se venderá por memos de su valor y en términos ventajosos para el comprador, para no contrariar al propietario de la casa que me apura para que la desaloje….”
En ésta época existió en Concepción del Uruguay, otra casa fotográfica denominada “Galería Fotográfica” propiedad del francés Paulo Doutre ubicada en la esquina de la calle Urquiza (actual 3 de Febrero) y Entre Ríos (Alberdi) que posteriormente se la conociera como “Casa Amarilla” propiedad hoy de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos donde acorde avisos de los periódicos locales se especializaba “en retratos”
Foto del cuerpo del Gral. Urquiza tomada por los hermanos Aráoz
A fines del año 1869 principios de 1870, regresa a la nuestra ciudad el conocido “artista fotógrafo” Samuel Massoni, trayendo en ésa oportunidad una máquina fotográfica en base a negativos de vidrio”, realizando una serie de tomas del Palacio San José y de diversos de la ciudad las que fueron recopiladas en un hermoso álbum que tituló “Álbum pintoresco en fotografías de la Provincia de Entre Ríos”.
De éste álbum -al menos hasta éste momento- existen dos ejemplares de incalculable valor histórico y patrimonial, en el Palacio San José y Museo Histórico Municipal Casa de Delio Panizza, que gracias de haber sido celosamente cuidados, nos permiten hoy apreciar el Uruguay de antaño.
Al producirse el asesinato del General Justo José de Urquiza en la trágica tarde del 11 de abril de 1870 en el Palacio San José, sus restos son traslados a nuestras ciudad siendo velados en la casa de su hija Doña Ana Urquiza de Victorica (hoy Escuela de Educación Técnica de Mujeres ubicada en calle Urquiza esquina 8 de Junio) en cuya oportunidad el cadáver fue fotografiado por el estudiante del Colegio del Uruguay Agustín Manuel Araoz con la ayuda de su hermano Guillermo, dejándonos un valioso testimonio de las heridas mortales que recibiera el “Gran Entrerriano” y que han sido publicadas en diversas obras encontrándose el original en el Palacio San José.
La fotografía en Concepción del Uruguay
En el mes de enero de 1873, se instala en nuestra ciudad el fotógrafo Tomás Braley, con los últimos adelantos en la materia, al respecto el periódico local “Eco De Entre Ríos” expresa: “Esto es lo que carece ésta ciudad (se refiere a la fotografía) y el Sr Bradley a la par que se llenará los bolsillos prestará un verdadero servicio público.
“Prepárense pues niñas y viejas, jóvenes y ancianos para lucir sus figuras, feas y bonitas!!!”
El 20 de noviembre de 1884, la famosa casa de fotografía de Buenos Aires “La Nacional” Calle Defensa Nº 7, abre una sucursal en nuestra ciudad, en la casa de “Madame Lauraut, frente a la Escuela Normal (se refiere al antiguo edificio que se encontraba dónde posteriormente funcionara Club Rocamora, el Banco Hipotecario Nacional y, hoy, el Juzgado Federal) en la esquina de las calles Supremo Entrerriano y Galarza.
La sucursal local estaba a cargo del Sr. Vitone que anuncia en el periódico “El Pueblo”:
“Se trabaja todos los días, desde las 0800 de la mañana hasta las 4 ½ de la tarde (sic) aunque esté “nublado”
En el periodo entre los años 1880 a 1900, son varias las casas fotográficas que se instalan en Concepción del Uruguay, entre las cuales podemos citar:
Fotografía de los Srs. Ghisolsy y Cía.: Establecida en julio de 1888 frente al Colegio Nacional
Foto: Vicente Castellano (Archivo de los editores)
Fotografía “Italiana” de Vicente Castellano: Establecida en la década de 1880 en calle 3 de febrero Nº 47 al lado del escritorio de D. Alberto Carosini
Vicente Castellano fue un verdadero “maestro del arte fotográfico” y gracias a las magníficas postales que tomara de la ciudad, hoy podemos reconstruir parte de nuestra historia lugareña.
Al establecerse la “obligatoriedad de la fotografía en la Libreta de Enrolamiento en el año 1912” las autoridades del Registro Civil designaron a Vicente Castellano en exclusividad para la toma de las fotos de los ciudadanos, circunstancias que denotan el reconocimiento a su profesionalismo y responsabilidad.
Vicente Castellano falleció el 28 de febrero de 1931 había nacido en Italia, ya en nuestra ciudad fue durante dos períodos presidente de “La Benevolenza” y ganador de premios por sus trabajos fotográficos
Fotográfica “La Uruguaya” de Antonio Vasallo: Sin otro antecedente
Fotografía “Francesa” de Eugenio Lachaize: Establecida en la calle Entre Ríos Nº 84 (Hoy Alberdi) frente a la Redacción del Periódico “La Juventud”
Estudio Fotográfico y Pinturas del Ludovico Maury: Con estudios frente al Banco Agrícola (Hoy Banco Galicia)
Pinturería-Fotografía Ramos Anexos de Luis Cometta y Hnos: Comercio inaugurado el 8 de octubre de 1899 en la calle Entre Ríos Nº 86 (hoy calle Alberdi)
La fotografía a partir del año 1900
En el siglo XX, a las casas fotográficas nombradas, se le van sumando otras a medida que transcurren los, entre las cuales y con el riesgo de omitir involuntariamente alguna/s de ellas se mencionará a las siguientes:
Fotografía Miranda: Inaugura su estudio el 30 de mayo de 1910, en la calle 9 de Julio Nº 57, al lado del estudio del Dr. Sartorio ofreciendo: “Gran surtido de tarjetas, últimos modelos, papeles artísticos, tarjetas especiales para comunión (…) ofrece gran rebaja de precios”
A ésta casa, en el año 1915, le cupo el honor de organizar el “primer concurso fotográfico de belleza femenina de nuestra ciudad”, estableciendo en sus bases que “aquellas que fueran seleccionadas”, sus fotos se publicaría en una revista ilustrada de la Capital Federal bajo el título de “Bellezas Entrerrianas” y además en los periódicos locales
La selección de las señoras y señoritas, se haría en base al voto del público, entregándosele a la que obtengan mayor puntaje- como premio- además de lo expresado un retrato de 0,70 x 1,00 m artísticamente ejecutado en colores con marco y una miniatura “en esmalte” con cerco de oro.
Foto Toneff frente (Archivo de los editores)
Fotografía “Galería Moderna” de Krum S. Toneff: Conocida como “Foto Toneff” abre sus puertas en julio de 1919 en la calle España Nº 80, a ½ cuadra (sic) al sur del Banco de la Nación Argentina-Teléfono Cía. La Entrerriana Nº 220
Es ésta una de las tradicionales “casas fotográficas“ que ha tenido nuestra ciudad. El 1º de noviembre de 1926 traslada sus estudios a la calle Onésimo Leguizamón Nº 35 al lado de la Tienda “Blanco Y Negro”. Cerró sus puertas definitivamente el 31 de diciembre de 1948
Fotografía de los Srs. Croci y Courtoiser y Cía.: Se instala en nuestra ciudad en el mes de Septiembre de 1923, en la calle Leguizamón, entre Rocamora y Galarza.
Fotografía y Librería “La Italiana” de Manuel Cometta: El lunes 6 de septiembre de 1926, inaugura su “nuevo salón comercial” en calle 3 de febrero Nº 75, local que ocupara la Agencia de autos “Chevrolet” de los Señores Marcó y Beruet. El aviso periodístico dice:
“Este antiguo comercio, propiedad del Sr. Manuel Cometta, que han realizado un gran “esfuerzo para poner el comercio en condiciones, abarca los rubros de pinturas artísticas, librería, papelería y fotografía”
Fotografía “Ansaldi”: Hace su aparición en el comercio fotográfico de la ciudad ,en diciembre del año 1930, instalándose en calle Onésimo Leguizamón Nº 17, detrás del Colegio, Teléfono 1677.
Esta casa con motivo de las tradicionales fiestas de fin de año ofrece: “½ docena de postales sepias y una ampliación postal tamaño 18 x 24 cm, en colores con un hermoso marco, vidrio bombé al precio increíble de $ 10 pesos”
Esta tradicional “casa fotográfica” de nuestra ciudad a partir del 1º de julio de 1950 pasó a propiedad de V. Balestra, trasladando sus estudios a calle Bartolomé Mitre 868
Fotografía “Venus” de Salvador Chiprut: Se inaugura el 7 de enero de 1932,en la esquina de las calles 25 de Mayo y Posadas, frente a la Compania Entrerriana de Teléfonos.
Fotografía Humbert o Rosario: Se instala en el año 1940, teniendo su estudio en calle 3 de Febrero Nº 81, la lado de la casa Rovani atendiendo al público de 0900 a 1200 y de 1500 a 2000 horas
“Foto Arte” de Fanny M. de Plouchou: Es ésta otra de las tradicionales “casas fotográficas” de nuestra ciudad, instalando su primer estudio en calle Moreno 119, teléfono 1748, abriendo sus puertas en el mes de enero de 1940
Posteriormente se trasladó a calle 14 de Julio Nº 29/31 cerrando sus puertas el 1º de diciembre de 1968
Mario Soria
Foto “Casa Royal”: Abre sus puertas el 8 de agosto de 1945, en calle Congreso de Tucumán Nº 35, fundada por el Sr Leites en la ciudad de Gualeguaychú quién estaba al frente del negocio con la colaboración de Ricardo Esmoris.
En el año 1950, “Foto Royal” es adquirida por los Señores Roberto (Robert) Argachá y Ricardo Esmoris, continuando en el mismo local.
En el mes de Diciembre de 1968 se traslada a calle Galarza 786 formándose una nueva razón social integrada por Roberto Argachá y Jorge Rodriguez sociedad que se mantuvo hasta el 30 de octubre de 1970
El 2 de noviembre de ése año “Foto Royal” es adquirida por Mario Soria, quién el 2 de octubre de 1975 traslada la casa fotográfica a la calle 25 de Mayo Nº 123, donde en la actualidad se encuentra a cargo de su hija Silvina Soria.
Laboratorio Fotográfico “La Victoria”: abre sus puertas en el mes de octubre de 1949 en calle Piedras Nº 26 de nuestra ciudad
Fotografía de Ricardo Esmori y Juan Carlos Flores: Se establece esta casa comercial en febrero de 1952 en calle 8 de Junio Nº 525
Fotografía “Álvarez”: Abre sus puertas en enero de 1954 en calle Alberdi 973
Foto Flin”: Se establece en Julio de 1954 en calle Onésimo Leguizamón 74
Foto “Urquiza”: Se inaugura el 1º de mayo de 1957 en calle Galarza Nº 1051
Vista de la creciente de 1959. Foto Norma (Graciela Holzmann)
Foto “Roles”: Comienza a operar comercialmente en diciembre de 1961 en calle Rocamora Nº 590
Foto “André”: Se inaugura en febrero de l967 en calle 3 de febrero Nº 83
Fotografía “Charreun”: Se Inaugura el 21 de Septiembre de 1969, coincidiendo con el “Día del Fotógrafo” en calle 9 de Julio 991 propiedad del Sr Santiago Reinaldo Charreun
Foto “Yusty”: de Oscar Alberto se establece en febrero de 1970 en la flamante Galería del Centro Comercial de Concepción del Uruguay. Posteriormente se traslada a Calle San Martin entre 3 de Febrero y España hasta su cierre.
Laboratorio “Full Color”: Es uno de los últimos establecimientos fotográficos instalados en nuestra ciudad en febrero de 2001, en la tradicional esquina de las calles Rocamora y Urquiza encontrándose a cargo del Sr. Jorge Frizzo
Con este artículo, se ha querido rendir homenaje a todos aquellos pioneros de la fotografía, que sin intención pueden haberse omitido involuntariamente, como por ejemplo los clásicos fotógrafos de la “Plaza General Ramírez”, que con su presencia y fotos hicieron la historia chica de nuestra ciudad
Tampoco debemos olvidar en esta reseña a otros fotógrafos y casas de fotografía de nuestra ciudad que han dejado su huella en nuestra ciudad, tales como D.Venancio Galeano, Omar Briozzo, Foto Camaris, Foto Brau, Buda, Aldo Comte, Luis Elvio Torrán (Luelto), Mingo Nadal, el entrañable amigo Mario Soria, al inolvidable “Cachito Carosini” cuyos destellos de magnesio parecían una “explosión atómica” y de donde tomara cariñosamente el nombre de “Fogonazo” y por supuesto a quien podemos considerar entre los maestros de la fotografía de Concepción del Uruguay”, nos referimos a Carlos Tanga, que fuera precursor de las “fotografías sociales” allá por el año 1946, desempeñándose además como fotógrafo de la Policía de Entre Ríos”, de donde se jubilara en el año 1986
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Andrés Rousseaux, “La fotografía en Concepción del Uruguay”.
Una de las fotos más antiguas de la ciudad. C. 1875. (Foto ilustrativa)
La villa en poder de los españoles
Eran tiempos de lucha entre españoles y patriotas. El 6 de noviembre de 1810, la villa de Concepción del Uruguay fue tomada por fuerzas españolas al mando del capitán de marina Juan Ángel Michelena. Con diferencia de muy pocos días, los realistas se apoderaron, también, de las villas de Gualeguaychú y Gualeguay.
El próximo paso sería, avanzar sobre Nogoyá y Paraná. A fines de 1810, la suerte de la Causa revolucionaria iniciada en mayo, había llegado a un punto crítico, al menos en el territorio de Entre Ríos.
Pero en medio de tanta desazón, aleteaba todavía la esperanza. Por una parte, en las fuerzas invasoras, se hallaban incorporados algunos oficiales que, con el tiempo, llegarían a tener importante figuración en la historia rioplatense –Artigas y Rondeau- quienes ya miraban con simpatía la causa de sus hermanos y sólo aguardaban el instante propicio para ofrecerles su apoyo. Por la otra, la invasión española y la consiguiente represión, sirvieron para engendrar la rebeldía de los paisanos y para acercar la hora en que los patriotas verían engrosadas sus filas con dos colaboradores de gravitación como los ya nombrados, a los que seguirían después muchos otros.
Aquel primer grito de libertad lanzado en 1810 comenzó, pues, a extenderse desde el Uruguay hasta el Paraná. La brisa lo desparramó entre las cuchillas montieleras y un hálito de argentinidad penetró, de una vez y para siempre, en el alma de los entrerrianos.
La cruzada de Bartolomé Zapata
Poco a poco la causa de la Revolución en Entre Ríos fue ganando mayor número de adeptos. La idea de recuperar las villas tomadas por los españoles se fue haciendo cada vez más fuerte. Se pelearía con uñas y dientes si fuese necesario. De entre todos aquellos hombres dispuestos a dar sus vidas en defensa de la patria naciente sobresale un nombre: Bartolomé Zapata. Por eso -merecidamente- con él ha sido denominado un populoso barrio de nuestra ciudad.
Al comenzar la cruzada que habría de traer como consecuencia la liberación de las villas Entrerrianas, Zapata, al parecer vecino de Gualeguay contaba tan solo con medio centenar de hombres. Pero cuando puso término a su campaña, los contingentes se habían multiplicado y la situación se le hizo difícil, pues la ayuda del gobierno de Buenos Aires -armas y dinero- no se hacía efectiva. Sin embargo, no permitió que sus hombres se apropiaran de los bienes de los realistas, y ello a pesar de que tenía a sus tropas muy escasas de recursos, a tal punto que los soldados se encontraban casi desnudos y sin los más indispensables elementos como yerba, papel y mucho menos algún real en el bolsillo.
El hecho de que Michelena se hubiese retirado con el grueso de sus tropas, dejando pequeñas guarniciones en las villas, favoreció la acción de Zapata que, a mediados de febrero de 1811, reconquistó Gualeguay sin encontrar mayor resistencia. A los pocos días, el 21 de febrero, hizo lo propio con Gualeguaychú.
Cumplidas estas acciones, Bartolomé Zapata preparó la marcha sobre Concepción del Uruguay, a fin de consumar su obra.
El 17 de marzo de 1811 pudo hacer su entrada triunfal en la villa y, de inmediato, comunicó al gobierno de Buenos Aires el resultado de sus acciones. La Junta, al recibir el parte de la reconquista de Concepción del Uruguay, acusó recibo a Zapata en oficio del 11 de marzo. Además de reconocer sus importantes servicios, le concedió el grado de capitán.
Aparición de Francisco Doblas
No se habían acallado los ecos jubilosos despertados, en Concepción del Uruguay por la reconquista de la villa, cuando comenzaron a surgir ciertos problemas entre los vencedores que, a la postre, fueron a desembocaren un luctuoso acontecimiento. El primer desacuerdo se originó a raíz, de la designación de las nuevas autoridades capitulares, pues el cabildo anterior -adicto a la causa realista- había quedado disuelto como consecuencia de la huida de los españoles.
En tales circunstancias y mientras Zapata era, de hecho, la única autoridad, se aproximó a nuestra ciudad el capitán Francisco Doblas, al frente de ochenta hombres. En verdad, no se ha hallado ninguna documentación que indique que al tal Doblas, se le hubiese dado alguna misión determinada para cumplir en Concepción del Uruguay, ni mucho menos que debiera intervenir en cuestiones en las que nadie estaba más autorizado que el propio Zapata.
Doblas, de origen porteño, vivía en la villa desde 1809, cuando fue designado segundo comandante de las milicias de Entre Ríos -Cargo que seguramente quiso hacer prevalecer en estas circunstancias-, y, en su calidad de vecino había asistido al Cabildo Abierto celebrado el 30 de julio de 1810, para elegir diputado ante la Junta Provisional.
Producido el ataque de Michelena -en una actitud más que censurable- se retiró hacia la costa del Paraná. Reconquistada Concepción del Uruguay por Bartolomé Zapata, el capitán Doblas se presentó en la villa al frente de casi un centenar de hombres el 12 de marzo de 1811. La borrasca no tardaría en desencadenarse.
La muerte de Zapata
Muy pronto se pusieron de manifiesto las discrepancias entre Doblas y Zapata. Lo ocurrido a partir de este momento es bastante confuso y muy difícil de reconstruir, puesto que la única fuente disponible es la versión del primero de los nombrados.
Lo que sí podemos afirmar es que cuando la tensión entre ambos personajes llegó a su punto culminante, uno de los hombres de Doblas, el teniente Mariano Zejas, trató de hacer prisionero a Zapata. Este se resistió, entablándose un recio tiroteo, de resultas del cual cayó muerto casi de inmediato.
Al día siguiente del suceso narrado se llevó a cabo el sepelio de Zapata -en el viejo cementerio de Concepción del Uruguay. La anotación parroquial pertinente expresa: “El 22 de marzo de 1811 fue sepultado en el camposanto de esta Parroquia el cadáver de Bartolo Zapata, que al haber muerto de un balazo no recibió los sacramentos; de que certifico. Cura José Basilio López”.
¿Fue Zapata realmente una víctima de nuestras primeras disensiones civiles? ¿O fue, simplemente, una puja entre dos hombres que ambicionaban el poder? No me es posible contestar estos interrogantes. Además, muy poco es lo que se ha podido averiguar de este personaje singular; Pero lo que no, puede negarse es que su acción para liberar a las villas entrerrianas la dominación española, lo convierte en uno de los primeros paladines de la independencia lugareña.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza Almandóz, Oscar, “Bartolomé Zapata murió en Concepción del Uruguay”, diario “La Calle” 12/11/1994
Cuarteles recién inaugurados. Foto Revista “Panorama” 1938
Concepción del Uruguay está altamente ligada al Ejército, no solo en la actualidad sino desde sus inicios como ciudad.
Los Dragones de la Muerte, escuadra fundada por nuestro caudillo Francisco Ramírez y ese Ejercito Grande que armara el General Justo José de Urquiza, para al Gral. Juan Manuel de Rosas. Y después impulsor de la Academia Militar en su heredero el Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza y que daría nacimiento al Colegio Militar de la Nación, fundado por Domingo Sarmiento.
La ciudad no olvida las gestas vividas en sus primeros años como el Combate del Arroyo de La China, la Invasión de Madariaga o el ataque de López Jordán, a la Legislatura. Es por eso que hoy haremos una cronología del Ejército en Concepción del Uruguay.
En los primeros años del Siglo XX, ya se contaba con una guarnición militar, era el Regimiento 10 de Infantería. Esta institución estaba instalada en lo que después fue la Sociedad Rural, es decir al noroeste de la ciudad.
En el año 1924, por Decreto firmado por el Presidente Dr. Marcelo T, de Alvear se construyen los edificios que actualmente ocupa, calles Suipacha y Bulevar Aráoz. Es a este lugar, donde se traslada el Regimiento 10, que se había terminado de edificar en 1934.
Saladero “Concepción” que funcionó en los terrenos que actualmente ocupa el Ejército Argentino. Foto Revista “Panorama” 1938
El 8 de marzo de 1925, se coloca la “piedra fundamental” de los “nuevos cuarteles” (los actuales) en el terreno donde había funcionado el “Saladero Concepción” y que fueran adquiridos por el Gobierno Nacional, labrándose la correspondiente acta, firmada por el Ministro de Guerra de la Nación, General de Brigada Agustín Pedro Justo, el Gobernador de Entre Ríos Dr. Ramón Mihura y el Intendente Municipal de la ciudad de Concepción del Uruguay Don Demetrio Echezarraga, entre otras autoridades presentes en el acto.
En 1936 se incorporan los Batallones 4º y 5º de Zapadores. El Regimiento 10, fue trasladado a otro destino.
En junio de 1944, se crea el Batallón de Zapadores Escuela y Escuela de Ingenieros. Posteriormente, por disposición de la Superioridad la Escuela fue trasladada a Campo de Mayo y con tal motivo se realizaron en la ciudad actos de despedidas.
La Municipalidad, ofreció un vino de honor a los jefes que tenía la Escuela, en los salones de la Fraternidad. En el Club social, ofreció una cena de despedida a oficiales y sus familias.
En la sociedad rural se hizo un almuerzo popular donde concurrieron Oficiales, Sub-oficiales, y soldados acompañados por sus familiares.
En instalaciones del Ejército, se realizó una formación en Plaza de Armas. También se hizo torneo de saltos en la pista de la Guarnición y en el salón de La Fraternidad, torneo de esgrima.
El último desfile lo hicieron en Plaza San Martín, rindiendo homenaje al prócer. En Plaza Gral. Francisco Ramírez, se colocó una placa en la pirámide y se ofició misa de campaña.
El 26 de setiembre de 1966, en las primeras horas de la mañana partía un tren con el contingente, llevándolos a Campo de Mayo.
Vista aérea los cuarteles del ejército. Foto: Gentileza Antonio Bernhardt
En 1966, se instala en la ciudad el Batallón de Ingenieros de Combate 121, que nos acompaña hasta el año 2003.
En la actualidad se encuentra instalado el Batallón de Ingenieros Blindado nº 2
Esta unidad posee una Banda musical, que tiene sus inicios en el año 1923, donde se contaba con personal asignado, un tambor o corneta, con el que se trasmitían las ordenes. Es así, que se van año a año incorporando diferentes voluntarios músicos.
En el año 1954, contaba con una banda de quince músicos, brindando a la ciudad la primera retreta, en nuestro principal paseo público, Plaza General Francisco Ramírez.
En el año 1964, ya contaba con veinticinco músicos y realizaba conciertos de música.
En 1995, incorpora, con el nuevo sistema de soldados voluntarios, personal femenino, siendo la primera Banda en su estilo.
Con fecha 6 de mayo de 2011, se designa a la Banda Militar, el nombre histórico de “Tte. Banda Filomeno Saturnino Berón”, en homenaje a quien fuera el primer Inspector General de Bandas Militares y alumno del histórico Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza.
Estos hombres y mujeres no solo están para el combate, sino que acompañan a la ciudad, tanto en acciones cívicas como oficiales.
Fomentan la doctrina cristiana, poseen en sus instalaciones una capilla bajo la advocación de San Ignacio de Loyola.
Los hemos visto comprometerse con la emergencia vivida en la Mesopotamia en el año 1959, 1983, 1991 y tantos más. Así también con clubes, entidades de servicios, formando una unión con la población.
Texto: Civetta, María Virginia/Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Abescat, Francisco, “La Ciudad de Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”, Diario La Calle, Junio de 1983. Datos aportados por el Locutor Oficial de la Municipalidad de Concepción del Uruguay, Antonio Bernhardt
Edificio de Aduana de Rosario, sede temporal de la Capitanía de Puerto de Rosario. (Foto: Andrés Rousseaux)
Después de sus fallidos movimientos revolucionarios contra el gobierno Nacional en los años 1870, 1873 y 1876, el general entrerriano Ricardo López Jordán, culminó su trayectoria militar y política, al ser detenido por las fuerzas nacionales como consecuencia de su derrota en “Alcaracito”, departamento La Paz, provincia de Entre Ríos. De esa forma fue trasladado a la ciudad de Paraná, iniciándose un litigio respecto a cuál era la autoridad judicial que debía entender en las causas que se le imputaban al caudillo entrerriano.
La Corte Suprema de Justicia, recusó la competencia del Juez Nacional de Sección (en la actualidad Juez Federal) de Paraná, disponiendo su traslado a la ciudad de Rosario, por lo que quedó a disposición del Juez Nacional de esta ciudad.
La orden de traslado, trajo aparejada la reacción del gobierno de Entre Ríos, argumentando que el motivo era en realidad cambiar de magistrado. Conocido el fallo de la justicia se remitió el expediente a Rosario, no así al preso que continuaba engrillado.
El responsable de su custodia, coronel Antello (jefe de Policía de Paraná) sostenía que para su traslado a Rosario, era necesario brindarle una adecuada escolta, en razón de que sus partidarios intentarían liberarlo en el trayecto, siendo necesario entonces movilizar para este fin a la Guardia Nacional de Entre Ríos, para lo cual (Antello) no tenía facultades.
El Juez Nacional de Sección de Rosario, solicitó la remisión del detenido, interviniendo nuevamente la Corte Suprema de Justicia, ante la cual reclamó insistentemente el cumplimiento de la orden de traslado de López Jordán a Rosario, medida que se cumplió el 5 de enero de 1878, en un buque de guerra de la Armada Nacional, que arribó a Rosario el día 6. Inmediatamente de ser desembarcado, fue puesto bajo custodia y responsabilidad del Capitán del Puerto de Rosario (en la actualidad Jefe de la Prefectura), José C. Gazzana.
Una vez que se hubo alojado al general López Jordán en la Capitanía -cuyo edificio estaba ubicado en la actual bajada Sargento Cabral y avenida Belgrano (ángulo Noroeste frente al edificio de la Aduana)- su jefe trató por todos los medios disponibles de brindar comodidad al detenido, dada las precarias condiciones del edificio.
Pero más importante aún era su seguridad, en razón de los numerosos adictos que existían en la ciudad y que lo habían acompañado en sus movimientos revolucionarios, y de quienes ahora se temía tuvieran intención de liberarlo.
Es por ello que el mismo día de su arribo el Capitán del Puerto José Gazzana, se dirigió por nota al Comisario de Ordenes del Departamento de Policía de Rosario, José Benito Pereira, solicitando …”le sean facilitados por unas cuantas horas un cabo y cinco soldados“… para custodiar al procesado Ricardo López Jordán.
Simultáneamente el Capitán de Puerto dirigió otra nota al Jefe Político del Departamento Rosario, Melitón Carbonell, informándole acerca de su requerimiento al mencionado Comisario de Ordenes,-que ya había sido satisfecho- agregando que la guardia se solicitaba por unas pocas horas, ofreciéndole a su vez reciprocidad.
Por otra parte, el Capitán de Puerto, el 15 de enero de 1878 requirió al Capitán General de Puertos Dr. Diego G. De la Fuente (su superior en Buenos Aires, en la actualidad equivalente al Prefecto Nacional Naval), apoyo para los servicios de la custodia especial que con marineros de la Capitanía estaba haciendo a López Jordán; informando que “…había dispuesto el racionamiento de los mismos por el proveedor nacional, puesto que de otra manera, sería casi imposible prestar el servicio, en virtud del escaso personal con que cuenta la Capitanía y de las dificultades consiguientes que traería su ausencia para comer…”
Ante la falta de marineros suficientes para cubrir adecuadamente ese servicio, el Capitán de Puerto, solicitó al Juez Nacional el aumento de la dotación de personal de la Capitanía y la suma de $ 157 para efectuar algunos arreglos y adecuaciones en el edificio, entre ellos la compra de un toldo para el patio donde se ubican las oficinas y el cuerpo de guardia, un farol grande para la guardia, compostura y refuerzo de las puertas y colocación de vidrios, aseo y arreglo de la oficina principal.
Los temores de una posible fuga de López Jordán, ayudado por adictos desde el exterior del edificio de la Capitanía, eran preocupación no sólo del responsable de su prisión, el Capitán del Puerto, sino también, del Juez Federal de Sección Dr. Fenelón Zuviría, quien ordenó ponerse de acuerdo con el Jefe Político del Departamento, el ya citado Melitón Carbonell, en el sentido que la custodia de López Jordán debía hacerse con fuerzas de la provincia a órdenes del Capitán de Puerto, requiriendo para tal fin la designación de un piquete y la posibilidad de apostar un centinela de vista con el relevo diario o periódico que se estime necesario.
Esa solicitud por parte del Capitán de Puerto fue reforzada con una nota enviada por el Juez Federal -quien cumplía órdenes del Gobierno Nacional- al Jefe Político. No obstante esta orden del Juez, termina en la negativa de las autoridades locales de inmiscuirse en hechos que, según ellos, eran de exclusiva responsabilidad nacional.
En primera instancia el Jefe Político, acató la orden del Juez Federal subordinando efectivos al Capitán del Puerto, produciéndose posteriormente su retiro acorde expresas directivas del gobierno de Santa Fe, circunstancias que han quedado debidamente documentadas en el intercambio de notas que se produjo.
En tal sentido, por nota del 26 de enero de 1878, el nombrado Jefe Político informa al Capitán del Puerto que se dispuso de una guardia que consta de un cabo y cuatro soldados los que serían relevados diariamente al “toque de asamblea”.
En otra nota de la misma fecha, el Capitán del Puerto es informado que hasta nueva resolución del Gobierno de la provincia, es imposible dar guardia alguna para la custodia del procesado pidiendo asimismo se reincorporen a su destino habitual los guardias que había comisionado anteriormente.
El Capitán del Puerto por nota 57/878, solicita al Juez Dr. Fenelón Zuviría el incremento de la dotación en 20 hombres, más los oficiales correspondientes, lo cual .permitiría aumentar el número de plazas, mejorar el servicio de la repartición en general “…También observa el Capitán del Puerto en su nota la ventaja de adoptar ese temperamento, por cuanto el procesado no saldría de los límites del fuero nacional…”.
Los pedidos de aumentar los efectivos de la Capitanía para mejorar los servicios de guardia no son escuchados; por ello con fecha 24 de marzo de 1878, el Capitán del Puerto de Rosario decide elevar una nota al Ministro de Guerra y Marina, planteando sus inquietudes:
“…Al Excmo. Señor Ministro de Guerra y Marina: Tengo el honor de llevar a conocimiento de VE., que hallándose desde el día 6 de enero del corriente año a cargo de esta Repartición, por disposición del Señor Juez Federal de esta Sección Doctor Fenelón Zuviría, la custodia del procesado Don Ricardo López Jordán y desde el 13 de febrero la del procesado Don Benecio González…”
“Este servicio, Excmo. Señor ha sido prestado hasta aquí por veinte marineros y dos guardianes (cabos), que constituyen la dotación actual de esta Capitanía, y que son los encargados de todo el servicio del objeto de su creación (…) Ahora pues, vista la prolongación de esta nueva incomunicación que a la verdad trastorna el orden natural de las atenciones que esta Repartición tiene a su cargo por una parte, y las continuas amenazas que de nuevos disturbios se propalan por esta ciudad, me pone en el deber de decir respetuosamente a VE que el infrascrito no puede garantizar la seguridad de dichos presos por uno u otro motivo…”
Como se podrán apreciar, eran muchas las preocupaciones del Capitán Gazzana a las cuales se le había sumado la custodia de Benicio González, que si bien no era de la importancia de López Jordán, sus fugas representarían un escándalo político de relevancia que afectaría al gobierno Nacional.
Debemos recordar que Benicio González fue traído prisionero a Rosario el 13 de febrero de 1879 desde Paraná. Acompañaba al General López Jordán como secretario y fue alojado también, en la Capitanía del Puerto de Rosario
Las gestiones para aumentar los efectivos de la Capitanía con la finalidad de ofrecer mayor seguridad a tan importantes presos, dieron su fruto, disponiendo el gobierno nacional (Ministerio de Guerra y Marina) con fecha 29 de marzo, incorporar a dos oficiales y veintidós hombres de tropa, circunstancia que el 2 de abril se informó al Juez Federal, que desde el día anterior, ya se encontraban prestando servicios dos oficiales y diez marineros. En la misma fecha -2 de abril- el Capitán de Puertos de Rosario, se dirigió al Comisario de Guerra y Marina D. Martín B. Campos, informándole acerca del aumento de la dotación y solicitando el envío del vestuario correspondiente.
Con la incorporación del personal de refuerzo a la Capitanía de Rosario, fueron dados de alta los oficiales, teniente Alejandro Bernaldez con un sueldo de $ 50, y el guardiamarina Hermenegildo Calismonte con $ 40 mensuales. Los guardianes (cabos) Eugenio Díaz y Benjamín Romano con $ 20, mensuales cada uno y veinte marineros a $ 12 cada uno.
Al producirse estos acontecimientos, la dotación estable de la Capitanía del Puerto de Rosario, estaba formada por el Capitán José C. Gazzana con un sueldo de $ 150, el Ayudante Io Emilio B. Moreno con $ 80, (la jerarquía de ayudante equivale a oficial actual) en este caso particular, por su jerarquía y antigüedad se desempeñaba como 2do. Jefe, reemplazando al Capitán), el ayudante 2do. Domingo Suárez, un escribiente, el médico del puerto Dr. Domingo Capdevilla y dieciséis marineros.
Para sumarse a las inquietudes, que como era lógico tendría el Capitán Gazzana, en mayo de 1878, se produjo una crecida extraordinaria del Río Paraná, la que inundó parte del edificio que ocupaba la Capitanía, deteriorando su ya envejecida estructura, dado que el río llegaba prácticamente al pie de la barranca (Avda. Belgrano).
La altura alcanzada por las aguas, no se ha podido determinar, en razón que en esa época no había escala hidrométrica en el puerto de Rosario, midiéndose la “suba” o la “baja” de las aguas en “varas”, en forma estimada, haciendo referencia a la medición anterior.
Estas circunstancias imprevistas, hacen que con fecha 16 de mayo de 1878, el Capitán del Puerto de Rosario, dirija una nota al Capitán General de Puertos Dr. Gregorio de la Fuente, poniendo en su conocimiento las circunstancias de la creciente, que terminó socavando el terraplén sobre el que se encontraba, tanto el edificio de material, ocupado por las oficinas como las casillas de madera que constituían las cuadras (alojamiento) de los marineros.
Tanto las oficinas, como los alojamientos del personal se encontraban sin sustento firme, anticipando un posible derrumbe total de edificio. La referencia anterior, hace parecer que nos hemos desviado del tema. Todo lo contrario, en razón que el estado calamitoso del edificio de la Capitanía que repercutía en la seguridad de López Jordán, motivaría su posterior traslado al edificio de la Aduana (se refiere al antiguo edificio conocido como “Aduana vieja” con torres almenadas cuya construcción se inició en 1872 y que fue demolido en 1913 para dar lugar al actual edificio de la Aduana Rosario, inaugurado en 1938).
He aquí un pasaje poco conocido de nuestra historia acerca de las causas por las que el general rebelde, estaba alojado en ese edificio y a quién correspondía su seguridad.
Como veremos más adelante el destino y los hechos van tejiendo sus caminos hasta desembocar en su fuga, -para ello seguiremos la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario-, por la cual podemos hoy reconstruir, en parte, las circunstancias poco conocidas (Continuará mañana).
El 21 de mayo de 1878, el Capitán de Puerto Gazzana, cursó nota al Juez Zuviría, comunicando que en relación a la orden oportunamente impartida de trasladar a López Jordán a otra habitación que ofrezca seguridad, se había entrevistado con el Sr. Benjamín Ledesma, propietario de una casa en las inmediaciones, que se negaba a alquilarla por menos de 6 meses, exigiendo la suma de 100 pesos fuertes mensuales.
El 22 de mayo, nuevamente el Capitán del Puerto se dirigió al Dr. Fenelón Zuviría informando que habiendo podido conseguir las llaves de la Aduana, se había trasladado al procesado a su nuevo alojamiento.
La correspondencia precedente aclara el porqué dé la presencia del General López Jordán en la Aduana “vieja”, a la cual fue trasladado desde la Capitanía del Puerto de Rosario el 22 de mayo de 1878, sin que ello implicara la transferencia de la responsabilidad de su custodia.
El traslado del procesado, al edificio de la Aduana, ha dado lugar que la mayoría de los trabajos históricos, en el que hacen referencia a la fuga de López Jordán, indican que “se fugó de la Aduana” dando a entender que este edificio se ocupaba normalmente como prisión y que dicha autoridad (la Aduana) tenía a su cargo al procesado de referencia, por lo que estimo, la presente investigación aclarará debidamente este punto de nuestra historia.
Volviendo al relato, seguiremos desentrañando la inédita documentación que ha sido consultada.
Edificio de la Capitanía de Puerto de Rosario donde se alojo primeramente al Gral Ricardo López Jordán (Foto: Andrés Rousseaux)
El traslado del detenido a la Aduana, llevó también al responsable de su cautiverio a solicitar por nota del 22 de mayo de 1878 al Capitán General de Puertos, la autorización para trasladar las oficinas y cuartel de la Capitanía, hecho que se concretó el 28 de mayo por autorización del Ministro de Guerra y Marina, quien el 24 envió un telegrama en ese sentido.
El otro detenido que se encontraba, también en el edificio de la Aduana, compañero de infortunio del entrerriano, Benicio González, fue puesto en libertad el 23 de mayo de 1878 por orden del ya nombrado Juez Dr. Fenelón Zuviría.
El peligro potencial que representaba el procesado, alojado en la Capitanía del Puerto de Rosario, que como hemos visto funcionaba en “los altos de la Aduana”, motivó no sólo reforzar la dotación normal del personal que como hemos dicho se incorporó el 1°de abril de 1878, con la finalidad de brindar seguridad al prisionero, sino también, se requirió armamento moderno, recibiéndose el 3 de julio doce carabinas Remington y 1000 tiros de bala.
El resto del año transcurrió sin novedades de importancia, con las rutinas propias de un puerto y una ciudad que iba creciendo, día a día favorecida por su privilegiada ubicación sobre la ribera del caudaloso Paraná.
A principios de 1879, la disminución del presupuesto para la Capitanía de Rosario, motivó la reducción de su personal en un oficial, dos guardianes (cabos) y cuatro marineros, lo que provocó reiterados pedidos del Capitán de Puertos para dejar sin efecto esta medida, argumentando que la misma afectaría los servicios propios de la Capitanía y de la custodia de López Jordán.
Para tener una idea del movimiento portuario, en la Memoria Anual de la Capitanía del Puerto Rosario, correspondiente al año 1878, se consigna el movimiento de buques entrados: 14 vapores de ultramar, 12 veleros de ultramar, 874 vapores de cabotaje y 1482 veleros de cabotaje.
La fuga
El año 1879, transcurría sin mayores novedades. El 3 de junio fue detenido en el puerto de Rosario el vapor nacional “Galileo”, del que se sospechaba llevaba contrabando de armas con destino a un movimiento revolucionario en el Paraguay. La búsqueda resultó infructuosa, pero los hechos posteriores ocurridos en el puerto de Corrientes, confirmaron la existencia de las armas.
En la mañana del 12 de agosto, una noticia sacudió a la ciudad y el telégrafo llevó la novedad a las principales capitales del país. Había fugado del edificio de la Aduana, donde se hallaba detenido, el general Ricardo López Jordán.
Para reconstruir el hecho en particular y sus entretelones nos remitimos a la documentación de la Capitanía del Puerto de Rosario.
Ese mismo día, por nota 369/1879, el Capitán de Puerto amplió información anticipada verbalmente al Juez de Sección Dr. Fenelón Zuviría, en el sentido que Ricardo López Jordán se había fugado el día anterior sin que se hubiera conseguido su captura a pesar de las medidas y diligencias tomadas.
Simultáneamente por nota 370/1879 se requirió la correspondiente autorización al Juez, para efectuar allanamientos en los siguientes lugares: casa particular de la familia de López Jordán; panadería “Perfeccionada”; casa de familia y barraca del Sr. Justo Sánchez; sindicado como cómplice de la fuga; casa del Sr. Guillermo Perkins y su establecimiento de campo en Roldan (Santa Fe); casa de Antonio Hernández, amigo del detenido, quien no desconocería los detalles de la fuga; casa de planta alta de la calle San Lorenzo, frente a la casa de familia de López Jordán, donde se halla establecido un tambo; casa de la familia de E. Gómez, en la calle Córdoba al lado de la imprenta de “El Independiente”.
Ricardo López Jordán
Entre los principales sospechosos de haber colaborado con la fuga, se encontraba un sujeto de origen entrerriano, de pera larga y lacio cabello, conocido como Pedro Romero (a) “Indio Pedro”, quien había servido a las órdenes de López Jordán en sus campañas revolucionarias y se había establecido en Rosario siguiendo a su Jefe en la prisión. Este sujeto fue detenido el 16 de agosto a orillas del Paraná por marineros de la Capitanía, en cumplimiento de directivas emanadas del Juez Federal.
Entre otras medidas adoptadas, en el pedido de captura que se le hacía al Jefe Político del Departamento Rosario D. Servando Bayo -con la salvedad que en caso de ser aprehendido debía ser entregado de inmediato a la Capitanía del Puerto, a disposición del Juez Federal- se transcribe la filiación del prófugo: …”Hombre de cincuenta y cinco años, aunque demostraba mayor edad, casi calvo, frente arrugada que sufre contracciones al hablar, boca y dientes grandes, teniendo el defecto de pronunciar la letra “a” con acentuación muy marcada, si como uno de los dientes le impidiera pronunciarla suave. Debe no tener barba y de tenerla, la lleva abierta, aunque no muy larga, ojos muy grandes y vivos, nariz regular, orejas un poco chicas y muy puntiagudas en la extremidad superior, siendo bastante separadas del cráneo, estatura regular, hombros y cuerpo fornido, aunque hoy esté delgado. Al hablar tiene costumbre de echar el sombrero para atrás.”
Pero de todos los documentos existentes sobre la fuga de López Jordán, uno de los más importantes es el informe detallado de los hechos que eleva el Capitán del Puerto de Rosario, como responsable de la custodia del preso al ministro de Guerra y Marina, General Julio Argentino. Roca.
Con respecto a la fuga, dice el referido documento: “…De los datos, informes, pesquisas y sumario, resulta como comprobado el hecho que el prófugo se evadió de su prisión, mediante la cooperación de su misma esposa, a la que se le había concedido permiso para que lo acompañase y curase de ciertas dolencias de que se quejaba y éste, vistiendo el traje de la misma, aprovechó para fugarse, engañando de esta manera al centinela que estaba en la puerta de la prisión.”
“…También, arrojan vehementes sospechas que su fuga una vez en la calle, haya sido protegida por un individuo llamado Pedro Romero (a) “El Indio”, pues éste fue oficial del mismo López Jordán y desapareció de la localidad, casi al mismo tiempo que el preso.”
“…Por otra parte no existe ni la más remota sospecha contra ninguno de los individuos que formaban la guardia, de que ellos hayan podido proteger la fuga del preso, así lo ha constatado también, el Señor Juez Federal, ordenando fueran todos ellos puestos en libertad.”
No obstante lo expresado en el último párrafo del informe del Capitán Gazzana, en primera instancia, conocida la fuga del preso, el Juez ordenó procesar o instruir sumario a todo el personal integrante de la guardia en la noche del 11 al 12 de agosto, para determinar sus responsabilidades.
El Capitán del Puerto, debió viajar a la ciudad de Buenos Aires el 23 de agosto para informar personalmente de la fuga al Presidente de la Nación, al Ministro de Guerra y Marina y al Capitán General de Puertos, quedando a cargo de la Capitanía, el Ayudante Emilio B. Moreno, según surge de una nota de esa fecha.
La fuga del general López Jordán, sacudió la vida política del país ante la posibilidad que volvieran a alzarse en armas contra las autoridades nacionales, pero no fue así.
Lograda su fuga buscó asilo político en la República Oriental del Uruguay; de ahí las sospechas que se fugara utilizando alguna embarcación desde el puerto de Rosario, que lo llevó hasta la República Oriental del Uruguay, donde permaneció varios años hasta que se acogió al indulto del presidente de la Nación Dr. Miguel Juárez Celman.
Regresó a la Argentina y fijó su domicilio en la ciudad de Buenos Aires, donde fue asesinado el 22 de junio de 1889, cuando paseaba por la calle Florida, por el joven Aurelio Casas, hijo del comandante Rufino Casas, a quien López Jordán había mandado degollar en oportunidad de la revolución del año 1873, colgando su cabeza de un árbol.
Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Investigación y texto: Andrés Rousseaux, sobre documentación inédita del archivo de la ex Capitanía de Puerto de Rosario, hoy Prefectura Rosario.
Foto de 1875. Asi se debió ver la Basílica cuando Urquiza repatrio los restos de sus padres y hermanos
En el año 1860, el Gral. Justo José de Urquiza, vivía momentos venturosos en su vida privada, ya que culminaba un momento político, cuya idea la había desarrollado por muchos años. Terminaba su periodo como Presidente de la Confederación Argentina y comenzaba otro periodo como Gobernador de la provincia de Entre Ríos.
A esto le sumamos la reconciliación de la capital con las provincias. Todo esto hace que llevara a cabo un gran deseo que tenía desde hacía mucho tiempo. El traslado de sus padres fallecidos en Buenos Aires y enterrados en el cementerio de la Recoleta, a nuestra ciudad. Así los tendría cerca y les rendiría culto, como hombre de fe que era.
Es así, que designa al canónigo Avelino Piñeiro, para preparar el traslado.
Una versión de los preparativos del acto lo da Manuel Taurel (encargado de los negocios del Gral. Urquiza en Buenos Aires) y decía que el Sr. Piñeiro no se fijaba en gastos, que ha repartido 33.000 pesos m/c en limosnas.
El acompañamiento estuvo formado por más de 150 carruajes, todo de gran duelo. Las cofradías y templos estarán de duelo.
Cuenta también que en la Bolsa de Comercio, en una mesa de duelo hizo colocar las cartas de invitación al acto. De 240 invitaciones, solo habían quedado 60 sin retirar, lo que hacía suponer que asistirían muchas personas al acto y destacaba lo importante que era Urquiza. Tal es así que el Dr. Vélez Sarsfield, al preguntarle si asistiría, comento que no había recibido invitación, pero que iría gustoso al acompañamiento de la familia Urquiza.
El 2 de mayo de 1860, se llevó a cabo la inhumación de los restos mortales de Josef de Urquiza, fallecido en 1829, de Cándida García, fallecida en 1844, y de dos hermanos Juan José, fallecido en 1855 y Ana, fallecida en el año 1827.
El acta fue firmada por varios testigos entre los que se encontraban sacerdotes, generales y el administrador del cementerio.
Ese mismo día fueron trasladados los cuerpos, al puerto de Buenos Aires, siendo uno de los espectáculos más imponentes del Siglo XIX.
Cada urna, trabajada en madera por los tallistas españoles Crusellas y García, colocadas en coche fúnebre tirado por seis caballos, ataviados con los ornamentos fúnebres, en número de cuatro, cada uno para cada despojo. Lo acompañaban carruajes cubiertos de paño negro, otros descubiertos, con lacayos de etiqueta y más de cien coches de acompañamiento.
Al llegar al puerto, se usaron cuatro balleneras y otras seis de acompañamiento, enlutadas, para trasladar los restos al vapor “11 de noviembre”. El cual traería hasta nuestro puerto la familia Urquiza y a quienes los acompañaban.
Luego de la construcción del mausoleo, en 1967, dentro de la base que sostiene el ataúd de Urquiza se encuentran los restos de sus padres y hermanos (Foto: Jorge Duarte)
El 5 de mayo llegan al puerto de Concepción del Uruguay, que se encontraba en lo que hoy es el balneario Itapé, y son trasladados a la Basílica de la Inmaculada Concepción.
Paralelamente a este traslado, Urquiza había ordenado el traslado de los restos de Cipriano de Urquiza, hermano, asesinado en 1844, en la ciudad de Nogoyá, siendo gobernador delegado.
Es así, que el mismo Gral. Urquiza, recibe los restos mortales de su familia y expresa un sentido discurso hacia la personalidad de sus padres y valores que le inculcaron. Y lo mismo hizo al recordar a su hermano Cipriano, a quien admiró de muy joven y a quien guio en su ideario político.
Lo recibió diciendo: “El dolor de tu perdida no ha turbado jamás mis propósitos de fusión política. Rogad desde la diestra de Dios, donde están los mártires de la patria, porque no vuelvan sobre ella jamás los tiempos de calamidad y de sangre en que tú, como tantos pereciste”.
Luego del responso de Urquiza se rezó un funeral dando por terminado el acto.
Hoy los restos de sus padres y hermanos descansan en una urna ubicada dentro del pedestal que corona el ataúd del General Urquiza y su hermano Cipriano, se encuentra en el panteón del Dr. Ruiz Moreno en el cementerio local.
Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Macchi, Manuel “Urquiza y el Catolicismo”, 1969