Bartolomé Zapata. El primer caudillo

Una de las fotos más antiguas de la ciudad. C. 1875. (Foto ilustrativa)

La villa en poder de los españoles

Eran tiempos de lucha entre españoles y patriotas. El 6 de noviembre de 1810, la villa de Concepción del Uruguay fue tomada por fuerzas españolas al mando del capitán de marina Juan Ángel Michelena. Con diferencia de muy pocos días, los realistas se apoderaron, también, de las villas de Gualeguaychú y Gualeguay.

El próximo paso sería, avanzar sobre Nogoyá y Paraná. A fines de 1810, la suerte de la Causa revolucionaria iniciada en mayo, había llegado a un punto crítico, al menos en el territorio de Entre Ríos.

Pero en medio de tanta desazón, aleteaba todavía la esperanza. Por una parte, en las fuerzas invasoras, se hallaban incorporados algunos oficiales que, con el tiempo, llegarían a tener importante figuración en la historia rioplatense –Artigas y Rondeau- quienes ya miraban con simpatía la causa de sus hermanos y sólo aguardaban el instante propicio para ofrecerles su apoyo. Por la otra, la invasión española y la consiguiente represión, sirvieron para engendrar la rebeldía de los paisanos y para acercar la hora en que los patriotas verían engrosadas sus filas con dos colaboradores de gravitación como los ya nombrados, a los que seguirían después muchos otros.  

Aquel primer grito de libertad lanzado en 1810 comenzó, pues, a extenderse desde el Uruguay hasta el Paraná. La brisa lo desparramó entre las cuchillas montieleras y un hálito de argentinidad penetró, de una vez y para siempre, en el alma de los entrerrianos.

La cruzada de Bartolomé Zapata

Poco a poco la causa de la Revolución en Entre Ríos fue ganando mayor número de adeptos. La idea de recuperar las villas tomadas por los españoles se fue haciendo cada vez más fuerte. Se pelearía con uñas y dientes si fuese necesario. De entre todos aquellos hombres dispuestos a dar sus vidas en defensa de la patria naciente sobresale un nombre: Bartolomé Zapata. Por eso -merecidamente- con él ha sido denominado un populoso barrio de nuestra ciudad.

Al comenzar la cruzada que habría de traer como consecuencia la liberación de las villas Entrerrianas, Zapata, al parecer vecino de Gualeguay contaba tan solo con medio centenar de hombres. Pero cuando puso término a su campaña, los contingentes se habían multiplicado y la situación se le hizo difícil, pues la ayuda del gobierno de Buenos Aires -armas y dinero- no se hacía efectiva. Sin embargo, no permitió que sus hombres se apropiaran de los bienes de los realistas, y ello a pesar de que tenía a sus tropas muy escasas de recursos, a tal punto que los soldados se encontraban casi desnudos y sin los más indispensables elementos  como yerba,  papel y mucho menos algún real en el bolsillo.

El hecho de que Michelena se hubiese retirado con el grueso de sus tropas, dejando pequeñas guarniciones en las villas, favoreció la acción de Zapata que, a mediados de febrero de 1811, reconquistó Gualeguay sin encontrar mayor resistencia. A los pocos días, el 21 de febrero, hizo lo propio con Gualeguaychú.

Cumplidas estas acciones, Bartolomé Zapata preparó la marcha sobre Concepción del Uruguay, a fin de consumar su obra.

El 17 de marzo de 1811 pudo hacer su entrada triunfal en la villa y, de inmediato, comunicó al gobierno de Buenos Aires el resultado de sus acciones. La Junta, al recibir el parte de la reconquista de Concepción del Uruguay, acusó recibo a Zapata en oficio del 11 de marzo. Además de reconocer sus importantes servicios, le concedió el grado de capitán.

Aparición de Francisco Doblas

No se habían acallado los ecos jubilosos despertados, en Concepción del Uruguay por la reconquista de la villa, cuando comenzaron a surgir ciertos problemas entre los vencedores que, a la postre, fueron a desembocaren un luctuoso acontecimiento. El primer desacuerdo se originó a raíz, de la designación de las nuevas autoridades capitulares, pues el cabildo anterior -adicto a la causa realista- había quedado disuelto como consecuencia de la huida de los españoles.

En tales circunstancias y mientras Zapata era, de hecho, la única autoridad, se aproximó a nuestra ciudad el capitán Francisco Doblas, al frente de ochenta hombres. En verdad, no se ha hallado ninguna documentación que indique que al tal Doblas, se le hubiese dado alguna misión determinada para cumplir en Concepción del Uruguay, ni mucho menos que debiera intervenir en cuestiones en las que nadie estaba más autorizado que el propio Zapata.

Doblas, de origen porteño, vivía en la villa desde 1809, cuando fue designado segundo comandante de las milicias de Entre Ríos -Cargo que seguramente quiso hacer prevalecer en estas circunstancias-, y, en su calidad de vecino había asistido al Cabildo Abierto celebrado el 30 de julio de 1810, para elegir diputado ante la Junta Provisional.

Producido el ataque de Michelena -en una actitud más que censurable- se retiró hacia la costa del Paraná. Reconquistada Concepción del Uruguay por Bartolomé Zapata, el capitán Doblas se presentó en la villa al frente de casi un centenar de hombres el 12 de marzo de 1811. La borrasca no tardaría en desencadenarse.

La muerte de Zapata

Muy pronto se pusieron de manifiesto las discrepancias entre Doblas y Zapata. Lo ocurrido a partir de este momento es bastante confuso y muy difícil de reconstruir, puesto que la única fuente disponible es la versión del primero de los nombrados.

Lo que sí podemos afirmar es que cuando la tensión entre ambos personajes llegó a su punto culminante, uno de los hombres de Doblas, el teniente Mariano Zejas, trató de hacer prisionero a Zapata. Este se resistió, entablándose un recio tiroteo, de resultas del cual cayó muerto casi de inmediato.

Al día siguiente del suceso narrado se llevó a cabo el sepelio de Zapata -en el viejo cementerio de Concepción del Uruguay. La anotación parroquial pertinente expresa: “El 22 de marzo de 1811 fue sepultado en el camposanto de esta Parroquia el cadáver de Bartolo Zapata, que al haber muerto de un balazo no recibió los sacramentos; de que certifico. Cura José Basilio López”.

¿Fue Zapata realmente una víctima de nuestras primeras disensiones civiles? ¿O fue, simplemente, una puja entre dos hombres que ambicionaban el poder? No me es posible contestar estos interrogantes. Además, muy poco es lo que se ha podido averiguar de este personaje singular; Pero lo que no, puede negarse es que su acción para liberar a las villas entrerrianas  la dominación española, lo convierte en uno de los primeros paladines de la independencia lugareña.

Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Urquiza Almandóz, Oscar, “Bartolomé Zapata murió en Concepción del Uruguay”, diario “La Calle” 12/11/1994

 

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