La Iglesia en el Colegio (1849-1859)

Colegio Superior del Uruguay, a fines de 1800

Hasta aquí estamos en los primeros tiempos del incendio. Recordemos que la Iglesia pasó a funcionar en el ala sur del Colegio Nacional. Al decirlo así parecería que fue aquella una instalación precaria, pero no. Alcanzó a ser una iglesia formalmente instalada, con todos los elementos del culto, altares, imágenes, púlpito, en fin, los detalles que darían al ambiente el tono del lugar sagrado.

Con motivo de la muerte del Cura Párroco Dr. José Benito Cotelo, -asesinado en Villaguay- se recibió como párroco interino el Pbro. Gregorio Maria Céspedes y Calvento, bajo el siguiente inventario: Viva la Confederación Argentina, mueran los enemigos de la Organización Nacional! En la ciudad de Uruguay, a los dos días del mes de octubre de mil ochocientos cincuenta y uno, año 42 de la Libertad, 37 de la Federación de Entre Ríos, 37 de la independencia y 22 de la Confederación Argentina, yo el Juez de Paz del Departamento pase a la iglesia parroquial de esta Ciudad a consecuencia de la muerte del cura de ella, D. José Benito Cotelo y en presencia del Presbítero D. Gregorio Céspedes, D. José Solares (representante del Síndico, D. Jorge Espiro, ausente) y los vecinos que suscribe: Procedía al inventario de los ornamentos, alhajas, útiles y existencias de dicha iglesia parroquial de modo siguiente: La iglesia y sacristía, están ocupando uno de los solares del Colegio de estudios, su extensión es como de 50 y tantas varas de largo y 6 varas de ancho; el dicha capilla hay cuatro altares incluso el altar mayor, con su tarima correspondiente y alfombra, el cual se compone de una mensa de madera con cuatro gradas, tabernáculo, sagrario y nicho, todo de madera; en dicho nicho se halla una imagen de la Purísima Concepción de talla en regular estado con una corona de plata lisa por adorno…  etc. etc.

El Colegio del Uruguay en sus primeros años.

Continúa este documento, muy extenso para su reproducción integra, el que por otra parte se encuentra borrado en varios lugares al margen de las páginas por haber sufrido la acción de la humedad. Sin embargo de él se deduce lo que antes decía: se trataba de una iglesia debidamente instalada, con proyección en el tiempo. Se advierte un detalle de objetos a veces de gran valor en imágenes, telas, joyas finas, platería, en fin… todo eso que da la sensación, podríamos decir, de esplendor. Este inventario está rubricado por el Juez de Paz Mariano Jurado. El Cura Gregorio M. Céspedes. Por el Sindico Jose Solares. Testigo Pedro Ma. Irigoyen y abarca seis páginas manuscritas de 39 líneas cada una, en texto bien apretado.

Plano del Colegio del Uruguay en 1874. (Foto: Calomar Argachá)

Siempre en relación a esta iglesia provisoria se registra en la página 25-26 del mismo libro de Fábrica antes mencionado la siguiente: Relación de las alhajas que han entrado a esta iglesia para su ornamento, a saber: De orden de SE el Gobernador y capitán General de la provincia Brigadier Justo José de Urquiza ha remitido el maestro platero de Gualeguaychú, Nicolás Pérsico lo siguiente: Una Custodia de plata como de dos tercias varas de altura con la base cincelada, con adornos en contorno del viril de hojas y espigas de plata dorada, un incenciario grande con la naveta y cuchara, dos cáliz uno de ellos todo cincelado y el otro con una guarnición solamente tiene sus pátenas y cucharas, todo de plata lisa, un ascebre para agua bendita con hisopo, todo de plata cincelada, un hostiario de plata.

Sigue luego un detalle de objetos adquiridos por colecta popular, entre los que figura el Órgano serafín que importó cuatrocientos cincuenta patacones, etc.

Al devenir de los tiempos, muchas de estas cosas han desaparecido destruidas por el uso. En algunos casos el metal fino ha servido para construir nuevos elementos, sin perjuicio de que alguna pieza -dicho sin malicia-, haya ido a parar a algún museo. Pero de los objetos regalados por Urquiza se conservan, identificados: la custodia del Santísimo, dos cálices, la naveta de incienso, el juego de vinajeras y el hostiario, verdaderas joyas que merecen ser conservadas.

Edición del texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio, sobre el texto extraído de: Nadal Sagastume, José A. “Nuestra Parroquia, apuntes para la historia”, 1975

 

 

 

 

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