Pablo Cataldi, el singular orfebre, luego convertido en el grabador de Urquiza, había nacido en Sicilia (Italia) en el año 1820. Su dedicación al arte de la grabación comenzó con el trabajo en pequeñas piezas de plata y obras de joyería. Se perfeccionó en labores en hueco y relieve, incursionando también en la pintura. Multifacético, inventó maquinarias industriales para granjas lecheras. Todas estas actividades las volvería a desarrollar en nuestro país, tanto en Buenos Aires como en Entre Ríos.
Tenía 36 años, cuando decidió trasladarse a Argentina. Vendió todas sus pertenencias en Italia y recaló en la ciudad de Buenos Aires en 1856, dónde de inmediato su arte se difundió, sobre todo entre la numerosa colonia Italiana. Entre esas personas se encontraba Pedro de Angelis, persona muy vinculada a la vida política y cultural del país, quien lo ayudó a instalar su taller y escribió, por ejemplo a Bartolomé Mitre, para quien realizó la medalla conmemorativa a la repatriación de los restos de Bernardino Rivadavia, en 1857.
Nunca dejo de compartir su trabajo de grabador con la elaboración de productos lácteos, incluso llegó a establecerse, aunque temporariamente, en Morón, donde desarrolló maquinarias para el ordeñe y la industrialización de la leche y la fabricación de quesos, a las que presentó varias exposiciones europeas.
Entre sus muchos trabajos, en 1860, se destacaron los cuños de las primeras monedas de cobre de 2 reales emitidas por el Banco y Casa de Moneda de Buenos Aires. En 1864, trabajó en la acuñación de una medalla conmemorativa del Primer Ferrocarril del Sud y, al año siguiente, en una pieza alusiva a la inauguración del teatro de la localidad de Morón, para la cual utilizó el mismo anverso que troqueló para la anterior. En 1860 el gobierno le negó una concesión lo cual disgustó al orfebre quien creía tener ya un reconocimiento y, más tarde en 1866, el gobierno nacional encargó unas obras de arte a Europa. El verse nuevamente ignorado provocó un disgusto que lo impulsó a dejar Buenos Aires y trasladarse a Entre Ríos.
Cataldi, llega a nuestra ciudad en 1867 el artista siciliano, grabador, platero, orfebre y fabricante de productos lácteos entre otras cosas, conocía a Urquiza desde algunos años antes, más precisamente el 29 de marzo de 1860 cuando le envía al general Urquiza una prensita para timbrar en blanco un sello para el Congreso Legislativo de la Confederación Argentina. Luego, más tarde, el presidente le había encargado la confección de la hermosa medalla del Pacto de Unión de 1860 con que se había obsequiado a autoridades y amigos, y llegado a nuestra ciudad pidió ayuda al general, quien de inmediato le cedió un campo cercano al Palacio, donde el destacado artista habría de alternar su trabajo de orfebre con el oficio de fabricante de quesos y otros productos lácteos.
En su estadía en la estancia de Urquiza, da forma a la moneda metálica entrerriana, el medio de real de plata de 1867 y muchas de las más importantes piezas de la medallística entrerriana, entre ellas las medallitas de oro y plata de la colocación de la piedra fundamental del teatro 1º de Mayo, que la esposa del general Urquiza, Dolores Costa, distribuyó personalmente entre los asistentes al baile realizado en dicha ocasión. Cataldi también troqueló las medallas de “Premio a la Aplicación y al Mérito” que distribuía entonces el Histórico Colegio fundado por Urquiza y que tenía en el anverso grabado el perfil del General Urquiza. Además el artista italiano elaboró recuerdos de bautismo, botones y gemelos, artísticos mates y bombillas, piezas hoy muy buscadas por coleccionistas y estudiosos.
Otra de las tareas a las que Cataldi se dedicó con esmero en nuestra región, fue a la industrialización de la leche, hecho este destacado por la prensa Uruguayense de la época. En numerosos artículos se elogia calurosamente la labor desarrollada en su fábrica y pintorescos avisos publicados por él mismo dan cuenta de los detalles de elaboración y precios.
De las noticias periodísticas locales referentes a Cataldi, “El Uruguay” de 1869, informa sobre el ordeñe realizado por medio de un aparato de sistema norteamericano fabricado por el mismo, casi con seguridad se puede afirmar que fue el primer ordeñe mecánico efectuado en nuestro país.
Pero no todo sucedía con tranquilidad, seguramente, debido a su carácter y forma de ser, a principios de 1868 había tenido una serie de inconvenientes con el personal de su fábrica, los problemas llegan a tal punto que casi todos lo abandonan. En una carta dirigida al general Urquiza el 18 de febrero de ese año le informa: “V. E. sabe que por 3 veces se han complotado y yo he sufrido por no tener discípulos en el ramo…” El original tiene muchas faltas de ortografía.
Ante los problemas presentados y la conveniencia de mantener a Cataldi y formar a su vez personal apto y estable, tanto en la artesanía del grabado como en la fabricación de lácteos el general hace que el Congreso dicte una ley estableciendo una Escuela de Artes Oficios, nombrándose a Cataldi director de la misma. El artista recibe con júbilo la noticia y trata de llevar por buen camino la importante iniciativa. Redobla su trabajo personal e inicia a los discípulos en el arte del dibujo, grabado y cincelado a unos, y en la industrialización de la leche, a otros, previa una selección de los mejores para cada caso.
Después de la muerte de Urquiza, Cataldi se siente desamparado y se le hace, día a día más difícil la vida en el lugar. Enfermo y sin apoyo alguno, regresa a la ciudad de Buenos Aires y, si bien en su despedida expone su intención de regresar a Europa, no se sabe si pudo lograrlo.
Por casi una década se pierden datos sobre su vida o su labor y, recién en 1879, aparece un artículo periodístico en el que el propio Cataldi dice que ya ha regresado de su viaje por Egipto y que se encuentra nuevamente en Buenos Aires.
Pablo Cataldi vivió con el apasionamiento de los artistas y su final estuvo de acuerdo con su vida. Tal vez, la preocupación constante por la educación de la juventud y por la formación de aprendices en el arte del labrado se haya abrigado en su mente marcada por la orfandad temprana. La Escuela de Artes y Oficios, cumplió, por algún tiempo y en cierta medida, con esa inquietud de dejar a las nuevas generaciones la herencia valiosa de su saber.
La enfermedad, la miseria y el abandono acompañaron los últimos días del artista. Se suicidó, al comenzar el otoño, el 21 de marzo de 1882, en Buenos Aires.
Texto: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Pablo Schvartzman, Álbum-Guía de la Cámara Metalúrgica de C. del Uruguay (1967) y Publicación del Palacio San José, Colección de piezas numismáticas
A lo largo del tiempo, en nuestra ciudad y región, han habido muchos negocios y productos que han quedado marcados en la memoria colectiva de la población, entre ellos se encuentran, como no, la “Lusera” y la “Marcela”, y también el motivo de nuestra nota del día de hoy, los recordados jugos “Erpen”.
Nos hemos reunido varias veces con descendientes de emprendedores de nuestra ciudad, que con mucha emoción nos han narrado la historia de sus antepasados y nosotros se las hemos transmitido a Uds., para que no se pierdan en la vorágine de la historia de Concepción del Uruguay.
Hoy nos entrevistamos con Arnaldo Erpen y juntos hemos recordado esa imagen que nos dejó nuestra infancia, de una mesa tendida para el almuerzo o la cena con nuestras familias reunida y esa botella de naranja con una etiqueta de un niño que nos llamaba la atención, y la duda era saber si de verdad era un bebé o simplemente un dibujo. Nuestras madres nos contaban que era de verdad un niño y que era el hijo del dueño de la fábrica de jugos Erpen. Era una época dónde se valoraban, mucho más que ahora, los productos locales y las bebidas de las grandes marcas se dejaban solo para acontecimientos especiales.
La fábrica de dulces y jugos Erpen, estaba ubicada en calle Seguí 72 de nuestra ciudad, funcionó por más de 45 años entre 1950 y 1996.
El impulsor de este emprendimiento fue Luis Arlando Erpen, si, Arlando, no es un error, así estaba anotado. Había nacido en 1920, en Líbaros, departamento Uruguay y era descendiente de inmigrantes del Cantón de Valais, con antepasados en Italia y Alemania.
Los padres de Luis Arlando fueron Valentín Erpen y Antonia Villanova. Este matrimonio, que vivió primeramente en Urdinarrain, se trasladó luego a Líbaros, dónde junto con un hermano fundan un establecimiento agropecuario denominado “Erpen Hnos.” que fue innovador en muchos sentidos, por ejemplo en ese campo se utilizaron los primeros tractores, que por ese entonces tenían grande ruedas de hierro, y supieron aterrizar los primeros aviones en la zona.
Valentín y Antonia tuvieron nueve hijos (cinco varones y cuatro mujeres). Luis, el menor de ellos, desde muy joven trabajó en tareas del campo. Pero su espíritu de progreso y curiosidad lo hacen investigar, ya desde pequeño, a través de revistas que compraba en Buenos Aires, sobre temas agropecuarios, sobre las abejas y sobre dulces y conservas. Estas revistas las compraba por correo y le llegaban a la semana por el ferrocarril a la entonces Estación de Libaros.
Hacia fines de cada año, Don Valentín reunía a todos sus hijos y distribuía entre ellos, proporcionalmente, las ganancias obtenidas durante ese período en la explotación agropecuaria. En el año 1947 en dicha ocasión, Luis le comunica a su padre su intención de dejar las tareas del campo y trasladarse a Concepción del Uruguay para dedicarse a la actividad Industrial que era su pasión. Al año siguiente, fallece repentinamente Valentín y se cierra una etapa en la vida de Luis.
Con 27 años de edad se traslada a Concepción del Uruguay, vive unos años en la casona familiar ubicada junto al Cine Texier,- existente en la actualidad- que su padre había comprado en los años 20, para tener donde alojarse cuando venía a Concepción del Uruguay y además que pudieran estudiar tres de sus hermanas -Virginia; Isabel y Lucía- que cursaron sus Estudios secundarios y Magisterio en Escuela Normal “Mariano Moreno” recibiéndose de Maestras y un hermano, Bernardo, que luego fue Escribano.
Ya afincado en la ciudad, en 1949, compra parte de lo que era el parque de la casa del Dr. Martín Reibel, en la zona del puerto nuevo, que para esa época era prácticamente un descampado. En este terreno construye primero los galpones de la fábrica y luego su casa familiar. En 1950, contrae enlace con Genoveva Kobilansky, también oriunda de Líbaros. Este matrimonio, tuvo dos hijos (Arnaldo y Gloria). La familia continúa viviendo en la casona de calle Rocamora hasta 1959, en que se trasladan a su nueva vivienda pegada a la fábrica.
La empresa comenzó con la fabricación de dulce de batata y dulce de leche los que se vendían en cajas de metal con el logotipo impreso en ellas.
La zona, para medidos del siglo XX, era muy descampada con muy pocas construcciones. Las batatas para la elaboración del dulce se almacenaban en una parte del terreno al aire libre, y nos cuenta Arnaldo Erpen, que en las cercanías- para la zona de los tanques- vivía un señor que era lechero y criaba vacas y estas se cruzaban hacia el predio de Erpen para comer las batatas, haciendo un verdadero desastre con estos vegetales, lo que era todo un inconveniente para este emprendedor que recién comenzaba. Finalmente Luis encontró la solución, alambrando su propiedad.
El dulce de leche, se hacía con leche que se traía en tarros lecheros con el nombre “Luis Erpen” impresos en ellos, por tren, desde la ciudad de Crespo, centro lechero entrerriano. Estos dulces se llamaron primero “Naldo” y más tarde “Erpen”, ya con la tradicional imagen del bebé. Al tiempo, los dulces se dejaron de elaborar y la fábrica se dedicó solo a la elaboración de jugos
Promediando la década de 1950, entre 1954 y 1955 incorpora la fabricación de jugo de naranja que al poco tiempo se convertiría en el caballito de batalla de la empresa. La materia prima, se traía de la ciudad de Concordia y de Monte Caseros. Jugos concentrados de Pindapoy y Malleret.
La pujanza de Luis y la necesidad de incrementar su rentabilidad, hizo que emprendiera otros aspectos del negocio, incursionado en la producción de soda (aunque por poco tiempo), y para ellos se reunía con soderos de la época de nuestra ciudad. Estas reuniones se llevaban a cabo en la “Quilmes” y participaban otros soderos recordados como Joray o Salvarezza, e incluso, aunque por poco tiempo, elaboró jugo de naranja con gas en botellitas de vidrio. Para esto había comprado una maquina dosificadora.
Así fueron trabajando, primeramente con envases de vidrio, retornables, hasta usaron damajuanas (a fines de la década de 1970) y luego, ya a principios de la década de 1980 con envases plásticos no retornables de litro y medio. Para ese momento, los jugos “Erpen” eran infaltables en todas las mesas y fiestas Uruguayenses.
Los envases retornables hacían la producción muy complicada. Se tenían que lavar para volver a usarlos, al comienzo todo se hacía a mano. Tenían tres piletones donde se dejaban las botellas y damajuanas toda la noche en soda cáustica. Al otro día se lavaban con cepillos, trabajo que se hacía a mano y se abonaba a los empleados por cajón limpio. Luego, este proceso se mecanizó lo que permitió mejorar el rendimiento de la planta.
La dificultad más importante estaba en que no siempre se recuperaba la misma cantidad de envases que salían de la fábrica, porque algunos almaceneros no eran muy rigurosos con el cambio de envases. Este problema se agudizaba en períodos de alto consumo, como la temporada de verano.
Para 1974 se incorporan otros sabores, como el de mandarina y limón. Luego viene la época de envases no retornables y hasta de plástico. Ya para entonces se habían incorporado otros sabores: lima-limón y pomelo. Y hasta se llegó a fabricar jugos en sachet, delicia de los más chicos.
La distribución se hacía en toda nuestra provincia, Buenos Aires y hasta el sur de nuestro país. Fue una época de apogeo, entre los años 1970 y 1980.
Esta fábrica, en su mejor momento, tenía 4 empleados fijos, que lo reforzaban con 15 a 20 empleados en época estival, donde se producía mucho más, llegándose a duplicar los turnos de trabajo.
Don Luis un hombre siempre activo, fue tomando otros compromisos en empresas donde tuvo acciones, por ejemplo en frigoríficos avícolas. Finalmente deja la fábrica, luego de una enfermedad que lo tuvo internado en Buenos Aire, a mediados de la década de 1970, aunque nunca perdió totalmente el contacto con la fábrica. Al principio la dirección de la empresa queda en manos de un cuñado de Luis, Pedro Kobilansky, alias el gringo, que estuvo en la fábrica desde su adolescencia, traído por Arlando de Libaros de dónde era oriundo, acompañado con su hijo Arnaldo y luego de su yerno, Carlos Gondell.
Luis Erpen, el fundador, fallece en 1992, de manera repentina y encontrándose en plena actividad como Director de otras Empresas.
A lo largo de todo este tiempo, el mercado fue cambiando, aparecieron nuevas marcas y la competencia fue incrementándose, sumado a esto las continuas crisis por las que atravesó nuestro país y los cambios de valor del dólar, moneda de referencia para muchos insumos de fabricación (envases, jugos, transporte, maquinarias, etc.), todo esto hizo que no dieran los costos de producción por el constante proceso de desvalorización de nuestra moneda, que hizo que la empresa diera más pérdidas que ganancias, de tal manera que una vez que se hubieran jubilado los empleados más antiguos, se tomó la triste decisión de cerrar la fábrica. Uno de ellos era Miguel Ángel Squivo que trabajo desde adolescente en la fábrica.
Así que un 30 de noviembre de 1996, jugos “Erpen” cerró para siempre y se instaló en la memoria colectiva de los habitantes de Concepción del Uruguay, que lo recuerdan hasta el día de hoy.
Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Charla con Arnaldo Erpen (07/12/2021)
Esta tienda tan recordada en Concepción del Uruguay, fue inaugurada el 28 de abril de 1928, y estaba ubicada en la esquina de calles 3 de febrero y Alberdi.
Pero esta esquina tiene mucha historia. Los registros más antiguos que se tienen de este solar (cuarta manzana), datan del año 1836 y pertenecía a Don Luis Vidal. Luego este vende a doña Rafaela Luque. Esta deja como única heredera de su bien a su hermana Juana Luque de Cabral.
Al fallecer, heredan la casa y terreno sus hijos. Estos venden en 1872, a José Cabral, toda la propiedad. Este al año vende la casa y terreno a la Sociedad García Hnos. Eran dos hermanos, uno vende su parte al otro.
En el segundo levantamiento de López Jordán, en la provincia de Entre Ríos, esa esquina fue un bastión de defensa.
El 13 de abril de 1884, vende García a don Emilio Fontella.
El 11 de enero de 1890, el Señor Fontella transfiere sus bienes a Amalio Bernales, quien constituye una sociedad con Gutiérrez y fundan una tienda, ferretería, almacén por menor y mayor. Se llamó “La Competidora Argentina”. Cierra definitivamente este comercio en 1904.
Para 1904, la propiedad, es decir todo el solar, es vendida a Antonio Nogueira. Todo lo edificado se demuele y Nogueira construye un edificio comercial, con sótano y entrada en la ochava. Además de las casas familiares, de un hermano y de él. Inaugurando en 1916, Farmacia y Perfumería “Americana “de Pedro Torrabadella, Almacén por mayor y menor de Antonio Nogueira y Tienda de José Gondel y Zafrilla.
El 31 de mayo de 1924, un incendio afecta todo lo construido. A días de este siniestro ya se había acondicionado el lugar y comenzaron a trabajar.
El 28 de abril de 1928, se inaugura Tienda Mosca Blanca, el propietario fue Roberto Martínez, quien había iniciado su actividad comercial en la ciudad de Gualeguay con el nombre de “Blanco y Negro”. Con el correr de los años, tenía sucursales en varias ciudades entrerrianas, abriendo una en nuestra ciudad en la esquina de las calles 9 de Julio y Alem, el 10 de noviembre de 1912, que cierra en 1928 para abrir la tienda “La Mosca Blanca”.
“La Mosca”, como se la llamaba paso momentos de esplendor, donde se vestía la mayoría de los habitantes. Su entrada estaba ubicada sobre la ochava de calles 3 de Febrero y Alberdi y sobre la misma se levantaba el característico letrero que se puede ver en las fotos
En 1970, el salón se reduce y en 1972, se divide el local ocupando la parte que daba sobre calle Alberdi el Supermercado El Supremo, continuando la tienda sobre calle 3 de Febrero hasta si cierre definitivo en el año 1986, luego de 58 años al ,servicio de los Uruguayenses. Hoy en ese solar está el Supermercado de la cadena Dar.
Texto: Civetta, María Virginia/Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Rousseaux, Andrés, Edificios con Historia, Tomo I
Casi todos, con seguridad, conocemos que el doctor Victorino de la Plaza, que fuera vicepresidente de la Nación entre 1910 y 1914 y presidente de Argentina entre 1914 y 1916 por la muerte del presidente, Roque Sáenz Peña, fue un ex alumno del Colegio del Uruguay Justo José de Urquiza, y que lo recuerda con un óleo colocado en su salón de actos. Lo que, tal vez no esté tan difundido es que Victorino de la Plaza trabajó durante un período de si vida, en la ciudad de Concepción del Uruguay.
Victorino de la Plaza, había nacido en Payogasta, provincia de Salta, 2 de noviembre de 1840 y en esa ciudad Ingresó al estudio de Mariano Zorreguieta y comenzó a trabajar como escribano y procurador. Posteriormente, aprobó un examen ante el Supremo Tribunal de Justicia, por lo que consiguió el título de notario. Gracias a una beca otorgada por el presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, pudo estudiar en el Colegio del Uruguay, completando así sus estudios secundarios. Como presidente de la Nación, sin duda su legado más valioso es he el de haber consolidado la reforma política iniciada por Roque Sáenz Peña y que instaurara en nuestro país el voto secreto y obligatorio.
Respecto de su actuación profesional en nuestra ciudad, en un artículo, aparecido en el diario “La Calle” en el año 1946, Rodolfo Seró mantero nos relata que, el 8 de enero de 1855, el Gobierno Nacional designa Agente fiscal al Doctor Alberto Larroque; defensor de pobres a Don Fidel Sagastume y amanuenses a los alumnos más aventajados del Histórico, quienes debían ser propuestos por el Rector y “asistirían al despacho sin perjuicio de sus estudios”.
Al comunicárselo el General Urquiza con la firma de su Ministro doctor Del Campillo, le expresan que confían en su patriotismo “al exigir Ud. este nuevo servicio”. El Rector contesta: “El peso de las inmensas tareas y la responsabilidad que ya gravita sobre mí en la dirección del Colegio del Uruguay, debieran hacer desmayar mis fuerzas y ponerme en la necesidad de no aceptar el nombramiento con que acaba de honrarme el Exmo. Gobierno Nacional. Pero el intenso deseo a costa de los mayores sacrificios, a la planificación de todas aquellas medidas gubernativas que tiendan a afianzar las garantías y felicidad del pueblo argentino, me induce, decididamente, a contraer este nuevo compromiso”.
Así hablaba y así procedían aquellos grandes hombres eminentes que habiendo nacido en tierra extraña, se sentían tan íntimamente identificados con la nuestra. El doctor Larroque era licenciado en Letras en la Universidad de París; había ocupado cátedras de derecho en la Universidad de Buenos Aires. Sus grados académicos databan de 1848 y su patente de abogado lleva la fecha del 15 de septiembre de 1.854.
Al lado de tan gran maestro, recibiendo primero sus lecciones en el Histórico y luego sus enseñanzas en la judicatura, realizó sus primeras armas Victorino de la Plaza, quién había sido nombrado escribano en el Juzgado del Crimen. Victorino, debió haber tenido para esa fecha 16 años, ya que había nacido el 2 de noviembre de 1840.
El autor, luego indica que en fecha del 7 de junio de 1.862, se emite un decreto que da por terminadas estas funciones, cuyo texto es el siguiente:
“Habiendo terminado el plazo de la licencia para ausentarse de la Capital al escribano del Juzgado del Crimen del primer distrito, y teniendo conocimiento del Gobierno que dicho funcionario ha tomado empleo en Buenos Aires.
Decreta:
Art. 1º. Cesase el título de escribano del juzgado del crimen del primer distrito judicial acordado a favor de D. Victorino de la Plaza.
Art 2º. Nombrase para reemplazarlo al escribano público y de número D. Porfirio G. Tenreyro.
El Decreto está firmado por Urquiza, Domínguez y Manuel Leiva.
De esta manera vemos que el futuro presidente de la Nación comenzó su vida laboral, como escribano, entre los años 1855 y 1862, en el Juzgado del Crimen de Concepción del Uruguay. Victorino de la Plaza fallecería en Buenos Aires el 2 de octubre de 1919.
Edición del texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Seró Mantero, Rodolfo, “El Dr. Victorino de la Plaza actuó como Escribano en esta ciudad”, diario “La Calle” del 2 de febrero de 1946. Agradecimiento a la Museóloga Ana Trípoli, por facilitarnos el acceso a las fuentes, texto procesado por María del C. González Méndez.
En nuestras recorridas por la ciudad, encontramos unas viejas veredas de piedra labrada, que por supuesto, llamaron nuestra atención, las suponíamos de hace mucho tiempo, pero no podíamos determinarlo. Luego, pudimos acceder a un digesto de Ordenanzas municipales del año 1901, y ahí encontramos, la respuesta a nuestro interrogante
El 3 de marzo de 1901, el presidente municipal Wenceslao Gadea, promulga Ordenanza Nº 20, que había sido sancionada unos días atrás, el 25 de febrero, por el Concejo Deliberante local.
Esta norma, dividió a la ciudad en tres radios. El primero se extendía desde la plaza Ramírez cuatro cuadras al norte, hasta la calle Artes (hoy Bartolomé Mitre), igual cantidad de cuadras hacia el sur, hasta la calle San Luis (Hoy Ereño), dos cuadras al este, hasta Erausquin y Jordana y tres cuadras al oeste, hasta América (14 de Julio) y Madrid (21 de noviembre).
El segundo radio se extendía desde el límite del radio uno, tres cuadras hacia el norte, hasta calle Belgrano, cuatro hacia el sur, hasta calle Montevideo (25 de agosto) y seguían igual los límites este y oeste.
Finalmente, el tercer radio se extendía desde esos últimos límites hasta los bulevares que circundaban la planta urbana de ese entonces y la separan de la zona de quintas.
Esta Ordenanza, fija con carácter obligatorio y de acuerdo al radio dónde se encuentre la vivienda, diferentes criterios de construcción de frentes, veredas y cordones, además de establecer los cerramientos de patios y baldíos y los tipos de revestimiento de los frentes de cada una de las casas, hasta fijaban, las alturas de los frentes y de las aberturas y puertas que daban a la calle y por supuesto, la forma y los materiales de los que deberían ser construidas las veredas en cada caso.
Por ejemplo para las casas comprendidas dentro del radio uno, establecía que el alto debería ser de 6 metros como mínimo si era de una sola planta y de 10 metros, mínimo, si era de dos pisos. Las aberturas que daban a la calle deberían ser de 2,40 metros de alto y las puertas de 2,90 metros como mínimo. En esta ordenanza podemos encontrar una explicación del porqué de las casas de esa época de una misma altura y con puertas y ventanas de este tamaño.
Las paredes de los patios o baldíos que daban a la calle deberían ser de ladrillo con una altura de dos metros, excepto las que se encontraban circundando la plaza Ramírez que debían tener una altura de tres metros. Además establecía la obligación de construir ochavas en las esquinas y revocar y blanquear las paredes que daban a la calle.
Similares condiciones se determinaban para los demás radios, aunque con menores exigencias a medida que se iba alejando de la zona céntrica, por ejemplo, para el radio dos regían las mismas condiciones que en el primero, en lo referente a la altura de las viviendas y de sus aberturas y puertas exteriores y el revestimiento externo. En este radio, las casas eran mayormente de techos a dos aguas, tipo rancho, y ahí se especificaba que quienes tuvieran ese tipo de techumbre ya sea de “teja, cinc o paja”, deberán colocar caños de desagüe que eviten que el agua de lluvia caiga sobre la vereda y que estos, deberán pasar por debajo de la vereda y desaguar directamente en la calle.
Además se establecía que quienes justifiquen no poder costear una pared de ladrillos en patios o baldíos, podrán hacerlo con alambre de cerco.
Para el tercer radio era obligatorio contar con puertas y aberturas de las medidas indicadas para los dos radios anteriores, así como también contar con la ochava correspondiente, y, en este caso se podían delimitar los predios con alambre de cerco, siempre que tuviera una altura mínima de 1,80 metros y colocado con postes de madera labrada.
Para ajustarse a lo normado por esta Ordenanza, se definió un plazo de 90 días para el radio uno, de 180 para el segundo radio y de 360 días para el radio número tres.
Las veredas
Hemos dejado este punto para el final, ya que esta norma fijaba también como debería construirse la vereda y los cordones de acuerdo al radio en que se encontraba la casa, y nos sorprendió encontrar, en al menos dos lugares de la ciudad todavía restos de esta veredas de más de 120 años de existencia, como se podrá ver en las fotos que se adjuntan al artículo.
En efecto, en lo referente a las veredas, y para el radio uno, se determinaba que las mismas deberían construirse con “piedra labrada del país, piedra del Salto, mármol, mosaico, con cordón de piedra labrada”.
Las exigencias variaban, siendo para el radio dos de “ladrillo denominado de mesa, con cordón de piedra labrada” y para el radio tres los requerimientos eran mucho menor, ya que se estipulaba que las veredas se podían construir con “tosquilla apisonada o cualquier otro material que a juicio de la oficina de Obras públicas ofrezca solidez, exceptuándose el empleo de pedregullo o piedra china la que no se permitirá su empleo en las veredas, solo con concreto de portland, con cordón de piedra sin labrar de primera clase.
Este es, creemos, el origen de estas viejas veredas y cordones de piedra labrada. De todas formas, esta Ordenanza, de la cual desconocemos el grado de cumplimiento que tuvo, no deja de ser un detalle curioso más de nuestra historia cotidiana.
Texto: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Fuente: Digesto de ordenanzas municipales. Año 1901
Cada 23 de septiembre, la Escuela Normal de Concepción del Uruguay, revive su celebración de aniversario, en consonancia con el día en que la historia argentina recuerda el nacimiento de Mariano Moreno, quien desde 1958 da nombre a nuestro establecimiento uruguayense. Sin embargo, la otrora “Escuela Normal de Maestras”, segunda escuela normal del país, pero primera destinada a la formación de mujeres, fue inaugurada en marzo de 1873, con un acto en las puertas de su primitivo y original edificio.
Sí, para – todavía – sorpresa de muchos, la Escuela Normal del Uruguay, no siempre estuvo alojada en el magnífico y gran edificio que hoy ocupa, que fue en realidad inaugurado en 1915, como hemos recordado en un artículo escrito meses atrás.
Hacia 1869, Urquiza y Sarmiento habían llegado al acuerdo para abrir las primeras escuelas normales en suelo entrerriano. Pero para poner en funciones la de preceptoras, el gobernador de la provincia se comprometió a construir un edificio acorde. Por esto, se contrató al arquitecto Juan Fossati, quién se ciñó al modelo en boga en los Estados Unidos, proyectando el primitivo edificio que hoy vemos en la intersección de las actuales calles Galarza y Supremo Entrerriano, inmueble conocido hoy como “municipalidad vieja”.
Pero, más temprano que tarde, la locación erigida resultó “chica”. La nacionalización en 1875, la creación de la Escuela de Aplicación (nivel primario), y el Kindergarten (Jardín de Infantes) en 1887, hará que los salones a disposición, sencillamente, no alcancen. Durante años habrá una súplica angustiosa, ante las autoridades. Muchas notas conservadas en el Archivo Histórico Escolar, dan cuenta de ello: “El edificio de esta escuela está en buenas condiciones, pero insuficiente de todo punto para el número de alumnos que concurren a ella (…) Sólo hay tres salones en la planta baja para los seis grados de la Escuela de Aplicación de los cuales dos son tan reducidos que nos obligan a rehusar todos los años la matrícula a gran número de niños. En los altos son cuatro los salones y una pequeña sala para la dirección y en ella se dan las lecciones de música.” (Memoria Anual, enero de 1884).
Fue así que, la primera directora, Clementina C. de Alió, logrará – a duras penas – el alquiler de un inmueble contiguo que funcione como anexo, pero uno solo resultará insuficiente, y sus pedidos irán más allá, sugiriendo arrendar otros, y un ensanche del primitivo edificio, a través de la compra de un terreno contiguo. Pero sus pedidos parecían caer en sacos rotos, y los hechos se tornaban alarmantes. En abril de 1886, escribe: “La situación de esta escuela verdaderamente difícil para mí, me obliga a molestar su atención esperando ha de poder interponer su valioso concurso para salvar dificultades insuperables aquí. La matrícula ha subido este año a 633 alumnos. Lo comuniqué telegráficamente al señor ministro pidiéndole tuviese a bien autorizarme para alquilar una casa contigua pues no cabían en este edificio y no creía prudente disgustar a tanto número de familias despidiendo cien niños de una vez. Tan impolítica juzgo la medida que coloque los niños de a tres en cada pupitre en las secciones del primer grado dando cuenta al Ministerio en nota fecha 18 de marzo y acompañando un cuadro demostrativo de nuestra situación.”
La dura realidad de este establecimiento exitoso en su obra educativa, pero pequeño en dimensiones construidas, se prolongará durante décadas. Sin embargo, hacia 1889, las esperanzas cobran vida de nuevo, ante la inminente construcción de un edificio nuevo que la pueda albergar. En el informe anual presentado a principios de ese año, la Rectora decía: “El edificio ha recibido las refacciones (…) y este hecho la pone en condiciones favorables para un año y algunos meses que será el tiempo necesario para inaugurar el nuevo edificio que está próximo a empezarse. Por fin señor ministro (…) va a contar esta escuela con una casa adaptada al fin que se propone, necesidad sentidisima cuya satisfacción viene a ponerla en condiciones de duplicar su matrícula.”
El nuevo edificio que se proponía construir era un anteproyecto gestado en las oficinas del Departamento de Obras Públicas de la Nación durante el año 1888, en el cual desempeña su cargo como Inspector General, el reconocido arquitecto e ingeniero italiano Francisco Tamburini. Quien fue autor de grandes obras públicas icónicas como el Teatro Colón (proyecto inicial) la remodelación de Casa Rosada, el teatro San Martín en Córdoba, entre otras. Sus trabajos llegaron a distintas ciudades del interior del país, y su gran desempeño y producción quedaron de manifiesto durante sus siete años de labor, proyectando un centenar de obras como: escuelas, hospitales, asilos, teatros, edificios gubernamentales, entre los más destacados, al igual que residencias particulares. Su accionar resulta de gran importancia, ya que se desempeñó en tiempos donde el Estado Nacional debía construir su imagen física y arquitectura simbólica, adoptando un carácter monumental.
Es un periodo de fuerte apuesta por las obras escolares como política para asegurar una educación popular, obligatoria, gratuita y laica junto con la formación de maestros para dicho propósito. En este contexto le fue encomendado el diseño de un total de 22 establecimientos educativos, entre colegios, escuelas superiores y normales para Salta, Rosario, San Luis, etc. Entre este vasto catálogo es donde figura, nuestra Escuela Normal del Uruguay.
Para construir estos edificios se designaban lotes vacíos que permitieran aplicar la tratadística utilizada en Francia y otros países europeos, basándose en el “principio académico de jerarquías programáticas” definiendo a las escuelas superiores, como aquellas que debían llevar la mayor carga representacional y tipologías organizadas. Los desarrollos debían comprender características en común, como patios con aulas en torno a ellos, un planteo simétrico respecto a un eje, tener por lo menos dos plantas para poder mantener la proporción, armonía y belleza. La mayoría de los proyectos siguen un planteo similar, llegando incluso a repetirse con escasas variaciones.
En nuestro caso, como lo refleja el citado informe anual de 1889, los lotes asignados para llevar a cabo la construcción, se lograron gracias a la intervención de diferentes poderes. Dice allí Clementina C. de Alió: “(…) el Excelentísimo Gobierno Nacional por medio de V.E. y la Municipalidad de esta localidad, que sacrificando sus rentas, compró y donó a la Nación dos manzanas de terreno, y por último el Exmo. Gobierno de la Provincia que está en vísperas de donar otras dos manzanas que, reunidas a las anteriores, forman un terreno de 2200 metros (…)”.
El edificio se implantaba uniendo cuatro manzanas, generando una transformación en la disposición de la trama urbana, sobre las parcelas que ocupó finalmente, pero su fachada principal se desarrollaba sobre calle 9 de julio, entre calles Chaco y los Andes, actualmente conocidas como Jordana y Mariano López respectivamente, y no sobre Jordana como se terminó de ubicar finalmente.
El proyecto apoyado en la tratadística antes mencionada en una distribución regida por dos ejes de composición, un eje principal donde se ubicaría: el salón de actos públicos, una sucesión de aulas con un núcleo sanitario, y un gimnasio. Sobre el otro eje se ubican los accesos secundarios, acompañados de baños y guardarropas. En el perímetro se distribuían aulas con sala de dibujo, costura, laboratorios, gabinete de física y habitaciones.
Entre el eje principal y el perímetro de aulas se disponían patios rodeados con galerías, por donde se realiza la circulación, generando espacios de transición aula-sitio donde se desarrollarían actividades lúdicas, gimnasia, actos, etc. En estos encontramos también la ubicación de aljibes y en la representación gráfica el solado correspondiente a las galerías poseía un grafismo similar al mármol.
En su exterior el edificio se retiraría de la línea municipal y estaría rodeado por jardines. Las fachadas se desarrollaban en un solo nivel, con mayor cantidad de ornatos y almohadilladosde los que posee el edificio actual, y se utilizarían ventanas con arcos de medio punto siguiendo una línea de estilo Italianizante.
El acceso al vestíbulo principal era por cinco portales con herrería artística, rematado por un grupo escultórico con el escudo nacional, apoyado sobre la patria leyendo, acompañado por un ángel, libros, un globo terráqueo entre otros elementos de enseñanza. A los laterales del acceso principal se encontraban ubicadas la dirección y la secretaria. Los accesos planteados por las calles Chaco y de los Andes, eran más sencillos, el módulo correspondiente al ingreso poseía mayor ornato en relación a los otros sectores de la fachada y remataba con la imagen del escudo nacional.
En los cortes encontrábamos un importante grado de detalle, apreciando la tecnología constructiva de la época: estructura de mampostería que incorpora perfiles de hierro, columnas de hierro fundido y cabreadas metálicas para cubrir grandes luces. En los sectores correspondientes a espacios nobles se apreciaban detalles en paredes y cielorrasos con molduras, esgrafiados, etc.
El proyecto al que hacemos referencia no se construyó, probablemente por la crisis económica y financiera que atravesaba el país en 1890. Sin embargo, el diseño actual de la planta, los principios higienistas, la tecnología constructiva, así como varias decisiones programáticas y jerárquicas, responden al propuesto en primera instancia por este gran arquitecto e ingeniero que, si bien desarrolló su obra apoyado en la experiencia de estilos antes aprobados, supo imprimirles un carácter moderno intentado transmitir a la imagen de la Nación, valores de libertad, manifestando los avances sociales de esa época.
A tan solo dos años del sesquicentenario institucional, creemos oportuno dar a conocer esta historia, para valorar nuestro pasado, y contribuir al sentimiento identitario, que pueda comprometernos a trabajar en favor de la conservación de estos espacios, que son símbolos y monumentos indiscutidos de Concepción del Uruguay. ¡Feliz 148° aniversario, Escuela Normal!
Arq. H. Leonel Dabadía B. (Esp. en Conservación y Rehabilitación del Patrimonio Arq.),
Lic. Jorge Pedro Fruniz (Docente/Coordinador Archivo Histórico Escuela Normal)
Fuentes:
– Archivo Histórico Escolar / Escuela Normal Sup. “Mariano Moreno”
– CEDIAP (Centro de Documentación e Información sobre Administración Pública).
Nuestra Basílica de la Inmaculada Concepción ha sido, desde su consagración, el 25 de marzo de 1859, el mayor templo por su importancia y su magnificencia de Concepción del Uruguay. Imponente por el arte que contiene, por su arquitectura y por su historia, no en vano es Monumento Histórico Nacional desde 1942, y Filial de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, por lo cual recibe la calificación de “Basílica Menor”.
Posee artísticas imágenes de muchos años, hasta tallas de madera jesuita y guarda en su interior, en un artístico mausoleo, los restos del Gral. Justo José de Urquiza, entre otros, que se encuentran depositados dentro del actual templo.
Hoy, más allá de todo lo significativo que atesora en su interior nos dedicaremos en especial a reseñar la historia y la importancia de ese sublime instrumento musical como es el Órgano.
La historia de este instrumento musical comienza en 1919, cuando llega a nuestra ciudad desde Europa, dónde se había dedicado, entre otras cosas, a reunir fondos para las víctimas de la primera guerra mundial, la violinista Celia Torra. Ella había nacido en nuestra ciudad y tenía su familia aquí, a la que venía a visitar después de diez años de estar en el viejo continente, ofreciendo conciertos y prestando servicios en favor de heridos y víctimas de la guerra de 1914. Regresada temporalmente a nuestra ciudad, ya que residía en Buenos Aires, realizó numerosos recitales gratuitos para los Uruguayenses, de esta manera actuó en los salones de la Escuela Normal, del Colegio Nacional, del Círculo de Obreros Católicos, en la misma iglesia parroquial, entre otros lugares más.
A Celia Torra, inquieta concepcionera y amante de nuestra ciudad, interesa al Cura Párroco Don Andrés Zaninetti, para adquirir un órgano y que las misas, en más se pudieran escuchar con música, ya que le había causado mucha impresión que un templo de la magnificencia del de la basílica, no tuviera un órgano para acompañar los oficios religiosos. Recordemos, párrafo aparte, que para ese momento, la parroquia estaba decorada con hermosas pinturas, tenía doble altar, púlpitos de madera labrada, entre otros detalles que la enriquecían respecto a la austeridad de la actual.
En ese tiempo, anterior a la instalación del órgano, cuenta Don Nadal Sagastume en su libro “Nuestra Parroquia” que para algunas ocasiones cuando la ceremonia religiosa lo ameritaba, se realizaban contrataciones de músicos. Encontrándose en el archivo de la basílica, tarjetas donde consta el pago de $3.00 por servicios profesionales en la misa de los primeros viernes, 3 de octubre y 7 de noviembre de de 1902, siendo firmados estos recibos por Doña Rafaela C. de Montero – Presidente.
Pero la compra de un órgano era una operación que debía realizarse se en Europa y que demandaría mucho dinero, que seguramente el templo no contaba. Es así, que Celia Torra encabeza una comisión pro compra de un órgano para nuestra Parroquia, compuesta por varios vecinos de la ciudad. Para acometer este fin, se forma una Comisión Pro Órgano, que quedó constituida de la siguiente manera: Iniciadora y Presidente Celia Torra, Autor del proyecto: José Zaninetti, Presidenta: Gerarda Echecopar, Secretaria: Clelia S de Cossio, Tesorera Evelina Parodie Mantero, Vocales: Ana Ugarteche, Prudencia A. de Texier, Sara M. de Chas, Ana Yanelli, Elvira del Prado, María Riccardini, Ofelia Gutiérrez, Argentina Álvarez. Como Asesor se desempeñó el Presbítero Andrés Zaninetti.
Muchas personas aportaron dinero para comprar el instrumento, entre ellos se puede citar a Gerarda Echecopar, las hermanas Parodié Matero, María Mercedes del Sel de Pons, Cayetano del Prado y sus hijas, María del Carmen y Elvira, varios miembros de la familia Marcó, Corbella y Carosini, Rosa Rizzo de Scelzi, entre muchos otros más. La colecta duró desde 1919 hasta 1927, y se fueron acumulando centavo a centavo los aportes de los fieles de la ciudad. También Celia Torra, ofreció varios conciertos para recaudar dinero, como así también se recibieron varias donaciones, pro compra del ansiado órgano, hasta que al fin se lo pudo comprar.
Llega el órgano
A principios de 1927 comienzan a llegar las partes del órgano, venían en cajones los 2200 tubos que lo conforman, separados en grupos de ocho, cuatro o seis de acuerdo a su volumen, y de manera que se pudiera identificar por la nota y registro. También llegaron las maderas, bronces, etc. El instrumento había adquirido en la prestigiosa casa Scolari, en Bolzano, Italia, y su maquinaria era de procedencia alemana
Y quienes tuvieron la responsabilidad del armado, fueron dos italianos, venidos a nuestra ciudad para tal fin, Enrico Vercelli y Carlos Sacco, la parte instrumental y de carpintería respectivamente. Para la segunda mitad del año 1927, el órgano estaba en pie. Ambos, luego de su trabajo, quedaron afincados en nuestra zona, uno de ellos, Saco, casó con Manuela Vicens, de la cual nacieron dos hijos.
Invitada por el Padre Zaninetti, la profesora de música local Prof. María Mercedes del Sel, pulsa por primera vez el teclado, interpretando “La Alambra”.
En esos días fueron llegando las pinturas de San Pedro, Santa Teresita y Santa Cecilia que se encuentran en el frente del instrumento musical, que da a la nave derecha.
El programa inaugural se desarrolló el 27 de agosto de 1927 a las 14 horas y estuvo compuesto de dos partes: Primera Parte: solemne bendición del nuevo órgano, luego se canta el Himno Nacional, y a cargo del Profesor Pbro. Clemente Silva, estuvo el discurso de inauguración.
Segunda Parte: interpretación de Enrico Bassi, Marcha Festiva y luego la interpretación de Darío Peretti, también italiano, que fue contratado por el Padre Zaninetti a través de su hermano José Zaninetti, figura importante de la cultura, diplomado en el Real Liceo de Bologna
El órgano, es neumático tubular con turbina “Ventus”, aparato tranporsitor, organola, un órgano positivo, dos expresivos, controbassi, un conjunto de 2200 tubos, una consola con tres teclados y 58 notas y pedales de 30, posee 113 registros, 40 juegos, 29 registros reales, 11 de combinación varias, 40 de combinación libres, 18 de las combinaciones en los teclados y 17 sobre el pedalero Sweller.
Este órgano que durante años acompaño las celebraciones litúrgicas y en más de una oportunidad brindo importantes conciertos, ha necesitado en varias oportunidades un afinador. En 1977, debido al paso del tiempo, fue restaurado por el organero uruguayo Salvador Silvestre Budelli, quien en diez meses término el trabajo.
Ya desde hace muchas décadas el maravilloso órgano, está en silencio. El último técnico que lo revisó fue Oscar Alberto Tocco, quien después de revisar el histórico instrumento, presento un informe de más de 60 páginas, describiendo el estado actual. “El órgano necesita una restauración total con cambio de la consola, instalando una consola nueva de acción electromecánica y dos combinaciones libres elaborados en fabrica y de las partes eléctricas auxiliares como ser cables magnetos de primarias equipados con protección para los contratos contra arcos voltaicos por descarga de bobinados, panel de conexión principal de trifásica con llave magnética con protección térmica…”
Para esto es necesario proceder a una primera etapa de su restauración, que es la limpieza total para establecer el grado de deterioro y capacidad de recuperación. Durante la misma, se atienden los problemas inmediatos, como restauración primaria y desinfección.
Además, en el informe, se especifican los materiales, partes y repuestos que se necesitan y se hagan en nuestro país, al igual que aquellos que se deban importar de la casa especializada August Leukhuff Gmbh de Weikersheim, Alemania, que es la misma que fabrico el instrumento original.
Este trabajo que suponemos será en dólares, por el momento no se ha podido aceptar, siendo imposible contar con el presupuesto.
Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuentes: Diarios “La Calle” de fecha, 13 de enero de 1975, 12 de octubre de 1978 y 30 de agosto de 1997. Agradecemos a los Museólogos Ana Trípoli y Carlos Iriarte, de la hemeroteca del museo “Casa de Delio Panizza” por el facilitarnos el material utilizado y a la Prof. Silvia Bonus de Núñez por la información y fotos aportadas.
Gráfico que muestra a todos los hijos de Justo José de Urquiza
Justo José de Urquiza, el futuro primer presidente constitucional argentino, nació en estancia San José, ubicada en el Talar del Arroyo Largo, al norte de Concepción del Uruguay, el 18 de octubre de 1801. Fue bautizado en el oratorio de la estancia por el Capellán Juan Claramonte, siendo padrino el Dr. Don Feliciano Pueirredon, que al no poder asistir, es reemplazado por Matilde Micaela de Urquiza, hermana de Justo José.
Según las crónicas de la época, Justo José aparentaba a sus cincuenta años, ser mucho más joven. De estatura regular, con fuertes y vigorosos músculos y espaldas anchas. Es decir su aspecto revelaba: valor, audacia y fuerza física.
Desde joven tuvo negocios, participo del ejército y a los 25 años de edad fue Presidente de la Legislatura de Entre Ríos. Tuvo además una vida social muy reconocida, logrando que al llegar a algún pueblo de nuestra provincia era recibido con una gran fiesta por los habitantes del lugar.
Mucho se ha hablado de su descendencia, adjudicándole muchos hijos, hasta se ha llegado a hablar de cientos de ellos. Pero lo cierto es que, según expresaba la Ley Nº 41 sancionada por el Congreso de la Confederación Argentina el 1 de setiembre de 1855, “Se autoriza al Poder Ejecutivo de la Nación para que en vista del expediente que el Exmo. Señor Presidente Brigadier General D. Justo José de Urquiza produzca, para obtener la legitimación de sus hijos naturales, le otorgue esta con derechos a heredarle los legitimados en virtud de esta sanción, concurriendo en perfecta igualdad en cuanto a la patria potestad, herencia y demás derechos civiles, con los que puedan ser legitimados por subsiguiente matrimonio, o nazcan legítimos en virtud de este.”
Los trámites respectivos se demoran hasta el 31 de agosto de 1859. De esta manera, los hijos naturales reconocidos en virtud de esta Ley fueron:
Concepción: (1820-1892), hija de Encarnación Díaz; Teófilo (1823-1893), hijo de Segunda Calvento; Diógenes (1825-1904), hijo de Segunda Calvento, Waldino (1827-1870), Hijo de Segunda Calvento; José: (1829-1864), hijo de Segunda Calvento; Ana: (1835-1899), hija de Cruz López Jordán; Justo José, (1840-1870), hijo de Juana Sambrano; María Juana, (1842-1886), hija de Juana Sambrano; Cándida: (1842–1869), hija de Transito Mercado; Clodomira: (1846-1888), hija de Transito Mercado; Medarda: (1846-1910), hija de Cándida Cardoso y Norberta: (1846-1929) hija de María Romero
De esta manera, Urquiza, reconoce como propios a 12 hijos naturales, siete mujeres y cuatro varones, producto de sus romances con siete mujeres diferentes, algunas de ellas de muy importantes familias de la época como Segunda Calvento y Cruz López Jordán.
Luego, ya lo vemos, para el año 1852 residiendo en el palacio San José con Dolores Costa Brizuela (Gualeguaychú, 1833- Buenos Aires, 1896). En efecto, antes de la Invasión de Madariaga a Concepción del Uruguay y Gualeguaychú, que hace peligrar la integridad de Dolores que estaba en Gualeguaychú. Urquiza in tentando resguardar la seguridad de su prometida, hace que se traslade a Palacio San José. En su residencia de campo, se encontraban viviendo Ana Urquiza y López Jordán de 17 años y María Juana de Urquiza y Zambrano de 10, quienes le brindan su amistad y bienvenida a la casa.
Urquiza, finalmente se casaría con Dolores Costa, el 11 de octubre de 1855. De esta manera los hijos del matrimonio, fueron Dolores (1853-1940), Justa (1854-1940), Justo José Salvador (1856-1923), José Cayetano (1858-1920), Flora Del Carmen (1859-1945), Juan José (1861-1915), Micaela (1862-1871), Teresa, (1864- 1945), Cipriano José (1866-1949), Carmelo (1868-1909), Cándida (1870-1872). Con Dolores, Justo José tuvo 11 hijos, los que sumados a los doce que reconoció en virtud de la citada Ley, hace ascender a un total de 23 los hijos que tuvo, durante su vida Justo José de Urquiza
Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Domínguez Soler; Susana de, “Urquiza, Ascendencia vasca y descendencia en el Rio de la Plata” y Peppino Barale, Ana y Domínguez Soler, Susana “Doña Dolores Costa y Brizuela, esposa y viuda del Gral. Justo José de Urquiza”.
Este edificio, aún en pie, está ubicado en la esquina suroeste de la intersección de las calles Eva Perón (antes Federación Entrerriana, Colón, Eva Perón, Colón y La Fraternidad); y calle Del Comercio o Comercio, actual Rocamora.
Primeros dueños del solar
El antecedente más antiguo que se ha obtener sobre la propiedad del solar (un cuarto de manzana) en cuestión, es en base a los datos obrantes en el Libro “Hace Un Largo Fondo de Años, Genealogías Uruguayenses” de la escritora María Del Carmen Miloslavich de Álvarez, donde consta que ese solar perteneció a la familia de Don Antonio Mirón o Miro, casado con Josefa Sanabria, quién era Regidor del Cabildo de la Villa de Concepción del Uruguay en el año 1796; Mirón, era propietario de “tres tercios de la manzana frente a la plaza principal de la villa” (hoy Gral. Ramírez) sobre las actuales calles Galarza, Eva Perón y 25 de Mayo, es decir, los terrenos donde en la actualidad se encuentran el edificio del Banco de Entre Ríos, el edificio Antares y el Salón Monumental.
El 23 de Julio de 1839, una de las hijas del matrimonio Mirón o Miro ‑ Sanabria, Isidora, contrae enlace en la iglesia de la Inmaculada Concepción, con el hermano mayor del Gral. Justo José de Urquiza, Cipriano José, viudo de María Teresa de Jesús López Jordán, que falleciera el l5 de mayo de 1838.
De éste matrimonio nace José Antonio Urquiza Mirón o Miró, sobrino y ahijado del Gral. Urquiza, quién con el correr del tiempo, se casa con su prima hermana Cándida Margarita Urquiza (hija de Justo José), heredando éste matrimonio, por parte de la familia Mirón ó Miró, entre otras propiedades el solar de la esquina de las calles Federación Entrerriana (Hoy Eva Perón) y Del Comercio o Comercio (actual Rocamora). De este matrimonio Urquiza Mirón ó Miró – Urquiza nacen Carmen Silvia (fallecida) Carmen Cándida (más tarde casada con Vicente Benito Fernández).
El 3 de marzo de 1865, ante el escribano Benito Cook, José Antonio Urquiza Miró, transfiere a sus hijos Vicente Benito y Carmen Cándida, de este vecindario, los siguientes bienes, entre otros: Un solar sobre la calle Comercio (Rocamora) lindante: al Norte, calle de por medio , herederos de José Ramírez, (ex parrilla Filipini). Al sur, Sucesión del Gral. Simón Santa Cruz (solar que también había sido propiedad de Don Antonio Miró y comprado por éste. Al este, Testamentaria de Rafaela Palacios de Taborda y al oeste Alberto Larroque o Antonio Ansaldi
Esta transferencia de bienes, es recién inscripta en el registro de la Propiedad de Concepción del Uruguay el 2 de marzo de 1911, por parte del Escribano Wenceslao Gadea.
Es éste el primer antecedentes Notarial, sobre la propiedad investigada, que perteneciera originalmente a la familia Miró ‑ Urquiza.
En el plan de la defensa de la Ciudad de Concepción Del Uruguay, levantado el día 25 de noviembre de 1873, por parte del delineador municipal Victoriano C. Guzmán, por orden del 2do Jefe de las Fuerzas Nacionales de Guarnición, ante un probable ataque del Gral. Ricardo López Jordán, se consigna en la esquina de las calles Comercio (Rocamora) y Federación Entrerriana (Eva Perón), la existencia del “Cantón de Defensa Nº 8” y se indica en la existencia de “un terreno baldío con cerco, en el solar que nos ocupa.
Estación de Tranway y Ómnibus
En el año 1907, se autoriza al Señor José Navarro a instalar en la ciudad un servicio de “Tranvías a tracción a sangre” desde la Plaza Gral. Ramírez hasta el Puerto Nuevo. Si fracasaba este sistema, se pondrían en circulación dos ómnibus para el transporte de pasajeros desde la Plaza Gral. Ramírez al Puerto Nuevo y a la estación del ferrocarril.
La Estación de los Tranvías, se construiría en el terreno de la esquina de Rocamora y Colón (Eva Perón), donde posteriormente, se construye el “Salón Monumental o Tavella”. Esta iniciativa, no prosperó por varias causas, entre ellas la falta del apoyo económico de los capitales locales.
El Salón “Monumental” o “Tavella”
En el año 1906, Pedro Artusi, asociado con Francisco Tavella y Fernando V. Dodero, abren un negocio de almacén en de ramos generales, al por mayor y menor, en una propiedad del primero, cita en la esquina de las calles Mitre y Paraná (hoy Congreso de Tucumán) girando bajo la razón social de “Artusi, Tavella y Cía., incorporándose posterior mente a la firma Pedro Tavella. A los dos años (Agosto de 1908), se mudan a la esquina de la calle Mitre y Mendoza (hoy Onésimo Leguizamón).
El 16 de mayo de 1911, la sociedad Tavella Hnos. (Francisco y Pedro) y Fernando V. Dodero, adquieren a la Sra. Carmen Cándida Urquiza de Fernández y al Sr. Vicente Benito Urquiza, ambos residentes en la ciudad de Buenos Aires, representados por el Sr Eduardo C. Fernández, el solar de terreno ubicado a media cuadra al norte de la Plaza General Ramírez, en la esquina de las calles Rocamora y Colón de la ciudad de Concepción del Uruguay), de 40 x 40 varas sobre ambas calles. Interviene en el acto Notarial el Escribano Wenceslao Gadea, que la inscribe el día 26 del mismo mes y año, en el registro de la propiedad de la ciudad.
Era intención de la firma Tavella Hnos. y Dodero, construir en el predio un “gran salón para la venta al por mayor y menor de artículos de almacén, bazar e implementos agrícolas, independiente de la razón social Artusi, Tavella y Cía.‑
La Construcción del “Salón Monumental”, como se lo de nominará desde el principio, dado sus dimensiones, no usuales para la época en la ciudad, se iniciaron en el año 1913, refiriéndose la prensa local sobre este emprendimiento:
“Esta poderosa firma comercial (se refiere a la firma Tavella Hnos. y Dodero) que hace construir el amplio y moderno edificio, único en la provincia, tendrá una sola planta”. “En su centro se elevará una cúpula de 18 metros desde el “suelo, donde sus propietarios piensan emplazar un gran reloj “de cuatro esferas y sonoras campanas, que puedan divisarse a gran distancia, llenando la necesidad de un reloj público que tanto reclama la ciudad“.
El reloj de la iglesia había cumplido su ciclo y el de la Policía se colocó recién el 9 de julio de 1916. El reloj del Salón “Monumental o Tavella” como lo habían proyectado sus propietarios, nunca llegó a instalarse.
La casa comercial Tavella Hnos. y Dodero se inaugura en febrero de 1914, teniendo para atención de los clientes de la ciudad y campaña, un moderno coche Buick, recientemente recibido de la ciudad de Bs As.
Los rubros en que operarían, desde los artículos de almacén al por mayor y menor, bazar, ferretería, armería y cuchillería teniendo en éste último ramo, cuchillos importados desde Alemania con la marca “Tavella”, además maquinarias e implementos agrícolas etc., al decir de la gente, era “Un Emporio Comercial de la ciudad”, donde se podía comprar, desde un clavo a azúcar, ó desde un auto a una trilladora.
Atendían además, la explotación de montes en la zona de Sauce De Luna (Departamento Villaguay), Rosario del Tala e islas del Rio Uruguay para la elaboración de carbón vegetal, que era transportado por buques, a las sucursales que tenía la firma en Montevideo (ROU) y La Plata (Provincia de Bs As).
En Itá Corá (Corral de Piedra) en el Pay Ubre (Mercedes, provincia de Corrientes) tenían explotación de leña y carbón vegetal. La firma Tavella poseía dos ferrocarriles propios, sistema Decauville, desde sus obrajes hasta las ciudades de Villaguay y Mercedes (Corrientes).
En Concepción del Uruguay, eran propietarios de parte de la Isla del Puerto (Ex Isla de las Garzas), a la que habían denominado “Llanoro” por las últimas sílabas de los apellidos de los dueños Tavella Hno. y Dodero, que habían adquirido, el 7 de julio de 1913, a la Sra. Josefa Pareda Vda. de Seró, con una superficie de más de 102 hectáreas, ubicadas al sur del canal de acceso al puerto, para destinarla a la plantación de árboles frutales, hortalizas y en sus partes bajas, se plantarían sauces y mimbres.
Al norte de la ciudad, eran propietarios de la Quinta denominada “Los Mandarinos” o “Buena Vista” (actual Barrio San Isidro, ex Hospital Justo José de Urquiza, Parque de la Ciudad y Cantera Municipal) con una superficie de 57 Hectáreas, sobre los arroyo El Curro y Molino; sobre este último, disponían de un muelle denominado “Puerto Tavella”, donde se embarcaba material de ripio y piedra (El muelle estaba ubicado unos metro al norte del actual puente a Banco Pelay).
La cantera existente en esta chacra, fue explotada alrededor de los años 1947/1948 por el Sr. Victorio Mussolini hijo de Benito Mussolini.
El 24 de diciembre del año 1914, la firma, pasa a denominarse “Sociedad Comercial y Colectiva Tavella Hno. y Dodero” e integrada por los socios, Francisco y Pedro Tavella y su Cuñado Fernando V. Dodero.
Contingencias comerciales y económicas, llevan a la disolución de la firma, el 14 de julio de 1920, acorde escritura pública ante el escribano Wenceslao Gadea; los Señores Francisco Tavella, Pedro Tavella y Fernando V. Dodero, de común acuerdo resuelven la liquidación definitiva de la sociedad que giraba, en el comercio local, bajo la razón social de “Tavella Hnos. y Dodero” acorde al inventario y balance respectivo, haciéndose cargo del activo y pasivo el Sr. José Santiago Tavella, (hermano de los primeros que se incorpora a la firma), transfiriéndose a su nombre, el inmueble donde tenía asiento la sociedad disuelta es decir, el “Salón Monumental ” ó “Tavella”.
A los pocos meses, el 25 de diciembre de 1920, se constituye la “Sociedad Comercial Colectiva “Tavella Hnos”, formada por los Francisco, José Santiago y Pedro Tavella, continuando con la explotación del “Salón Monumental” y demás rubros en que la sociedad desplegaba su actividad comercial.
La gran crisis económica de los año 30 y avatares de orden financieros de la sociedad, hace que paulatinamente, sus actividades vayan decayendo, encontrándose para el año 1936 prácticamente paralizada, con fuertes endeudamientos bancarios, que años después, motivarán su quiebra, y remate judicial de los bienes, entre ellos el “Salon Monumental”.
El Salón “Monumental” pasa a ser sala de espectáculos
Cesada las actividades comerciales de la firma Tavella Hnos, el salón “Monumental” es destinado a la realización de bailes, estadio de Boxeo, grandes agasajos, tribuna política y todos aquellos espectáculos que requerían un local cerrado, “bajo techo”, para un gran número de público.
Los eventos llevados a cabos, en el recordado “Monumental” entre los años 1937 a 1957, en que pasara a hacer Terminal de Ómnibus, son innumerables, por lo que referiremos, solamente a aquellos que han tenido trascendencia histórica, ó de interés, para la ciudad.
El primer espectáculo que se realiza en el “Salón Monumental” es el baile de disfraz y fantasía organizado por el Club División Río Uruguay para sus asociados, el sábado 31 de enero de 1937, que al decir de la prensa de la época, tuvo un gran éxito, a la que siguieron, numerosas reuniones similares.
El 17 de abril del mismo año, por iniciativa de una modesta institución deportiva local, el “Litoral Boxing Club”, en el Salón “Monumental”, se inaugura el “Palacio Del Box”, siendo de trascendental importancia para la vida de la ciudad, dado que tenía un estadio de boxeo, de primera magnitud, con reminiscencias de ser un símil del “Luna Park”.
En la jornada de inauguración, se realizaron varias peleas preliminares, actuando además el atleta alemán “Tarzán”, que efectuó exhibiciones de fuerza. En la pelea de fondo, se enfrentaron, los púgiles porteños Ismael Ispinzi e Isidoro Zárate, en una pelea de 8 rounds, ganando Zárate por abandono en el 3er round.
En su ring, supo cruzar guantes, en innumerables y memorables peleas, el siempre recordado Campeón Uruguayense de Box Edmundo Duarte (a) “El Rengo Duarte”, como se popularmente se lo conocía.
El hecho más trascendente, desde el punto de vista histórico, tal vez, el gran almuerzo popular que se realizara el día 24 de junio de 1944, al entonces Presidente de la República (de facto) General Edelmiro J. Farrell, en cuya comitiva se encontraba el entonces Coronel Juan Domingo Perón, en su condición de Vice‑ Presidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión, siendo la única vez que visitara nuestra ciudad, participado en la demostración al redor de 1200 comensales.
En el año 1945, el empresario Uruguayense Bruno Franscechi arrienda a sus propietarios, el “Salón Monumental”, teniendo previsto introducirle importantes mejoras, para habilitarlo como “Estadio de Boxeo” y atracciones diversas, al mejor estilo del “Luna Park” de Buenos Aires.
Asimismo, el Club Regatas Uruguay, estaba interesado en habilitar en el salón, una cancha de Básquet cubierta, siendo en ése momento, la única de esas características en la ciudad.
El Señor Franscechi, inaugura el “Estadio Uruguay” o “Stadiun Uruguay” (Ex Salón Monumental o Tavella) con dos grandes bailes el sábado 28 y domingo 29 de abril, amenizado por la orquesta de los hermanos Videla de la Ciudad de Colón.
Pocos días antes de esta inauguración, el 23 de abril de 1945 fallecía en la Ciudad de La Plata (Bs As) el mentor del “Salón Monumental”, Francisco Tavella, cuyos restos mortales, fueron trasladados a Concepción del Uruguay, en el vapor de la carrera, recibiendo sepultura en el cementerio local el día 25 de abril.
El 8 de Junio del mismo año, se realiza el primer festival de boxeo en el “Estadio Uruguay”, con importantes peleas y se programa el “Primer Campeonato de Boxeo de los Barrios de Concepción del Uruguay”, siendo el director técnico, de los espectáculos de boxeo, el recordado Pablo Sbárbaro.
A estos eventos sociales y deportivos, le siguieron a través de los años otros, como ser kermeses a beneficios de instituciones y clubes locales; la presentación el 11 mayo de 1946 de Florindo Sassone y la “Ñata Gaucha”, Azucena Maizani y compañías de radioteatro, de las principales emisoras de la época, de la ciudad de Buenos Aires.
Los días sábado 29 y domingo 30 de junio de 1946, actúa el siempre recordado cantor de los “Cien Barrios Porteños” Alberto Castillo y sus “Negros Candomberos”, seguido de un gran “Baile Popular”.
En mayo de 1947 por cambio de concesionario en su explotación el “Salón Monumental” ó “Tavella”, se le pone el Nombre de “Salón Le Palace”, coincidente con la realización de un gran baile por parte del “Club Atlético Lanús”, pero en la jerga popular mantuvo se primera denominación de “Monumental”.
Los grandes bailes, sobre todo los de carnaval, se continuaron realizando en este salón, al igual que la presentación de prestigiosos artistas del teatro y radio, dado que por su capacidad de público, no había otro igual en la ciudad.
El domingo 21 de mayo de 1950, un grupo de amigos agasajan con un gran almuerzo popular, en el “Salón Monumental”, al intendente electo de la ciudad Juan Antonio Sansoni, quién asume la intendencia, el 23 de mayo, en reemplazo del Juan Rizzo.
A partir del 1 de octubre de ése año, el “Monumental”, es arrendado a sus propietarios (Sucesión Tavella) por la firma de martilleros locales, Norberto Arramberry y Buttaro, para ser utilizado como “salón de remates”, lugar donde se reciben las consignaciones, acorde a avisos publicados por los diarios y periódicos locales de ésa época.
Después de varios años de faltar el bullicio de las multitudes, que por bailes, espectáculos, ó reuniones políticas, sabían congregarse allí, el “Monumental” vuelve a sentir la emoción del público, al ser habilitado nuevamente como “Estadio de Boxeo y otros Espectáculos”, con el Nombre de “Palacio De Los Deportes”.
El 2 de octubre de 1953, se inaugura con su nueva denominación, con un gran festival de Box, organizado por el Club Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay, en adhesión al “Día del Viajante” con una pelea de fondo entre el “Campeón de todos los tiempos” Raúl “Chito” Castromán y el Rosarino Jorge Saucedo, a quién derrota por amplio margen de puntos, después de una dura pelea.
En la pelea de semi fondo, el inolvidable “Kid Calefón” enfrenta al Rosarino J. Faure, empatando la pelea por puntos.
A ésta, le siguieron infinidad de reuniones boxísticas, bailables y espectáculos diversos, prácticamente, hasta la habilitación como terminal de ómnibus, en el año 1957
Salón “Monumental o Tavella”. Nuevos dueños
El 22 de abril de 1946, el Juez Federal de Concepción del Uruguay actual) Dr. Juan P. Cartosio en el Juicio seguido por el Banco de la Nación Argentina y el Banco de Italia y del Río de la Plata, contra la Sociedad “Francisco Tavella y Hnos.” integrada por Francisco Tavella (sus sucesores), Jose Santiago Tavella y Pedro Tavella”, dispone el remate público el día 20 de mayo, de los bienes de la sociedad, entre los cuales se encontraban, el “Salón Monumental o Tavella” y la Isla “Llanoro” (parte de la isla del Puerto), estando el remate a cargo del martillero Juan A Mantero, no llegándose a vender el salón por falta de oferentes, no así los otros inmuebles.
En el año 1933 (23 de octubre) se constituye en Concepción del Uruguay, la firma Comercial “Del Rio Hraste y Cía.”, integrada por Carlos Del Río, Francisco Hraste, Juan Carlos, José Alberto, Juan Manuel Y Luís María Gabioud, operando el ramo de ferretería, bazar, pinturería, artículos del hogar y rurales.
Esta sociedad en el año 1954, cambia la razón social, al vender su parte societaria, los señores Juan Manuel y Luís María Gabioud, a los restantes socios, continuando con la denominación de anterior.
El 11 de julio de 1955, la razón social “Francisco Tavella y Hnos.”, en liquidación, representada por los Señores José Santiago y Pedro Tavella y los Doctores Juan Ángel Texier y Miguel Ángel Gonella (los dos primeros en su condición de socios solidarios y los dos restantes en representación de la Sucesión de Francisco Tavella o sea el otro socio) venden a la firma “Del Río, Hraste y Cía.”, el inmueble de la esquina de las calles Eva Perón y Rocamora, interviniendo el escribano Lorenzo Gaggino.
Sobre esta operación comercial, la prensa local se hace eco diciendo: “La firma de plaza “Del Río, Hraste y Cía. adquirió el “Salón Monumental”, que desde hace años se encuentra desocupado en la esquina de Eva Perón y Rocamora y que perteneciera al la “Sociedad Francisco Tavella y Hnos.”, siendo intención de la firma adquirente, trasladar al citado salón, su “comercio de ferretería, bazar, artículos sanitarios, barraca de “materiales y anexos”. Lo que hará que la zona céntrica “de la ciudad recobre su anterior dinámica, que al encontrarse desocupado, dejaba mucho que desear…”.
Los nuevos dueños, arriendan el salón en varias oportunidades para la realización de reuniones bailables, espectáculos diversos, entre ellos, la presentación en Junio de 1955, del ayunador hindú Tahara Bay, que poseía el record mundial, encerrado en un cofre de cristal, rodeado de varias serpientes y sin ingerir alimento alguno.
El 19 de enero de 1956, fallece Pedro Hraste, uno de los socios de la firma propietaria del “Monumental”, y a los pocos meses después, uno de sus fundadores Pedro Tavella.
El “Salón Monumental” se transforma en terminal de ómnibus
Desde hacía tiempo, las autoridades y la prensa local, venían bregando por dotar a Concepción del Uruguay, de una terminal de ómnibus, acorde al incremento del transporte de pasajeros, que por vía terrestre, que tenían como terminal a la ciudad.
En el año 1957, las autoridades municipales, inician conversaciones con los propietarios del “Salón Monumental”, “Del Rio Hraste y Cía.”, para el arrendamiento del mismo, para destinarlo a Terminal de las líneas de ómnibus de pasajeros, previos trabajos de adaptación del local.
Concretada la operación, se iniciaron los trabajos previos, que eran necesarios realizar en el amplio salón, teniéndose previsto que los ómnibus, ingresaran por la calle Rocamora y salieran por Colon (Eva Perón), para permitir en embarco y desembarco de los pasajeros, a cubierto de las inclemencias del tiempo, lo que al poco tiempo de haberse habilitado debió desecharse, por haber presentado el piso, grandes fisuras, debido a que no estaba preparado para el peso de los ómnibus, existiendo en toda la superficie del local un sótano, lo que hacía peligrosa la circulación de vehículos.
El servicio de restaurant y bar, es licitado, siéndole adjudicado a José Adolfo Carricarte y años después, fue su concesionario, el Sr. Abelardo Quiroga, y luego, nuevamente el Sr. Carricarte.
Simultáneamente, un grupo de entusiasta jóvenes empresarios locales, propician la creación de una “Galería Comercial” para exposiciones y ventas, la que se denominaría “Galerías Americanas”, a ser construida en el Subsuelo de la Terminal de ómnibus con alrededor de 22 stand, con entradas por las calles Rocamora y Colón, ésta iniciativa quedó en el “proyecto”.
El domingo 15 de septiembre de 1957, con una ceremonia realizada en el amplio local, se inaugura la tan esperada Terminal de Ómnibus de Concepción del Uruguay, a la que se da, el nombre de “General San Martin”, entronizándose en el lugar, una imagen de la Virgen de Lujan.
Simbólicamente, se bendice el primer ómnibus de pasajeros que sale de la flamante terminal, finalizándose el acto con un remate a cargo del martillero Juan Carlos Rabosto, a beneficio del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.
El movimiento de pasajeros y público en la “Terminal”, hacía atractivo, desde el punto de vista comercial, la instalación de locales, en la parte del gran salón, sin utilizar, sobre las calles Rocamora y Colon.
Ello motiva que en el año 1958, sus propietarios “Del Río, Hraste y Cía. ” presenten a la Municipalidad, un proyecto para la construcción de locales comerciales, sobre las calles mencionadas, la que se denominaría “Galería Uruguay”, pero pasarán algunos años para que se concrete esta obra.
El Ex “Salón Monumental”. Primer supermercado de la ciudad
Los dueños del salón, difieren la construcción de la proyectada “Galería Uruguay”. En el año 1959, se constituye en la ciudad, “La Cooperativa de Consumo de los Trabajadores Organizados de Concepción Del Uruguay”.
Era su propósito, habilitar un “supermercado” de auto servicio, para la venta de artículos de la canasta familiar, a precios competitivos, con los existentes, en los comercios similares de la ciudad, en beneficio de la clase trabajadora.
Para su instalación, arrendaron a la firma propietaria del ex Salón Monumental”, la parte no utilizada por la terminal de Ómnibus “Gral. San Martin”, y el subsuelo, donde se construiría un “entrepiso”.
En el mes de noviembre de 1959, el Sr Presidente de la Nación firmó el respectivo decreto, dejando constituida la “Cooperativa de Consumo de Obreros Organizados Uruguayenses Limitada” y habilita la instalación de un supermercado en la ciudad de Concepción del Uruguay.
El Consejo de Administración, pone manos a la obra, iniciándose los trabajos de adecuación del local, los que llevaron más tiempo del previsto, dado que pasaran casi tres años, hasta la inauguración del “Supermercado” de la cooperativa.
Después de una serie de inconvenientes, el 15 de julio de 1961, se inaugura el supermercado de “auto servicio” en el edificio del ex “Salón Monumental”, con la presencia del Ministro de Gobierno de la provincia Dr. Martin Irigoyen, abriendo las puertas al público, el día 20 del mismo mes y año.
La Cooperativa, sufre vaivenes de orden económico y administrativo, que la obligan a cerrar el “supermercado de la terminal”, como se lo conocía popularmente, en el año 1964, para realizar una reorganización interna.
Para tal fin, se nombra una “comisión provisoria”, presidida por Atilio Filippini y se designa como gerente a Carlos María Cherot, reabriendo sus puertas el 12 de noviembre de 1964. Pocos años después, el Supermercado de la terminal cierra definitivamente sus puertas.
Los últimos años del “Salón Monumental”
La firma propietaria del edificio, “Del Río, Hraste y Cía.”, el 27 de Junio de 1968, cambia la razón social por la de “Hraste, Del Rio y Gabioud”, acorde escritura labrada por la Escribana Graciela Balaguer de Marco.
Una vieja aspiración de las autoridades municipales de la ciudad, era construir una moderna estación terminal de ómnibus, acorde la jerarquía que la ciudad iba tomando, y a la importancia del movimiento de coches, que se registraba y con miras al desenvolvimiento futuro, lo que hacía, que su actual emplazamiento en el centro de la ciudad, fuera poco práctico, y presentaba inconvenientes al tránsito.
El 23 de noviembre de 1970 se inaugura la nueva Terminal de Ómnibus de Concepción del Uruguay con el nombre de “El Supremo”, en el terreno municipal comprendido por las calles Rocamora, Dr. Scelzi, Galarza y Bulevar Benigno T. Martínez (hoy de Los Constituyentes) , construida en base a un proyecto del Arquitecto Antonio Botazzi, y siendo Intendente de la Ciudad el Profesor Miguel Ángel Gregori, trasladándose ahí los servicios de ómnibus.
El “Salón Monumental”, al trasladarse la terminal de ómnibus a su nuevo edificio, es utilizado por la firma propietaria, como depósito de materiales y sucursal de la casa central, cita en la esquina de 9 de Julio y Alem.
En el año 1977, con motivo de la celebración del Centenario de La Fraternidad, se le da el nombre de “La Fraternidad”, a la calle Colón y posteriormente en el año 1984, se la vuelve a denominar “Eva Perón”, nombre que mantiene en la actualidad.
El proyecto de años atrás, de los propietarios, de construir locales comerciales, en lo que fuera el “Salón Monumental” sobre las calles “La Fraternidad” y Rocamora cuyos planos tenían aprobados, comienza a materializarse en el año 1982, con miras a su posterior venta bajo el régimen de la propiedad horizontal”.
A tal efecto, el 11 de septiembre de ese año, estando los locales prácticamente terminados y a fin de posibilitar la venta del inmueble, con intervención del escribano Miguel Salvarredy, es inscripto en el “régimen de la Ley Nº 13.512 (Ley de la propiedad Horizontal).
El antiguo salón es dividido, en cuatro locales comerciales sobre la calle Eva Perón, un local en la esquina de la referida arteria con Rocamora, y dos locales sobre ésta última, utilizándose su parte interior como cocheras, con ingreso por la primera calles mencionada.
Algunos de los locales, son vendidos para la instalación de negocios ó oficinas, bajo el régimen de la propiedad horizontal.
En una local sobre la calle Rocamora, previamente adecuado, entre los meses de abril de 1988 y julio de 1991 funcionó la Sucursal del Banco de la Nación Argentina de Concepción del Uruguay, mientras que su edificio de la esquina de San Martin y España, se le efectuaran importantes reparaciones.
También, en este lugar, el día 9 de Marzo de 1993 se inauguraron las oficinas de la Dirección General Impositiva (DGI).
El Edificio del Ex Salón Monumental o Tavella, o de la vieja terminal (como se lo conoce en dentro del Registro de Edificios de Interés Históricos de la ciudad en su punto c) “Edificios Comerciales”.
Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Texto: Andrés Rousseaux, “El salón Monumental o Tavella”
Al fundar Tomás de Rocamora la villa de “Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”, le asigna a la parroquia de la nueva ciudad un sitio frente a la plaza principal, hoy plaza “Francisco Ramírez”. Si bien en los primeros años la capilla siguió siendo la vieja “Capilla de Almirón”, consagrada el 1781, ya para 1802 se encontraba funcionando la primera parroquia de la Inmaculada Concepción, ubicada en el centro de la manzana en el mismo sitio dónde se encuentra el actual templo.
Aquella primera capilla de la villa funcionó entre principio del siglo XIX y el 2 de noviembre de 1849, cuando un voraz incendio la destruyó casi completamente, el padre a cargo de la parroquia, Dr. José Benito Cotelo, en una carta dirigida a Urquiza, describe el incendio de esta manera, dice “toda la iglesia ha sido presa de las llamas. De cuanto había en la sacristía nada se pudo salvar, por empezar allí el fuego, y sólo se salvo lo que había en el cuerpo de la Iglesia…”
Luego de esto, la capilla funcionó por espacio de casi 10 años en un salón de la escuela ubicada al norte, calle por medio y luego, una vez construido, en un espacio del Colegio del Uruguay hasta el 25 de marzo de 1859 fecha en que es consagrado el nuevo templo, el actual.
Este se debe a una iniciativa de Urquiza, asesorado por sus amigos y consejeros, Pbro. Miguel Vidal (Vicario General y Senador nacional); el Deán de catedral de Paraná, Dr. Juan José Álvarez y el Vicario Foráneo, Pbro. Domingo Ereño.
Producto de esas charlas, en el año 1857, el general Urquiza, presidente de la Confederación, informa al párroco Domingo Ereño que había encargado el proyecto de construcción del nuevo templo al Arquitecto italiano Pedro Fossati, quién elaboró los planos y presupuestó la obra en 156.000 pesos fuertes, estos planos y el presupuesto fueron aprobados por la Comisión creada al efecto, y que se componía de el padre Domingo Ereño como presidente y la completaban Eulogio Redruello, Wenceslao López, Pedro M. Irigoyen, Nicolás Jorge, Fidel Sagastume, Antonio Palomar, Juan G. Barañao (Tesorero), Manuel A, Urdinarrain
El contrato con Pedro Fossati no incluía la construcción de los altares y de las torres-campanarios, de lo cual se deduce que estos últimos, estaban en el proyecto original. El acta-contrato firmada por Fossati y la Comisión encargada de llevar adelante las obras, fue firmada el 16 de febrero de 1856, estableciendo un plazo de entrega de 18 meses. En uno de sus puntos expresa que “Los altares, torres y casa del cura no están comprendidos en el presente contrato”.
Si bien la Basílica de la Inmaculada Concepción, fue consagrada el 25 de marzo de 1859, la primera vez que se oyó la campana donada por Dolores Costa fue el 8 de diciembre de 1858, ya que para inaugurarla se rezó la misa mayor en la iglesia meses antes de su consagración por parte del Nuncio Apostólico Marino Marini.
Originalmente la parroquia contó con tres campanas, “La Misionera”, fechada en 1729, que fue la primera campana de la nueva capilla de la villa, allá por 1790 y otras dos donadas una por Dolores Costa y otra por Justo José de Urquiza, la primera, llamada “La Justa”, tiene grabado lo siguiente “Debido a la piedad de Dolores Costa de Urquiza, y aparte: Antonio Massa – fundidor – 1858 Bs. As.” Y la segunda, llamada “La campana del general” dice “Debido a la piedad del Excelentísimo Sr. Gobernador de la provincia de Entre Ríos, D. Justo José de Urquiza – 1864, y aparate: Nicola Elena, italiano. Garantida por 2 años”.
En un principio, estas campanas estuvieron ubicadas sobre la pared norte del templo, por encima del reloj púbico, como se puede ver en las fotos que acompañan este artículo, hasta que en las reformas de la década de 1940, las torres fueron construidas y las campanas fueron alojadas ahí, en una de ellas, en la que da al norte.
Fue precisamente para estas fechas, más exactamente en el año 1947, cuando se desato una de las polémicas a que nos tiene acostumbrado nuestro pasado. Las dos campanas donadas por Urquiza y su esposa, se encontraban dañadas, siendo imposibles que tañeran como otrora, en este marco el cura párroco de la Inmaculada, Pbro. Zoilo Bel, dispuso que las mismas sean retiradas y remitidas al Arsenal de Guerra de la Armada Naval para que allí fueran fundidas y luego con ese material fueran hechas nuevas campanas que retornarían al templo para continuar con su función. Esta actitud provocó una polémica en la ciudad, ya que había otras personas que opinaban que, aunque le fueran dadas sus antiguas formas y leyendas, ya las campanas no serían las mismas que acompañaran durante tanto tiempo y en muchas circunstancias tristes y felices a los habitantes de la villa, aunque algunos pensaban que ello era lo adecuado.
Otros, creían que lo mejor era retirarlas así como estaban, donarlas a un museo, se mencionó al Palacio San José o al Colegio del Uruguay Y luego ver la posibilidad de adquirir otras, ya sea por aportes del gobierno o por una colecta comunitaria de los Uruguayenses. De todas formas, se pedía al Comisionado Municipal que convocara a una amplia reunión con personas e instituciones de la localidad para analizar el tema y tomar la decisión más conveniente.
El señor Rodolfo Seró Mantero, a través del diario “La Calle” realizó una especie de “encuesta”, requiriendo la opinión de varias personalidades de la ciudad, entre ellas la del Sr. Antonio P. Castro, director, en ese momento, del Museo Sarmiento y ex director del Palacio San José, quien opinó en contra de la fundición de las campanas y dijo “si están rotas, rotas debe quedar” y recordó que en su momento, se opuso a la fundición de tres campanas existentes en el Palacio san José y que finalmente las mismas quedaron tal cual estaban, “rotas, pero tal cual estaba en su origen”. Luego opinaros sobre el tema otras distinguidas personalidades como Wenceslao Gadea, Benigno T. Martínez y Manuel Macchi. Como se ve, las opiniones no eran coincidentes en cuanto al procedimiento a seguir, pero si en el sentido de conservar las tradiciones y los objetos de manera que se preserve su originalidad. De todas formas Seró mantero, se alegraba del movimiento que se había generado y consideraba que todo movimiento de opinión es beneficioso para una comunidad.
No obstante esta situación convulsionada, el 13 de mayo de 1947, el cura párroco Pbro. Zoilo N. Bel, resolvió enviar las campanas agrietadas, casi 1000 kg. de bronce, a los talleres de fundición del ministerio de marina de la Nación, dando cerrado intempestivamente el debate sobre el destino de la viejas campanas.
Dos años debieron pasar para que las campanas vuelvan a su histórico lugar, en efecto el 6 de octubre de 1949, el cura de la parroquia, anuncia que las campanas estaban ya de nuevo en su lugar, conservándose tal como habían sido colocadas en 1858 y 1864. Hoy, debido a su antigüedad y a su frágil estado, solo se las utiliza para hacerlas sonar en acontecimientos especiales, como por ejemplo, el fallecimiento de un Papa.
De esta manera se dio por terminada una polémica más de la ciudad sobre qué hacer con aquellas viejas campanas!
Las nuevas campanas
Hoy el campanario sur, que originalmente estuvo vacío tiene campanas nuevas, agregadas en la última puesta en valor en el año 2010, que también se rinden homenaje a personajes de nuestra ciudad que han acompañado el origen e historia de C. del Uruguay, tan ligada al asunto religioso.
La campana mayor se denominó “Don Tomas de Rocamora”, fundador de la ciudad que intercedió ante el Virrey Vértiz para que la villa llevara en su denominación el nombre de la patrona de la Parroquia. La campana de la derecha se llamó “Don León Almirón”, lugareño de la Villa del arroyo de La China, que hacia 1778 solicito a las autoridades Virreinales autorización para levantar la primera capilla, origen de la villa. Y la campana de la izquierda, “Fray Pedro de Goytía” primer sacerdote a cargo de la capilla, designado por el cabildo de la Catedral de Buenos Aires.
Texto: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Fuentes: Abescat, Francisco, “Nuestra Señora de la Concepción del Uruguay”, Diario “La Calle de fechas 14 de mayo y 17 de mayo de 1947. Agradecimientos a la Mus. Ana Trípoli y a la hemeroteca del museo “Casa de Delio Panizza” por su colaboración para este artículo.