El “viejo” y el “nuevo” Mercado Municipal “3 de Febrero”

Vista del mercado desde calle Urquiza. Circa 1955

 

En una  época dónde no existían los mayoristas de mercaderías tal como los conocemos hoy y la totalidad de los productos alimenticios que se consumían en un poblado eran los que, en su gran mayoría, los se producían en las cercanías de los pueblos, se hacía necesario contar con centros de venta, dónde la población pudiera tener fácil acceso a todos estos productos.

Por otro lado, esta concentración permitía que los productores pudieran vender su mercadería sin necesidad de contar con un local propio en el poblado. Además, y no era menos importante, le facilitaba a las autoridades el control de pesos y medidas y el cobro de impuestos.

De esta manera fueron apareciendo los mercados, como una evolución urbana de los almacenes de ramos generales que se encontraban diseminados por toda la geografía de nuestra provincia.

En una época dónde el estado no disponía de muchos recursos económicos, estos espacios eran financiados por empresarios privados, los que construían las instalaciones (muy precarias en muchos casos), alquilaban los puestos y como contrapartida eran beneficiados con restricciones para la venta de lo que se comercializaba en el mercado en un área cercana a este. Al fin del contrato, lo construido quedaba para el estado.

Concepción del Uruguay, no fue ajena a esta situación. Uno de los primeros mercados que tuvo la ciudad estuvo ubicado en la manzana dónde hoy se encuentra la escuela “Nicolás Avellaneda”. En efecto, en un plano de la ciudad del año 1853, el predio delimitado por las calles “Del Mercado”, (hoy Estrada), Vences (hoy Leguizamón), Paraná (hoy Congreso de Tucumán) y Uruguay (hoy Artusi), estaba reservada con destino al “Mercado de la ciudad”.

Ubicación del mercado en 1853 (Omar Gallay)

En 1862, hubo una propuesta de edificar, tal vez en ese sitio, un mercado, según un proyecto presentado por el ingeniero Nicolás Grondona, quien proponía levantar un “establecimiento sencillo, cómodo y de poco costo” que ocuparía una manzana de terreno (40 por 40 varas) y contaría con 32 cuartos de 5 varas cada uno, tendría, además, dos entradas y un aljibe.

La inversión rondaría en catorce o quince mil pesos amortizables en 3 años con el alquiler de los locales cuyo costo se estimaba entre 15 y 20 pesos por mes. Todo indica que este proyecto nunca se llevó a cabo, ya que dos años después, se aprobó la edificación de otro mercado.

Como se consideró que este emplazamiento estaba muy alejado del centro, lo que era cierto, ya que la ciudad se extendía por pocas cuadra fuera de la plaza Ramírez, se construye en 1864 por iniciativa del general Urquiza, un nuevo mercado en un terreno ubicado en calle Rocamora (Comercio) entre Urquiza y Leguizamón (vences), actual ubicación.

En 1864, la Cámara Legislativa de la Provincia de Entre Ríos aprobó la propuesta presentada por Santiago Cometa. El socio capitalista fue el General Urquiza y el Mercado se denominó “3 de Febrero”.

El 11 de febrero de 1865, el Jefe Político de C. del Uruguay, Pedro Melitón González ordenó: “Art 1° Desde el 20 del presente mes en que tendrá lugar la apertura del mercado, queda absolutamente prohibido establecer puestos de carne, pescados, verduras ni frutas a diez cuadras de la plaza principal en todas direcciones, sin previo consentimiento de la empresa”, algo polémico y conflictivo que se volvería a suceder 80 años después con el nuevo mercado.

En efecto, el 28 de diciembre de 1864, Santiago Cometa, recibe de manos de  Vicente Corbalán, por cuenta del general Urquiza, la suma de 2.625 pesos bolivianos, por la “mitad de la obra que estoy haciendo en el mercado”. Más adelante, el 26 de septiembre de 1865, se formaliza la venta de dos solares (media manzana) que eran propiedad del general Urquiza con los señores Santiago Cometa, asociado a José Colombo, para la finalización de la  construcción del mercado por cuenta del primero (Urquiza).

Los dos terrenos habían sido adquiridos por Urquiza en la suma de 600 pesos de plata bolivianos a Antonio Dominguez, esposo de Gregoria Castañeda y vendidos en 5.000 pesos bolivianos. Ese predio, debió continuar bajo la propiedad de Cometta, ya que en el año 1941, se sanciona una Ordenanza, la Nº 1180, por la que se autoriza al DEM a adquirir la media manzana donde funciona el mercado.

En un artículo de publicado por Luis Lonarde en el diario “La Calle”, en el año 1945, se afirma que el mercado de la ciudad toma el nombre de “3 de Febrero”, recién el 1873, posiblemente al pasar a formar parte de la nueva corporación municipal (Constituida en enero de ese año). Esta suposición se basa en que sobre el frente norte del viejo mercado (consumido por un incendio en 1941) existía, escrito con letras gruesas la fecha “1873”, algo que vimos que no fue así, según la resolución de Melitón González que ya hemos visto.

Del mercado a la plaza Rocamora y a la escuela Avellaneda

Plano de 1897, en naranja puede verse la ubicación de la primera plaza Rocamora

 

El antiguo terreno al quedar desocupado, la Municipalidad lo destina para plaza pública, a la que se llamó “Plaza Tomás de Rocamora”. Se procedió a mejorar el terreno, desmalezando y plantando especies arbóreas. Al inaugurarse se enterró una caja de hierro con documentación de la ciudad.

Según relatos de la época, al poco tiempo, este paseo quedo abandonado, y había quejas de algunos periódicos de tal situación sobre todo de un número importante de caballos que se alimentaban de los árboles allí plantados.

Luego, a fines de la década de 1890, y con motivo de cederse esta manzana para la construcción del edificio de la escuela “Nicolás Avellaneda” y autorizado por el Ordenanza 018, el DEM cede ese terrero al gobierno nacional para la construcción del nuevo edificio de ese centro educativo, el que fue inaugurado el primero de enero de 1903.

Plaza Rocamora en su ubicación definitiva, al frente la escuela “Avellaneda”

 

Previamente, el 28 de Marzo de 1901 se había iniciados los trabajos de construcción de la Escuela Nicolás Avellaneda, en el predio que fuera, originalmente, destinado a la Plaza Rocamora. La empresa constructora de la escuela antes de iniciar las obras desenterró del sitio la caja que fuera colocada en oportunidad de la inauguración de la Plaza Rocamora y que contenía documentación alusiva la que fue entregada a la Municipalidad local.  

Por este motivo, la plaza Rocamora se trasladó a la manzana  del frente, hacia el este, la que  mantuvo ese nombre hasta que en 1909. Ese año y por Ord.  0194 se designa la Plaza Rocamora para la colocación de la estatua del Gral. San Martín, que según la Ley Provincial N° 2136 fue donada a la Municipalidad. Por ese motivo, y por medio de  la Ord. Nº 0222 se le cambia el nombre de Rocamora  por plaza “José de San Martín.

 El incendio del primer mercado “3 de Febrero”

La noche del 20 de agosto de 1941, y producto de un cortocircuito en las instalaciones eléctricas, se desató un “pavoroso incendio”, así lo describió el diario “El Mundo” en su edición del día siguiente, en el “viejo” mercado “3 de Febrero”.

Las llamas, avivadas por el fuerte viento sur que soplaba en esos momentos se extendieron rápidamente por las construcciones vecinas, en su mayoría negocios, que se vieron significativamente afectadas por el siniestro. Según la crónica, al lugar acudieron rápidamente dotaciones de bomberos del ejército y de la policía de la provincia quienes trabajaron, con ayuda de muchos vecinos, durante varias horas para poder extinguir el fuego que afectó de gravedad a muchas construcciones lindantes con el mercado.

Como consecuencia de este incendio el mercado quedo totalmente reducido a escombros, destacándose el hecho que, al haberse producido el siniestro en horas de la noche, no hubo que lamentar ninguna víctima fatal.  

 El nuevo mercado

Previo a este siniestro, y en vistas de lo deteriorado del viejo mercado, hay numerosas referencias a arreglos, pintura, construcción y mejoras de los sanitarios, etc., el Concejo Deliberante, por iniciativa del presidente municipal Ambrosio Artusi, había sancionado el 9 de abril de 1941 una Ordenanza para la construcción en ese mismo lugar de un nuevo mercado municipal. Esta norma legal fue aprobada por seis votos a favor y cuatro en oposición a la elección del lugar.

Esta resolución despertó una gran polémica en la población, ya que la mayoría se inclinada por el establecimiento del mercado en un lugar un poco más alejado del centro, entre los argumentos que se esgrimían estaban los relacionados a cuestiones de higiene y facilidad de acceso. Y argumentaban que lo que se estilaba era ubicar estos centros de compras en lugares un poco distantes del centro de la ciudad, ya que la aglomeración de personas y vehículos podría ser perjudicial para la comunidad.

Otro problema que se vislumbraba era lo reducido del lugar (media manzana). Lo que se decía que no era consecuente con crecimiento y desarrollo de la ciudad, por lo que se consideraba que este mercado no dejaba de ser una solución provisoria y que en un futuro no muy lejano habría que rever.

Llamaba la atención, sobre todo el hecho que desde el Concejo se habían realizado encuestas y entrevistas con funcionarios y numerosas dependencia técnicas, encontrándose entre ellas peritos de la municipalidad de Buenos Aires y del centro de ingeniero de esta ciudad, quienes en su totalidad se habían expedido en que era necesario ubicar el mercado en otro lugar.

Sobre todo teniendo en cuenta las crecientes necesidades de la población que hacen necesario que el nuevo centro comercial tenga, por lo menos, una manzana de terreno, con amplias superficies cubiertas y descubiertas, debiéndose prever la existencia de playas para carga y descarga y estacionamiento para los usuarios del mismo.

“Por todo lo cual, el vecindario considera que el Concejo no ha contemplado y satisfecho sus verdaderas aspiraciones sobre el particular”, cerraba un artículo periodístico.

Mientras duraban las obras de construcción del nuevo mercado, los puesteros se trasladaron al edificio  de “Palacio Monumental” (Rocamora y Colón), alquilado por la municipalidad a su dueña, la sociedad de “Francisco Tavella y Hnos.” (Ord. 1203), autorizando a pagar hasta $ 1.880 a los propietarios del inmueble.

Finalmente, el nuevo mercado “3 de Febrero” es inaugurado el 20 de enero de 1944, unos días antes que falleciera su impulsor Ambrosio Artusi (25 de enero de 1944).

Vista exterior del mercado hacia 1950

 

Al momento de su inauguración, el mercado contaba con 15 puestos instalados, 7 de venta de carne, 6 de frutas y verduras y 2 de facturas y fiambres. Unos días después, el 29 de enero, la municipalidad saco a licitación los restantes puestos interiores y la totalidad de los exteriores, “estos últimos rebajados de acuerdo al Dec. Nº 478”.

Más allá de la polémica inicial por su ubicación, el Decreto municipal que limitaba a diez cuadras del mercado la instalación de negocios similares provocó la reacción de algunos medios de comunicación como por ejemplo el del novel diario “La Calle” (fundado el 6 de enero de ese año), que desde sus páginas resaltaba los inconvenientes que traería esta medida no solo para los comerciantes, sino también para los clientes, y a la par que solicitaba se anule esta controvertida disposición expresaba: “mandar a los dueños de verdulerías, fiambrerías de carnicerías, etc., mandarlas, decimos a diez cuadras a la redonda del mercado, comporta en algunas direcciones, mandarlos casi al campo. Cuando no al mismo río o a las barreras del ferrocarril”

Pero, ésta obra, pudo sortear todos inconvenientes iniciales y el mercado  fue prosperando a tal punto que la gestión de Ambrosio Artusi sería recordada por la construcción del nuevo mercado, además del matadero y frigorífico modelo municipal (que llevaba su nombre) y el primer barrio para de casas para obreros de la ciudad.

El mercado, fue considerado un modelo ya que fue planificado y construido con todos los adelantos de la época y materiales de primera calidad, como se puede ver aún hoy.

El mercado ocupa media manzana de la zona céntrica de la ciudad con una superficie cubierta de 2.430m2. Se destaca en su planta un gran hall central de 41,70 x 18.45m., sobre el cual se hallaban distribuidos 45 puestos para la exposición y venta de carnes, frutas, verduras, aves, pescados, huevos, etc.

Vista interior del mercado

 

La superficie, disposición y ubicación de los mismos se habían tratado en forma especial y conforme a su destino, contando cada uno con los elementos necesarios para facilitar el trabajo, movimiento y exhibición.

Para la higiene y limpieza de los puestos se habían instalado desagües de pisos y se habían revestido la totalidad de las paredes con mosaicos graníticos. Sobre el mismo hall central estaban situadas las cámaras frías para diferentes productos naturales. Contaba también el mercado con locales para administración, depósito de útiles y con servicios sanitarios para hombres y mujeres.

Exteriormente y sobre las tres calles que lo rodean se ubican 10 locales para negocios, contando todos ellos con servicios sanitarios independientes y, algunos, con las comodidades y dependencias propias del destino que se les ha fijado: cocina, ante cocina, sótano, vidrieras instaladas, etc. Estos locales siguen funcionando en la actualidad, siendo la los únicos de todo el mercado.

Los tres frentes del edificio están revestidos totalmente en mármol travertino hasta una altura de 4.20 m. sobre el nivel de las veredas. En las entradas (3, una sobre calle Urquiza, otra sobre Leguizamón y la restante sobre Rocamora) y vidrieras se colocaron cortinas metálicas a mallas.

Hace unos años, un grupo de vecinos  impidió que se convirtiera en una sala tragamonedas y hoy se debate sobre el uso que darle sin que haya, al menos expuesto, alguna idea en la actual administración municipal. Es de destacar que la gestión anterior, de Martín Oliva, se comenzó con importantes arreglos, sobre todo en los techos. Estos trabajos quedaron inconclusos y no se sabe si se retomarán.  

Vista actual del mercado “3 de Febrero”

 

Más allá de su sombrío presente, todos quienes hemos tenido la suerte de conocer el mercado en su época de mayor movimiento o, aún hoy, verlo desde afuera, podemos dimensionar lo importante que fue para la ciudad y la región.

Pese a las opiniones en contrario de la época, este centro comercial fue un elemento  vital para la ciudad y nuestro homenaje y reconocimiento a este viejo edifico debe ser revalorizarlo y, conservando su estructura, darle un uso comunitario adecuado a los tiempos que corren.

 

Texto: Virginia Civetta y Ratto, Carlos I. Fuentes: Diario “La Calle”, 20, 29 de enero; 24 de abril de 1944; 28 de marzo de 1945; Diario “El Mundo”, 10 de abril y 21 de agosto de 1941 (gentileza Antonio Artusi); Barreto, Ana maría, “Vida cotidiana. Aspectos del comer y beber en tiempos de Urquiza (1850-1870)”, Revista “Caminos y transportes”, 1941. Agradecimiento al personal de la hemeroteca del museo “Casa de Delio Panizza”.  

Facebooktwitterredditpinterestlinkedintumblrmail

Dejá un comentario