La “Aceitera y algodonera del Litoral”

Vista aérea de la Aceitera, foto circa 1960

Tal vez no sea uno de los emprendimientos fabriles más conocidos del pasado del puerto de nuestra ciudad, si lo comparamos con el molino “Fabani” o con el frigorífico “Swift” o la “Barraca Americana”, pero, en su momento fue uno de los más importantes, tal vez su ubicación hacia el final de la costanera Paysandú le quitó presencia, en el presente sus viejos galpones sirven como espacio para que la policía deposite motos secuestradas y donde funciona una guardería náutica.

Hoy, tomando como diferentes artículos aparecidos en el diario “La Calle”, rescatamos algo de su historia.

Dice el cronista, cuando el motor de 250 caballos de fuerza de la aceitera y algodonera del litoral inicie su marcha y el ritmo de émbolos y ejes de mando se una al de las poleas en febril movimiento productivo, la  avenida costanera, larga y ancha cinta de tránsito destinada a servir de válvula de escape  a la actividad de la dársena, habrá incorporado un jalón más de progreso y la zona portuaria ira adquiriendo la modalidad propia de sus características esencialmente laboriosas e industriales.

Entonces la mirada curiosa del pasajero avizor plantado junto a la borda de los barcos que de hoy en más surcaran las aguas del río de los pájaros, descubrirán otro punto de referencia, además de la mole imponente del Molino Concepción y de las diversas torres y edificios que señalan la presencia de la ciudad: la alta chimenea reguladora de fuerza motriz e indicadora  de la actividad constante. Y sobre el horizonte inescrutable, como un inmenso signo de interrogación, se elevara la enorme columna de humo, en el cual la ciencia moderna ha comprobado la existencia en estado gaseoso, de verdaderas riquezas industriales.

Hemos deseado ofrecer a nuestros lectores una rápida visión objetiva de lo que será la Aceitera y Algodonera del Litoral una vez incorporada definitivamente al plantel fabril e industrial de la ciudad y con ese fin nos acercamos deseosos de satisfacer el interés del público lector.

Lo hicimos en momentos en que el personal del establecimiento se hallaba en plena tarea, siendo recibidos por el gerente general Carlos Harteneck  y el director técnico Jaime Tabeni. Disciplinados ambos en el trabajo, se halla a su cargo la organización de los trabajos de construcción del edificio e instalación de maquinarias. Con toda cordialidad se prestaron a guiarnos en nuestra visita y a informarnos sobre los detalles técnicos de la fábrica.

Y ya en el terreno, limitado  por la  Avenida Costanera y las calles Washington, Montevideo y Mariano E. López, antes, un barrio inundable, observamos la transformación realizada que ha sido indispensable para adaptarlo a las exigencias de la fábrica, mediante su relleno y nivelación.

Logo de la empresa en la actualidad

Paralelamente a la construcción del edificio, que comenzó a levantarse en febrero de 1944, se está efectuando la instalación de las maquinarias que producirán, por ahora, aceite industrial, elaborando alrededor de setenta toneladas diarias de lino. Toca a su término de la tarea de armar un gran tanque de almacenamiento para 300.000 litros de productos, y de otro más pequeño de tipo australiano, para 160.000 litros de agua que provisionalmente será tomada de los grifos de la compañía Shell, ubicada también sobre la avenida Costanera. Posteriormente el agua será tomada desde el mismo río por un sistema de cañerías transportadoras de aceite a granel a cargarse en los buques tanques destinados a ese fin.

El edificio es de gran amplitud y ha sido proyectado conforme a las últimas exigencias de la industria moderna.

Una idea del proceso de elaboración podría apreciarse en la forma siguiente: Las bolsas de lino llegaran por vía férrea hasta la costanera; desde ahí se transportaran por medio  de  cintas de caucho de unos setenta metros de extensión hasta el local de la  fábrica,  donde serán depositadas a granel a través  de una ranura que desemboca junto a un elevador encargado a su vez, de depositarlo en las limpiadoras y zarandas cuya misión es la de eliminar impurezas y cuerpos extraños.

Vista aérea del puerto, En la parte inferior izquierda, puede verse la Aceitera del Litoral

Seguidamente el lino es enviado a sus prensas de primera presión. Estas extraen el aceite en proporción del ochenta por ciento, cayendo a unos canales especiales, mientras el subproducto “harina de lino” (torta), es recogido en un departamento adecuado a ese propósito. El aceite de lino sufrirá un proceso de depuración para depositarse finalmente en tanques interiores, desde donde una poderosa bomba se encargara de enviarlo al gran tanque de almacenamiento exterior.

Después de la primera presión, los residuos son sometidos a la acción de otras prensas que extraen otro diez por ciento de aceite, quedando habitualmente en ellas, según es sabido, un resto de materias útiles calculado en el diez por ciento, que las plantas industriales instaladas con procedimientos modernísimos extraen por medios químicos o son destinados como en el caso de la Aceitera para combustibles. En efecto, la caldera funcionara por ese procedimiento, es decir, alimentada con tortas de lino. En otra sección del edificio se halla instalado el poderoso motor de 250 caballos de fuerza que proveerá el mecanismo general del establecimiento.

Por último visitamos la sección caldera, vestuario, baños, etc., todavía en construcción.

Resulta indudablemente difícil dar una idea definitiva del funcionamiento de una industria que aún no se halla en plena actividad, pero la impresión recogida es óptima y demuestra a los ojos de los visitantes la magnitud del esfuerzo cumplido y la importancia que tiene para nuestro futuro industrial.

Vista de los galpones y del parque dónde estaban instalados los tanques de la aceitera. Foto 2018

Toda la producción de la Aceitera del Litoral, será entregada al gobierno por intermedio de la Junta Reguladora de Granos, que proveerá a su vez a la fábrica de todo el lino necesario, cumpliendo así los recientes convenios con Norteamérica, país al que se le entregará el aceite industrial a cambio de fuel oíl.

La fábrica industrializará diariamente 70 toneladas de lino y generará trabajo para, aproximadamente, 70 a 80 obreros en el comienzo de su operatoria. El montaje de los motores y calderas estuvo a cargo de Eduardo J. Castiglioni, de la ciudad de Concordia y la dirección técnica de la aceitera estará a cargo de Jaime Tabeni y Domingo Giuliani.

La Aceitera durante la creciente de 1959

La creciente de 1959, la golpeó duramente, rompiendo parte de los galpones parabólicos y extrayendo, literalmente sus tanques de almacenamiento que flotaban libremente dentro de su predio.

Tanques de la Aceitera durante la creciente de 1959

Luego de sufrir esta catástrofe y algunos otros inconvenientes que habían detenido la producción hacía ya un tiempo, el 3 de marzo de 1965, la Aceitera y Algodonera del Litoral, reinicia  sus actividades, esta vez arrendada por la firmas locales “La Forrajera” y Kleiman Hnos.

Finalmente, 6 de junio de 1971, se produce el remate de la maquinaria y otros elementos de la fábrica por parte de los rematadores Valle y Squivo de Concepción del Uruguay y Onganía y Bonifazi de Buenos Aires, se incluye también, la propiedad y los edificios,  terreno de 8.763 m2 con 5.550 m2 cubiertos, 4 galpones de mampostería y dos galpones parabólicos superficie 6.346 m2.

Vista actual de los viejos galpones de la Aceitera del Litoral

De esta manera culmina, para siempre, otro de los emprendimientos industriales que supieron, como la Barraca Americana o el Frigorífico Swift, dotar de pujanza al puerto de Concepción del Uruguay. Hoy ese lugar es ocupado por una guardería náutica y por un depósito de motos de la policía de Entre Ríos.

Texto y Edición: Virginia Civetta y Carlos Ratto. Fuente: Diario La Calle 11 y 18 de mayo de 1945 (Texto: Luis Leonarde) y archivos Andrés Rousseaux

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