Por el prof. Celomar José Argachá
Nuestra vieja Escuela Normal, llamada originalmente de “Preceptoras”, fue la primera que funcionó en el país dedicada a la formación de Maestras, sembrando sus egresadas abecedarios en nuestra provincia, en la nación y en países vecinos a partir de 1873.
Hasta Concepción del Uruguay llegaron jóvenes en busca de hacer realidad su deseo de convertirse en docentes y dedicarse por entero a la tan apreciada profesión de educar al soberano que pretendía Domingo F. Sarmiento.
Una de esas adolescentes fue Petrona Eyle, nacida en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Baradero, el 18 de enero de 1866. Es hija de inmigrantes suizos, que conformaron oportunamente una colonia con ciudadanos de origen alemán y francés, recibiendo de las autoridades locales de la pequeña población, fracciones de tierras que la dedicaron la mayoría a tareas agropecuarias.
Su padre fue Gustavo Eyle, cirujano del Ejército. Aparece mencionado su nombre en el año 1867 como Concejal de Baradero durante una grave epidemia de cólera. Sus progenitores la enviaron a Petrona a Concepción del Uruguay por cuanto aquí funcionaba desde 1873 la primera Escuela Normal de mujeres del país, ingresando en dicho establecimiento en el año 1882, pero de acuerdo a los registros y publicaciones de nuestra vieja institución, se recibió como maestra en 1879, de manera que se incorporó en primer año entre 1877 y 1878, con once o doce años de edad.
El Profesor Miguel Ángel Gregori en su obra “Cien años de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de C. del Uruguay” sostiene en la página 19, que entre los primeros servicios contratados en el año su fundación (1878), estaba el de la atención médica y que uno de ellos fue de apellido Eyles, (con una “s” al final y sin figurar su nombre), precisamente cuando Petrona era alumna de nuestra Escuela. Seguramente su padre la haya acompañado, siendo contratado sus servicios por aquella institución. Recordemos que por ese entonces nuestra ciudad era Capital de la provincia y sede de autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales. Su importancia era relevante y mucho más desde el punto de vista educativo con el Colegio del Uruguay y la Escuela Normal de mujeres.
Son escasas las referencias sobre la actividad desplegada posteriormente por la joven maestra Petrona Eyle. Suponemos que regresó a Baradero y posiblemente decidió obtener el título de Bachiller, una exigencia de la época en nuestro sistema educativo para ingresar a la Universidad, pero quizás no era un requisito exigido en Europa o pudo ocurrir que le hayan tomado allí un examen de ingreso. Por ahora no lo sabemos.
Lo cierto es que en 1887 es enviada por sus padres a Suiza, donde vivían familiares, para realizar estudios de Medicina en la Universidad de Zúrich, finalizando los mismos en 1891, a la edad de 25 años, presentando una tesis sobre “Anomalías de las orejas de los delincuentes”, un estudio de los pabellones auditivos, escrita en alemán e inglés y defendida la investigación ante el jurado, haciéndolo en el primer idioma mencionado.
Petrona Eyle se había insertado en una corriente científica muy en boga en la época y que el tiempo demostró equivocada. Había sido desarrollada por César Lombroso y que supuestamente indicaba que estudiando detenidamente ciertas anomalías del pabellón auricular se podía conocer a los delincuentes. Petrona Eyle, para realizar sus estudios de la tesis, utilizó material del Instituto de Ontología de Zurich y del penal de dicha ciudad. Sin embargo, con el correr de los años, esta teoría cayó en desuso ya que los propios resultados contradijeron la idea de Lombroso y de otros grandes teóricos e investigadores de la época.
Regresó Petrona a la Argentina en 1892 y revalidó su título como segunda médica de la Nación en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Desarrolló en un principio tareas en hospitales públicos, del cual no conocemos detalles de su actividad en ese campo. Sólo sabemos que integró la Asociación Médica Argentina, ingresando a la misma avalada por la prestigiosa doctora Cecilia Grierson, primera médica argentina.
Paralelamente inició su militancia feminista, luchando por mejorar la situación de la mujer. La labor desarrollada en ese campo fue extraordinaria, debiendo sortear serios escollos en una sociedad “machista”, dominada su profesión por hombres, siendo la tarea que desarrollaba poco bien vista, incluso por las propias mujeres. Sin embargo jamás desistió en su intento de lograr la igualdad de géneros.
En 1900 organizó el “Consejo Argentino de Mujeres” junto con Cecilia Grierson y Julieta Lanteri y posteriormente la “Asociación Universitarias Argentinas” figurando entre otras, Elvira Rawson de Dellepiane (tercera médica del país), institución que presentó al Congreso Nacional varias iniciativas, como por ejemplo: “Protección a la Maternidad” en 1901; “Sanidad y asistencia Social” en 1906; “Jubilación del Magisterio” en 1907; “Igualdad de Derechos Civiles para la Mujer” en 1919, etc.
Precisamente en 1906 se creó el “Centro Feminista del Congreso Internacional del Libre Pensamiento” y allí vemos nuevamente el nombre de Petrona Eyle junto a Julia Magdalena Ángela Lanteri, más conocida como “Julieta” Lanteri; Elvira Rawson de Dellepiane, Sara Justo, Cecilia Grierson, y Adela Di Caprio.
En 1910, con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo, fue Petrona la persona encargada de presidir el Comité organizador del “Primer Congreso Feminista Internacional”, realizado con señalado éxito, con la presencia de numerosas delegaciones de mujeres de Chile, Paraguay, Perú, Uruguay, etc. y también de varios países europeos. El mismo fue presidido en sus deliberaciones por la doctora Cecilia Grierson y Eyle integró las subcomisiones de Ciencia y de Derecho de reunión.
Fue la primera Directora de la revista “Nuestra Causa” (1918) donde bregó tenazmente en favor del movimiento feminista, defendiendo el derecho de la mujer al voto, a la participación activa en la política y la posibilidad de ocupar cargos públicos electivos. Fue la citada publicación una expresión de la corriente que ella integró en forma decisiva.
Años después Petrona Eyle fundó la “Liga Contra la Trata de Blancas” (1924). Ello se originó como consecuencia de la denuncia realizada por la Sociedad de Naciones (antecedente de la ONU), a través del Comité Internacional contra la Trata de Blancas, que había denunciado a la Argentina como un gran mercado del tráfico de mujeres para destinarlas a la prostitución.
Fue amiga de las grandes personalidades de la época y estimamos que muy cerca del socialismo, ya que fue muy amiga de Alicia Moreau de Justo y Alfredo Palacios, a través del cual presentó algunos proyectos en el Parlamento Argentino.
Lentamente se fue apagando su activismo, sabiéndose poco de ella, a excepción de integrar en 1937 la comisión de homenaje a Cecilia Grierson, la primera médica argentina, siguiéndola en orden cronológico, Petrona Eyle, Elvira Rawson de Dellepiane y Teresa Ratto, siendo las dos última egresadas de la Escuela Normal de Concepción del Uruguay y la última la primera nacida en Entre Ríos.
No sabemos si dejó alguna obra escrita (más allá de su tesis), sin embargo la ciencia nacional la considera una de las figuras pioneras en el enaltecimiento de la mujer en la cultura argentina. Además su lucha en favor de la igualdad de géneros ubica su nombre entre las pioneras de nuestra nación.
Sin duda el reconocimiento a su insistente esfuerzo le llegó dos años después de su muerte, ocurrida en 1945, por cuanto en 1947 las mujeres obtuvieron el derecho al voto por el cual tanto había bregado Petrona Eyle desde el inicio del siglo XX.
Este pequeño artículo es un homenaje a la segunda Médica Argentina, egresada como maestra de nuestra Escuela Normal, reconocimiento que no recuerdo haberlo visto mencionado en sus páginas históricas, pero nunca es tarde hacerlo y deseo que en el futuro nuestros estudiosos del pasado profundicen sus investigaciones sobre esta mujer y revaloricen a una auténtica batalladora de los derechos femeninos.
Creo que un aula merecería llevar su nombre, colocando allí una fotografía de esta luchadora para recordarla siempre y que sirva a la vez de memoria histórica y ejemplo para sus actuales estudiantes. Además, nunca fue nombrada dentro de la historia educacional entrerriana, ya que es una egresada de la primera escuela normal de mujeres del país, habiéndose graduado luego como médica, siendo, como dijimos, la segunda en hacerlo y una gran luchadora en favor de los derechos de igualdad de sexo.
Creemos que Clementina Comte de Alió, francesa, Directora de la Escuela Normal por muchos años, debió servir a sus egresadas de espejo donde pudieran reflejarse e imitarla, no solo como docente, sino que además le permitió a todo el sexo femenino la posibilidad de desarrollar otras actividades dentro del quehacer nacional. Petrona Eyle y las hermanas Speratti son una representación de lo que venimos diciendo.
Edición del artículo: Virginia Civetta y Carlos Ratto