Cuando uno transita por calle Posadas con rumbo a la zona portuaria de la ciudad, a tan solo una cuadra de la Av. Paysandú, nos encontramos con un gran edificio de piedra que llama la atención por sus características, casi diríamos, únicas en Concepción del Uruguay.
Es el viejo edificio de la “Calera Lecumberry”, esta fábrica de cal estaba ubicada en la esquina de las calles Posadas y Zubiaur (ex 4 del este), en la zona del puerto nuevo de Concepción del Uruguay.
Desde principios del siglo XIX, una de las más importantes actividades industriales de la provincia de Entre Ríos fue la explotación de canteras de piedras calizas y la elaboración de cal para la construcción de viviendas y otros usos, destacándose en esta actividad la costa del Rio Paraná, en lo que hoy son los departamentos de Diamante, Victoria y Parana.
Sobre el Río Uruguay, la primera calera se instaló en la zona del Palmar de Colón y fue conocida como “Calera de Barquín” en alusión a su dueño y donde posteriormente funcionara una cantera y embarcadero de canto rodado de la firma Salvia SRL. Restos de estas instalaciones hoy se pueden observar dentro del parque Nacional de El Palmar. Posteriormente, alrededor de 1870, se instaló otra calera, en la desembocadura del arroyo Perucho Vernaz, en inmediaciones de Fábrica Colon, que se conociera con el nombre de “Calera Colombo”, existiendo otras de menor importancia en la zona del Arroyo Urquiza.
Esta actividad industrial, no fue ajena al desarrollo edilicio de nuestra ciudad, existiendo alrededor de 1875, una conocida con el nombre de “Calera de los Vascos”, ubicada en el sector norte-este de la ciudad (aproximadamente Bulevar Yrigoyen entre Seguí y Máximo Álvarez actuales). Esta calera, se abastecía de piedra caliza de la zona y parte se traía en buques del Arroyo Queguay en la República Oriental del Uruguay, que se desembarcaba en la zona hoy ocupada por la playa del Club Regatas y muelle de las «Balandras o Fruteros», que recibía como consecuencia de esta actividad, la denominación de “Puerto de la Calera” o “Puerto de las Carretas” por utilizarse este medio para el transporte del material desde los buques.
La calera de Lecumberry (Calera La Vascongada)
En los terrenos, que habían pertenecido primeramente al Dr. Torcuato Gilbert y en 1888 adquiridos por la Sociedad Anónima “La Territorial de Entre Ríos”, la que al liquidarse los vende al Sr Eugenio Calvo el 11 de mayo de 1896; siendo posteriormente adquirido el 4 de septiembre de 1900 por su hermano Jacinto Calvo, ubicado en la zona del hoy Puerto Nuevo, en ese entonces “Puerto de las Piedras” y dentro de una fracción mayor de terreno, se encontraba el solar ubicado en la esquina de las calles Posadas y Zubiaur, que en el año 1906 el progresista vecino Martín Lecumberry, de origen vasco, adquiere a la sucesión Calvo para a construir en el lugar hornos para la “quema de cal”.
Encomendó la elaboración de los planos, al reconocido Ingeniero de las “Obras Públicas” (refiriéndose al Ministerio) D. Enrique Windmuller, teniendo previsto una producción inicial de 16 toneladas diarias, con un altura de 9,20 m. con tiraje forzado, contando con los últimos adelantos técnicos de la época, utilizando como combustible para los hornos, leña de los montes de la zona e islas del río, siendo la principal característica del edificio, sus paredes levantadas en piedra labrada, como aún se puede observar.
Los trabajos de excavación de los cimientos y “bases de los hornos” se comienza en el mes de agosto del mismo año, teniéndose previsto la utilización de “piedra caliza” del departamento Victoria (ER), a donde se trasladó su propietario, para celebrar los contratos de compra con los productores de la zona.
A fines del mes de septiembre, el horno se encontraba prácticamente terminado, iniciándose el día 25 de septiembre a cargarlo para su “quemada”, con el primer cargamento de piedra caliza recibida por ferrocarril desde Victoria, comenzándose los trabajos para la construcción de un segundo horno.
El 10 de octubre de 1906, se inaugura oficialmente el primer horno de la Calera de Don Martin Lecumberry, a la que bautizó como no podía ser de otra manera con el de “La Vascongada”, asistiendo al acto autoridades e invitados especiales, los que fueron agasajados con un asado con cuero.
El 26 de noviembre del mismo año, se pone en servicio el segundo horno lo que le permite aumentarla producción de la calera a 60 toneladas diarias, trabajando 20 operarios, construyéndose en el lugar un amplio galpón de 17 x 25 m. para servir de depósito de la cal elaborada, que hoy todavía se encuentra en pié. Para fines del año 1906, la producción, de la “Calera la Vascongada”, alcanza niveles óptimos, siendo considerada por la calidad de su producto, una de las mejores del país.
En mayo de 1907, Martín Lecumberry firma un contrato con la empresa “Fabrica Colón” la que se encuentra construyendo su planta frigorífica, para el abastecimiento exclusivo de cal, la que se transporta, mediante buques desde el puerto de Concepción del Uruguay, debiendo adquirir 3000 toneladas de piedra caliza del Departamento Paraná para poder cumplir con el contrato, estimado en cientos de toneladas.
A los efectos de poder cubrir la demanda de cal, que recibe la firma, motiva que se disponga aumentar la altura de los hornos en un metro y medio, a los efectos de darles mayor capacidad, instalándose vías Decauville, para trasladar la piedra caliza hasta la boca de los hornos.
El 31 de agosto de 1908, se techa la casa habitación anexa que manda a construir su dueño para residencia familiar y como es tradicional, agasaja a los albañiles e invitados con un asado de cordero.
El abastecimiento de cal se seguía haciendo principalmente de la zona de Victoria y Parana y, ocasionalmente, se importaba piedra caliza de la zona del Queguay (ROU).
Al instalarse en Concepción del Uruguay, la empresa telefónica Lagiard, instala el primer teléfono en la “Calera la Vascongada”, de Don Martín Lecumberry, realizándose la “comunicación de prueba” el día 15 de octubre de 1909 con resultado satisfactorio.
En 1925, en la esquina de las calles Mitre y Zubiaur, en un solar lindante con la “Calera Lecumberry” o “La Vascongada”, Juan Fioroni manda a construir una casa habitación con salón de comercio en la esquina, para instalar el bar y restaurante que denominó “Puerto Nuevo” y que años después, adquiriera el conocido comerciante uruguayense Samuel Maskavizan.
La “Calera Lecumberry” tuvo en su larga actividad comercial, con altibajos, lo que motiva que el17 de julio de 1927 se procediera a su remate, por parte del martillero local Antonio E. Bacciadone.
La propiedad y calera es adquirida por la sociedad Fabani Hnos y Cía. que a su vez el 17 de mayo de 1929 la venden al Sr. Juan Argentino Colombo, reiniciando la explotación de los hornos de cal14 a partir del mes de diciembre de ese año, con la denominación de “Calera Nueva Pompeya”.
Simultáneamente, en diciembre de 1929, inicia sus actividades comerciales en nuestra ciudad, la “Calera de los Señores Neyra, Zampronio y Larenze” ubicada en calle 3 del Este (hoy Máximo Álvarez entre Belgrano e Ituzaingó).
Esta calera, en marzo de 1930, queda en propiedad de Neyra y Larenze, al retirarse de la firma el Sr. Zampronio comenzando a girar bajo el nombre de “Calera Uruguay”.
Volviendo a la «Calera Nueva Pompeya›› en el año 1931 fallece el Juan Argentino Colombo, procediendo sus sucesores a venderla en remate público a cargo del martillero Nivardo Tenreyro Olivera siendo adquirida por los hermanos Juan Vicente y Luis Fagiano.
No se tiene información que los hermanos Fagiano hayan continuando con la explotación de los hornos de cal, industria que había decaído en nuestra provincia, al establecer el gobierno nacional medidas proteccionista, a la cal procedente de la provincia de Córdoba, lo que llevó a la ruina a las caleras locales y aún de la provincia. Al fallecer los hermanos Fagiano, la propiedad pasa a sus sucesores Rosa María Celestina Pons de Fagiano, Juana Luisa Fagiano y Amalia Fagiano en el año 1946.
El 23 de abril de 1965, la sucesión Fagiano venden la propiedad a los Señores Mauricio G. Gradizuela, Abel Impini y Ceferino Impini.
El 5 de diciembre de 1967, eI terreno y edificación que nos ocupa, es vendido a la firma Drag Sociedad de Responsabilidad Limitada para destinarla a talleres y depósitos de materiales, firma que introduce algunas modificaciones en el galpón existente y casa habitación lindera acorde autorización de la municipalidad local (Expte. 251.805/1969).
Esta empresa naviera, vende la propiedad el 13 de febrero de 1976 a la Señora María Ana Juana Lambrechts, y luego, el 23 de marzo de 1987, este histórico lugar de la ciudad, es adquirido por los hermanos Gustavo y Ricardo Alberto Maskavizan, quienes lo destinan a depósito de mercaderías en general.
En la actualidad, y como puede verse en la foto que acompañan a este artículo, sobre las viejas paredes de piedra se está construyendo un moderno edificio de departamentos.
Edición: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Rousseaux, Andrés, “Concepción del Uruguay, edificios con historia”, Tomo II