Ser diferente? Ser bohemio? Tomar coca cola o vino? Vivir en la calle? Hablar solo? Caminar por las calles de la ciudad y ver o no ver nada? Cantar? … NO! Hay una condición, amar a Concepción del Uruguay.
Ya hemos recordado a Pocho, Carlitos, Teteque, El Cantor, Matraca, Nicolita, José Castro, Padre Rolando y algunos otros.
Y nosotros, Carlos y Virginia nos nutrimos con la lectura, para comunicarnos con todos ustedes.
Silvia Bonus de Núñez, profesora, amante de la historia de nuestra ciudad, continuamente nos obsequia libros, recortes, fotos que vamos compartiendo con ustedes. Su último obsequio, el libro del Sr. Diego Quintana, “Una ciudad con Historia y algo más…”.
Este autor trata diferentes temas de Concepción del Uruguay y también recuerda a algunos personajes que hoy compartiremos:
“Mataco”
Andaba por los barrios de nuestra ciudad, vendiendo berros. Los llevaba en una carretilla. Era un hombre respetuoso, silencioso. Se anunciaba con el ladrar de los perros. De esa manera las señoras salían de sus casas para comprarle su mercadería.
Fue un personaje popular y pintoresco. De chico había sufrido poliomielitis, enfermedad que le produjo una parálisis, con atrofio muscular que le había dejado inmóvil sus piernas. Tal es así, que para trasladarse usaba muletas.
Mucho tiempo vendió diarios en la tradicional esquina de calles Galarza y Urquiza.
Gustaba de comer empanadas en el Mercado Municipal, en lo de los Hermanos Garnier. Hincha fanático de Boca Junior.
Cuando su equipo ganaba, usaba la camiseta del club. Pero cuando Boca perdía, no se lo veía por varios días.
Una de las anécdotas que se recuerdan, nos cuenta que un día Juancito se durmió, recostado a una pared, sobre sus muletas y un conocido aprovecho para pintarle los vidrios de sus anteojos.
Cuando despertó, se asustó mucho y gritaba:
“¡Soy paralitico y ahora ciego, que será de mi vida!”
Pablito
Otro personaje. Trabajaba en la bicicletería de Marchetto, ubicada en Rocamora 780. Un morocho respetuoso, alegre, de un buen carácter. Le causo mucho dolor al quedar sin trabajo, al cerrar la bicicletería por un hecho muy conocido en la ciudad. Este hecho y el quedar sin su trabajo no le permiten a Pablito recuperarse. Ya de grande fue internado en el Hogar de Ancianos Municipal. Se lo veía por las tarde sentado sobre la pared de entrada del establecimiento saludando a todos los que pasaban.
Personaje de los años 50 a 70. Vivía en inmediaciones de calles Eráusquin y Belgrano. Trabajaba en la fábrica de soda “La Popular” de don Carlos Salvarezza.
De pocas palabras, silencioso, muy amante del cine, nunca faltaba al matiné del Cine San Martín.
Fumaba toscanos, es más, siempre llevaba en su boca un pequeño trozo de tabaco.
Siendo chico sufrió una enfermedad cerebral, pero esto no le impidió trabajar. Solía acelerar el paso cuando se ponía inquieto por algo, y caminaba tan rápido que lo hacía casi en punta de pie.
Fue una mujer que vivía en el Barrio San Isidro. Era alta y muy delgada. Sufría trastornos asociados al cerebro, motivo por el cual le daban sacudidas involuntarias de los músculos de su cuerpo.
Haciendo esto que se moviera casi sin control. Y es esto lo que llevo a llamarla “La Eléctrica”.
Trabajaba en casa de familias y según cuentan duraba poco en el trabajo, por su problema que no le permitía llevar a cabo su trabajo como esperaban sus patrones.
Su familia la llevo a vivir en el sur de nuestro país. Si se encuentra con vida hoy tendría entre 80 a 85 años.
“Kid Calefón”
Boxeador, llamado José Álvarez. Nació en nuestra ciudad en el año 1933. Un deportista con mucha potencia más que técnica. Ponía su cuerpo y cabeza para soportar los golpes que recibía en el ring.
Se lo solía ver caminando por el Bulevar Yrigoyen, con destino a su casa, ubicada en los fondos del Club Lanús.
En sus últimos años se lo noto muy perdido, seguramente de tantos golpes recibidos.
“Kid Calefón” fue internado en el hospital Felipe Heras de la ciudad de Concordia, donde falleció el 19 de enero de 1984.
Un hombre de barba blanca que habitaba en las cuevas de La Salamanca.
Conocedor de la zona, del río. Vivía del alquiler de canoas. No era muy conocido, solo por aquellos que visitaban el paraje. Pero fue una buena persona que le dio su nombre a las cuevas naturales que había en el lugar. Su nombre: Dionisio Lamarque.
El Tío Peña, así se lo recuerda. Pescador y conocedor del río Uruguay. Vivía en un rancho en la zona de Paso Vera. Roberto Benetuce le compuso una chamarrita que dice:
“Ese es baqueano del viento, ese es patrón en el agua, ese se llama Ramón, pescador de Salamanca”
Texto. Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Quintana, Diego, “Una ciudad con historia y algo más…”, 2017. Fotos, excepto Don Dionisio, extraídas del mismo libro