Ana Teresa Fabani

Monumento que recuerda a Ana Teresa Fabani en el Bulevar Yrigoyen
 
Este año, el pasado 21 de junio, se han cumplido 70 años de su paso a la inmortalidad.
 
Abocados a recordar la historia de nuestra ciudad y de los personajes que hicieron historia, nos llevó a visitar a la señora Escribana Pública Teresita Rivero, quien en una amena charla en general del tiempo vivido, llegamos a los años de Teresa Fabani.
 
Teresa Fabani (Foto: Gentileza Teresita Rivera)

Teresa Fabani, prima de nuestra anfitriona, nació en Concepción del Uruguay, el 6 de marzo de 1922. Hija de una tradicional familia uruguayense. Vivió con sus padres, frente a Plaza Francisco Ramírez (actual casa de familia Bovino).

 
Estudio en la Escuela Normal, “Mariano Moreno”, de la que egreso en 1939. En el año 1946, se estableció en Buenos Aires, relacionándose con numerosas personas dedicadas a la literatura y poesía. Sus trabajos fueron publicados en los diarios, La Calle, Clarín y La Nación.
 
Tiempo después, se trasladó a la provincia de Córdoba, Cerro de las Rosas, buscando una recuperación de su enfermedad que la acompañaba desde su adolescencia y que la llevo a su muerte, cuando contaba tan solo con 27 años. (21 de junio de 1949).
 
Decía de ella, la señora Domitila Rodríguez de Papetti, en un artículo de la revista Ser:
“Debo decir, que conocí a Ana Teresa Fabani, en los lejanos días de mi infancia. Tratarla, conocerla, a pesar de mis pocos años fue un deslumbramiento frente a la artista, que a esa edad nos parece inaccesible. La última vez que la vi fue en casa de sus padres, frente a la plaza de Concepción del Uruguay, la tierra natal, su primer ámbito y en donde seguramente nuestras pisadas se han confundido por las calles.
“La recuerdo sentada junto a la lámpara que iluminaba sus manos blanquecinas, extendidas a lo largo de su falda en un gesto de coquetería. El cuerpo espigado, tenía aire liviano, daba la impresión que no pesara.
“Lucia cierta sonrisa triste, paradójicamente aniñada. En ella estaba el otro y la lejanía, la rubia cabellera, la mirada clara de valkiria, empañada ya por los fulgores de la fiebre.”
 
Beba Galotto decía de ella: “la hermosa vecina que fue su ideal adolescente por su belleza y su exquisitez espiritual.
“Sus cabellos dorados y sus ojos verdes han sido perpetuados como así también el peso de su enfermedad, aunque esto nunca doblego su comportamiento social e intelectual, su porte y su distinción siguieron siendo fascinantes”.
 
Que más decir de ella, su obra, que ha perdurado hasta nuestros días se centró en la poesía donde dejaba entrever el dolor, la soledad, la angustia, la agonía y por supuesto la muerte. Seguramente porque sabía que su vida sería demasiado corta.
Publico un único libro poemario titulado “Nada Tiene Nombre” y una novela póstuma “Mi Hogar de niebla”, que está inspirada y refleja su vida en el sanatorio de la provincia de Córdoba, el que escribió y corrigió cuando su enfermedad se lo permitía Fue impresa un año después de su fallecimiento.
 
Panteón de la familia Alzamora-Rivera, dónde descansan los restos de Ana T. Fabani

Murió el 21 de junio de 1949, sus restos fueron trasladados a nuestra ciudad y depositados en el Cementerio Municipal. Hoy descansan en el panteón de la familia Alzamora-Rivero, sin que haya en ese sepulcro, nada que así lo indique.

 
Dicen que al llevarse el traslado de sus restos desde la provincia de Córdoba, la marcha del cortejo, se vio interrumpida a causa de la intensa neblina existente en el camino.
La señora Laura Ceretti de Erpen, le rinde homenaje con un poema que transcribimos
“Prefiero imaginarte sin niebla / Pensar que el sol la vence y la posterga / Que todo ya paso, que no has partido / Que una noche de luna con estrellas / Te abre los brazos para que te entregues / Y vivas el amor, con esperanza”.
 
En nuestra ciudad se le rinde homenaje con un monumento en Bulevar Hipólito Yrigoyen, en la plazoleta ubicada en la intersección con la calle Combatientes de Malvinas (frente a las canchas de tenis del club Rocamora) curiosamente, está emplazado en la plazoleta de enfrente a la que lleva su nombre, a la que le es impuesto ese nombre por medio del Dec. 6.444 del año 1979. El monumento es obra del escultor Juan Carlos Ferrero.
 
Texto: Civetta, María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Bibliografía: Vanzini, Regina Suárez de, “Evocaciones” (1975) y Diario La Prensa, 7 de marzo de 2019. Testimonios y fotos brindados por la señora Teresita Rivero
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