Hay vidas ejemplares, y sin duda una de esas vidas fue la existencia de un médico nacido en nuestra ciudad, al que “la heroica y pintoresca tierra entrerriana le dio resonancias telúricas…”, ese médico fue: el doctor Benito Casildo Cook (Benito C. Cook)
Desde niño se perfiló la rectitud de su carácter. El amor a sus semejantes, la generosidad y la grandeza de alma. Fue uno de los sobresalientes retoños del Histórico; no fue prócer ni descubridor, pero si sabio en sus disciplinas y en su filosofía.
Brillante alumno, amante hijo, así como lo fue esposo y padre, abnegado en su profesión de médico y catedrático, incursionó en la política, aunque en forma moderada, junto a don Wenceslao Gadea, otro ilustre ciudadano.
Buen ejecutante de música, sobresaliendo en bandolín, piano y guitarra, integró el conjunto estudiantil del Colegio Nacional y “La Fraternidad”, titulado “La Estudiantina del Plata”, célebre en su tiempo por sus serenatas.
También le tocó vivir la época de los “Ejercicios Doctrinales” del Colegio del Uruguay, y por su seriedad y derechura ocupó el cargo de celador en el histórico Instituto.
La misma línea de conducta lo acompaña en sus estudios universitarios, y por sus condiciones, ingresó como practicante interno en el Hospital Rawson de Buenos Aires. Presentó su Tesis de médico, apadrinado por el doctor Telémaco Susini, (Académico Honorario), y su titulo fue refrendado por el doctor Leopoldo Montes de Oca (Decano de la Facultad de Medicina), y el doctor Leopoldo Basavilbaso, Rector de la Universidad de Buenos Aires.
Obtenido su diploma de médico se radicó en esta su ciudad natal, e inmediatamente su nombre y su fama se hicieron populares. Era el médico de todos, no hacia distingos entre pudientes y pobres. En su aviso de facultativo rezaba: “a los pobres gratis”.
Así es como se cuentan infinidad de anécdotas de su labor profesional, todas relatadas por quienes recibieron sus beneficios, pues él jamás hacía referencia a su silenciosa labor humanitaria.
Era de baja estatura física pero de enorme grandeza moral. En una oportunidad, con su sola presencia, su ademán sereno y su palabra rectora, dominó una rebelión de los internos de “La Fraternidad”. Era el doctor Cook el que les pedía cordura…
Durante su existencia conoció el inmenso desgarramiento de perder a su hijita Eloísa de nueve anos de edad, ¡él que había salvado tantos niños! La población entera se asoció a su dolor en ese 24 de setiembre de 1912.
El pueblo no olvida a sus benefactores y así, en vida, le ofrecieron varias demostraciones de cariño, hasta que cumplido su ciclo de médico y docente, lo que no le impidió presidir por dos periodos el Banco Agrícola, y prestar sus servicios médicos gratuitos a diversas instituciones de bien.
Se trasladó a la Capital Federal con su familia. Allí su vida continuó siendo austera, su casa estuvo abierta para todos sus coterráneos que llegaban a recibir sus lecciones de bien, de patriarca.
Cuando se ausento definitivamente, aunque siempre volvía a pasar alguna temporada, todo el pueblo y localidades aledañas le rindieron una cálida y emotiva despedida, poniendo una nota de espiritualidad y arte. Celia Torrá, quien toco su violín desde la dársena del puerto local.
Su pueblo, que lo quiso tanto y al que él tanto quiso, en reconocimiento a sus dotes de ciudadano, le ha rendido su homenaje en el nombre de una calle, en un Cenotafio en el cementerio y el Colegio del Uruguay, su Colegio, ha impuesto su nombre al aula dónde él dictara su cátedra.
En la Capital Federal también fue objeto de agasajos juntamente con los doctores Bordato y Sagarna, en el Circulo de la Prensa. Actualmente su retrato integra la galería de hijos ilustres de Entre Ríos, en la Asociación Entrerriana “General Urquiza”.
Esta síntesis, es, a grandes rasgos la vida proficua de un hombre que derramó a manos llenas el bien, que restañó heridas, que fue modesto, humilde en su grandeza, ejemplo para sus conciudadanos y para la juventud, por ese en su cenotafio dice: “Por digno, por noble, por bueno”.
Hoy, su nombre y su vida deben ser conocidos, valorados y recordados como paradigma de ciudadanía.
Edición: Civetta María Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Fuente: Lorenza Mallea, “Benito Casildo Cook”, Primer Congreso Nacional de Historia de Entre Ríos, Resúmenes de trabajos presentados, 1982






