Autores: Virginia Civetta y Carlos Ratto
Benito Casildo Cook, había nacido en Concepción del Uruguay, 9 de Abril de 1868, siendo bautizado en la Inmaculada Concepción por el cura D. Domingo Ereño. Sus padres fueron Benito G. Cook -reconocido abogado y escribano- y Francisca Llames. La casa paterna se levantaba (aún existe parte de la vieja casona) en la intersección de las actuales calles Juan D. Perón y Alberdi, más adelante, construye su residencia en la esquina noreste de las calles 8 de Junio y 25 de Mayo, la que además contaba con su consultorio y diversas salas para alojar a los enfermos. Tan amplia era la casona que luego de su partida hacia Buenos Aires, fue usada como hotel-residencial.
El Dr. Benito C. Cook, fue muy conocido en la ciudad por su total entrega hacia los enfermos más necesitados. En un aviso aparecido en un diario de 1904 se menciona expresamente ” A los pobres, gratis”, por esta razón se lo llamó “Medico de los Pobres”, pues no solo atendía a quienes podían pagar la consulta, sino también a todos aquellos que no lo podían hacer, es más también facilitaba los remedios a aquellos que no podían costeárselos.
Se casó con doña Obdulia María Herrera, con quien tuvo cuatro hijos: María Obdulia, Eloísa, Julio Cesar y Jorge Alberto.
Su partida
En el año 1910, y como consecuencia de una serie de problemas personales, el Dr. Cook, decide instalarse en la ciudad de Buenos Ares. Esta situación movilizó a una gran parte de la población de la ciudad, quienes deseaban manifestarle a Cook, su agradecimiento y reconocimiento por la labor desarrollada en beneficio de la comunidad por muchos años.
Creo que no caeremos en un exceso si decimos que Benito Cook, fue la figura social, más importante y reconocidas del S. XX. si lo medimos por las muestras de gratitud que recibió y la gran cantidad de personas que se sumaron a los actos organizados para despedirlo.
Al conocerse la decisión del Dr. Cook de trasladarse a Buenos Aires, un grupo de uruguayenses resolvió comenzar a reunirse para organizar una despedida acorde a los méritos de quien se ausentaría de la ciudad, en un principio de manera temporal. En efecto, el martes 19 de abril de 1910, se reunió en el Club Social, un grupo de amigos para programar los actos de despedida y homenaje para quien se ausentaría temporalmente de C. del Uruguay para radicar se la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Flores.
Esta reunión resulto ser muy numerosa, habida cuenta que eran nada menos que 116 las personas que invitaban a ella. Concluida la misma, la comisión decidió testimoniar el reconocimiento colectivo a Cook “por sus méritos de médico caritativo, excelente caballero y amigo” con las siguientes actividades:
Realizar una manifestación popular de despedida, la que acompañará a Cook y su familia hasta el puerto local el día de su partida. Realizar previamente a esto un picnic en la zona del puerto. Obsequiarle, además, un “cronómetro de oro con medallón y dedicatoria alusiva del recuerdo de sus convecinos y amigos del Uruguay”.
Se nombró una comisión ad hoc para organizar las actividades antes establecidas. La misma quedo conformada por José R. Baltoré (presidente), Lucilo B. López (Secretario), Alberto H. Carosini (Tesorero) y como vocales fueron designados Máximo Álvarez, Salomón Magasanik, Antonio C. Muzzio, Pascual Corbella, Wenceslao S. Gadea, Bernardo Caffa y Eduardo Tibiletti. Es de destacar que esta comisión se reunía todos los días en los salones de dicho club.
Acto seguido se dio comienzo a una suscripción popular para costear los gastos de los actos previstos, recaudándose en ese momento la suma de $ 1270. Siendo los que más aportaron Lucilo B. López, Salomón Magasanik y Juan Puchulu con cien pesos cada uno.
El picnic, luego de varios análisis se resolvió que finalmente se realizaría el día domingo 1º de mayo de 1910, “en los terrenos de la sucesión Tahier, inmediatos al puerto interior”. La reunión será amenizada por la banda de música de la “Sociedad Centenario” a la que se le sumarán otras orquestas de cuerdas, improvisadas para la ocasión. Las familias (señoras y niñas), expresa el artículo de “La Juventud”, podrán concurrir al evento luego del almuerzo popular, a cargo del “Hotel París y les será servido un lunch en una carpa levantada en el centro del terreno.
Como dato anecdótico, se puede mencionar que la muy importante para la época, Sociedad Gremial Unión Carreros”, decidió suspender su fiesta anual que se iba a llevar a cabo ese día, en conmemoración al “Día del trabajador” para el domingo 8 en adhesión al homenaje al Dr. Benito Cook.
Un día antes de los actos de despedida y reconocimiento al Dr. Cook. “La Juventud” anunciaba que en la vidriera de la “Librería del Colegio”, los ciudadanos, podían apreciar, desde ayer, el reloj, cadena, medallón y termómetro, con que la comunidad obsequiaría al profesional. Este reloj, luego de la muerte del Dr. Cook, fue donado por su viuda la museo del Colegio, de dónde fue robado. Para más detalles ver el artículo del Prof. Omar Gallay en: https://www.facebook.com/share/p/161KEy3iUU/
A las 15 horas, se sumarán a los hombres que participaron del almuerzo campestre las damas y será ese el momento elegido para hacerle entrega del mencionado objeto. En ese sentido acto hará uso de la palabra el Dr. Eduardo Tibiletti y el Dr. Cook, a su vez, se dirigirá a la población que lo acompaña en sus últimos momentos en C. del Uruguay. Acompañarán este momento, formados en comisión, los alumnos de 4º y 5º año del Colegio Nacional.
Para la realización del almuerzo popular y posterior lunch, se construyó en el centro del terreno de la sucesión Tahier una gran estructura de 20 por 40 metros, la que sería embanderada y ornamentada para la ocasión. Para este almuerzo, que tenía como horario de cita a las 10 de la mañana, consistiría en un asado campestre para lo cual se había sacrificado 10 vaquillonas y 20 capones.
Se habían designados dos comisiones, una para acompañar hasta el lugar de la fiesta al Dr. Benito Cook y su señora y otra para recibirlos en el lugar. Luego de las actividades previstas, los asistentes acompañaran al Dr. Cook y a su familia hasta el muelle interior (puerto nuevo) desde donde partirá hacia su nueva residencia en la ciudad de Buenos Aires.
El día de los actos, fue una cruel jornada de inviernos, con temperaturas muy bajas y ráfagas de viento que constantemente azotaban el templete ubicado sobre la vera del riacho Itapé. Pese a eso más de dos mil personas acompañaron las actividades previstas. El almuerzo campestre comenzó a servirse a las 12 horas. Bombas de estruendo diseminaban por el aire papeles de colores con la inscripción “El pueblo al Dr. Benito Cook. Filantropía y abnegación. Mayo 1º de 1910. Concepción del Uruguay”. Poco después de las 15 horas, llegó al lugar la familia del homenajeado, siendo recibidos con salvas de aplausos por los allí presentes.
Sobre una gran mesa se habían colocado numerosos y artísticos ramos de flores, destacándose por su cantidad los aportados por personas de color, muy numerosas en esos tiempos en la ciudad, que deban muestras de su gratitud a los servicios que habían recibido de este bondadoso médico.
Al hacerle entrega de los obsequios, dijo, entre otros conceptos, el Dr. Eduardo Tibiletti: “Apreciado Dr. Cook, soy portavoz de esta gran columna humana, de este, tu querido pueblo, para darte el adiós en la hora de la despedida y para hacerte entrega de este recuerdo que condensa la suprema palpitación de sus afectos hacia ti. Bien ganado lo tienes y es por lo mismo que ves a tu alrededor se congrega toda entera esta población hoy, que marca el día de tu partida y bien habrás advertido la leal sinceridad del agasajo cuando ni una nota discordante ha turbado la magnificencia del cuadro.
“Eres hijo del Uruguay y lo evidencia la solidaridad consiente que ha brotado con singular espontaneidad en el alma de este pueblo en forma tal que esta demostración pública no ha tenido (…) otra que la iguale.
“Tú no tienes larga y descollante actuación en la arena movediza de nuestra política, tu palabra no ha arrastrado jamás a las muchedumbres y sin embargo tu figura presenta aristas salientes y (…) tu personalidad esta rodeada por la aureola de las simpatías populares.
(…)
“Para ti nunca ha habido jerarquías y no es lastimar tu sencillez (…) sino hacer acto de justicia estricta recordando (…) que no solo has cumplido celosamente con la penosa tarea de remediar los males y estar allí donde el dolor pedía el servicio de la ciencia, sino que tu bolsillo se prodigó abiertamente en el silencio…”
Finalmente, se despide, “…deseándote, querido Benito, como intérprete del alma popular eterna ventura en unión de tu digna compañera e idolatrados hijos en tu nuevo campo de acción, mientras nosotros (…) le guardamos intacto el bagaje inagotable de nuestros cariños”.
Visiblemente emocionado, el Dr. Cook se dirigió a los presentes de esta manera: “Seriais defraudados si esperáis oír de mis labios la frase hermosamente correcta y conceptuosa, que es patrimonio de pocos (…). Pero (…) tengo en cambio, la confirmación en esta, para mí, imborrable manifestación de que me hacéis objeto, de que habéis penetrado las modalidades de mi alma, siempre dispuesta, escusad la inmodestia, a practicar el bien, aún a cambio de un mal recibido.
“El Uruguay, siempre noble y generoso, recompensa mis modestos servicios prestados en la convicción que solo cumplía con mi deber…
“Declaro señores que me siento satisfecho y orgulloso de haber nacido en este pedazo precioso de suelo, que me siento estimulado en el sentido de continuar por la misma senda que depara una recompensa que, como la que me tributáis, y que nunca tomé como punto de mira, proporciona tan inefable placer. Y que siento verdadera congoja y una inmensa pena de quién, por causas fortuitas, se aleja del hogar en que vive feliz y encierra un tesoro de cariño.
“Hasta más allá pues, hasta muy lejos de los límites de nuestra ciudad influiréis en mi destino. E ingrato sería si desconociera y olvidara tan inmenso bien…
(…)
“A todos mis convecinos mi gratitud más acendrada y mis votos más ardientes por la prosperidad de cada uno y porque sean un hecho en breve tiempo las obras de arte que solo complementarán las condiciones naturales de esta tierra de promisión, de porvenir seguro y engrandecimiento colosal”.
Luego, el alumno de quinto año Eufemio Muñoz, leyó un discurso en homenaje y le hizo entrega de una escultura de bronce de Juana de Arco, obsequio de los alumnos de 4º y 5º año del Colegio del Uruguay. Acto seguido la orquesta del profesor Nery ejecutó varias piezas por más de una hora y media, pese al intenso frio de esta tarde de mayo. Luego, ya al caer la tarde “un medio centenar de vehículos conducía al conjunto más selecto de damas y caballeros hasta el puerto dónde fue despedido el Dr. Cook y su familia”.
Además de estos grandes actos Benito Cook recibió muchas atenciones más privadas, como por ejemplo la que le ofreció la dirección y el personal docente de la Escuela Normal y que consistió en un lunch que fue realizado en los mismos salones de la escuela el jueves 24 de abril a las 16 horas. Los alumnos de 4º y 5º años del Colegio del Uruguay, entregarán, durante el almuerzo popular al homenajeado un pergamino y un objeto de arte.
También ofreció banquete de despedida, en su residencia el Sr. Salomón Magasanik, participando de la reunión, además del anfitrión y del invitado, José R. Baltoré., Lucilo B. López, Escolástico Ibarra, Pascual Corbella, Luis F. Aráoz, Alberto H. Carosini, José Haedo, Benito G. Cook (su padre), Eduardo Tibiletti y Alejandro Magasanik.
Por su parte el directorio del banco “Agrícola, Comercial e Inmobiliario, del cual Cook había sido presidente agasajó con un lunch al destacado médico uruguayense, el mismo se iba a servir en el despacho de los directores de la institución a las 17 horas y, además del actual directorio, participarían como invitados los directores que lo acompañaron en su gestión.
Días después, la comisión organizadora del homenaje al Dr. Cook, hizo público el balance de ingresos y egresos. Los ingresos totales alcanzaron los $ 4839.- siendo quienes más aportaron Salomón Magasanik ($ 210.-); Alberto Carosini y Lucilo B. López ($ 160.- c/u) y Juan Puchulu ($ 130.-). El total de lo gastado ascendió a los $ 4843, siendo el gasto más importante el almuerzo y el lunch, por lo cual le fue abonado a P. J. Barral (Hotel París) la suma de $ 1431.- Todos los comprobantes, dice la publicación de “La Juventud”, se encuentran a disposición de quien desee consultarlos en el escritorio del tesorero, Alberto H. Carosini.
Su domicilio en Buenos Aires, ubicado en la calle Estados Unidos 349, siempre tuvo abiertas sus puertas para todos los uruguayenses que por uno u otro motivo, llegaban buscando ayuda o apoyo que él nunca eludió, sea rico o pobre, no era su estilo, siempre estuvo dispuesto a tener su mano a quién se lo pidiera.
Benito Cook, fallece en Buenos Aires el 10 de junio de 1947, sus restos fueron trasladados hacia C. del Uruguay y despedidos al cementerio por el Dr. Delio Panizza. Su cuerpo fue depositado en el panteón familiar, en el que también descansan los restos de su padre, Benito G. Cook.
En el año 1949, a poco más de un año de su deceso, se coloca, en su homenaje, un cenotafio sobre la avenida principal del cementerio. Este monumento, erigido y costeado en su honor por la comunidad local, tiene grabada una frase del Dr. Panizza que reza “por noble, por digno, por bueno…” que este expresara en una poesía en homenaje al médico.
Al cumplirse cien años de su nacimiento, en 1968 (el 30 de agosto), la Municipalidad sanciona la Ordenanza 2354, a pedido de la Comisión Municipal de Cultura, que impone este nombre, Dr. Benito C. Cook, a la calle N° 165, que hasta ese entonces era llamada 7 del Oeste Sur.
Fuentes: La Juventud, 16 de abril de 1910; 2 de mayo de 1910 y 14 de mayo de 1910. Nuestro agradecimiento a la hemeroteca del museo “Casa de Delio Panizza”. Rousseaux, Andrés René, “Edificios con historia” Tomo II. Lorenza Mallea, “Benito Casildo Cook”, Primer Congreso Nacional de Historia de Entre Ríos, Resúmenes de trabajos presentados, 1982.






