Este término es familiar para nosotros, y para las gentes de parroquia en general, por lo que no digo “la residencia del clero”. En los tiempos primitivos, el clero se alejó en casas particulares, pues no había más que la capilla. Como creo que ha debido hacerlo el Dr. López, que ha de haber residido en casa de su cuñado Sagastume; llamando la atención de que cuando atendía oficios de sepultura, echaba mano, como testigo en muchos casos, de su propio padre Dn. Bentura López.
También parecía que antes de la Revolución de Mayo, el Cabildo habría adjudicado al Dr. José Bonifacio Redruello, un solar contiguo a la Iglesia, presumiblemente con destino a residencia del Cura. Pero he de continuar en torno a la enajenación del terreno que rodeaba la Iglesia, hasta años después de construido el templo actual. Se ha llegado a afirmar que la Iglesia habría vendido esos terrenos. Pero no fue así. La enajenación fue ejecutada por el Gobierno de la Provincia, que consideró esas propiedades como fiscales. Pudo quizá procederse de otro modo. La Iglesia no reclamó el derecho de posesión que le asistía desde la fundación del pueblo, en que Tomás de Rocamora adjudicó toda la manzana para la Iglesia. Eran tierras realengas y estuvieron desde entonces destinadas a la iglesia y sus futuras instalaciones, como casa parroquial, escuela u otras. Pero esto tiene que ver también con aquello del ejercicio de Patronato, tomado tan a pecho por los diversos gobernantes, que cuidaron de no despojarse de él.
El diez de enero de 1900, el Obispo del Paraná, Don Rosendo de la Lastra y Gordillo, libra un Auto que dice:”En vista de la urgente necesidad que hay, de que el Curato de la Concepción del Uruguay sea provisto de algunas habitaciones que proporcione alguna mediana comodidad a los párrocos, para su residencia, despacho parroquial del archivo; y careciendo dicha parroquia de los fondos necesarios para verificar esta obra. Por las presentes letras, autorizamos debidamente al Cura actual Pbro. Dr. Amancio J. Rodriguez, para que por medio de limosnas y suscripciones populares, proceda a la construcción de dos habitaciones a lo menos, en la parte de terreno perteneciente a la Iglesia que queda detrás de la misma; además se le permite que provisoriamente hasta tanto sea posible construir casa parroquial en debidas condiciones, pueda dividir la actual sacristía de la Iglesia por medio de un tabique que le proporcione una habitación mas para su comodidad. Dado en nuestro Palacio Episcopal del Paraná, a diez de enero de mil novecientos. Rosendo, Obispo del Paraná”.
Es decir que hasta mil novecientos, no había casa parroquial. Recién en 1903, el Gobierno de la Provincia, escritura a favor de la Iglesia, el terreno que ocupa hoy la Casa Parroquial, y -creo- la Biblioteca “La Buena Lectura”. Esta escrituración ha debido responder a gestión del Dr. Rodriguez.
Hallamos en el archivo parroquial dos propuestas para la construcción de la actual casa parroquial, firmadas por Santos Colombo, las que ofrecen ciertas variantes entre si. Una no tiene fecha y la otra es del 29 de marzo de 1899.
Con fecha “Paraná, Abril 30 de 1902”, firmado por un Sr. Rígoli, hemos hallado una copia heliográfica del “Proyecto de edificio para casa del cura en Uruguay”, y se trata del frente y corte, del edificio, el que al correr de los años fue ampliado por partes, en diferentes fechas.
“Es oportuno hacer notar que hoy, a la altura edilicia a que llegado Concepción del Uruguay, esta vieja construcción, ha cumplido su ciclo, y desdice de las proporciones y aspecto general de la ciudad de los alrededores del centro y Plaza General Ramírez y, lo que tal vez lo que debe ser considerado más a fondo: No llena las mínimas necesidades del número de clero que actúa en la Parroquia, de las actividades numerosas que allí se desarrollan, del número de instituciones que en ella están instaladas. Además, cree el autor que la Casa Parroquial, tiene todas las características de una importante Oficina Pública, que debe estar, por lo menos, a la altura de las diversas reparticiones de que se enorgullece Concepción del Uruguay, la Casa Parroquial está al servicio del bien público en una diversidad de aspectos, por lo que debe merecer la consideración de toda la población, como también de los poderes públicos”.
Nadal Sagastume, José A. “Nuestra Parroquia. Apuntes para la historia” (1975)