Fue inaugurado el 26 de noviembre de 1996 en un acto que se desarrollo en el lugar desde las 18,30 horas, se contó para ello con la presencia del Secretario de Turismo de la Nación Francisco Mayorga y de presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), coronel Antonio Rodriguez, mientras que el atleta local Andrés Charadía encendía la antorcha olímpica del monumento. Más allá de los méritos de Zubiaur bastaban para que la ciudad tuviera una demostración de este tipo, la edificación de este monumento se inscribió en una estrategia llevada a cabo por el gobierno y el COA para lograr que Buenos Aires sea elegida como sede de los Juegos Olímpico 2004, los que finalmente se desarrollaron en Atenas, entre el 13 y el 29 de agosto de 2004.
El Prof. Guillermo Nikodem por la Secretaría de Turismo y deportes de la Nación, la Arquitecta Liliana Solimano por el Colegio de Arquitectos de Entre Ríos, la escultora Gloria Priotti por el Museo de Bellas Artes de Entre Ríos, y los Arquitectos Roberto Giles y Eduardo Silva por la Municipalidad de C. del Uruguay y por los concursantes, respectivamente. El primer premio recayó sobre el proyecto presentado por la Arq. Carina amarillo y la Ing. Susana Demarchi.
Zubiaur, rector del Colegio del Uruguay entre 1892 y 1899, fue enviado a París en 1889 por los gobiernos de Entre Ríos y Corrientes, junto a Alejo Peyret, a la Exposición Universal de París (en la que se presentó la Torre Eiffel) para participar del Congreso Internacional para la Propagación de los Ejercicios Físicos en la Educación, el tema que lo apasionaba. El deporte en las escuelas maravilló tanto al barón Coubertin y a Zubiaur, ese fue el comienzo de una relación que culminaría con ambos integrante el primer Comité Olímpico Internacional. La reunión que dio origen al Comité Olímpico Internacional se llevó a cabo en París, el 23 de junio de 1894 y el mismo se formó con 12 miembros, siendo Zubiaur el único latinoamericano
En Concepción del Uruguay existe un monumento en su homenaje y un monolito con su nombre, en la ciudad de Atenas, en Grecia, junto al de los otros integrantes del primer Comité Olímpico Internacional. Había nacido en Paraná el 31 de marzo de 1856 y falleció en Buenos Aires el 6 de septiembre de 1921
El día 9 de agosto, la ciudad recibió la antorcha olímpica con la llama de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018. Estos juegos tienen como sponsor a la empresa local: Rio Uruguay Seguros.
La antorcha se recibió en el Monumento al Gral. Urquiza y será trasladada a pie por atletas destacados hasta el Colegio hasta la Plaza Ramírez en homenaje a José B. Zubiaur.
Monumento para el Dr. Jose Benjamín Zubiaur (Descripción)
Se trata de un espacio recorrible, de esparcimiento y recreación. Esta última, la recreación es la instancia sobre la que partimos y que permite entender el monumento como nexo del hombre con su propia historia a través de la memoria Y la imaginación.
La plazoleta se puede dividir en dos sectores extremos unidos por un sector central.
Uno de los extremos es el sector de la fuente, el otro es el sector de la antorcha con una pequeña plaza de ceremonias y el sector central con los elementos escultóricos que forman una ventana visual.
En el primer sector, apelamos a la memoria a través del recurso del agua. La fuente, que puede asociarse con los orígenes. Todo este campo, como nuestro pasado, tiene que ver con aquello que poseemos y también con lo que podemos medir y tocar, por ello los muros avanzan metiéndose sobre el terreno para contenernos, para estar al alcance de la mano, y poder experimentar su textura rugosa, su color natural, como así también el agua que corre bajo nuestros pies y el verde que avanza sobre el muro.
Todos estos recursos táctiles y de experimentación sensorial están referidos al cuerpo.
En el sector opuesto, apelamos a la imaginación con el recurso del fuego: la antorcha, que puede asociarse con las ideas, lo ideal, lo abstracto e intangible y esto se relaciona con todo lo referido al alma.
Este campo, el de los ideales, es algo que podemos visualizar, pero no se encuentra a nuestro alcance inmediato y representa aquello a lo que podemos llegar en algún futuro.
El sector central se encuentra como nexo entre estas oposiciones: agua – fuego, cuerpo – alma, pasado – futuro, y todas las posibles asociaciaciones que puedan surgir. Y esta unión es posible mediante un juego visual que puede experimentar quien lo recorre. Para ello existen dos puntos de observación perfectamente diferenciados.
Al colocarse en dichos puntos, el observador se encuentra en un eje visual que pone los referentes extremos: agua – fuego, en la misma línea. Los elementos centrales se alinean de esta manera formando una ventana que permite tener en una visión instantánea los objetivos.
Para entender la totalidad, es necesario recorrerlo y percibir cada parte.
Esto representa nuestro presente, el transcurrir de la vida, que en ciertos momentos podemos visualizar claramente nuestras metas y luego en el camino a recorrer podemos confundirnos y desviarnos. Por ello en cada nuevo ciclo se vuelven a retomar los orígenes.
De esta manera se reconstruye un presente en constante proyección desde el pasado hacia el futuro y viceversa para poder hacer una visión retrospectiva que nos permita seguir avanzando.
Fuente: Arq. Carina Amarillo