Se encontraba ubicado en calle Galarza y Máximo Álvarez, esquina noroeste. En el sector este de la ciudad, a pocas cuadras del riacho Itapé existió, ya que con las remodelaciones que se han realizado prácticamente ha desaparecido, un singular edificio en torre, construido por orden de su propietario, el Doctor Francisco Martin Reibel en el año 1888, por el maestro constructor de nacionalidad italiana D. Ángel Luiggi o Luissi, en el solar (1/4 de manzana) en la esquina de la entonces calle N° 3 del este (hoy Máximo Álvarez) y Ciencias (actual Galarza).
Reseña biográfica del Dr. Francisco Martín Reibel
Nació el 5 de octubre de 1846,en la ciudad de Schlestad -Alsacia- Francia, graduándose de doctor en medicina a la edad de 24 años, participando como médico en la guerra franco-prusiana de 1870, en la que fue herido en dos oportunidades.
Las provincias francesas de Alsacia y Lorena, como consecuencia del conflicto bélico, fueron incorporadas al imperio Alemán, lo que motivó que el Dr. Reibel decidiera emigrar a la Argentina en el año 1871, ante una invitación que le hiciera su amigo D. Alejo Peyret.
Se estableció en la ciudad de Colón (ER) donde ejerció la medicina entre los años 1872 y 1884
El 24 de agosto de 1874, contrajo enlace con la Señorita Diana De Donatis, de nacionalidad italiana, de 17 años de edad, siendo éste el primer matrimonio civil llevado a cabo en la Argentina.
Independiente de sus actividades profesionales, desempeñó diversos cargos en la administración de la Colonia ” San José”; fundó y redactó los periódicos colonenses ” La Gaceta de Colón ” y ” El industrial”.
Fundó colonias y promovió exposiciones regionales de productos agrícolas, fomentó la siembra de la vid y la elaboración de vinos y alcoholes. Se desempeñó como médico de policía y de la municipalidad.
En enero de 1885, se establece con su familia en Concepción del Uruguay desarrollando una intensa actividad profesional. Al poco tiempo atendiendo sus relevantes cualidades, es convocado para ejercer la cátedra de alemán en el Histórico Colegio del Uruguay, asumiendo posteriormente la enseñanza de diversas materias por espacio de quince años.
Fue socio-fundador del establecimiento industrial “Destilería La Uruguaya “, conocida como la “destilería de Reibel”, donde se elaboraron diversas bebidas hasta su cierre en el año 1899.
Se desempeñó por dos veces como concejal municipal, presidente de la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, agente consular de la República Francesa, siendo condecorado por el gobierno de éste país con el título de “Oficial de Academia”.
Fue médico, industrial, docente y filántropo, falleciendo en nuestra ciudad a la edad de 53 años, en la extrema pobreza el lunes 10 de abril de 1899. Debiendo hacerse cargo de los gastos de su sepelio el rector del colegio Enrique de Vedia, quién cursó al Inspector General de Colegios Nacionales el siguiente telegrama “Acaba de fallecer en la pobreza nuestro digno profesor y cumplido caballero Dr. Francisco Martin Reibel”.
En su homenaje, la municipalidad local, en el año 1925, mediante Ordenanza N° 646/1925 impuso su nombre a la calle N° 148 (Ex calle B sud) y en el año 1949, el Ministerio de Educación de la nación le dio su nombre a la escuela N° 4 del Departamento Colón.
El castillo del Doctor Reibel
Los terrenos, donde se edificaría éste singular y particular edificio, de aspecto de “castillo europeo en torre”, pertenecieron originalmente al Sr. Rómulo Hermelo, quién se lo vende, con una fracción mayor, al conocido agrimensor de nuestra ciudad Juan Leo, comprendía todos los terrenos circundantes entre las actuales calle 8 de Junio y 9 de Julio, y desde Antártida Argentina hasta la ribera del Riacho Itapé.
El solar, (1/4 de manzana de 40 x 40 varas de la esquina de las calles 3 del este (hoy Máximo Álvarez) y Galarza es adquirido por el Doctor Reibel de la ciudad de Colón, en el año 1878 en la suma de $262, pesos m/n ,lo que demuestra su intención de radicarse en un futuro en nuestra ciudad.
En el mes de enero de 1885, la familia Reibel – De Donatis e hijos, se radican en Concepción del Uruguay, ocupando una casa arrendada mientras se construía su residencia (el futuro castillo de Reibel)
La obra estuvo finalizada para mediados del año 1888, habiendo estado su construcción a cargo del maestro constructor Ángel Luiggi o Luissi, de nacionalidad italiano, con quién lo unía una estrecha amistad desde la época que residiera en Colón.
El edificio, toda una novedad para la época y aún hoy, constaba de tres plantas “en torre” con una altura de quince metros desde el nivel del piso. Tenía la particularidad, que todas las habitaciones eran redondas, por lo cual se debieron construir especialmente los muebles, manteniendo ésa forma y adecuarlos a cada habitación. En el primer piso, se encontraba el comedor principal, con una mesa redonda en la que podían sentarse alrededor de quince comensales; en el segundo piso se encontraba el dormitorio del matrimonio y en el tercero los dormitorios de los hijos. Se accedía a los “pisos altos” por una hermosa escalera tipo “caracol”.
Poseía un amplio sótano, para depósito de víveres y bebidas, encontrándose debajo de éste la cisterna depósito de agua, lo que lo hacía extremadamente frío y adecuado para los fines que se había destinado. Desde el sótano, existía un túnel que comunicaba con los otros subsuelos de las otras dependencias del edificio.
El señorial edificio, fue el centro de la actividad social de la ciudad por varios años, siendo visitado por distinguidos personajes, entre los que podemos citar al dramaturgo y periodista Florencio Sánchez, los periodistas Eduardo Talero y Monteavaro.
Se comenta, que desde su torre, Florencio Sánchez, en su calidad de corresponsal del diario ” La Prensa”, mediante un catalejo observaba los desplazamientos de las fuerzas orientales en oportunidad de los enfrentamientos entre “blancos y colorados” en la costa uruguaya.
Al fallecer el Dr. Reibel en el año 1899, el castillo, como se lo conocía en la jerga popular, pasó a mano de sus únicos y universales herederos, su esposa Diana De Donatis e hijos.
Sus herederos, apremiados por la situación económica en que estaban atravesando, lo venden el 13 de diciembre de 1913, ante el escribano Diógenes Vallarino, al Sr. Federico Gans. En 1920, es puesto en venta por su propietario, con una base de $17.500, acorde avisos publicados por el periódico La Juventud de la época. A pesar de haberse presentado varios interesados, la operación no se realizó continuando en poder del Gans.
El 28 de julio de 1928, Federico Gans lo vende al Sr. Miguel Esteban Mugherli en la suma de $16.000 pesos m/n interviniendo en la escrituración el escribano Wenselao Gadea. Miguel Esteban Mugherli, a su vez, el 31 de julio de 1933 lo enajena a favor de su hermano Nicolás Mugherli en la suma de $20.000, ambos de la localidad de Caseros. Al fallecer Nicolás Mugherli, la propiedad pasa a manos de su señora esposa y posteriormente a la distinguida historiadora Uruguayense, Doña Maria del Carmen Miloslavich de Álvarez.
A fines de 1973, empresarios de la Capital Federal, tuvieron la intención de alquilar el edificio para instalar en él una confitería bailable o club nocturno-whiskería, sin llegar a concretar el proyecto.
En víspera del fin del año 1973, en horas de la noche, se produjo en derrumbe de la cúpula de la torre mayor, de unos tres metros de diámetro y partes de las rejas que circundaban los pisos de alto, sin producir felizmente ningún daño.
Era notorio que la acción de los años y la falta de mantenimiento, iban mellando la resistencia del señorial edificio, lo que llevó a su propietaria, Sra. de Álvarez a hacer retirar todas las rejas que estaban en los balcones, para evitar ulteriores accidentes.
El 25 de abril de 1980, la Sra. Miloslavich de Álvarez, vende el lote donde se encuentra edificado el “castillo” a Luis Roberto Bonus y Elsa Mabel Blanc de Bonus interviniendo en el acto notarial el conocido escribano local Néstor Hugo Nichele. Sus nuevos propietarios, realizan importantes trabajos de remodelación del antiguo edificio, para adaptarlo a sus necesidades, lamentando que no se haya mantenido su estructura original, desapareciendo la clásica torre estilo medieval, estando hoy, prácticamente irreconocible a la vista.
Es muy lamentable que las autoridades locales del momento, cuando la Sra. de Álvarez, en dos oportunidades, quiso donar el edificio para destinarlo a un “centro cultural”, no hayan tenido la suficiente visión de aceptarlo y preservar éste patrimonio arquitectónico e histórico para la ciudad y que sin duda, podría haber sido un atractivo más en el circuito de turismo histórico de la ciudad.
Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto: Rousseaux, Andrés, “El castillo del Dr. Francisco Reibel”, “Concepción del Uruguay, Edificios con Historia”. Tomo III
yo vivi varios años bien enfrente.luego intentaron poner un resto bar pero duró poquito.