Barrio “La Concepción” y el “viejo” cementerio de la ciudad

Vista de la capilla de La Concepción (Foto: Mario Soria)

Es este el barrio primitivo de Concepción del Uruguay. Allí se levantó el rancherío del Arroyo de la China tuvieron sus habitantes las lógicas arremetidas de los indios del lugar. El mangrullo levantó su altivo maderamen. Época difícil para la existencia de los pobladores. Montecillos de espinillos, de talas, abundantes pajonales, orillando el popular arroyo. ¿Cuándo se estableció el primitivo barrio que dio origen a nuestra ciudad?

Se sabe que en el año 1779, el vecindario resuelve fundar una capilla. Es de suponer que anteriormente algún rancho la arraigada fe cristina se exteriorizaría al atardecer rezando, todos juntos el Santo Rosario y el Angelus.

Don León Almirón a pedido del pago obtuvo licencia para la erección de dicha capilla por lo que se la conoció con el nombre de “Capilla de Almirón”. En 1780, estaba edificada de adobes y paja, en este mismo año la visitó el obispo Malvar y Pinto y la elevó al rango de parroquia, designando capellán a Fray Goitya, interinamente, pues su primer párroco fue Antonio Mariano Alonso, se eligió patrono de la misma a San Sebastián, acaso en homenaje a Malvar y Pinto; pero se propuso posteriormente para patrona a la Inmaculada Concepción “porque erra de la devoción del lugar”.

La primitiva imagen de la patrona no es la que hoy se venera en la capilla, aquella se encontraba en la parroquia de Santa Rosa en Villaguay. Últimamente, y en ocasión de festejarse el 185 aniversario de la fundación de nuestra ciudad. La primitiva virgencita, la fundadora fue traída nuevamente a la parroquia de la Inmaculada, el recibimiento fue grandioso y emotivo. El pueblo se volcó por las calles de la ciudad a tributar el homenaje de fe y admiración a la imagen que presidio nuestros primeros pasos. (Ver: Inmaculada Concepción, la imagen fundadora)

El retorno de la Sagrada Imagen a su pueblo se debe en especial a los trabajos de investigación de José Nadal Sagastume, publicados oportunamente en el boletín parroquial en sucesivas ediciones con el título de “Apuntes para la historia” que coleccioné y guardo celosamente. Es esta una obra de investigación de gran valor, por la paciente búsqueda de datos en archivos locales y en las de otras parroquias en metódicas y atinadas conexiones. Merece su publicación en un tomo, pues es un aporte valiosísimo para la historia integral de nuestra ciudad. Es de esperar que los verdaderos apasionados  por el pasado que nos atañe, tomen la iniciativa.

Volvamos a nuestro barrio; junto a la capilla y como era costumbre en la época, se habilitó el solar para el cementerio, habilitado hasta 1856.  Sobre la ubicación de este ha habido un error. Lo estaba en la manzana rodeada por las calles Malvar y Pinto, Washington (Hoy Dra. Ratto), 21 de Noviembre y Rivadavia. En esta manzana y no en la que se levanta la actual capilla, están enterrados los restos de  nuestros antepasados. En aquella se conservaba hasta hace relativamente pocos años un viejo panteón que resistía al tiempo.

Cuando se loteó, indebidamente para mi, dicha manzana fue demolida.  A este respecto existe una leyenda conocida por los viejos moradores de La Concepción y que oportunamente recordaremos. Cuando se niveló la calle malvar y Pinto, se hallaron filas de tumbas y algunas en la manzana que ocupa la actual capilla. Esto que asevero me ha sido confiado por viejos vecinos del barrio. Lo cierto es que al cavar los cimientos de la Escuela N° 48, se encontraron también filas de sepulturas. Además cuando se construyo el edificio del bar que está enfrente del actual templo, se encontró el osario. Algunos restos fueron depositados debajo del altar del mismo y otros junto al monumento con  una estrofa del poeta Delio Panizza. En éste se asegura que en ese sitio descansan los restos de La Delfina, la amante ocasional del Supremo Entrerriano. Allá los historiadores. La verdad es que nuestro primitivo Camposanto estaba entre las calles ya citadas y se había extendido a la próxima al sud, cuando la falta de espacio lo requirió.

Visito todos los años el antiguo barrio de La Concepción, entro en la capilla a orar ante la hermosa talla de la inmaculada, hablo con los vecinos, me intereso por sus vidas, oigo con atención sus leyendas, tradiciones y consejos que tiene sabor de fantasía, ingenio, pero sincera y por momentos me sitúo yo también, en aquella época deambulando por sus senderos entre el paisaje agreste, el cielo claro y la amplitud del campo verde moteado de bosquecillos. Me siento un poco integrante  de esa barriada que ha sabido conservar en el fondo la esencia de la tierra y la devoción a la Inmaculada Concepción.

Edición: Civetta, maría Virginia y Ratto, Carlos Ignacio. Texto extraído de: Gregorio Troncoso Roselli (publicado en diario “Provincia”, 1968)

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